Realmente impresionan algunas cifras del informe sobre la situación del mercado global de arte que acaba de publicar la feria TEFAF (The European Fine Art Fair). El volumen total de las ventas de arte y antigüedades alcanzó en 2013 65.000 millones de dólares, apenas por debajo del récord histórico que alcanzó en 2007, poco antes de su desplome –también histórico–, acompañando la crisis de la economía mundial en 2009.
Sumados a las imágenes cada vez más frecuentes de multitudes haciendo fila para visitar exposiciones –la convocatoria de Yayoi Kusama y de Ron Mueck en el Malba y Proa, respectivamente, son ejemplos recientes en Buenos Aires– a primera vista los números recién difundidos sobre el mercado podrían interpretarse con optimismo como un indudable, creciente y generalizado interés en el arte.
Pero apenas se analiza con algún detalle el informe publicado por la feria de arte más importante y glamorosa del mundo, que cierra mañana en Maastricht, Holanda, se descubre otro panorama, en realidad exento de sorpresas. En sentido inverso al interés en ver arte, que incorpora cada vez mayor cantidad de público –el número de visitantes a los museos no deja de crecer–, el mercado se concentra cada día en menos manos. Sólo el 8% de las obras subastadas en todo el mundo durante 2013 recaudó el 82% del dinero pagado. Los millonarios del mundo son unos 32 millones y el 42% están en los Estados Unidos. El porcentaje casi coincide con el del dinero gastado en arte en 2013: 38% se gastó en ese país. En todo el mundo hay, según el informe, 600.000 coleccionistas de nivel medio-alto. Pero los que importan realmente no llegan a 200.000. Y la tercera parte de estos señores son –no es difícil adivinar– estadounidenses. Los chinos fueron en 2013 los segundos compradores del mundo, con un 24% del gasto total, y los británicos, los terceros, con un 20% del total. Es decir que el gasto se concentró en tres países. Los números son realmente apabullantes. Tanto como el conocimiento que los analistas del mercado parecen tener sobre la riqueza y los hábitos de los 200.000 grandes compradores de arte en el mundo. Esa elite concentra una riqueza de 28 billones de dólares (no confundir con el inglés billionsque son muchos menos), pero su patrimonio en obras de arte es de 1,7% de ese total, es decir, unos 476 mil millones de dólares.
La buena noticia: se puede ignorar completamente estos números y concentrarse en el arte.
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