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¿Estamos inmersos en una guerra climatológica y de control mental?

Puede que las siglas HAARP (High Frequency Advanced Auroral Research Project) no les suene a algunos de los lectores, pero corresponden a un misterioso proyecto de la Fuerza Aérea norteamericana. En unas instalaciones militares situadas en Gakona, Alaska, se está desarrollando un proyecto que consiste en 180 antenas que, funcionando conjuntamente, equivaldrán a una sola antena emitiendo a 1 Imagen 4GW (gigavatio) =1.000.000.000 W (vatios), es decir mil millones de ondas de radio de alta frecuencia que penetrarían en la atmósfera inferior e interactuarían con la corriente de los elecrojets aureales o corrientes de Birkeland. El vatio o watt es la unidad de potencia del Sistema Internacional de Unidades. Es el equivalente a 1 julio por segundo y es una de las unidades derivadas. Expresado en unidades utilizadas en electricidad, un vatio es la potencia eléctrica producida por una diferencia de potencial de 1 voltio y una corriente eléctrica de 1 amperio. Hay una electricidad flotando sobre la Tierra llamada electrojet aureal, en que al depositar energía en ella se cambia la corriente y genera ondas de baja frecuencia (LF) o de muy baja frecuencia (VLF). Se supone que la tecnología HAARP tendría la intención de acercar el electrojet aureal a la Tierra, con el objetivo de aprovecharlo como una gran estación generadora. Entonces la tecnología HAARP enviaría haces de radiofrecuencia hacia la ionosfera. A causa de ello, los elecrojets aureales afectarían al clima global. Algunas veces durante una tormenta eléctrica llegan a tocar la Tierra, afectando a las comunicaciones a través de cables telefónicos y eléctricos, así como con la interrupción de suministros eléctricos e incluso produciendo alteraciones en el estado del ser humano. La tecnología HAARP actuaría como un potente calentador ionosférico. En este sentido podría tratarse de una sofisticada arma geofísica y climática. Curiosamente, en 1899, el genial científico e inventor Nikola Tesla ya descubrió que la temperatura general del planeta estaba subiendo lentamente, lo que conocemos hoy en día como calentamiento global. Tesla pensó que ello estaba siendo producido por condiciones naturales, así como por alguna interferencia artificial y extraterrestre.
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Nikola Tesla nació en Smiljan (Croacia) en 1856, y murió en Nueva York en 1943. Tesla inventó la corriente alterna y el motor de inducción electromagnética, que tanto han ayudado a la evolución tecnológica de la Humanidad. Fue el primero en suministrar electricidad mediante corriente alterna procedente de la central hidroeléctrica de las cataratas del Niágara. Sus investigaciones abarcaron casi todos los campos de la ciencia, como la termodinámica, las radiaciones, la energía solar, los rayos X y cósmicos, la fotografía, la fluorescencia, la robótica, el electromagnetismo e, incluso, la radio, aunque no le fue reconocido oficialmente, ya que Marconi se apropiaría de la idea básica de Tesla. Tesla ya habló, hace más de un siglo, de la televisión, los satélites artificiales, o de la conquista del espacio. Uno de sus sueños era que todos los habitantes del planeta pudieran comunicarse e, incluso, proporcionarles energía gratuíta. En su laboratorio de Colorado Springs Tesla hizo una serie de experimentos y descubrimientos que, hoy día, continúan asombrando a los expertos. Un día captó unas ondas de radio procedentes del espacio, convirtiéndose en pionero de la radioastronomía. Pero hay otras fantásticas invenciones que poca gente conoce y que, supuestamente, Tesla fue capaz de llevar a cabo. Inventó un sistema de transmisión de energía inalámbrica. En sus experimentos de transmisión de energía sin cables, fue capaz de encender 200 lámparas de 50 vatios a casi 42 kilómetros de distancia de su estación. Pero el propio Tesla escribió que las señales se podían transmitir hasta una distancia de más de 900 km. Aparte del motor eléctrico de inducción, diseñó una turbina con un rendimiento del 60 %, frente a las demás, que apenas llegaban al 40 %. La diferencia revolucionaria de la turbina Tesla estriba en que el fluido trabaja en régimen laminar, mientras que las otras lo hacen en régimen turbulento, de ahí las menores pérdidas y diferencia espectacular de rendimiento de aquella frente a las turbinas convencionales. Otra particularidad de dicha turbina es su ausencia de hélices. En su lugar tenía una serie de discos metálicos muy finos, separados ligeramente entre sí, para crear un flujo laminar y minimizar las pérdidas por rozamiento. A mediados de la década de 1890 inventó un robot sumergible controlado a distancia. También construyó un motor de energía solar, diseñó un sistema de propulsión iónico, e investigó sobre las vibraciones. Fue el primero en poner en práctica el fenómeno de resonancia postulado por Lord Kelvin.

Pero, desgraciadamente, los asombrosos descubrimientos de Tesla también se están usando con fines militares, como el proyecto HAARP. Cuando murió Tesla, agentes federales del gobierno estadounidense confiscaron sus archivos con todos sus inventos, patentes y demás descubrimientos, y fueron declarados como documentación secreta. Dicha documentación sigue sin publicarse. Las bases de la transmisión inalámbrica de Tesla están en su descubrimiento de la resonancia Schumann. Esta resonancia es una especie de pulso electromagnético rector, definida como una serie de picos de muy baja frecuencia en el campo electromagnético de la Tierra. La Tierra se comporta como un enorme circuito eléctrico. La atmósfera actúa como un conductor débil, lo que permite que la electricidad prevaleciente no se disemine. Los relámpagos excitan la cavidad formada entre la superficie de la Tierra y la ionósfera, lo cual detona la resonancia Schumann en todo el planeta. Esto es lo que Tesla haría al disparar distintas frecuencias hacia la ionósfera, simulando relámpagos, con lo que obtendría un flujo de energía de baja frecuencia. La resonancia Schumann puede ser usada para monitorizar la actividad electromagnética incluso en otros planetas. Esta técnica ha sido adaptada para crear auroras artificiales. Para algunos científicos la resonancia Schumann es una especie de marcapasos global, el patrón de frecuencia que regula eléctricamente a todos los organismos del planeta. Calculada en 7,83 hertz es equivalente a las ondas cerebrales alpha, asociadas con estados de tranquilidad mental. Marca el ritmo del planeta.

En nuestras conversaciones con otras personas,  frecuentemente decimos algo parecido a esta frase: “El tiempo vuela. Casi no me he dado cuenta y ya ha pasado una semana”.  Pues todo parece indicar que hay razones físicas para esta sensación. En la década de los 50 del siglo XX, en la Universidad Tecnológica de Munich, Alemania, daba clases y efectuaba trabajos de investigación un profesor de física, llamado  Dr. W. O. Schumann. Durante sus investigaciones  descubrió un efecto de resonancia en el sistema global que abarca  la Tierra, el aire y la Ionosfera, hoy conocido como Resonancia Schumann. En Física, a este efecto se le denomina “Onda transversal-magnética“. Se ha comprobado que estas ondas resonantes vibran a la misma frecuencia que las ondas cerebrales de los seres humanos y de todos los mamíferos en general, ó sea 7,83 hertz (ciclos por segundo).  En algunos países han estado experimentando con estas ondas resonantes estudiando sus variaciones y formulando nuevos proyectos en el entorno de la física cuántica. El proyecto más preocupante es su utilización como arma militar, ya que la manipulación de dicha resonancia podría interferir en los procesos psíquicos de los potenciales enemigos. Tal vez sea debido a esta utilización militar que la resonancia Schumann es poco conocida incluso en ambientes científicos.  el Dr Schumann estaba trabajando en cálculos y proyectos de potenciales eléctricos con sus alumnos universitarios. En una oportunidad les planteó como ejercicio el cálculo del potencial de dos superficies semiesféricas ubicadas a una determinada distancia entre si y que eran eléctricamente conductoras. Durante el experimento les propuso: “Aquí tenemos la tierra y la ionosfera. Consideren como ejemplo el diámetro de la tierra y el diámetro de la capa inferior de la ionosfera y calculen qué frecuencia propia resulta ahí“. El Dr. Schumann, al verificar los cálculos que realizaban los estudiantes obtuvo un resultado de unos 10 Hertz por segundo, que fue publicado en los suplementos de divulgación científica de la Universidad.  El Dr. Ankermüller, médico de profesión que se interesaba por la Física, leyó los resultados y le sorprendió que estos dieran una frecuencia característica del ritmo alfa de las ondas cerebrales. Las ondas alfa tienen una frecuencia de 8 a 12 Hz y están asociadas con estados de relajación. Se registran especialmente momentos antes de dormirse. Sus efectos característicos  son: relajación agradable, pensamientos tranquilos y despreocupados, optimismo y un sentimiento de integración de cuerpo y mente.
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El Dr Ankermüller se comunicó inmediatamente con el Dr. Schumann  y le dijo que su conclusión era sorprendente, ya que el ritmo alfa de las ondas cerebrales coincidía con el ritmo terrestre y que había que comprobar si esto era correcto. El Dr. Schumann se dio cuenta de su posible utilidad en medicina y tuvo la idea de encargar el estudio a uno de sus alumnos que tenía que hacer su tesis de doctorado. Este alumno se llamaba Herbert König, más tarde yerno del Dr. Ernest Hartmann, descubridor de las radiaciones terrestres que afectan a los seres vivos, y posteriormente fue el sucesor del Profesor Schumann en la Universidad de Munich. El Dr. König, después de muchas mediciones, pudo determinar que el valor exacto no era de 10 hertz, sino de 7,8 hertz, que es la frecuencia del hipotálamo y es la única frecuencia que es común en todos los mamíferos, incluyendo el hombre. Para entender la importancia del hipotálamo, tenemos que saber que regula el hambre, el apetito y la saciedad por medio de hormonas y péptidos, así como el nivel de glucosa y ácidos grasos en la sangre. El hipotálamo anterior disipa el calor y el hipotálamo posterior se encarga de mantener la temperatura corporal constante, aumentando o disminuyendo la frecuencia respiratoria y la sudoración. La porción anterior y posterior del hipotálamo regula el ciclo del sueño y de la vigilia, lo que se llama ritmo circadiano. Mientras el ritmo alfa varia, de una persona a otra, oscilando entre los 7 y los 14 hertz, la frecuencia de 7,83 hertz es una constante normal biológica, y funciona como un verdadero marcapaso para nuestro organismo. Sin la existencia de esta frecuencia la vida no sería posible. Este hecho se comprobó con los primeros viajes espaciales fuera de la ionosfera, en donde los astronautas, tanto los rusos como americanos, regresaban de sus misiones espaciales con complicados problemas de salud. Al estar un cierto tiempo fuera de la ionosfera les faltaba esta frecuencia vital de 7,83 hertz. Se solucionó el problema mediante unos generadores de ondas Schumann artificiales.

Uno de los experimentos efectuados por los científicos espaciales fue la construcción de una especie de bunker subterráneo aislado magnéticamente. Durante varias semanas de experimentos en ese lugar pudieron comprobar que, después de algunos días sometidos a una variación de frecuencia magnética distinta, se producían los mismos problemas de salud, como dolor de cabeza, alteraciones en el ritmo cardiaco, falta de coordinación, disminución en la concentración e impotencia. Luego comprobaron que si se generaban artificialmente pulsaciones de 7,83 hertz durante un breve tiempo, las condiciones de salud de los voluntarios se volvían a estabilizar. Hay personas que sufren efectos de éste tipo, especialmente problemas cardiacos cuando esas frecuencias de ondas Schumann se ven interferidas por las tormentas electromagnéticas solares. Actualmente se utilizan modernas terapias mediante aparatos generadores de ondas Schumann y de ondas geomagnéticas, retornando los efectos vitales necesarios para mejorar el entorno de los seres vivos sometidos a la contaminación ambiental por radiaciones nocivas.  La Tierra se comporta como un enorme circuito eléctrico y su atmósfera es un conductor débil. Si no existieran fuentes de carga, su electricidad característica se disiparía rápidamente. Existe una misteriosa “cavidad” entre la superficie de la Tierra y el borde interno de la ionosfera, entre los 10 y más de 50 kilómetros, con un flujo de corriente vertical entre el suelo y la ionosfera de unos 1800 amperios según los cálculos. La resistencia de la atmósfera se estima en unos 200 ohms y el voltaje potencial variable oscila entre 200.000 y 400.000 voltios. Se sabe que hay en promedio más de 500 tormentas eléctricas en un momento dado en todo el mundo. Cada una produce entre  0,5 y 1 amper de corriente, y estas medidas sirven para medir la capacidad de corriente en la cavidad resonante de la Tierra. Las resonancias Schumann son oleadas casi constantes de ondas electromagnéticas que existen en esta cavidad. Como ondas en un estanque, no están presentes todo el tiempo, sino que necesitan ser ‘excitadas‘ para ser observadas. Parecen estar relacionadas con la actividad eléctrica en la atmósfera, particularmente durante los tiempos de intensa actividad de relámpagos, que ocurren a distintas frecuencias entre los 6 y los 50 ciclos por segundo, específicamente 7,8, 14, 20, 26, 33, 39 y 45 hertz, con una variación constante que las puede modificar en algunas décimas de hertz.

Hasta ahora, cuando las propiedades de la cavidad electromagnética de la Tierra permanecían inalterables, estas frecuencias se mantenían invariables. Pero parece que se ha producido algún cambio debido al ciclo de manchas solares y a cambios en la ionosfera de la Tierra como respuesta al ciclo de 11 años de actividad solar. Como la atmósfera de la tierra lleva una carga eléctrica, no es nada sorprendente encontrar dichas ondas electromagnéticas resonantes, pues forman parte de dicha atmósfera y sus influencias nos llegan directamente,  produciendo los efectos que hemos descrito antes. Las edificaciones modernas, con sus  grandes estructuras de hormigón, los cables de alta tensión y las grandes antenas forman grandes jaulas de Faraday que impiden la propagación de las ondas pertenecientes a este campo natural y, por lo tanto, afectan seriamente estas frecuencias Ahora bien, se cree que la resonancia Schumann constituye quizá la base del proceso de percepción extrasensorial (PES), de tipo radar, para todos los seres vivos. Distintas frecuencias  pueden ser absorbidas y re-emitidas por cualquier objeto, según esquemas de interferencias específicos. Estas “ondas que resuenan” pueden modularse intencionalmente en frecuencia o en su forma, para provocar bienestar o con fines destructivos.  Como ejemplos de los distintos fines, podemos señalar las ELF (muy baja frecuencia) y las ULF (ultra baja frecuencias). Se cree que éstas frecuencias se están manipulando deliberadamente mediante la tecnología. HAARP, que es un programa denunciado por diversos activistas ecológicos y por grupos científicos. Todo parece indicar que el ritmo vibratorio de nuestro medio ambiente, el motor fundamental de toda la vida sobre nuestro planeta, está seriamente amenazado por las manipulaciones humanas de la ionosfera, tal como parece se hace con la tecnología del programa HAARP.

