Este trabajo recopilatorio está dedicado al arte etrusco y a su escultor más conocido, llamado Vulca. Vulca fue un artista de la ciudad etrusca de Veyes. Es el responsable de la creación de una estatua en terracota de Júpiter que estaba dentro del Templo de Júpiter Optimus Maximus sobre la Colina Capitolina, y posiblemente del Apolo de Veyes y la Loba Capitolina, últimamente cuestionada su autoria y antiguedad.
El arte etrusco fue la forma de arte figurativo producido por la civilización etrusca que se desarrolló en el norte de Italia entre el siglo IX y el siglo II a. C. El arte que se conserva es de carácter funerario, relacionado tanto con la pintura (frescos) como con la escultura. Destaca en particular esta última, con sarcófagos de terracota a tamaño natural. También fueron hábiles artesanos, como los que pintaban sobre jarras de cerámica a imitación de los modelos griegos, y excelentes joyeros y metalúrgicos, destacando sus espejos de bronce grabados.
Los etruscos se establecieron a principios del primer milenio a. C. en Etruria, en la región comprendida entre el Arno y el Tíber, en la península Itálica. Según las diferentes hipótesis, se les considera procedentes de Lidia, en Asia Menor, o bien fruto de la rápida evolución de una población protoitálica autóctona. El arte etrusco constituye el antecedente de mayor influencia sobre el arte romano en lo que respecta a factores tales como la estructura de los templos, el realismo de las representaciones o el culto y el homenaje a los antepasados.
Sarcófago di Thanunia Seianti, 150-130 a.C.
Etruria y Arte Etrusco ¿Existió un arte etrusco?
Desde hace tiempo ha existido la controversia en torno a la existencia o no de un arte propiamente etrusco. Estos se debe a que dicho arte debe mucho a las aportaciones de otros pueblos, pero hay que pensar que los etruscos también fueron creadores de un arte y cultura que dio paso a la magna civilización romana.
En la cultura etrusca, se da una cierta discontinuidad de periodos con distintos momentos de auge y de declive, y distintas calidades en sus manifestaciones artísticas.
Etruria se encontraba en Italia, entre el Tíber y el Arno (parte de la Toscana y el norte del Laccio actuales). Las primeras manifestaciones aparecieron a principios del s.VIII. Su origen no está claro y hay dos teorías: una, apoyada por Dioniso de Halicarnaso, del s.I, afirma que fue un grupo autóctono que poco a poco desarrolló su propia cultura. La otra, apoyada por Herodoto, del s.V, que afirmó que fueron inmigrantes procedentes de Asia Menor.
El pueblo etrusco fue un grupo, en un principio, no muy numeroso, pero fueron extendiéndose por toda la zona creando ciudades. Las urbes etruscas más importantes fueron Cerveteri, Perusa, Arezo, Volterra, Vulci, Orvieto, Tori, Betis, Tartinia, Ciusi, etc., que estuvieron en pleno auge entre los siglos VII y VI.
En un principio, estas ciudades de Etruria estaban gobernadas por reyes y luego por oligarquías. Los etruscos fue un pueblo de gran vigor que fue dominando progresivamente a sus vecinos.
A mediados del siglo III se va a dar un momento de paz tras numerosas guerras. A partir de ese momento, Roma se va a ir imponiendo, haciendo desaparecer al pueblo etrusco, aunque no su cultura.
Los etruscos desarrollaron enormemente el urbanismo. También se conoce su cultura por sus ajuares funerarios, que ponen de manifiesto su gusto por el lujo y su carácter vital.
Estuvieron muy preocupados por la vida de ultratumba. Las raíces de su cultura están en la cultura Villanoviana, que florece en la primera Edad del Hierro y que continúa hasta el siglo VIII. En su arte podemos ver influencias orientales y griegas, especialmente de la fase arcaica, que funden y recrean con la suya.
Tomba dei Leopardi, Monterozzi, Tarquinia
Etapas del arte etrusco
Las etapas del arte etrusco son:
- Periodo primitivo: (s.VII y VI). En el siglo VI se dio su gran apogeo. Nace la estatuaria, la pintura mural y se tiende al realismo. En esta etapa se aprecian claras influencias griegas.
- Periodo medio: (s. V y IV). La producción artística disminuye y se empobrece.
- Periodo tardío: a partir del s.III hasta su fusión con Roma. El desarrollo urbanístico alcanzó su mayor apogeo y es cuando el arte etrusco influye en Roma. En este perido nacen los primeros retratos.
Espero que la recopilación que he conseguido del arte etrusco, sea del interés de los aficionados al arte que frecuentan esta sección, y contribuya en su divulgación.
Algunas obras relacionadas con Vulca
Apolo de Veyes
Cabeza del Apolo de Veyes.
