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El cerebro, ¿es el órgano más complejo que se haya creado?

William Shakespeare afirmó que “La memoria es el centinela del cerebro“, remarcando la importancia de la memoria en el funcionamiento del cerebro. El cerebro es uno de los órganos más misteriosos del cuerpo humano y, por lo tanto, uno de los más complicados de imagen-5comprender. De hecho todavía hay algunos hechos relacionados con el cerebro que siguen sin explicación científica. Por ejemplo, ¿sabemos cómo se guardan y recuperan las memorias? Cuando aprendemos se producen cambios en la estructura del cerebro. Sin embargo, no se sabe cómo funcionan exactamente estos cambios ni qué consecuencias tienen. Otro problema es que existen varios tipos de memorias. ¿Cómo almacena los recuerdos el cerebro humano? ¿Qué tipos de memoria existen? Lo que comúnmente conocemos como memoria, o el hecho de recordar algo, suele ser un concepto general, porque se suele hablar de la memoria a largo plazo. Pero existen otros tipos de memoria, como la memoria a corto plazo y la memoria sensorial, que participan en la formación de esta memoria más duradera. Si nos ponemos a reflexionar sobre las capacidades del ser humano, es muy posible de que lleguemos a la conclusión de que nuestra especie se caracteriza por tener una buena memoria, ya que cada día aprendemos y memorizamos cosas nuevas sobre el entorno en el que vivimos. Comparada con la nuestra, parece que la memoria del resto de animales es más primaria, ya que no disponen de un lenguaje a partir del cual memorizar conceptos complejos. Pero muchas aves migratorias memorizan los lugares por los que han de pasar para recorrer miles de kilómetros cada año, en su viaje de Norte a Sur y viceversa. Del mismo modo, los salmones memorizan el punto de un río en el que hay que desovar, y llegan allí, después de mucho esfuerzo y de haber pasado mucho tiempo en el mar. Esto también muestra que existen diferentes tipos de memoria. Los distintos tipos de memoria tienen su forma particular de funcionamiento, pero todas cooperan en el proceso de memorización. La memoria nos ayuda a adaptarnos al entorno y nos sirve para definir quiénes somos, o sea, nuestra propia identidad. Sin ella seríamos incapaces de aprender, ni podríamos darle sentido a nuestro entorno o a nosotros mismos.
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En el cerebro seguramente hay información clave para entender nuestra evolución. Pesa alrededor de kilo y medio pero guarda todos los secretos de nuestra evolución. En el cerebro están las respuestas a las preguntas que nos hacemos sobre los hitos y hechos relevantes que nos han conducido a lo que somos actualmente, tras millones de años de evolución. Representaría algo equivalente al árbol genealógico en la evolución de las especies. El cerebro humano sería el resultado de la evolución de millones de años a partir de la estructura cerebral de los reptiles, ya que la parte más primitiva del cerebro del homo sapiens es el cerebro reptiliano, que está conectado con la parte superior de la médula espinal. En el cerebro, en términos generales, reside nuestra mente, la inteligencia, los sentimientos, la memoria, la espiritualidad y la consciencia de lo que hemos sido, somos y posiblemente seremos. El cerebro es a la mente lo que el hombre es a la persona. En el cerebro reside la esencia de lo que somos como persona, con nuestros sentimientos sobre la  vida y la naturaleza de nuestra  muerte, nuestros recuerdos, nuestro sentido del tiempo. Asimismo nos ayuda a predecir el futuro para tomar decisiones. Todo esto lo asumimos, pero otra cosa es explicar cómo ocurre en la realidad, ya que aún no entendemos la parte física del proceso. No lo entendemos ni siquiera los expertos e investigadores en neurobiología. Es sorprendente como somos capaces de preguntarnos por nuestra existencia o por el sentido de nuestra vida o por la naturaleza de la muerte. El cerebro tiene muchos misterios sin resolver. Lo que realmente nos diferencia del resto de especies, no es nuestro aspecto ni el tamaño del cerebro. Qué es lo que tiene nuestro cerebro, en su origen y estructura, que nos hace diferentes a, por ejemplo, los monos. Para saberlo habrá que esperar a las futuras aportaciones de la neurociencia.  Las respuestas a estas preguntas son parciales y no se basan simplemente en la inmensa cantidad de neuronas y entre las neuronas de nuestra red neuronal. Si el nivel de inteligencia de una especie e incluso de los miembros de la misma especie no dependen del valor absoluto de la masa cerebral, entonces ¿de qué depende? ¿Qué elementos físicos determinan el nivel de nuestras habilidades intelectuales? Pero, curiosamente, lo que parece que realmente determina la inteligencia o desarrollo del cerebro no es su tamaño sino la relación ente el peso del cerebro y el peso del cuerpo que controla.

Aun tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo”, dice el neurofisiólogo Paul MacLean, del National Institute of Mental Health(NIMH).No sé si habréis oído hablar del complejo “R” o cerebro reptiliano. Para comprenderlo recordaremos aquí las ideas de McLean. De acuerdo a su teoría, el cerebro humano resulta de la superposición e integración de las funciones de tres cerebros distintos, con diferentes características estructurales, neurofisiológicas y de comportamiento. El cerebro es una masa arrugada de aproximadamente 1.4 Kg que se comporta como un sistema que recibe, procesa y emite información. Rige nuestros movimientos, pensamientos, recuerdos, gustos, anhelos, sueños y es el órgano que nos hace ser quienes somos. El cerebro es un sistema auto-regulado que dispone de diez billones de neuronas que se interconectan y se comunican unas con otras, a fin de realizar todos los procesos necesarios para nuestra existencia. Se comunican entre ellas y procesan/emiten información mediante señales químicas y eléctricas. Y  la actividad normal cerebral requiere que estas señales funcionen de manera equilibrada. A lo largo de su evolución, el cerebro humano adquirió tres componentes que fueron surgiendo y superponiéndose. Estos son, respectivamente: El cerebro primitivo (arquipálio), constituido por la estructuras del tronco cerebral: Bulbo, cerebelo, ponte y mesencéfalo, con el más antiguo núcleo en la base, el globo pálido y bulbos olfatorios. Se dice que corresponde al cerebro reptiliano, también llamado complejo-R por el neurofisiologo Paul MacLean. Luego vemos el cerebro intermedio (paleopálio), formado por las estructuras del sistema límbico. Se dice que corresponde al cerebro de los mamíferos inferiores. En la capa superior está el cerebro superior o racional (neopálio), que comprende la mayor parte de los dos hemisferios cerebrales (formado por el neocórtex) y algunos grupos neuronales subcorticales. Este último solo es compartido por los mamíferos superiores, incluyendo a los primates y el hombre.  Esas tres capas se desarrollan de manera superpuesta durante la evolución embrionaria y del feto. Y también cronológicamente en la evolución de las especies (filogenia), desde el lagarto hasta el homo sapiens. En palabras de MacLean, son como tres computadoras biológicas que, aunque íntimamente interconectadas, conservan cada una sus propias formas peculiares de inteligencia, subjetividad, sentido del tiempo y del espacio, memoria, motricidad y otras funciones menos específicas.

Tal como hemos dicho antes, la parte de nuestro cerebro que es más primitiva es el cerebro básico, instintivo y reptiliano. Esta parte del cerebro está formada por los ganglios basales, el tallo cerebral y el sistema reticular. Es esa parte la que se ocupa de las actividades intuitivas. Alojado en el tronco cerebral, es la parte más antigua del cerebro y se calcula que se desarrolló hace unos 500 millones de años. Se encuentra presente primordialmente en los reptiles. Los reptiles son las especies animales con un menor desarrollo cerebral. El suyo, está diseñado para manejar la supervivencia desde un sistema binario: huir o pelear, con muy poco o ningún proceso sentimental. Tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva y se encarga de auto-regular el organismo. Por lo tanto este cerebro no está capacitado para pensar, ni sentir. Su función es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda. El complejo reptiliano, en los seres humanos, incluye conductas que se asemejan a los rituales animales como el de aparearse. La conducta animal e instintiva está en gran medida controlada por esta área del cerebro. Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y poderosa y, por lo tanto, es muy resistente al cambio. Es el impulso por la supervivencia: comer, beber, mantener la temperatura corporal, sexo, territorialidad, necesidad de cobijo y de protección. Es un cerebro funcional, territorial, responsable de conservar la vida y el responsable de las mayores atrocidades. Nos sitúa en el presente, sin pasado ni futuro y por tanto es incapaz de aprender o prever. No piensa ni siente emociones y es pura impulsividad. En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo. Aquí se organizan y procesan las funciones que tienen que ver con el hacer y el actuar, lo cual incluye: las rutinas, los hábitos, la territorialidad, el espacio vital, las adicciones, los rituales, los ritmos, las imitaciones, las inhibiciones y la seguridad. Es el responsable de las conductas automáticas, tales como las que se refieren a la preservación de la especie y a los cambios fisiológicos necesarios para la sobrevivencia. En síntesis: este cerebro se caracteriza por la acción. El sistema básico o reptiliano controla la respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea e incluso colabora en la continua expansión-contracción de nuestros músculos. Este primer cerebro es sobre todo como un guardián de la vida, pues en él están los mayores sentidos de supervivencia y lucha. Y, además, mantiene la  interrelación con los poros de la piel, los cuales son como una especie de interfase que poseemos con el mundo externo.

Este primer cerebro es nuestro agente avisador de peligros para todo el cuerpo. Permite la adaptación con rapidez  por medio de respuestas elementales poco complicadas emocional o intelectualmente. Esta conducta no está basada en consideraciones basadas en las experiencias previas ni en los efectos a medio o largo plazo. Las conductas de las personas calificadas como psicópatas, que carecen de sentimientos de culpa, y paranoicas, se ajustan a este patrón de conducta. En la psicopatía se juega el papel de depredador y en la paranoia el de presa. Es en este primer cerebro donde las adicciones son muy poderosas, tanto a algo como a alguien o a una forma de actuar. Por decirlo de alguna forma rápida, este primer cerebro es una herencia de los períodos cavernarios, donde la supervivencia era lo esencial. El cerebro reptil sustenta una parte de la mente inconsciente, o subconsciente, donde se graba, se aloja y se desarrolla el Trauma Psicológico, aquello que determina la mayoría de miedos y fobias que conforman la mente reactiva, la cual, en algunas ocasiones, lleva al ser humano a comportarse como un animal salvaje. El sistema límbico del cerebro pertenece a la evolución intrínseca de los mamíferos, es el encargado de gestionar las emociones, artífice de la ira, el miedo, la pasión y el amor. La parte reptiliana del cerebro posee un poder atávico dentro de nuestras vidas, que es el impulso y el lugar donde se revelan los rituales más ancestrales, sexo, territorialidad o necesidad de cobijo. En este punto tenemos que incidir en algo que hemos detallado en otros artículos, como “los dioses serpiente y dragón en la mitología, ¿reflejan una realidad en las antiguas civilizaciones?”. El aspecto reptiliano de los dioses bíblicos era un secreto bien guardado y ocasionalmente solo es perceptible en algunos párrafos del Antiguo Testamento, como por ejemplo la adoración del “seraphim” o “serpiente de bronce” en el incidente durante el Éxodo. Hay muchas más referencias, muchas de ellas explícitas en distintos mitos y leyendas de todo el mundo. También son muy comunes los mitos sobre la “Serpientes de la sabiduría” que iluminaban a la Humanidad. En el libro de Génesis, Dios castiga a la serpiente por haberle dado a Eva la fruta prohibida declarando; “sobre tu vientre andarás y polvo comerás todos los días de tu vida”.  De esta manera la Biblia daba a entender que la serpiente antiguamente tenia, brazos y piernas, que al ser maldecida le fue quitado este privilegio. También en las viejas catedrales  europeas se ven adornos de gárgolas, que son un tipo de reptil. Asimismo, también hay muchas referencias al cruce entre “dioses” y humanos, así como a manipulaciones genéticas con humanos, lo que aún fortalecería más la idea del posible origen de esta parte reptiliana del cerebro.
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El funcionamiento interno de la mente sigue siendo en gran medida un misterio. Sin embargo, un equipo pionero de científicos que trabaja en el Proyecto Cerebro Humano, dirigido por Henry Markram, profesor de la École Polytechnique Fédérale de Lausanne, en Suiza, está elevando la investigación neurocientífica a una nueva órbita. El objetivo es crear una simulación de computadora del cerebro humano para entender mejor cómo funciona y las enfermedades que le afectan, y desarrollar nuevas tecnologías de la información que imiten su capacidad de aprendizaje. Esta iniciativa pionera ha obtenido recientemente de la Unión Europea unos fondos por valor de 1.200 millones de euros en el marco de los proyectos Future Emerging Technologies (FET). La idea de desentrañar los misterios de la mente y el enfoque del proyecto para hacerlo, auguran un nuevo futuro de la neurociencia, la medicina y la informática. El cerebro contiene más de mil billones de conexiones. El Proyecto Cerebro Humano tiene como objetivo perfilar los mecanismos que mueven los complejos circuitos del cerebro para entender mejor cómo funciona. Mientras que el genoma humano se ha cartografiado con éxito, perfilar los mecanismos que mueven los complejos circuitos del cerebro, y sus más de mil billones de conexiones, está demostrando ser un reto más difícil y complejo. El profesor Markram cree que sin una nueva estrategia de juego, los mejores esfuerzos de los científicos de todo el mundo rendirán pocos beneficios: “A veces hay que darse cuenta de que estás dándote cabezazos contra la pared y que no vas a ninguna parte. En el mundo de la ciencia vamos sencillamente a toda máquina sin mirar realmente hacia dónde nos dirigimos. Personalmente, no creo que vayamos a entender el cerebro de esa manera. Tenemos que cambiar el modo de pensar; tenemos que ver qué es lo que estamos haciendo bien y qué es lo que estamos haciendo mal“. Después de las enfermedades respiratorias y las enfermedades diarreicas, las enfermedades cerebrales son el tercer factor que más contribuye a la morbilidad mundial. Socavan la calidad de vida de millones de personas y agotan los presupuestos sanitarios de todo el mundo. “Estas enfermedades le cuestan al mundo casi el 10% del PIB mundial“, señaló el profesor Markram.

