Arte del sudeste asiático
Cabeza de Jayavarman VII (Museo Real, Phnom Penh). Las características estéticas del fin del arte khmer quedan sintetizados en este retrato del último de los monarcas, de finales del siglo XII, en el que se mantiene y se potencia la serenidad de la mirada y la sonrisa plácida del representado. De 41,5 cm de estatura, fue realizado en piedra cincelada con extremada finura y sensualidad para incitar a sus seguidores a acariciarle el rostro para dejarse impregnar por los sentimientos del soberano.
De este modo, jamás los reinos hindúes practicaron una colonización política; la religión, la cultura y la lengua de la India se difundieron al ritmo de los contactos comerciales y de los viajes de sus mercaderes. La poderosa influencia intelectual de la cultura hindú, sin que nunca fuese utilizada la fuerza, impuso el sánscrito como lengua sagrada, de la literatura y de la corte de esos países, mientras el pueblo seguía hablando las lenguas locales.
A lo largo de este capítulo se centrará la atención, sucesivamente, en la civilización khmer que se desarrolló en el territorio de la actual Kampuchea (Camboya) desde fines del siglo VI hasta principios del siglo XIV, en el arte de la isla de Java, por las mismas fechas, y en el arte de Tailandia, país de los tai, a partir del siglo XIV.
Arte y cultura de los kmher
El arte del pueblo khmer, que se desarrolló hasta la invasión de los tai llegados desde el Norte hacia el año 1300, es dividido por los especialistas en tres períodos denominados arcaico, clásico y barroco. De este modo, la primera de estas épocas se afirma antes de la mitad del siglo VII, bajo el reinado de Ishavarman I, que fundó la capital del reino en Sambor. Allí, en esta antiquísima urbe, existen restos de templos de planta cuadrada, la mayoría de ellos construidos en ladrillo, con torres poligonales que recuerdan los sikhara que se encuentran en la India. Pero la influencia más clara del arte hindú, especialmente de la India gupta, se aprecia en la escultura, que ofrece estatuas de Buda sumamente parecidas a las gupta de Sarnath y una célebre figura de Lakshmi, conservada en el Museo de Phnom Penh, que se la puede considerar el prototipo de las figuras femeninas que se esculpieron durante el primer estilo khmer. Esta estatua deriva directamente del canon indio de belleza femenina, y la serenidad y sonriente plenitud del rostro hacen de ella una visión inolvidable.Hacia el final del período arcaico se sitúan las construcciones de Jayavarman II (802-854), príncipe que había vivido en la corte de los Sailendra, de Java, y que regresó a su país impregnado de cultura javanesa (su reinado es contemporáneo de la obra maestra del arte de Java, el templo de Borobudur al que se hará referencia más adelante) y seguramente deseoso de imitarla. El reinado de este príncipe se muestra especialmente relevante desde el punto de vista artístico porque al parecer se inventó durante su época de gobierno la fórmula que constituye el rasgo más característico de la arquitectura khmer: el templo-montaña. En efecto, el magnífico templo de AkYum, en el Baray occidental, es como una pirámide de ladrillo de tres pisos, de tamaño cada vez más reducido, coronada por cinco torres dispuestas al tresbolillo.
Llegamos ahora al período clásico, que se inició a finales del siglo IX, bajo el reinado deYashovarman I (889-910), y se prolongó hasta mediados del siglo XII. Jayavarman II (h. 800-850) y Yashovarman I (899-900) fundaron Angkor, la mundialmente célebre capital del reino khmer descubierta en la jungla de Camboya por el explorador Mouhot el año 1860, y construyó un gigantesco lago artificial, el Baray oriental, de siete kilómetros de largo por 1.800 metros de ancho, para aprovisionamiento de la ciudad y regadío de sus arrozales. En el centro de esta gran superficie de agua había una colina, el Phnom Ba-kheng, sobre la que se erigió un templo-montaña de cinco terrazas superpuestas en forma de pirámide de 13 metros de altura, coronada por cuatro torres en los ángulos y una en el centro.
