Aníbal Jozami, Esteban Tedesco, Guillermo Ruberto y Deniel Levinas, junto al Director Artístico del MALBA, Agustín Pérez Rubio, reflexionan sobre el rol del coleccionista en el siglo XXI y sobre la identidad del arte regional.
"Creo que para que una colección sea fuerte tiene que lograr un diálogo entre el pasado y el presente. Apoyo a los artistas emergentes, pero no me olvido de los que trazaron el camino. Mi colección es dinámica y latinoamericana". Guillermo Ruberto.
Persiguen a muerte el trabajo de un único artista o van y vienen siguiendo el ritmo de su palpitar. Se enamoran, se comprometen, se arriesgan, se enloquecen. Históricamente son los eslabones fundamentales en el establecimiento de museos. Algunos son reservados, otros extrovertidos y de puertas abiertas.
Así son los coleccionistas Aníbal Jozami, Esteban Tedesco, Guillermo Ruberto y Daniel Levinas -algunos incluídos en un reciente informe sobre coleccionistas argentinos con motivo de la 25ª arteBA-, quienes junto al director artístico del MALBA de Buenos Aires, el español Agustín Pérez Rubio, conversaron y reflexionaron sobre el rol del coleccionista en el siglo XXI y sobre la identidad del arte regional, con Barbara Victoria, colaboradora deARTEINFORMADO.
El rol del coleccionista es el de conservar para generaciones futuras obras de arte que en su época no fueron consideradas. En el momento en el que la sociedad finalmente valoriza a determinados artistas, sus obras de arte estaban conservadas y protegidas gracias a que había coleccionistas que las habían rescatado¨, explica Aníbal Jozami, Rector de la Universidad Tres de Febrero y coleccionista de arte rioplatense. "Me he preocupado siempre porque nuestra colección sea una base para promover artistas que la moda ha ignorado y hacerlos visibles en el exterior. Los llamados 'Artistas del Pueblo', por ejemplo, como Alfredo Gramajo Gutiérrez y Víctor Rebuffo, son artistas que junto con mi esposa hemos logrado que entren a importantes museos del mundo", agrega.
El respaldo institucional con el que cuenta el arte latinoamericano suele ser débil, y muchas veces la inestabilidad de las economías hace que los artistas queden estancados o que directamente se vean alejados de su vocación. En este contexto, la virtud de los coleccionistas no se reduce a la de ser visionarios, sino que también ejercen el rol de mecenazgo comprometiéndose con el financiamiento y la difusión de las obras.
"Mi colección no es sobre las grandes figuras del arte contemporáneo internacional. Yo trato siempre de promover gente joven, muchas veces presento artistas a galerías para ver si quieren representarlos, y en algunos casos he tenido éxito. Trato de promocionar lo más que puedo a los artistas latinoamericanos, no sólo acercándolos a otros coleccionistas y galerías, sino también mediante las charlas que doy, en las que enfatizo en el arte de la región", comenta Daniel Levinas, coleccionista radicado en los Estados Unidos y, desde el pasado mes de junio, Presidente del Patronato de The Phillips Collection en Washington D.C. Y añade: "En general trato de conocer a los artistas porque creo que aprendo más y entiendo más por qué hacen lo que hacen. Y además porque artistas reconocen el trabajo de otros artistas y te guía". Junto a su mujer, Mirella Levinas, abren las puertas de su casa para dar a conocer su colección que incluye piezas del brasileño Nazareth Pacheco, del español Javier Arce y de los argentinos Amalia Pica y Pablo Bronstein.
"Mecenazgo", "padrinazgo", "sponsoreo", todos coinciden en que el soporte que le brindan a los artistas -que va desde compras de materiales, pago de alquileres y financiamiento para la edición de libros- es siempre mínimo en relación al valor de las obras con las que los artistas responden en retribución. Uno de esos casos es el de Esteban Tedesco, cirujano plástico y coleccionista de arte contemporáneo argentino desde la década de los ochenta.
"Presto mucha obra para muestras en el exterior. En el último año casi cien obras recorrieron diferentes países de Europa y América. Por lo general, esto es siempre a partir de la solicitud de instituciones. En este momento tengo obras en el museo MAR en Mar del Plata, en el MALBA, en el Di Tella, en Salta, en Tucumán, en Río Negro, en España y en Italia". Enfocado en la escena artística nacional de los últimos treinta años, Esteban nos ayuda a entender cómo el compromiso de los coleccionistas va enlazado a la misión de comunicar. Su colección incluye obras de Santiago Rey, Rosana Schoijett, Liliana Porter, Ana Gallardo, Jorge Macchi, Marcos López, entre otros.
Otro ejemplo es el de Guillermo Ruberto, contador público e integrante de la Asociación de Amigos del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. "Las tareas de mecenazgo en mi caso consisten en pagar mensualmente al artista durante un tiempo determinado a cambio de obra. Yo trabajé, mediante la galería Rolf Art, con Ananké Asseff, fotógrafa y escultora, que en su momento hizo una muestra en la Fundación YPF. También lo hicimos con Lucio Dorr -artista que lamentablemente falleció muy joven y del cual recientemente se hizo una retrospectiva en el MAMBA- quien produjo obras en vidrio esmaltado, construyendo composiciones tipo mural. También me contacté con un artista llamado Mariano Ferrante. Por lo general son acuerdos de uno a dos años. Es muy variado y distinto cada caso, pero está dentro de los roles que cumple el coleccionista", explica.