Como la mayoría de los descubrimientos científicos, la resonancia Schumann tiene su parte buena o mala, dependiendo del uso que se le dé. Robert Beck, investigador y físico, hizo investigaciones sobre la actividad de las ondas cerebrales de los llamados “sanadores” en distintas culturas y religiones, (mediums, chamanes, radiestesistas, curanderos, reikistas, etc), que, independientemente de sus sistemas de creencias, manifestaban comportamientos de modificaciones de la resonancia Schumann casi idénticos en el momento de sus acciones de “curación“: Se producía una actividad de ondas cerebrales de 7,8 a 8 hertz, que duraba de uno a varios segundos y que se sincronizaban sorprendentemente con las pulsaciones geo-eléctricas de la Tierra. Según Robert Beck:  “El ADN, los ventrículos cervicales y las estructuras celulares del cuerpo humano pueden funcionar como antenas que detectan y descifran las señales ELF globales y locales“. Beck sugiere que los cristales líquidos, que son elementos intrínsecos de las membranas celulares, actúan como mecanismos de detección, amplificación y memorización para los esquemas de frecuencia ELF existentes en el medio ambiente. Las proteínas tienden a orientarse según frecuencias ELF, que resuenan a 10 herz y que son muy  sensibles a los cambios de frecuencia ELF.  La estructura y la organización de los tejidos vivos son controladas por el ADN.  Es por todo ello que existe una estrecha relación entre los desórdenes del comportamiento humano y los períodos de perturbaciones solares y magnéticas. Algunos estudios pusieron de manifiesto que las personas sometidas a un aislamiento con respecto a los ritmos electromagnéticos normales, desarrollarán irregularidades y ritmos fisiológicos caóticos. Estos ritmos son restablecidos por la intervención de un campo eléctrico de 10 herz. Las anomalías geomagnéticas, como tensiones tectónicas o perturbaciones del campo geomagnético, pueden inducir algunas formas de percepción paranormal, tales como alucinaciones visuales y auditivas, o los TLT (transitarios del lóbulo temporal). El lóbulo temporal es una parte del cerebro, localizada frente al lóbulo occipital, aproximadamente detrás de cada sien, que desempeña un papel importante en tareas visuales complejas, como el reconocimiento de caras. Asimismo, es la “corteza primaria de la audición” del cerebro. También recibe y procesa información de los oídos, contribuye al equilibrio, y regula emociones y motivaciones, como la ansiedad, el placer y la ira.
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El lóbulo temporal medial, que forma parte del lóbulo temporal, incluye un sistema de estructuras anatómicamente relacionadas que son básicas para la memoria declarativa o recuerdo consciente de hechos y eventos, que incluye la región del hipocampo. Este sistema está relacionado fundamentalmente con la memoria y funciona junto con la neo-corteza para establecer y mantener una memoria a largo plazo. Diversos estudios sobre el magnetismo terrestre sugieren que el norte magnético se está desplazando y ésta variación de frecuencia provoca una alteración de la percepción del tiempo. Hay sitios en donde la frecuencia magnética a aumentado desde 7,8 a 8 hertz hasta frecuencias de 12 hertz. Y se considera que al acercarse a los 13 hertz, la percepción se altera y un día de 24 horas parece ser de cerca de 16 horas o menos. La resonancia Schumann, que podemos considerar el latido del corazón de la Madre Tierra, ha sido de 7.8 ciclos durante miles de años. Pero desde 1986 ha estado creciendo ininterrumpidamente. En este momento la frecuencia media está próxima a los 11 hertz. Este hecho sirve de apoyo a quienes creen que estamos cerca de un cambio de Era en la Tierra, ya que se considera que el cambio de Era se produce al llegar a los 13 hertz. Es el “Punto Cero” o cambio de Era  que ha sido predicho, entre otros, por los antiguos Egipcios, los Mayas, o los Incas.  Estos cambios se cree que han ocurrido cada 13.000 años, la mitad del tiempo de los 26.000 años ligados al ciclo completo de la Precesión de los Equinoccios. Los antiguos astrónomos descubrieron el movimiento precesional completo del Sol a través del fondo de las constelaciones y se calculó la longitud de este Ciclo en unos 26.000 años. El “Punto Cero” se cree que coincide con una inversión de los polos magnéticos. Y, según los cálculos, ello podría suceder en los próximos años. Se pronostica que después de este “Punto Cero”, el Sol se elevará por el Oeste y se pondrá por el Este. En ambientes esotéricos se afirma que este cambio nos introducirá en una cuarta dimensión. Y se dice que la resonancia Schumann está actuando en los seres humanos reconfigurando el ADN de una doble hélice a 12 hélices y  convirtiendo al ser humano en un ser más intuitivo que racional.

Se sabe que la ionosfera nos protege de las radiaciones mortales que nos llegan del Sol y del espacio. Y actualmente, mediante ondas de radio de alta frecuencia, se pueden taladrar agujeros en esta cobertura protectora, corriendo con el terrible riesgo de terminar con la frágil evolución planetaria y humana. Las consecuencias podrían ser devastadoras, causando daños irreversibles. El proyecto HAARP, también conocido como “Arpa del Diablo“, es tan polémico como peligroso. Sus defensores hablan de ventajas de carácter científico, geofísico y militar. Pero sus detractores están convencidos de que podrían tener consecuencias catastróficas para nuestro planeta, que podrían ir desde peligrosas modificaciones en la ionosfera, hasta la manipulación de la mente humana. Nick Begich y la periodista Jeanne Manning realizaron una investigación al respecto, planteando la hipótesis de que el proyecto HAARP podría tener peores consecuencias para nuestro planeta que las pruebas nucleares. Nick Begich es el hijo mayor del fallecido congresista de los Estados Unidos de Alaska, del mismo nombre. Es muy conocido en Alaska por sus actividades políticas. Fue elegido dos veces presidente de la Federación de Profesores de Alaska y el Consejo de Educación de Anchorage. Ha estado defendiendo una investigación científica independiente durante la mayor parte de su vida. Nick Begich recibió su doctorado en medicina tradicional por la Universidad Internacional Abierta para las Medicinas Complementarias en noviembre de 1994. Es co-autor con Jeane Manning de Angels Don’t Play This HAARP; Advances in Tesla Technology. Begich también es autor de Earth Rising – Toward a Thousand Years of Peace y The Betrayal of Science, Society and the Soul, escrito con Roderick James. También es editor de Flashpoints Earthpulse, una nueva serie de libros de ciencias. Begich ha publicado artículos en los campos de la ciencia, la política y la educación y es un conferenciante muy conocido en los Estados Unidos y en otros diecinueve países. Ha aparecido como invitado en miles de emisoras de radio que informan sobre sus actividades de investigación, incluyendo las nuevas tecnologías, la salud y la radiofrecuencia, las resonancias Schumann y las ELF. Begich ha encontrado once patentes de radiofrecuencia basadas en la tecnología Tesla.  En ellas se especifica cómo hacer “explosiones de tamaño nuclear sin radiación”, flujos de energía radiante, sistemas de radar sobre el horizonte, sistemas de detección para misiles que lleven cabezas nucleares, pulsos electromagnéticos, antes producidos por armas termonucleares y otros ingenios análogos. Este conjunto de patentes sirvieron de base al sistema de armas HAARP.

Gracias a la investigación realizada por Begich y Manning consiguieron sacar a la luz extrañas consecuencias relacionadas con el clima y con las conductas humanas. Por ejemplo, los documentos de la Fuerza Aéreas revelaron que había sido desarrollado un sistema  para manipular y perturbar los procesos mentales humanos a través de pulsos de radio-frecuencia ELF, la base de HAARP, en grandes áreas geográficas. El material más contundente acerca de esta tecnología vino de los escritos de Zbigniew Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional de EE.UU durante la administración del presidente Carter, y JF MacDonald, asesor científico del presidente Johnson y profesor de Geofísica en la UCLA, ya que escribió sobre el uso de energía emitiendo transmisores para la guerra geofísica y ambiental. Los documentos analizados por Begich en su obra Controlling the human mind muestran cómo pueden ser causados estos efectos, así como sus efectos negativos en la salud humana y el pensamiento. Las posibilidades de perturbación mental de HAARP son las más preocupantes. Más de 40 páginas del libro presentan decenas de notas en relación de los documentos y patentes, una crónica de la labor de los profesores de Harvard, los planificadores militares y científicos, que ayudaron a planear y probar este uso de tecnologías electromagnéticas. Begich y Manning están convencidos de que, a través del proyecto HAARP, se estaría enviando hacia la ionosfera un haz de partículas electromagnéticas orientadas y enfocadas que estarían contribuyendo a su calentamiento. Sin embargo, la versión oficial insiste en que el HAARP es solo una investigación académica cuyo objetivo es cambiar las condiciones de la ionosfera con el fin de obtener mejoras en las comunicaciones mundiales. Con la puesta en marcha del proyecto HAARP, los militares conseguirían un arma altamente destructiva. El 14 de junio del 2012 la doctora Rosalie Bertell falleció a los 83 años tras una larga enfermedad pulmonar producida por un cáncer. Era una extraordinaria mujer y una notable científica conocida internacionalmente por sus trabajos en que denunciaba los efectos ocultos de la radiación de bajo nivel sobre nuestra salud. Tuvo la valentía de acusar al lobby atómico, a sus agencias como la CIPR, la AIEA y también a la OMS de mentir sobre el coste real de la energía nuclear, tanto civil como militar, escondiendo sus víctimas actuales y su efecto catastrófico sobre las generaciones futuras.
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La doctora Rosalie Bertell se pasó toda su vida denunciando la locura del complejo militar industrial, basándose en los efectos verificados de la contaminación radiactiva y en la irresponsabilidad de construir las armas climáticas. También ha denunciado la naturaleza esencialmente antidemocrática de estas actividades, pues es un hecho que nunca ha habido ningún debate público acerca de estos programas nucleares o de geoingeniería. La doctora Rosalie Bertell ha trabajando incansablemente para la promoción de la paz, de la justicia y de un mundo mejor. Rosalie Bertell nació en 1929, en Búfalo, Nueva York, EE.UU. Rosalie Bertell sabía desde joven que entraría en un convento y tomaría la vida religiosa a pesar de que gozó de su hogar, escuela y vida social. Se unió efectivamente a la congregación cristiana de Hermanas Grises del Sagrado Corazón en 1958, casi con 30 años. En su adolescencia, cuando tenía 16 años y al final de la segunda guerra mundial fue cuando se perpetró el terrible ataque atómico de Estados Unidos sobre Japón, que la marcó durante toda su vida. Rosalie Bertell hizo su carrera científica y, a la vez, de activista preocupada por la salud de la humanidad, de todas las formas de la vida y, especialmente, por los efectos destructivos de la radiactividad. Obtuvo un Doctorado en biometría en la Universidad Católica de América, Washington, DC., en 1966, así como las licenciaturas en Biología, Bioquímica y en Matemáticas, con aplicaciones en la radiobiología y biomedicina. Ha estado trabajando, desde entonces, básicamente en epidemiología ambiental, ejerciendo durante más de cuatro décadas en Estados Unidos, Canadá, Japón, Islas Marshall, Malasia, India, Alemania, Ucrania, Irlanda etc. De 1969 a 1978 Rosalie Bertell trabajó como canceróloga geriátrica en el Instituto de investigación del Roswell Park Cancer Institute. Realizó trabajos sobre el cáncer y particularmente sobre la leucemia, en relación con la contaminación radiactiva. De 1971 a 1980 fue consultora en la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos, y del Ministerio del Medio Ambiente y de la Salud en Canadá. Rosalie Bertell ha actuado como consultora de gobiernos locales, provinciales y federales, así como para organizaciones de ciudadanos. Participó en varias comisiones estadounidenses de investigación sobre el impacto de la energía nuclear en la salud pública. El gobierno ruso recurrió también a sus servicios después del desastre de Chernobyl. Asimismo trabajó para víctimas de la contaminación industrial, tecnológica y militar.

La doctora Rosalie Bertell ha trabajado con países subdesarrollados en su lucha para preservar los derechos humanos, la salud y la vida frente a la contaminación industrial, tecnológica y militar. También lo hizo para los indígenas de su propio país afectados por la contaminación de las minas de uranio. Como epidemióloga no se mantuvo aislada de la gente sino todo lo contrario: “Tomé mis ideas de la gente sobre lo que se empezó a llamar epidemiología descalza para tratar de documentar de forma científica lo que les estaba sucediendo a las personas que estaban en la dirección del viento o aguas abajo de algunos contaminantes de la industria, y proporcionarles un documento científico que pudieran utilizar políticamente”. En sus observaciones, la doctora Rosalie Bertell también discute como defender la diversidad, en oposición a los programas de privatización monocultural mundialista y las guerras incesantes para apropiarse de los recursos escasos. Formó parte, como directora, de la comisión médica internacional de Bhopal, que investigó las consecuencias del desastre provocado por la empresa Unión Carbide en la India, considerada como la mayor catástrofe química de la historia. Asistió a gente de Filipinas con problemas que provenían de la basura tóxica dejada por los militares de Estados Unidos en sus bases militares abandonadas de Subic y Clark. Trabajó con el gobierno de Irlanda para sostener que Gran Bretaña es responsable de la contaminación radiactiva del mar irlandés. Ha asistido a los veteranos de la guerra del Golfo y a los ciudadanos iraquíes que se ocupaban de la enfermedad llamada síndrome de la guerra del Golfo debida a la munición de uranio. Viajó por todo el mundo para ver, estudiar e informar a la población sobre los efectos de la industria nuclear y de la contaminación radiactiva. Su trabajo como consultor independiente se ha centrado siempre en los grupos que eran más vulnerables y que estaban más amenazados por la radiación que otros, tales como mujeres y niños; gente aborigen, trabajadores en las minas de uranio y en las instalaciones nucleares. Cuando su vida fue amenazada en una carretera por un extraño accidente, que probablemente fue un atentado, se trasladó a Canadá, adoptando la ciudadanía de este país.

