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miércoles, 10 de junio de 2015

El arte de Ai Weiwei se redime en China



El artista disidente que fue arrestado en 2011, obligado a entregar su pasaporte e impedido de exhibir su obra en el país, se reencuentra ahora con su público en dos muestras simultáneas en Beijing.


                
En los últimos cuatro años Ai Weiwei (1957) se ha vuelto experto en hacer arte a distancia. A través de modelos computacionales en 3D, entrevistas por Skype y un equipo de curadores y asistentes, el artista chino más internacional ha logrado armar grandes exposiciones en todo el mundo sin  salir de su país ni estar presente en sus inauguraciones. Claro que su confinamiento no ha sido voluntario. 
En la última década, Weiwei se ha convertido en enemigo declarado del gobierno chino,  el que decidió quitarle su pasaporte en 2011, luego de arrestarlo en el Aeropuerto de Beijing y llevarlo a un lugar desconocido donde estuvo 81 días preso. Luego se sabría que el artista tenía cargos por evasión de impuestos por su productora Beijing Capital International,  delito que nunca fue comprobado del todo y que no impidió que la comunidad artística internacional se pronunciará a favor del artista, desde los directores del MoMA de Nueva York y la Tate de Londres hasta el escultor Anish Kapoor y la cantante Joan Báez. Aunque más tarde  fue liberado, permaneció con arresto domiciliario, se le quitó el pasaporte y se le impidió exhibir su obra dentro del país. Hasta ahora.
El fin de semana recién pasado, Ai Weiwei inauguró por partida doble su primera muestra individual en China, en la Galleria Continua y en el Tang Contemporary Art Center, ambos ubicados en el distrito Art 798 de Beijing, un área que reúne la mayor parte de los talleres de artistas, tiendas y centros de arte. El sábado por la tarde se realizó la inauguración, a la que asistió gran cantidad de público, entre turistas, aficionados y artistas, y lo más importante: contó con la presencia del propio Weiwei. 
Vestido con una camisa verde musgo, short beige y alpargatas negras, el artista accedió a tomarse todas las selfies y firmar todos los autógrafos que le pidieron.  También habló. “Es sorprendente, se siente diferente”, le dijo escuetamente al diario The New York Times.
Eso sí, la muestra titulada simplemente Ai Weiwei puede resultar decepcionante para algunos, ya que al contrario de lo que podría esperarse, no contiene ninguno de los comentarios políticos que el artista ha realizado en sus últimas exposiciones: en 2014, cuando de forma inédita expuso en la cárcel de Alcatraz, en San Francisco, el chino exhibió enormes retratos hechos en base a piezas de Lego de los presos de conciencia y exiliados políticos de diferentes lugares del mundo. Tampoco hizo referencia ahora a su propia detención en 2011, que sí recreó a modo de dioramas en la Bienal de Venecia de 2013.
En esta ocasión, Ai Weiwei optó por un enfoque más sutil que recuerda a las exposiciones que hiciera antes de convertirse en un artista polémico. Con la aprobación de las autoridades locales, el artista desmontó un ancestral, pero abandonado, Templo de la dinastía Ming, de 400 años de antigüedad, que luego reconstruyó dividiéndolo en ambas salas de exposición. El proceso fue documentado en fotografías y videos que también son exhibidos. La idea es que el público recorra y contemple la estructura desde un nuevo punto de vista. Y aunque ningún visitante puede verlo reconstruido en su totalidad, Weiwei ha dispuesto dos pantallas en cada espacio donde se transmite vía streaming el lado del templo que falta. 
Una declaración
Hasta diciembre de 2008, Ai Weiwei no despertaba ningún interés especial en las autoridades chinas; al contrario, el artista ganó prestigio ese mismo año cuando figuró como co-creador, junto a la dupla de arqutiectos suizos Herzog&Meuron, del Estadio Nacional de Beijing para los Juegos Olímpicos de 2008. 
Sin embargo, tras el terremoto en diciembre de ese año en la provincia de Sichuan, Weiwei se alzó como activista político al liderar la investigación para que se revelasen los nombres de todos los niños fallecidos en el derrumbe de una escuela pública mal construida. Su nombre se fue directo a la lista negra del gobierno. Desde entonces, Weiwei sufrió  una persecusión política que incluyó un ataque policial, donde resultó herido en la cabeza; tampoco se le dejó asistir a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz a su compañero disidente Liu Xiaobo, en 2010, y a inicios de 2011 su estudio fue demolido por el gobierno local, por la supuesta ocupación indebida de los terrenos. Luego vendría su arresto en el aeropuerto, cuando iba de viaje a Hong Kong.
Hijo del prestigioso poeta chino Ai Qing, Ai Weiwei vivió entre 1981 y 1993 en Estados Unidos, donde recibió la influencia del arte conceptual de Marcel Duchamp, Andy Warhol y Jasper Johns. Entre sus obras más conocidas está el readymade de una vasija de la Dinastía Han con el logo de Coca-Cola, de 1995; la instalación que realizó en 2010 en la Tate Gallery con 100 millones de pipas de girasol y una serie de esculturas hechas con objetos cotidianos como taburetes, bicicletas y puertas.
La monumental reconstrucción que exhibe ahora en China está acompañada también de objetos:  una figura de dragón, una colección de jarrones, una lámpara de cristal y un espejo pintado, claro que el propio artista ha dicho que todo está en segundo plano: “Esta muestra es una declaración de que estoy haciendo una exposición en China. No tiene ningún significado, ninguna implicación, simplemente sucede”, dijo a través de un comunicado.
Mientras que la directora de la Galleria Continua, Federica Beltrame, contó a The New York Times que la exhibición estaba fijada inicialmente para el 30 de mayo, pero el gobierno pidió que se retrasara para que no abriera antes del 4 de junio, fecha en que se conmemora la represión en la Plaza Tiannanmen de 1989. Más allá de eso no han habido inconvenientes. “El trabajo no tiene nada político, no hay nada que censurar”, aseguró Beltrame. Es más, estas no serán las únicas muestras de Ai Weiwei en Beijing: el 13 de junio se abrirá otra en la Cámara de Bellas Artes de Beijing que aún es una incógnita. El hijo pródigo ha regresado.
Fuente
http://www.latercera.com


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