25/10/2016 -
VALENCIA. No ha sido fácil disputarle la hegemonía de 'capital cultural andaluza' a Córdoba y Granada. Estas dos ciudades que contienen dos de los monumentos más colosales de nuestro tiempo -la Mezquita y la Alhambra-, han concitado las visitas turísticas de viajeros de todo el mundo. Célebre es la sentencia de Bill Clinton cuando hace ya unos años se asomó al espectacular Mirador de San Nicolás en el Albaicín para afirmar que desde allí se podía contemplar la más bella puesta de sol del mundo. Competir con tesoros arquitectónicos ancestrales o con caprichos providenciales de la naturaleza es inútil. Es por ello que Málaga, acechada por Sevilla -capital elegante donde las haya- y por Córdoba y Granada -ciudades míticas y universales-, se sentía pequeña y, tal vez, desplazada. Sin embargo, esta ciudad que es mucho más que campos de golf o pueblecitos televisamente míticos, ha transmutado en los últimos años en una capital cultural de primer orden, que nada tiene que envidiar a Amsterdam, Dublin o Lisboa en su oferta cultural. La pregunta, entonces, se antoja evidente: ¿qué tiene Málaga para que nos gerifaltes del arte europeo contemporáneo hayan encontrado refugio en ella?
La estela inagotable de Pablo Picasso
La primera respuesta a esta cuestión parece indudable: la estela de Pablo Picasso -probablemente un icono del arte mundial occidental, convertido ya casi en marca publicitaria junto a otras estrellas como Frida Kahlo o Andy Warhol- es inagotable; concretamente es evidente su rastro en el Museo Picasso de Málaga. El monumentalPalacio de Buenavista acoge un espacio que fue deseo del pintor en vida. Su finalidad es la de conservar, exhibir y estudiar todo su inmenso legado. Concebido como un “núcleo de proyección e impulso cultural y social”, tal y como afirman desde el centro, es un lugar imprescindible dentro de la ruta cultural malagueña. Es cierto que la marca Picasso impregna esta ciudad hermosa que contiene la cercanía de sus gentes, sus playas, chiringuitos y restaurantes con una poderosa corriente artística en la que, probablemente, al mismo Picasso le hubiera gustado vivir.
Entre los numerosos tesoros que contiene la colección permanente, destaca por su emoción y singularidad la obra Olga Khokhlova con mantilla, un lienzo fechado en el verano-otoño de 1917 y que contiene una hermosa intrahistoria: Picasso fue invitado por los Ballets Rusos para diseñar el vestuario de una de estas compañías cuyo coreográfico era Léonide Massine, el autor del libreto era Jean Cocteau y la música corría a cargo de Erik Satie. Sólo faltaba Picasso para completar este póker excepcional. Fue en ese ballet en el que Picasso conoció a Olga, una de sus bailarinas. Se enamoraron y Picasso siguió al ballet en su gira. Juntos vivieron en Barcelona, con la madre del pintor y la hermana. Y precisamente allí, en la capital catalana, Picasso pintó este hermoso retrato. Resulta especialmente interesante comprobar cómo fue la relación del pintor con su ciudad de nacimiento, el estudio del artista, la relación peculiar y siempre ambivalente entre el pintor y la modelo... Toda una colección de sentimientos emergen durante la visita a este museo
El arte ruso se refugia en Málaga
La ruta continúa por uno de los museos menos conocidos y, al mismo tiempo, más vibrantes de la ciudad malagueña. Se trata de la delegación malagueña del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo que se inauguró hace poco más de un año en el antiguo edificio de tradición regionalista de La Tabacalera y que acoge, en la actualidad, algunas de las exposiciones más interesantes de Europa; por ejemplo la de la presencia de Cervantes en el arte ruso. Mientras llega el próximo mes de enero una retrospectiva de Vasili Kansdinskiacompañada de una muestra virtual de de artes eclesiásticas rusas y un proyecto dedicado a la dinastía zarista de los Romanov, en el museo malagueño del arte ruso puede disfrutarse de Las cuatro estaciones, una exposición anual que se centra en una serie de pintores que consiguieron una notable fama gracias a los paisajes italianos que mostraron en sus cuadros. Silvestr Schedrín, Aleksandr Ivánov, Arjip Kuindzhi, Stanislav Zhukovski son buenos representantes de esta corriente, encarnada en esta muestra en cuadros que reflejan las cuatro estaciones pero que también se hibridan con otros textos como los musicales de Piotr Chaikovski o literarios como los de Chéjov, Pushkin o Turguénev que se vieron conmovidos por estos paisajes insólitos.
Ecos parisinos en Málaga
El tercer enclave de la ruta debe pasar necesariamente por el Centro Pompidou de Málaga. Tal y como ocurre con el museo ruso, este centro acoge la primera sede de la institución parisina fuera de Francia. En un impresionante edificio con forma de cubo gigante e insertado en el muelle del paseo marítimo, el centro contiene obras de autores colosales como el propio Picasso, Miró, Bacon, Magritte, Giacometti o Khalo. Extendidas estas obras a lo largo de 2000 metros cuadrados y divididas en cinco grandes áreas temáticas -metamorfosis, el cuerpo en pedazos, el cuerpo político, autorretratos y el hombre sin rostro-, esta conjunción de objetos artísticos resulta fundamental para conocer el arte de los siglos XX y XXI. Para comenzar 2017, el centro acogerá la exposición De la ciudad al museo: arquitecturas parisinas (1945-2015), una muestra de cuarenta edificios emblemáticos delGrand Paris construidos desde 1950 y que hermanará, todavía más, a estas dos capitales culturales.
Tradición y modernidad
Emociona particularmente visitar todos estos museos -y algunos más: Centro Arte Contemporáneo de Málaga, Museo Carmen Thyssen Málaga o Casa Natal-Fundación Picasso- observando todavía los vestigios de una urbe en la que se pueden registrar las huellas de los fenicios, los griegos, cartagineses y romanos en símbolos como la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro o la Catedral. Después del atracón cultural conviene darse a los pescaítos fritos, a la cazuela de fideos, el arroz a la marinera, el gazpachuelo y las deliciosas batatas -de Vélez-Malága-, que pueden comerse en una ensaladilla con arencas o como relleno en repostería.
Barcelona, verano-otoño 1917 | Óleo sobre lienzo, 64 x 53 cm Colección particular. Cortesía Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte | Zervos, vol. III, 15
Nada mejor que acabar la ruta dando un paseo por la bahía, esa que tan bien conoce el periodista malagueño Manuel Alcántara y cuya fundación se encuentra en la valenciana avenida del Pintor Joaquín Sorolla. Este decano del articulismo español que nació en elBarrio de la Victoria y que “prefiere lo vivo a lo pintado”, ha escrito como nadie sobre su lugar de origen. ¡Qué broche tan hermoso sus versos cantados por la cantaora Mayte Martin observando cómo atardece en una Málaga eterna!
Suelo primero del parque,
ramas de brazos cruzados,
estaba el puerto tan cerca
que soltó amarras el campo.
Disfrazada de gaviota,
la paloma de Picasso
se bajó de su palmera
y se fue a vivir a un barco.
Navegaron los almendros.
Se hizo a la mar Gibralfaro.
Soles rendidos del parque,
agua de brazos cansados,
todo el que vuelve a su sitio
encuentra por fin su rastro.
Fuente
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