La doctora Rosalie Bertell fundó en Canadá, y en 1984, el International Institute of Concern for Public Health (IICPH), un instituto canadiense que se preocupa por difundir información sobre la salud pública. El IICPH es una tentativa de institucionalizar su preocupación cada vez mayor por la supervivencia humana en el planeta. Con los trabajos de la doctora Rosalie Bertell y de otros autores, el centro promueve la educación y la información sobre opciones vitales: “Nuestro trabajo intenta centrar la atención en la necesidad de la seguridad para la aldea global, resolviendo su necesidad del aire limpio, el agua, los alimentos y un hábitat sano, así como fomentar la transparencia en la cooperación y el desarrollo“. La doctora Rosalie Bertell fue también miembro fundador de la Comisión Internacional de los Profesionales de Salud, y de la Asociación Internacional de Medicina Humanitaria. Fundó la Comisión Médica Internacional sobre Chernóbil, que convocó el tribunal sobre violaciones de los derechos humanos. La Comisión investigó los efectos del accidente de Chernóbil y puso en marcha un tribunal que efectuó un juicio internacional. Este tribunal condenó la actuación criminal de la Agencia Internacional de Energía Atómica y de otras agencias como la Organización Mundial de la Salud, que han colaborado activamente en falsificar las evidencias científicas y en ocultar los efectos de la catástrofe. En el libro Manual para estimar los efectos de salud de la radiación ionizante (1984) y en el libro Ningún peligro inmediato. El pronóstico para una tierra radiactiva (1985), se revelaron documentadamente los peligros de la radiación en dosis bajas. El libro describe en detalle los efectos de la radiactividad generalmente ignorados. No sólo las altas tasas de cáncer que provoca, sino también cómo la exposición a las radiaciones ionizantes artificiales afecta a la totalidad del cuerpo humano y de los seres vivos. En un discurso pronunciado en Oslo, Noruega, en 1990, la doctora Rosalie Bertell señaló que la radioactividad aumenta la susceptibilidad a “muchas enfermedades diferentes, incluyendo el deterioro del sistema inmunológico, malformaciones congénitas, abortos, enfermedades crónicas a largo plazo, mutaciones genéticas (lo que implica daño continuo y la degradación de la herencia genética, es decir del porvenir) así como leucemias y otras enfermedades de la sangreTomad, por ejemplo un solo átomo de plutonio en un tejido pulmonar. Desintegrándose, proyecta partículas de energía a través de las células vivas. Como ustedes saben, una célula no está vacía; es un sistema vivo lleno de diferentes tipos de materia, con distintas tareas en el cuerpo. No podemos sentir nada de esta desintegración a nivel celular. Pero ocasionará daños. El daño que puede causar más problemas en un sistema global como el ser humano, es el daño en el núcleo de la célula. Porque en el interior del núcleo está el material cromosómico que conserva el modelo de lo que debe ser la célula. Si usted cambia esto, cambia lo que produce la célula. Si cambia una célula y esta es todavía capaz de reproducirse, se convertirá en dos células con cromosomas dañados, lo que puede resultar en un crecimiento exponencial de células que ya no funcionan correctamente”.
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En 1990 la doctora Rosalie Bertell también escribió: “No hay nada como la exposición a la radiactividad para producir daños. La probabilidad de que las células sean dañadas es del 100%. La siguiente pregunta es: ¿de qué afectación te preocupas?”. La doctora Rosalie Bertell también ha advertido del peligro de las repetidas exploraciones radiológicas médicas como las mamografías. Como miembro del grupo de 46 expertos internacionales que elaboró un informe para el Comité sobre riesgos radiactivos del Parlamento Europeo, en 2003 resumió así las consecuencias de las radiaciones en los sistemas biológicos: “El concepto de aniquilación de las especies entraña el final –relativamente rápido y deliberadamente provocado– de la historia, la cultura, la ciencia, la reproducción biológica y la memoria. Es el rechazo humano más extremo del don de la vida, un acto que exige la aparición de una palabra nueva para nombrarlo: omnicidio”. Pero con ser grave la contaminación radiactiva, no el único peligro con el que nos enfrentamos, gracias a los militares y a las élites que los financian. En los últimos años, la doctora Rosalie Bertell también ha denunciado el proyecto HAARP y otros relacionados con las armas climáticas, incluyendo el programa denominado “la guerra de la galaxias“. Todos son programas militares del Pentágono estrechamente relacionados y también tienen el mismo objetivo, que es ampliar la dominación global por tierra, mar y aire, incluyendo el espacio. Según Rosalie Bertell, todas ellas son armas de destrucción masiva. Ya en 1996 Rosalie Bertell escribió que: “la capacidad del HAARP / Spacelab para enviar una gran cantidad de energía, comparable a una bomba nuclear, a cualquier lugar de la tierra a través de láser y haces de partículas, es escalofriante”. Advirtió que HAARP no era un experimento aislado y que iba a ampliarse, ya que “se relaciona con cincuenta años de programas intensos y cada vez más destructivos para comprender y controlar la atmósfera superior“. Estaría asociado con la construcción de laboratorios espaciales de los Estados Unidos. Por ello: “El proyecto es probable que se venda al público como un escudo espacial contra armas entrantes, o, para los más crédulos, un dispositivo para la reparación de la capa de ozono”. En su libro Planeta tierra: El arma más reciente, Rosalie Bertell hace un estudio crítico de las agendas militares ocultas para construir nuevas armas climáticas, como el proyecto HAARP. En dicho libro expone cómo durante muchas décadas los militares ha ido realizando, secretamente, numerosos experimentos, incluyendo varias explosiones nucleares a altos niveles de la ionosfera, que pueden perturbar las capas fundamentales de la atmósfera que nos protegen contra la letal radiación solar y cósmica.

La doctora Rosalie Bertell señala que estos experimentos se realizan, a menudo, sin siquiera discutir con expertos no militares los enormes riesgos que implican para la preservación de la vida y que ya han contribuido al deterioro de las condiciones climáticas. Las armas climáticas amenazan con desestabilizar todavía más el ecosistema, causando graves efectos tectónicos, desestabilizando los sistemas agrícolas y ecológicos y llevando a una devastación planetaria en términos ambientales, pero también económicos y sociales. Esto no es algo nuevo, ya que desde los años cincuenta del siglo XX el Pentágono está trabajando en este tipo de armas, y no precisamente a pequeña escala. Así, por ejemplo, desde 1958 se intenta manipular la ionosfera y el campo geomagnético terrestre, haciendo explotar varias bombas atómicas en los cinturones de Van Halen con fines militares. En la década de 1960, Zbigniew Brzezinski, el ex asesor de Seguridad Nacional del presidente Carter y fundador, con David Rockefeller, de la Comisión Trilateral, escribió en su libro Between Two Ages, que: “La tecnología pondrá a disposición, de los líderes de las principales naciones, técnicas para llevar a cabo una guerra secreta, de la cual sólo habrá que evaluar a un mínimo número de las fuerzas de seguridad. Las técnicas de modificación pudieran emplearse para provocar largos periodos de sequía o de tormenta“. En este sentido, la doctora Rosalie Bertell ha publicado diversos artículos sobre las armas climáticas. En una de sus conferencias explicó los conceptos fundamentales de geofísica y rastreó los orígenes de las armas climáticas que los científicos militares estadounidenses están utilizando. Los métodos incluyen la desviación de ríos de vapor en la atmósfera del planeta, así como la manipulación de la ionosfera y del campo geomagnético terrestre con el objetivo de aumentar la intensidad de las tormentas, provocar sequías o inundaciones, producir terremotos, apagones generales, etc., en donde los militares quieran. Pero aunque Rosalie Bertell se dedicó a investigar las armas climáticas, no abandonó sus investigaciones en el tema crucial de la contaminación radiactiva. Rosalie Bertell creía que la II guerra mundial nunca terminó, ya que Estados Unidos y la mayoría de los países continúan armándose, creando una economía y alimentando una mentalidad de guerra permanente. Rosalie Bertell consideraba que la militarización oculta e implacable es la amenaza más grande para el medio ambiente y para la vida en la tierra. Actualmente, desafortunadamente, sus predicciones sobre el desastre medioambiental resultan ser cada vez más ciertas.

Según la doctora Rosalie Bertell, HAARP forma parte de un sistema integrado de armamento, que pueden tener consecuencias ecológicas devastadoras. HAARP podría contribuir a cambiar el clima bombardeando intensivamente la atmósfera con rayos de alta frecuencia, convirtiendo las ondas de baja frecuencia en alta intensidad. Ello podría también afectar a los seres humanos, y no se puede excluir que también posea efectos tectónicos. El físico estadounidense Bernard Eastlund hace referencia a un “método y un equipo para cambiar una región de la atmósfera, ionosfera y/o magnetósfera“. Se dice que el Proyecto HAARP forma parte del arsenal de armas del Nuevo Orden Mundial bajo la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI). La Iniciativa de Defensa Estratégica fue un sistema propuesto por el Presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan el 23 de marzo de 1983 en para utilizar sistemas basados en tierra y en el espacio a fin de defender Estados Unidos contra un ataque nuclear con armas balísticas estratégicas, tales como misiles balísticos intercontinentales y misiles balísticos lanzados desde submarinos. La iniciativa estaba enfocada más hacia la defensa estratégica que hacia una política ofensiva, como la anterior teoría de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD). La Organización de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDIO) fue puesta en marcha por el Departamento de Defensa de Estados Unidos en 1984 para supervisar la Iniciativa de Defensa Estratégica. Se considera que se podrían desestabilizar economías de distintos países mediante manipulaciones climáticas. Y lo que es más significativo, ello puede ser implementado sin que el enemigo tenga conocimiento de ello y sin comprometer a personal o equipo militar como ocurre en una guerra convencional, lo que resultaría en la desestabilización de sistemas agrícolas y ecológicos de los países considerados enemigos o rivales. Lo deseable, pero no probable, es que la resonancia Schumann se utilice para hacer el bien y no para hacer el mal. Según Nikola Tesla, las ondas de baja frecuencia que se obtienen al excitar la ionósfera alteran también nuestro cerebro. Tesla creía que todo lo que puede hacerse químicamente en el cerebro puede hacerse eléctricamente. Esto es algo que se ha comprobado hasta cierto punto a través de la foto-estimulación y su naciente industria de las máquinas de luz y sonido, que envían frecuencias de luz a ciertos ritmos para inducir a las ondas cerebrales a cambiar su frecuencia hacia estados alpha, beta, gamma o theta. Según Tesla: “Si podemos controlar este sistema de resonancia electrónicamente, podemos controlar el sistema mental de la humanidad“. Algunos dicen que este es el gran secreto de Nikola Tesla y las bases científicas que subyacen en el proyecto HAARP.
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Antes nos hemos referido a los elecrojets aureales o corrientes de Birkeland. Pero, ¿qué son? Kristian Birkeland, físico e inventor noruego, nació en Oslo, Noruega, el 13 de diciembre de 1867. Es recordado como el primero que explicó la naturaleza de las auroras boreales. Profesor en la Universidad de Oslo, llevó a cabo investigaciones sobre el magnetismo terrestre y las auroras boreales. Desarrolló, junto con con Samuel Eyde, el procedimiento Birkeland-Eyde, un proceso industrial para la obtención de compuestos nitrogenados mediante la oxidación del nitrógeno atmosférico. Escribió su primer artículo científico a la edad de 18 años. Birkeland propuso en 1908, en su libro The Norwegian Aurora Polaris Expedición 1902-03, que las corrientes eléctricas polares, hoy denominadas electrojets aurorales, estaban conectadas a un sistema de corrientes que fluyen a lo largo de las líneas del campo geomagnético, dentro y fuera de la región polar. Se conocen hoy en día como corrientes de Birkeland en su honor. El libro contiene capítulos sobre las tormentas magnéticas en la Tierra y su relación con el Sol, el origen del mismo Sol, el cometa Halley y los anillos de Saturno. Birkeland patentó 59 inventos entre los que destacan, el cañón eléctrico, apagadores eléctricos, el radio-teléfono, un aparato mecánico para la sordera y una máquina eléctrica de rayos X. Pero el invento más célebre de Birkeland fue la producción de abono artificial para plantas. Birkeland fue nominado para el Premio Nobel en siete ocasiones. Falleció en Tokio el 15 de junio de 1917. Una corriente de Birkeland es una corriente eléctrica en un espacio de plasma, más específicamente partículas cargadas que se desplazan a lo largo de las líneas de campo magnético. Por ello las corrientes de Birkeland también son llamadas corrientes alineadas con el campo. Las mismas son causadas por el movimiento de plasma en forma perpendicular a un campo magnético. A menudo las corrientes de Birkeland poseen una estructura magnética en filamentos o similar a una “soga retorcida“.

Originalmente las corrientes de Birkeland se referían a corrientes eléctricas que contribuyen a formar las auroras boreales, causadas por la interacción del plasma en el viento solar con la magnetosfera de la Tierra. La corriente circula en dirección Este por el lado naciente de la ionosfera terrestre, alrededor de las regiones polares, y hacia el espacio por el lado poniente de la ionosfera. Estas corrientes de Birkeland en épocas modernas son llamadas electrojets aurorales, tal como ya hemos indicado. Las corrientes fueron predichas en 1903 por el explorador y físico noruego Kristian Birkeland, quien realizó expediciones al círculo ártico para estudiar las auroras boreales. Carl-Gunne Fälthammar profesor emérito del Laboratorio Alfvén en Suecia, escribió en 1986: «Una razón por la cual las corrientes de Birkeland son especialmente interesantes es que, en el plasma que las transporta, ellas producen varios procesos físicos como ser, ondas, inestabilidades y formación de estructura fina. Estos a su vez producen la aceleración de partículas cargadas, tanto positivas como negativas, y la separación de elementos (tal como la eyección preferencial de iones de oxígeno). Ambas clases de fenómenos poseen una importancia astrofísica que va más allá de la comprensión del espacio inmediato que rodea al planeta Tierra». Las corrientes de Birkeland en una aurora pueden alcanzar valores de 1 millón de amperios. debido a ello pueden calentar la alta atmósfera, lo que produce un incremento en la fuerza de rozamiento que actúa sobre los satélites artificiales ubicados en órbitas de baja altitud. Los físicos especializados en plasma creen que muchas de las estructuras que presentan filamentos en el universo deben su origen a las corrientes de Birkeland. El físico norteamericano Anthony L. Peratt (1992) destaca que “Sin importar la escala, el movimiento de partículas cargadas producen campo magnéticos propios que pueden actuar sobre otras aglomeraciones de partículas cargadas. Plasma en movimientos relativos se acoplan mediante corrientes que interaccionan entre sí“.  La Tierra se encuentra envuelta y protegida por la atmósfera. Luego viene la troposfera o tropósfera, que es la capa de la atmósfera terrestre que está en contacto con la superficie de la Tierra. Tiene alrededor de 17 km de espesor en el ecuador terrestre y solo 7 km en los polos, y en ella ocurren todos los fenómenos meteorológicos que influyen en los seres vivos, como los vientos, la lluvia y las nieves. Además, concentra la mayor parte del oxígeno y del vapor de agua. En particular este último actúa como un regulador térmico del planeta. Sin él, las diferencias térmicas entre el día y la noche serían tan grandes que no podríamos sobrevivir. Por ello es de vital importancia para los seres vivos.
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La troposfera es la capa más delgada del conjunto de las capas de la atmósfera. La temperatura en la troposfera desciende a razón de aproximadamente 6,5 ºC por kilómetro de altura, por encima de los 2000 metros de altura. A continuación tenemos la estratosfera o estratósfera, que es una de las capas más importantes de la atmósfera terrestre, que se sitúa entre la troposfera y la mesosfera, y se extiende en una capa que va desde los 10 hasta los 50 km de altura aproximadamente. La temperatura aumenta progresivamente desde los −55 °C de la tropopausa hasta alcanzar los 0 °C de la estratopausa, aunque según algunos autores puede alcanzar incluso los 17 °C o más. Es decir, en esta capa la temperatura aumenta con la altitud, al contrario de lo que ocurre en las capas superior e inferior. Esto es debido principalmente a la absorción de las moléculas de ozono, que absorben radiación electromagnética en la región del ultravioleta. Luego tenemos la ionósfera o termósfera, que es la parte de la atmósfera terrestre ionizada permanentemente, debido a la fotoionización que provoca la radiación solar. Se sitúa entre la mesosfera y la exosfera, y en promedio se extiende aproximadamente entre los 80 km y los 500 km de altitud, aunque los límites inferior y superior varían según distintos autores y se quedan en 80-90 y 600-800 km respectivamente. Por otra parte, algunos consideran que la alta ionosfera constituye el límite inferior de la magnetosfera, solapándose ligeramente ambas capas, entre los 500 y 600-800 km. La ionosfera también se conoce como termosfera, por las elevadas temperaturas que se alcanzan en ella, debido a que los gases están en general ionizados. Si el Sol está activo, las temperaturas en la termosfera pueden llegar hasta los 1500 °C. Sin embargo, estas elevadas temperaturas no se corresponden con la sensación de calor que tendríamos en la troposfera, ya que en la termosfera la densidad es muchísimo más baja. Los gases aparecen ionizados porque esta capa absorbe las radiaciones solares de menor longitud de onda, como los rayos gamma y rayos X, que son altamente energéticos. Entre las propiedades de la ionosfera encontramos que esta capa contribuye esencialmente en la reflexión de las ondas de radio emitidas desde la superficie terrestre, lo que posibilita que éstas puedan viajar a grandes distancias sobre la Tierra, gracias a las partículas de iones cargadas de electricidad presentes en esta capa. Además, en esta capa se desintegran la mayoría de meteoros, a una altura entre 80 y 110 km, debido al rozamiento con el aire, lo que da lugar a las llamadas estrellas fugaces. Pero las estrellas fugaces no son el único fenómeno luminoso que ocurre en esta capa. En las regiones polares las partículas cargadas, que son portadas por el viento solar, son atrapadas por el campo magnético terrestre incidiendo sobre la parte superior de la ionosfera y dando lugar a la formación de las auroras.