Unos años más tarde de la construcción de la citada ciudad de Angkor, se construyó el templo de Banteay Srei, en el año 967, que, hecho que constituye toda una excepción en el arte khmer, no está ligado al nombre de un rey. Efectivamente, en este caso, el templo recuerda con su nombre la figura de un importante personaje del pueblo khmer, el brahmán Yajnavaraha, Sivaíta ferviente, cuya inmensa cultura estuvo sostenida por una curiosidad insaciable. Situado a 20 kilómetros al noroeste de Angkor, el templo de Banteay Srei revela la personalidad de su fundador en cada detalle. Formado por varios recintos cuadrangulares concéntricos en los que se abren los típicos pabellones de acceso, fascina sobre todo por las mil pequeñas figuras que se retuercen entre el follaje de los arquitrabes y la decoración. Los muros cincelados como joyas en la piedra arenisca rosada sostienen frontones de un perfil originalísimo. Estos frontones contienen relieves narrativos con personajes que ilustran episodios de la leyenda sagrada.
Pero el momento culminante del segundo estilo khmer, el que corresponde al período clásico, lo constituye el reinado de Suryavarman II (1113-1150), el rey que edificó Angkor Vat, el enorme templo de inspiración visnuísta que cubre una superficie de 200 hectáreas. Aparte de la monumen-talidad del templo y de los ricos detalles decorativos que lo adornan, como se verá seguidamente, éste sirve simultáneamente de sepulcro a su fundador, razón por la que está orientado hacia el sol poniente. Su recinto exterior, de forma rectangular, mide 1.000 metros de largo por 800 de ancho. Las puertas, cubiertas por pabellones monumentales, se encuentran en los extremos de los ejes de cada uno de los rectángulos que constituyen los sucesivos recintos. Las torres de Angkor Vat son sikharas parecidos a los del norte de la India, pero cuya planta cuadrada se convierte en una sección estrellada antes de iniciarse la curvatura de sus aristas que confiere a estas torres el característico perfil en forma de obús.
Borobudur, construido hacia el año 850, es, con el Bayón de Angkor Thom, que se ha reseñado al estudiar el arte khmer, el mayor templo budista del mundo. Por otro lado, cabe destacar que este imponente templo fue levantado cuando ya esta religión desaparecía bajo los avances del neobrahma-nismo en su patria de origen, la India. Borobudur es un templo grandioso que no tiene interior; es -en realidad- una colina artificial construida en traquita gris de gran dureza, como un stupa desarrollado, multiplicado hasta el infinito. Su forma general es la de una pirámide escalonada de nueve terrazas superpuestas, las seis inferiores, cuadradas y las tres más altas, circulares. Una escalera atraviesa cada fachada de la enorme pirámide y conduce a la plataforma superior que tiene en su centro un enorme stupa. Sobre las tres terrazas circulares se hallan 72 stupas pequeños, en forma de campana.
Y encima de las nueve terrazas de Borobudur se encuentra uno de los tesoros más importantes de este descomunal templo, los centenares de estatuas de Buda en las que es visible la influencia gupta de las figuraciones de Sarnath. Todas estas representaciones de Buda se muestran muy hermosas y elegantes -impresionantes por lo que se ha llamado su "naturaleza espiritualizada"- y pueden agruparse en seis tipos diferentes. Así, el último de esos seis tipos, situado en la terraza más alta, realiza con sus manos el gesto de la Enseñanza.
Por otro lado, por si no fuera poca riqueza plástica la multitud de esculturas de Buda, vemos en los muros de las terrazas que éstos aparecen decorados por más de dos mil altos relieves que representan una longitud de seis kilómetros, todos ellos admirables de armonía, equilibrio y claridad. De esta forma, el peregrino que visitaba este magnífico y deslumbrante templo podría seguir toda la vida de Buda. Así, estos relieves eran mucho más que una obra de arte, pues tenían una función narrativa y pedagógica ya que permitían conocer las vicisitudes de Buda con sus piadosos incidentes y temas fantásticos, mientras el peregrino recorría lentamente las terrazas cuadradas, elevándose hacia las plataformas circulares superiores donde se hallan plasmadas las formas místicas de la gnosis búdica.
