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domingo, 26 de enero de 2014

Arte contemporáneo

El cinetismo y la escultura

                          
Nacido en Filadelfia dos años antes del fin de siglo y fallecido en Nueva York en 1976, Alexander o Sandy -como se le conocía familiarmente- Calder debe a su estatura de gigante bondadoso y al frescor comunicativo de todo lo que ha salido de sus manos el ser hoy uno de los más populares de los grandes de la escultura.
El taller de su padre -un escultor académico- lo fascinaba tanto como los tornos y máquinas elevadoras de la empresa de tala de bosques en la que trabajó más tarde. En 1926 llega a París, y allí nacerá, resultado de un encargo de una fábrica de juguetes de Filadelfia, el célebre Circo, contemporáneo de la Josefina Baker (1927) y de los primeros juguetes articulados. Del vientre de la Loba en alambre, Rómulo y Remo maman topes de puerta de caucho.


Calder va y viene de Nueva York a Montparnasse. Traba relación con Miró y, después, con Mondrian, e ingresa en el grupo abstraction-création. En 1932, en la Galerie Vignon, entre una treintena de obras suyas de espíritu constructivista figura su primer dispositivo oscilante realizado con varillas y bolas, con lunas y láminas metálicas recortadas en círculos o en cuadrados, que Duchamp bautizará con el nombre de mobiles. Calder surca el Atlántico y su obra se afirma desde Nueva York a Montparnasse. Entre 1934 y 1949, compone grandes objetos para colocar al aire libre, de aspecto más o menos animalista, que anuncian los futuros stabiles (esta vez, el término lo inventó Arp). Los años siguientes realizó joyas (1940) y las "constelaciones" (1943).


Apoyados en el suelo o suspendidos, y puramente aéreos a partir de 1933, los mobiles, al mismo tiempo diversifican sus formas y sus ritmos. Calder les incorpora brillantes colores, complica sin cesar el equilibrio imponderable de sus varillas, amplía enormemente sus dimensiones: el Pez de acero de 1934 ya medía tres metros de altura.
      

                                                                                    

Estas caprichosas flores de metal se estremecerán cada vez a mayor altura en el cielo de París (La espiral 1958, terraza de la UNESCO), en el de Bruselas para la Exposición Internacional de 1958 (La oreja giratoria), en los aeropuertos americanos. Por su parte, los stabiles (Araña, Oso hormiguero) despliegan en diversos lugares sus potentes arcadas. El soplete de González ha sido superado: Man (Montreal, 1966) fue recortado utilizando un arco eléctrico de 15.000°; el Sol rojo, de México (en el Estadio Olímpico), se eleva a 24 metros de altura. Variantes: los animobiles (1970), que esquematizan todo un zoológico gigante, y los stabiles-mobiles, en los que se combinan gracia y robustez, los dos polos del genio de Calder.

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