Sean Scully y Liliane Tomasko eligen Valencia para presentar su primera retrospectiva conjunta
CARLA MELCHOR | VALENCIA «La muestra quiere continuar el testigo de otras históricas, como las que hicieron Diego Rivera y Frida Kahlo; Max Ernst y Leonora Carrington o Jackson Pollock y Lee Krasner», explica el comisario artístico valenciano Javier Molins, el que sugirió a los artistas abstractos Sean Scully y Liliane Tomasko realizar por primera vez dos retrospectivas de sus trayectorias de manera conjunta. «Es muy interesante ver las obras en un mismo espacio. Unirnos para la muestra fue algo natural, ya que durante años hemos compartido el mismo estudio», explicó ayer Tomasko, en consonancia con la percepción de su pareja: «Mucha gente nos ha preguntado siempre que si había competición entre nosotros. Pero la respuesta sigue siendo no. Ni la hay ni la hubo», señala Scully.
La muestra «Sean Scully + Liliane Tomasko», que cuenta con una selección de 60 obras procedentes del Museo Reina Sofía, el IVAM o de colecciones privadas, permanecerá en el Centro Cultural Bancaja hasta el 15 de enero de 2017, antes de marcharse a Perpiñán (Francia) y Stuttgart (Alemania). El proyecto recoge la trayectoria de Scully desde la década de los 70, y en el caso de Tomasko, abarca de 2002 a la actualidad. Estos pintores afincados en Nueva York comparten la realidad como principal fuente de inspiración, así como un pasado humilde, ya que los dos proceden de familias de inmigrantes.
«Siempre nos intentamos ayudar, ya que hablamos de arte constantemente. Es una relación de harmonía», asegura Scully (Dublín, 1945). Sus obras destacan por unas imponentes líneas horizontales, donde el color tiene un gran protagonismo. De ahí, que el artista cuente como referentes las obras de Matisse, por su uso del color, y las del pintor suizo Paul Klee, por su relación con el expresionismo y la abstracción. Muchas de sus producciones son consecuencia de sus viajes. Uno de los que más marcaron fue el que realizó a Marruecos en 1969 o 1992, de los que surgen lienzos comoTin Mal (1997) o Ukbar (1994), inspirados en el paisaje marroquí, las mezquitas y los pueblos.
El irlandés, a pesar de que se inspira en elementos de la realidad, utiliza títulos abstractos para sus obras porque éstas surgen de una «percepción». El artista comenzó siendo conocido por sus líneas minimalistas en los 70, sin embargo, a partir de los 80 da un golpe a la espátula para inundar sus lienzos de gruesas franjas de colores expresivos. Cuenta con exposiciones permanentes en el MoMA de Nueva York o el Centro Pompidou de París. Scully es, en este tándem matrimonial, el artista más conocido y cotizado, aunque las obras de Tomasko comienzan a viajar más desde la última década. De hecho, la semana pasada inauguró una en Viena, y la en unos días viajará a Pekín para presentar otra muestra.
«En un matrimonio de artistas, desgraciadamente suele destacar más el hombre. Aunque arece que está empezando a cambiar», comenta uno de los asistentes a la presentación. Y es que el arte de Liliane Tomasko (Zúrich, 1967), de ascendencia húngara, se inspira en la esfera doméstica, de donde intenta captar las ausencias y la «inutilidad» de las rutinas diarias. Su trayectoria pasa del desenfocado a lo abstracto, con una gran fijación por las ropas de cama. Para ello, utiliza no sólo lienzos, sino fotografías hechas a través de su Polaroid y vídeos donde deja constancia de la rutina doméstica. A diferencia de Scully, la artista utiliza líneas sinuosas para despojar a la pintura de la figuración. Ejemplo de ello son Untitled (2014) o Eleuthera Beds Rebooted (2015). Fuente http://www.levante-emv.com
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