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domingo, 26 de enero de 2014

Arte contemporáneo

La musa dormida



historia del arte
Las esculturas del artista rumano Constantin Brancusi han constituido notables aportaciones al desarrollo de las formas abstractas de expresión. En todas sus obras son visibles las fuentes de inspiración en la naturaleza, su interés por el cuerpo humano y, sobre todo, su rechazo por las tradiciones de la escultura figurativa académica.
Brancusi consideraba el Balzac de Rodin el punto de partida de la escultura moderna. Aunque las primeras obras que exhibió en París reflejaban el estilo del viejo maestro, pronto rechazó el pathos de Rodin y sus atormentadas superficies. Se dio cuenta de que para él "lo que es real no es la forma externa, sino la esencia de las cosas". Gradualmente fue descubriendo esa "esencia" en una forma ovoide hecha en piedra con el más alto refinamiento técnico y formal. Las diferentes versiones que realizó de la Musa dormida muestran esta búsqueda.
Brancusi rechaza todo lo que es accidental y buscará la forma pura, absoluta, hasta llegar casi a la abstracción. Obras como la Maiastra, La foca o Pájaro en el espacio son de una gran estilización y tienen un acabado pulimentado perfecto, es la forma pura que tanto anhelaba encontrar. Sin embargo, esta simplicidad no es sólo formal, sino también simbólica, porque busca imágenes arquetípicas, como El recién nacido, una de estas composiciones ovoides que remiten al origen de la vida.
Cuando llegó a París en 1904 era un escultor independiente con un camino muy innovador, personal y coherente. Formado en Bucarest en un naturalismo académico, en la capital francesa renunció a ello. Hacia 1907 rompió con estas preocupaciones tradicionales y se encaminó a la apreciación de la escultura arcaica y al interés por la talla directa.
Desde entonces, trató de penetrar a través de lo que consideraba las capas de la apariencia superficial de las cosas para buscar las formas esenciales y conseguir una belleza caracterizada por la reducción de los detalles. Una simplificación en la que llegó a las formas absolutas y perfectas a través de un respeto por la naturaleza de los materiales, que trabajaba artesanalmente hasta conseguir unas superficies lisas, pulidas, e inmaculadas.
A partir de 1906 realizó una serie sucesivas de obras con el mismo tema, la Musa dormida. En todas ellas se observa esta purificación refinada. La figura está representada simplemente a través de una estilizada cabeza ovoide.
El bloque, el cilindro y la pirámide componen el vocabulario elemental de la producción artística de Brancusi, hasta hallar su forma arquetípica más importante: la esfera ovalada. Se trataba de un ovoide dinámico y variable. En 1908-1909 realiza uno de sus primeros ejemplos de la Musa dormida, hoy en el Museo de Bucarest.
Ningún otro escultor del siglo xx retomó una y otra vez los mismos motivos como lo hizo Brancusi, de modo obsesivo y paciente, realizando diferentes versiones de mismo motivo en diferentes materiales: bronce pulido, en mármol negro, amarillo o azul y en alabastro. No se trataba, como él mismo dijo, de una cuestión de repetir la misma escultura, sino de un modo de avanzar.
En esta obra ya se aprecia su característica depuración de las formas, su obra se basa en el conocimiento del material, proponiendo la búsqueda de la esencia. En el Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou podemos apreciar una de sus musas, realizada en mármol hacia 1909-1910, con unas medidas de 27 X 30 X 17 cm.


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