Ilya Repin – “Iván el Terrible y su hijo” (1885, óleo sobre lienzo, 199 x 254 cm, Galería Tetriakov, Moscú)
El zar Iván IV el Terrible (1530-1584) fue un hombre inteligente y culto. Durante su largo reinado, modernizó Rusia, expandió sus fronteras luchando contra los mongoles y los tártaros y mandó levantar la Catedral de San Basilio de Moscú. Sin embargo, fue un gobernante cruel y sádico, que disfrutaba presenciando las torturas y ejecuciones que infringía a sus enemigos. Sembró el terror en su país para evitar que sus súbditos se rebelasen y sus ataques de ira eran conocidos por todos.
El 16 de noviembre de 1581 asesinó a su primogénito, el zarévich Iván. La esposa del zarévich, Elena Glinskaya, estaba embarazada y el zar la había golpeado por considerar que iba vestida de forma indecente. El zarévich se enfrentó a su padre, que le mató a golpes con su cetro. Era su hijo predilecto.
“Iván el Terrible y su hijo” es uno de los cuadros más impactantes del pintor ruso Ilya Repin. La riqueza de la estancia, la imponente alfombra, la belleza de los tejidos, la abundancia de sangre… Todo queda en segundo plano ante la mirada horrorizada del zar, que abraza a su hijo agonizante y le besa en la frente, mientras trata de detener la hemorragia de la sien con su mano. El zárevich espera la muerte con calma. La expresión de su rostro no es de miedo, sino de pena, y le corre una lágrima por la mejilla. Es consciente de los remordimientos de su padre y en vez de rechazarle, en un último acto de generosidad, se deja abrazar por él. El hijo ha perdonado a su padre, pero el padre vivirá atormentado por la culpa el resto de sus días.
El zar Iván IV el Terrible (1530-1584) fue un hombre inteligente y culto. Durante su largo reinado, modernizó Rusia, expandió sus fronteras luchando contra los mongoles y los tártaros y mandó levantar la Catedral de San Basilio de Moscú. Sin embargo, fue un gobernante cruel y sádico, que disfrutaba presenciando las torturas y ejecuciones que infringía a sus enemigos. Sembró el terror en su país para evitar que sus súbditos se rebelasen y sus ataques de ira eran conocidos por todos.
El 16 de noviembre de 1581 asesinó a su primogénito, el zarévich Iván. La esposa del zarévich, Elena Glinskaya, estaba embarazada y el zar la había golpeado por considerar que iba vestida de forma indecente. El zarévich se enfrentó a su padre, que le mató a golpes con su cetro. Era su hijo predilecto.
“Iván el Terrible y su hijo” es uno de los cuadros más impactantes del pintor ruso Ilya Repin. La riqueza de la estancia, la imponente alfombra, la belleza de los tejidos, la abundancia de sangre… Todo queda en segundo plano ante la mirada horrorizada del zar, que abraza a su hijo agonizante y le besa en la frente, mientras trata de detener la hemorragia de la sien con su mano. El zárevich espera la muerte con calma. La expresión de su rostro no es de miedo, sino de pena, y le corre una lágrima por la mejilla. Es consciente de los remordimientos de su padre y en vez de rechazarle, en un último acto de generosidad, se deja abrazar por él. El hijo ha perdonado a su padre, pero el padre vivirá atormentado por la culpa el resto de sus días.
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