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jueves, 17 de abril de 2014

Georges Rouault: Inclasificable y forzosamente reconocible.

Georges-Henri Rouault, pintor y grabador expresionista francés, (París, 27 de Mayo de 1871-13 de Febrero de 1958). Hijo de un modesto ebanista empleado en una fábrica de pianos, desde pequeño mantuvo contacto con el mundo de la artesanía y el trabajo creativo, además de disfrutar en la figura de su abuelo materno del perfecto guía para el conocimiento de la pintura moderna. Formado a partir de 1885, en calidad de aprendiz junto a un maestro vidriero local y expresamente en cursos de Artes Decorativas; no será hasta cinco años después, cuando dedique su tiempo a la pintura de forma completa y  profesional. De esta manera, ya matriculado en la Escuela de Bellas Artes de París y de la mano del pintor y excelente pedagogo (permitía una total libertad en la creación de sus alumnosGustave Moreau, en calidad de profesor, es donde pondrá en práctica sus potenciales actitudes. Una relación entre pintores, que dejó constancia de su mutua admiración y tuvo como consecuencia: la influencia en el estilo de su obra inicial y la asunción del cargo (vitalicio) de conservador del Museo Gustave Moreau desde 1898 (Año de fallecimiento de su mentor). Situado al margen de rigideces y estéticas encuadradas en una corriente artística concreta, dentro del bullicio que supuso el comienzo del siglo XX. Podría decirse que es un expresionista inclasificable y, forzosamente reconocible. Realizó su primera exposición a título personal en 1910, mostrando trabajos definidos por la aparición de anchos bordes en la composición de sus figuras, hecho que denota y lo pone en total relación con la etapa que ejerció como vidriero y el uso habitual del plomo en el tapado de las juntas. Centrado en la temática social, urbana y en muchos caso marginal; sus obras destilan un cierto pesimismo y tragedia, relacionadas con contextos desolados en los que intenta acentuar la angustia y desamparo de sus contemporáneos. Suya es por tanto una pintura oscura, sombría y lejana a la luminosidad o los colores vivos, en la que se reflejan payasos, prostitutas, jueces,... recubiertos en cualquier caso de una sibilina crítica al vicio, la depravación o la atrocidad humana. 

Destacada en su prolífica trayectoria y de importancia similar a sus trabajos mundanos, son las piezas relacionadas con la temática religiosa; inclinada al análisis moral y sujetas a la reflexión sobre la culpa y su salvación, con el tema de Pasión de Cristo como escena principal. Asimismo, esta etapa de espiritualidad artística que dio comienzo desde 1918, pasó a aumentar dentro de su producción y a convertirse desde la década de los cuarenta en su única dedicación. Entre sus influencias cabe destacar, a Paul Cézanne y entre sus amigos de profesión al famoso Henri Matisse.
Actualmente el Museo de Bellas Artes de Bilbao presenta una exposición retrospectiva de su obra, titulada:
Georges Rouault. Lo sagrado y lo profano.


Cabeza de un trágico payaso, 1904.

Odalisca, 1906.

Muñecos del salón de tiro, títeres y la novia, 1907.

Los fugitivos o El éxodo, 1911.

Desnudos, 1914.

La dura tarea de vivir, 1917.

Jesús en el arrabal, 1920.

Cristo ultrajado, 1932.

Crepúsculo, 1937.

Homo homini lupus, 1948.

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