El Apolo de Veyes es una estatua etrusca realizada en terracota de tamaño mayor que el natural, pintado, representando a Apolo, datada hacia 550 a. C. - 520 a. C. Está realizada en el estilo etrusco arcaico tardío o jónico «internacional». Se encuentra expuesta en el Museo Etrusco Nacional de Villa Giulia en Roma.
Fue descubierto en 1916 en el templo de Portonaccio, un santuario construido en honor a la diosa de la sabiduría y las artes Minerva (para los etruscos o Minerva para los romanos), uno de los más importantes de Etruria, perteneciente a la antigua ciudad etrusca de Veyes, hoy región italiana del Alto Lacio.
Autor. La escultura se le atribuye al escultor etrusco Vulca, el único artista etrusco del que se conoce el nombre.
Esta escultura pertenece al arte etrusco, con importantísima influencia del arte escultórico griego. La estatua mide 1,80 centímetros de alto y está realizada en terracota, el material más usado en las esculturas etruscas.
Formaba parte de una escena de Apolo y Hércules luchando sobre la cierva de Cerinia, doce metros por encima del suelo sobre rayos en la acrotera del Santuario de Minerva de Portonaccio, cerca de Veyes. Apolo, vestido en una túnica y capa corta, avanza hacia su izquierda con su brazo derecho estirado y doblado (su brazo izquierdo está hacia el suelo quizá con un arco en su mano); Hércules, con la cierva atada alrededor de sus piernas, se estira hacia la derecha, inclinándose para atacar con su porra y con su torso en una curva violenta.
Curiosidades. La estatua fue encontrada de pie, resistiendo los ataques de los romanos a la ciudad de Veyes, la primera ciudad etrusca conquistada por Roma.
El «Apolo de Veyes» escultura del dios Apolo del siglo VI a. C. encontrada en el templo/santuario en honor a la diosa Minerva de Portonaccio (Veyes), atribuido a Vulca. Actualmente se encuentra en el Museo Etrusco Nacional. En su rostro se siente la influencia de la escultura griega arcaica.
Júpiter Capitolino
Estatua de Júpiter en la que aparece con algunos de sus atributos: el cetro, el orbe con la Victoria y el águila a sus pies. St Petersburg. Hermitage.
El Templo de Júpiter Óptimo Máximo, levantado sobre la colina Capitolina, era el mayor templo romano. Allí era adorado con la forma de una piedra sagrada, conocida como Júpiter Lapis, sobre la que se realizaban juramentos. En este templo se le adoraba junto a su esposa y reina Juno y a su hija Minerva (la diosa de la sabiduría), formando la Tríada Capitolina.
Era común que los romanos construyesen templos dedicados a Júpiter Óptimo Máximo o a la Tríada Capitolina en el centro de las nuevas ciudades de las colonias.
El Templo de Júpiter del Capitolino fue comenzado por Tarquinio Prisco y completado por el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, aunque fue inaugurado, según una tradición registrada por los historiadores, el 13 de septiembre, al comienzo de la época republicana (509 a. C.). Se erigía sobre un podium alto con una escalinata de entrada en su frente. En tres de sus lados estaba probablemente por una columnata y tenía otras dos filas de pilares dispuestos en línea con las de la fachada para formar un profundo pronao que precedía los tres cellae que iban de lado a lado a la manera etrusca, siendo la central más ancha que las otras dos.
Los restos conservados de los cimientos y el podium, de los cuales la mayor parte queda debajo del Palazzo Caffarelli, están formados por enormes secciones paralelas de muros hechos de bloques cuadrados de tosca gris (cappellaccio) que dejan constancia del tamaño total de la zona superficial de la base del templo (unos 55×60).
Sobre el tejado había un auriga de terracota, hecha por el artista etrusco Vulca de Veyes en el siglo VI a. C., encargado por Tarquinio el Soberbio, que fue reemplazada en el 296 a. C. por una de bronce. La imagen de culto, también obra de Vulca, era de terracota y se le pintaba la cara de rojo en los días festivos.7 Bajo los cellae estaban los favissae o pasajes subterráneos, en la que se almacenaban viejas estatuas que habían caído desde el tejado y varias ofrendas dedicadas.
Maqueta del Templo de Júpiter Capitolino.
El templo fue reconstruido en mármol después de que un incendio lo destruyese por completo en 83 a. C., cuando la imagen de culto se perdió, así como los Libros Sibilinos guardados en un cofre de piedra. Sufrió otros incendios en el 69 d. C., cuando el Capitolio fue asaltado por los partidarios de Vitelio, y en el 80 d. C.
Frente a la escalinata estaba el altar de Júpiter (ara Iovis). En la gran plaza frente al templo (la Plaza Capitolina) había varios templos dedicados a divinidades menores, además de otros edificios religiosos, estatuas y trofeos.
