Obra 'Overdose 1997', del Michel Majerus en el Grand Palais en la feria Fiac de París. /FRANCOIS GUILLOT (AFP)
Fiac, una de las grandes ferias para el sector, abre sus puertas en el Grand Palais de la capital francesa
En el supermercado del arte contemporáneo se libra una guerra sin cuartel. Entre los dos centenares de ferias profesionales que existen en el planeta se produce algo parecido al darwinismo. “Solo sobreviven los más fuertes, aunque esa competición es positiva. Uno siempre trabaja más y mejor cuando teme que su vecino le deje fuera de juego”, confirma Jennifer Flay, directora artística de Fiac, la feria de arte contemporáneo que ayer dio el pistoletazo de salida a su 42ª edición bajo la bóveda acristalada del Grand Palais de París.
Hasta no hace mucho, la feria parecía haber quedado al margen de la pugna, liderada por citas tan poderosas como la suiza Art Basel o la joven Frieze, que cerró sus puertas hace solo cuatro días en Londres, atrayendo a más de 100.000 visitantes en un solo fin de semana largo. En cambio, la feria parisina se había pasado años languideciendo. “Es cierto que ya no interesaba a nadie, hasta el punto que me pregunté si quería vincular mi reputación a la suya”, reconocía ayer Flay, antigua marchante de origen neozelandés que asumió la dirección de la feria en 2003, tras hacerse un nombre con su galería en el Marais parisino durante los ochenta.
En los últimos tiempos, la situación ha mejorado sustancialmente. Casi dos centenares de galeristas de primer nivel desembarcaron en París en la edición de 2014, mientras instituciones como la Fundación Louis Vuitton o el renovado Museo Picasso escogían sus mismas fechas para desvelarse ante el mundo. Parecían confirmar así que la feria volvía a contar, igual que la propia ciudad, a menudo acusada de vivir de las rentas de un pasado más glorioso. “Hoy ya nadie piensa en París como un lugar donde no sucede nada. Las instituciones del arte en la ciudad, entre las que nos contamos, hemos logrado darle un nuevo impulso”, asegura Flay, al frente de una feria que, en la edición pasada, logró congregar a 74.500 visitantes en cuatro días.
Un paseo por sus pasillos permitía corroborar ayer esta versión de los hechos. Entre obras de Wim Delvoye y Sophie Calle, el gran galerista parisino Emmanuel Perrotin transmitía un optimismo moderado. “París perdió velocidad tras la Segunda Guerra Mundial, pero ahora empieza a regresar al primer plano”, afirmaba Perrotin, para quien “la calidad de esta feria ha mejorado mucho y su perfil ha internacionalizado”. En esta edición, 173 galeristas acuden a la cita (una veintena menos que el año pasado, según el deseo de la organización, que quería evitar aglomeraciones y proponer espacios expositivos de mayor tamaño). De todos ellos, solo el 25% son franceses. Entre los orígenes privilegiados se encuentra Latinoamérica: algunas de las mejores galerías de São Paulo y México han acudido a la feria, tal vez indicando el lugar al que apunta el futuro del sector, cuando el boom asiático haya llegado a su fin.
Sin embargo, la tesis de la recuperación cuenta con un matiz innegable: la pérdida de peso de la ciudad en términos de mercado. El informe anual de la base de datos Artprice, que concentra los resultados de las subastas en todo el mundo, dibuja un panorama menos favorecedor. En el mercado global, solo el 2% de las transacciones se cierran en Francia, muy por detrás del 23% del Reino Unido, el 33% de China y el 37% de Estados Unidos, que recupera en 2015 su liderazgo tras perderlo contra el gigante asiático en 2014. “París ya no es el centro del mercado del arte, pero eso no significa que ya no cuente”, contesta Flay.
“De ese 2% de ventas, es muy posible que el 1,99% se concentre en esta feria”, opinaba, por su parte, la galerista madrileña Elvira González, que regresa a Fiac tras varios años de ausencia, con piezas de Eduardo Chillida y Juan Muñoz bajo el brazo. “Londres se ha quedado con el mercado y las subastas, pero París sigue teniendo su atractivo. El nivel de la feria es muy alto y acuden a ella muchos belgas, suizos y alemanes, que son enormes coleccionistas. Puede que no logremos vender obras como este móvil de Alexander Calder, pero sí logramos tener visibilidad respecto a un público óptimo, que tal vez rematará la compra en otro lugar”, apunta González.
Entre las tendencias detectadas en esta edición se encuentra el regreso definitivo de las disciplinas clásicas, como la pintura y la escultura, así como la infiltración gradual de las nuevas tecnologías en esas formas de arte de otro tiempo. En el espacio de la galería suiza Hauser & Wirth –cuyos responsables acaban de ser elegidos los personajes más poderosos del mundo del arte, según la lista anualPower 100–, el polaco Wilhelm Sasnal esboza retratos de personajes históricos a través de imágenes encontradas en Internet. En el standde la galería londinense Lisson, los retratos post-pop del británico Julian Opie cobran vida como si fueran gifs animados. Pero la obra más observada ayer pertenecía al alemán Gerhard Richter, en el espacio de la galerista Marian Goodman, lleno hasta los topes. Sus visitantes contemplaban con auténtica fascinación 678 (Spiegel) I, una obra en forma de frugal espejo de 214 por 276 centímetros. Richter lo creó allá por 1989, mucho antes de que existieran losselfies, pero seguramente anunciándolos.
Cinco citas con el arte contemporáneo en París
Anselm Kiefer en la BNF. Museos e instituciones parisinos aprovechan la semana de la Fiac para inaugurar sus muestras de la temporada de otoño. Las salas de exposición de la Biblioteca Nacional Francesa (BNF) presentan una exposición dedicada a los libros del pintor alemán Anselm Kiefer, realizados entre 1968 y la actualidad, y presentados en una escenografía inédita a cargo del propio artista, a la espera de la gran exposición que le consagrará el Centro Pompidou en diciembre.
John Giorno en el Palais de Tokyo. Otra retrospectiva inhabitual es la que el Palais de Tokyo, centro puntero dedicado al último arte contemporáneo, dedica al poeta neoyorquino John Giorno, quien fuera pareja de Andy Warhol y protagonista del mítico cortometraje Sleep. La muestra ha sido comisariada por el artista suizo Ugo Rondinone.
Dennis Hopper en la Galería Ropac. Las galerías también alinean su programa con el de Fiac. El monumental espacio que el marchante austriaco Thaddaeus Ropac posee en el suburbio parisino de Pantin acoge una selección de fotografías realizadas por el actor Dennis Hopper durante los sesenta, junto con objetos personales y una película experimental.
Rashid Johnson en el Studio des Acacias. Coincidiendo con Fiac, el mítico estudio fotográfico donde trabajaron Irving Penn y Richard Avedon alberga una exposición efímera del estadounidense Rashid Johnson, que también ha ocupado el Petit Palais de la capital francesa. Comparte espacio con su compatriota Matthew Day Jackson, que se interroga sobre la naturaleza de la belleza en la actualidad.
Fuente
http://cultura.elpais.com
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