“Seré un genio y el mundo me admirará. Quizá seré despreciado e incomprendido, pero seré un genio, porque estoy seguro de ello”. A la edad de quince años escribía el joven Dalí, con admirable frescura y lucidez en su diario. Ya en su adolescencia adoraba el artista los paisajes que se convertían en la atmósfera amada de toda su vida y también de la mayoría de sus pinturas.
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