Su dilapidación empezó en el siglo V, cuando Estilicón se llevó las puertas doradas y Narsés retiró muchas de las estatuas en 571.
En la Antigua Roma las personas juraban por Júpiter en los tribunales de justicia, lo que llevó a la expresión común «¡por Júpiter!», usada como un arcaísmo en la actualidad. Además, «jovial» es un adjetivo relativamente común usado para describir a alguien alegre, apacible y optimista.
El Júpiter de Esmirna (Museo del Louvre), estatua que fue hallada en Esmirna (Turquía) en 1670. Fue llevada a Luis XIV de Francia, quien ordenó su restauración, añadiéndole el brazo elevado con el rayo.
Jupiter proviene de la raiz Iu- que en indoeuropeo significa Luz y piter que hace referencia a pater que significa padre, es decir El padre de la luz. Júpiter (en latín Iuppiter), también llamado Jove (Iovis), es el dios principal de la mitología romana, padre de dioses y de hombres (pater deorum et hominum).
Hijo de Saturno y Ops, fue la deidad suprema de la tríada capitolina, integrada además por su hermana y esposa, Juno, y su hija, Minerva. Sus atributos son el águila, el rayo, y el cetro. Su equivalente en la mitología griega es Zeus.
El culto a Júpiter, de probable origen sabino, fue introducido en Roma por Numa Pompilio. En el mayor templo romano, construido en su honor en la colina Capitolina, fue venerado como Iuppiter Optimus Maximus (‘Júpiter, el mejor y más grande’), protector de la Ciudad y del Estado romano, de quien emanan la autoridad, las leyes y el orden social. Cicerón le llama numen praestantissimae mentis, «la sobrecogedora presencia de una mente suprema».
Durante la República, era la divinidad a la que el cónsul dirigía sus plegarias al iniciar su mandato. En el Imperio, con la introducción del culto imperial, Júpiter dejó de ser la única personificación de la máxima grandeza, aunque varios emperadores le hicieron su dios tutelar, o bien se incorporaron a sí mismos sus atributos. César Augusto decía tener sueños enviados directamente por Júpiter. Calígula se hizo llamar Optimus Maximus, y comunicó, mediante un puente, su palacio, en el monte palatino con el Templo de Júpiter Capitolino.
Busto de Calígula del siglo I, actualmente expuesto en Getty Villa.
Mito. Como ocurre con gran parte de la mitología romana, el mito de Júpiter se ajusta en buena medida al de Zeus, de la mitología griega, con préstamos de la mitología etrusca y con elementos nativos itálicos.
Originariamente a Júpiter se le consideró un dios del cielo en relación con el clima y los ciclos agrarios. Después fue protector de la confederación de ciudades latinas, hasta que con el tiempo adoptó atributos acordes al Estado romano, la justicia, el derecho y la autoridad de las leyes, aunque conservó elementos de su anterior concepción, como el de ser portador del rayo.
Nacimiento y ascenso al trono. Saturno, hijo menor de Coelus y Terra, devoraba a sus propios hijos, cumpliendo así con la condición que su hermano mayor, Titán, le había impuesto para gobernar, de manera que la descendencia de Titán pudiese luego llegar al trono de soberanía sobre el resto de los dioses. Sin embargo, Ops, esposa de Saturno, logró sustraer a Júpiter, Neptuno y Plutón de aquel destino. A Júpiter lo escondió en la isla de Creta, donde la cabra Amaltea lo amamantó. Una vez que hubo crecido, Júpiter hizo guerra contra Titán primero, y después contra su padre, hasta destronarlo.5 Saturno había devorado a sus hijas, Vesta, Ceres y Juno. Fue necesario, para que las devolviera, un vomitivo preparado por Metis. En seguida Júpiter asignó a Neptuno el reino de los mares, y a Plutón el Inframundo5 y luego se casó con Juno, su hermana.
Apolo Helios
Apolo es el dios de la música, la profecía, la medicina, la luz y la curación. Apolo favorece la curación y el perdón espués de la destrucción y la guerra. Él enseña la valentía frente al peligro, y la compasión por los menos afortunados.Trabajar con Apolo puede ser de utilidad para ayudar a curar a un ser querido.
Apolo es un dios en la mitología griega y mitología romana, hijo de Zeus y Leto, y el gemelo de Artemisa (diosa de la caza).
En tiempos posteriores se convirtió en parte confundido o equiparado con Helios, dios del sol, y su hermana igualmente equiparada con Selene, diosa de la luna en contextos religiosos.
Pero Apolo y Helios (el Sol) permanecieron siendo seres muy separados en textos literarios / mitológicos.
En la mitología etrusca, era conocido como Aplu. Apolo se considera que tiene el dominio sobre la peste, la luz, la curación, la medicina, el tiro con arco, la poesía, la profecía, la danza, la razón, el intelectualismo y que es el patrón defensor de rebaños y manadas. Apolo tenía un famoso oráculo en Creta y otros más notables en Clarus y Branchidae.