Los cinturones de Van Allen se sitúan a distancias superiores y tienden a captar las partículas energéticas que tratan de irrumpir en la Tierra desde el espacio exterior. Los cinturones de Van Allen son unas zonas de la magnetosfera terrestre donde se concentran las partículas cargadas. Son llamados así en honor de su descubridor James Van Allen. Fueron descubiertos gracias al lanzamiento del satélite estadounidense Explorer 1, que fue en principio un fracaso debido a su forma alargada, que, junto con un sistema de control mal diseñado, entorpeció el ajuste a la órbita. Estos cinturones son áreas en forma de anillo de superficie toroidal, en las que protones y electrones se mueven en gran cantidad en espiral entre los polos magnéticos del planeta. Una aurora polar es un fenómeno en forma de luminiscencia que se presenta en el cielo nocturno, generalmente en zonas polares, aunque puede aparecer en otras zonas del mundo durante breves períodos. En el hemisferio sur es conocida como aurora austral, y en el hemisferio norte como aurora boreal, cuyo nombre proviene de Aurora, la diosa romana del amanecer, equivalente a la griega Eos, y de Bóreas, que en la mitología griega es el dios del frío viento del Norte que traía el invierno. En Europa comúnmente aparece en el horizonte con un tono rojizo, como si el Sol emergiera de una dirección inusual. Una aurora se produce cuando una eyección de partículas solares cargadas choca con la magnetósfera de la Tierra. Esta magnetósfera que nos rodea obedece al campo magnético generado por el núcleo de la Tierra, formada por líneas invisibles que parten de los dos polos, como un imán. Además existen fenómenos muy energéticos, como las eyecciones de masa coronal que incrementan la intensidad del viento solar. Cuando dicha masa solar choca con nuestra esfera protectora, estas radiaciones solares, también conocidas con el nombre de viento solar, se desplazan a lo largo de dicha esfera. En el hemisferio que se encuentra en la etapa nocturna de la Tierra, en los polos, donde están las otras líneas de campo magnético, se va almacenando dicha energía hasta que no se puede almacenar más. Y esta energía almacenada se dispara en forma de radiaciones electromagnéticas sobre la ionosfera terrestre, creadora, principalmente, de estos efectos visuales. El Sol, situado a 150 millones de km de la Tierra, está emitiendo continuamente partículas, que constituyen un flujo de partículas denominado viento solar. La superficie del Sol o fotosfera se encuentra a unos 6000 °C. Sin embargo, cuando se asciende en la atmósfera del Sol hacia capas superiores, la temperatura aumenta en vez de disminuir. La temperatura de la corona solar, la zona más externa que se puede apreciar a simple vista solo durante los eclipses totales de Sol, alcanza temperaturas de hasta 3 millones de grados.

Al ser mayor la presión en la superficie del Sol que la del espacio que le rodea, las partículas cargadas que se encuentran en la atmósfera del Sol tienden a escapar, y son aceleradas y canalizadas por el campo magnético del Sol, alcanzando la órbita de otros cuerpos de gran tamaño, como la Tierra. Además existen fenómenos muy energéticos, como las eyecciones de masa coronal, que incrementan la intensidad del viento solar. Las partículas del viento solar viajan a velocidades en un rango aproximado de 490 a 1000 km/s, de modo que recorren la distancia entre el Sol y la Tierra en aproximadamente dos días. En las proximidades de la Tierra, el viento solar es deflectado por el campo magnético de la Tierra o magnetósfera. Las partículas fluyen en la magnetósfera de la misma forma que lo hace un río alrededor de una piedra. El viento solar también empuja a la magnetósfera y la deforma, de modo que, en lugar de un haz uniforme de líneas de campo magnético, como las que mostraría un imán imaginario colocado en dirección norte-sur en el interior de la Tierra, lo que se tiene es una estructura alargada con forma de cometa, con una larga cola en la dirección opuesta al Sol. Las partículas cargadas tienen la propiedad de quedar atrapadas y viajar a lo largo de las líneas de campo magnético, de modo que seguirán la trayectoria que le marquen estas líneas. Las partículas atrapadas en la magnetósfera colisionan con los átomos y moléculas de la atmósfera de la Tierra, que se encuentran en su nivel más bajo de energía, en el denominado nivel fundamental. El aporte de energía proporcionado provoca estados de alta energía también denominados de excitación. En poco tiempo, del orden de las millonésimas de segundo, o incluso menos, los átomos y moléculas vuelven al nivel fundamental, perdiendo esa energía en una longitud de onda en el espectro visible al ser humano, lo que vulgarmente viene a ser la luz en sus diferentes colores. Las auroras se mantienen por encima de los 95 km respecto a la superficie terrestre, ya que a esa altitud la atmósfera ya es suficientemente densa como para que los choques con las partículas cargadas ocurran con tanta frecuencia que los átomos y moléculas parezcan prácticamente en reposo. Por otro lado, las auroras no pueden estar más arriba de los 500-1000 km, ya que a esta altura la atmósfera es demasiado tenue como para que las pocas colisiones que ocurren tengan un efecto significativo en su aspecto lumínico.
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Las auroras tienen formas, estructuras y colores muy diversos que, además, cambian rápidamente con el tiempo. Durante una noche, la aurora puede comenzar como un arco aislado, muy alargado, que se va extendiendo en el horizonte, generalmente en dirección este-oeste. Cerca de la medianoche el arco puede comenzar a incrementar su brillo. Entonces pueden formarse ondas a lo largo del arco y también estructuras verticales que se parecen a rayos de luz muy alargados y delgados. De repente la totalidad del cielo puede llenarse de bandas, espirales, y rayos de luz que tiemblan y se mueven rápidamente por el horizonte. Su actividad puede durar desde unos pocos minutos hasta horas. Cuando se aproxima el alba, todo el proceso parece calmarse y tan solo algunas pequeñas zonas del cielo aparecen brillantes hasta que llega la mañana. Aunque lo descrito es una noche típica de auroras, nos podemos encontrar múltiples variaciones sobre el mismo tema. Los colores que vemos en las auroras dependen de la especie atómica o molecular que las partículas del viento solar excitan y del nivel de energía que alcanzan esos átomos o moléculas. Por ejemplo no es lo mismo que la excitación se produzca en una zona con una atmósfera con niveles muy altos de oxígeno que en otra con niveles muy bajos de oxígeno. El oxígeno es responsable de los dos colores primarios de las auroras. El verde/amarillo se produce a una longitud de onda energética de 557,7 nm, mientras que el color más rojo lo produce una longitud menos frecuente en estos fenómenos, a 630,0 nm. El nanómetro (nm) es la unidad de longitud que equivale a una mil millonésima parte de un metro. Comúnmente se utiliza para medir la longitud de onda de la radiación ultravioleta, radiación infrarroja y la luz. Recientemente la unidad ha cobrado notoriedad en el estudio de la nanotecnología, área que estudia materiales que poseen dimensiones de unos pocos nanómetros. El nitrógeno, al que una colisión le puede desligar alguno de sus electrones de su capa más externa, produce una luz azulada, mientras que las moléculas de helio son muy a menudo responsables de la coloración rojo/púrpura de los bordes más bajos de las auroras y de las partes más externas curvadas. El proceso es similar al que ocurre en los tubos de neón de los anuncios o en los tubos de televisión. En un tubo de neón, el gas se excita por corrientes eléctricas y al perder su energía en forma de luz se forma una típica luz rosa. En una pantalla de televisión, un haz de electrones controlado por campos eléctricos y magnéticos incide sobre la misma, haciéndola brillar en diferentes colores dependiendo del revestimiento químico de los productos fosforescentes contenidos en el interior de la pantalla.

Las auroras boreales probablemente impresionaron mucho a los antiguos. Tanto en Occidente como en China, la aurora fue vista como un tipo de serpientes o dragones en el cielo. Las auroras boreales han sido estudiadas científicamente a partir del siglo XVII. En 1621, el astrónomo francés Pierre Gassendi describió este fenómeno observado en el sur de Francia y le da el nombre de aurora polar. En el siglo XVIII, el astrónomo británico Edmond Halley sospecha que el campo magnético de la Tierra desempeña un papel en la formación de la aurora boreal. Henry Cavendish, en 1768, logra evaluar la altitud en la que se produce el fenómeno, pero no fue hasta 1896 cuando reproduce el en el laboratorio de Kristian Birkeland, antes indicado, con los movimientos de las partículas cargadas en un campo magnético, facilitando la comprensión del mecanismo de formación de auroras. Este fenómeno existe también en otros planetas del Sistema Solar, los cuales tienen comportamientos similares al planeta Tierra. Tal es el caso de Júpiter y Saturno, que poseen campos magnéticos más fuertes que la Tierra. Urano y Neptuno también poseen campos magnéticos y ambos poseen amplios cinturones de radiación. Las auroras han sido observadas en ambos planetas con el telescopio Hubble. Los satélites de Júpiter, especialmente Ío, presentan gran presencia de auroras. Ío es el satélite más cercano a Júpiter. Recibe su nombre de Ío, una de las muchas doncellas de las que Zeus se enamoró en la mitología griega. Fue descubierto por Galileo Galilei en 1610 y recibió inicialmente el nombre de Júpiter I, como primer satélite de Júpiter según su cercanía al planeta. Con un diámetro de 3600 kilómetros, es la tercera más grande de las lunas de Júpiter. En Ío hay planicies muy extensas y también cadenas montañosas, pero la ausencia de cráteres de impacto sugiere la juventud geológica de su superficie. Con más de 400 volcanes activos, es el objeto más activo geológicamente del Sistema Solar. Esta actividad tan elevada se debe al calentamiento por marea, que es la respuesta a la disipación de enormes cantidades de energía proveniente de la fricción provocada en el interior del satélite. Varios volcanes producen nubes de azufre y dióxido de azufre, que se elevan hasta los 500 km. Su superficie también posee más de cien montañas que han sido levantadas por la extrema compresión en la base de la corteza de silicatos del satélite. Algunas de estas montañas son más altas que el Monte Everest terrestre.

A diferencia de la mayoría de los satélites externos del Sistema Solar, que se encuentran cubiertos de gruesas capas de hielo, Ío está compuesto principalmente de roca de silicato rodeando un núcleo de hierro derretido. Ío cumplió un papel importante en el desarrollo de la astronomía durante los siglos XVII y XVIII, ayudando a la adopción del modelo heliocéntrico de Copérnico del Sistema Solar y de las Leyes de Kepler del movimiento planetario. La primera medición de la velocidad de la luz fue realizada por Ole Rømer midiendo el periodo de traslación de Ío. Las auroras han sido detectadas también en Marte por la nave Mars Express, durante unas observaciones realizadas en 2004 y publicadas un año más tarde. Marte carece de un campo magnético análogo al terrestre, pero sí posee campos locales, asociados a su corteza. Son estos, al parecer, los responsables de las auroras en este planeta. Volviendo al proyecto HAARP, parece que es uno de tantos que llevan a cabo la Marina y la Fuerza Aérea de EEUU. Otros proyectos militares han implicado el estudio de la ionosfera, la alta atmósfera y el uso de satélites espaciales con fines más o menos singulares, vendiéndose su utilización supuestamente con fines principalmente no bélicos, entre los que podemos destaca el proyecto Starfish (1962), en que se trataba de realizar experimentos en la ionosfera, alterar las formas y la intensidad de los cinturones de Van Allen, etc. Por lo tanto, HAARP es uno más de estos proyectos militares llevados a cabo por la Defensa americana. En el proyecto HAARP los pulsos emitidos artificialmente estimulan a la ionosfera, creando ondas que pueden recorrer grandes distancias a través de la atmósfera inferior y, de esta manera, penetran en el interior de la Tierra, a fin de encontrar depósitos de mísiles, túneles subterráneos, o comunicarse con submarinos sumergidos, entre mucha otras aplicaciones. Tal como ya hemos descrito anteriormente, hay una electricidad flotando sobre la Tierra llamada electrojet aureal. Al depositar energía en ella se cambia el medio, cambiando la corriente y generando ondas LF (Low Frecuency) y VLF (Very Low Frecuency). HAARP tiene la intención de acercar el electrojet a la Tierra con el objetivo de aprovecharlo en una gran estación generadora. HAARP enviará haces de radiofrecuencia dentro de la ionosfera. Los electrojet afectan al clima global, y algunas veces, durante una tormenta eléctrica, llegan a tocar la Tierra, afectando a las comunicaciones por cables telefónicos y eléctricos, la interrupción de suministros eléctricos e incluso produciendo alteraciones en el estado del ser humano. HAARP actuaría como un gran calentador ionosférico, el más potente del mundo. En este sentido podría tratarse de la más sofisticada arma geofísica construida por el hombre.
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No obstante, hay quiénes creen que detrás de HAARP se oculta algo más diabólico, que probablemente consistirían en extraños experimentos de modificación del clima, de control de la mente humana y de la producción de terremotos. HAARP, con sus cientos de millones de vatios de potencia y antenas, se puede considerar como un verdadero calefactor de la alta atmósfera, provocando una tremenda ionización que puede acarrear consecuencias imprevisibles, y que, gracias a un efecto “espejo“, podría dirigir sus efectos hacia cualquier zona del planeta. Se trataría de un nuevo tipo de arma, capaz de intensificar tormentas, prolongar sequías, etc., sobre los territorios de supuestos enemigos, y perjudicándolos sin que se diesen cuenta. Evidentemente se trata de un proyecto tan controvertido como peligroso. Sus defensores aducen ventajas de carácter científico, geofísico y militar, pero sus detractores están convencidos de que podrían tener consecuencias catastróficas para nuestro planeta, desde arriesgadas modificaciones en la ionosfera, hasta la manipulación de la mente humana. Aparte de la posible manipulación de las mentes humanas y las modificaciones en la ionosfera, habría que sumar otros efectos negativos. Bernard Eastlund asegura que también podría controlar el clima. Begich opina que HAARP podría crear anomalías climatológicas en ambos hemisferios terrestres, siguiendo la teoría de la resonancia empleada por Nikola Tesla en sus inventos. Un cambio climatológico en un hemisferio podría desencadenar otro cambio en el otro hemisferio. Una posibilidad que no se debe descartar en base a opiniones de científicos de le Universidad de Stanford, que aseguran que el clima mundial podría ser controlado mediante la transmisión, a los cinturones de Van Allen, de señales de radio relativamente pequeñas. Y, mediante resonancia, pequeñas señales activadoras pueden controlar energías enormes. Recientes evidencias científicas sugieren que HAARP está en funcionamiento y que tiene la capacidad potencial para desencadenar inundaciones, sequías, huracanes y terremotos. Desde un punto de vista militar, HAARP sería un arma de destrucción masiva. Potencialmente, constituiría un instrumento capaz de desestabilizar selectivamente los sistemas agrícolas y ecológicos de regiones enteras. Diversos trabajos científicos sugieren que los vientos de la alta atmósfera, a unos 50 km de altura, juegan un papel importante en la climatología terrestre.