Cada año se publican miles de artículos sobre investigación cerebral y, sin embargo, los avances en el tratamiento de las enfermedades del cerebro son escasos. “Se ha producido una explosión en la cantidad de datos que se generan relacionados con el cerebro, pero la eficacia a la hora de producir medicamentos para el cerebro ha disminuido”, explicó el profesor Markram, señalando que en 2012 sólo se produjeron cinco nuevos fármacos para tratar trastornos principalmente periféricos. “Las estrategias innovadoras son fundamentales si queremos entender el cerebro, sus enfermedades y crear nuevas tecnologías informáticas“, dijo. El Proyecto Cerebro Humano tiene como objetivo reunir toda la cantidad de datos posible sobre la investigación cerebral, con el fin de reconstruir la maquinaria del cerebro y consolidar un conocimiento unificado. Según el profesor Markram: “Actualmente, nuestro conocimiento es fragmentario; tenemos que crear nuevas tecnologías para entender cómo encajan todas esas piezas como una sola unidadSi queremos entender la maquinaria del cerebro, desde los genes a las proteínas, a las células, las sinapsis y los circuitos, tenemos que entender todos sus componentes y cómo interactúan para producir las capacidades cognitivas que tenemos. Con este modelo podremos entender el cerebro a todos sus nivelesEn última instancia, esto nos permitirá entender cómo el cerebro construye las percepciones, cómo construye nuestro mundo. Esto es fundamental si queremos empezar a entender las enfermedades de una manera más sistemática y si queremos crear nuevas tecnologías inspiradas en el funcionamiento del cerebro”. El enfoque integrado del Proyecto Cerebro Humano no sólo ayudará a acelerar la investigación del cerebro al poner de manifiesto las carencias de conocimiento, sino que también augura enormes beneficios sociales y económicos. La iniciativa promete generar conocimientos que mejorarán el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades del cerebro, de las que hay alrededor de 600. Con unas tasas de error de entre el 30% y el 40%, resulta muy difícil diagnosticar las enfermedades cerebrales y crear fármacos. “Tenemos que identificar las enfermedades y entender cómo se relacionan entre sí. No prometemos soluciones a esas enfermedades, pero sí prometemos una plataforma tecnológica y un nuevo enfoque respecto de su investigación. Sin ello, no podremos encontrar fácilmente nuevas soluciones o tratamientos eficaces en el futuro“, dijo el profesor Markram, que piensa que el enfoque del Proyecto Cerebro Humano va a renovar el compromiso cada vez menor de la industria farmacéutica en este ámbito “.

Según dijo el profesor Markram: “El cerebro consume 20 vatios, pero funciona mucho mejor que una supercomputadora de varios gigavatios. Es el futuro de la informáticaSimular la maquinaria del cerebro requerirá tecnologías de la información considerablemente más potentes que las existentes. Queremos construir computadoras basadas en el funcionamiento del cerebro humano. Esto lo hacemos extrayendo los principios de cómo el cerebro hace algo, convirtiéndolos en ecuaciones matemáticas que luego se imprimen en micropastillas de silicio con capacidades extraordinarias. Tenemos que crear nuevos programas informáticos que funcionen en las supercomputadoras; tenemos que impulsar el desarrollo de nuevas supercomputadoras en la próxima década. Queremos disponer de una cartera de proyectos de la que podamos generar sistemáticamente nuevas computadoras basadas en determinadas funciones cognitivas: se trata de un enfoque muy diferente de la forma en que se ha desarrollado la inteligencia artificial hasta ahora. Estas computadoras, denominadas neuromórficas, que imitan la capacidad del cerebro de aprender, mejorarán significativamente las capacidades de computación y pueden permitir también desarrollar micropastillas que podrían sustituir ciertas deficiencias cognitivas“. El Proyecto Cerebro Humano, que reúne a un equipo multidisciplinario de científicos de más de 80 instituciones de investigación de toda Europa y otros lugares, también está provocando una revolución cultural en el seno de la comunidad investigadora, al pasar de la innovación individual de laboratorio a la innovación en equipos multidisciplinarios. El profesor Markram añadió: “Es la ciencia en equipo la que va a darnos la esperanza de entender el cerebro. Esto es fundamental, ya que requiere el trabajo conjunto de investigadores de todo el espectro académico con un objetivo único“. El Proyecto Cerebro Humano es de hecho una plataforma tecnológica destinada a promover la investigación y el desarrollo que supone un proceso de colaboración enorme. El objetivo es que la plataforma permita tanto a los científicos como a la industria innovar, construir y aprovechar las nuevas herramientas. “Una medida de nuestro éxito será el grado en que facilitemos a la industria la creación de nuevas herramientas, que las empresas farmacéuticas puedan descubrir medicamentos más baratos y más específicos y fiables con mayor rapidez, y que los médicos puedan diagnosticar con mayor precisión a los pacientes“, dijo el profesor Markram.

Las primeras investigaciones sobre la memoria tienen su origen en los estudios de Hermann Ebbinghaus (1850 – 1909), filósofo y psicólogo alemán. A los 17 años acudió a Bonn para estudiar historia y filosofía, luego partió a Halle y más tarde a Berlín. Sus estudios fueron interrumpidos por la guerra franco-prusiana, durante la cual prestó servicio en el ejército. En 1873 obtuvo su título de filosofía en la Universidad de Bonn, con una tesis sobre la filosofía del inconsciente del filósofo alemán Eduard von Hartmann. Los siete años siguientes se dedicó al estudio independiente. En el periodo entre 1875 y 1878 ejerció como tutor en Inglaterra y Francia mientras proseguía con sus estudios. En 1880 fue habilitado como docente en la Universidad de Berlín. Tras la verificación de su trabajo en 1885, publicó un informe de su trabajo Über das Gedächtnis (Sobre la memoria). El libro contiene, entre otros resultados, lo relativo al olvido en función del tiempo, relación también conocida con el nombre de curva del olvido. A finales del siglo XIX intentó descifrar las leyes fundamentales de la memoria al estudiar algunas sílabas sin sentido. Uno de sus logros más destacados fue la demostración de que las funciones mentales superiores podían estudiarse en el laboratorio de manera científica. También concluyó que existía una “curva del olvido”, que muestra el deterioro de la memoria con el paso del tiempo, desde el momento del aprendizaje. Además, formuló un modelo teórico en el que defendió que el mecanismo de la memoria requiere de repetición, para que los datos que recordamos se asocien entre sí. Ebbinghaus consiguió que su enfoque fuera utilizado durante muchas décadas, lo que se denominó “la tradición del aprendizaje verbal”. Pero en 1932, Sir Frederick Barlett inició sus estudios sobre el funcionamiento de la memoria en ambientes naturales, mientras que Ebbinghaus realizó sus estudios sobre la memoria en el laboratorio. Barlett, en vez de utilizar sílabas sin sentido, utilizó historias e introdujo la teoría de los esquemas a sus investigaciones para explicar su influencia en los recuerdos. Además, propuso que los seres humanos recuerdan mediante una impresión general, con algunos detalles, y que a partir de tales componentes construyen una versión considerada como próxima a la original. La memoria funciona con esquemas, no con réplicas fieles. Pese a que Barlett fue criticado por su poco rigor metodológico y estadístico, destaca por su adherencia a la teoría constructivista de la memoria y por sus aportaciones sobre la formación cultural de la memoria.
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Dos décadas más tarde, en 1956, George Miller, psicólogo americano, profesor en las universidades de Princeton, Rockefeller University, MIT y Harvard, demostró que las personas pueden retener de 5 a 7 elementos a la vez en la memoria a corto plazo. Estos elementos pueden ser una letra simple, un número, una palabra o una idea. En la actualidad, existe cierto consenso en la psicología cognitiva al afirmar que una persona interpreta la información gracias a sus conocimientos previos y, de esta manera, construye sus recuerdos. Por eso es importante destacar que no todos los hechos vividos se almacenan, pues existe una selección o filtro de los hechos relevantes, y lo que supuestamente no interesa se elimina. Además, los hechos vividos sufren un proceso de estructuración e interpretación y, por tanto, lo que se recuerda es una realidad percibida. Los expertos en el estudio de la memoria están de acuerdo en que en el proceso de memoria no solamente está implicada la corteza cerebral, sino que otras zonas cerebrales también participan en este proceso, como por ejemplo el sistema límbico. También se ha demostrado que el hemisferio izquierdo procesa la información verbal, y el derecho, la visual. La capacidad de retención de palabras es menor que la de recordar imágenes. Como demostró la neuropsicóloga canadiense Brenda Milner, tras sus investigaciones con pacientes con trastornos de memoria, ésta no se encuentra en un lugar concreto del cerebro, sino que consiste en varios sistemas interrelacionados que permiten lo que se conoce como las tres fases de la memoria: la codificación, el almacenamiento y la recuperación. La codificación es el proceso en el cual se prepara la información para poder ser almacenada. En esta primera fase de la memoria, la concentración, la atención y la motivación del individuo son muy importantes. El almacenamiento consiste en retener los datos en la memoria para una utilización posterior. La recuperación nos permite poder encontrar la información cuando la necesitamos, es decir, recordar.

Existen distintos tipos de memoria, y William James, filósofo y psicólogo estadounidense, en 1890 fue pionero en formular la distinción entre éstas, pues concluyó que existían la memoria primaria y memoria secundaria.  En 1968 apareció una teoría de la memoria humana, propuesta por Richard Atkinson y Richard Shiffrin. Básicamente, estos dos psicólogos utilizaron este modelo para mostrar que la memoria humana puede ser dividida en tres tipos diferentes de memoria: Memoria Sensorial, Memoria a Corto Plazo, y Memoria a Largo Plazo. En un principio, el concepto de memoria sensorial quedó fuera del modelo presentado en 1968. Fue agregado posteriormente. Si bien nuestros sentidos experimentan cosas diferentes en términos de la vista, el oído, el tacto, el sentimiento y el gusto, sólo una fracción de todo esto es recordado. Ésta fue la base del modelo de Atkinson y Shiffrin que mostró cómo funcionan cada una de estas formas de memoria. Absorbemos grandes cantidades de información a través de nuestros sentidos, pero la gran mayoría de ella no puede ser procesada correctamente debido a las limitaciones de nuestra memoria. La información a la que no se le presta atención inmediatamente queda en nuestra memoria sensorial, la cual se aferra a este conocimiento por muy poco tiempo. Todos nuestros sentidos tienen sistemas de memoria sensorial, pero los sistemas que abarca el modelo de Atkinson y Shiffrin se relacionan con la vista y el sonido, conocidos como memoria icónica y ecoica respectivamente. La memoria icónica dura menos de medio segundo, mientras que la memoria ecoica cesa luego de tres o cuatro segundos. La memoria sensorial, que nos llega a través de los sentidos, es una memoria muy breve, ya que dura entre 200 y 300 milisegundos, e inmediatamente desaparece o se transmite a la memoria a corto plazo. La información de la memoria mnésica, que nos permite retener aquellos acontecimientos vividos anteriormente, que hemos recordado y posteriormente evocarlos, permanece el tiempo necesario para que sea atendida de manera selectiva e identificada para poder procesarla posteriormente. La información pueden ser de tipo visual (icónica), auditiva (ecoica), olfativa, etc. Cuando se ha seleccionado y atendido una información en la memoria sensorial, pasa a la memoria a corto plazo, también llamada memoria operativa o memoria de trabajo. Su capacidad es limitada, de unos 7 elementos, y realiza dos funciones. Por un lado, mantiene información en la mente no estando dicha información presente. Por otro lado, puede manipular esa información permitiendo intervenir en otros procesos cognitivos superiores, y por tanto, no es un mero “baúl de los recuerdos”.

En 1974, Alan Baddeley y Graham Hitch, dieron lugar al modelo de Working Memory. En vez de llamarla “memoria a corto plazo“, la denominaron memoria de trabajo por su importancia funcional en el procesamiento cognitivo, pues permite el cumplimiento de tareas cognitivas, tales como el razonamiento, la comprensión y la resolución de problemas. Mediante este concepto se abandona la idea de que la memoria a largo plazo depende de la memoria a corto plazo. Entonces este tipo de memoria se fragmentó en cuatro subcomponentes. El bucle fonológico, que sería un sistema especializado que operaría con información verbal, y permitiría mantener el habla interna que está implicada en la memoria a corto plazo. El bucle fonológico intervendría en la lectura o en el aprendizaje de, por ejemplo, un número de teléfono. La agenda visoespacial operaría de manera similar al bucle fonológico, pero su función es el mantenimiento activo de información, pero en este caso con un formato de imágenes, lo que le da un toque viso-espacial. La agenda visoespacialintervendría, por ejemplo, en el aprendizaje de un itinerario. El almacén episódico integraría información procedente de diversas fuentes, de manera que se crearía una representación multimodal, visual, espacial y verbal, así como temporal de la situación actual. El sistema ejecutivo tendría como función el control y la regulación de todo el sistema de memoria operativa. Por otro lado, la memoria a largo plazo permite almacenar la información de forma duradera, y la podemos clasificar en memoria implícita y explícita. La memoria implícita, o procedimental, se almacena de manera inconsciente. Está implicada en el aprendizaje de diversas habilidades y se activa de modo automático, como, por ejemplo, para montar en bicicleta o conducir un automóvil. La memoria explícita, o declarativa, está asociada a la consciencia o, al menos, a la percepción consciente. Incluye el conocimiento objetivo de las personas, los lugares y las cosas, y lo que ello significa. Por tanto, se subdivide en dos tipos: la memoria semántica y la episódica.

