Como Venus está tan cerca del Sol y su atmósfera está formada básicamente por dióxido de carbono, el planeta retiene la energía solar y alcanza temperaturas que superan los 482° C. Todo ello a pesar de que el albedo de Venus es de 0,72, muy superior al de la Tierra, por lo que, en consecuencia, aunque este planeta está más cerca del Sol que la Tierra, y reciba en su tope un flujo medio dos veces más elevado que la Tierra (654 W/m2), la energía solar
que absorbe su superficie es inferior a la de la Tierra ((1- 0,72) x 654 = 183 W/m2), lo que, en principio, favorecería un clima más frio que en la Tierra si no hubiesen otros factores, como el alto porcentaje de CO2. Debemos aclarar que el albedo es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja con respecto a la radiación que incide sobre ella. Las superficies claras, como la nieve, el hielo o las nubes, tienen valores de albedo superiores a las superficies oscuras. Como comparación, el flujo de radiación solar incidente (342 W/m2) sobre la superficie terrestre, un 30 % (102 W/m2) es reflejado desde la propia atmósfera o desde la superficie continental u oceánica, y devuelto de nuevo hacia el espacio exterior sin ser utilizado. Este porcentaje de radiación reflejada, que se pierde en el espacio, es lo que se denomina el albedo terrestre, con un valor de 0,30. La potencia absorbida por la Tierra queda, por lo tanto, en 240 W/m2 ((1 – 0,3) x 342 = 240 W/m2). A causa del alto porcentaje de CO2, que impide que la radiación que emite la superficie del planeta salga al exterior, provocando un fuerte efecto invernadero, Venus es el planeta más caliente, como temperatura promedio, del sistema solar. Con lluvias de ácido sulfúrico, presiones atmosféricas cien veces mayores que las encontradas en la Tierra y temperaturas abrasadoras, Venus es quizás el planeta más infernal del sistema solar. Pero hay otras características de Venus sorprendentes, tal como que un año venusiano tarde 225 días terrestres aproximadamente en dar una vuelta completa alrededor del Sol, mientras que un día venusiano, o el tiempo que tarda en su movimiento de rotación, equivalga a 243 días terrestres. Es francamente curioso que un día venusiano sea más largo que un año venusiano. Además, su diámetro promedio es de12.000 km., muy próximo al de la Tierra, de 12.742 km.
Ya hemos visto que Venus y la Tierra tienen casi el mismo tamaño. Son gemelos celestes, y por lógica deberían haber seguido la misma historia evolutiva. En otro tiempo, los escritores de ciencia ficción imaginaban Venus como un mundo cubierto de vegetación que sería un perfecto lugar de vacaciones. Pero ahora los científicos se han dado cuenta de que Venus y Marte no se parecen en nada a la Tierra. Supuestamente hace mucho tiempo ocurrió algo que provocó que estos tres planetas tomaran caminos muy distintos. ¿O quizás no haga tanto tiempo? En 1961, cuando la idea romántica de una utopía venusina todavía estaba generalizada, Carl Sagan formuló la controvertida conjetura de que Venus había sufrido un efecto invernadero descontrolado y se había vuelto infernalmente caliente. Su teoría afirmaba que el dióxido de carbono actúa como un camino de dirección única para la luz solar. Esta puede entrar sin dificultad a través del dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera de Venus, ya que este gas es transparente. Pero cuando la luz rebota en la superficie se transforma en calor o radiación infrarroja, que no puede escapar con facilidad de la atmósfera, a causa del CO2. La radiación queda atrapada en un proceso similar al que tiene lugar en un invernadero durante el invierno. Este proceso también tiene lugar en la Tierra, pero en Venus se produjo más rápido porque se encuentra mucho más cerca del Sol, provocándose un efecto invernadero desbocado. Un año después se demostró que Sagan tenía razón, cuando la sonda Mariner 2 pasó cerca de Venus y reveló que la temperatura era de 480º C, suficiente para fundir el estaño, el plomo y el zinc. Lejos de ser un paraíso tropical, Venus era un infierno. Posteriores misiones espaciales confirmaron la mala noticia. Y la lluvia aún lo complicaba más, ya que está compuesta del cáustico ácido sulfúrico. Si se tiene en cuenta que el nombre de Venus está asociado a la diosa griega del amor y la belleza, es irónico que este ácido sulfúrico, que es una sustancia muy reflectante, sea la causa de que el