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domingo, 3 de abril de 2016

El mercado del arte reacciona tras la crisis

El mercado del arte reacciona tras la crisis
'Les femmes d'Alger' de Pablo Picasso (Ap - Ap)

  • Los artistas consagrados y los jóvenes van al alza, y sufren más los de ‘media carrera’

El mercado del arte evoluciona como la sociedad. Si la crisis ha acentuado la fractura entre ricos y pobres, también incrementa las diferencias entre los artistas de marca, los blue chips –valores seguros, estables, sin grandes fluctuaciones–, y los menos conocidos y castiga especialmente a la clase media. Según datos de Artprice correspondientes al año pasado, unos 50.000 artistas contemporáneos vendieron obras en subastas por todo el mundo, pero entre un centenar de ellos acapararon el 68% de las ventas. Y sólo tres, Jean-Michel Basquiat, Christopher Wool y Jeff Koons, se llevaron el 18% de los ingresos mundiales en arte contemporáneo.
Otro informe, el de Tefaf Art Market Report, presentado hace pocos días en la feria de Maastricht por Clare McAndrew, destaca que las ventas en el mercado del arte y las antigüedades descendieron en el 2015 un 7% en valor, pero esta caída es debida en buena parte al frenazo del mercado chino (con un descenso del 23% en sus ventas) y en algunos de los países emer­gentes, que va en paralelo a la ralentización de su crecimiento ­económico. En Europa las ventas están estancadas, con tendencia a crecer, y lo mismo sucede en Es­paña. Reino Unido vuelve a re­cuperar el segundo lugar sobre­pasando en ventas a China. Y en Estados Unidos crecieron las ­ventas el año pasado en un 2%.
El galerista barcelonés Artur Ramon explica esta tendencia “porque el mercado se ha hecho global, la parte más importante de la facturación está en las ferias internacionales, y los mercados locales son los que funcionan peor”. Otro factor que tener en cuenta es que el mercado norteamericano se ha visto favorecido por la apreciación del dólar frente al euro. Artur Ramon también reconoce que “en épocas de turbulencias económicas se deja de especular y se apuesta por valores sólidos, por los maes­tros clásicos o de vanguardia”. Y añade un matiz que escapa a los informes: “Con internet el mercado se ha hecho más transparente, se ajusta más la relación precio/calidad, y ya no hay precios desorbitados”.
Los artistas consolidados, como Picasso o Modigliani, batieron en el 2015 sus récords de mercado, y las estrellas del arte moderno de la posguerra, desde Andy Warhol, Francis Bacon y Roy Lichtenstein hasta los más próximos como Gerhard Richter, contribuyeron a consolidar este espacio. Un mercado cada vez más polarizado: un 90% de las obras vendidas en subastas valían menos de 50.000 dólares, pero sólo representaron un 12% del valor total. En cambio, las obras de más de un millón de dólares representan el 1% de las transacciones y el 57% del valor total. En el caso de los países de segundo nivel, como Bélgica, Suecia, Suiza o España, el informe de Clare McAndrew indica que las ventas de menos valor son claramente mayoritarias.
Carlos Duran, propietario de la galería Senda, de Barcelona, opina que “el mercado español se ha reactivado moderadamente tanto en las ferias como en las ventas de las propias galerías”. Los buenos resultados de Arco serían un reflejo. Rocío Santa Cruz, directora de la feria Arts Libris y galerista, considera que esta recuperación procede en buena parte del pequeño coleccionista, que con la crisis había casi desaparecido. “Es un público procedente de profesiones liberales que busca nuevos espacios, entre artistas jóvenes, en la fotografía o en las ediciones de arte, dispuesto a pagar hasta 3.000 euros”. Los datos sobre ventas de arte contemporáneo indican que el 64% de los lotes sale por menos de 5.000 ­dólares.