La memoria semántica se refiere a la información mnésica que hemos acumulado durante toda nuestra vida. Son los conocimientos sobre el mundo exterior, como los históricos, geográficos o científicos, los nombres de las personas y las cosas, y su significado, que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Este tipo de memoria es necesaria para el uso del lenguaje. Saber que París es la capital de Francia es un ejemplo de este tipo de memoria. La memoria episódica es la memoria autobiográfica que permite recordar hechos concretos o experiencias personales, como una celebración de cumpleaños. Pero, a pesar de las diferencias, parece que hay un mecanismo molecular común. Cuando las neuronas se activan juntas, la conexión entre ellas es más fuerte y se crean asociaciones. Sin embargo, cuando el cerebro crea esas asociaciones, se codifican las relaciones entre las cosas y no los detalles. Más misterioso es el hecho de cómo recordamos las cosas mediante un proceso rápido, en que algunas memorias las modificamos o borramos. Recientes estudios ven que algunos productos químicos pueden bloquear y modificar la memoria. Se ha estudiado poco sobre todas las actividades que realiza el cerebro sin necesidad de estímulos externos. En estudios sobre neuroimagen se vio que, independientemente de la tarea asignada, el cerebro disminuye la actividad de determinadas áreas, que sin embargo realizan una actividad de referencia cuando no son utilizadas. Las técnicas de neuroimagen permiten ver imágenes en vivo del sistema nervioso central en general y del cerebro en particular. Hay técnicas de neuroimagen estructural y técnicas de neuroimagen funcional. Explicado de forma simplificada, las técnicas estructurales permiten ver un conjunto de imágenes estáticas del cerebro, mientras que las técnicas funcionales permiten ver algunos de los cambios cerebrales que se producen mientras la persona está realizando una actividad cognitiva. La neuroimagen estructural es la técnica que permite ver imágenes estáticas en vivo del sistema nervioso central en general y del cerebro en particular. Son la Resonancia Magnética Nuclear (RMN) y la Tomografía Axial Computerizada (TAC). El TAC permite observar el cerebro humano en vivo mediante una reconstrucción de imágenes obtenidas con rayos X. La RMN, en cambio, no usa rayos X, sino campos magnéticos y ondas de radio. Además, tiene mayor definición y precisión que el TAC. La neuroimagen funcional es una técnica que permite ver imágenes dinámicas en vivo del cerebro. Son la Resonancia Magnética Nuclear funcional (RMNf), la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) y la Tomografía Computerizada por Emisión de Fotones Simples (SPECT). Estas técnicas visualizan cambios cerebrales que se producen mientras la persona está realizando una actividad cognitiva.
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La diferencia entre ambas técnicas estriba en la información que nos aporta cada técnica. Con las estructurales se puede concretar la localización de una lesión o los efectos de una enfermedad en el cerebro, mientras que con las funcionales se puede llegar a saber qué áreas o regiones encefálicas se activan al realizar una determinada tarea cognitiva. Llegados ahí, nos podemos preguntar ¿cómo el cerebro simula el futuro? La simulación del futuro es una de las actividades más inteligentes que hace nuestro cerebro. Se cree que funciona mediante la creación de un modelo interno del mundo exterior y cómo las cosas se comportan en él, gracias a la memoria y las experiencias pasadas. Esta percepción no sólo sirve para simular el futuro, sino también para cosas tan básicas como la visión o la percepción. Ignoramos cómo se codifica la información en la actividad neuronal. Las neuronas producen pequeñas descargas eléctricas en sus membranas, que viajan a través de los axones, prolongación de las neuronas y especializadas en conducir el impulso nervioso desde el cuerpo celular hacia otra célula. Su función es liberar señales químicas. Es allí donde están todas las cosas que sentimos, pero, ¿cómo funciona esta codificación? Significan cosas diferentes según el lugar del cerebro y el tiempo. Por ejemplo, en el sistema nervioso periférico, más picos indican más calor. Sin embargo, hay determinados grupos de neuronas implicados en fenómenos más complejos que hacen más difícil de entender la actividad neuronal. Aún no se sabe bien qué parte del cerebro está implicada en cada uno de estos procesos, aunque se piensa que las neuronas actúan en grupo, de manera interrelacionada, y no individualmente. Los impulsos nerviosos podrían no ser la única forma en que se transmite la información, algo equivalente a los descubrimientos de epigenética con respecto al ADN. Por otro lado tenemos las emociones, que llevan consigo una serie de signos físicos, como el incremento de los latidos del corazón o la tensión muscular. Los sentimientos son experiencias subjetivas que acompañan a este proceso tangible. Las emociones suelen funcionar a través de la parte inconsciente del cerebro, y son comunes a las diferentes culturas e incluso a los diferentes animales. Otros puntos de vista dicen que las emociones son estados cerebrales que asignan valores a los resultados y generan un plan de acción rápido.

Otro aspecto importante del cerebro es saber qué es la inteligencia. No se sabe a ciencia cierta qué significa la inteligencia en forma biológica, así como si las personas más inteligentes utilizan el cerebro de forma diferente y cómo lo hacen. Recientes estudios muestran una relación entre la inteligencia y la memoria a corto plazo, aunque los resultados no son concluyentes. Lo cierto es que la inteligencia no se puede relacionar con una sola área del cerebro o un único mecanismo. Asimismo es interesante saber cómo construye el cerebro el paso del tiempo. El cerebro tiene problemas para sincronizar señales diferentes que ocurren al mismo tiempo pero que se procesan a diferentes velocidades. Los sentidos procesan las cosas de forma diferente, aunque el cerebro intenta que las veamos como simultáneas. Sin duda alguna, el paso del tiempo, la simultaneidad y otros acontecimientos similares son construcciones de nuestro cerebro. La falta de sincronía puede acarrear problemas como la dislexia o las caídas en personas mayores. También sabemos que el cerebro duerme y sueña, pero no sabemos las razones. Casi todos los animales suelen dormir, y la falta de sueño lleva a consecuencias negativas para la salud. Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta cuál es la función de dormir. Se cree que puede ser regenerativo, pero lo cierto es que existe una gran cantidad de actividad neuronal que puede significar algo más. Otras teorías dicen que el sueño es un momento para que el cerebro resuelva problemas antes de hacerlo en el mundo real. O que el sueño es el momento en que se fijan los conocimientos adquiridos. No se entiende cómo se coordinan las diferentes áreas del cerebro para trabajar juntas y funcionar rápidamente, especialmente teniendo en cuenta que las señales eléctricas del cerebro suceden con relativa lentitud. El cerebro es como un procesador paralelo, que lleva a cabo varias operaciones al mismo tiempo de forma extremadamente rápida. Y que podemos decir de la consciencia.  La mayoría de los científicos concuerdan en que la consciencia surge de las cosas materiales, ya que estas generan pequeños cambios físicos en el cerebro que pueden alterar las experiencias subjetivas. Los mecanismos detrás de la consciencia pueden realizarse a varios niveles, y se cree que la masiva retroalimentación de los circuitos del cerebro son esenciales para crear la consciencia.

En el libro El símbolo perdido, el escritor Dan Brown, autor también de El Código Da Vinci, tiene a la masonería como telón de fondo para sus intrigas. Sin embargo, y por mucho que se critique la asociación de conceptos, también habla de la Noética, que será ilustrada en varias escenas del libro. Más, a pesar de esta unión de conceptos, masonería y noética, el famoso escritor pone al alcance del gran público una nueva idea: la noción de Ciencia Noética, un descubrimiento que resulta impactante y revelador para muchos, quizás, y un engaño para todos los que critican la falta de datos científicos comprobables de esta teoría noética. Es normal, ya que nos adentramos en un mundo etéreo y misterioso, en teoría más propio de la mística que de la ciencia. Pero tal vez la mística y la ciencia tengan más puntos en común de los que pensamos. Dan Brown dice de Katherine, la protagonista de su obra, que según parece se basa en un personaje real, que había heredado el gen científico y ahora era una destacada figura en una nueva e innovadora disciplina llamada ciencia noética. Los recientes descubrimientos que Katherine había hecho en el campo de la ciencia noética tenían ramificaciones en cualquier disciplina, desde la física a la historia, pasando por la filosofía o la religión. A este respecto debemos hacer referencia al mal de ojo, que es una creencia popular supersticiosa según la cual una persona tiene la capacidad de producir mal a otra persona sólo con mirarla. De esta persona afectada se dice que “le echaron mal de ojo”. Esta creencia está extendida por todo el planeta. Hay quienes dicen que lo del mal de ojo y las malas vibraciones  es mentira y otros afirman que es verdad. Esto nos sirve de introducción  a esta nueva ciencia llamada Ciencia Noetica, que estudia los efectos de los pensamientos y sentimientos de los seres vivos. La Noética, aclamada como una nueva Ciencia, trata de comprobar la repercusión que tiene la mente sobre el mundo físico, para así demostrar su poder. La ciencia noética explora el mundo interior de la mente y cómo se relaciona con el universo físico. Se trata de llegar a la naturaleza y las posibilidades de la conciencia, empleando para ello no sólo la razón y los sentidos, sino también, y en igualdad de condiciones, la intuición y el sentimiento.

A pesar de utilizar la tecnología más avanzada, los descubrimientos en el campo de la ciencia noética son mucho más místicos que las frías máquinas de alta tecnología con que se obtienen. La magia y el mito se van convirtiendo rápidamente en realidad a medida que se van obteniendo sorprendentes nuevos datos, todos los cuales confirman la idea fundamental de la ciencia noética, que es el potencial sin explotar de la mente humana. La tesis general es simple: «Apenas hemos rascado la superficie de nuestra capacidad mental y espiritual». Edgar Mitchell (Texas, 1930) es un escritor de varios libros sobre fenómenos paranormales y sobre ovnis, tras sus experiencias en el espacio como astronauta de misiones de la NASA, entre las que destaca la del Apolo XIV. Además, Mitchell nos interesa aquí por ser el fundador del Institute of Noetic Science (IONS). En 1971, al volver a la Tierra tras una de sus misiones, tuvo por primera vez una “intuición” o “revelación” sobre lo que era realmente el mundo y el lugar ocupado en él por el hombre que, como él mismo ha dicho, le transformaría en otra persona: “fui como un técnico, volví como un humanista”. Es a partir de entonces cuando crea el instituto IONS para desarrollar estudios sobre la conciencia. El IONS inicia su página web presentando la Noética con argumentos que sostienen que “una nueva ciencia está naciendo, una ciencia de la mente humana mucho más completa que la psicología”. Se trata del único ser humano en posesión de un doctorado que ha pisado la Luna. Mitchel denominaba su caso como un viaje desde el espacio exterior al espacio interior, en un intento por comprender la naturaleza de la conciencia y la relación entre el cuerpo y la mente, siendo la faceta psíquica una parte más de ese camino de comprensión. Los experimentos que se llevaban a cabo en instalaciones como el Instituto de Ciencias Noéticas (IONS) de California, o el laboratorio de Investigación de Anomalías en Ingeniería de Princeton (PEAR) habían demostrado categóricamente que el pensamiento humano, debidamente canalizado, tenía la capacidad de afectar y modificar la masa física. Sus experimentos no eran trucos de salón sino investigaciones altamente controladas, que obtenían, todas, el mismo resultado extraordinario: nuestros pensamientos interactuaban con el mundo físico, lo supiéramos o no, y efectuaban cambios a todos los niveles, incluido el mundo subatómico. Dicho en otras palabras: «La mente actuaba sobre la materia».
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En 2001, en las horas que siguieron a los dramáticos atentados del 11 de septiembre, el campo de la ciencia noética dio un gran salto adelante. Cuatro científicos descubrieron que cuando el dolor y el miedo ante esa tragedia unieron al mundo en el duelo, los resultados de treinta y siete generadores de eventos aleatorios repartidos por todo el mundo, de repente se volvieron significativamente menos aleatorios. Por alguna razón, la unicidad de esa experiencia compartida, la coalescencia de millones de mentes, había afectado la aleatoriedad de esas máquinas, organizando sus resultados y obteniendo orden del caos. Como aclaración, debemos decir que la coalescencia es la posibilidad de dos o más materiales de unirse en un único cuerpo. Este sorprendente descubrimiento tenía paralelismos con la antigua creencia espiritual en una «conciencia cósmica»; una vasta coalescencia de intención humana capaz de interactuar con la materia física. Recientemente, estudios sobre la meditación y la oración habían obtenido resultados similares en los generadores de eventos aleatorios, avivando la afirmación de que la «conciencia humana», tal y como la escritora noética Lynne McTaggart la describía, era una sustancia exterior a los confines del cuerpo, una energía altamente organizada y capaz de modificar el mundo físico. A este respecto debemos decir que hay considerables evidencias para sugerir que existe una plantilla de energía holográfica asociada con un cuerpo físico. Aquí hacemos una incursión en temas que aparentemente no tienen nada que ver con el cerebro, pero, como veremos, sí que la tienen. Este cuerpo etéreo es un cuerpo que se asemeja mucho al cuerpo físico sobre el cual está sobrepuesto. El cuerpo etéreo también acarrea información espacial de cómo se ha de desarrollar el feto en el útero y también información estructural para crecimiento y reparación del organismo adulto. Esta estructura energética funciona junto con los mecanismos genéticos celulares. El cuerpo físico está conectado y es dependiente del cuerpo etéreo para la orientación celular, en que el cuerpo físico no puede ser mantenido sin el cuerpo etéreo. Si el campo etéreo se distorsiona, pronto le seguirá la enfermedad física. Muchas enfermedades tienen su origen en distorsiones del campo etéreo que lo apoya. Este cuerpo etéreo está compuesto de material, pero es de una frecuencia y densidad diferente que la materia que compone el cuerpo físico. Pero no está completamente separado del sistema físico con el cual interactúa. Hay canales específicos de intercambio de energía, los cuales permiten que el flujo de información se mueva de un sistema al otro.

Estos canales han sido discutidos en la literatura oriental. La antigua teoría china considera que los puntos de la acupuntura en el cuerpo humano son puntos a lo largo de un sistema meridiano, no visible, que corre en lo profundo de los tejidos del cuerpo. A través de esos meridianos se pasa la información codificada. Ha habido una serie de estudios de la naturaleza anatómica del sistema meridiano en animales, que se llevó a cabo en Corea durante los años sesenta, por un equipo de investigadores, encabezado por el Profesor Kin B.Han. Los estudios histológicos de Kim del sistema tubular meridiano mostraban que parecía estar dividido en un sistema superficial y un sistema profundo. El sistema profundo está subdividido en varios otros subsistemas. El primero de estos sistemas meridianos profundos fue llamado el Sistema de Ducto Interno. Estos túbulos fueron encontrados flotando libremente dentro de los vasos vasculares y linfáticos, penetrando las paredes de los vasos en los puntos de entrada y salida. Se encontró que los fluidos dentro de estos ductos internos viajaban en la misma dirección que el flujo en el vaso en el que fueron descubiertos. En ciertas circunstancias, los fluidos conductuales fueron observados que fluyen en dirección opuesta. El hecho de que estos conductos penetren y dejen las paredes de los vasos indican que la formación de estos conductos es diferente, y quizás más temprana en el tiempo, que el origen de los sistemas vasculares y linfáticos. Los meridianos pudieran actuar como guías espaciales para el crecimiento y desarrollo de los sistemas vascular y linfáticos. Al desarrollarse los vasos, ellos crecen alrededor de los meridianos. Una segunda serie de túbulos fue caracterizada y llamada Sistema Intra-Externa de Conducto. Estos conductos se encuentran a lo largo de la superficie de los órganos internos y parecen formar una red que  es completamente independiente de los sistemas vascular, linfático y nervioso. Una tercera serie, conocida como el Sistema Externo del Conducto, funciona a lo largo de la superficie externa de las paredes de los vasos sanguíneo y linfático. Estos conductos también son encontrados en capas de la piel y son conocidos allí como al Sistema de Conducto Superficial. Es este último sistema superficial el que es más familiar para los expertos en acupuntura clásicos. La cuarta serie de túbulos, conocida como el Sistema de Conducto Neural, está distribuida en el sistema nervioso central y periférico. Se encontró que todos los ductos están interconectados, desde los sistemas superficiales hasta los profundos, de modo que la continuidad del sistema entero se mantiene.