planeta brille tanto en el firmamento nocturno. Además, se descubrió que la presión atmosférica en Venus era casi cien veces mayor que en la Tierra. El efecto invernadero ayuda a explicar por qué. Casi todo el dióxido de carbono de nuestro planeta se recicla, pues se disuelve en los océanos y las rocas. Pero en Venus, la temperatura es tan alta que los océanos se evaporaron. Y, en lugar de disolverse en las rocas, el gas salió de ellas. Cuanto más dióxido de carbono escapaba de las rocas, más se calentaba el planeta, siguiendo un supuesto círculo vicioso. Debido a la alta presión atmosférica, estar en la superficie de Venus es equivalente a encontrarse a mil metros bajo la superficie de cualquier mar de la Tierra. El peso nos aplastaría. Pero aun si pudiéramos encontrar una manera de eludir este hecho y las abrasadoras temperaturas, todavía nos enfrentaríamos con una escena del Infierno de Dante. El aire es tan denso que al movernos por la superficie tendríamos la sensación de caminar a través de melaza, y la tierra bajo nuestros pies estaría blanda y viscosa porque está compuesta de metal derretido. Las lluvias ácidas corroerían todo nuestro traje espacial y un solo paso en falso haría que nos hundiéramos en una ciénaga de magma fundido. Vaya, !un verdadero paraíso! Pero hay muchas referencias a que en un pasado, más o menos lejano, existió vida en este planeta.
Antiguos registros mexicanos dicen que el Sol fue atacado por Quetzalcoatl, uno de los más importantes dioses de la cultura mesoamericana, a veces considerado la principal divinidad del panteón mexica. Según el arqueólogo mexicano Alfonso Caso, a Quetzalcóatl se le asociaba con el planeta Venus, como estrella matutina, y por ello era denominado «el gemelo precioso», al considerárselo hermano del Xolotl, considerado como fundador de una dinastía chichimeca-acolhua y siendo representado como la estrella vespertina. Quetzalcóatl es también el nombre de un personaje tolteca legendario. Según la leyenda, Quetzalcoátl llegó a la zona maya, en el sureste del actual México, donde fue reconocido como un gran jefe guerrero, fundó la liga de Mayapán y conquistó la ciudad de Chichen Itzá donde fue conocido bajo el nombre de Kukulkán. La leyenda dice que después de la desaparición de este cuerpo celeste llamado Venus, con forma de serpiente, lo que recordaría la imagen de un cometa, el Sol se negó a brillar y durante cuatro días se privó al mundo de su luz. El cielo, para mostrar su ira, causó que muriera un gran número de personas, a causa de hambre y pestilencia. La Tierra tuvo convulsiones agravadas por un diluvio, probablemente el famoso Diluvio Universal. El cataclismo, acompañado por una prolongada oscuridad, tal vez coincidió con los días del Éxodo, como opina Immanuel Velikovsky, cuando una tempestad de cenizas oscureció el mundo, perturbado su rotación. Tradicionalmente, tanto judíos como cristianos atribuyen el libro del Éxodo, así como también todos los demás libros del Pentateuco, a Moisés, cuya vida el judaísmo rabínico considera que se extendió desde el año 1391 a. C. hasta el 1271 a. C., aunque hay claras divergencias sobre esta fecha. La leyenda también dice que el Sol se detuvo durante casi un día en el cielo del viejo mundo y la secuencia de las estaciones y la duración de los días y las noches se desordenó. Como evidentemente el Sol no se detuvo, parece claro que algo afectó a la rotación terrestre. Después de los dramáticos acontecimientos de la época del Éxodo, la Tierra estuvo envuelta en densas nubes durante décadas, y no era posible la observación de las estrellas. Muchos pueblos hablan de un “cielo inferior” en el pasado, un Sol “más grande“, un movimiento más rápido del Sol a través del firmamento, y un día más corto que se hizo más largo luego que el Sol fuese frenado en su camino. Según los indios de América del Norte, la “estrella fugaz” puso al mundo en llamas: “En el ardiente mundo uno no podía ver nada más que olas de llamas. Las rocas ardían, todo estaba ardiendo. Grandes columnas de humo se elevaban y el fuego estallaba hacia el cielo en llamas. Entonces entró el agua como una multitud de ríos, cubrió la tierra, y apagó el fuego. Pero el agua subió montaña arriba“. Estos relatos indican que tal vez el planeta Venus estableció la situación actual de la Tierra y colocó a las estrellas polares del norte y del sur en sus lugares actuales.