El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires - Fundación Costantini, también conocido como MALBA, es un ejemplo por excelencia en Argentina, de cómo el legado de los coleccionistas contribuye en la formación de museos, en este caso el del empresario Eduardo Costantini.
Hablamos con Agustín Pérez Rubio, director artístico del museo, sobre su origen y destino: "El MALBA se funda a partir de la donación de 223 piezas de Eduardo Costantini; es un ejemplo de cómo a partir de una colección privada se funda una institución que va más allá de su coleccionista, porque hoy en día esa colección ocupa un piso, pero también tenemos cuatro espacios más que no tienen que ver con la colección de Eduardo, que son espacios para exposiciones temporales y actos relacionados con literatura, cine, educación, arte y pensamiento, y que organizamos programando transversalmente las actividades del museo". La del MALBA es una colección que desde el 2001 dejó de estar a cargo de Eduardo Costantini y comenzó a recibir donaciones de otros coleccionistas, de Amigos del Museo y de artistas, al mismo tiempo en que se siguieron sumando obras mediante planes de adquisición.
En las últimas décadas la percepción del arte en la sociedad ha cambiado y eso afecta directamente a la puesta en valor del arte latinoamericano, tanto así como al de otras regiones que antes eran poco tenidas en cuenta en las exhibiciones de los principales museos y que hoy por hoy son considerados casi al igual que obras originarias de Europa. "Afortunadamente yo creo que las colecciones europeas y anglosajonas han asumido que la modernidad no es única, sino que las modernidades son simultáneas y diversas. Así se rescatan de África, de Asia y de Latinoamérica memorias olvidadas, discursos y experiencias artísticas que tienen que ver con esos contextos. Esta noción de la hegemonía es parte del quehacer de los museos. Se asume una identidad, una importancia y un valor histórico a muchos a artistas que sólo eran valorados dentro de Latinoamérica. Eso se ve por ejemplo en colecciones como las del MoMA de Nueva York que hoy día hacen regularmente muestras de artistas como Joaquín Torres García -actualmente de gira por España-, Grete Stern y Tarsila do Amaral, cosa que antes era un hito", cuenta Agustín y enfatiza que no sólo las contribuciones de los coleccionistas son importantes, sino que en varios casos los legados de galeristas y artistas pueden ofrecer mucho a museos e instituciones. "Es fundamental simplemente porque damos más visibilidad. Los curadores y todos los que trabajamos en los museos inferimos mucho en el mercado sin proponérnoslo ya que las instituciones tienen ese marco de legitimidad y de popularidad, y el museo le da ese capital simbólico", agrega.
¿Hay un arte argentino? ¿Qué es el arte latinoamericano? Es un debate complejo y que no tiene respuesta única. Es un debate que invita a la investigación y al diálogo: "Artista latinoamericano es algo difícil de definir", dice Daniel Levinas. "Por alguna razón, viendo galerías nuevas, encuentro algo que me gusta y cuando pregunto por el autor resulta que es un artista latinoamericano. Es una sensibilidad diferente que no estoy buscando y sin querer sucede, como me pasó recientemente con el artista mexicano Gabriel de la Mora -acaba de exponer en The Drawing Center (Nueva York)-", nos explica Levinas.
"Yo creo que sí, hay un arte argentino y latinoamericano. En pocas palabras pienso que su esencia tiene que ver con una connotación social, muy vinculado con la política", analiza Aníbal Jozami, quien sostiene que el desarrollo del mercado del arte está muy ligado a que haya una mejor consciencia en la sociedad sobre la importancia de los artistas. "En ese sentido junto a la Universidad Tres de Febrero fomentamos programas de formación en arte, acercándonos a sectores desfavorecidos ya que el arte es también muy buena herramienta para llegar a los jóvenes y para hacerlos interesarse por la cultura", puntualiza Jozami.
Si bien la Argentina es un país que ha sufrido muchas crisis, ha tenido épocas de prosperidad en el mercado de arte. La clave para salir a flote tiene que ver con la promoción internacional y con el fortalecimiento institucional. Los especialistas coinciden en que se trata de un mercado que inminentemente va a desarrollarse, empujado por las galerías y museos de primer nivel que lo caracterizan, cuya repercusión sigue creciendo. -leer noticia sobre el nuevo distrito de arte de Villa Crespo-
"Es importante entender que la colección de un museo está viva, no es algo que se deja y queda para siempre intacto, tiene que haber una continuidad entre las narraciones", nos comenta Agustín Pérez Rubio, antes de anunciar con orgullo que el MALBA presentará el próximo 21 de septiembre "Verboamérica", un proyecto de colección permanente realizado junto a la curadora argentina Andrea Giunta, en el marco del 15º aniversario del museo. "Es una nueva narrativa en la que entra el postcolonialismo, el feminismo, la teoría queer, el indigenismo, la periferia. Ese era uno de los sueños a corto plazo y desde donde creo que el museo a nivel artístico puede hablar".
"No compramos para vender, compramos lo que que queremos vivir. Todos los coleccionistas son diferentes, tienen distintas sensibilidades. Hay gente que sigue a un artistas a muerte, el artista va cambiando y lo sigue. Y hay gente que sólo colecciona obras que tienen números o letras, o cosas así, y eso está bien", concluye Daniel Levinas, recordando sus primeros pasos buscando pósteres y fotografías en Buenos Aires en su época de acercamiento al Arte.
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