Otros autores han estudiado los elecrojets aureales y han encontrado que existe una relación muy estrecha con los vientos a 80 km de altura. Por lo tanto los sistemas elecrojets aureales – vientos troposféricos están, aparentemente, relacionados. Uno de los objetivos del HAARP es modular las corrientes de los elecrojets aureales y así afectar a la intensidad y dirección de los vientos. Por otra parte, la posibilidad de calentar ciertas zonas de la Tierra podría generar las condiciones meteorológicas necesarias para producir sequías. Se prevé que en Groenlandia y Noruega se hayan instalado nuevas antenas dentro del proyecto HAARP. Además, en algunas islas del Pacífico se supone que se han instalado otras tantas antenas del proyecto HAARP. Se supone que las primeras pruebas operativas se realizaron en el año 2003. Tal como ya hemos indicado, el proyecto HAARP surgió de una idea originaria de Tesla, que consistía en poder transmitir potentes ondas electromagnéticas que pudiesen reflejarse en la ionosfera y, de esta manera, alcanzar grandes distancias. Se cree que tras el proyecto HAARP habría una guerra climática entre las grandes potencias tecnológicas actuales, como Estados Unidos, Rusia y China. Pero también se ha sugerido que HAARP sería un instrumento para poder instituir un Nuevo Orden Mundial, ya que se podría chantajear a quiénes se opusieran. Pero en realidad hay algunas evidencias históricas que indican que siempre ha habido algún tipo de gobierno mundial en la sombra, y que las guerras o las crisis económicas serían simples medios para impedir que prestemos atención a que, tal vez, estamos controlados desde tiempos remotos. Pero algunos investigadores opinan que HAARP en realidad ha sido diseñado para concentrar ondas electromagnéticas como una continuación del Proyecto Montauk, que supuestamente fue un proyecto diseñado para crear invisibilidad, pero que terminó convirtiéndose en un proyecto para el viaje en el tiempo. El Proyecto Montauk es un supuesto proyecto secreto del gobierno de Estados Unidos llevado a cabo en la Estación de la Fuerza Aérea de Montauk, en Long Island, con el fin de desarrollar técnicas de guerra psicológica e investigaciones misteriosas, incluyendo los viajes en el tiempo. Jacques Vallée, astrofísico, experto en informática  y ufólogo de origen francés describe al Proyecto Montauk como una consecuencia del Experimento Filadelfia. Según Jacques Vallée, el Proyecto Montauk parece tener su origen en el relato de Preston Nichols en su libro The Montauk Project: Experiments in Time. El Experimento Filadelfia supuestamente tuvo lugar en 1943. Según parece, el Experimento Filadelfia supuestamente tenía como objetivo hacer el buque USS Eldridge (DE-173) invisible al radar. Pero los resultados fueron desastrosos.

Investigadores sobrevivientes del Experimento Filadelfia se reunieron en 1952-1953 con el objetivo de continuar su trabajo anterior sobre la manipulación del “blindaje electromagnético” que se había utilizado para hacer el USS Eldridge invisible al radar y a la vista física, y deseaban investigar las posibles aplicaciones militares en base a la manipulación del campo magnético, como un medio de guerra psicológica. Aparentemente, en un principio, el proyecto fue rechazado por el Congreso de los Estados Unidos, debido a las dudas sobre sus potenciales resultados. En cambio, los investigadores recibieron en secreto el apoyo del Departamento de Defensa, después de prometer el desarrollo de un arma que podría desencadenar síntomas psicóticos. Se dice que la financiación provenía de un gran alijo de oro nazi que se encontró, por parte de tropas norteamericanas, en un tren en Francia, cerca de la frontera con Suiza. Una vez conseguida la financiación del proyecto, el trabajo habría comenzado en el Brookhaven National Laboratory, en Long Island, Nueva York, bajo el nombre de “Proyecto Phoenix“. Pero el proyecto requería una gran antena de radar. La Fuerza Aérea de Estados Unidos tenía una base fuera de servicio en Montauk, Nueva York, no muy lejos del Brookhaven National Laboratory, que tenía una completa instalación de radar. La clave para el Proyecto Montauk eran los radar SAGE, que trabajaba a una frecuencia de 400 MHz – 425 MHz, proporcionando acceso a la gama de 410 MHz – 420 MHz, señales que parece repercuten en el sistema nervioso humano. Hacer agujeros en una ionosfera sobrecalentada puede provocar trastornos meteorológicos catastróficos. Existe un riesgo potencial de que éstos sean desencadenados a fin de desestabilizar regiones enteras por medio de perturbaciones climáticas, sin tener que recurrir a la guerra convencional. Poner en marcha esta arma con objetivos económicos y estratégicos podría provocar el hundimiento de sistemas ecológicos, y perturbar gravemente la producción agrícola. Recientes especulaciones también han intentado encontrar una relación entre los misteriosos chemtrails y el desarrollo de la tecnología HAARP. Algunos piensan que el poder reflectante de estas supuestas nubeschemtrails podría influenciar en el recalentamiento de la atmósfera y la climatología. Además, la gran sequía que está afectando a distintas regiones se sospecha que está relacionada con la sal de bario, detectada en grandes cantidades en la atmósfera, luego de la aparición de chemtrails, que podrían estar relacionados con HAARP y con sus aplicaciones para el control del clima.

Algunos grupos investigadores informan que constantemente somos inundados por ondas ELF, que son frecuencias muy bajas. Las ELF pueden convertirse en mortales para toda vida biológica, ya que modifican las frecuencias vibratorias naturales de los seres vivos, provocando graves disfunciones, como el pensamiento irracional, la incapacidad de concentrarse, la fatiga crónica y la muerte. Intervenir sobre este sistema dinámico de delicado equilibrio podría producir una destrucción catastrófica. Las potencialidades de estos recalentadores de la ionosfera son enormes. No tenemos ni la menor idea de lo que puede ocurrir a largo plazo con estas intervenciones sobre este equilibrio de la ionosfera y la temperatura global. Todo ello estaría relacionado con el termosifón oceánico mundial, cuyo origen está en Groenlandia. Hace años que HAARP causa preocupación a nivel internacional. Se afirma que HAARP será utilizado para generar ondas de muy bajas frecuencias para la comunicación con los submarinos en inmersión, y para eventuales aplicaciones de guerra meteorológica, así como para utilizar la ionosfera como reflector del flujo energético destinado a la superficie terrestre. En abril de 1992, Defense News informó que EE.UU. había utilizado un arma de pulsión electromagnética durante la operación Tormenta del Desierto. El investigador Guy Cramer afirma que el dispositivo HAARP podría ser utilizado para reflejar señales mortales a partir de la ionosfera y también de la Luna, hacia objetivos terrestres, provocando explosiones suficientemente fuertes como para convertir en inútiles las armas nucleares tácticas. Una señal de 3 mil millones de watios emitida desde Alaska puede rebotar sobre la Luna, para regresar sobre prácticamente cualquier punto del planeta, en la superficie o bajo ella, con la correspondiente irradiación calorífica. Como esto no implica contaminación alguna, se pueden destruir así objetivos en secreto, atribuyendo los efectos a causas convencionales. HAARP también puede utilizarse para detectar instalaciones subterráneas. Para penetrar un objetivo, se calienta la alta atmósfera de forma que se cree un reflector virtual para la señal. Guy Cramer sospecha que desde 1998 se han llevado a cabo experimentos de rebote lunar, utilizando una técnica practicada desde 1950 por los radioaficionados. Un dispositivo similar permitiría alcanzar objetivos inaccesibles, tanto en las frecuencias altas como en las bajas. Desde finales de 1998 hasta principios de 1999 se detectó una señal de ultra baja frecuencia (UBF), de fuente desconocida, sorprendentemente producida sólo durante los días laborables, lo suficientemente potente para engendrar una onda de tercera armónica, de subida rápida y desintegración lenta, más fácilmente detectable por los magnetómetros situados al norte, además de una longitud de onda correspondiendo casi a la distancia de la Tierra a la Luna. Se cree que solo HAARP, o un dispositivo similar, situado al norte y enviando señales, que se reflejasen en la Luna para regresar sobre la Tierra, podría haber causado esta señal.

Las frecuencias de la resonancia Schumann están en una relación matemática, pero sin ser armónicos exactos. Quizás sea más apropiado considerar la resonancia Schumann como si fuera el latido del corazón del planeta, que se sitúa alrededor de los 10 herz. Existe una relación armónica entre la Tierra y los seres humanos. El campo isoeléctrico de baja frecuencia de la Tierra, el campo magnético terrestre y el campo electrostático que emana de nuestros cuerpos, están estrechamente entrelazados. Nuestros ritmos internos interactúan con los ritmos externos, afectando nuestro equilibrio, nuestro movimiento ocular rápido, nuestra salud y nuestra concentración mental. Las ondas de la resonancia Schumann participan, sin duda, en la regulación de nuestro reloj interno, actuando sobre el sueño, los estados de vigilia y las secreciones hormonales. Los ritmos y pulsaciones del cerebro humano reflejan las propiedades de resonancia de la cavidad terrestre, que funciona como un regulador de ondas. Esta vibración natural no tiene un valor fijo sino que es la media de varias frecuencias, de igual manera que los electroencefalogramas. La resonancia Schumann fluctúa en función de la situación geográfica, de los rayos, de las erupciones solares, de la ionización atmosférica y de los ciclos diurnos. El físico finlandés Matti Pitkanen piensa que la vida consciente se halla influenciada por los campos magnéticos interplanetarios e interestelares. Implica el flujo magnético proveniente del centro galáctico combinado con un menor nivel de ruido del campo geomagnético. Sus investigaciones le llevaron a pensar que las microondas y las ondas de radio juegan un papel importante en el bio-control, en la homeostasis y en las interacciones mentales a distancia. Pitkanen sugiere que, de alguna manera, el sistema cuerpo/espíritu funciona como un bio-ordenador cuántico. Las neuronas del cerebro son animadas en esquemas globales coherentes que producen ondas más anchas a través de una gran superficie cerebral. Parece evidente que, en estado de meditación profunda, cuando las ondas de los ritmos alfa y theta recorren todo el cerebro, al ser humano le resulta posible entrar en resonancia con el planeta. Puede que el planeta se comunique con nosotros a través de este lenguaje elemental de las frecuencias. Esto explicaría por qué los trances y las curaciones por magnetismo parecen producirse en las frecuencias de resonancia Schumann primarias, asociadas a los ritmos alfa. Numerosas pruebas antropológicas muestran que los humanos se han sincronizado intuitivamente, durante el curso de su historia, con la resonancia planetaria. Huellas transculturales revelan una variedad de prácticas rituales, destinadas a consagrar esta armonización con el campo planetario.
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Quizá los activadores más evidentes de estos estados de trance son los tambores chamánicos y las danzas rituales que parecen haber existido desde hace, al menos, 50.000 años. La luz pulsante es otro medio que permite obtener el mismo resultado. Otros ejemplos se encuentran en las religiones judía y musulmana, cuyos numerosos practicantes se inclinan y balancean de forma rítmica, mientras salmodian las oraciones o los textos sagrados. Este fenómeno de trance podría servir para grabar los textos a un nivel más profundo. También podría estar relacionado de alguna manera con las palabras hipnóticas. En sus crónicas de la formación de las personalidades, los antropólogos Margaret Mead y Gregory Bateson citan una técnica transmitida a los niños de la isla indonesia de Bali, que su cultura utilizaba intuitivamente para armonizar su comunidad. En las danzas de curación de los bosquimanos del Kalahari, los chamanes, investidos de energía vital, entran en vigilia, su temperatura aumenta y se ponen a temblar. Cuando ellos cogen con fuerza a otra persona y la abrazan, ésta empieza también a temblar, y puede a su vez abrazar a otra. Una tras otra, todas empiezan a vibrar con esta energía pulsante. Cualquiera puede inducir esta frecuencia de energía de sanación. Es una capacidad muy natural que nuestros cuerpos son capaces de activar para vibrar al unísono con la pulsación de la vida. El objetivo de este movimiento es el de salir de las limitaciones y opresiones individuales y conectarse con algo más vasto. C.M. Anderson, científico de Harvard, describe un fenómeno que él denomina “Sonido Oscilatorio Persistente“. Muchas personas observan este “sonido” generado en su interior, particularmente en caso de enfermedad o de deshidratación, ya que parece como si entonces se hiciera más fuerte, como el zumbido de un insecto. Anderson no lo atribuye únicamente al movimiento ocular rápido, al estado de sueño. o de estrés post traumático, sino al ritmo alfa normal de 10 herz. Anderson supone que el sonido oscilatorio podría indicar una alternancia entre los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, retrasando el ritmo normalmente constante de 10 herz del sistema olivo-cerebeloso, en el cerebelo. Este efecto auditivo oscilatorio podría funcionar como un motor auditivo. El efecto de retraso podría indicar una inundación del hemisferio izquierdo por parte de materiales provenientes del derecho. Ello prepararía el terreno a la aparición brusca del estado crítico auto organizado y al período de sueño en vigilia. Anderson alude a los “sueños despiertos como a viajes de sanación a través del hiperespacio fractal de los recuerdos grabados emocionalmente por la memoria infantil”.

Es esencial seguir la investigación de estas relaciones electromagnéticas, ya que quizás la supervivencia de nuestra especie dependa de ello. Afectan nuestra estructura mental, la estructura genética y celular de nuestro cuerpo, nuestros ciclos de sueño, nuestras emociones, y tal vez incluso nuestro espíritu. Es necesario vigilar el resultado de los efectos de estas acciones sobre la atmósfera, y su influencia potencial en la ionosfera y la resonancia Schumann, y por tanto sobre el cerebro humano y la salud. Varios investigadores y físicos consideran que los campos electromagnéticos exteriores al cuerpo son cruciales para nuestra conciencia. El científico independiente Matti Pitkanen saca a la luz la estrecha relación entre la fisiología humana y la resonancia Schumann, así como con otros esquemas ELF y electromagnéticos. Pitkanen piensa que el campo magnético terrestre no es el único factor determinante de la vida consciente. También cita los campos interplanetarios e interestelares. Sus demostraciones hacen referencia a la existencia de canales de flujo magnético, componente de un campo magnético mundial, que se comportaría como un dipolo eléctrico. Una amplia gama de ondas electromagnéticas, en particular las microondas y las ondas de radio, juegan probablemente un papel clave en la homeostasis, en el conjunto de las interacciones mentales a distancia entre las células y otras estructuras, y la representación sensorial, así como en las tele interacciones mentales dentro y fuera del cuerpo. Pitkanen explica que el nivel de ruido el campo magnético terrestre debe ser lo suficientemente bajo para permitir la percepción extra sensorial. El efecto auditivo por microondas, también conocido como efecto de audición de microondas o efecto Frey, consta de clics inducidos por frecuencias de microondas pulsadas/moduladas. Los clics se generan directamente dentro de la cabeza humana sin necesidad de ningún dispositivo electrónico receptor. El efecto fue reportado primero por las personas que trabajaban en las proximidades de transpondedores de radar durante la II Guerra Mundial. Estos sonidos inducidos no son audibles para otras personas cercanas. Más tarde se descubrió el efecto auditivo de microondas a ser inducibles con porciones de menor longitud de onda del espectro electromagnético. Durante la guerra fría, el neuro-científico americano Allan H. Frey estudió este fenómeno y fue el primero en publicar información sobre la naturaleza de los efectos auditivos por microondas. Estos campos electromagnéticos sólo son correlativos a la conciencia. Sin embargo, el modelo de geometrodinámicas topológicas permite asignar al campo corporal de alguien una identidad cuántica de campo topológico.