Con el correr del tiempo su imagen evolucionaba y se ue transformando también en el dios de la curación religiosa; Apolo purificada a las personas culpables de asesinato u otros pecados graves. Apolo era conocido como el jefe de las Musas ("Musageta") y director de su coro.
Sus atributos incluyen: cisnes, lobos, delfines, arcos y flechas, el árbol de laurel, la corona de laurel, la cítara (o lira) y el plectro. El trípode sacrificial es otro atributo, el representante de sus poderes proféticos.
Los Juegos Píticos se celebraban en su honor cada cuatro años en Delfos.
Loba capitolina
Loba capitolina o Luperca, estatua de bronce que se encuentra en los Museos Capitolinos. Le fueron añadidas las figuras de Rómulo y Remo quienes fueron los fundadores de lo que hoy es Roma.
Luperca es el nombre de la loba que según la mitología amamantó a Rómulo y Remo cuando estos fueron mandados a matar por el rey Amulio. Actualmente la estatua dedicada a ella, llamada "la loba capitolina" (lupa capitolina en italiano), se conserva en el museo del Capitolio romano (Museos Capitolinos).
Se trata de una figura en bronce, de 75 centímetros de altura y 114 de anchura. Según la tradición, se trataría de una escultura etrusca, aunque recientemente se ha puesto en duda esta datación,1 demostrándose finalmente que ésta data de la Edad Media.
Los dos niños se añadieron durante el Renacimiento en 1471 y probablemente son obra del escultor Antonio Pollaiuolo.
Posible explicación del nombre. Según Tito Livio (Ab Vrbe Condita, 1, 4, 6-7), la leyenda de la loba podría en realidad encubrir la actuación de una prostituta, ya que la palabra lupa también hacía referencia a mujeres dedicadas al comercio de su cuerpo (de esta acepción proviene la palabra moderna lupanar).
Arte etrusco
El arte etrusco fue la forma de arte figurativo producido por la civilización etrusca que se desarrolló en el norte de Italia entre el siglo IX y el siglo II a. C. El arte que se conserva es de carácter funerario, relacionado tanto con la pintura (frescos) como con la escultura. Destaca en particular esta última, con sarcófagos de terracota a tamaño natural. También fueron hábiles artesanos, como los que pintaban sobre jarras de cerámica a imitación de los modelos griegos, y excelentes joyeros y metalúrgicos, destacando sus espejos de bronce grabados.
Los restos de la civilización etrusca se encuentran repartidos por las regiones italianas de la Toscana, el Lacio (donde se encuentran las necrópolis de Cerveteri y Tarquinia) y Umbría. Pueden verse sus obras en algunos de los grandes museos italianos, principalmente en la Villa Giulia (ocupada desde 1889 por el Museo Nazionale Etrusco) y el Museo Gregoriano del Vaticano, ambos en Roma; el Museo Archeologico de Florencia, el «Museo Archeologico Nazionale Etrusco della Città di Chiusi» y el «Museo Etrusco Guarnacci» en Volterra. Otros museos menores dedicados a los etruscos son el «Archeologico Etrusco» de Artimino, el «Cívico Archeologico» de Pitigliano y el Etrusco-Romano de Todi.
Urna crematoria policromada procedente del hipogeo de los Satna, siglos II-I a. C., actualmente se encuentra en el Museo Archeologico Nazionale dell'Umbria, en Perugia.
Ejemplos famosos de escultura etrusca son:
- El «Apolo de Veyes» escultura del dios Apolo del siglo VI a. C. encontrada en el templo/santuario en honor a la diosa Minerva de Portonaccio (Veyes), atribuido a Vulca. Actualmente se encuentra en el Museo Etrusco Nacional. En su rostro se siente la influencia de la escultura griega arcaica.
- La «Quimera de Arezzo»: fechada entre 380 y 360 a. C. La quimera, según la mitología romana, fue abatida por Belerofonte, a lomos de su caballo Pegaso. Tras su descubrimiento en 1553 en Arezzo, se convirtió en símbolo del nacionalismo toscano. Hoy se encuentra en el Museo Archeologico de Florencia. Ejemplo de la animalística inspirada en los monstruos orientales, creados con partes de diversos animales.
- El llamado Marte de Todi, escultura de un guerrero armado de un modo semejante al de los hoplitas griegos, aunque el armamento (tipo de coraza etc.) es en lo real, etrusco.
- El Orador o «Arringatore»: fechada entre el siglo II y el I a. C. Al parecer representa a un noble llamado Aulus Metellus, pero se desconoce quien era. Fue encontrado cerca del lago Trasimeno en Umbría, y actualmente se encuentra en el Museo Archeologico de Florencia.