El informe de Artprice sobre arte contemporáneo señala que Nueva York (que concentra el 97% del mercado norteamericano y el 36% mundial) “cristaliza el boom actual del mercado del arte, que descansa sobre una minoría de actores con una altísima capacidad adquisitiva que pueden permitirse invertir a golpe de millones de dólares”. Así, en el top 10 de las subastas, nueve son de Nueva York, frente a una de Londres. De las diez ciudades que han registrado un mayor volumen de ventas, seis son de China. Y de los 50 artistas contemporáneos con más ingresos, 17 son chinos, lo que da idea de su potencial. Siguen al alza artistas como Zeng Fanzhi, Ai Weiwei, Aili Jia, mientras que caen en desgracia otros como Damien Hirst o Maurizio Cattelan. “La tiranía del mercado se impone, y ahora mismo están en auge los artistas latinoamericanos, probablemente por las compras de las grandes fortunas de Venezuela, Argentina y Colombia y de las fundaciones de Miami”, anota Rocío Santa Cruz.
La constante creación de nuevos museos de arte contemporáneo en el mundo durante los últimos años explica también el boom de los artistas mejor situados.
Otro indicador de la salud del mercado del arte son las piezas que no se venden en las subastas. Hasta un 37% de media, lo que confirma también que hay una demanda selectiva. Los invendidos pueden oscilar entre el 12% de Hangzhou (China) y el 53% de las subastas de París.
La presencia española en el mercado mundial sigue siendo escasa. Apenas un 1% del conjunto de ventas, pese a que hay artistas españoles muy reputados, con Picasso a la cabeza, Miró, Dalí y Gris entre los modernos. Pero es cierto que entre los contemporáneos (nacidos a partir de 1945), apenas aparecen tres nombres (Juan Muñoz, Miquel Barceló y Lita Cabellut) entre los 500 que más han vendido entre julio de 1914 y julio de 1915, según Artprice (en años anteriores habían aparecido Antonio López, Jaume Plensa y Manolo Valdés). Aun así, Artur Ramon explica su sorpresa por algunas ventas de su galería en la última feria de Maastricht, como una acuarela de Tapiró, al propietario de un museo de Shanghái, y otra de Ramon Tusquets, a un coleccionista turco.
Carlos Duran coincide en que “se buscan las grandes firmas, y quienes sufren más son los artistas de media carrera, algunos de los cuales se han visto obligados a ­hacer correcciones en sus baremos de precios”. Pero también ­señala Duran una recuperación del mercado para los jóvenes ar­tistas y un cierto interés por la creación a precios asequibles.
Violant Porcel, directora de la galería Marlborough, en su sede de Barcelona, reconoce que el arte y los artistas españoles no tienen peso internacional, “y es injusto, porque en grandes acontecimientos como la Bienal de Venecia se percibe el nivel de nuestros artistas”. Naturalmente no se explica por una sola causa. Las restricciones en las políticas de compras de las instituciones públicas, un mercado débil, la falta de circuitos adecuados para los artistas y los comisarios... “No sólo las galerías, también los artistas tienen que viajar, salir más al extranjero, faltan ayudas para la movilización”, añade Santa Cruz.
Otro problema es la ausencia de un coleccionismo potente... España no aparece ya en el ranking de los nueve países con mayor presencia de coleccionistas de arte. “Italia tampoco tiene gran coleccionismo, pero sus relaciones internacionales son mejores, y especialmente con Estados Unidos”, precisa Violant Porcel. A Artur Ramon no le sorprende. “Nos falla la base, nos falta educación visual, la curiosidad en la mirada, el espíritu humanista. Esto se logra desde la escuela, donde por cierto la historia del arte ha prácticamente desaparecido”. Artur Ramon lo explica por teléfono desde París, donde ha acudido “a una feria del dibujo que congrega largas colas de público, algo impensable en Barcelona”. Pero también reconoce que el coleccionismo está mutando, “han desaparecido los coleccionistas de vidrio, cerámica, grabado… y aparecen otros nuevos, aunque no sabemos muy bien hacia donde van”.
“Es verdad que no es misión de los museos validar a los artistas locales, pero al no programarlos los desamparan, y en cambio en otros países hay un mayor apoyo al tejido creativo”, dice Carlos Duran. Y Artur Ramon añade que la situación en Barcelona es peor que en Madrid, porque las escasas compras públicas de obra se quedan allí y porque Catalunya sigue sin tener una gran feria. “Y tampoco me acabo de creer la propuesta del conseller de Cultura porque no hay una voluntad del sector para hacer una feria en Barcelona”.
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