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lunes, 3 de febrero de 2014

Fernando Botero: Icono del arte contemporáneo

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Fernando Botero

Fernando Botero Angulo nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, Antioquia, Colombia
Pintor, escultor y dibujante es sin duda, el artista vivo nacido en América latina más cotizado actualmente en el mundo. Convertido en icono universal del arte, su vasta obra es reconocida por niños y por adultos en cualquier parte del mundo.
Su estilo figurativo, denominado por algunos como “Boterismo”, le da a sus obras una identidad inconfundible y conmovedora a la vez.
Desde sus inicios, Botero ha recurrido a escenas costumbristas, inicialmente, con una pincelada suelta de colores oscuros (con ocasionales contrastes fuertes) cercana al expresionismo y, desde finales de los sesentas, ha recurrido a una pincelada cerrada, con figuras y contornos más definidos.
En 1944 comienza a asistir a la escuela de toreo de la plaza de La Macarena de Medellín, para cumplir con los deseos de un tío suyo que ignoraba de las aptitudes y deseos que Fernando tenía para la pintura.
Tras un percance con los toros, los abandonó definitivamente. De esta época es su primera obra, una acuarela de un torero. Realizó su primera exposición en Medellín en 1948.
Realiza ilustraciones para un periódico local, tras lo que es expulsado de la academia donde estudiaba, ya que esos dibujos fueron considerados obscenos. Se traslada a Tolú, donde continua pintando.
En 1951, se instala en Bogotá, ciudad en la que contacta con los intelectuales colombianos más notables en ese momento.
Ese mismo año, Botero expone en dos ocasiones consecutivas en la galería Leo Matiz; una de ellas, el IX Salón de Artistas Colombianos organizado por la Biblioteca Nacional de Colombia, le otorga el premio del Salón.
Con el dinero que recibe del premio y la venta de alguna de sus obras, en 1952 viaja a Europa, instalándose en Barcelona inicialmente y a continuación en Madrid, inscribiéndose en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, visita con frecuencia el Museo del Prado y estudia las obras deFrancisco de Goya y Diego Velázquez.
En 1953 pasa el verano en París con el cineasta Ricardo Irragarri, y con él se traslada a Florencia. En 1955 regresa a Colombia y expone en Bogotá las obras realizadas en Europa, siendo un fracaso rotundo de crítica, su estilo chocó con el que en ese momento estaba de moda en su país, el de la vanguardia francesa.
Tras casarse, se traslada a México en 1956, y es aquí donde Botero descubrió y jugó con el volumen de los cuerpos. Un año más tarde, expuso por primera vez en Nueva York, donde por fin el éxito comenzó a acompañarle.
Logró intensificar sus batallas personales, sus combates lienzo a lienzo, del arte contra el tiempo y de la belleza contra la muerte.
Regresó a Bogotá y en 1958, donde fue nombrado profesor de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia.
Ganó ese mismo año el segundo premio del X Salón de Artistas Colombianos con “La alcoba nupcial”.
También en ese año expuso en Washington, en una muestra en la que vendió todas sus obras el mismo día de la inauguración.
En En 1960, tras separarse de su esposa, se traslada a Nueva York, donde alquila un pequeño y modesto apartamento; sus obras no tenían mucho éxito, ya que los gustos neoyorquinos de la época cambiaban con mucha rapidez y era el momento de la abstracción. Pero en 1961, logra vender su “Mona Lisa a los doce años” al Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En 1963 se trasladó al East Side y alquiló un nuevo estudio en Nueva York. Es en él donde surgió su estilo plástico de sus obras de este período, pinturas de colores tenues y delicados. En ellos se transluce su pasión por Pedro Pablo Rubens.
En 2008, es nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en la ciudad de Monterrey, México; Presentó por primera vez en esta ciudad su colección de pinturas sobre “Abu Ghraib” y su enorme  en bronce titulada “Caballo”.
En 1966 expone por primera vez en Alemania en el Milwaukee Art Center con excelentes críticas. Comienza para Fernando Botero una etapa de muestras y exposiciones entre Europa, los Estados Unidos y su país, Colombia.
En 1969 expuso en París, a partir de ese momento, empezó un peregrinaje por todo el mundo en busca de inspiración; se movía continuamente de Bogotá a Nueva York y a Europa. Su fama mundial aumentó de forma progresiva, convirtiéndose en el escultor vivo más cotizado del mundo.
En 1974 tiene un accidente de tráfico en España, en el que pierde la vida su hijo Pedrito. La muerte de su hijo dejaría huellas importantes en su obra, que, a partir de ese momento, comenzó a tener cambios profundos, entra en una grave crisis personal y se divorcia por segunda vez.
En 1976  Botero dona una serie de dieciséis de sus obras al Museo de Antioquía, que le consagró una sala permanente para sus obras, la sala “Pedrito Botero”.
En 1983 Botero se trasladó a Pietrasanta en la Toscana italiana, un pequeño pueblo famoso por sus fundiciones, lo que para Botero significaba la continuidad de su obra escultórica. Al año siguiente, Botero hizo una nueva donación al Museo de Antioquía. Esta vez se trataba de una serie de esculturas que también encontraron lugar en una nueva sala permanente dedicada a él.
A partir de 1983, Botero realiza una serie de exposiciones a través de todo el mundo que continua en la actualidad: Londres, Roma, San Francisco,Chicago, Basilea, Buenos Aires, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Berlín, Múnich, Fráncfort,Milán, Nápoles, París, Montecarlo, Madrid, Moscú, Ciudad de México, Monterrey, Caracas,  lo mismo, por la mayoría de países europeos y americanos; siendo uno de los pocos artistas (quizá el único), que ha expuesto sus obras en varias de las avenidas y plazas más famosas del mundo, como los Campos Elíseos en París, la Gran Avenida de Nueva York, el Paseo de Recoletos de Madrid, la Plaza del Comercio de Lisboa, la Plaza de la Señoría en Florencia, frente al palacio de Bellas Artes en Ciudad de México y hasta en las Pirámides de Egipto.


