29-03-2014 / 12:00 h EFE
Una de las expresiones artísticas más crudas del folclore mexicano, la carcelaria, llega a París a través de la galería Christian Berst, que expone una colección de medio centenar de paños pintados por presos chicanos en las cárceles de Estados Unidos.
Se trata de trozos de tela que reconstruyen crímenes, glosan vidas o hacen las veces de cartas de amor; todo salpicado de Cristos, pistolas, calaveras y mujeres exuberantes.
Reunidas bajo el nombre de "Paños, Prision Break", las piezas, creadas durante los últimos 30 años, podrán visitarse en la capital de Francia hasta el próximo 19 de abril.
"Los presos utilizan este medio para comunicarse con el exterior, pues carecen de dinero o de papel para escribir y se sirven de los pañuelos que les facilita la institución penitenciaria", explica a Efe el comisario de la muestra, Christian Berst.
A través de los paños, pintados en su mayoría a boli, los reclusos envían mensajes a familiares, amigos o miembros del clan, una actividad que comenzó en los años 40 y que ha devenido en manifestación artística.
"El arte del paño se da exclusivamente en el suroeste de Estados Unidos. Es propio de las prisiones de California, Texas y Nuevo México, nunca se ha extendido fuera de esa región", precisa Berst.
Las telas, de no más de 30 centímetros de altura y anchura, reflejan "las angustias, deseos y obsesiones de los reos" y están atravesadas casi en su totalidad por dos temas, la muerte y el paso del tiempo.
En muchos de ellos late la nostalgia y el respeto por la estética gángster: casinos, barajas, mujeres "pin-up" y lujosos "cadillacs", mientras que en otros se homenajea a personajes históricos como Emiliano Zapata, Pancho Villa o Al Capone.
También se hace referencia a símbolos aztecas y abundan los guiños al arte precolombino, pero la mayoría de las piezas, en cualquier caso, tienen el toque siniestro y descarnado de la parca, con esa vis grotesca, burlona a ratos, con la que los mexicanos la suelen evocar.
Los temas más frecuentes son los de la cultura y el arte "underground" chicano, movimiento que nació en los años sesenta al calor de la lucha por los derechos civiles de los latinos emigrados a Estados Unidos y al que los pañuelos carcelarios, desde la clandestinidad, se adelantaron dos décadas.
La Virgen de Guadalupe, los muertos o las armas son algunos de los motivos más recurrentes, aunque los temas varían en función de a quién vayan dirigidas las obras, precisa el galerista.
"Los pañuelos que envían a sus madres suelen ser de temas religiosos. Si van para sus mujeres, novias o amantes, los dibujos tienen una evocación erótica", explica.
Las telas que regalan a sus hijos están decoradas con personajes de dibujos animados o cómics, mientras que las que se envían a miembros del clan incluyen calaveras, muertos, armas o droga, que refieren "una suerte de código o lenguaje encriptado".
"En la cárcel", abunda Berst, "hay verdaderos expertos en esta actividad (...) Hombres que han encontrado en el arte de pintar pañuelos un medio de subsistencia".
"Reciben encargos de otros detenidos que no saben decorar telas e incluso les llegan peticiones de coleccionistas", explica el comisario.
Es el caso del francés Pascal Saumade, que lleva veinte años recorriendo el sur de EE.UU. en busca de estas telas y a quien Berst contactó para escoger algunas de sus obras y poder poner en marcha la colección.
El comisario celebra que el público comience a estar al tanto de esta arte "clandestino", secreto hasta hace muy poco debido a que la familia de los detenidos y los miembros de la banda guardaban con celo los pañuelos.
En ese sentido, asegura que su muestra "es una de las primeras" del mundo dedicadas a los pañuelos carcelarios, y le congratula la idea, dice, de estar "abriendo camino en cierto sentido".
Teórico del "art brut" (arte crudo), el galerista siempre se ha preguntado hasta qué punto las obras carcelarias se pueden "considerar una categoría de arte marginal". Su exposición, explica, avanza en esa dirección
Fuente
http://www.abc.es
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