Los varios sistemas conductuales están entrelazados por medio de la conexión a las terminales ductuales de los diferentes sistemas. Kim encontró que las terminales ductuales alcanzan el núcleo de las células del tejido. También, especiadas a intervalos a lo largo de estos meridianos, Kin encontró unas pequeños corpúsculos especiales. Estos corpúsculos en el Sistema Superficial Ductual parecen estar en correspondencia con los clásicos puntos de acupuntura y los meridianos del cuerpo. El líquido extraído de esos túbulos reveló altas concentraciones de ADN, RNA, aminoácidos, ácido hialurónico, dieciséis tipos de nucleótidos libres, adrenalina, cortico-esteroides, estrógeno y otras sustancias hormonales en niveles muy diferentes de aquellos ordinariamente encontrados en el torrente sanguíneo. Parece que hay una relación importante entre el sistema meridiano de acupuntura y la regulación endocrina del cuerpo físico. Durante los experimentos se ha visto que cuando los meridianos se separan, tiene lugar una seria degeneración vascular. También hubo un cambio en el tiempo reflejo, el cual fue prolongado más del 500 %. Los meridianos proporcionan un flujo especializado nutritivo a los órganos del cuerpo. Kim encontró que los conductos meridianos, en algunas especies, se forman dentro de las primeras 15 horas de la concepción. Esto sugeriría que el funcionamiento de los sistemas meridianos ejercen una influencia en la migración y orientación espacial de los órganos internos. Dado que los meridianos se conectan con el centro de control genético de cada célula, los meridianos también juegan un papel importante tanto en la réplica como en la diferenciación de todas las células del cuerpo. El doctor Harold Burr llevó a cabo experimentos trazando los campos eléctricos alrededor de los embriones en desarrollo. A través de su investigación, descubrió un eje eléctrico desarrollado en el óvulo no-fertilizado, que se corresponde con la futura orientación del cerebro y del sistema nervioso central en el adulto. La creación de tales ejes eléctricos forma una onda guía para el campo energético direccional, que proporciona la orientación espacial a las células en el embrión en desarrollo. También descubrió que el contorno del campo eléctrico de los embriones seguía la forma del adulto. Parecería, de la investigación de estos y otros científicos, que el sistema de meridianos forma una interfase entre los cuerpos etéreo y físico. Es el primer enlace físico entre ambos que se ha encontrado. Investigadores electrográficos han encontrado que cambios en los puntos de acupuntura pudieran preceder a cambios en la enfermedad física en el cuerpo, en horas, días e incluso semanas.
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Desde un punto de vista fisiológico, los chakras parecen estar involucrados en el flujo de altas energías, mediante específicos y sutiles canales de energía, hacia la estructura celular del cuerpo. A cierto nivel, parecen funcionar como transformadores de energía, encaminando la energía. Esta energía, a su vez, es transformada en cambios celulares hormonales y fisiológicos dentro del cuerpo. Parece haber, por lo menos, siete chakras principales asociados con el cuerpo físico. Anatómicamente cada chakra principal está asociado con un importante plexo nervioso y una glándula endocrina principal. También hay chakras menores implicados. Hay dos en las palmas de las manos, dos en las plantas de los pies y otro en el cerebro, asociado con partes de la médula. Cada uno de los siente chakras principales está también asociado con un tipo de funcionamiento de la psique. El aina o chakra de la frente está asociado con la clarividencia. Subjetivamente, es como si se abre una ventana en la oscuridad delante de uno, con los ojos cerrados. En esta ventana, que es brillante, se pueden ver cosas. Los chakras primarios se originan en el nivel del cuerpo etéreo. Los chakras están, a su vez, conectados uno con el otro y con porciones de la estructura física-celular, por medio de finos y sutiles canales, conocidos como nadis. Los nadis son diferentes de los meridianos, los cuales realmente tienen una contraparte física en los sistemas conductores. Los nadis representan una extensa red de energías, como fluidos, paralelas a los nervios corporales. Varias fuentes han descrito hasta 72.000 nadis o canales etéreos de energía en la sutil anatomía del cuerpo. Estos canales están entretejidos con el sistema nervioso físico. La disfunción en el nivel de los chakras y los nadis puede ser asociado con cambios patológicos en el sistema nervioso. El Dr. Hiroshi Motoyama, en Japón, ha presentado sus hallazgos, que confirman la presencia del sistema de chakras en los seres humanos. Su trabajo está descrito en Ciencia y Evolución de la Conciencia: Chakras, Ki, y Psi. Motoyama encontró que ciertos individuos podían conscientemente proyectar energía a través de sus chakras. Itzhak Bentov, un investigador de cambios psicológicos asociados con la meditación, ha confirmado los hallazgos de Motoyama respecto a la emisión de energía electrostática desde los chakras. El Dr. Valerie Hunt, de UCLA, usó equipo de medición más convencional en un estudio de los chakras y el campo de energía humano. Hunt encontró oscilaciones regulares, de alta frecuencia y ondas senoidales, viniendo desde esos puntos. La frecuencia normal de las ondas cerebrales es entre 0 y 100 cps (ciclos por segundo o hercios), con la mayor parte de la información ocurriendo entre 0 y 30 cps. En comparación, la frecuencia muscular sube hasta aproximadamente 225 cps y el corazón va hasta cerca de 250 cps.

Las lecturas de los chakras estaban en una banda entre 100 y 1600 cps, mucho más alta de lo que tradicionalmente irradia el cuerpo humano. Cada color del aura humana está asociado con un diferente patrón de onda, y estos patrones de onda fueron grabados por el Dr. Hunt en los puntos de los chakras. Cuando los colores, tales como “luz blanca”, fueron vistos en el campo del aura, la señal de frecuencia medida era de más de 1000 cps. Hunt plantea la hipótesis que este alto nivel de frecuencia es realmente un subarmónico de una señal de frecuencia original, la cual está en el rango de muchos miles de ciclos por segundo, como un subarmónico de la energía sutil original del chakra. El cuerpo astral está compuesto de materia astral, la cual es una sustancia sutil de incluso más altas frecuencias que la materia etérea. El conocimiento acerca de esta parte de la anatomía sutil humana ha sido enseñado desde las más tempranas dinastías egipcias. El cuerpo astral es otro componente del cuerpo multidimensional total, que está colocado sobre el cuerpo físico. Porque la materia astral existe en una banda de frecuencia que está muy por encima de la materia etérea y física, coexiste con y ocupa el mismo espacio que los otros dos. Según fuentes esotéricas, el cuerpo astral, así como el cuerpo etéreo, también tienen siete chakras principales. Al igual que los chakras etéreos, son transformadores de energía. Puesto que el cuerpo astral está implicado con la expresión emocional, los chakras astrales proporcionan una conexión de energía sutil por la que el estado emocional de una persona puede perturbar o realzar la salud física. Otro nombre para el cuerpo astral ha sido el cuerpo del deseo o cuerpo emocional. El miedo es una de las energías astrales dominantes. El grado en que las personas son afectadas por estos deseos y miedos es gobernado por la extensión y naturaleza de la expresión de la personalidad de uno en esta frecuencia. Los médicos consideran la expresión emocional humana como una característica de la actividad neuronal del sistema límbico dentro del cerebro. El sistema límbico es solo un sistema subsidiario a otros sistemas de más alta energía. Al contrario del cuerpo etéreo, que apoya y da energía al cuerpo físico, el cuerpo astral también funciona como vehículo de la conciencia que puede existir separada, y sin embargo conectada, con el cuerpo físico. La conciencia móvil del individuo puede interactuar con el ambiente por medio del cuerpo astral, mientras que el cuerpo físico está inactivo.

Los esfuerzos de investigación han establecido la presencia de la proyección astral de la conciencia. De hecho, algunas instalaciones subterráneas secretas tienen sistemas de seguridad que se extienden hacia el astral para detectar intrusión. Algunos de los sistemas de seguridad en los Sitios de Pruebas en Nevada y en Dulce tienen esta característica. La Base Dulce es un misterioso y ultrasecreto complejo subterráneo en USA, que se dice es un laboratorio genético. Parte de su investigación parece que está relacionada con los Efectos Generales de Radiación (Mutaciones y Genética Humana). Su investigación también incluye otras “especies inteligentes” o formas de Vida Biológica Alienígena. Los experimentos llevados a cabo en el Stanford Research Institute por los físicos Targ y Puthoff, en 1974,  obtuvieron una copia o repetición de la onda senoidal de frecuencia en un magnetómetro, durante la proyección de la conciencia. La evidencia de este y otros experimentos implican que el cuerpo astral puede crear disturbios electromagnéticos en energías de una octava armónica más baja, la cual puede ser medida por un equipo electrónico sensitivo. El dominio astral tiene ciertas propiedades únicas, una de las cuales es que los pensamientos astrales cargados emocionalmente tienen vida propia.  Ellos existen como campos de energía distintos o formas de pensamiento con formas, colores y características únicas. El primero de los cuerpos sutiles que se extiende hasta un rango de frecuencia más allá del cuerpo astral, es conocido como el cuerpo mental. El cuerpo mental es el vehículo a través del que se manifiesta el ser y se expresa el intelecto concreto. El cuerpo mental también tiene sus chakras correspondientes, que están ultimadamente vinculados a la forma física. En el nivel mental, las formas de pensamiento pueden representar puramente ideas mentales que un individuo está (o estará) procesando. Si el cuerpo mental está funcionando apropiadamente, le permite al individuo pensar claramente y enfocar energías mentales en las direcciones apropiadas, con fuerza y claramente. Sanando a una persona a nivel mental es más fuerte y produce resultados más duraderos que sanándola desde los niveles astrales o etéreos. Más allá de los campos mentales, está lo que se conoce como campos causales o cuerpo causal. El cuerpo causal es lo más cercano al Ser individual. El cuerpo causal está involucrado con las  áreas de las ideas abstractas y de los conceptos. La conciencia causal trata con la esencia de un tema, mientras que el nivel mental estudia los detalles del tema. El cuerpo mental mora entre las imágenes mentales obtenidas de sensaciones, y analíticamente razona sobre objetos concretos.

El cuerpo causal trata con la esencia de la sustancia y causas verdaderas detrás de la ilusión de la apariencia. La densidad causal es un mundo de realidades. A este nivel, ya no tratamos con emociones, ideas o concepciones, sino con la esencia y naturaleza subyacente del asunto en cuestión. Debido a los factores perceptuales limitantes del cerebro físico, la mente consciente está normalmente bloqueada a una referencia espacio-temporal. Esto se refiere al marco de referencia del tiempo en la Tierra. La proyección astral puede ser vista como la transferencia del sentido de las conexiones neuronales y del marco del tiempo fijo del cerebro físico hacia el vehículo astral de conciencia. El sistema nervioso autónomo permite que el cuerpo funcione normalmente, mientras la entidad individual está fuera de él. El estudio de las facetas ocultas del ser humano parece indicarnos que las limitaciones de nuestros cinco sentidos no son las que habitualmente creemos. Todo parece indicar que por cada uno de ellos podemos recibir señales que no siguen los cauces normales. Es como si pudiéramos ver y oír sin utilizar los ojos ni los oídos. Existen infinidad de teorías esotéricas que pretenden explicar estos hechos. Cada secta, cada doctrina, cada religión, los explica a su manera, y siempre aprovechando la oportunidad para apoyar gratuitamente sus hipótesis sobre las magnitudes ocultas que ellos defienden. No vamos a detenernos a estudiar todas las hipótesis que existen, pues se nos haría interminable, y seguro que nos dejaríamos alguna. Si hubiera algún acuerdo entre tanta teoría lo indicaríamos, pero, como el clásico desacuerdo en este tema se hace más notable que nunca, no vamos a perder el tiempo en hablar de ellas. Las percepciones extrasensoriales parecen generarse en el propio cerebro. Todo parece indicar que la materia gris destinada al sentido de la vista o del oído, por ejemplo, ve y escucha por su cuenta las señales que le llegan de otras zonas del cerebro. De esta forma cada sentido puede percibir señales que no le llegan a través de su órgano correspondiente, sino de la propia mente. Y con esto no se infiere que estas percepciones se produzcan exclusivamente en el individuo y no le lleguen también del exterior. Si decimos que somos capaces de sentir, de ver y de escuchar a nuestra propia mente, también estamos diciendo que podremos ver, sentir y escuchar también señales del inconsciente colectivo, dimensión psicológica apenas explorada y de la que no conocemos sus límites. Las limitaciones de las percepciones normales de nuestros sentidos están definidas científicamente, pero las limitaciones de las percepciones anormales, extraordinarias, extrasensoriales, no están en absoluto definidas. Éste es un terreno inexplorado, y, como tal, lleno de peligros.
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Estas impresiones extraordinarias de nuestros sentidos suelen ser insignificantes comparadas con las percepciones normales. De hecho, todas las personas tenemos algún tipo de percepción extrasensorial y no le damos apenas importancia. Pero, cuando no sólo se le da importancia, sino que se les presta especial atención, se pueden producir cambios importantes en la personalidad de los individuos. Una pequeña percepción extrasensorial puede cambiar toda una vida si el interés de la persona así lo propicia. Recordemos que el interés mantenido sobre algo puede cambiar el programa de selección de preferencias de nuestros cerebros, y algo muy insignificante puede cobrar prioridad absoluta si así lo queremos. Estas percepciones, si se toman con un interés proporcional al grado de sensaciones que habitualmente transmiten, no tienen porque producir importantes cambios en la personalidad. Pero, si nos empeñamos en otorgarle un interés extraordinario, podemos originarnos transformaciones importantes de dudosos efectos, pues la inseguridad en los resultados que vamos a obtener del desarrollo de estas facultades está garantizada. En los psiquiátricos acabaron muchas personas que se obsesionaron con estas percepciones anormales. Cualquier persona es muy libre de experimentar con su cuerpo o con su mente introduciéndose por terrenos inseguros y llenos de peligros. De hecho, si no hubiésemos actuado así a lo largo de la Historia, apenas habríamos salido de la Prehistoria. Lo que resulta intolerable en nuestro mundo moderno, donde tanto se defienden los derechos humanos, es que haya personas que estén sirviendo de conejillos de Indias sin saberlo. Por consiguiente, si no tenemos espíritu aventurero, y escuchamos pequeños sonidos que no nos entran precisamente por los oídos, o vemos tenues luces que no nos entran por los ojos, mejor no prestarles especial atención. A nuestro potente ordenador cerebral se le puede perdonar algún pequeño cruce de cables que perturbe un poco nuestra sensible percepción. Si por el contrario estamos dispuestos a desarrollar nuestra percepción extrasensorial, habremos de saber que pisaremos terrenos inexplorados, y si nuestro interés mantenido así lo propicia, podemos acabar convertidos en videntes que ven más con su mente que con sus ojos, y oyen más son su cerebro que con sus oídos. Y con el sentido del tacto, del gusto y del olfato puede suceder lo mismo.