El tercer y último período del antiguo arte javanés se desarrolló en el este de la isla durante un prolongado lapso de prácticamente cuatro siglos, los que van desde los siglos X al XIV, y en la contigua isla de Bali, ya en el siglo XV. Es una época en la que el arte de Java se va haciendo cada vez más autóctono e incrementa progresivamente las características locales, indígenas. Sus monumentos fundamentales son el templo de Prambanan, de los primeros tiempos de este período artístico, pues es del siglo X, dedicado a Shiva, y el grupo de templos de Panata-ram, edificados ya con posterioridad, hacia 1370. Observando las obras de arte que se han conservado a pesar del paso del tiempo se hace evidente que en las creaciones de este período hay menos belleza y profundidad que en las gloriosas obras maestras de Borobudur. De todos modos, esta falta de belleza queda, por otro lado, compensada porque hay en ellas quizá más intimidad, variedad y originalidad. En el siglo XV, con la instauración del Islam en Java, queda cortado el desarrollo del antiguo arte javanés.
Finalmente, debemos referirnos al arte de Tailandia, país dominado por los khmer hasta el siglo XIII, fecha en que llegaron los tai, tal vez originarios del Yunnan (en los confines del Tonkín superior) que dieron su nombre actual al país. En el siglo XIV fundaron la ciudad de Ayuthya, su capital hasta 1767, año en que fue destruida por los birmanos. Durante el período de Ayuthya se creó el tipo de tejado en forma de cono elevado y estrecho que cada vez fue estilizándose más, como una flecha. Otra característica tailandesa aparece también en este período: un inmenso pedestal sobre el que se colocan los templos, para que éstos tengan mayor altura.
Como acabamos de señalar, en 1767, la que era la capital de Tailandia hasta ese momento, Ayuthya, fue arrasada completamente por los birmanos y, por lo tanto, se hizo necesario buscar una nueva ubicación en la que establecer la capitalidad del país. De este modo, la capital se trasladó a la ciudad de Bangkok. Con ello se inició la última fase del estilo tai que se prolongó hasta finales del siglo XIX. Son característicos de este período los palacios y templos de Bangkok con una abundante utilización de la madera pintada y dorada. Los hastiales y frontones de los tejados terminan en llamas y cuernos que son un lejano recuerdo de la serpiente Naga, y los colores vivos y claros crean una suntuosa decoración en la que la influencia china es evidente.
Templo Real de Wat Phra Keo, Bangkok. En este monasterio tai se custodia una venerada figura del Buda Esmeralda, trasladado a la ciudad en 1782 desde un origen ignoto que sólo las personas de alma más pura podían llegar a conocer para no permitir que nadie osara pisar aquel suelo sagrado. Para no escatimar en proteger simbólicamente la estatua se la sentó en un trono empinadísimo y se apostaron unos gigantescos guardianes de gesto terrible en la estatua a la entrada. En su honor se celebran en cada estación unas aclamadas ceremonias populares.
Angkor Vat
Desde el siglo IX y hasta el siglo XV, durante más de 600 años, el Imperio khmer constituyó una gran cultura, cuyo centro, la capital, era la ciudad de Angkor. La civilización khmer alcanzó su cénit con la construcción del palacio funerario de Angkor Vat, o Monasterio de Angkor, dedicado para honrar a su divinidad predilecta, el dios hindú Vishnu.
El rey Suryavarman II, quien reinaría entre 1113 y 1150, fue el soberano más poderoso de este Imperio. A pesar de su corto tiempo como monarca, levantaría maravillosas y misteriosas estructuras en lo más profundo de la selva camboyana.
