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martes, 5 de enero de 2021

África recupera su arte


Estatua del rey de Dahomey, Béhanzin Statue represented his early 19th century ancestor King Behanzin, The Quai Branly primitive arts museum in 


Francia abre la caja de Pandora con la devolución de obras a Benín y Senegal

 Los museos perdieron dos tercios de su afluencia en el peor año de su historia

Paris

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ÓSCAR CABALLERO
PARÍS. SERVICIO ESPECIAL.

 El presidente Macron y la mayoría de diputados franceses están en la ilegalidad desde el 17 de diciembre. En efecto, ese día, votaron una ley, propiciada por Macron, que aprueba la “transferencia de la propiedad” de diversos objetos de arte en beneficio de Senegal y de Benín (antes Dahomey), cuyas reclamaciones oficiales comenzaron en 2016. Decisión tal vez moralmente justa, pero ilegal, objetan quienes votaron en contra “porque esas obras pertenecen a museos franceses y son por lo tanto inalienables. No pueden ser secuestradas ni cedidas ni vendidas”. Derechos sin fecha de caducidad.

Esta ley podría abrir la caja de Pandora que encierra, por ejemplo, las obras europeas y egipcias requisadas por Napoleón. De hecho, un hoy olvidado arqueólogo y político francés, Quatremère de Quincy (1755-1849), en sus polémicas Lettres à Miranda , de 1796, reprueba ya el pillaje sistemático de las tropas del corso. La ministra de cultura francesa, Roselyne Bachelot, calmó ardores: “esta ley no sentará jurisprudencia; tampoco instituye un derecho general a la restitución”. Y en cuanto a la supuesta ilegalidad, Bénédicte Savoy es tajante: “la ley muestra el camino; el Derecho la enmarcará”.

“Casi un 90% del arte africano está, hoy, fuera del continente. Es un caso singular”, afirma el economista senegalés Falwane Sarr

Sabe de qué habla: Savoy, historiadora del arte, francesa, cuyas clases en el Collége de France convocan fans y su laboratorio berlinés envidias, es capaz de citar, en provecho de sus teorías contra botines de guerra y apoderamientos coloniales, voces de todas las épocas, de Cicerón a Voltaire. En el despacho que le cedió el Collège de France, en el Barrio Latino de París, Savoy tradujo en páginas, y en peso -40 volúmenes de nomenclatura y más de tres kilos en la balanza- el registro de obras africanas en museos franceses, que levantó con el economista senegalés Falwane Sarr.

Throne of king B�hanzin. African art, resulting from the Dahomey. Donation of the French general Alfred Dodds. Paris, mus�e de l'Homme, about 1925.

Trono del rey Béhanzin

 AFP

El dúo fue designado por Macron, en 2018, para ratificar las promesas de su discurso de finales del 2017 en Uagadugú, capital de Burkina Faso. Pero si la pérdida de contexto afectaría, según Quatremère, a toda obra incautada, ¿por qué razón fue acordado este privilegio africano? Para Sarr, la razón es clara: “casi un 90% del arte africano está, hoy, fuera del continente. Y es un caso singular: a pesar de la colonización, Australia, Egipto, América Latina, cuentan con numerosos museos e importantes colecciones de sus obras”.

En Francia, el primer depositario de obras africanas, con 70.000 de las 90.000 consignadas por Sfarr y Savoy, es el museo de Quai Branly-Jacques Chirac, especializado en civilizaciones no europeas, auténtica pasión del extinto presidente. Dato interesante: su actual director, el canaco Emmanuel Kasarhéroue, es el primero de un museo francés nacido en la Francia de ultramar.

French art historian and professor at the College de France in Paris and the Technishe Universitat of Berlin Benedicte Savoy (R) and Senegalese economist and professor at the Gaston Berger University of Saint-Louis in Senegal Felwine Sarr (L) pose on March 21, 2018, in Paris. - The French president has named Savoy and Sarr in charge of a mission to study the restitution to various African countries of art and heritage pieces currently in France. (Photo by ALAIN JOCARD / AFP)

Bénedicte Savoy, historiadora del arte, y Felwane Sarr, economista senegalés)

 AFP

Otro dato de Sarr sobre la peculiaridad del caso africano: “La mayor parte de las posesiones francesas está fechada entre 1885 y 1960, en pleno periodo colonial”. Y añade que “la situación de dependencia invalida incluso la excusa de que ciertas obras fueron adquiridas. La operación, como el importe, eran inadecuados. Y la transacción desigual”. Para demostrarlo, compararon facturas con valores del mercado francés del arte. “Cuando la misión Dakar-Yibutí, de 1931, paga 7 francos -el precio en París de una docena de huevos- por una máscara sagrada, ese mismo mes, una máscara dogón vale 200 francos promedio en Druot, centro de subastas parisino, donde las mejores piezas decuplican esa cifra”.

Savoy agradece haber contado con “una excelente base de datos, una excepción en Europa”. Detalle importante porque “la historia de las colecciones africanas es europea”. De hecho, en 2017 Savoy renunció a la comisión alemana de restituciones porque “se niegan a situar el origen de sus colecciones, constituidas en gran parte en el periodo colonial”.

Los más de 500.000 objetos de arte salidos de Congo-Kinshasa durante el período colonial, 69.000 duermen en el British Museum. Y 120.000 en el museo real belga

Un año más tarde, el director del Victoria & Albert Museum de Londres, otro domicilio de incautaciones, daba largas con su proposición de “préstamos a largo plazo, en lugar de restituciones”. Según el informe, de los más de 500.000 objetos de arte salidos de Congo-Kinshasa durante el período colonial, 69.000 duermen en el British Museum. Y 120.000 en el museo real belga. Situado en zona flamenca, en el parque de Tervuren, fue creado en 1898 a la mayor gloria del proyecto colonial. Si promete nueva museografía, “para devenir un espacio de diálogo entre europeos y africanos, en pie de igualdad”, hasta ahora solo devolvió 144 piezas al museo nacional de Kinshasa.

El Hadj Omar Tall Sable

Sable de Hadj Omar restituido en 2018

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Claro que si Benín es el principal beneficiario de la ley francesa de diciembre es también el único país africano que solicitó restituciones. Marie-Cécile Zinzou, directora de una fundación de arte contemporáneo en Cotonú, capital económica de Benín, matiza: “contra lo que se pueda imaginar, el tema del patrimonio cultural apasiona”. Un ejemplo: “en 2006, la exposición de 30 obras del tesoro real de Benín, prestadas por el Quai Branly, convocó 275.000 visitantes”.

Las 46.000 obras que podrían salir de las colecciones nacionales, plantean otra duda: ¿para ir adónde? Según el informe, a “los Estados cuyas fronteras actuales correspondan a las zonas pilladas”. Especialistas afirman que restituir la máscara sagrada de una etnia al poder central puede provocar nuevas polémicas. Sarr y Savoy responden con la misma eficacia y claridad con las que trabajaron: “los países africanos reciben copia del informe con el detalle de obras, que apoyará por primera vez, sus reclamaciones. El resto, es un asunto interno de países independientes”.

Fuente

https://www.lavanguardia.com

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