- El sarcófago de los esposos: fechada hacia el 520 a. C. Fue encontrada en una necrópolis en Cerveteri. Construido en terracota, la tapa del sarcófago representa una pareja recostada en un triclinio en el que se aprecian volutas eolias. Están en un banquete en la otra vida. En sus rostros se muestra la influencia del preclasicismo griego. Actualmente se encuentra en el Museo Nazionale Etrusco (Villa Giulia, Roma).
- El Frontón de Talamone, fronton con relieves de terracota de un templo etrusco del siglo II d. C..
- El «Apolo Helios», actualmente en el Museo Etrusco Nacional.
La «Loba del Capitolio», que durante mucho tiempo se ha reputado una escultura etrusca, actualmente es considerada de época medieval.
En las tumbas etruscas se encontraron numerosos objetos de metal y cerámico, en los que se observa la influencia de las culturas del Mediterráneo oriental. Todos estos productos fueron base para la exportación tanto hacia el norte de Europa como hacia Oriente.
Realizaron los etruscos numerosas figurillas, especialmente con bronce, y en general representa a la Tyrrhena sigilla de los romanos; también hay candelabros, y una gran variedad de objetos de ornato y utensilios. Del mismo material son los centenares de espejos grabados descubiertos, erróneamente llamados «pateras». A lo largo de los años se han encontrado copas de oro y otros trabajos de orfebrería que, en general, era muy rica y de formas complejas, con grabados, graneados, filigranas y repujados. La materia prima provenía de las minas que los etruscos explotaban en Elba (hierro) y Etruria (cobre). Estas últimas permitieron sus trabajos de decoración en bronce tan conseguidos y también armas y elementos para la flota. Con bronce hicieron sus monedas de gran tamaño.
Estatuilla votiva realizada en bronce, de un joven desnudo con los brazos a los lados, proveniente de Chiusi (550-530 a. C.). British Museum.
Oinochoe estilo bucchero, proveniente del cementerio de Osteria dell'Osa, cerca de Roma, Italia; actualmente, en las Termas de Diocleciano (Museo Nazionale Romano).
«Aquiles matando a un prisionero troyano en frente de Charun» (el demonio de la muerte etrusco, relacionado con el griego Caronte) armado con un martillo. Lado A de una crátera etrusca en forma de cáliz de figuras rojas, finales del siglo IV a. C., principios del siglo III a. C. Cabinet des Médailles.
Los etruscos importaban cerámicas del mundo griego, como el famoso Vaso François (Museo Archeologico de Florencia), enorme crátera con volutas con figuras negras que data de hacia el año 570 a. C. y se encontró en 1844 en una tumba etrusca en la necrópolis de Fonte Rotella cerca de Chiusi. La cerámica de importación corintia o ática influyó en la fabricación local que es de dos tipos: la cerámica lisa y negra (la principal la del bucchero nero, estilo cerámico caracterizado porque se bruñía para parecer bronce) o la de imitación de la griega de figuras negras en hidrias. Las cerámicas encontradas en la tumba Regolini-Galassi de Cerveteri son las más importantes, conservándose en los Museos Vaticanos las joyas de oro, el trono, la cama y el carro funerario en bronce. Los principales objetos provienen de Arretium y Clusium, adornadas estas por figuras en relieve muy grotescas y de carácter oriental. Las jarras pintadas encontradas en Clusium, Tarquinia y Vulci muestran una clara influencia del arte griego, en estilo y tema (mitología griega) y son casi idénticas a las que se hallaron en Campania, sur de Italia, Sicilia y Grecia.
Caballeros etruscos, lámina de plata incisa con relieves dorados.
La Quimera de Arezzo. La «Quimera de Arezzo»: fechada entre 380 y 360 a. C. La quimera, según la mitología romana, fue abatida por Belerofonte, a lomos de su caballo Pegaso. Tras su descubrimiento en 1553 en Arezzo, se convirtió en símbolo del nacionalismo toscano. Hoy se encuentra en el Museo Archeologico de Florencia. Ejemplo de la animalística inspirada en los monstruos orientales, creados con partes de diversos animales.
Caballos alados de Tarquinia, realizados en terracota (siglo IV a. C.). Decoraban la fachada del templo de Ara della Regina, en Tarquinia. Actualmente se encuentran en el «Museo Nazionale Tarquinese».
«El sarcófago de los esposos», pareja funeraria etrusca (Villa Giulia, Roma). El sarcófago de los esposos: fechada hacia el 520 a. C. Fue encontrada en una necrópolis en Cerveteri. Construido en terracota, la tapa del sarcófago representa una pareja recostada en un triclinio en el que se aprecian volutas eolias. Están en un banquete en la otra vida. En sus ros
Frontón de Talamone. Conservado en el Museo Arqueológico de Florencia. El Frontón de Talamone, fronton con relieves de terracota de un templo etrusco del siglo II d. C. Es un elemento arquitectónico de forma triangular con relieves mitológicos, que coronaba el centro de la fachada de un templo de la civilización etrusca, etrusci (en latín).
