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lunes, 2 de julio de 2018

"Nacemos, morimos y en el medio tenemos que hacer algo"


Boina que dejaba entrever una mirada atenta a cada detalle, manos que no paraban de moldear la tierra de uno de sus "cupí" (una de sus obras predilectas, como él mismo la define a estos montículos hechos con distintos materiales) e indicaciones que dirigían el trabajo de artistas uruguayos que lo ayudaban. Así se preparaba Rimer Cardillo –artista plástico y grabador uruguayo, 74 años, reconocida trayectoria a nivel mundial– para su exhibición Rimer Cardillo: Del río de la Plata al valle del río Hudson que inauguró el 28 de junio en el Museo Nacional de Artes Plásticas (MNAV) y permanece abierta hasta el 19 de agosto. 



Cardillo se recibió en la Facultad de Bellas Artes a fines de los 60; enseguida, continuó sus estudios en Alemania, en la Escuela de Arte y Arquitectura Weissenssee de Berlín, y en la Academia de Artes Gráficas de Leipzig. Pero una vez de regreso a su país natal –que por ese entonces transitaba una dictadura cívico-militar– se encontró con que el arte ya no contaba con el mismo terreno. El contexto socio-político, la apertura de nuevas puertas en el extranjero y el encuentro de un amor, hicieron que Cardillo decidiera radicarse en Estados Unidos a partir de 1979. Sin embargo, la familia y su primera musa inspiradora –la tierra autóctona– están en Uruguay, por eso viaja seguido.

"Es uno de los artistas que más se preocupa por la naturaleza y las causas medioambientales", así lo introdujo en diálogo con El Observador, el curador de la muestra, Karl Willers que, además. agregó: "Esta exhibición es un evento de importancia no solo para la historia de Rimer, sino también para Uruguay porque sus trabajos son muy reconocidos en todo el mundo por las contribuciones que ha hecho".

Después de 50 años de trayectoria, el artista decide volver con su obra que, como dice, "justifica su existencia" y, a través de ella, muestra lo que ha hecho durante toda su vida.

Busco la belleza de lo artesanal, de trabajar con los materiales y las manos. Lo mejor que podemos hacer son objetos que nos justifiquen como seres humanos. Más allá de lo maravillosa que es la tecnología, debemos pensar en cómo estamos perdiendo el uso de las manos. Y en mi obra, hago referencias tremendas sobre la artesanía y su disfrute, sobre el amor hacia la tierra. Dando clases en Nueva York, he visto a través de los años que cuando los estudiantes se exponen a técnicas complicadas como, por ejemplo, la xilografía del tallado en madera, se maravillan y toman conciencia de lo que son capaces de hacer con sus manos y de cómo el ser humano puede seguir siendo artesano.

¿Qué aspectos de la relación entre el hombre y la naturaleza le preocupan más?

Por un lado me preocupa la preservación de las razas humanas que habitan las Américas. De varios viajes que realicé al Amazonas, vi la extinción en proceso de muchos grupos de indios a quienes las grandes compañías desalojan o matan porque quieren sus tierras. De la misma manera que ocurrió acá en Uruguay con la llegada de los españoles y primeros criollos que destruyeron a los indígenas para quedarse con su espacio. Pero luego llega el problema de la destrucción del medio ambiente y me pregunto, ¿cómo logramos un balance? Me pregunto cómo podemos llegar a tener una armonía. Porqué los seres humanos matan para vivir, se matan entre sí y matan a los animales para comer.

¿Esta es la muestra más grande que ha llevado adelante? ¿Qué significa para usted que sea en su país?

Si bien he hecho exposiciones muy grandes en lugares como el museo Dorsky en New Paltz, el Nassau County en Nueva York o el Museo de las Américas de Washington –dónde hice la última– desde el punto de vista de la cantidad de obras, esta es la más grande. Que sea en Uruguay es muy importante para poder mostrar en mi país a mis amigos, conocidos y al público lo que he hecho durante mi vida. Además, uno justifica su existencia así. Nacemos, morimos y en el medio, tenemos que hacer algo.

Usted permanece muy arraigado a Uruguay, ¿por qué decidió irse a vivir a Estados Unidos en 1979?