Los indios Pawnee, una tribu indígena del centro de Norteamérica, creen que la futura destrucción del mundo depende del planeta Venus. Cuando el fin del mundo venga, el Polo Norte y el Polo Sur se cambiarán de lugar. En el pasado, la Estrella del Sur dejó su lugar un par de veces, provocando un desplazamiento de los polos. Pero en estas ocasiones las estrellas polares no invirtieron sus posiciones. Los sacerdotes egipcios, dijeron que “la conflagración mundial fue causada por un desplazamiento de los cuerpos en el cielo, que se mueven alrededor de la Tierra. El cometa Venus, después de dos contactos con la Tierra, con el tiempo, se convirtió en un planeta“. Faetón, que significa “la estrella resplandeciente’, se convirtió en la Estrella de la Mañana. Parece que de momento será imposible viajar a Venus, debido a que su temperatura es excesivamente alta, por lo que es considerado el planeta con las temperaturas más altas de todo el Sistema Solar. El segundo planeta de nuestro Sistema Solar, en cuanto a su proximidad al Sol, es descrito como infernal, ya que las condiciones climatológicas de Venus hacen pensar que es un lugar donde no podríamos sobrevivir, equiparable a lo que consideramos el infierno. Y, sin embargo, varios científicos creen que Venus fue una vez un lugar muy diferente, con una atmósfera que gozaba de unas temperaturas equivalentes a las terrestres y con océanos líquidos en su superficie. Sobre estos drásticos cambios en Venus han surgido múltiples teorías. Por ejemplo, en la conferencia de la Division for Planetary Sciences, en Pasadena, California, celebrada el 9 de Octubre de 2006, David Stevenson, profesor de ciencia planetaria del Instituto de Tecnología de California y uno de los astrónomos más reconocidos del mundo, y Alex Alemi, un estudiante de segundo año del mismo Instituto de Tecnología de California, argumentaron que el misterio de Venus podría estar relacionado con la rotación del planeta, que no sólo es muy lenta, ya que se completa cada 243 días terrestres, sino que va en sentido contrario a la rotación de los demás planetas del Sistema Solar, ya que gira en sentido horario visto desde su polo norte. Estos científicos sugieren que Venus fue golpeado por dos grandes impactos, no sólo por uno. El primer impacto causó que el planeta girara en sentido antihorario y creó además un satélite que comenzó a alejarse, como ocurre con la Luna con respecto a la Tierra. El segundo impacto lo hizo girar en sentido horario, cancelando el efecto de la primera colisión. Pero esta cancelación del efecto de la primera colisión no tuvo por qué ser exacta; ya que el efecto de la gravedad solar podría haber completado la ralentización de la rotación e incluso habría podido revertir la rotación venusiana. Este cambio de orientación habría alterado la interacción gravitatoria entre Venus y su satélite, causando que su satélite comenzara a acercarse hasta chocar con el propio planeta. Este segundo impacto podría haber creado también otro satélite, en cuyo caso habría sido barrido por el satélite original en su caída hacia Venus. David Stevenson dice que esta teoría podría ser probada observando las trazas isotópicas en las rocas de Venus. Lo que es evidente es que hay discusiones científicas sobre el enigma de la ausencia de satélites de Venus.