Los etruscos habitaron en Etruria, que abarcaba las regiones italianas de la Umbría, Toscana, Lacio y Roma. La civilización etrusca perduró del siglo siglo IX a. C. hasta el I d. C, cuando se adaptó a la cultura del Imperio romano.
El arringatore (Orador) Autor: Anónimo. Fecha: 90 a.C. Material: Bronce, 179 cm., de altura. Museo Arqueológico de Florencia. La estatua del Arringatore (Orador) fue fundida en siete piezas de bronce, por separado, como también se hacía en Grecia. El personaje viste a la romana la túnica, la toga exigua y los calcei (botas) de un patricio. Lleva en el borde inferior de la toga una inscripción en tres líneas y en etrusco, no del todo comprensible, pero de la que se desprende que la estatua de Aulus Metelius fue erigida por acuerdo público, probablemente en Perusa. Como esta ciudad adquirió la ciudadanía romana en el año 88 a. C., la estatua, con su dedicatoria etrusca, ha de ser anterior a esa fecha y de un taller local aunque el homenajeado fuese un romano de una ilustre familia, que aún entonces gozaba de la popularidad de la Era de los Metelos (como antes había habido otra de los Escipiones).
La escultura etrusca
Frontón escultórico de Luni, conservado en el Museo Arqueológico de Florencia.
La escultura fue una de las expresiones artísticas más importantes del pueblo etrusco, que habitó la región del norte y centro de Italia entre el siglo IX y el I a. C., aproximadamente. Su arte era en gran parte una derivación del arte griego, aunque desarrollado con muchas características propias.1 Dada la falta casi total de documentos escritos etruscos, problema agravado por la poca información sobre su idioma —todavía sin descifrar en gran parte— es en su arte donde se encuentran las claves para la reconstrucción de su historia, aunque las crónicas griegas y romanas sean también de gran ayuda. Como su cultura en general, la escultura etrusca tiene muchos aspectos oscuros para los estudiosos, siendo objeto de controversia y que obligan a proponer sus interpretaciones siempre con carácter provisional, pero el consenso es que fue parte del legado más importante y original del arte italiano e incluso contribuyó significativamente a la formación inicial de las tradiciones artísticas de la antigua Roma. La visión de la escultura etrusca como un todo homogéneo es errónea, habiendo importantes variaciones, tanto regionales como temporales
Urna cineraria, terracota, Chiusi. Arcaica. Statua cineraria etrusca, in pietra policroma, da Chiusi. Museo archeologico regionale di Palermo.
El origen de los etruscos ha sido objeto de polémica desde la antigüedad. Heródoto creía que eran los descendientes de poblaciones procedentes de Anatolia antes del año 800 a. C., que desplazaron a los habitantes anteriores, aunque Dionisio de Halicarnaso los tenía como autóctonos. La investigación moderna tampoco ha llegado a un consenso y los expertos acabaron considerando este tema insoluble, pasando a estudiar, cómo la sociedad estaba organizada, antes que de dónde venían.6 Lo que se sabe con certeza es que a mediados del siglo VII a. C. sus principales ciudades ya habían sido fundadas, iniciando enseguida un periodo de expansión territorial que acabó por dominar una gran región más o menos en el centro de la península Itálica, abarcando desde Véneto y Lombardía a Lazio y Campania, lo que se ha denominado Etruria. Sin embargo, en los siglos siguientes sus conquistas fueron amenazadas y varios pueblos itálicos consiguieron hacer remitir sus avances. Por último, sus últimos bastiones fueron tomados por los romanos, que absorbieron su cultura y causaron su disolución. En su apogeo, los etruscos eran el pueblo más poderoso de la Italia prerromana y establecieron una civilización próspera con una gran producción agrícola, una poderosa flota, un comercio floreciente que cubría gran parte del Mediterráneo y una cultura única, donde el arte tuvo un gran papel, influyendo de forma importante en la formación inicial del arte de la Antigua Roma.
Su presencia en Italia se supone desde el siglo IX a. C., pero las inscripciones en los monumentos y objetos, que proporcionan una mayor certeza en su datación, sólo aparecen alrededor de 700 a. C. A pesar de que compartían una cultura común, los etruscos no formaban una unidad política coherente y su organización social era semejante al sistema de la polis griegas, incluso también combatían entre ellas. No existen textos literarios etruscos, su historia se puede recuperar directamente de la evidencia arqueológica, pero mucho de lo que se conoce ha sido relatado por los griegos y romanos. Tito Livio habla de una sociedad de las «gentes etruscas» formadas por «cuñados» —consanguíneos—, «sodales» —compañeros de armas— y «clientes» —personas que ofrecían sus servicios y esperaban recibir protección por parte de sus patronos—.
