Una obra que transcurre en el sugestivo clima mexicano del Día de Muertos. La pintora Frida Kahlo espera a sus imaginarios invitados, convocando a Diego Rivera, León Trotsky, André Breton, Nelson Rockefeller, y otros destacados personajes que acompañaron su biografía. De eso va Frida, viva la vida, que desde mañana y por tres funciones se puede ver en la Sala Balzo, del Auditorio Nacional Adela Reta. Va viernes 14 y sábado 15 a las 21:00, y se despide el domingo a las 19:00. Entradas en Tickantel, a $ 300.
"El personaje demandó un enorme trabajo de investigación previo, porque al no ser la obra sobre alguien de ficción, eso obligó a respetar muchísimo todo lo que se presenta en escena. Además, el trabajo físico me hace transitar por lo que fueron las condiciones físicas de Frida y sus problemas de salud", explicó a El País Do Reis, que sube a escena con puesta y dirección de arte de Gerardo Bugarín.
Con dramaturgia de Humberto Robles, el espectáculo fue un éxito desde su estreno, más de una década atrás, habiendo sobrepasado el centenar de funciones en un recorrido que abarcó ocho salas montevideanas. Este intenso unipersonal de Adriana Do Reis le valió ser nominada al premio Florencio como Mejor Actriz en 2005, y recorrió en 2006 y 2008 14 departamentos del Interior, en salas grandes y pequeñas. "De aquellas giras me quedó muy presente la calidez de la gente, el agradecimiento de que llegues. Y fuimos a lugares que no son ni siquiera teatros. Nos presentamos a veces en clubes, lo que exige un poder de adaptación: si tenés un patio la tenés que hacer en un patio", recuerda la intérprete.
La artista rescata los aspectos atemporales de la vida y obra de Frida Kahlo, aquella eximia pintora mexicana que dio un sesgo propio a las vanguardias, a la vez que fue muy crítica con los artistas surrealistas y otros corrientes experimentales, a las que acusaba de frías y hasta excesivamente formalistas. También Do Reis busca comunicar desde el escenario el modelo de mujer que se desprende de la biografía de la pintora, desde su lucha por sus principios hasta su pelea ante los sufrimientos, en particular los vinculados con su salud. En ese sentido, en la obra está muy presente el recuerdo del accidente de tránsito que le marcó su vida (y su arte), y surge así inevitablemente la presencia de la muerte, como compañera de camino en la ficción.
"No sabíamos qué iba a pasar al buscar este reencuentro con la obra. El espectáculo lo dejamos en 2010, con funciones a sala llena, luego de hacerlo durante cinco años. Fue una gran interrogante ver qué quedaba del personaje, y pronto con el director notamos que la obra la teníamos presente, que estaba viva en nosotros".
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