La gran exposición de Wifredo Lam completa su recorrido por tres grandes museos europeos en la Tate Modern de Londres a partir del miércoles, un periplo que debería servir para popularizar al artista surrealista cubano.
Más de 400 obras --pinturas, dibujos, fotografías, además de revistas y libros-- integran esta muestra que abre el miércoles hasta el 8 de enero de 2017, tras haber pasado por el museo George Pompidou de París y el Reina Sofía de Madrid.
"Estamos muy contentos" con el éxito de la muestra, explicó a la AFP Eskil Lam, uno de los cuatro hijos del artista, que estuvo acompañado de su hermano Stephan en la presentación de la exposición en Londres, explicando que en París la visitaron casi 200.000 personas.
"Siempre hubo una paradoja con la obra de mi padre, porque es conocido sin serlo. Siempre tuvo su lugar entre la gente que se interesa por el arte, por contra entre un público mucho más general, e incluso entre la nueva generación de aficionados al arte, es bastante desconocido, por eso estamos tan contentos con esta exposición", añadió.
Ambos hijos coincidieron en describir a su padre como un hombre "cálido", pese a las vicisitudes de su biografía.
La vida del artista cubano nacido en Sagua La Grande en 1902 y fallecido en París en 1982 fue un constante ir y venir entre el Caribe, América Latina y Europa, en parte por las grandes catástrofes del siglo XX.
La Habana, Madrid, Barcelona, París, Marsella, la Martinica -donde el régimen colaboracionista francés de Vichy lo encerró en un campo de internamiento durante un mes-, Puerto Príncipe, Nueva York, Albissola (Italia) o Zúrich fueron escenarios importantes de la vida de Lam.
Hijo de un inmigrante chino y una madre descendiente de africanos y españoles, Lam estudió arte en Madrid en los años 1920 y vivió el estallido de la Guerra Civil (1936-1939), y la muerte por tuberculosis de su primera mujer e hijo. Se alistó voluntario para defender a la República y trabajó en una fábrica de municiones, antes de trasladarse a París en 1938, donde conoció a Pablo Picasso.
De la mano del maestro español entró en contacto con los surrealistas. Frecuentó especialmente a André Breton, para el cual ilustró el poema "Fata Morgana", durante una estadía en Marsella al inicio de la Segunda Guerra Mundial a la espera de una visa para poder regresar al Caribe.
La muestra incluye el período figurativo poco conocido de su formación académica en España. Abarca además diferentes formatos y materias, incluyendo el grabado, que sustituye a la pintura a partir de los años sesenta y la instalación definitiva en Albissola, en la costa de la Liguria italiana.
Las estrellas de la exposición son dos grandes cuadros prestados por el MoMA de Nueva York, "Presente Eterno" (1944) y "La Jungla", un óleo y témpera sobre papel realizado al año anterior, colorida obra de marcada verticalidad que evoca el regreso a la isla natal, su fauna y su vegetación.
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