Pitkanen sugiere también que estos campos y ondas tienen una influencia cuando los sistemas biológicos ejecutan procesos cuánticos analíticos. Su enfoque biofísico indica que los circuitos neuronales y las moléculas están ligados por mecanismos de cerrojo por medio de procesos de circulación magnética o campos magnéticos dipolares topológicamente cuantificados. Pitkanen considera incluso al campo magnético terrestre como una interacción de campo magnético dipolar cuantificado de nube, de ligazón y de torsión compleja. El modelo de geometrodinámicas topológicas percibe al cerebro y al sistema nervioso como el órgano sensorial de nuestro yo electromagnético expandido, que posee una escala de dimensión igual, al menos, al diámetro terrestre. Pitkanen añade que los fenómenos psi y las sanaciones a distancia podían implica la transferencia de frecuencias electromagnéticas específicas por medio de los “agujeros de gusano“, con la longitud de Planck y por los efectos frontera postulados por el modelo de geometrodinámicas topológicas, lo que permitiría la transferencia casi instantánea de información. Joseph M. Jacobson, del MIT, encontró un medio de conectar y desconectar las células con ondas de radio. Su equipo también ha manipulado el ADN por medio de impulsos de radiofrecuencias. El mismo proceso funciona también con las proteínas y éstas gobiernan casi todos los procesos químicos celulares. Por otro lado, el físico Peter Gariaev propuso un genoma basado en las ondas, cuyo canal de información principal es el mismo para los biofotones y las ondas de radio. En 1973, Richard Alan Miller y Burt Webb, en Quantum Bioholography describieron al ADN como un proyector holográfico. En otras palabras, los genes están codificados y se manifiestan a través de la luz y las ondas de radio, o la holografía acústica. Los esquemas de interferencia deslocalizados crean campos de escalado para la organización espaciotemporal de nuestro cuerpo. El sistema funciona como un ordenador biológico de ondas. El ADN puede también funcionar como un cristal líquido coloidal emitiendo una luz débil, de tipo láser, que puede ser convertida en una señal electroacústica. Para finalizar, Miller y Webb postulan que: “Campos electromagnéticos complejos determinan la organización de todos los sistemas biológicos. Fundamentalmente, somos seres electromagnéticos más que químicos. La interacción ondulatoria es la clave que determina la estructura biológica y su funcionamiento óptimo. Los biosistemas son sensibles a los campos electromagnéticos naturales y artificiales. Las perturbaciones en los campos medioambientales pueden inducir a cambios en los organismos que son informados por estos campos. Las frecuencias y amplitudes de los campos afectan nuestro estado biodinámico“.

Durante mucho tiempo los fenómenos psi han atraído a algunos hombres de ciencia, pero en los últimos años, debido a la transformación cultural y a los adelantos tecnológicos y científicos, las investigaciones experimentales de estos hechos se han incrementado. Actualmente, lo que más acapara la atención de los investigadores es el estudio de los distintos estados de conciencia y de las experiencias religiosas. Sin embargo, estos fenómenos no logran ocupar el lugar que les corresponde en la ciencia. Estas experiencias, que son a la vez tanto observables como subjetivas, se encuentran en el terreno de la telepatía, de la clarividencia, de la retrocognición, o recuerdos de vidas pasadas, de la precognición, o conocimiento del futuro, de la psicoquinesis, que son poderes mentales sobre el mundo físico como la levitación, la bilocación o la teletransportación. Existen pruebas de estas capacidades que se cree están latentes en todas las personas. Hasta ahora a los científicos les ha resultado más fácil ignorar este potencial humano que dedicarse a investigarlo; porque los prejuicios los han llevado a convencerse que solamente se puede conocer mediante los sentidos y midiendo las observaciones con instrumentos específicos. Por ahora, la ciencia hace una clara distinción entre el mundo objetivo que perciben todos y la experiencia mental subjetiva de un solo individuo. Las frecuencias ELF de la resonancia Schumann están íntimamente ligadas a las de las ondas cerebrales humanas. Los cambios inducidos natural o artificialmente en la resonancia Schumann podrían afectar de manera sutil, incluso fuerte, la generación de las ondas cerebrales. En particular, esto podría conducir a cambios de los esquemas de frecuencias de resonancia y a sus fenómenos resultantes, tales como la homeostasis, los movimientos oculares rápidos, la psi y la curación. Durante varios años Robert Beck, físico e investigador, hizo investigaciones sobre la actividad de las ondas cerebrales de los sanadores de todas las culturas y religiones, tales como mediums, chamanes, radiestesistas, curadores cristianos, videntes, practicantes de Kahuna, Santería, Wicca y otros, que, independientemente de sus sistemas de creencias, manifestaban “unas formas de electroencefalografía casi idénticas” en el momento de sus actos de sanación. Se trataba de una actividad de ondas cerebrales de 7,8 a 8 herz, que duraba de uno a varios segundos, y que estaba “sincronizada en fase y frecuencia con las micropulsaciones geoeléctricas de la Tierra; la resonancia Schumann”.

Los cristales líquidos, en el ADN, los ventrículos cerebrales y las estructuras celulares del cuerpo humano pueden funcionar como antenas que detectan y descodifican las señales ELF globales y locales. J.B . Beal, en su libro Biosystems liquid crystals and potential effects of natural and artificial electromagnetic fields (EMFs), sugiere que los cristales líquidos, que son elementos intrínsecos de las membranas celulares, actúan como mecanismos de detección, amplificación y memorización para los esquemas ELF, electromagnéticos del medio ambiente. Las proteínas tienden a orientarse según el campo electro magnético, que resuena a 10 herz, y serían pues muy sensibles a los cambios de ELF de esta gama. Un campo de ondas coherente puede emanar de la matriz de cristales líquida del cuerpo. La estructura propia y la organización de los tejidos vivos son gobernadas, sin embargo, por una molécula clave, que es el ADN. El sistema genético demuestra ser un código complejo multidimensional con materiales (nucleótidos) a la vez locales (codon) y globales (contexto) y parámetros de campos (holograma electromagnéticos), todos interdependientes e igualmente sujetos a las influencias externas del ambiente. Existe una estrecha relación entre los desórdenes del comportamiento humano y los períodos de perturbación solares y magnéticos. Recíprocamente, los estudios han demostrado que las personas que viven suficiente tiempo aislados de los ritmos electromagnéticos, desarrollan irregularidades crecientes y ritmos fisiológicos caóticos. Estos son restablecidos de forma espectacular con ayuda de un campo eléctrico débil de 10 herz. Los primeros astronautas lo sufrieron hasta el momento en que se instalaron generadores de resonancia Schumann en sus naves espaciales. Las anomalías geomagnéticas, como las tensiones tectónicas o las perturbaciones del campo geomagnético, pueden inducir ciertas formas de percepción paranormal, tal como alucinaciones visuales y auditivas, y los transitorios del lóbulo temporal. Uno de los efectos de la meditación es el de calmar el espíritu y de dejarse llevar por los ritmos geofísicos naturales. Esta forma de “recepción magnética” está relevada por la glándula pineal, ya que un 30% de sus células son sensibles al magnetismo, y por los tejidos orgánicos que contienen magnetita. El neurólogo Michael Persinger hace observar que la actividad profunda del lóbulo temporal existe en equilibrio con la condición geomagnética global. Cuando existe una brusca disminución de la actividad geomagnética, parece producirse un incremento de los procesos que facilitan la percepción psi, especialmente la telepatía y la clarividencia.
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Los aumentos de la actividad geomagnética pueden reducir el nivel de melatonina de la glándula pineal, y contribuir a reducir los umbrales de los ataques corticales. De hecho, la melatonina está relacionada con los desórdenes del lóbulo temporal, tales como las depresiones y los ataques. Las condiciones ELF globales óptimas, como correspondería a una noche tranquila, una débil actividad solar, o poca polución electromagnética, pueden facilitar las percepciones paranormales, incluidas las de percepción extrasensorial, visión y curación a distancia. El psi siempre está presente en espacio y tiempo, esperando ser activada por una crisis, por la emoción o por parámetros de estímulos óptimos, en laboratorio. La actividad geomagnética es susceptible de afectar la capacidad de detección de esta información por parte del cerebro, particularmente los caminos neuronales que facilitan la consolidación y el acceso consciente a esta información. En ausencia de esta actividad geomagnética, el despertar al estímulo psi sería menos probable, y las capacidades latentes del cerebro no serían utilizadas. Lian Sidorov, en su obra On the possible mechanism of intent in paranormal phenomena, y otros han sugerido que la intención humana funciona como una ventana variable de transmisión-recepción en el intercambio de información extrasensorial, quizá en la gama de frecuencias ELF electromagnéticas. La sincronización cerebral del emisor y del receptor con la resonancia Schumann facilita la psi o el “entrenamiento terapéutico“, amplificando, reemitiendo formas de ondas coherentes derivadas del entorno, imitando el esquema de ondas del entorno. Sidorov adelanta la siguiente hipótesis: “Las ondas cerebrales, particularmente en la gama alfa, pueden ser transmitidas a través del sistema perineural hacia no importa qué zona alejada del cuerpo, e incluso hacia los organismos adyacentes, por ondas electromagnéticas ELF. Estas frecuencias pueden ser amplificadas por ondas de resonancia Schumann vecinas, o por mecanismos de retroalimentación típica de las vías fisiológicas del cuerpoA su vez, estas frecuencias de base pueden reactivar los procesos de curación interrumpidos, favorecer el crecimiento, acelerar las respuestas inmunitarias y, en general, provocar el arranque de las funciones inherentes a los tejidos corporales, “reequilibrando sus energías”, según la medicina oriental, o reconfigurando la orientación de los cristales líquidos de los compuestos de las membranas celulares, y desencadenando así respuestas intracelulares específicas“.

Pitkanen y Sidorov creen, junto a otros investigadores, que la resonancia Schumann podría ser el sustrato de un mecanismo de percepción extrasensorial de tipo radar, común a todos los seres vivos. Al igual que el agua saltando sobre las rocas o sobre todos los objetos sumergidos, esta frecuencia no específica es absorbida y reemitida en esquemas interferenciales únicos, propios de cada objeto encontrado. Este esquema de interferencia es un compuesto de propiedades externas e internas, dado que los átomos y moléculas que lo constituyen, así como su acoplamiento global, retransmiten todos esta energía según sus configuraciones específicas. No sólo esto, sino que las “ondas de sonda” pueden ser moduladas en frecuencia y en forma de forma intencional, a fin de proporcionar una información específica. Decodificadas por el cerebro, regresan casi instantáneamente a bordo de la resonancia Schumann. Una vez retomadas, el cerebro decodifica el esquema. Con esta transformación de tipo Fourier, la información se traduce en datos conscientes, de forma similar a otros procesos sensoriales. Recíprocamente, efectos específicos pueden ser grabados como bio información, y “producir una acción misteriosa a distancia” cuando la señal llega a destino. Bajo buenas condiciones globales el esquema puede, a su vez, evitar la disipación usual, y acoplarse a la onda estacionaria dominante, en estado de conciencia, que es capturada y transportada por la resonancia Schumann. La intención mental puede funcionar como una ventana variable de transmisión-recepción en el intercambio de información extrasensorial. Sintonizada a la resonancia Schumann, puede transportar una tal información hacia objetivos lejanos y funcionar como un interfaz primitivo de tipo radar. Éste y otros mecanismos dependen de que las frecuencias de la resonancia Schumann permanezcan en su gama mediana, en armonía con nuestras ondas cerebrales. Como hemos visto, podemos decir que como seres humanos que somos poseemos potencialidades extraordinarias que apenas hemos empezado a estudiar y mucho menos a comprender. Dones de creatividad, de intuición y talentos imprevisibles o emergentes podrían estabilizarse en las futuras generaciones. Se puede esperar que podamos comprender nuestra procedencia de un entorno esencialmente electromagnético, y desarrollar nuestro potencial de sanación, crecimiento, y comunicación a distancia. Pero la amenaza es que se han gastado enormes cantidades de dinero en el proyecto HAARP y en otros proyectos asociados, tales como el programa de defensa antimisiles, sin que se haya destinado el más mínimo presupuesto al estudio de los peligros potenciales. El coste en dólares y en vidas humanas podría ser enorme comparado con las supuestas ventajas que tales programas podrían ofrecer. Durante milenos, la resonancia Schumann ha dado la medida reguladora de la vida en el planeta, nuestro latido del corazón planetario, que marca nuestra salud y bienestar.

Según la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambios Climáticos, firmada en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, el propio corazón del planeta está en peligro. La ONU ha condenado la utilización hostil de técnicas que modifican el medioambiente, o que puedan afectar la dinámica, la composición o la estructura de la Tierra, incluyendo sus biotopos, la litosfera, hidrosfera, atmósfera o espacio exterior. Pero, sorprendentemente, la ONU ha decidido excluir de su orden del día los cambios climáticos resultantes de los programas militares. En febrero de 1998, el Comité de Asuntos Exteriores, Seguridad y Política de Defensa del Parlamento Europeo tuvo una audiencia pública, en Bruselas, sobre el tema del HAARP. El informe que presentó el Comité al Parlamento Europeo contenía estos términos: “Considera que el HAARP, en virtud de su vasto impacto sobre el medioambiente, constituye una preocupación mundial, y solicita que sus implicaciones legales, ecológicas y éticas sean evaluadas por un organismo internacional independiente. El Comité lamenta el rechazo reiterado de la administración de Estados Unidos en aportar pruebas a la audiencia pública relativas a los riesgos del programa HAARP para el medioambiente y para el público“. Sin embargo, la solicitud del Comité de establecer un “libro Verde” sobre “el impacto de las actividades militares sobre el medio ambiente” fue rechazada bajo el pretexto de que la Comisión Europea no disponía de la jurisdicción necesaria que le permitiera inmiscuirse en “las relaciones entre el medio ambiente y la defensa” . Bruselas trató de evitar un conflicto con Washington. A pesar de que no existan pruebas de que HAARP ya haya sido utilizado, las informaciones científicas indican que el programa está, hoy en día, completamente operacional. Esto significa que, potencialmente, el HAARP podría ser utilizado por militares estadounidenses para modificar selectivamente el clima de una nación no amiga con el objetivo de desestabilizar su economía nacional. Es esencial comprender los lazos entre los procesos económicos, estratégicos y militares del supuesto Nuevo Orden Mundial. En este contexto, las manipulaciones climáticas del programa HAARP pueden acelerar estos cambios, debilitando las economías nacionales, destruyendo las infraestructuras y amenazando con la quiebra de los granjeros en grandes regiones.