Los agradables aromas celestiales o el olor a azufre del infierno no son afirmaciones gratuitas, sino que son experiencias extrasensoriales de aquellos que aseguraron visitar esos lugares. Otro tanto sucede con el gusto, en que sintonizar con un nivel agradable o desagradable de nuestro inconsciente puede dejarnos un buen o un mal sabor de boca. Y a través del sentido del tacto podemos sentir la presencia de esa entidad del más allá. Son muy pocos los casos en los que este tipo de percepciones llegan a ser importantes. La mayoría de las veces es el interés o la obsesión del propio individuo quien propicia su desarrollo, cuando no es un impulso vanidoso de sentirse diferente a los demás, elegido por los dioses para percibir lo extraordinario. Debemos insistir en la tremenda peligrosidad que implican las percepciones extrasensoriales. Si se quieren correr riesgos, adelante, pero siendo conscientes de que los estamos corriendo. Podemos hacer uso de toda la información que nos han dejado infinidad de videntes en sus inmersiones por nuestros misterios profundos. Cierto es que unos nos hablan de fabulosos tesoros encontrados a través de nuestra manera de percibir extraordinaria. No olvidemos los éxtasis de los místicos, auténticas orgías de sensaciones celestiales; pero no olvidemos tampoco a quienes cayeron en los infiernos y padecieron visiones y sensaciones tan horribles que acabaron enloquecidos. Mientras no abramos seguras autopistas por nuestro inconsciente que nos lleven allí donde queramos ir, todo aquel que se introduzca en el mundo oculto del ser humano está dispuesto a correr unos riesgos que en la mayoría de los casos no son compensados por los resultados obtenidos. Sin embargo, y a pesar de ello, muchas personas continúan adentrándose en su interior, poniendo un interés especial en ese tipo de percepciones, anhelando descifrar los sonidos que llegan de nuestro inconsciente, y pretendiendo reconocer alguna figura en las sombras de la espesura de nuestra mente. Este interés de escuchar algo más de lo que oyen nuestros oídos o de ver más de lo que ven nuestros ojos, hace que nuestro programa cerebral de selección de preferencias destine gran parte de nuestra inteligencia para descifrar y entender lo que nos llega a través de las percepciones extrasensoriales. Y aquí debemos resaltar la capacidad que tiene nuestro cerebro de mostrarnos una visión de la realidad diferente de la que nos llega por los sentidos, cuando se trata de procesar los datos que nos llegan a través de la percepción extrasensorial. Pero el riesgo de obtener una visión falsa de lo que estamos percibiendo es elevado.

Nuestra inteligencia es tan lista que, cuando le pedimos insistentemente que nos dé una visión inteligente de unas vagas impresiones que estamos recibiendo, intentará componer con esos datos un esquema inteligente que encaje en nuestro puzzle cerebral. Y, si lo consigue, nos dará la visión correcta; pero, si no lo consigue, se la inventará. Y los datos aportados por las percepciones extrasensoriales son tan difíciles de encajar en la lógica de nuestra inteligencia, que la mayoría de las veces nuestra mente ha de inventarse una visión personal de ellos para satisfacer nuestro empeño de entenderlos. De hecho, en este tipo de percepciones, las deducciones lógicas de lo que se percibe son formadas, más que por las propias percepciones, por las creencias de los individuos que las perciben. Esta facultad de fantasear de nuestra mente también se aplica a las percepciones que recibimos por nuestros sentidos, pero en un grado mucho menor, ya que la precisión de las leyes físicas de nuestro mundo, que percibimos por los cinco sentidos, no nos ofrecen mucho margen para la fantasía. Nuestra mente termina por aprender la fría realidad matemática de nuestro mundo tridimensional, aunque para ello haya necesitado tropezar varias veces en la misma piedra. Nuestro cerebro procurará mostrarnos una visión de la realidad lo más fiel posible de lo que le llega por los sentidos. Es de suponer que siempre procurará darnos una visión correcta de lo que tenemos delante de los ojos para evitar accidentes. Pero este duro y obligado aprendizaje no se da cuando se trata de obtener una visión de las percepciones extrasensoriales, ya que fuera de nuestra dimensión tridimensional no parece que existan leyes como las físicas, gobernando las realidades. Un ejemplo de ello lo tenemos en el mundo de los sueños, donde nuestra mente tiene libertad absoluta para mostrarnos cualquier tipo de realidad virtual. La creación de las características figurativas de la realidad onírica no implican dificultad alguna para nuestra mente, ya que cada noche creamos innumerables situaciones de realidad virtual. Una de las funciones más importantes de nuestro cerebro, y a la que se le presta muy poca atención, es su capacidad de crear escenarios de realidad virtual, mundos y personajes creados exclusivamente para protagonizar, en el teatro de nuestra mente, impulsos que no protagonizamos en nuestra realidad tridimensional.

Las características figurativas de estos escenarios y personajes son extraídas de nuestra memoria, consciente o inconsciente, elegidos entre aquellos escenarios y personajes que estén más identificados con nosotros y mejor puedan escenificar nuestras pasiones, los temores, conflictos, represiones, etc. Lo importante para nuestra mente es hacernos vivir nuestros impulsos psicológicos y realizarlos en los sueños. Y para ello elegirá un mundo y unos personajes que mejor puedan hacernos vivir esos impulsos. Y al actuar así no está actuando caprichosamente, sino que responde a las órdenes de nuestros impulsos personales y al programa de selección de preferencias. Y esto precisamente sucede cuando le ordenamos al cerebro que nos interprete y nos dé una explicación de las percepciones extrasensoriales, puesto que prácticamente estamos obligando a nuestro cerebro a que nos cree realidades virtuales. Y nos ofrecerá la visión más lógica para nosotros, la que nos resulte más creíble, la fantasía que mejor nos podamos creer. Buscará en nuestros patrones heredados culturales los materiales necesarios para crear un mundo esotérico o espiritual donde hará encajar las visiones y sonidos extraordinarios. Y esto no es un capricho de nuestra mente, sino que es el resultado de invitarla a darnos una visión precisa de unos datos tan imprecisos como son los que recibimos a través de la percepción extrasensorial. El ADN humano es como un super Internet biológico. Una investigación científica rusa explica fenómenos como clarividencia, intuición, actos espontáneos y remotos de sanación, la curación misma, técnicas de afirmación, las auras de luz alrededor de las personas, como en los maestros espirituales, tal como pude verse en múltiples pinturas, la influencia de la mente en patrones climáticos y mucho más. Hay evidencia, además, para un nuevo tipo completo de medicina en que el ADN puede ser influenciado y puede ser reprogramado con palabras y frecuencias, sin recortes invasivos, reemplazando genes individuales. Solamente el 10% de nuestro ADN se usa para construir proteínas. Es este subconjunto de ADN que es interesante para los investigadores occidentales y está siendo examinado y categorizado. El otro 90% es considerado “ADN basura“. Sin embargo, los investigadores rusos convencieron que la naturaleza no es tonta, y lingüistas y genetistas se unieron en una aventura para explorar ese 90% de “ADN basura“. Sus resultados, y conclusiones son absolutamente revolucionarios. Según ellos, nuestro ADN no sólo es responsable de la construcción de nuestro cuerpo, en base a un modelo, sino que también sirve como almacenamiento de datos y comunicación.
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Los lingüistas rusos encontraron que el código genético, sobre todo en el aparentemente inútil 90%, sigue las mismas reglas que todos nuestros idiomas humanos. Con este fin, ellos compararon las reglas de sintaxis (la manera en que se reúnen las palabras para formar frases y oraciones), semántica (el estudio del significado en formas de lenguaje) y las reglas básicas de gramática. Ellos encontraron que los alcalinos de nuestro ADN siguen una gramática regular y poseen reglas como nuestros idiomas. Así que los idiomas humanos no aparecieron por coincidencia, sino que son un reflejo de nuestro ADN inherente. El biofísico y biólogo molecular ruso, Pjotr Garjajev y sus colegas también exploraron la conducta vibratoria del ADN. Según opinan los investigadores rusos: “Los cromosomas vivos funcionan como computadoras solitonicas-hológrafas usando la radiación láser endógena del ADN“. Esto significa que ellos lograron, por ejemplo, modular ciertos patrones de frecuencia hacia un rayo láser y con él influenciaron la frecuencia del ADN, y de ese modo, la propia información genética. Puesto que la estructura básica de pares de ADN-alcalinos y el idioma tienen la misma estructura, no es necesario descifrar ningún ADN. ¡Uno puede simplemente usar palabras y frases del idioma humano! Esto, también, fue comprobado experimentalmente. La sustancia del ADN vivo (en el tejido viviente, no en el in vitro) siempre reaccionará a los rayos láser modulados con el idioma e incluso con ondas de radio, si se usan las frecuencias apropiadas. Esto explica final y científicamente por qué las afirmaciones, el entrenamiento autógeno, la hipnosis y la auto-aceptación pueden tener fuertes efectos en los humanos y sus cuerpos. Es completamente normal y natural para nuestro ADN reaccionar al lenguaje. Mientras los investigadores occidentales recortan genes individuales de los hilos de ADN y los insertan en otra parte, los rusos trabajaron con mucho entusiasmo en dispositivos que pueden influir en el metabolismo celular a través de frecuencias de radio y luz convenientemente moduladas y reparar así los defectos genéticos. El grupo de investigación de Garjajev ha tenido éxito demostrando que, con este método, los cromosomas dañados, por ejemplo, con rayos X, pueden repararse. Ellos hasta han capturado patrones de información de un ADN en particular y lo han transmitido a otro, reprogramando así células hacia otro genoma. De esta manera, por ejemplo, han transformado exitosamente embriones de ranas en embriones de salamandra, simplemente transmitiendo los patrones de información del ADN.

Así, la información completa fue transmitida sin ningún efecto secundario o desarmonías que se encuentran cuando se recorta o se reintroducen genes sueltos del ADN. Esto representa una increíble y sensacional revolución de transformar el mundo. Todo ello simplemente aplicando vibración y lenguaje en lugar del procedimiento del recorte. Este experimento apunta al inmenso poder de las ondas genéticas, que tienen una mayor influencia en la formación de organismos que los procesos bioquímicos de secuencias alcalinas. Los maestros esotéricos y espirituales han sabido durante mucho tiempo que nuestro cuerpo es programable a través del idioma, las palabras y el pensamiento. Esto ha sido ahora científicamente comprobado y explicado. Claro que la frecuencia tiene que ser la adecuada. Y esto es la razón de que no todos tienen éxito por igual o no pueden hacerlo siempre con la misma fuerza. La persona individual debe trabajar en los procesos internos y madurez para poder establecer una comunicación consciente con el ADN. Los investigadores rusos trabajan en un método que no depende de estos factores, pero siempre dará resultado, con tal de que se use la frecuencia correcta. Pero mientras más altamente desarrollada sea la conciencia de un individuo, habrá menos necesidad de cualquier tipo de dispositivo. Uno puede lograr estos resultados por uno mismo y la ciencia finalmente parará de burlarse de estas ideas y confirmará y explicará los resultados. Y no termina aquí. Los científicos rusos también averiguaron que nuestro ADN puede causar patrones perturbadores en el vacío, produciendo de este modo agujeros de gusano magnetizados. Los agujeros de gusano son equivalentes microscópicos a los llamados puentes de Einstein-Rosen, en la vecindad de agujeros negros (remanentes de estrellas gigantes rojas). Éstas son conexiones de túneles entre áreas completamente diferentes en el universo, a través de los cuales puede trasmitirse información fuera del espacio y tiempo. El ADN atrae estos pedazos de información y los pasa a nuestra conciencia. Este proceso de hiper-comunicación es muy eficaz en un estado de relajación. Estrés, preocupaciones o un intelecto hiperactivo previenen la hiper-comunicación exitosa o bien la información se distorsiona y se vuelve inútil. En la naturaleza, la hiper-comunicación ha sido aplicada exitosamente durante millones de años. El flujo organizado de vida en los estados de  los insectos lo demuestra. El hombre moderno conoce esto a un nivel mucho más sutil, como “intuición“. Pero nosotros, también, podemos recobrar su uso completo.