La arquitectura etrusca
El templo etrusco respondía a una estructura básica simple, y actuaba en esencia como soporte de la recargada decoración escultórica, cuyo estilo sobrecargado contrastaba con la armonía del clasicismo griego. Especial relieve alcanzaron las tumbas y túmulos funerarios, que desempeñaban una función de exaltación del orgullo familiar y de casta, muy arraigado en Etruria.
La arquitectura funeraria se centraba así en la conmemoración de la persona fallecida y de su estirpe, y no en la celebración de la vida de ultratumba que, para los etruscos, tras la temida muerte, era un estado de dolor y desesperanza.
Las tumbas reproducían la estructura de las viviendas, en las que ya se apreciaba la distribución característica de la domus latina, con diferenciación de atrio, o espacio central, tablinum, o dependencia principal, y estancias dispuestas en torno a ellos.
Aspecto del interior de la Tumba de los Relieves, Cerveteri. Helenista.
Pintura etrusca
Pintura mural etrusca representando a un músico, en la llamada «Tumba del Triclinio», en Tarquinia.
Las pinturas etruscas que han llegado a los tiempos modernos son, en su mayor parte, frescos murales de tumbas, y principalmente de Tarquinia. Tiene una notable importancia no tanto por el nivel artístico alcanzado, sino por el hecho de que se trata del más destacado ejemplo de arte figurativo prerromano en Italia. Se ha relacionado con las culturas del Mediterráneo oriental.
Las cámaras funerarias imitaban el interior de una habitación. Tenían el techo abovedado o con falsa cúpula y sus paredes se pintaban al fresco. Esta técnica permite que las pinturas perduren a lo largo de los siglos, ya que al secarse el yeso sobre el que se aplica el pigmento, la pintura pasa a formar parte de la propia pared.
Retrataban escenas mitológicas y funerarias, como los banquetes funerarios que hacen de las fiestas un tema común en los frescos de las tumbas etruscas. A veces se representaban escenas de la vida cotidiana, con danzantes, músicos o jinetes. El estilo era marcadamente bidimensional, estilizado (formas delineadas en negro), más de colores vivos y atmósfera jovial. Los pigmentos se obtenían de piedras y minerales que se molían y mezclaban. Los colores preferidos en la pintura por los etruscos fueron el rojo, verde y el azul, al parecer porque les asignaban connotaciones religiosas. Los pinceles se hacían con pelo de animal y eran extremadamente precisos (incluso en la actualidad, los mejores pinceles se hacen con pelo de buey). Desde mediados del siglo IV a. C., el claroscuro empezó a usarse para representar la profundidad y el volumen. El concepto de proporción no aparece en ninguno de los frescos supervivientes y a menudo se encuentran retratos de animales o de hombres en los que algunas partes del cuerpo están desproporcionadas. Uno de los frescos etruscos más conocidos es el de la «Tumba de la Leona» (Tomba delle Leonesse) en Tarquinia.
En una fase tardía, la actitud festiva ante la muerte cambió, posiblemente por la influencia del arte griego del periodo clásico, y las figuras muestran un nuevo talante, pensativo y de incertidumbre hacia el final de la vida.
Pintura mural etrusca en la «Tumba de los Leopardos» (hacia el año 500 a. C., en Tarquinia; en el centro, el tañedor de la flauta doble típica de los etruscos; a la derecha, el tañedor de lira.
Literatura etrusca
Existió sin lugar a dudas una literatura en etrusco, de la cual conservamos solo unos pequeños fragmentos, fundamentalmente religiosos, además de numerosas inscripciones. La literatura etrusca abarca los textos en etrusco, escritos en un espacio de 7 siglos, desde que el pueblo etrusco adoptó el alfabeto heleno de Ischia y Cumas hacia el VII a. C. hasta que dejó de utilizarse, a principios del siglo I, época en que desaparecía ya de las últimas inscripciones en Chiusi, Perugia y Arezzo. Sobreviven de ella pocos fragmentos, religiosos y especialmente funerarios, la mayoría de los cuales son de la época tardía (a partir del siglo IV a. C.). Además de los textos originales que han llegado hasta nuestros días, contamos con un gran número de citas y alusiones de autores clásicos. Cabe señalar que en el siglo I a. C. Diodoro de Sicilia escribió que la cultura literaria era uno de los grandes logros de los etruscos.1 Apenas sabemos nada de ella, e incluso lo que se conoce de su lenguaje es gracias a la repetición de las mismas escasas palabras en las abundantes inscripciones encontradas (a modo de los modernos epitafios), contrastadas en textos bilingües o trilingües con el latín y el cartaginés. Fuera de los géneros mencionados, apenas se tiene mención de un tal Vorrio (Vorrius) citado en fuentes clásicas.