Algunos científicos especulan con que nuestro satélite, la Luna, podría ser un regalo de Venus cuando una vez tuvo una luna y posteriormente la perdió. Según ésta teoría, la gravedad de la Tierra capturó la vieja luna de Venus proporcionando a nuestro planeta su gran satélite natural. Pero esta idea contrasta con el pensamiento de la mayoría de los investigadores lunares, que creen que la Luna se formó hace unos 4500 millones de años cuando un cuerpo de tamaño planetario se estrelló a gran velocidad contra la Tierra embrionaria. Esta hipótesis de un gran impacto presenta sus propios problemas, al igual que todas las teorías de la formación de la Luna que se han discutido en la conferencia acerca del origen de la Luna en la Royal Society británica. “Creo que la clave para la comprensión de la Luna puede radicar en que Venus no tenga una, y ciertamente tendremos que razonarlo más”, manifestó Dave Stevenson, profesor de Ciencias Planetarias del Instituto de Tecnología de California, quien trató durante la conferencia el tema de Venus. En una entrevista concedida a Space.com después de su presentación, Stevenson manifestó que él mismo propició la teoría del impacto en la formación de la Luna, pero desafortunadamente ésta teoría no ha resuelto todos los interrogantes. La teoría de la “captura de la Luna” presupone que la Tierra utilizó su atracción gravitatoria para capturar un cuerpo espacial preformado en su órbita, lo que lo convirtió en un satélite. Sin embargo, la composición geoquímica de la Luna y de la Tierra, pueden trastocar esta teoría. Los análisis de las rocas lunares traídas a nuestro planeta por las misiones Apolo han demostrado que nuestro satélite posee una composición isotópica muy similar a la Tierra. Los isótopos se refieren a las distintas variedades que presentan los elementos químicos con el mismo número de protones pero diferente número de neutrones. Dos isótopos se comportan químicamente de la misma manera. Si tanto la Luna como la Tierra tienen isótopos muy similares, convierte a la teoría de la captura muy difícil de mantener, manifestó Alez Halliday director científico de la Universidad de Oxford. Tales similitudes isotópicas sugieren que “la materia de la que se compone la Luna pudo realmente proceder: o bien de la Tierra, o que la materia presente en el disco que formó la Luna se mezcló completamente con la de la Tierra”. Quizás fruto de una serie de cataclismos cósmicos concatenados. No obstante, manifestó que “resultan intrigantes algunos aspectos en relación a que la Luna pudo proceder de Venus. La razón por la que resulta interesante, es que la Tierra y Venus se encuentran mutuamente cercanos. Tienen masas similares, y se cree que probablemente se formaron de manera similar, así que la pregunta es la siguiente: ¿Si tanto Venus como la Tierra se formaron de manera similar, cómo es que ésta tiene una luna y Venus no?“. La idea de Stevenson sería poder responder a esa pregunta, manifestó Halliday, “daría un nuevo giro a la teoría de la captura”.
Existen muchas teorías acerca de lo que pudo haber sucedido para que un planeta tan pequeño como la Tierra tuviera una gran luna. La teoría más popular da por sentado un impacto, con restos de la colisión, Este cuerpo, la Luna, se quedó para siempre en órbita alrededor de la Tierra. Otros proponen que la Luna se formó a partir de la corteza y el manto terrestre, debido a la fuerza centrífuga consecuencia de la rápida rotación de la Tierra primigenia. Otra teoría propone que la Luna surgió en el mismo momento y lugar que la Tierra. El mayor defecto de las teorías de fisión, captura o acreción binaria es que no pueden dar explicación del gran momento angular del sistema Tierra-Luna. Los científicos creen que, inicialmente la Tierra estaba girando tan rápidamente que un día solo duraba cinco o seis horas y la Luna se encontraba en una órbita baja, pero que progresivamente, las fuerzas de marea frenaron la rotación de la Tierra y empujaron la órbita de la Luna hasta su posición actual. Stevenson añadió: “La teoría de la captura siempre se enfrentará al reto de explicar la composición similar de la Luna y la Tierra, pero si los científicos pudieran analizar las rocas de Venus y resultara que fueran muy similares a las de la Tierra, podrían argumentar a favor de la teoría de la captura. La idea del gran impacto también presenta problemas para explicar por qué la Tierra y la Luna son tan extrañamente similares“. A pesar de que Stevenson está a favor de la teoría del impacto también elegiría Venus como segunda opción. Y añadió: “No podemos comprender los planetas rocosos a menos que entendamos Venus, y por ahora no sabemos nada de él en términos de isótopos. Y también creo que como prueba de nuestra comprensión del origen de la Luna tenemos que conocer si Venus tuvo luna alguna vez”. Si efectivamente Venus tuvo una luna alguna vez y la perdió, ¿cómo pudo el planeta haber adquirido un satélite en primer lugar? A diferencia de lo que pudo haber ocurrido con la Tierra, la formación de una luna de Venus podría haber sucedido antes, poco después de la formación del Sistema Solar, añadió Stevenson.