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sábado, 31 de enero de 2015

Cuando el arte olvida la propaganda en Corea del Norte


Atahualpa Amerise, Seúl, EFE El arte en Corea del Norte no es solo propaganda, tal y como demuestra una insólita exposición en Seúl con impresionantes paisajes y escenas de la vida cotidiana plasmados por pintores de élite del país más hermético del mundo.


"La pintura norcoreana está infravalorada", comenta a Efe el holandés Frans Broersen, propietario de la mayor colección privada de pintura norcoreana con 2.500 obras, de las cuales 147 se exponen desde hoy hasta el próximo 6 de marzo en una galería de la capital de Corea del Sur.


Los temas de la muestra "Tesoros de Corea del Norte revelados" abarcan desde paisajes rurales o agrestes hasta retratos de obreros, pescadores y campesinos en sus quehaceres cotidianos, pasando por animales como el tigre, extinto en el Sur pero que todavía habita las profundidades de los bosques norcoreanos.

La muestra de estos óleos y acuarelas compendia desde la precisión fotográfica hasta la pincelada impresionista, con el realismo como hilo conductor de todos ellos.

La pintura abstracta es considerada antirrevolucionaria por el estricto régimen comunista de la dinastía Kim y por tanto está prohibida, tal y como recuerda el coleccionista.

En el recorrido por la galería Broersen se detiene y apunta su dedo hacia "Niños en el mar", de Choi Ha-taek, una escena de playa que evoca al instante a las famosas obras del español Joaquín Sorolla.


Mientras, los animados paisajes rurales de Kwak Jeon-kwon recuerdan a conocidos cuadros de Vincent Van Gogh.

Sin embargo, "cuando le pregunté por Van Gogh en su estudio, me llevé una sorpresa porque Kwak nunca había oído hablar de él".

El ostracismo de los pintores en Corea del Norte, donde prácticamente toda influencia extranjera está vetada por el Gobierno, aporta autenticidad y valor a los cuadros de unos artistas con un incuestionable talento y sin apenas referentes a los que acudir.


Broersen, de 54 años, asegura haber gastado "millones de euros" en adquirir y mantener los cuadros norcoreanos durante sus 7 viajes al país entre 2005 y 2010, en una operación que considera una "inversión a largo plazo" orientada a multiplicar ganancias dentro de algunos años.


"En los años ochenta fui a Rusia y compré obras de arte que entonces no interesaban a nadie, pero tras la caída de la URSS se dispararon sus precios y el negocio fue redondo", asegura.


Su nueva apuesta, reconoce, es la reunificación de las dos Coreas y la consiguiente apertura del Norte, un episodio histórico pendiente que podría reportar una suma incalculable a este holandés propietario de las principales colecciones de los artistas más renombrados del Estado totalitario.


En estas colecciones, sin embargo, se echa de menos el género mayoritario y más conocido del país: la propaganda, plasmada en los famosos cuadros norcoreanos de los líderes de la dinastía Kim o de militares y campesinos anónimos acompañados de eslóganes de marcado carácter político.


"Sé que son representativos pero no me interesan los cuadros políticos ya que la política lo corrompe todo, incluido el arte", sentencia el coleccionista, tras confesar que uno de los autores norcoreanos con el que trabó amistad le pidió en varias ocasiones que "le sacara de allí" para poder ampliar horizontes artísticos.

En todo caso, aunque Broersen incluyera en su colección cuadros políticos, Estos no podrían ser exhibidos en el Sur, donde la Ley de Seguridad Nacional impone una fuerte censura hacia todo lo que huela a enaltecimiento del sistema comunista del vecino de arriba, con el que técnicamente sigue en guerra.

De hecho, originalmente la muestra de Seúl iba a contar con 150 cuadros, pero tres de ellos fueron retirados por el Gobierno, entre ellos una escena cotidiana de gente viajando en un autobús.

El motivo de la censura es que bajo la ventana del vehículo está escrito el mensaje "sirvamos al pueblo".


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