Libro de lino de Zagreb. El Liber Linteus Zagrabiensis es el texto etrusco más amplio encontrado hasta ahora. Data de principios o mediados del siglo I a. C., siendo probablemente uno de los últimos en utilizar el idioma, quizá fuera de Italia, a causa de las comunidades tirrenas emigradas a Egipto, cosa común entre los etruscos en ese siglo.
Parece pertenecer a un escriba inexperto. Se conservan 13 metros de lino escrito, divididos en 12 columnas de 30 líneas cada una, lo que suponen más de 1200 palabras. Una teoría afirma que se trata de un calendario ritual, basándose en el reconocimiento, dentro del texto, de algunos nombres de divinidades. Cuando el libro fue inútil se cortó en tiras y se utilizó como vendajes para la momia de una mujer joven en Alejandría, que llegó a la academia yugoslava de Zagreb en 1867.
Los etruscos tuvieron fama de ser muy religiosos ya desde la Antigüedad clásica, lo cual ha sido utilizado en su contra muchas veces, dando lugar a diversos mitos. Afirma Arnobio, en los siglos III y IV que Etruria es principio y madre de todas las supersticiones. Los textos religiosos, en contraste con el total, son muchos. Destacan por ejemplo el Hígado de bronce de Piacenza (100 a. C.) y el Libro de lino de Zagreb.
Hígado de bronce de Piacenza. Está subdividido en 40 secciones, y en cada una de ellas (con muy pocas excepciones) aparece el nombre de un dios o diosa. La excepción más notable es la que lleva escrita Hercle, que corresponde a una división del cielo etrusco en diversas partes para cada deidad.
Láminas de Pirgi. Las láminas de Pirgi son tres láminas de oro con inscripciones en etrusco y fenicio. Fueron encontradas en Pirgi, junto al templo B del yacimiento, cerca del la ciudad de Caere (la actual Cerveteri), y datan aproximádamente del 500 a. C. En la actualidad se encuentran en el Museo Nacional Etrusco de Roma.
Enlace para conocer la literatura etrusca
Arte etrusca, orecchino d'oro con filigrana, 530-500 a.C.
Otras artes
Nada queda de la literatura etrusca, lo que no significa que no existiera, encontrándose algunas trazas en los autores romanos.
Parece haber existido un teatro etrusco, pues a él aluden algunos autores latinos. Nos lo sugiere una palabra emblemática: φersu (que, como tantas otras palabras, pasó al latín y luego a las distintas lenguas romances y otras, como el inglés cuyo vocabulario es en un 60% de origen francés), la «máscara» de la comedia que significa en origen persona, en latín.
En cuanto a la música es evidente que la cultivaron, como puede verse por los instrumentos que aparecen en frescos y bajorrelieves. Aparecen distintos tipos de flautas, como el plagiaulos, la flauta de Pan , la syrinx, la flauta de alabastro, y la famosa flauta doble. Se acompañan por instrumentos de percusión como el tintinábulo, el tímpano y los crótalos. Finalmente, hay instrumentos de cuerdas como la lira y la cítara.
La flauta de Pan. Pan enseñando a Dafnis a tocar la flauta. Mármol, copia romana de un original helénico. El brazo derecho de Dafnis y las cabezas de ambos son restauraciones.
Escena de banquete, piedra calcárea, Chiusi. Museo Arqueológico de Florencia.
Pues esto es todo amigos, espero que os haya gustado el trabajo recopilatorio dedicado al arte etrusco y a su escultor más conocido, llamado Vulca. Vulca fue un artista de la ciudad etrusca de Veyes. Es el responsable de la creación de una estatua en terracota de Júpiter que estaba dentro del Templo de Júpiter Optimus Maximus sobre la Colina Capitolina, y posiblemente del Apolo de Veyes y la Loba Capitolina, últimamente cuestionada su autoria y antiguedad.
El arte etrusco constituye el antecedente de mayor influencia sobre el arte romano en lo que respecta a factores tales como la estructura de los templos, el realismo de las representaciones o el culto y el homenaje a los antepasados.
El arte etrusco fue la forma de arte figurativo producido por la civilización etrusca que se desarrolló en el norte de Italia entre el siglo IX y el siglo II a. C. El arte que se conserva es de carácter funerario, relacionado tanto con la pintura (frescos) como con la escultura. Destaca en particular esta última, con sarcófagos de terracota a tamaño natural. También fueron hábiles artesanos, como los que pintaban sobre jarras de cerámica a imitación de los modelos griegos, y excelentes joyeros y metalúrgicos, destacando sus espejos de bronce grabados.
Fuentes y agradecimientos a: es.wikipedia.org, commons.wikimedia.org, artehistoria.jcyl.es, arteespana.com, flickr.com, hiru.com, wiccasolitario.mex.tl y otras de Internet.
Fuente
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