“Todavía existen un montón de cosas que pasan como balas a nuestro alrededor. Así que Venus probablemente pudo haber conseguido su luna después de algún tipo de un gigantesco impacto anterior y haber perdido después su luna, bien a consecuencia del choque o por escape. Esto significaría que algún cuerpo pudo pasar cerca del sistema de Venus y haber provocado apartarlo de su órbita“, añadió Stevenson. Pero a pesar de la idea anterior, la teoría ampliamente aceptada de un gigantesco impacto todavía “no resulta totalmente satisfactoria en todos sus aspectos”, puntualizó Stevenson. Sean Solomon, director del Lamont-Doherty Earth Observatory de la Universidad de Columbia, está de acuerdo con el planteamiento anterior y añadió: “Todavía estamos en camino del escenario detallado más probable y completo que podría dar explicación a todas las observaciones geoquímicas y geofísicas”, y añadió: “Hasta que los científicos hayan resuelto esta situación, incluso la teoría de que la Luna se haya escapado de Venus resulta plausible. Incluso con la idea del gran impacto, desconocemos el origen del cuerpo impactante. Pudo haber sido un protoplaneta primigenio o una luna de otro cuerpo celeste que haya sido separado del campo gravitatorio de su planeta original o también un gran asteroide. Todas estas opciones todavía se encuentran abiertas”.
El vórtice polar sur de Venus cambia de forma a diario. En efecto, en la atmósfera del polo sur de Venus hay dos capas de nubes principales, entre las cuales median 20 kilómetros de distancia. Un equipo de investigadores encabezado por Itziar Garate, miembro del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco, ha seguido de cerca el movimiento del vórtice en ambos niveles y ha podido comprobar que los centros del vórtice en diferentes alturas va cada uno por su lado y, sin embargo, la estructura global del vórtice atmosférico no se deshace. De hecho, los centros de rotación del vórtice superior e inferior raramente coinciden en su posición con respecto a la vertical, formando una estructura permanente en constante evolución sobre la superficie de Venus. Los resultados se publicaron en Nature Geoscience. Los vórtices de larga duración son un fenómeno frecuente en las atmósferas de los planetas de rotación rápida, como por ejemplo Júpiter y Saturno. Pero Venus tiene una rotación lenta y sin embargo tiene vórtices permanentes en su atmósfera en ambos polos. Es más, la velocidad de rotación de la atmósfera es mucho mayor que la del planeta. “Hace tiempo que sabemos que la atmósfera de Venus rota 60 veces más rápido que el propio planeta, pero no sabemos por qué. La diferencia es enorme; por eso se le llama superrotación. Y no sabemos ni cómo comenzó ni como se mantiene”, comenta Itziar Garate. La permanencia de los vórtices en Venus contrasta con el caso terrestre. “En la Tierra hay efectos estacionales y diferencias de temperatura entre las zonas continentales y los océanos que crean las condiciones adecuadas para la formación de vórtices polares y su disipación. En Venus, no hay océanos ni estaciones y por lo tanto la atmósfera polar tiene un comportamiento muy diferente” dice Garate. El grupo de la Universidad del País Vasco ha podido seguir la evolución del vórtice del polo sur gracias a uno de los instrumentos a bordo de la nave Venus Express de la Agencia Espacial Europea, en órbita de nuestro planeta vecino desde abril de 2006. “La órbita de esta nave es muy elíptica y se acerca mucho al polo Norte y el polo Sur. En cambio, es observado desde más distancia, lo cual permite una visión más global. Esto es lo que necesitábamos para nuestro estudio, una visión más completa del vórtice y a menor velocidad, con lo que el instrumento que hemos utilizado podía tomar las imágenes que precisábamos”, explica Garate. Los astrónomos de la Universidad del País Vasco han utilizado la cámara infrarroja VIRTIS-M de la sonda Venus Express analizando datos obtenidos durante 169 días terrestres y en particular se han estudiado con especial detalle datos de las 25 órbitas más representativas. Garate explica que no es un trabajo sencillo: “Esta cámara no hace fotografías individuales como una cámara convencional, sino que divide la luz en diferentes longitudes de onda que permiten observar simultáneamente diferentes capas verticales de la atmósfera del planeta. Además hemos comparado imágenes separadas por intervalos de una hora lo que nos ha permitido hacer un seguimiento de la velocidad a la que se mueven las nubes”, dice Garate.