Es de esperar que todos tomemos conciencia de ello antes de que nuestra tecnología conduzca al planeta lejos de su funcionamiento normal y que la evolución humana quede modificada para siempre. Es pues más importante que nunca estudiar, en sus niveles más sutiles, las relaciones entre nuestros cuerpos y el entorno electromagnético, y su interacción con una tecnología susceptible de cambiar el planeta. Las técnicas de modificación artificial del clima ya existen, aunque el debate de este asunto parece un tabú científico. Muestra de ello son las compañías especializadas. Se ofrecen servicios de sembrado de nubes, tales como programas de aumento de lluvias y de nieve, mitigación de daños ocasionados por granizo, disipación de niebla o transferencia de asistencia técnica y/o tecnológica para la consecución de estos fines. Hay también precedentes de utilización de este tipo de tecnologías con fines militares. Por ejemplo, durante la guerra de Vietnam, en 1967, se ejecutó el proyecto Popeye, cuyo objetivo era prolongar la estación del monzón y bloquear rutas de suministro del enemigo, tal como explica el economista canadiense Michel Chossudovsky. Incluso ya en 1958, el capitán Howard T. Orville, consejero de la Casa Blanca y encargado de los estudios sobre cambio climático, admitió que el Departamento de Defensa estaba investigando “métodos para manipular las cargas de la Tierra y el cielo con la intención de producir cambios en el clima” por medio de un haz electrónico que ionizaría o desionizaría la atmósfera sobre una zona determinada. En 1966, el profesor Gordon Mac Donald, miembro del comité científico del presidente, realizó un comentario preocupante: “La clave de la guerra geofísica está en identificar la inestabilidad ambiental que, sumada a una pequeña cantidad de energía, liberaría cantidades ingentes de la misma“. Y en su libro futuristaA menos que la paz llegue, Mac Donald incluiría un capítulo titulado “Cómo destrozar el medio ambiente“, en el que describe los usos de la manipulación climática, modificación del clima, desestabilización o derretimiento de los casquetes polares, técnicas para reducir el ozono, ingeniería de terremotos, control de las olas oceánicas y manipulación de las ondas cerebrales desde campos energéticos terrestres. Predecía que este tipo de arma iba a ser desarrollada y una vez puesta en marcha, sería prácticamente imposible de ser detectada por sus víctimas. Tal vez ya se estaba refiriendo al futuro proyecto HAARP. Marc Filterman, ex oficial del ejército francés, esboza varios tipos de armas no convencionales que utilizan frecuencias radiales. Se refiere a “la guerra climática“, e indica que los Estados Unidos y la Unión Soviética ya habrían acumulado los conocimientos necesarios para desencadenar repentinos cambios climáticos a principios del decenio de 1980.

Según la versión oficial, las posibilidades del sistema HAARP son muchas. Por ejemplo, dotar a los militares de una herramienta capaz de sustituir el efecto del impulso electromagnético de las bombas nucleares explosionadas en la atmósfera. Asimismo, contribuiría a reemplazar el sistema de comunicaciones con submarinos de muy baja frecuencia por una tecnología más eficaz, a crear un nuevo sistema de radar “más allá del horizonte“, o a bloquear las comunicaciones en un área muy extensa sin afectar a las de los propios interesados. También se puede hacer una suerte de tomografía del subsuelo en busca de petróleo u otros minerales, para lo cual el Congreso le ha asignado un jugoso presupuesto. El HAARP sería también, siempre según la versión oficial, una eficaz herramienta de disuasión. Su construcción fue financiada por la Fuerza Aérea de EE.UU., la Armada de EE.UU., y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada,  el brazo tecnológico del Pentágono (DARPA). HAARP fue desarrollado como parte de una cooperación anglo-estadounidense entre Raytheon Corporation, que posee las patentes de HAARP, la Fuerza Aérea de EE.UU. y British Aerospace Systems (BAES), y con la participación principal de la Universidad de Alaska. Catorce otras universidades e instituciones educativas han participado en el desarrollo del proyecto. Según el profesor Michel Chossudovsky en su artículo “Guerra del clima: Atención a los experimentos militares de EE.UU.”, British Aerospace Systems, en septiembre de 2007, recibió el máximo galardón de DARPA por logros técnicos en el diseño, construcción y activación del sistema de antenas de HAARP. El programa es operado conjuntamente por el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea y la Oficina Naval de Investigación. La modificación del clima, según el documento de la Fuerza Aérea de EE.UU. AF 2025 Informe Final: “ofrece al combatiente en la guerra una amplia gama de posibles opciones para derrotar o ejercer coerción a un adversario. Sus capacidades se extienden a la provocación de inundaciones, huracanes, sequías y terremotos“. El programa está operativo desde inicios de la década de 1990 y la Estación de Investigación HAARP está localizada a, aproximadamente, 8 millas al norte de Gakkona, Alaska.
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Tal como ya hemos indicado, el Proyecto HAARP parte de la idea originaria de Tesla: “poder transmitir potentes ondas electromagnéticas que se puedan reflejar en la ionosfera y, así, alcanzar grandes distancias“. HAARP es un emisor de ondas electromagnéticas que “bombardea” la atmósfera con ondas de radio usando un equipo de transmisión de alta frecuencia y un conjunto de 180 antenas. En un artículo de José Tous Borrás, conocido aficionado a la meteorología y gran fotógrafo de los cielos, se dice que, “se prevé que en Groenlandia y Noruega se instalen o se hayan instalado ya nuevas antenas dentro del proyecto HAARP. En otras islas del Pacífico se supone que se han instalado otras tantas antenas del proyecto HAARP”. Está concebido para funcionar en frecuencias entre 2,5 a 7 Mherz. Este bombardeo provoca fluctuaciones en la ionosfera que la convierten en emisora de frecuencias muy bajas, entre 40 herz y una millonésima de herz. Son doce las patentes las que forman el núcleo del proyecto HAARP. Una de ellas, la número 4.686.605, del físico tejano Bernard Eastlund, hace referencia, nada menos, que a un “método y un equipo para cambiar una región de la atmósfera, ionosfera y/o magnetosfera“. Según el propio Eastlund, el suyo es “el mayor calefactor ionosférico jamás construido” y asegura que “su invento podría también controlar el clima”. Esta información estuvo clasificada por orden expresa del gobierno norteamericano durante todo un año. El calentador ionosférico de Eastlund es diferente a otros conocidos hasta la fecha. La radiación de radiofrecuencias (RF) se concentra y enfoca en un punto de la ionosfera, consiguiendo proyectar una cantidad de energía sin precedentes, que puede alcanzar hasta los 10 Gigavatios. Pero las microondas, según las variaciones de su intensidad, pueden tener diversos efectos biológicos. Las microondas de alta intensidad causan un efecto térmico, en grandes masas de agua o en cualquier ser vivo que contenga agua, que destruye las células vivas. Las microondas de intensidad media causan un efecto no-térmico, que perturba la comunicación intercelular y neuronal. El estar expuesto a microondas de intensidad baja durante una larga duración, causa “electro-estrés”, es decir, propensión a enfermedades inmunológicas y cancerígenas. Entre los efectos no-térmicos de las microondas figuran la alteración del ritmo cardíaco, el rápido cansancio, la perturbación del sueño nocturno, una sudoración elevada, una sensación de vértigo, un nerviosismo extremo, hormigueo en extremidades, así como perturbaciones generales del sistema nervioso vegetativo y en la función de los nervios cerebrales.

El sistema HAARP, que se dice ya estaría funcionando, ha despertado preocupación en muy diversos sectores, tanto del sector científico como en el político. Michel Chossudovsky, en 2005, afirmaba que pruebas científicas  revelaban que HAARP estaba en total funcionamiento y tenía la capacidad de provocar posibles inundaciones, sequías, huracanes y terremotos. Consideraba que, “desde el punto de vista militar, es un arma de destrucción masiva que, potencialmente, constituye un instrumento de conquista capaz de desestabilizar sistemas agrícolas y ecológicos de regiones enteras de una manera selectiva”. Pablo Capanna, filósofo, docente, periodista y ensayista nacido en Italia y radicado en Argentina, en su obra Rebelión, nos dice: “Sin duda, de todos los contaminantes que hemos sabido arrojar a la atmósfera en los últimos dos siglos, los menos publicitados son ciertas radiaciones electromagnéticas a las que algunos hacen responsables de las perturbaciones climáticas. La fuente más sospechosa de esas radiaciones se encuentra en Alaska y forma parte de un proyecto militar estadounidense. Se la conoce con la sigla HAARPEl calentamiento global de la atmósfera, que hasta hace poco tiempo sólo preocupaba a los meteorólogos, ha comenzado a ocupar la primera plana de los diarios después de una secuencia poco usual de catástrofes ambientales, como el tsunami asiático, el huracán Katrina y las bruscas fluctuaciones climáticas que recientemente se han venido registrando”. Los científicos tampoco descartan posibles alteraciones en las placas tectónicas, con la posibilidad de causar movimientos sísmicos. Este proyecto, de carácter claramente militar, podría tener consecuencias nefastas. Podría ser dirigido contra países enemigos o incluso contra países aliados sin su conocimiento, para desestabilizar economías, ecosistemas, agricultura e incluso tendencias políticas. Algunos científicos afirman que “los militares al mando de este programa bien podrían poner de rodillas la economía completa de un país en pocos años y nadie comprendería nada”. Sin embargo, varios científicos afirman que HAARP puede ser tan sólo la punta del iceberg.

El científico Nicholas Begich y la periodista Jeanne Manning, en su libro “Angels don’t play this Haarp”, están convencidos de que a través de este proyecto se estarían enviando haces de ondas electromagnéticas hacia la ionosfera, que estarían contribuyendo a su calentamiento. Además afirman que “la enorme diferencia de potencial generada podría cambiar e incluso desplazar la ionosfera, provocando un caos total en las comunicaciones de la Tierra. Así como destruir misiles o aviones, cambiar las condiciones atmosféricas al modificar la absorción de los rayos solares y aumentar las concentraciones de ozono, nitrógeno e incluso afectar negativamente al cerebro”. En este sentido, Begich afirma que “existe un informe sobre el desarrollo de un sistema capaz de manipular y trastornar los procesos mentales humanos mediante la radiación de frecuencias de radio sobre extensas zonas geográficas”. Luc Mampaey, ingeniero asociado al Grupo de Investigación sobre la Paz y la Seguridad, afirma que “los seres vivos son especialmente sensibles a las altas frecuencias moduladas en muy baja frecuencia, ya que las moléculas ultra-largas como el ADN y el ARN que contienen se decodifican en estas bajas frecuencias y resuenan. Hay decenas de investigadores que dicen que el ADN es 400 veces más absorbente que el agua para estos efectos”. Ello podría tener consecuencias, como “mutaciones genéticas imprevistas que concernirían eventualmente a algunos virus o enfermedades que afectarían al sistema de orientación de los cetáceos o las aves migratorias”. La física Elizabeth Rauscher, explica sobre el programa  HAARP que se trata de “bombear tremendas energías en un sistema molecular de muy delicada configuración – la ionosfera – exponiéndola a reacciones catalíticas y efectos no lineales. Al focalizar las radiaciones con una suerte de ‘acupuntura’ atmosférica, la rotación de la Tierra podría causar no ya un agujero en la capa de ozono sino una verdadera incisión. Pero el hecho es que la ionosfera todavía nos pertenece a todos“.  Pero la preocupación que está generando este programa militar está extendiéndose más allá de los ámbitos científico y medioambiental. El HAARP tiene la capacidad de “dañar la mente de poblaciones enteras, utilizando ondas de muy baja frecuencia“, según la Duma, parlamento ruso. Y no sólo eso, también según un informe de la Duma: “EE.UU planifica realizar experimentos a gran escala bajo el programa HAARP y crear armas capaces de romper las líneas de comunicaciones o radio y equipos instalados sobre naves espaciales y cohetes, provocar serios accidentes en las redes eléctricas y en oleoductos y gasoductos”.

Pero parece ser que tampoco Rusia está libre de pecado, pues sería propietaria de un calentador ionosférico tan potente como el HAARP, llamado Sura. Estaría localizado en Rusia central, a unos 150 Km. de la ciudad de Nizhny Novgorod. Un grupo de físicos rusos elaboró un detallado informe, a petición de Putin, que estaba bastante sensibilizado por el escudo antimisiles norteamericano. Se ha conocido incluso un informe de la Cruz Roja Internacional que alertaba sobre los posibles efectos que las intromisiones en el magnetismo terrestre podían tener sobre el psiquismo, provocando trastornos mentales y hasta “el desarrollo de facultades paranormales“. El proyecto HAARP se circunscribe perfectamente en el entorno descrito en el informe Iron Mountain sobre la Conveniencia y Posibilidad de la Paz Duradera. Cumpliría una serie de objetivos económicos, militares, sociales, ecológicos, científicos, y de control de la población. Y destaca como posible herramienta de ejecución de los planes de reducción y control de población, previstos en los Informes Global 2000 para el Presidente Carter, Informe Kissinger o NSSM 200, así como el Informe Rockefeller sobre Población. Justo antes del terremoto ocurrido en China en 1977, se vieron unas extrañas luces iridiscentes. El 5 de junio de 1977, Michel Chossudovsky, en el New York Times, describía un devastador terremoto en Tangshan, China, que mató a más de 650.000 personas, de la siguiente manera: “Justo antes del primer terremoto a las 3:42 de la madrugada, el cielo se iluminó como si fuera de día. Esta luz, mayoritariamente blanca y roja, era visible a una distancia de hasta 200 millas. Las hojas de muchos árboles se chamuscaron como patatas fritas y los vegetales de los cultivos se quemaron por un lado, como si hubiera pasado una bola de fuego”. Exactamente igual fue lo notificado sobre el último terremoto, de 7,8 en la escala de Richter, que ha asolado la región de Sichuan en China en mayo de 2008. Fue un fenómeno recogido en diversos vídeos en la red 30 minutos antes del terremoto. La Red de Información Humanitaria para América Latina y el Caribe identifica a Bolivia como una especial zona de desastre climático en Sudamérica, con aproximadamente 200.000 habitantes damnificados en áreas agrícolas devastadas por un colapso sin precedentes de las cuencas fluviales en todo el territorio boliviano, con decenas de fallecidos. Pero también destaca similares situaciones en países como Brasil, Perú, Paraguay, Argentina, Ecuador o Uruguay.

