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jueves, 3 de marzo de 2016

El arte que surgió tras Auschwitz e Hiroshima

«Composición», de Georges Mathieu (1951)

             «Composición», de Georges Mathieu (1951) - FUNDACIÓN GANDUR PARA EL ARTE, GINEBRA



La Fundación Juan March reivindica en una exposición la pintura y fotografía abstractas que se hicieron después de la II Guerra Mundial

Nada ni nadie salió indemne de la II Guerra Mundial. Tampoco el arte, que, como la sociedad, tan solo pudo sobrevivir. Las vanguardias que florecieron en las primeras décadas del siglo XX (cubismo, expresionismo, surrealismo) fueron otras víctimas de la guerra. Surgió una nueva estética, donde no hay espacio para la belleza: pinturas rasgadas, quemadas; yesos, arenas, materiales de desecho, en los que se destruye la forma y desaparece la figura. Todo se vuelve abstracto. Lo mismo ocurrió en la fotografía. Son losrestos arqueológicos de la página más negra de la Historia moderna, que se exhiben en la Fundación Juan March en un montaje tan oscuro como la posguerra.

                               


              «Choque de situaciones», de Emilio Vedova (1959)- FUNDACIÓN GANDUR PARA EL ARTE, GINEBRA

Decía Adorno que «escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie». ¿Cómo pintar, cómo fotografiar, cómo pensar, cómo hacer poesía después de Auschwitz e Hiroshima, después de la barbarie absoluta y el duelo colectivo que produjo?, se pregunta Javier Gomá, director de la Fundación Juan March. La exposición, comisariada por María Dolores Jiménez-Blanco (responsable de la parte pictórica) y Horacio Fernández (de la fotográfica), trata de dar respuestas a estas preguntas, setenta años después.

El recorrido arranca con un óleo de Jean Fautrier, «Cabeza de rehén», de 1945, préstamo del Pompidou. Al igual que Goya en su día, el francés también fue testigo del horror y lo plasmó en su trabajo. Concluye con «Núremberg» (1968), una impresión fotográfica sobre lienzo en la que Wolf Vostell aborda los juicios de Núremberg. Dos décadas en las que artistas europeos como Auerbach, Alechinsky, Appel, Dubuffet, Fontana, Jorn, Soulages, Vedova, Wols... (a los que se unen pintores españoles como Saura, Canogar, Millares, Zóbel, Torner, Feito, Rivera o Tàpies y fotógrafos como Ramón Masats o Francisco Gómez) se reconcilian con el ser humano, tras bajar a los infiernos, con pinturas y fotografías gestuales, matéricas, de gran fuerza e intensidad. Un «arte de supervivencia». Fue la última vez que Europa lideró el mundo artístico. Nace el pop y Nueva York recoge de París un testigo que aún hoy no ha soltado.


                                    
                                                                                         Imágenes doloridas
                       «Farolas de la Plaza de la Concordia» (1952), de Otto Steinert- MUSEUM FOLKWANG, ESSEN

Entre los numerosos préstamos que cuelgan en la exposición destacan los de la Fundación Gandur para el Arte, con sede en Suiza. Su presidente, Jean Claude Gandur, no vivió en carne propia la II Guerra Mundial (nació en 1949), pero sí sus padres. «Yo colecciono arte para devolver la gloria a la pintura europea. Comenzaron a descolgarse de los museos pinturas europeas de los años 50 y 60. Esta exposición pone en valor esa pintura, su nobleza, su espacio en los museos», explica Gandur. DecíaKandinsky que «cada arte es hijo de su época». Las 160 obras que conforman «Lo nunca visto. De la pintura informalista al fotolibro de posguerra» son, como comenta Manuel Fontán del Junco, director de museos y exposiciones de la Fundación Juan March, «imágenes doloridas, no imágenes sobre el dolor».

La exposición se completa con un ciclo de conferencias y un catálogo muy especial: los textos se han impreso en un periódico de la época, bajo el titular «Lo nunca visto». Está envuelto en un fieltro gris con hilos multicolores, que semejan un cuadro expresionista.

Fuente
http://www.abc.es


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