El artista posa con una de las piezas que expone en el museo; de apariencia abstracta, las moles dan pie a distintas interpretaciones.Foto: José Mari Martínez
EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO ACOGE HASTA SEPTIEMBRE UNA RETROSPECTIVA INÉDITA EN EL ESTADO DE WILLIAM TUCKER, PIONERO DEL MOVIMIENTO MINIMAL EN EUROPA
BILBAO - Elementos que conspiran para crear presencias poderosas, moles apabullantes, figuras dotadas de una abstracción aparente, dibujos y esculturas que interactúan como espejos de lo mismo, manchas con peso o piezas erguidas abarrotan la sala principal de la primera planta del Museo de Bellas Artes de Bilbao (Sala BBK), en un alarde de provocadora voluminosidad. La pinacoteca regala así a sus visitantes una retrospectiva inédita en el Estado español, la de William Tucker (El Cairo, 1935), escultor angloamericano y uno de los pioneros del movimiento mínima europeo de los años 70.
La exposición, imponente y evocadora, consta de 48 piezas, 24 esculturas de tamaño grande y medio y 24 maquetas previas de las mismas; además, muestra 57 dibujos en una retrospectiva que abarca sus últimos treinta años de carrera escultórica, en los que, entre otras cosas, el artista dio un giro de 180 grados a su anterior trabajo.
Su obra presenta una vuelta a la escultura figurativa desde una interpretación muy personal, basada en la simplicidad orgánica e interesada por cuestiones como la masa y la escala. “Estar de pie implica conciencia”, ha dicho en repetidas ocasiones Tucker, y sus moles se presentan así, tiesas y contundentes, maleables y resistentes a la vez. “Antes de ser estatuas eran piedras erguidas”, recordó ayer el artista al referirse a un mundo en el que el visitante ha de interactuar con las obras, interrogándose sobre lo que ve o lo que cree ver. Un juego que a Tucker le motiva mucho, tal y como detalló en la visita guiada posterior a la rueda de prensa: “Dependiendo del punto de vista que escoja el visitante, la escultura se le hará reconocible o no. Mis obras están hechas para que puedan tocarse y para que las complete quien las mira”. Tucker dijo también que le gusta dejar inacabadas sus obras, para provocar así una doble reflexión del espectador.
Kosme de Barañano, comisario de la muestra, incidió en ese tema: “Son obras difíciles de leer de forma visual, a pesar de la parente sencillez que muestran. Son obras que nos hacen trabajar para ver qué es lo que hay detrás de la presencia del bronce o del yeso. Las figuras, cabezas y manos que plasma en sus obras se ven cuando damos una vuelta completa a las esculturas, y es imposible alcanzar sus estructuras en un solo vistazo”.
Barañano se valió de un ejemplo concreto para explicar la conjetura: “La pieza en yeso titulada Odalisque, vista desde un ángulo se asemeja a una masa informe en forma de uve pero, contemplada desde otro ángulo, se revela como el torso, sin cabeza ni pies, de una mujer sentada con las piernas en alto”.
MODELAR CON LAS MANOS Tucker abandonó el minimalismo a mediados de los años 80, tras trasladarse a vivir y trabajar a Estados Unidos. En esa época dejó de hacer piezas de carácter conceptual y frío y comenzó a interesarse por la escultura de grandes volúmenes que podía modelar y realizar, en yeso o bronce, con sus propias manos, al estilo del artista francés Auguste Rodin, detalló ayer Barañano.
Y eso mismo es lo que le interesa a Tucker de Rodin: “Él era un artesano que sabía cómo hacer sus propias esculturas. No era como muchos artistas de ahora, que tienen una idea y le piden a alguien que se la reproduzcan”.
Respecto a los dibujos a carboncillo que acompañan, y en muchos casos explican, las esculturas que el espectador puede observar en esta exposición, el comisario dijo que también el lugar y la distancia desde la que se observen influye en lo que el público ve reflejado: “Si uno se aleja del dibujo puede ver manos, torsos y cabezas, pero si se acerca al mismo sólo contempla una serie de líneas abstractas”.
La exposición, que permanecerá abierta hasta el 14 de septiembre, repasa los temas clásicos de la mitología griega y de la historia del arte que han interesado a los escultores desde la prehistoria, como son el estudio de la masa y volúmenes de las cabezas, torsos y extremidades tanto humanas como de animales.
De todos modos, los habitantes de la capital vizcaina ya se habrán acostumbrado a William Tucker, porque una llamativa escultura suya luce desde hace años en Abandoibarra, cerca de la Biblioteca de la Universidad de Deusto, y otra se ha instalado en la Gran Vía para la ocasión. La de Abandoibarra, titulada Maya, tiene 3,5 toneladas y tres metros de altura.
ERAKUSKETA
Fuente
http://www.deia.com
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