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viernes, 10 de julio de 2015

LA HABANA: TRES DÉCADAS DE BIENAL




En la cuarta semana de junio quedó clausurada la duodécima Bienal de Arte Contemporáneo de La Habana. Un encuentro de acreditada tradición en la región que convoca a buena parte de la atención especializada en artes visuales y a sus diferentes manifestaciones, tanto tradicionales como emergentes en lo que hace a producción. Es parte de esa tradición el que se convoque a artistas latinoamericanos y del tercer mundo, con posibilidad de entrar en los grandes escenarios y circuitos internacionales, a partir de la proyección que brinda la presencia de los creadores y operadores del arte en la capital cubana quienes, en comparación con otros eventos similares, nunca han sido tantos como hasta esta edición décimo segunda.  Unos mil quinientos norteamericanos acreditados como expertos y vinculados al mundo del arte llegaron en la ocasión. El encuentro se inició un mes antes, el 22 de mayo, y cerró exhibición el 22 de junio. Pero ese tiempo no habla de manera explícita de lo que está detrás: la inversión en tiempo curatorial, además de recursos materiales y subjetivos en la búsqueda de propuestas y proyectos tan experimentales como novedosos que le sigan aportando brillo a la amplia muestra internacional habanera.

Reporta: Martha Liliana ROMERO

Hubo una nutrida presencia de 130 creadores de 44 países, entre ellos los invitados especiales y 26 artistas de la isla anfitriona. Entre estos últimos, algunos nombres reconocidos fueron Elizabeth Cerviño, Fidel García, Humberto Díaz y Yornel Martínez. Un detalle de esta edición de la Bienal fue que las exhibiciones no estuvieron centralizadas en lo espacial sino que ocuparon diversos puntos de la capital cubana y ese criterio no excluyó casas habitación, plazas públicas, cines y teatros, parques, museos, monumentos y esquinas de las principales avenidas. Un escenario fragmentado que se articula con las tendencias del arte contemporáneo y con las visiones contemporáneas de la materia y del universo.  El punto principal de despliegue en la perspectiva

 fue un paseo reconocido en el mundo: El Malecón.

La intención de romper paradigmas espaciales, planos y lineales, incluyó en la propuesta integral a la cotidianidad de las gentes habaneras, mezclando el arte con las costumbres del transeúnte y en algunos casos interactuando con ciudadanos anónimos, acudiendo a las formas de esparcimiento, la creatividad popular y el humor de quienes atinaron a encontrarse en estos cruces urbanos que propició el acontecimiento cultural. En esa lúdica alternativa tuvo repercusión la oferta del cubano Michel Mirabal, quien montó en el Complejo Cultural Morro Cabaña y en el espacio denominado “Zona Franca”, su “Carrera de Relevos”, una instalación que alude al acercamiento vigente entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos
Fue esta la edición número 12 de la bienal cubana y en la baraja de representaciones hubo nombres conocidos de estos encuentros y otros exóticos, como corresponde. De Austria llegó Nikolaus Gansterer y de Afganistán (USA) Aman Mojadini; desde Argentina trajeron sus obras Adrián Villar Rojas y Joaquín Fargas. Por Colombia estuvieron presentes Nicolás París, Manuel Santana y el colectivo artístico ”Octavo Plástico”, además del proyecto “Echando Lápiz”. Desde Brasil aportaron con sus trabajos  Leandro Nerefuh y Regina Silveira; en tanto que México estuvo presente con Sandra Calvo, Gilberto Esparza y Héctor Zamora. Perú, por su lado, mostró la instalación de José Carlos Martinat “Pista 1-2014”. La representación extranjera también tuvo la inclusión de trabajos de Guatemala, Chile, España y Uruguay, en lista incompleta.
En el plano de la actividad académica la Bienal programó talleres de curaduría y encuentros para la discusión vinculados, de manera directa o convergente, con las artes visuales. En  la acción y reflexión vinculante estuvieron presentes temáticas como la arquitectura, el urbanismo e incluso aspectos relacionados con el medio ambiente. Entre estos últimos se desarrolló el Simposio Juvenil de Escultura Ambiental “Arte Povera” con su representante más icónico: el italiano Michelangelo Pistoletto. Otros enfoques temáticos desde la reflexión académica incluyeron a las ciencias sociales y la comunicación masiva. La bienal cubana inició labores de exaltación, rescate y promoción de las artes en 1984, organizada por el Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam. Durante muchas ediciones el sitio de exposiciones ocupó los espacios de la mansión de los Condes de Peñalver, una edificación del siglo XVIII, declarado Patrimonio de la Humanidad, hasta la decisión señalada en esta edición, de descentralizar la programación.

Otros espacios comprometidos en la Bienal fueron el Centro Hispanoamericano de Cultura, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Instituto Superior de Arte. El encuentro internacional habanero alrededor del arte, uno de los que menos dotados en inversión económica y el que menos centralizó el anudamiento de relaciones comerciales hasta ahora, se convirtió en este 2015 y por coincidencia de circunstancias, en un espacio de ansiosa gestión múltiple para la articulación de nuevas posibilidades de interacción comercial potencial, como resultado del descongelamiento de las relaciones Estados Unidos – Cuba. Más de mil norteamericanos entre artistas, galeristas, museólogos y operadores de arte con credencial se dieron cita en La Habana, con visión e intención de estímulo de doble vía ante el nuevo mercado de la estética tridimensional que se abre al mundo (aresprensa).  
Fuente
http://www.aresprensa.com



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