Un ejemplo de la naturaleza lo tenemos con las hormigas. Cuando una hormiga reina está espacialmente separada de su colonia, la construcción continúa fervorosamente y según el plan. Sin embargo, si la reina muere, se detiene todo el trabajo de la colonia. Ninguna hormiga sabe qué hacer. Al parecer, la reina envía los “planes de construcción” a distancia, vía conciencia grupal. Ella puede estar tan lejos como quiera, con tal de que esté viva. La hiper-comunicación del ser humano se encuentra más a menudo cuando uno, de repente, encuentra acceso a información que está fuera de la base del conocimiento consciente. Tal hiper-comunicación es, entonces, experimentada como inspiración o intuición. El compositor italiano Giuseppe Tartini, por ejemplo, soñó una noche que un diablo se sentaba a su lado en la cama tocando el violín. A la mañana siguiente, Tartini pudo anotar exactamente la pieza de memoria y la llamó la Sonata del Trino del Diablo. Durante años, un enfermero de 42 años soñó con una situación en la que él estaba enganchado a una especie de CD-ROM de conocimiento. Se le transmitió conocimiento comprobable en todos los campos imaginables, lo cual él podía recordar por la mañana. Había tal cantidad de información que parecía que una enciclopedia entera se le había transmitido por la noche. La mayoría de los datos estaban fuera de su base de conocimiento personal y alcanzaba detalles técnicos sobre los que él no sabía absolutamente nada. Cuando ocurre esta hiper-comunicación, uno puede observar fenómenos especiales en el ADN, así como en el ser humano. Los científicos rusos irradiaron las muestras de ADN con rayos láser. En la pantalla se formó un modelo de onda típica. Cuando ellos quitaron la muestra de ADN, el patrón de la onda no desapareció, sino que permaneció allí. Muchos experimentos de control demostraron que el patrón todavía llegaba desde la alejada muestra, cuyo campo de energía permanecía. Este efecto se llama ahora efecto ADN fantasma. Se conjetura que la energía desde fuera del espacio y tiempo fluye aún a través de los agujeros de gusano activados después de que el ADN se aleja. El efecto colateral, más frecuentemente encontrado en la hiper-comunicación en los seres humanos, son los campos electromagnéticos inexplicables en la cercanía de las personas involucradas. Los dispositivos electrónicos, como reproductores de CD y similares, pueden dejar de funcionar durante horas. Cuando el campo electromagnético se disipa poco a poco, los dispositivos funcionan de nuevo normalmente.
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Muchos sanadores y psíquicos saben este efecto en su trabajo. Mientras mejor sea la atmósfera y la energía, más frustrante es que el dispositivo magnetofónico deje de funcionar y de grabar exactamente en ese momento. Y el encenderlo y apagarlo después de la sesión aun no restaura la función. Sin embargo, a la mañana siguiente todo regresa a la normalidad. En su libro Inteligencia de red de computadoras, Grazyna Gosar y Franz Bludorf explican estas conexiones claramente. Los autores también citan fuentes que asumen que la humanidad en tiempos tempranos habría estado, como los animales, muy fuertemente conectada a la conciencia grupal, actuando como grupo social. Sin embargo, para desarrollar y experimentar la individualidad, nosotros, los humanos, tuvimos que olvidarnos casi completamente de la hiper-comunicación. Tal vez sea esto el famoso pecado original del Génesis, ya que se dice que en al paraíso había una perfecta comunicación entre el hombre y los animales. Y en muchos contactos ovni se ha experimentado que los supuestos alienígenas tienen muy desarrollada la hiper-comunicación y la conciencia grupal. Ahora que somos bastante estables en nuestra conciencia individual, podríamos crear una nueva forma de conciencia de grupo, en la cual logremos acceso a toda la información vía nuestro ADN, sin ser controlados remotamente sobre qué hacer con esa información. Ahora sabemos que de manera similar a  Internet, nuestro ADN puede alimentar su base de datos desde la red, puede acceder a datos de la red y establecer contacto con otros participantes en la red. La curación remota, la telepatía o “el sentir remoto” sobre el estado de parientes etc. puede explicarse de esta manera. Algunos animales también saben, desde lejos, cuando sus dueños planean volver a casa. Eso puede explicarse vía los conceptos de conciencia de grupo e hiper-comunicación. Cualquier conciencia colectiva no puede utilizarse con sensibilidad por un periodo de tiempo indefinido sin una individualidad distintiva. De otro modo, revertiríamos hacia un instinto primitivo de manada, fácilmente manipulable. La hiper-comunicación en el nuevo milenio significa algo muy diferente. Los investigadores piensan que si los humanos con plena individualidad recobraran la conciencia de grupo, tendrían un poder de crear similar al de los dioses, ¡alterar y formar cosas en la Tierra! Y la humanidad está acercándose colectivamente a una conciencia de grupo de un nuevo tipo. El cincuenta por ciento de los niños tendrán  problemas en cuanto vayan a la escuela. El sistema amontona a todos juntos y demanda que se ajusten al sistema. Pero la individualidad de los niños de hoy es tan fuerte que ellos rechazarán este ajuste, gestionando sus idiosincrasias de las maneras más diversas. Al mismo tiempo, más y más niños nacen con clarividencia. Para verlo podemos consultar el libro los Niños Índigo de China,  de Paul Dong.

Algo en esos niños está esforzándose cada vez más hacia una conciencia de grupo de nuevo tipo. Y ya no podrá ser suprimida. Como regla, el tiempo meteorológico, por ejemplo, es bastante difícil de influenciar por un solo individuo. Pero puede influenciarse por una conciencia de grupo (nada nuevo para algunas tribus que hacen sus rituales de bailes para que llueva).  El tiempo es influenciado fuertemente por las frecuencias de resonancia de la Tierra, llamadas frecuencias de Schumann. Pero esas mismas frecuencias también son producidas en nuestros cerebros, y cuando muchas personas sincronizan su pensamiento, o ciertos individuos (los maestros espirituales, por ejemplo), enfocan sus pensamientos en un modo parecido al láser, entonces, científicamente hablando, no es sorprendente que esto pueda influir en el tiempo meteorológico. Investigadores de la conciencia de grupo han formulado la sorprendente teoría de las Civilizaciones de Tipo I. Una humanidad que desarrollase una conciencia de grupo del nuevo tipo no tendría problemas medioambientales ni escasez de energía. Y si utilizase  su poder mental como civilización unificada, tendría control de las energías de su planeta. ¡Y eso incluiría las catástrofes naturales! Un teórico Tipo de Civilización II incluso podría controlar todas las energías de su galaxia. Siempre que muchas personas enfoquen su atención o conciencia en algo común, como la Navidad, un campeonato mundial de fútbol o un concierto de los Beatles, ciertos generadores de números al azar de computadoras comienzan a entregar números en orden en vez de al azar. ¡Una conciencia de grupo organizada crea orden!  Cuando un gran número de personas enfoquen su atención o conciencia en algo común, los potenciales de violencia también se disuelven. Parece como si aquí, también, se crea un tipo de conciencia humanitaria de toda la humanidad.  El ADN es, al parecer, también un superconductor orgánico que puede funcionar a la temperatura normal del cuerpo. Los superconductores artificiales requieren temperaturas sumamente bajas, de entre -200 y -140°C para funcionar. Como recientemente hemos descubierto, todos los superconductores pueden guardar la luz y la información. Ésta es una explicación extensa de cómo el ADN puede guardar información. Hay otro fenómeno vinculado al ADN y a los agujeros de gusano. Normalmente, estos pequeñísimos agujeros de gusano son muy inestables y sólo se mantienen durante pequeños fragmentos de segundos. Bajo ciertas condiciones, los agujeros de gusano estables pueden organizarse a sí mismos, y formar dominios distintivos de vacío en que, por ejemplo, la gravedad puede transformarse en electricidad.

Pero, ¿cuáles son las regiones del cerebro y qué función tiene cada una de ellas? El encéfalo humano ha sido descrito como el sistema más complejo conocido. Está compuesto por un entramado de glía, neuronas y vías nerviosas y es la parte más importante del Sistema Nervioso Central. Pero su compleja estructura y funcionamiento no significa que no podamos hacer una clasificación de las principales partes del cerebro. En los seres humanos, el encéfalo, o cerebro, es la parte del Sistema Nervioso Central que está ubicada al final de la médula espinal, dentro del cráneo. Es, en definitiva, el órgano gracias al cual podemos realizar las operaciones mentales más complejas y tener consciencia, es decir, tener sentido de nuestro yo. Justamente por eso dentro del encéfalo hay una gran cantidad de estructuras trabajando conjuntamente a una gran velocidad, hecho que hace que el funcionamiento del cerebro sea, aún a día de hoy, un gran misterio en muchos de sus aspectos. Para entender algo de lo que sabemos acerca de esta compleja maquinaria, es indispensable conocer las partes del encéfalo, es decir, el modo en el que las estructuras que lo componen pueden ser clasificadas. Podemos considerar un total de tres estructuras. Una es el rombencéfalo, que se trata de la parte superior de la médula espinal, que a lo largo del desarrollo del feto se irá transformando en las estructuras encargadas de realizar tareas indispensables para la supervivencia, como el control del ritmo cardíaco y de la respiración. Con el crecimiento del embrión humano se irá transformando en el cerebelo, el puente tronco-encefálico y el bulbo raquídeo. Por otro lado tenemos el mesencéfalo, que en los embriones humanos aparece justo encima del rombencéfalo, y se irá transformando en la parte medial del encéfalo, encargada también de realizar buena parte de las funciones básicas de supervivencia, pero que también actúa de puente entre las otras dos estructuras. Asimismo tenemos el prosencéfalo, que está situado en el extremo más alejado de la médula espinal y en el lado más cercano a la cara del embrión. El prosencéfalo es la formación que se irá transformando en las partes del cerebro que han aparecido más recientemente en nuestra línea evolutiva y que, por tanto, se supone que tienen que ver con el uso del lenguaje, la planificación y la búsqueda de soluciones creativas a problemas nuevos.

Ahora podemos ver los distintos componentes del encéfalo en los seres humanos completamente desarrollados. Es en este conjunto de órganos donde encontramos todas aquellas partes del cerebro que definen el modo de funcionamiento de nuestra mente. Podemos ver las partes del cerebro que se generan a partir del prosencéfalo, para luego pasar al mesencéfalo y al rombencéfalo. El telencéfalo es la parte del cerebro que es más fácil de ver a simple vista, ya que ocupa la mayor parte de la superficie del encéfalo. Sus componentes son la corteza cerebral, los ganglios basales y el sistema límbico. La corteza, o córtex, cerebral es una parte del cerebro que es rugosa y llena de pliegues. Cubre, por encima, el resto del encéfalo, y es el área en la que se integra la información necesaria para llevar a cabo los procesos mentales más complejos, ya que la información que llega a esta región ya ha sido procesada parcialmente por otras estructuras del cerebro. El córtex está dividido en dos hemisferios cerebrales, que son casi simétricos a simple vista, aunque a escala microscópica son muy diferentes. Además, cada hemisferio está compuesto por varios lóbulos del cerebro, cada uno de los cuales está más especializado en ciertos procesos mentales. Los lóbulos del cerebro son estos: Lóbulo frontal, Lóbulo parietal, Lóbulo occipital, Lóbulo temporal, e Ínsula. El segundo componente del telencéfalo es el conjunto formado por los ganglios basales. Estos son un grupo de estructuras situadas por debajo de la corteza cerebral y distribuidos de forma simétrica bajo cada uno de los hemisferios. Los ganglios basales son el globo pálido, el putamen y el núcleo caudado, que se ven complementados por una región a la que se conoce como sustancia negra. Los ganglios basales son las partes del cerebro que nos permiten realizar movimientos relativamente complejos y precisos de manera casi automática, tales como escribir, hablar, modificar nuestras expresiones faciales de manera voluntaria, etc. Por lo tanto, monitorizan de manera semiautomática el modo en el que realizamos diversas series de movimientos que ya hemos practicado antes muchas veces hasta llegar a dominarlos, y a la vez nos permiten aprenderlos bien.
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El sistema límbico es un conjunto de estructuras encefálicas cuyos límites son bastante difusos, ya que se mezcla con muchas partes diferentes del cerebro. Sus funciones están relacionadas con la aparición y regulación de las emociones y de las respuestas corporales que las acompañan. Es por eso que a veces se le considera “el cerebro emocional” en contraposición al “cerebro racional” que correspondería a las zonas ocupadas por la corteza (córtex) cerebral y especialmente el lóbulo frontal. Sin embargo, ni el sistema límbico ni el córtex pueden funcionar bien de manera independiente, y por lo tanto esta distinción entre zonas racionales y emocionales resulta muy artificial. El diencéfalo es la segunda gran estructura que forma el prosencéfalo, y está situado justo debajo del telencéfalo, en las profundidades del Sistema Nervioso Central. Las partes del cerebro que componen el diencéfaloson básicamente el tálamo y el hipotálamo. El tálamo es la parte más grande del diencéfalo, y es el núcleo en el que se integra inicialmente toda la información que nos llega a través de los sentidos, a excepción del olfato, que llega al cerebro directamente a través del bulbo olfatorio de cada hemisferio cerebral. El tálamo manda esta información a otras áreas del cerebro para que allí se siga procesando la información que ha empezado a sintetizarse en él, y además es capaz de hacer posible que el Sistema Nervioso Autónomo reaccione rápidamente ante estímulos que pueden significar la presencia de un peligro. El hipotálamo está situado justo debajo del tálamo, y se encarga principalmente de hacer que todo el organismo se encuentre constantemente en un estado de homeostasis, es decir, en equilibrio en todos los sentidos, como en temperatura corporal, niveles de hormonas en sangre, ritmo de la respiración, etc. Además, gracias a su capacidad para hacer que diferentes glándulas del cuerpo segreguen hormonas, nos induce a estados más o menos altos de estrés y activación general, dependiendo de lo que esté ocurriendo en otras partes del cerebro.

También es la estructura responsable de la aparición del estado de hambre y sed. El tronco del encéfalo, o tallo cerebral, es la parte del encéfalo que está más directamente conectada con la médula espinal, y también es la encargada de realizar las tareas básicas de mantenimiento de las funciones vitales, como la respiración involuntaria o el ritmo cardíaco. Está formado por las partes que evolucionan a partir del mesencéfalo y el rombencéfalo. Tal como ya hemos dicho, el mesencéfalo es la parte del tronco del encéfalo que queda justo debajo del diencéfalo. Se encarga de comunicar el tallo cerebral con las estructuras superiores y viceversa, y también interviene en el mantenimiento de procesos automáticos que nos permiten sobrevivir. Se divide en el tectum y el tegmentum. También podemos distinguir la estructura de la protuberancia, que también se conoce como puente de Varolio o puente tronco encefálico. Está situada justo debajo del mesencéfalo. Asimismo tenemos el bulbo raquídeo, que es la parte inferior del tronco encefálico, y sus funciones son muy parecidas a las de las otras dos estructuras de esta parte del encéfalo. Junto al bulbo raquídeo y la protuberancia, el cerebelo es la tercera gran estructura que evoluciona a partir del rombencéfalo. Además, el cerebelo y la protuberancia forman parte de una región llamada metencéfalo. El cerebelo es una de las partes del cerebro con una mayor concentración de neuronas, y entre sus muchas funciones la más estudiada es la regulación y monitorización de movimientos complejos que requieren una cierta coordinación. También tiene un papel en el mantenimiento del equilibrio al estar de pie y caminar.