Fue durante el período de la dictadura que decidí irme. En nuestro medio se estaban cerrando muchas oportunidades y tuve la suerte de recibir una invitación de la Universidad del Sur del estado de Illinois donde me querían como artista visitante. Fue muy tentador y me fui. Además, me enamoré de una mujer mitad uruguaya y mitad estadounidense que ayudó en mi decisión de irme. Igualmente vengo seguido a Uruguay, porque tengo la mitad de mi familia acá. También tengo mi taller donde trabajo.

¿Se podría decir que su trayectoria fue guiada por una suerte de tríada geográfica donde Uruguay funcionó como la tierra de origen para despertar su inspiración, Europa fue el lugar donde recibió grandes reconocimientos y en Estados Unidos, se le abrieron las puertas del mercado para poder vivir del arte?

Sí, sin dudas. Son los tres lugares en los que actué y sigo actuando.

Estudió y comenzó su carrera como artista en un tiempo muy distinto al actual, ¿cómo encuentra el desarrollo de las artes plásticas ahora en Uruguay? 

Cada vez hay más espacio, sin duda. En mi juventud, no teníamos la posibilidad de usar internet, no podíamos enterarnos de muchas cosas. Recuerdo que siendo estudiantes de Bellas Artes teníamos que ir a la Alianza de Uruguay-Estados Unidos para agarrar revistas y enterarnos de lo que sucedía. Y eso significaba, subir a un ómnibus, pedir las revistas, ver qué había y, tal vez, encontrar algo. En fin, hoy cualquiera puede acceder a cualquier información en un instante y eso facilitó mucho para que los artistas de Uruguay se interioricen con lo que sucede en el resto del mundo.Creo que están muy avanzados en general, hay más posibilidades por parte del Estado y mucha más ayuda de la que teníamos nosotros en aquella época. Así que en ese sentido, lo encuentro muy bien. En esta exposición por ejemplo, me han ayudado artistas jóvenes como Rita Fischer y Gustavo Tabares que hacen obras preciosas. Me siento muy conforme con que se está haciendo en Uruguay.

¿Hay alguna obra que representa más su esencia como artista?

Esta (toca la tierra del cupí que está a su lado) es una de las que más me interesa porque está fuertemente arraigada a mi juventud, a mis campamentos en las tierras uruguayas, en contacto con los animales. Animales como este avestruz que sacamos muerto e hicimos el molde.Y, últimamente, la obra sobre papel es la que me está entusiasmando más, como el cupí realizado en papel de algodón que está en el piso de arriba.

El cupí, sea realizado con tierra y semillas o con materiales más específicos como el papel, es un símbolo que ocupa gran parte de su obra. ¿Cómo comenzó a abordarlos desde su arte?

Cupí, que en guaraní significa hormigas, se traduce para mí en dos metáforas. Por un lado, representa aquellos montículos que hacían los charrúas, los cerritos de los indios. Por otro, hace referencia a los hormigueros triangulares que se encuentran en los campos de Rocha. Yo descubrí en Artigas, de casualidad, un lugar donde un tatú hizo una cueva y empezó a sacar herramientas como punta de flechas y raspadores. Eso, me ayudo a ir conceptualizando la idea del cupí como forma ceremonial y de hallazgo arqueológico.


¿Con qué se va a encontrar quien venga al MNAV a recorrer "Rimer Cardillo: del río de la Plata al valle del río Hudson"? ¿Cuántas técnicas artísticas se pueden apreciar?

La exhibición comienza aquí, en el primer piso con este cupí realizado en tierra, con semillas de Araucaria, moldes de animales y cerámica. Luego, va a haber un altar de monte criollo. En el cuarto piso comienzan mis obras de xilografías desde 1967, hasta llegar a las últimas instalaciones entre las que se encuentra, un espacio sobre Horacio Quiroga. En la sala 5 están mis trabajos más recientes.
Acá están volcadas todas las técnicas del arte. 

Imagino que montar una exposición de este tamaño, con tantos materiales no fue sencillo. ¿Hace cuánto trabaja en ella? 
Desde hace cuatro años, cuando Enrique Aguerre (director del MNAV) me invitó a hacer la exposición en el museo, estoy trayendo cosas y rescatando otras que ya tenía acá en mi taller y otros lugares.
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