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viernes, 11 de noviembre de 2016

Así se financió el terrorismo con el tráfico de arte

Daesh destruyó en Palmira templos y asesinó a los arqueólogos
                                          Daesh destruyó en Palmira templos y asesinó a los arqueólogos - AFP
La Policía francesa prueba que uno de los suicidas de los atentados de Bruselas estuvo implicado en el tráfico de obras de arte procedentes de Siria
Khalid El Bakraoui, el terrorista que se suicidó en la explosión del metro de Bruselas el pasado 22 de marzo, estaba vinculado con el tráfico de arte y antigüedades, actividad con la que obtenía una fuente de financiación para los atentados. Este criminal es uno de los que participaron en la preparación tanto de los atentados de París el 13 de noviembre de 2015 como los de Bruselas y hermano de Ibrahim, del que se tienen más pruebas de que visitó Siria donde contactó con los líderes de Daesh, que fue detectado a su regreso a Bélgica pero una negligente falta de coordinación entre la Policía y la diplomacia belgas y la ignorancia por parte de las autoridades holandesas impidió que fuera detenido a tiempo. Esta es la primera vez que se tienen evidencias directas de que los terroristas se financian también en el mercado del arte.
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Khalid El Bakraoui murió en el metro de Bruselas al hacer estallar la bomba que transportaba al paso del convoy por la estación de Maalbeek. Pero esos explosivos los había pagado con dinero procedente de tráfico de arte, según revelaciones que publica esta semana la revista francesa «Paris Mach». La Policía francesa ha descubierto ahora no solo que figuraba en las redes que comercializaban las piezas expoliadas en los lugares arqueológicos saqueados por los terroristas islámicos en Siria, sino que además estuvo involucrado en el mercado de obras de arte robadas. Según estas últimas revelaciones, El Bakraoui intervino en un intento de negociación con una compañía de seguros sobre la devolución de ciertos cuadros robados, cuyas características no han sido reveladas. Esos intentos de extorsionar a las compañías de seguros se interrumpieron bruscamente, al parecer, en otoño pasado, poco antes de que se produjesen los atentados de París, según esta versión de los hechos.
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Poco antes de aquellos ataques que causaron 120 muertos además de los siete terroristas que se suicidaron, y más de 400 heridos, la casa de Khalid El Bakraoui había sido registrada dentro de una investigación sobre la compra de cargadores para fusiles Kalashnikov. Y entonces se le perdió la pista. No se sabría nada de él hasta mucho después, incluso después de los atentados de París, en cuya preparación participó activamente. No se oiría hablar de él hasta el 22 de marzo de 2016, el día de los ataques de Bruselas donde murió.

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Colecciones de arte

Desde que Daesh ocupó extensiones de Siria e Irak no solo ha destruido lugares arqueológicos de importancia incalculable, sino que se ha sospechado siempre que comerciaba con objetos arqueológicos y colecciones de arte para obtener financiación, igual que hacía con el petróleo extraído en esas áreas. Y del mismo modo que encontraba compradores para el crudo en los vericuetos del mercado mundial, los habría encontrado para las obras de arte expoliadas.
Los medios belgas que se han hecho eco de esta información procedente de fuentes policiales francesas aprovechan para criticar la reciente decisión del Gobierno federal de Bruselas de desmantelar la unidad responsable de investigar el tráfico de antigüedades y obras de arte que tenía la policía belga hasta este primero de noviembre. Y eso a pesar de que las informaciones sobre este caso hacen hincapié en el papel de Bélgica como plataforma del tráfico de este tipo de objetos. Además, debido a su situación geográfica y ante la perspectiva del Brexit, el mercado legal de arte de toda Europa se ha concentrado en Bruselas, donde se encuentran actualmente los mayores almacenes protegidos.

Unidades especiales

Hasta ahora, en Bélgica existía una unidad específica dentro de la Policía, dedicada a este tipo de delitos, que requieren de una especialización muy particular. Holanda y Alemania han decidido reforzar sus capacidades en este campo —España cuenta con unidades especiales de Patrimonio en la Guardia Civil y la Policía— y, de hecho, «Paris Mach» recuerda la existencia de vínculos muy estrechos entre la financiación del terrorismo y el mercado ilegal de obras de arte.
En Estados Unidos se ha puesto sobre la mesa la necesidad de poner en marcha una base de datos de objetos susceptibles de ser utilizados en este tráfico ilícito por parte de las redes terroristas. El equivalente al tribunal de cuentas, la Government Accontability Office (GAO) ha sugerido hacer caso a los expertos en el mercado de arte que han sugerido la necesidad de que se establezca una lista con obras de los museos y otros elementos«que puedan ayudar a verificar si se trata de objetos robados» en zonas de conflicto por parte de organizaciones terroristas como Daesh.
La Policía belga ha prometido que serán «otros investigadores» los que se encargarán de los casos relacionados con obras de arte robadas y que recibirán la formación necesaria. Pero Interpol ha criticado duramente esta decisión, que convierte a la capital de la UE en uno de los países más vulnerables.
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