“A la orilla de esa carretera del arte contemporáneo, Botero ha instalado durante cinco décadas una escuela de arte con un graduado: él mismo.”
En su obra reciente, Botero ha recreado en su temática la situación política colombiana y mundial. Por ejemplo, la serie sobre “Abu Ghraib” está compuesta por 78 cuadros que tratan de representar los horrores de la tortura y de la guerra, relacionada con la invasión de los Estados Unidos a Irak, y los sucesos de la Prisión de Abu Ghraib, a partir de las declaraciones de las personas allí torturadas.
Ha donado una importante cantidad de obras a distintos Museos e instituciones.
En 1976, primera donación de Botero al Museo de Antioquía, siete óleos, un pastel y dos acuarelas.
A principios de los años 1980, donó al Museo de Antioquíia 6 óleos.
En 1984 donó al Museo de Antioquía 16 esculturas y 18 pinturas a la Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá.
En 1992 donó a la ciudad de Santiago de Chile la escultura de un caballo, la que fue ubicada frente al Museo de Arte Contemporáneo en el Parque Forestal.
En 1998 Botero donó 123 obras de su autoría y 87 de artistas internacionales al Museo Botero en Bogotá.
En 2000 el Museo de Antioquía recibió por parte del maestro una donación de 114 pinturas (óleos, acuarelas y dibujos), 23 esculturas que hoy componen la Plaza Botero y 21 obras de artistas internacionales de su colección personal.
En 2004, hizo dos nuevas donaciones: una al Museo de Antioquía, el cual contiene la colección más grande de la obra pictórica y escultórica de Botero; y otra al Museo Nacional de Colombia, consistente en una gran parte de la serie sobre la violencia en Colombia.
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