Sentires, permanecerá expuesta hasta el 30 de enero en la Galería ‘Juan Soriano’ de la Casa de la Cultura Jalisciense.E.PACHECO GUADALAJARA,JALISCO.- A mi juicio, ningún otro pintor de los nacidos en esta ciudad, logró interpretar, con mayor solidez y pulcritud plástica, las formalidades de esa derivación de la pintura no figurativa, llamada expresionismo abstracto, que viniera a irrumpir en el panorama local en la segunda mitad del siglo pasado.
Ese fue el maestro Gustavo Aranguren, el cual, en la que considero su etapa más fecunda de su carrera creativa, y que habría de marcar una impronta estilística de casi toda su obra, logró llenar lienzos de formas, pigmentos y materia, donde, sin renunciar a un riguroso orden compositivo, volcaría una y otra vez, turbulentas cargas de explosiva pasión reconcentrada, dotando a cada una de sus composiciones de peculiares tensiones dramáticas subrayadas por explosivas líneas de fuerza, impregnadas de vibrante pigmentación y ásperas y agresivas texturas.
Así recuerdo yo al entonces joven pintor Aranguren en una exposición que vi montada en la Sala “Gerardo Suárez” de la original Casa de la Cultura Jalisciense; mismo espacio hoy remodelado y rebautizado como “Juan Soriano”, y que fue elegido por aquél, para poner a la consideración del público una selecta muestra de su labor con la cual decide poner colofón a su carrera, a los 75 años de su edad, y 50 de andar en estas danzas.
Así pues como los toreros finos, Aranguren se retira de esta plaza, pero saliendo por la puerta grande, como lo prueba la calidad de su exposición que lleva el nombre de Sentires; resumen esencial de la vida de este callado y reconcentrado pintor, dibujante y grabador; figura trascendente de la historia de la plástica jalisciense Contemporánea, tanto por las características de su obra, colmada de valores estéticos y significados anímicos, como también por su benéfica tarea como profesor de esta asignatura, a la cual entregó buena parte de su tiempo, descubriendo, alentando, dirigiendo y apoyando a numerosos prospectos de artistas que alcanzarían diferentes niveles de creatividad y que vinieron a dar continuidad a esta tradición incesante.
Don Gustavo, aunque no hizo estudios académicos formales, sí se dedicó con ahínco a pulimentar sus incuestionables dotes naturales y a afinar su sensibilidad, tomando cursos de arte, haciendo talacha gráfica y pictórica en diferentes talleres, y aprendiendo a la sombra de renombrados maestros, tanto en la capital de la República como en las ciudades de Nueva York y Londres, hasta sentirse apto para presentar sus primeras exposiciones, al inicio de la feliz década de los sesenta, llegando a completar más de un centenar de ellas que ocuparían todas las galerías e instituciones más importantes de Guadalajara, del Distrito Federal, de diferentes estados de la República, de algunos lugares de Estados Unidos y de Europa, hasta culminar con la que cierra su ciclo.
Aquí, se pueden apreciar las dotes de Aranguren como dibujante figurativo, así como sus excepcionales cualidades como grabador, (por algo fue fundador y maestro de los Talleres Intaglio y del Centro de Arte Moderno) pues en sus estampas siempre ha puesto de relieve su palpitante vena imaginativa, su efusión emotiva y su destreza técnica para el trazo de coloridas composiciones; mas donde se manifiesta en cuerpo y alma es, como dejo dicho, en sus lienzos antiguos o recientes; lo mismo en aquéllos que veladamente evocan presencias del mundo real, como en los que sin atender realidades, todo es vuelco abstracto y liberación de impulsos, exaltación de sentimientos, arrolladora revelación de tensiones, choque de líneas, formas, manchas, salpicaduras, densos pigmentos, grafías, gratajes y otros recursos expresivos que estructuran armónicamente cada cuadro aparentemente caótico. Esta exposición es, incuestionablemente, una espléndida manera de marcharse. Que le vaya bien, Maestro. Fuente
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