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lunes, 26 de septiembre de 2016

El arte, ¿es cercano?

El arte, ¿es cercano?
Publicado por  el sep 26, 2016
Las personas tenemos una capacidad a través de la cual podemos desarrollar o no -cada uno a su manera-, una manifestación por la que somos capaces de interpretar lo real o lo imaginario plasmándolo mediante unos recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. A esta capacidad humana la podemos denominar arte. Pero esta palabra significa mucho más. Es una palabra, que como llegó a pintar en uno de sus lienzos Roy Lichtenstein, puede ser interpretada desde diferentes puntos de vista, tanto intelectual como físico.
Es un debate, que creo que siempre ha existido, desde que se tiene uso de capacidad de análisis e interpretación y que seguirá existiendo hasta el final de los días. ¿Quién decide lo que es arte y lo que no? ¿El artista? ¿El galerista? ¿El público? ¿Los intelectuales? ¿Dónde está el arte? Preguntas que pueden tener una respuesta sencilla pero a su vez subjetiva. El arte lo llevamos cada uno dentro, en nuestra capacidad para sensibilizarnos ante una obra determinada, y que dicha obra también nos debe transmitir algo que nos haga llegar a sentir un sentimiento concreto. Ahí puede estar el verdadero arte. Pero como cada persona es distinta, la obra lo que hace, es transmitir sensaciones diferentes a cada persona, lo que hace sentir a una persona a otra puede que no le aporte nada; y esa es la riqueza de todo, la variedad perceptiva e intelectual que existe y por la que el artista pretende dar su visión de un mundo concreto. El observador llega a interpretar esa visión. O como hacían los artistas clásicos, ser meros trasncriptores de su época, sirviendo así de modelo de estudio del comportamiento de una sociedad.
Me considero un apasionado del arte – o lo intento-, del que todavía me quedan muchísimas cosas que aprender y sentir, del que valoro mucho esa capacidad que puede tener una obra para transmitir y transportarte a un mundo antigüo, paralelo o simplemente representativo de una realidad ya creada, o la suya propia, de la mano de un artista, a través de su técnica o del tema que ha representado mediante su visión particular.
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La palabra arte también es, obra gráfica, como la que realizó hace diez años Juanjo Sáez (Barcelona, 1972) en “El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre”, y que ahora reedita Astiberri (se publica simultáneamente en España, México y Argentina) con nueva portada y 25 páginas extras. Un cómic a través del cual hay una conversación imaginaria con su madre, por el que el autor desmitifica el arte y su significado. Un texto de lo más elocuente y con gran sentido del humor, hace que el lector se acerque mucho más al arte y sobre todo, reflexione sobre el y lo que este puede significar, sobre si el arte tiene una función específica o no, en la que la creatividad juega un papel importante.
La labor de Sáez como dibujante le hizo destacar, por su brillantez y originalidad, en los campos más diversos ya desde sus comienzos. Su trabajo ha despuntado en ámbitos como la publicidad para marcas internacionales. Además de esta, entre sus obras cabe destacar “Viviendo del cuento” (Random House, 2004; en preparación una edición ampliada, Astiberri Ediciones, 2017).  Asimismo, sus colaboraciones en prensa, han sido el origen de libros como “Crisis de ansiedad” (Penguin Random House, 2013), o Hit emocional (Sexto Piso, 2015).
En “El Arte” nos presenta un dibujo que se podría calificar de infantil, pero no exento de técnica en un trazo simple y expresivo. Si te paras a observar sus dibujos con detenimiento, a través de la utilización de perspectivas y detalles, se ve que detrás de cada viñeta, ya sea a toda página o combinando la secuencialidad, hay un gran dibujante con un estilo propio y diferenciador,  a través del cuál expresa a la perfección una cualidad, la de acompañar a un texto manuscrito que es el verdadero protagonista de la historia, por su gran riqueza análitica sobre lo que puede ser el arte. Un dibujo naif que se ve claramente que está realizado con un estilo nostálgico de un tiempo anterior en el que la mirada y los pensamientos eran totalmente limpios y claros.
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Sáez consiguió hace diez años un cómic vivaz e interesante sobre el mundo del arte. En un viaje en el tiempo artístico proporciona una mirada satírica a través de las escenas cotidianas con su madre en donde repasa la historia de las vanguardias artísticas y saca la esencia de Picasso, Miró, Calder, Magritte, Warhol, Duchamp, Tàpies o Dalí. Compara el nacimiento del cubismo con la invención del arroz con leche, el sentimiento místico que puede producir la contemplación de un cuadro con una jugada de Maradona, afirma que mirar un móvil de Calder es parecido a observar la luna o las formas que crean las nubes en el cielo y que “contemplar los cuadros de Miró es como cambiar los canales de la televisión del cielo”.
A veces es bueno y necesario que nos hablen de la forma que lo hace Sáez sobre el arte, mediante un estilo y forma que baje de los “altares culturales” a los que solo acceden algunos y acerque lo que realmente puede llegar a hacer el arte por uno. Esto tampoco quiere decir que no nos enriquezcamos con lecturas y visionados de los artistas, porque también es necesario conocer al artista para llegar a entender su obra aún más y llegar a apreciarla. Sentir una obra e indagar en ella van únidos. Una obra nos puede llegar a enamorar a primera vista, pero también lo puede llegar a hacer a través de su estudio, de su conocimiento, de contextualizarla en la época en la que fue creada y el por qué se creó. La educación y los sentimientos son la clave. La clave del destino del arte y de su posibilidad de actuar en un arte mucho mejor. No te preguntes qué puede hacer el arte por ti, pregúntate que puedes hacer tú por el arte.
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