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martes, 7 de enero de 2014

DOCUMENTAL Tino Calabuig. 1


                                        Tino Calabuig. 1 from Archivos Colectivos on Vimeo.

(...) Otro proyecto que significó un eslabón en la protohistoria de los espacios alternativos fue la Galería Redor en Madrid, destacable tanto por su actitud en los márgenes de una cierta experimentación de nuevas fórmulas ajenas a los circuitos de la época como por su activismo político implícito en la propia trayectoria vital de sus promotores. A partir de un céntrico sótano al lado de la puerta de Alcalá alquilado debajo de la vivienda de Tino Calabuig, él y Alberto Corazón iniciaron la puesta en marcha de este lugar de encuentros y acciones paralelas a principios de 1970, primero como estudio y taller de serigrafía. En su primera fase Alberto había iniciado una serie de trabajos a partir de la investigación sobre las posibilidades de la serigrafía poco desarrolladas en la época. Aunque coetáneo al Grupo 15, también focalizado en la edición de múltiples, la vocación de Redor era otra, ser un lugar de ensayo utilizando los medios de reproducción industriales aplicados en elementos artísticos basados en la experimentación y hacia creadores emergentes. Redor, sobre cuya trayectoria se reflexiona ampliamente en el volumen 3 de Desacuerdos, planteaba entre sus objetivos “Dar cabida dentro de sus posibilidades a aquellas formas experimentales serias que tienen difícil aceptación en otros centros por su no comercialidad y que sin embargo pueden aportar innovaciones formales y conceptuales en el campo del arte”. Empezaron a movilizar al sector desde la voluntad de una cierta agitación y llegó un momento donde decidieron utilizar una parte del espacio como galería. Como tal la primera muestra presentó trabajos sobre plásticos, pvc y metacrilatos de Alberto Corazón revelando así su carácter de ser un espacio no tradicional en el sentido de evitar colgar obra de soporte sobre lienzo. La segunda exposición fue del mismo Tino Calabuig, titulada Un Recorrido Cotidiano de carácter interdisciplinar y multimedia que produjo expectación por lo novedoso del montaje y el planteamiento. El disponer de un espacio de encuentro público para socializar e intercambiar obras e ideas, permitió que se fueran alternando hasta 1974 exposiciones individuales (entre la que destacaría la de John Heartfield en 1972) con los proyectos colectivos. Tino Calabuig desarrolló un manifiesto inicial en el que procuró marcar una posición crítica, demostrando la importancia del trabajo colectivo, dando cabida a formas experimentales serias, integración de la sociedad, sin condicionar su programa a la venta sino gracias a suscripciones, pautas que de forman instintiva también adoptaran los colectivos de generaciones posteriores. En unas declaraciones en la revista Tropos, ya en 1972 incidía en el hecho de que aun habiendo en Madrid ciento tres salas de arte por una nueva demanda y un mercado más floreciente ellos no se oponían desde un punto de vista utópico, tan utópico como el pensar que no se debe vender arte. Aunque Redor tuviera nombre de Galería y estuviera en un sótano “underground“ se situaba en una frontera abierta trascendiendo los parámetros establecidos. Gracias a Redor dos fórmulas esenciales para los espacios autogestionados comienzan a abrirse camino; configurar unas vías de autofinanciación privada por la cuota de amigos que colaboraban y el movilizar al sector en plan agitación activista siendo catalizador de la participación de gente joven que procedía de los barrios de Madrid . Al taller que también se denominaría Redor se incorporaron por entonces Francisco Escalada, Raimundo Patiño y una serie de jóvenes provenientes de la Facultad de Bellas Artes como José Miguel Ramos, Miguel Gómez entre otros. Eran tiempos políticamente agitados y Redor o mejor dicho su director y el grupo que se movía alrededor, tenían una vocación clara de compromiso por la lucha hacia la democracia. El posicionamiento de Tino en aquella época estaba claramente instaurado en el concepto gramsciano de la teoría unida a la praxis, aplicada a su idea de la función del arte en la sociedad en el contexto político específico que atravesaba España por entonces. Ciertas actividades consideradas subversivas para su momento se iban consolidando y tomando con naturalidad; algo tan simple como el realizar conciertos de apertura en las inauguraciones o trabajar con áreas sociales periféricas vía los llamados Clubs de barrio a través de gente muy joven. (Un núcleo de personas interesadas en proyectos como el de los carteles del movimiento afroamericano de donde salió el taller de serigrafía industrial participaban activa y constantemente). En 1974 su promotor cerró temporalmente el espacio a actividades públicas porque fue evolucionando hacia trabajos más en la línea del cine y la fotografía (documentales de agitación y propaganda del Colectivo de cine Madrid) y sumergido en la vorágine de la transición del 75 al 78 no lo retomó hasta después, ya enfocado a la imagen, abriéndose una nueva fase siguiendo estas directrices del 79 hasta el 82. Nekane Aramburu. Extracto del libro "Historia de los espacios independientes y colectivos de artistas en España (1980-2010)

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