Podemos distinguir diferencias entre la mente consciente, la mente inconsciente y la mente subconsciente. La ciencia ha logrado grandes avances en conocer la manera cómo funciona el cerebro humano. Y ha establecido una división de nuestra mente en tres partes, ya parece ser la teoría más aplicable a la vida real. Lo cierto es que, como seres humanos, hemos evolucionado para adaptarnos a nuestro entorno y al desarrollo de nuestra inteligencia. Pero el desarrollo humano, a diferencia de la mayoría de animales, fue principalmente intelectual, debido a que, gracias a nuestro intelecto, no necesitamos desarrollar tanto nuestro cuerpo como nuestra mente. Consideramos a la mente dividida en consciente, inconsciente y subconsciente, en que cada una de ellas tiene igual importancia en nuestro comportamiento y actitud. La mente consciente, es la más conocida de todas. Es en la que desarrollamos directamente la inteligencia y mediante la cual adquirimos los conocimientos. También podríamos denominar a la mente consciente, como la mente lógica o racional. Es la que nos permite tomar decisiones acertadas en determinados instantes, en base a las condiciones y el análisis que podamos realizar sobre ellas. La mente consciente es la que usamos para saber cómo hacer lo que vamos a hacer. Es con la que le prestamos atención a los detalles y con la que llevamos a cabo nuestras acciones. Usamos nuestra mente consciente, por ejemplo, para decidir si cruzar o no la calle, en base a si vemos o no tráfico en determinado momento. La mente consciente muchas veces hace uso de los recuerdos y las memorias almacenadas, por lo que tiende a desarrollar y mejorar sus habilidades con el tiempo. Pero lo más curioso es que mientras más se desarrolla conscientemente una habilidad, más se vuelve esta subconsciente y hasta inconsciente. Los caminos neuronales que componen la mente consciente, en general, son fuertes y vienen programados, no sólo desde nuestros antepasados a través de la genética, sino también desde nuestra infancia, a través de nuestros aprendizajes. Podemos decir, en definitiva, que es quizás la mente consciente la que percibimos como más activa en todo momento y con la que forjamos nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

La mente subconsciente, por su parte, es la mente emocional. Es aquella que se deja llevar por los gustos, los deseos y el corazón. Subconscientemente creamos fuertes enlaces neuronales hacia ciertas cosas o personas. Por ejemplo, intenta cambiar de lugar los libros en tu librería y verás cómo te tomará al menos unos días acostumbrarte a su nueva ubicación. Esto es debido a que la conexión neuronal se había fortalecido, y de manera subconsciente conocíamos su lugar, por lo que no teníamos que pensar conscientemente en dónde encontrar un libro. Es un ejemplo claro de que mientras más se realice y se mejore una acción conscientemente, más subconsciente se vuelve, en ocasiones incluso hasta llegar a convertirse en inconsciente. Pero no sólo ocurre con las acciones del día a día. Ocurre también con nuestros sentimientos. Cuando nos habituamos a estar con alguna persona, a intercambiar momentos valiosos y emociones, nuestra mente subconsciente va fortaleciendo sus conexiones neuronales hacia la otra persona y, posteriormente, puede llegar a surgir el amor y el afecto. Es por ello que es tan duro para una madre perder un hijo, porque la conexión es sólida como roca, y se empieza a crear desde la mismísima fecundación. Nuestra mente subconsciente es la encargada de obligarnos a llevar a cabo acciones que, en ocasiones, consideramos irracionales. Es por ejemplo la que nos impulsa a comprar cosas innecesarias en ocasiones, o la que nos hace sentir celos o ira. Es la encargada en sí, de nuestros sentimientos, pues es la mente que nunca olvida. A través de la mente subconsciente, se tiene acceso a todos los recuerdos que el cerebro ha almacenado. Si quisiéramos recordar conscientemente todo lo que hemos hecho en tu vida, lo más posible es que lo encontrásemos bastante complejo. Pero cosas que incluso creías que habías olvidado, las puedes recordar si logras tener un acceso a esa mente subconsciente. Como, por ejemplo, cuando hablamos con un amigo de experiencias pasadas.
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Estas conversaciones crean atajos a nuestros recuerdos almacenados en el cerebro, y los traen de vuelta mediante nuestra mente subconsciente. Es por esta mente subconsciente que podemos recordar cosas tan abstractas como sentimientos y hasta olores. Normalmente los vendedores logran comunicarse con nuestra mente subconsciente a través de la persuasión, a fin de crear en nosotros la necesidad o el deseo de compra. Y lo hacen de una manera que resulte atractiva e incluso amigable. Cuando un vendedor intenta vender su producto directamente a través de sus características y precio, lo que realmente está haciendo es comunicarse con la mente consciente. Pero no sólo las demás personas pueden comunicarse con nuestra mente subconsciente, sino que también nosotros mismos podemos hacerlo, aunque es un proceso un poco complejo. Existen ciertas técnicas que permiten incluso modificar nuestra manera subconsciente de pensar, lo cual puede resultar bastante útil cuando queremos alinear nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Nuestra mente inconsciente es la más primitiva de todas. Es aquella que almacena todas aquellas experiencias vividas por nuestra especie en sus millones de años de existencia. Es la encargada de gestionar cuestiones fisiológicas, tales como la respiración. Fácilmente puedes controlar de manera consciente tu respiración y aumentar, disminuir o detener su ritmo en cualquier momento. Pero cuando no lo haces, y estás ocupado en muchas otras cosas, tu mente inconsciente toma el control y te permite seguir viviendo. Cuando estás durmiendo, por ejemplo, no piensas en respirar, porque simplemente tu mente consciente está durmiendo. Está viviendo un trance que las otras dos mentes le imponen, con el objetivo de brindar descanso al cuerpo y, como recientemente se ha descubierto, consolidar memorias a largo plazo, que sería la verdadera función del dormir. La mente inconsciente es la que, por ejemplo, te hace cerrar los ojos cuando detecta algún peligro potencial acercándose a tu rostro. O la que mueve tus brazos para protegerte la cara cuando alguien intenta golpearte. En definitiva, es una mente reactiva y cuyos patrones de acción están determinados por situaciones y vivencias milenarias. Es también la encargada de hacernos sentir placer y dolor. Es esta la mente encargada de centrarnos en nuestra zona de confort y de alejarnos de los aspectos desagradables de la vida. A pesar de que también es posible comunicarse con esta mente y hasta cambiar su forma de dominar nuestras acciones, es la más compleja de todas. Debido a que sus funciones vienen determinadas por una genética increíblemente fuerte de muchos años de aprendizaje y error.

El dormir ocupa una parte importante de nuestro día y, si no lo hacemos, o nuestro sueño no es reparador, nos costará funcionar adecuadamente durante la jornada diaria. Todos soñamos, pero muchas veces no recordamos lo que hemos soñado. Los sueños son parte normal del dormir y parece que se originan en nuestro cerebro, el órgano más complejo de todo el cuerpo humano. Pero, ¿dónde se generan los sueños? Los sueños ocurren durante la etapa REM, o movimiento ocular rápido, del sueño, la más ligera y, en la que pasamos rápidamente entre el dormir y el estar conscientes.  En la etapa REM, la regulación entre dormir y despertar la realiza el sistema de activación reticular, un circuito que va desde el tronco cerebral, pasando por el hipotálamo, para llegar a la corteza cerebral. Es la corteza cerebral la encargada de generar los sueños, ya que se encuentra muy activa mientras estamos en la fase REM. De allí también salen los contenidos de nuestros sueños que, aunque parecen fantasiosos, se cree que normalmente provienen de nuestras propias experiencias. El hecho de que veamos imágenes al soñar reside en la actividad de la corteza visual. Otro sistema que se activa durante el sueño es el sistema límbico. Podríamos decir que nuestros sueños son una composición creada por diferentes partes de nuestro cerebro. Parece que el contenido de nuestros sueños se basa en nuestras propias experiencias, lugares y personas que conocemos, pero que quizá están enterrados en nuestros recuerdos. Aunque hay aspectos premonitorios en los sueños que todavía no han sido analizados convenientemente. El sistema límbico, que regula emociones, está activo mientras soñamos y, la amígdala, una estructura responsable de las sensaciones de miedo y ansiedad, aporta una parte. Por ello nuestros sueños pueden ser positivos o transformarse en pesadillas. Los sueños no suelen ser lógicos y hay una razón para ello. Las zonas menos activas del cerebro son las de los lóbulos frontales, justamente las encargadas del raciocinio. Por ello lo ilógico puede parecernos normal al dormir, pero extraño una vez que despertamos. Los sueños son producto de un trabajo conjunto de diferentes zonas del cerebro, aportando cada una de ellas alguna función específica. Dependiendo de su actividad, podemos tener un sueño agradable o sufrir de pesadillas.

Pero, ¿qué pasa en el cerebro mientras dormimos? tal como hemos dicho, descansar es fundamental para la salud. Pero cuando dormimos hacemos mucho más que descansar, ya que el cerebro fija los recuerdos y nos prepara para adquirir nuevos conocimientos. Una tarde de 1885, como tantas otras, el químico alemán Friedrich August Kekulé se quedó dormido junto a la chimenea. Llevaba tiempo tratando de descifrar la arquitectura de algunas moléculas y, si bien había conseguido dar con algunas, otras, como el benceno, se le resistían. Durante aquella siesta comenzó a soñar con átomos y moléculas, que se unían entre sí y formaban cadenas que se retorcían, giraban, y se entrelazaban. Una de esas cadenas adquirió la forma de una serpiente que se mordía la cola formando un círculo y giraba sobre sí misma a gran velocidad. Al despertar, Kekulé vio que acababa de dar con la solución al problema de la estructura química del benceno. Algo similar le ocurrió a Dmitri Mendeléyev, a quien un sueño le inspiró la tabla periódica de los elementos. Otro caso lo tenemos con el médico Otto Loewi, a quien el sueño le hizo dar con un experimento de neurociencia, gracias al cual acabó ganando el premio Nobel de Medicina. Pero la lista de sueños reveladores no se detiene ahí. Gandhi explicaba que la inspiración para comenzar su protesta pacífica para conseguir la independencia de India partió justamente de parajes oníricos. Aunque muchas veces los sueños parecen incoherentes, otras nos pueden conducir a resolver problemas. Durante siglos se creyó que al dormir, simplemente, el cerebro se desenchufaba y entraba en un tiempo muerto en el que no pasaba nada. Pero aquella explicación no parecía tener sentido evolutivo. ¿Por qué íbamos a tener que consagrar más de un tercio de nuestras vidas a dormir con la cantidad de cosas a que se podían dedicar durante estas horas? Además, ese estado semiinconsciente nos dejaba totalmente vulnerables ante posibles ataques. Además, todos los animales duermen. Algunos cerca de 20 horas al día, otros apenas tres o cuatro. Incluso los hay, como los delfines, que duermen primero con una mitad y luego con la otra del cerebro. Experimentos y estudios efectuados en las últimas décadas han arrojado luz sobre este tema. Ahora la ciencia sabe que dormir es crucial, tanto como comer. Sin dormir, moriríamos en pocos días y dormir poco o mal compromete nuestro estado de salud, nuestras emociones e incluso nuestras relaciones. Descansar bien es una especie de cura intensiva para el organismo, tanto desde el punto de vista físico, como psíquico y emocional.
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Con el sueño mejora nuestro humor, nuestro estado de ánimo, nuestro  sistema inmunitario, además de recargarnos de energía, e incluso nos permite tener mejor aspecto. El sueño también esclarece la mente, nos permite disfrutar de nuevas experiencias, adquirir información y dar con soluciones creativas. Es, además, la herramienta con que nos ha dotado la evolución para aprender. A finales del siglo XIX, el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus, al que ya hemos mencionado antes sobre la memoria, vislumbró por primera vez esa vida secreta nocturna de las neuronas. Tras varios experimentos y observaciones, apuntó la posibilidad de que quizás dormir servía para consolidar lo que habíamos aprendido durante el día, evitar que lo olvidásemos y prepararnos para aprender al día siguiente. Pero la comunidad científica inicialmente descartó esta idea. El cerebro, aseguraban, simplemente se apagaba. Un siglo más tarde, en la década de 1950, dos investigadores de la Universidad de Chicago, Eugene Aserinsky y Nathaniel Klietman, comprobaron esa teoría. Varios experimentos les permitieron demostrar que, durante el descanso, el cerebro sigue trabajando a toda máquina. Vieron que en determinadas fases del sueño, como la REM (movimiento rápido de ojos), se generaban ondas a gran escala, similares a las que se producían cuando estamos despiertos. Observaron, además, que grupos formados por miles de neuronas se activaban de forma sincronizada de una a cuatro veces por segundo durante la llamada fase de sueño lento. Parecía, pues, que el cerebro estaba de todo menos inactivo. Aunque no seamos conscientes de ello, el cerebro explora continuamente el entorno en busca de información provechosa. Recoge datos sin parar y los acumula para que luego puedan ser utilizados. Pero mientras dormimos se detiene esa captación de información y el cerebro se dedica a procesar todo aquello que ha ido adquiriendo en el día. Rastrea las memorias formadas recientemente, las analiza y las escudriña, descarta aquellas que considera irrelevantes, y potencia, refuerza y clasifica aquellas que nos pueden ser de utilidad en el futuro.

Ahora bien, cómo lleva esta tarea a cabo continúa siendo un misterio para la neurociencia. Sabemos que los recuerdos se forman al establecerse conexiones entre varios cientos, miles o incluso millones de neuronas, creando patrones de actividad. Esos patrones, cuando se reactivan, conducen a ese recuerdo, desde dónde hemos dejado las llaves del coche hasta cuándo ganó el Barça su última Copa de Europa. Es más, durante las horas de sueño no sólo se fijan los recuerdos, sino que también se diseccionan y se guardan sólo aquellos detalles considerados más relevantes. Para que eso suceda y podamos recuperar eficientemente el recuerdo, debe haberse fijado bien y las primeras horas, tras su adquisición, resultan cruciales. Al parecer, el cerebro almacena la información que va captando en el hipocampo, prominencia encefálica situada en la pared externa de los ventrículos laterales del cerebro, que funciona como una especie de memoria temporal. Y allí la mantiene hasta que decide si la elimina o la guarda. Mientras se encuentre en el hipocampo, deberá competir con otros muchos recuerdos por hacerse con un hueco, mediante una serie de sinapsis entre neuronas. Si el proceso falla y el recuerdo no se fija bien, tendrá interferencias y se mezclará con otros recuerdos. Y eso será un desastre, porque cada vez que tratemos de evocarlo, reactivaremos patrones neuronales similares y el recuerdo que obtengamos estará adulterado con otros recuerdos. Dormir es esencial para consolidar nuevos aprendizajes y se ha comprobado que se recuerda mejor después de un buen descanso. Estudios recientes con ratas han permitido constatar que en aquellos animales que habían aprendido a resolver un laberinto, la actividad de sus cerebros mientras dormían, durante la fase REM de sueño profundo, era muy similar a la que tenían cuando estaban aprendiendo a resolver el laberinto. Eso sugiere que los circuitos de aprendizaje podrían reforzarse durante las horas de sueño. De hecho, muchos músicos comprueban cómo, si practican una partitura particularmente difícil antes de ir a dormir, al levantarse por la mañana son capaces de interpretarla mejor. En un estudio del 2005, se monitorizó mediante tecnologías de imagen la actividad cerebral de pianistas que estaban tocando una partitura y se vio que se activaban regiones como el cerebelo izquierdo, el córtex motor, el hipocampo y el córtex prefrontal, todas ellas áreas encargadas de la rapidez y precisión de los dedos sobre el teclado. Y eran también esas áreas las que estaban más activas cuando los músicos dormían.

