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jueves, 25 de junio de 2015

Antes de invertir en arte, hay que pensarlo dos veces



ARTE NO TIENE LAS VENTAJAS QUE QUE EL EFECTIVO

Además de que comprar arte produce placer e incluso agrada a los amigos que admiran la obra, invertir en arte se ha vuelto interesante en los últimos años.

Más allá de que comprar arte produce placer y también agrada a los amigos o clientes que admiran la obra, invertir en obras de arte ha resultado ser una interesante inversión en los últimos años. Según un estudio realizado por Art Market Research, la consultora más famosa dentro del mercado de arte, en los últimos años las obras de los artistas contemporáneos han conseguido una rentabilidad anual media del 12.4 por ciento.

Pero poco y nada se sabe acerca de los riesgos que uno corre a la hora de invertir en ese segmento de activos que para muchos es poco conocido o directamente no figura en el mapa de clase de activos.

Además, es un mercado tan heterogéneo las preferencias por un arte u otra (pintura, escultura…), estilo, temas, colores, materiales, tamaños, etc.

Los objetos de arte no son ni bonos (no hay un flujo de caja predecible), ni acciones (no poseen un negocio a analizar detrás), ni bienes raíces (en los cuáles se podrían aplicar las medidas tradicionales de rentabilidad esperada) ni efectivo, con todas las ventajas (liquidez) y desventajas (pérdida de poder adquisitivo de la moneda por la inflación) que el efectivo representa para los individuos.

Algunos inversionistas se suben a la inversión en arte a través de la compra directa de objetos de colección suponiendo que pueden realizar una fortuna. Pero en la realidad se trata de un mundo con poca liquidez, escasa transparencia y en el que resulta relativamente fácil realizar fraudes, estafas, o llegar a ser víctima de algunas prácticas de cartelización, sobre todo en las subastas “públicas”. Las falsificaciones están en todas partes en el mercado de obras de arte, por eso las obras que cuenten con su certificado de autenticidad y pieza única es un plus a la hora de querer revenderla a futuro.

Es en el mercado secundario en el cual las obras de arte más caras alcanzan su precio más alto, es decir en su reventa y no en su creación (pinturas en casas de subastas por ejemplo). Entre los factores de revalorización y criterios objetivos a la hora de comprar una obra de arte y de proyectar el aumento en el precio de la misma podemos mencionar:

Reputación: que su autor sea reconocido, la inclusión de la obra en exposiciones institucionales, colecciones públicas y privadas de primera categoría ayudan.

Demanda: la reputación lleva a una mayor demanda y mayor precio.

Autenticidad: si se trata de una obra original o una copia.

Conservación: el estado en el que se encuentra la obra y cómo resistirá a futuro.

Revalorización: si la cotización actual del artista en el mercado secundario está en alza puede ser un parámetro de valuación. Pero al igual que en el mundo de los fondos comunes de inversión o las acciones, es la evolución futura la que cuenta y el comportamiento pasado no es garantía de desempeño a futuro.

Rareza: la rareza lo convierte en valioso. Cuántas obras parecidas están disponibles del mismo autor existen y con qué frecuencia están disponibles en el mercado a futuro obras similares.

Dueños anteriores: si formó parte de un evento histórico, o de una persona famosa célebre se revaloriza.

Exposición: el precio puede variar mucho dependiendo del mercado en el que se ponga a la venta.


Hay que conocer las desventajas y los riesgos de invertir en objetos de colección antes de involucrarse en la compra de una pieza única y de difícil valuación.

Los lugares en dónde se puede adquirir una obra original son de los más diversos: galerías de arte, ferias especializadas o casas de subastas son los lugares recomendados. Y siempre existen historias en las cuales se han gastado unos pocos dólares en una “venta de garage” o remate de objetos de arte en la calle o bien de alguien que encontró algo en el ático que luego revendió por una fortuna. Si bien esas historias existen, es poco probable que eso le pase a uno a juzgar por las estadísticas. Una de las principales desventajas es el costo, ya que hay que pagar caro para revender más caro. Y si se tiene el tiempo de nuestro lado.

En este negocio es importante ser paciente primero, encontrar el momento justo y, por último, saber a quién venderle la obra de arte. Además, si uno va a mantener esos artículos durante mucho tiempo, es probable que se aprecien, pero probablemente no es una garantía.

Son muchas las historias en las que se gasta una gran suma de dinero y nunca se pudo ver un retorno de esa inversión, porque no se apreció o porque el comprador no está cuando uno quiere deshacerse esa pieza de arte.

En Estados Unidos además, el impuesto sobre las ganancias de capital por la venta de un objeto de colección es del 28 por ciento. Y si uno va a vender un objeto de colección en menos de un año será gravado como parte de los ingresos ordinarios y recurrentes (en donde la alícuota puede ser mayor aún dependiendo del tax bracket se encuentre).

Los inversionistas están inmersos en una gran cantidad de información. A veces demasiado a la hora de tomar una decisión en los mercados de capitales. Aunque también hay información disponible para los objetos de colección, la cantidad de detalles que uno (que no es un especialista en el tema) puede aprender acerca de un objeto de colección es limitada comparada con la compra de cualquier título listado en los mercados con cotización pública.

Es muy importante tener información de obras comparables (por colección, autor y época de la obra), pero que una obra se venda a determinado precio no significa que tenga que replicarse dicho incremento en la obra que uno adquirió. Mucho dependerá del estado en el que se encuentre esa pieza.

Pero lo más importante es que las obras de arte siempre son activos ilíquidos. Ahí reside su principal talón de Aquiles, encontrarle un comprador por más que se esté vendiendo la obra en un valor comparable. Y le puede costar caro a un inversor darse cuenta de esa debilidad que poseen cuando uno además requiere de liquidez: porque la definición de liquidez es cuán rápido uno puede convertir en efectivo una inversión: para convertirlo rápido uno debería bajar mucho el precio, y si se tiene el tiempo a su favor no necesita rebajarlo tanto.

Recuerden que el arte es una clase de activos muy particular sin cupones, dividendos, o ningún ingresos recurrente, al menos estimativo. Hasta que el artículo no se venda, el flujo de caja es cero. De ahí que su valor presente neto dependa mucho del valor final.

La correlación es un tema aparte: de más está decir que existe una baja correlación entre el mercado accionario y el de arte porque las variables explicativas son totalmente distintas. Pero fue, es y será positiva dado que los inversores en un mercado alcista poseen mayores ingresos y riqueza disponibles o realizables para especular en otros mercados, más aún si el mercado de arte no recibió aún el empuje de la menor aversión al riesgo de los inversores. Y viceversa, cuando el mercado accionario cae: los inversores poseen menor riqueza disponible, impactando negativamente en el mercado de objetos de arte.

Además, al ser un activo real y tangible, va a requerir gastos adicionales en el traslado, almacenamiento, exposición, restauración, venta y posiblemente un buen seguro contra daños por incendio y/o inundación o robo. Recuerden que los activos reales se definen como activos cuya vida útil se termina con la destrucción de ese bien.
¿Cómo comprar arte?

Existen muchos sitios a través de los cuales se puede obtener información de los artistas antes de realizar una compra, como por ejemplo hwww.artelista.com. "Mas Civiles" (www.masciviles.com) es un sitio a través del cual se expone producción artística en Londres, promoviendo la obra y carrera de más de 200 artistas. También existen fondos comunes de inversión de arte. Se pueden comprar acciones relacionadas con el arte como la casa de subastas Sotheby´s (BID US), pero no existe un instrumento líquido para hacerlo como un ETF.

fondos@eleconomista.com.mx
Fuente
http://eleconomista.com.mx




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