Fabrizzio Txavarria Velásquez, miembro del Centro Nacional de Investigación en Ciencias de Bolivia, asegura que esta ola de inundaciones en Sudamérica coincide con las señales de intensa actividad durante el mes de enero en las antenas del HAARP, un disparador de ondas electromagnéticas con sede en Alaska que tendría el poder de alterar el clima en puntos específicos del planeta, provocando desde inundaciones, huracanes, terremotos y tsunamis, hasta sequías, olas de calor y actividad volcánica. Parece evidente que las antenas del HAARP están emitiendo rayos electromagnéticos de alta frecuencia hacia la ionosfera, con el fin de modificar el clima en esta parte de Sudamérica, causando incontrolables riadas con efectos devastadores para la población civil y la economía. Habrá que aceptar que una nueva forma de guerra está surgiendo en el mundo. Se trata de la guerra climática. El plasma de la ionosfera y sus oscilaciones eléctricas no solo determinan las condiciones atmosféricas y meteorológicas del planeta, también ejercen un impacto importante en las comunicaciones radiales. La ionosfera contribuye esencialmente en el desplazamiento de las ondas de radio emitidas desde la superficie terrestre, lo que posibilita que éstas puedan viajar grandes distancias sobre la Tierra, gracias a las partículas de iones, cargadas de electricidad, presentes en esta capa. Por ello HAARP tiene como objetivo desarrollar tecnologías que permitan mitigar interferencias en las frecuencias radiales de onda corta y amplitud modulada, aumentando la densidad del plasma o gas ionizado, para así mejorar el rendimiento de la comunicación radial y de los sistemas de navegación marítima y aérea que usan aquellas frecuencias radiales. El Pentágono considera que el mejoramiento de la comunicación radial, aumentando la densidad del gas iónico, o plasma, es también de suma importancia militar. En el ámbito civil, emisoras internacionales como la Voz de América (VOA) y la British Broadcasting Corporation (BBC) todavía utilizan la ionosfera para rebotar sus señales de radio hacia la Tierra, posibilitando que sus programas puedan ser escuchados en todo el mundo. Asimismo, las señales transmitidas hacia y desde satélites para la comunicación y la navegación satelital no radial deben atravesar la ionosfera. Las irregularidades ionosféricas pueden tener un impacto importante en el rendimiento y fiabilidad de los sistemas satelitales y televisivos, según explica el portal del HAARP. El 25 de febrero del 2013, el Naval Research Laboratory (NRL), con sede en Misisipi, informó en un sobre el programa HAARP, que “lograron producir con éxito una nube de plasma de alta densidad capaz de mantenerse en la atmósfera superior de la Tierra durante una hora“.
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Según la periodista boliviana Silvia Antelo Aguilar, un informe del Naval Research Laboratory explicaba que “anteriormente se había logrado crear nubes artificiales de plasma cuya vida útil era de 10 minutos o menos, señaló Paul Bernhardt, físico que participa en esta investigación. Sin embargo, la recientemente creada nube de plasma de alta densidad pudo mantenerse durante una hora“. El Laboratorio Naval de Misisipi reveló que para producir luminiscencias parecidas a las auroras, las antenas terrestres del HAARP emitieron hacia la ionosfera una descarga de 3,6 megavatios, que equivalen al 45% de su capacidad de bombardeo electromagnético. El experimento, efectuado el 12 de noviembre del 2012, había permitido incrementar la densidad del plasma a 9 x 105 electrones por centímetro cúbico, lo cual permitía un mejor flujo de las ondas radiales debido a la compactación electromagnética de los iones que forman la capa. En un experimento anterior se había alcanzado una densidad menor, con 4 x 105 electrones por centímetro cúbico. El paso a seguir sería elevar mucho más la densidad del plasma. El siguiente experimento fue programado para los primeros días de 2014. el boletín del Naval Research Laboratory, publicado el 25 de febrero del 2013, decía: “La próxima campaña del HAARP está prevista para principios de 2014, cuando se llevarán a cabo experimentos para desarrollar nubes de ionización más densas y estables”. La publicación del experimento realizado en noviembre del 2012 reavivó la polémica acerca de las consecuencias negativas del HAARP para la estabilidad climática del planeta, y sobre los riesgos de un posible uso bélico, como guerra climatológica, de aquel programa. Científicos de la Universidad de Stamford aseguraban que el clima mundial podría ser controlado mediante la transmisión de señales de radio relativamente pequeñas, enviadas a los cinturones de Van Allen. Por resonancia, pequeñas señales activadoras podían controlar energías enormes. Aunque los defensores de HAARP aseguran que los impactos del bombardeo a la ionosfera son mínimos por su “baja potencia“, en comparación con las radiaciones solares que dinamizan el plasma iónico, los críticos temen que la nube de plasma artificial puede crear un agujero negro en la parte superior de la atmósfera e interferir con energías magnéticas sutiles, alterando la vida en nuestro planeta. En este caso las estrellas fugaces desaparecerían del paisaje celeste o bien caerían como bombas sobre la superficie terrestre en su forma original de meteoritos.

La sospecha de que HAARP es el experimento de un arma climática fue una preocupación abiertamente expresada en 1990 por el gobierno de Rusia, que en su anterior régimen como URSS intentó competir con el proyecto HAARP, ya concebido en los años ochenta como parte de la Iniciativa de Defensa Estratégica de Reagan, conocida como Guerra de las Galaxias. Para Rusia, HAARP es parte de una carrera armamentista que Estados Unidos ejecuta sin competencia alguna. De ahí la declaración del Parlamento Ruso en agosto del 2002: “Los Estados Unidos están creando nuevas armas integrales de carácter geofísico que puede influir en la tropósfera con ondas de radio de baja frecuencia. La importancia de este salto cualitativo es comparable a la transición de las armas blancas a las armas de fuego, o de las armas convencionales a las armas nucleares. Este nuevo tipo de armas difiere de las de cualquier otro tipo conocido en que la tropósfera y sus componentes se convierten en objetos sobre los cuales se puede influir“. Bernard Eastlund, físico que trabajó en la construcción de HAARP y al que ya no nos hemos referido, fue uno de los principales críticos de la tecnología antes de su muerte, habiendo respaldado abiertamente las críticas del Gobierno ruso, admitiendo que HAARP surgió dentro la carrera armamentista durante la Guerra Fría y que el plan consistía en crear un escudo que protegiera a Canadá y Estados Unidos de los misiles enemigos. En el registro de la patente del invento de Eastlund, supuestamente apropiado por el Pentágono y que se basó en los principios formulados hace más de 150 años por Nikola Tesla, se reconoce que la modificación del clima es posible. Por ejemplo, alterando patrones de viento de la alta atmósfera o alterando patrones de absorción solar. La patente, registrada el 11 de agosto de 1987 bajo el nombre “Método y aparato para alterar una región en la atmósfera de la Tierra, ionosfera y/o magnetósfera“, habla de un procedimiento que, según Silvia Antelo Aguilar, consiste en lo siguiente: “Un método y un aparato para alterar al menos una región seleccionada que normalmente existe sobre la superficie de la tierra. Esta región es alterada por el calentamiento de resonancia ciclotrónica de electrones de tal modo que incrementa su densidad de partículas cargadas. La radiación es transmitida en una frecuencia que excita a la resonancia ciclotrónica de electrones para calentar y acelerar las partículas cargadas. Este incremento en la energía puede causar ionización de partículas neutras, las cuales son entonces absorbidas como parte de la región, de este modo se va incrementando la densidad de las partículas cargadas de la región“. Con toda esa información, los rusos acusaron al programa iónico del Pentágono de ser causante de la ola de calor, con más de 40 grados centígrados, que Rusia padeció en el 2010.

El físico de la Universidad Lomonósv, de Moscú, Georgui Vasíliev, denunció que HAARP “lejos de ser un proyecto científico para estudiar el funcionamiento de la atmósfera y los efectos del cambio climático, es un potente calentador ionosférico que modificará la electricidad que flota sobre la atmósfera, causando efectos sobre el clima que podrían dirigirse hacia una parte concreta del mundo“. Los años transcurridos entre 2006 y 2010 fueron particularmente remarcable en desastres naturales a lo largo y ancho en todos los continentes del mundo. Y HAARP estaba en boca de todos los analistas. En marzo de 2010, History Channel emitió un extenso documental sobre el controvertido proyecto del Pentágono. Los realizadores del programa televisivo se refirieron a la aparición de nubes químicas y estelas incandescentes que, dos años después de la emisión del programa televisivo, se pudo comprobar que eran producidas por HAARP desde su estación terrestre en Alaska: “En años recientes han estado apareciendo peculiares formaciones de nubes en los cielos de todo el mundo con creciente frecuencia. Aunque solo es especulación algunos investigadores sugieren que esas extrañas formaciones nubosas son otro agente de la guerra climatológica, al principio parecen ser solo estelas provenientes de los aviones jets que vuelan a gran altura, pero algunas estelas se quedan en el cielo por muchas horas, algunas incluso todo un día“. De acuerdo al documental, el control de las lluvias, a partir de la modificación del plasma de la ionosfera, para crear inundaciones acelerando la formación de nubes densas con fumigaciones adicionales de yoduro de plata, que producen cristales de hielo y aceleran la precipitación pluvial, es otra forma de guerra climatológica junto con los procedimientos electromagnéticos para provocar terremotos, sequías y olas de calor. Nick Pope, ex Ministro de Defensa de Gran Bretaña, afirma que “igual de aterradora es otra forma de clima que se está usando como arma: la lluvia, que puede desencadenar devastadoras inundaciones y arrasar ciudades completas. Si puedes hacer llover, puedes causar un profundo efecto en el campo de batalla“. Según History Channel, uno de los elementos críticos para iniciar una batalla climatológica es poder controlar la lluvia y desatar inundaciones.

Es remarcable la resplandeciente nube de plasma artificial que apareció en el cielo de Puerto Príncipe, en Haití, horas antes de producirse el terremoto del 12 de enero del 2010. Se ha pretendido vincular con los experimentos del HAARP, de manera muy generalizada, a los terremotos y tsunamis sucedidos en Japón, Tailandia, Indonesia, Irán, Haití, Perú, Chile y México entre el 2006 y el 2013, a partir de la aparición de nubes luminiscentes, como auroras boreales, horas previas a los sismos. Sin embargo, el geólogo peruano Miguel Vera, en su análisis del terremoto de Pisco, demostró con datos históricos que las luminiscencias previas ya fueron registradas y documentadas en terremotos que datan de comienzos del siglo XX. Chile también desligó de HAARP su catástrofe acaecida en febrero del 2010, cuando aparecieron nubes luminiscentes, seguidas de apagones, minutos antes del terremoto-tsunami. En el último terremoto de México se especuló que el sismo, también precedido por una aurora boreal, fue obra de la DEA para debilitar a los carteles de la droga, en cuyos territorios sucedió el desastre. Pero esto tampoco está probado. Curiosamente existen registros de actividad electromagnética en las antenas de HAARP durante el terremoto del Japón. El magnetómetro de Gakona, en Alaska, señala que HAARP emitió señales hacia la ionosfera antes de que ocurriera el desastre en el país asiático. Donde HAARP no se salva de sospechas es en el caso del terremoto de Haití. Fue un sismo que también tuvo su aurora boreal previa con extraños colores jaspeados, señal de que la ionosfera estaba más densa de lo normal. El terremoto de Haití, producido a media tarde del 12 de enero de 2010, tuvo un epicentro a escasos 15 kilómetros de la ciudad capital de Puerto Príncipe. El sismo tuvo una magnitud de 7,0 grados y se generó a una profundidad de 10 kilómetros. Los efectos causados sobre este país, el más pobre Los cuerpos recuperados superan los 150.000, calculándose que el número de muertos podría llegar a las 200.000 personas. Según Roger Searle, profesor de geofísica en la Universidad de Dirham, Reino Unido, ese terremoto fue 35 veces más potente que la bomba de Hiroshima, y comparó la energía liberada por el sismo con la explosión de medio millón de toneladas de TNT. Aparentemente la tragedia resultó beneficiosa para los intereses norteamericanos que, tras el terremoto, retomó el control político y económico de la isla. Se tienen también evidencias de que los magnetómetros de HAARP estuvieron activos durante la primera semana de octubre del 2012, justo cuando se activó el huracán Sandy, que afectó a países como Colombia y Venezuela, atravesando el Caribe, e incluyendo Cuba.
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El periodista boliviano Sol de Pando se pregunta si, como en el caso de los terremotos, las inundaciones en Sudamérica han estado precedidas por la aparición de nubes luminiscentes o auroras boreales; sin perder de vista que las inundaciones responden a condiciones meteorológicas muy diferentes a lo que ocurre en los sismos. En un informe publicado por el Observatorio Astronómico Nacional de Tarija, se afirmaba haber registrado un gigantesco grupo de manchas solares visibles desde el territorio de Bolivia: “La observación de la fotosfera o superficie del Sol nos muestra detalles significativos, en especial las denominadas manchas solares, que son torbellinos de plasma magnetizado más frías que la parte que las rodea. Estas son la manifestación más característica de la actividad del Sol, las que periódicamente crecen y disminuyen. De este modo fue descubierto el ciclo de la actividad solar que es de 11 años coincidiendo con el periodo de la mayor cantidad de manchas solares que es cuando nuestro planeta recibe mayor cantidad de tormentas solares. El 2014 entramos en un máximo solar. Las partículas cargadas de electricidad, producidas por una explosión solar al incrementarse el tamaño de manchas, como la registrada el 8 de enero en el Observatorio de Tarija, pasados de tres días y al impactar con el campo magnético de la Tierra producirán algunos fenómenos“. Según el observatorio de Tarija “en principio, las manchas solares no tienen ningún efecto sobre el clima terrestre. No suponen una disminución o incremento de temperatura en la Tierra, porque no hay diferencia apreciable entre la luz que emite el Sol cuando hay manchas y cuando no. No se puede decir lo mismo de otros efectos asociados a la complejidad del campo magnético en la superficie solar que interactúa con el magnetismo terrestre, tales como interrupciones en comunicaciones telefónicas, apagones de plantas generadoras de electricidad, daños a las instalaciones de sistemas de comunicaciones, mal funcionamiento de satélites, alteración en los GPS, y aumento de la actividad geomagnética que produce fabulosas auroras boreales alrededor del círculo polar ártico e incluso auroras australes“.

Aunque para el Observatorio de Tarija aquellas manchas solares estaban previstas en su ciclo de 11 años, queda la duda de que si esos “torbellinos de plasma magnetizado“, que fueron visibles en Bolivia bajo la forma de aurora boreal durante la primera semana de enero, no son más bien un conjunto de iones en la ionosfera, con densidad de carga electromagnética incrementada artificialmente desde una base terrestre. El 10 de julio de 2013 el periódico digital británico Internet Chronicle publicó en exclusiva una revelación del famoso disidente de la CIA Edward Snowden sobre la naturaleza bélica de HAARP, entregando documentos clasificados al gobierno ruso de Putin, los mismos que llegaron a manos de los periodistas ingleses. La revelación de Snowden se produjo apenas una semana después del secuestro al avión del presidente boliviano Evo Morales, en Viena, ordenado por los mandos supremos de la OTAN y la CIA. Los documentos de Snowden corroboraron absolutamente todo lo que los rusos venían denunciando con respecto a los fines bélicos de HAARP, agregando Snowden otra información interesante: “La modificación de las ondas radiales al incrementar la densidad del plasma ionosférico, puede también ser utilizada para penetrar en la mente de las personas a través de nuevas tecnologías comunicacionales. Cuando estábamos en tránsito entre Hong Kong y Moscú, el personal de Wikileaks y yo tuvimos que defendernos de la amenaza constante de los delirios homicidas generados por radio“. Snowden reforzó su testimonio con los documentos del HAARP recogidos de las cuentas de correo electrónico de funcionarios del Pentágono. Internet Chronicle asegura haber confirmado la veracidad de los documentos entregados por Snowden, consultando fuentes oficiales ligados al gobierno de Obama. Tal como ya hemos indicado antes, al proyecto Haarp le siguieron los rusos con el proyecto Sura, ambos con la misma finalidad. Pero recientemente también se ha sumado China con el proyecto Meridian. Aunque estos países lo niegan, estas instalaciones servirían para la guerra climática. El proyecto Meridian, según la versión oficial, es para el estudio de los cambios climáticos. Tienen 15 estaciones dando las coordenadas exactas. También tienen un diseño de antenas mucho más avanzadas que la antigua HAARP, parecidas a las de la telefonía móvil. Fotos efectuadas por satélites muestran una serie de formas extrañas, en lugares desérticos de China, donde algunos investigadores no han dudado en denominarlo “HAARP de última generación”. Ahora la guerra ya no se desarrolla en el campo de batalla sino mediante la manipulación del clima y de la mente. Es una guerra de la que la población no es consciente. Un especialista explica de forma muy gráfica qué es HAARP: “Una vibración elevada un millón de veces podría crear un terremoto”.

Fuentes:
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  • Nick Begich – The Betrayal of Science, Society and the Soul
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  • Fuente
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