La fama del arte khmer está ligada en gran parte al complejo de Angkor Vat, considerada la ciudad de los dioses, cuyo templo fue construido en un período de más de treinta años y es el mejor conservado de todos los que integran el conjunto. Alzado en grandes bloques de piedra, evitando así los materiales perecederos como la madera, se yergue todavía hoy como símbolo de su pasada grandeza.
El templo, levantado en la parte sudoriental de Angkor, es de grandes proporciones y combina estanques, jardines, galerías hipóstilas y edificios torreados cuyos muros se cubren de exquisitos altorrelieves figurativos. Se sitúa sobre un área rectangular delimitada por una fosa de 200 metros de ancho, que probablemente servía tanto como depósito para abastecer la población, como para el palacio, que albergaba el interior del recinto sagrado.
El complejo está delimitado por una acequia a la que llegaban las aguas del Siemreap por medio de una canal. Un camino flanqueado por balaustradas adornadas con motivos de serpientes (naga) conduce a la puerta principal, orientada hacia Occidente, del recinto, que reproduce, a escala reducida, la fachada del templo. La torre central tiene a los lados dos alas de galerías que terminan en una torre más pequeña. Las galerías están sostenidas por columnas que se reflejan en el agua.
Dentro del recinto se encuentra el templo, una pirámide de tres terrazas superpuestas, cada una de las cuales está cercada por una galería animada con torres y pabellones. Tres escalinatas sobre el lado occidental desembocan en tres galerías sostenidas por pilares, y conducen, a cubierto, hacia las tres escalinatas de la segunda terraza.
La forma escalonada simboliza el monte Meru, el lugar tradicional de los dioses de la India. La obra está construida con un estudio perspectivo extraordinario, por lo que la altura de las tres terrazas parece aumentar a medida que se sube, y cada una de ellas está desplazada de modo tal que la estructura no cause la impresión, de estar inclinada hacia el espectador que se decide a subir.
El gigantesco templo, compuesto por la galería escalonada presidida por cinco torres, resalta por su nivel artístico y viene a ser la culminación de todo el desarrollo arquitectónico de la zona de Angkor, que en 1992 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Realizada en granito, esta obra maestra de la arquitectura camboyana constituye una de las muestras de arte khmer más maravillosas de la primera mitad del siglo XII.
Los kmher; del reino de Funan a la actualidad
A pesar de lo lejana que queda ya la época de esplendor de la civilización khmer, ésta ha podido conservar sus principales signos de identidad, y, en especial, su lengua, que hoy día es el idioma oficial de Camboya. La historia de este pueblo está ligada al antiguo reino de Funan, que ocupaba parte de la actual Camboya, pues éste era una importante zona de tráfico comercial entre la India y China, lo que provocó que, a falta de un poder militar que garantizara el supervivencia de Funan, los khmer se hicieran con el control del territorio.Ya en tiempos de Jayavarman II (circa 800-850) y Yashovarman I (899-900), la capital khmer quedó establecida en Angkor, y prácticamente desde los inicios de su andadura como estado independiente los conflictos con los pueblos vecinos se convirtieron en una constante.
Tras unos años de práctica inamovilidad de las fronteras, Jayavarman Vil consiguió un importante éxito al conquistar el estado de Champa; se alcanza así el siglo XIII, época de esplendor de los khmer, aunque posteriores gobernantes quisieron realizar una serie de transformaciones religiosas que buena parte de la población no aceptó, provocando una serie de revueltas populares que aprovecharon otros estados, como el reino de Siam, para asediar a los khmer y acelerar su ya inevitable decadencia.
En la actualidad, prácticamente el 90% de la población de Camboya desciende de los khmer. Y este país ha conocido en las últimas décadas largos períodos de conflictos debido a una sangrienta guerra civil, la barbarie represiva de Pol Pot y los khmer rojos y una democracia con evidentes deficiencias.
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