El cerebro volvía una y otra vez sobre las sinapsis que se habían establecido durante el aprendizaje para reforzarlas. De ahí que, al día siguiente, a los pianistas les fuera más fácil tocar aquella partitura. Y lo mismo ocurre con los estudiantes ante un examen. Los que estudian y luego descansan ocho horas, suelen obtener mejores resultados que los que pasan toda la noche en vela. Thomas Edison consideraba que dormir era una completa pérdida de tiempo. Y Napoleón se jactaba de que apenas necesitaba cerrar los ojos unas cuatro horas cada noche. Es cierto que algunas personas necesitan dormir más horas que otras. No obstante, los científicos coinciden en afirmar que, para un adulto, las horas de descanso aconsejables oscilan entre las siete y las ocho horas y media. Pero siempre que incluyan sueño REM. Dormir menos de lo que el cuerpo requiere puede comportarnos problemas a corto y largo plazo, porque estresamos a nuestra biología, que no está preparada para afrontar un déficit de sueño. De hecho, somos el único animal que duerme menos de lo que necesita voluntariamente. Hoy en día, hemos rebajado las horas que dedicamos al descanso respecto a generaciones anteriores, lo que consideran los expertos que se está convirtiendo en un factor de riesgo para que padezcamos determinadas enfermedades. Es más, los científicos empiezan a relacionar esta falta de horas de sueño con algunas epidemias, como la de obesidad. A corto plazo, dormir menos nos hace estar más impacientes, dificulta la concentración y nos hace ser menos eficientes en las tareas que realicemos. Además, obstaculiza el aprendizaje y la fijación de recuerdos. Sin el descanso apropiado, nuestros pensamientos son nebulosos, nos sentimos amodorrados y nos es más difícil razonar y hablar, puesto que el déficit de sueño afecta al lóbulo frontal, que está asociado al habla y al pensamiento creativo. Por si eso fuera poco, tenemos mala cara, ojeras, nos sentimos sin energía, ni humor y estamos más irritables y propensos al conflicto. A largo plazo, dormir poco o mal afecta profundamente a nuestra biología y puede afectar nuestra salud. De hecho, recorta nuestra longevidad. Afecta a los sistemas inmune y nervioso. Y diabetes, obesidad y problemas cardiovasculares son algunas de las consecuencias relacionadas con un descanso insuficiente. Mientras dormimos, el cerebro se encarga de deshacerse de los desechos metabólicos producidos durante el día. Sin descanso suficiente, no le damos tiempo a hacer limpieza.

La falta de horas de sueño desencadena la segregación de cortisol (hidrocortisona), que es una hormona esteroidea, o glucocorticoide, producida por la glándula suprarrenal. Se libera como respuesta al estrés y a un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre. Sus funciones principales son incrementar el nivel de azúcar en la sangre a través de la gluconeogénesis y ayudar al metabolismo de grasas, proteínas y carbohidratos. Además, disminuye la formación ósea. Varias formas sintéticas de cortisol se usan para tratar una gran variedad de enfermedades diferentes. En exceso, se relaciona con la grasa abdominal. También puede acabar alterando las funciones metabólicas, como el procesamiento y el almacenaje de carbohidratos. Entonces el cuerpo deja de metabolizar el azúcar bien, lo que aumenta el riesgo de que desarrollemos una diabetes tipo 2. La endocrina Eve van Cauter, de la facultad de medicina de la Universidad de Chicago, investiga el efecto del sueño sobre el organismo. En un experimento con jóvenes voluntarios, vio que si les restringía las horas de sueño a cuatro por noche, una semana más tarde los participantes ya estaban en un estado prediabético. Además, tenían mucho más apetito. “No dormir lo suficiente reduce los niveles de leptina, una hormona que suprime el apetito. Y, por el contrario, aumenta la cantidad de grelina, encargada de estimular el apetito”, señala José María Ordovás, uno de los mayores expertos en nutrición, director del Laboratorio de Nutrición y Genómica de la Universidad de Tufts (EE.UU.) e investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, en Madrid. De ahí que menos horas de sueño de forma continuada esté directamente relacionado con una tendencia a la obesidad. Existen más estudios que también relacionan el descanso inapropiado con enfermedades cardiovasculares, presión arterial alta y riesgo de infartos. Y en una investigación conducida por la Sociedad Americana de Cáncer, en la que participaron más de un millón de adultos, se vio que aquellos que dormían entre siete y ocho horas cada día tenían una tasa de mortalidad más baja que quienes dormían menos. Pero dormir más de la cuenta de forma habitual tampoco es beneficioso para el organismo. De hecho, todo lo contrario. Más de nueve horas diarias de sueño para un adulto conlleva tantos riesgos para la salud. Cuando dormimos, entramos en un estado de inconsciencia inusual, que se sale de los patrones habituales de búsqueda de soluciones, lo que puede ayudarnos a resolver problemas. Cada noche destinamos unas dos horas, en la fase REM, el sueño más profundo, a inventar historias. Gracias a las tecnologías de neuroimagen, se ha podido ver que las áreas del cerebro implicadas en los sueños son las asociadas a las imágenes visuales y a la percepción del movimiento. También algunas zonas del cerebro más profundas vinculadas con las emociones.
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En cambio, tal y como explica la psicóloga de la Universidad de Harvard Deirdre Barret, el córtex prefrontal dorsolateral apenas registra actividad durante el sueño. Y esta parte está relacionada con la acción deliberada, tal como la evaluación de lo que es lógico y socialmente apropiado. Barret ha investigado la función de los sueños, y en un estudio presentado en la Association for Psychological Science señala que son siempre muy visuales y contiene una línea argumental que resulta casi siempre ilógica. Para esta psicóloga, “el sueño es en realidad otra forma del pensamiento, una que tiene lugar en un estado ligeramente diferente al que posee esta función cuando estamos despiertos. Aunque estemos soñando, seguimos trabajando para resolver los mismos problemas que nos acosan cuando estamos con los ojos abiertos”. En 1972, un investigador de la Universidad de Standford, William Dement, les pidió a 500 de sus estudiantes que una noche dedicaran 15 minutos, justo antes de irse a dormir, a intentar solucionar una serie de rompecabezas, y que dejaran uno sin resolver para consultar con la almohada. Al día siguiente, de todos los estudiantes, 87 habían soñado con los rompecabezas y siete de esos lo habían resuelto en sueños. Neurocientíficos, como Deirdre Barret, apuntan a que quizás sea así debido a que las áreas que restringen el pensamiento a la lógica habitual y a aquello que nos es familiar apenas están activas al dormir. Eso permite que la mente explore otros caminos y que recurra a opciones no contempladas. Puede que ahí esté la clave de la creatividad y que los sueños sean una forma de adentrarse en ella. “Los científicos están viendo que la creatividad consiste en establecer conexiones donde nunca antes otros las han trazado”, indica Ricard Solé, físico e investigador de la Universitat Pompeu Fabra. Quizás, podríamos intentar consultar con la almohada un problema antes de dormir. Es posible que no ocurra nada y nos levantemos con las incógnitas con que nos acostamos. Pero quizás por la mañana encontremos la solución.

Crecemos pensando y creyendo que el mundo y la realidad en la que existimos en es algo tangible y físico, y que es así como se percibe. Pero las percepciones son entendidas tan subjetivamente que no reflejan una realidad objetiva, si tal realidad siquiera existe. Con los importantes avances en el conocimiento y la información obtenida por la raza humana en su historia más reciente, se están formulando cambios radicales en la forma en que se percibe la realidad. Cuando el universo una vez fue visto como un espacio vacío, con fragmentos de materia que se ven como una proyección holográfica derivada de una realidad primaria invisible a nuestros instrumentos biológicos y tecnológicos. La evidencia de una realidad holográfica se está volviendo muy evidente, demasiado para ser ignorada. Lo que da más credibilidad es que aquellos que han experimentado estados de conciencia más elevados de la realidad a través de la meditación o proyección astral, han estado planteando las mismas reflexiones. En una investigación realizada en 1982 en la Universidad de París, se descubrió que, bajo ciertas circunstancias, las partículas subatómicas, como los electrones, son capaces de comunicarse instantáneamente entre sí, independientemente de la distancia que los separa. De alguna manera cada partícula siempre parecía saber lo que hacía la otra. David Bohm, físico estadounidense, que hizo importantes contribuciones en los campos de la física teórica, la epistemología, y la neuropsicología, creía que estos resultados implican que la realidad objetiva no existe, que a pesar de su aparente solidez, el universo es en el fondo un fantasma, un gigantesco y espléndidamente detallado holograma. Dentro de un holograma todo está dentro de la parte. No importa cuántas veces se divide el conjunto, la parte siempre contendrá su totalidad. Así como las realizaciones de mayor conciencia muestran que cada parte, tan aparentemente pequeña o independiente, es también la realidad total y la fuente de la realidad misma. La deducción de los experimentos holográficos concluyen que la autonomía y la separación son una ilusión (maya) y que todo es uno. Si la aparente separación de las partículas subatómicas es ilusoria, significa que en un nivel más profundo de la realidad, todas las cosas en el universo están infinitamente interconectadas. Los electrones de un átomo de carbono en el cerebro humano están conectados a las partículas subatómicas que componen cada corazón que late y cada estrella que brilla en el cielo. La Unidad prevalece. En un universo holográfico, incluso el tiempo y el espacio ya no pueden ser considerados como fundamentales.

Debido a que conceptos tales como la ubicación se descomponen en un universo en el que nada es verdaderamente independiente de cualquier otra cosa, el tiempo y el espacio tridimensional, como las imágenes en los monitores de televisión, también tendrían que ser vistos como proyecciones de este orden más profundo. En su nivel más profundo, la realidad es una especie de super-holograma en el que el pasado, el presente y el futuro existen simultáneamente. El universo en tres dimensiones en que vivimos es el holograma creado a partir de una realidad primaria que está fuera del espacio y el tiempo, por lo que es una copia de algo “real“, por lo que tendría sentido que nuestro verdadero yo esté en otra realidad. Nuestra conciencia es nuestro yo real. La Conciencia es todo, y por lo tanto, no es nada, ya que todo lo existente es la conciencia. Un universo holográfico explica casi todas las experiencias paranormales y místicas. Las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) pueden ser explicadas por un universo holográfico, en el que la muerte es un cambio en la conciencia de una persona de un nivel del holograma de la realidad a otro. Los actuales modelos neurofisiológicos del cerebro son insuficientes y sólo un modelo holográfico puede explicar cosas como experiencias arquetípicas, encuentros con el inconsciente colectivo, y otros fenómenos inusuales experimentados durante los estados alterados de conciencia. Un modelo holográfico para el universo explica los sueños lúcidos, en los que esos sueños son visitas a realidades paralelas. Las sincronicidades pueden ser explicadas por el modelo holográfico. Nuestros procesos de pensamiento están mucho más íntimamente conectados con el mundo físico de lo que se pensaba anteriormente. Sincronicidad es un término acuñado por Carl Gustav Jung para describir la coincidencia significativa de dos o más sucesos cuyo contenido sea similar o igual y relacionados entre sí de una manera no causal. También las sincronicidades tienden a alcanzar su punto máximo justo antes de una nueva comprensión o conocimiento. La telepatía, la precognición, los sentimientos místicos de unidad con el universo, e incluso la psicoquinesia pueden explicarse mediante el modelo holográfico. La holografía puede explicar cómo nuestro cerebro puede almacenar tantos recuerdos en tan poco espacio. En realidad se calcula que nuestro cerebro puede almacenar 280 trillones de bits de información.

La holografía también puede explicar cómo somos capaces de recordar y olvidar, cómo somos capaces de tener memoria asociativa, cómo tenemos la capacidad de reconocer objetos familiares, cómo tenemos la capacidad para la transferencia de nuevas habilidades, cómo tenemos la capacidad de construir un mundo “allá afuera“, cómo podemos tener “sensaciones del miembro fantasma“, y cómo somos capaces de tener una memoria fotográfica. El cerebro en sí, por lo tanto, sería una proyección holográfica creada a partir de una realidad primaria fuera del espacio y del tiempo. Todas las realidades relativas son creadas por la conciencia que existe en relación a sí misma. Nosotros somos esa conciencia que existe en relación a sí misma e interactúa con ella misma. Ninguna de las cosas que percibimos como separadas tiene una existencia independiente, ya que todos son en realidad extensiones relacionales de la unidad subyacente de la conciencia. La realidad física es un producto de la conciencia. Pero la conciencia no es un producto de la realidad física. La conciencia, en el proceso de la reiterada y progresiva relación consigo misma, se convierte en la conciencia de la experiencia y, por lo tanto, crea la realidad física. Hay realizaciones con respecto a las que la naturaleza del universo sería una proyección holográfica, a través de la experiencia de la iluminación. Una vez que se experimenta la iluminación, se puede entender cómo funciona el universo holográfico, que parece ser, en efecto, muy real. Llegamos a una comprensión de que somos seres multidimensionales que existimos simultáneamente en muchos niveles de la realidad cuántica. No hay ninguna razón para molestarse sobre las cosas que suceden en la propia realidad física, que es la dimensión más baja de nuestra conciencia, porque todo es trivial en el gran esquema de las cosas. Centrándose en los aspectos específicos de la realidad, puede desviarse uno mismo de descubrir y darse cuenta de la razón por la que uno existe en estos momentos. La Realidad es un lugar misterioso y emocionante. Seamos todos exploradores de esta experiencia de vida.

Fuentes:

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  • Francisco J. Rubia – El Cerebro – avances recientes en Neurociencia
  • Javier Tirapu – Para qué sirve el Cerebro
  • Vilayanur S. Ramachandran – Fantasmas en el Cerebro
  • Marta Eugenia Rodríguez – Todo sobre el Cerebro y la Mente
  • Eduardo Punset – El Alma está en el Cerebro
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  • Maria Elena Torres – El Cerebro es holográfico y la realidad inexistente
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  • Giovanni B. Scuricini, Maria Luisa Scuricini – Cibernética e noética
  • María Lía Munilla Lacasa – Las claves históricas del símbolo perdido. Masonería y su misticismo esotérico. La ciencia noética y el poder de la mente
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  • Dana Zohar & Ian Marshall – SQ: Connecting with our spiritual Intelligence
  • Susan Blackmore – Consciousness: An Introduction
  • Robert Kuhn – Is Consciousness Definable?
  • Fuente
  • https://oldcivilizations.wordpress.com


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