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miércoles, 17 de agosto de 2016

José Villegas Cordero

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                                                    Autorretrato de José Villegas Cordero (1898)

José Villegas Cordero (Sevilla26 de agosto de 1844 – Madrid9 de noviembre de 1921) fue un pintor español.
Es hermano del también pintor Ricardo Villegas Cordero.1 Inicia su aprendizaje muy joven con José María Romero, con el que permanece dos años hasta ingresar en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde estuvo bajo la tutela de Eduardo Cano.
En 1860, con sólo 16 años, vende en la Exposición Sevillana su obra Pequeña filosofía por 2000 reales.



En 1867 viaja a Madrid, donde entra en el estudio de Federico Madrazo. Establece amistad allí con los pintores Eduardo Rosales y Fortuny.
Acude con asiduidad al Prado donde copia a Velázquez, del que adquiere para su técnica la espontaneidad y el uso del color.
Finalmente, y por admiración de la pintura orientalista de Fortuny, vuelve a Sevilla y organiza una excursión a Marruecos.
Baile andaluz de 1893 por José Villegas Cordero.
A finales de 1868 decide viajar a Roma acompañado por los pintores Rafael Peralta y Luis Jiménez Aranda, donde termina entrando en el taller de Rosales.
Sus primeras obras en la Ciudad Eterna tienen un tinte costumbrista, que resulta además un tema muy demandado por el público. Muestra de ello son sus obrasRetreta improvisadaToreros en la capilla de la plaza (1871) y El descanso de la cuadrilla (1873) entre otros.
También le fueron demandados temas orientalistas, que Villegas pudo realizar con gran maestría gracias a los bocetos que había atesorado en Marruecos, así como ciertas obras de "pintura de género".
A mediados de los 70 vuelve a Sevilla y aprovecha la ocasión para volver a visitar Marruecos.
De nuevo en Roma, recoge el testigo de Fortuny y se convierte de este modo en el pintor mejor considerado y más cotizado de la ciudad. Explota en estas épocas los cuadros de temática costumbrista y también orientalista. Algunas de sus obras pudieron verse en Sevilla gracias a las exposiciones regionales y en Madrid gracias a las galerías Bosch y Hernández.


En 1878 el Senado le encargó un lienzo de tema histórico que debía versar sobre La entrevista de Hernán Cortés con Moctezuma. En 1882 el Senado le retira el encargo, pero a Villegas ya le había interesado la pintura histórica y se embarca en obras como La paz de Cambray y La última visita de don Juan de Austria a Felipe II, todas ellas de excelente factura.
A partir de 1877 reside con frecuencia en Venecia, donde se nutre de sus vistas para ambientar cuadros como La fiesta de las Marías y La procesión del redentor. Explota también en esta época temas inspirados en el Renacimiento italiano, como son Dama veneciana del siglo XVIDux Moncénigo y Palacio de la República veneciana entre otros. Muchas de las obras concebidas en este perído fueron a para no solo a Europa, sino a las colecciones de grandes millonarios norteamericanos, alcanzando todas ellas precios astronómicos.


Encontrándonos ya bien entrados en la década de los 80, una editorial holandesa le propuso ilustrar junto a Francisco Pradilla y otros afamados pintores de toda Europa una Magna Biblia. Villegas se hace cargo de pasajes relacionados con las profecías de Isaías.
La década de los 90 transcurre tranquila para el pintor, que explota entonces representaciones de personajes eclesiásticos (El cardenal peniteniario 1891) así como el siempre presente tema costumbrista (El día de Ramos 1891). A esta época pertenece su renombrado cuadro La muerte del torero, vendido por 100.000 pesetas.


En 1898 se le otorga a Villegas el cargo de Director de la Academia española de Bellas Artes en Roma, ostentado hasta entonces por Vera. Hace enérgico uso de su cargo exigiendo al poco tiempo rigor en los ejercicios, aplicación del pensionado y la obligatoriedad de una estancia en París.
En 1901 es nombrado director del Museo del Prado, por lo que abandona su casa estudio romana y traslada su residencia a Madrid. Son de esta época los retratos de Alfonso XIII (1902) y de Pastora Imperio (1913)

En 1914 concluye una serie de doce pinturas titulada Decálogo, que versa sobre los diez mandamientos más un prólogo y un epílogo.
Sus temas son muy variados: históricos, costumbristas y anecdóticos. Su pincelada es suelta y espontánea. Entre sus influencias se encuentran Fortuny, Madrazo y Eduardo RosalesSergio Carnicer fue un gran amigo.


Entre sus obras pueden citarse: La muerte del maestro (1882), Baile por bulerías (1884), Fumador marroquíEl viejo y el año nuevo (1915).




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