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domingo, 21 de diciembre de 2014

Siri Hustvedt: el arte o la vida

Siri Hustvedt: el arte o la vida
Víctor Meneses


la autora norteamericana publica un asombroso ejercicio literario en torno a la plástica.


"Todas las creaciones intelectuales y artísticas, incluso las bromas, las ironías o las parodias, tienen mejor recepción en la mente de las masas cuando estas saben que en algún lugar detrás de una gran obra o de un gran engaño se encuentra una polla y un par de pelotas", esta frase, publicada en ‘The Open Eye’, afirma I. V. Hess en el prólogo, llamó su atención: estaba incluida en un artículo de un tal Richard Brickman como cita de Harriet Burden.

Todo forma parte de la gran ficción que Siri Hustvedt ha construido en su novela ‘El mundo deslumbrante’. Inventa a Harriet Burden, una artista cuya obra pasó sin pena ni gloria y que parecía condenada a permanecer oculta hasta que lleva a cabo un experimento artístico: presentar su obra bajo el nombre y la apariencia de tres artistas, dentro de su proyecto ‘Enmascaramientos’.

Hustvedt crea también a toda una órbita de personajes (artistas, críticos de arte, galeristas, cómplices o enemigos de Harriet Burden, además del marido, los hijos y los amigos) gracias a cuyo testimonio se construye la novela. Por último, Hustvedt se sirve de otro personaje ficticio, I. V. Hess, una profesora universitaria y escritora, que es quien recopila y edita la información sobre Burden, incluyendo los diarios.

La novela se presenta como el resultado de la investigación de Hess en torno a la vida de Harriet Burden. Ella misma explica en uno de sus cuadernos: "Sospechaba que, de haber venido yo a este mundo con otro envoltorio, mi obra habría tenido aceptación o, al menos, hubiera sido tomada en serio". Tras la muerte de su marido, Harriet sufrió una depresión, y poco después, decidió llevar a cabo su proyecto ‘Enmascaramientos’, que consistía en presentar tres grandes exposiciones concebidas por ella, pero presentadas como si fueran obra de tres hombres: Anton Tisch, Phineas Q. Eldridge y el controvertido artista Rune. Conforme avanza la historia, que Burden tuviera razón o no deja de ser importante, lo que interesa es saber quién era Harriet Burden. Y, sobre todo, ¿quién decidió ser tras la inesperada muerte de su marido, el conocido y poderoso marchante de arte Felix Lord? Bruno Kleinfeld, el compañero de Burden en los últimos años de su vida, recuerda la conversación que mantuvieron en su primera cena: "Adoraba a Goya. Decía que era ‘un mundo aparte’. ‘No tenía miedo de mirar’, me dijo, ‘a pesar de que haya cosas que no se deban ver’".

‘El mundo deslumbrante’ encierra horas de trabajo: cada uno de los personajes cuyo testimonio se recoge tiene una voz propia, Hustvedt usa todo tipo de materiales que ofrecen un retrato poliédrico de Harriet Burden. También incluye una amplia bibliografía referente al arte y al pensamiento sobre el arte, casi siempre a través de los diarios de Burden o del análisis de estos. Entre los autores citados destacan Kierkegaard y Margaret Cavendish, escritora aristócrata del siglo XVII, con la que Harriet se siente hermanada y, por eso, confiesa I. V. Hess, toma el título de la primera novela que Cavendish publicó, ‘El mundo deslumbrante’, para su "investigación". El resultado es una amalgama que incluye elementos autobiográficos e íntimos, como los diarios, testimonios cercanos (el de Kleinfeld, el de su hija, documentalista, o el de la amiga psiquiatra) y otras aportaciones ajenas y nada complacientes con Harriet (la entrevista con la galerista de uno de los ‘Enmascaramientos’, o el testimonio del autor de la biografía de Rune); también hay varios personajes que bordean la locura: un huésped de Harriet apodado el Barómetro, la dulce Sweet Autum, o la propia Burden.

La novela de Siri Hustvedt es un admirable ejercicio literario en torno a una artista ficticia que le permite hacer un análisis del mundo del arte, un repaso a algunas de las mujeres artistas condenadas a la sombra de un hombre (Dora Maar, por ejemplo) y señalar también algunos vicios: "los críticos paternalistas que se referían a las artistas como si fueran niñas, mencionándolas sólo por sus nombres propios, Artemisa, Judith, Camille o Dora". Además tiene tensión narrativa y habla de la complejidad del ser humano.
Fuente
http://www.heraldo.es/

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