El final de la última glaciación y las distintas tradiciones sobre un Diluvio Universal o el hundimiento de la Atlántida parecen señalar que, hace alrededor de 13.000 años, se produjo un cataclismo fantástico que produjo el final de antiguas civilizaciones, lo cual podría estar relacionado con Venus. En relación a la desglaciación queremos hacer hincapié en una de las tradiciones más universales, el llamado Diluvio Universal, y que tal vez tiene alguna relación con el período final de la última glaciación o la época de los Dryas. Entre hace unos 11.600 y 14.000 años el clima de la Tierra había dejado atrás la última glaciación. La temperatura global empezaba a remontar y la capa de hielo en el hemisferio boreal se desplazaba poco a poco hacia el extremo norte. Sin embargo, por alguna razón, el clima se enfrío de manera abrupta. En apenas cien años, las condiciones pasaron a ser de nuevo como en la edad de hielo. Comenzaba el llamado Período Climático Dryas, que debe su nombre a una flor alpina, y que se prolongó durante 1.200 años. Los científicos que investigaron el origen de este repentino cambio climático descubrieron una alteración en la corriente del Golfo provocada por el lago Agassiz, en Norteamérica. El lago se formó por el deshielo del casquete glaciar cerca de los Grandes Lagos, alcanzando un tamaño equivalente al de la Península Ibérica. Cuando se descongeló, el agua dulce acabó en el océano, alterando el delicado equilibrio del que depende la corriente del Atlántico norte. Hasta ahora esta ha sido la teoría más apoyada sobre lo que había ocurrido. La ciencia siempre está actualizando el conocimiento y un grupo de investigadores acaban de publicar un artículo en la revista Science Advances en el que proponen otra causa adicional para este brusco enfriamiento. Se trataría de una serie de potentes erupciones volcánicas. Cuando un volcán explota, las cenizas alcanzan la estratosfera y envuelven al planeta, frenando la radiación solar que llega a la superficie. «Este período de enfriamiento rápido está asociado con la extinción de varias especies, como los mamuts», apunta Michael Waters, de la Universidad de Texas y uno de los autores del nuevo trabajo. Pero esta es una de las diversas teorías sobre este repentino fenómeno cataclísmico. Esta investigación ha coincidido en el tiempo con el extraordinario descubrimiento de que las altas temperaturas que se han estado registrando en Siberia y el deterioro del permafrost, el suelo congelado, han dejado al descubierto los huesos intactos de las patas delanteras y el cráneo en perfecto estado de un mamut que habitó la península de Yamal por aquella época.
En el Génesis, capítulo 7, podemos leer: “El nivel de las aguas creció tanto que quedaron cubiertas todas las montañas más altas de la Tierra; por encima de las cumbres más altas aún había siete metros de agua. Se ahogaron todos los seres vivos sobre la Tierra: pájaros, animales domésticos y feroces, bestias que se arrastran y todos los hombres“. Esta frase más bien parece tener relación con un gigantesco tsunami que con un diluvio, lo que tal vez lo relacionaría con la caída de un gran asteroide o algo equivalente, o, tal vez, con el paso de algún cometa o cuerpo celeste cerca de la Tierra, que hubiese creado grandes perturbaciones. ¿Tal vez Venus? En el Génesis podemos encontrar distintos párrafos que hacen referencia directa a un posible Diluvio. Además, en tradiciones antiguas de distintas culturas en todo el mundo encontramos referencias que hablan de grandes lluvias, de agua, y de que la tierra quedó sumergida. Otros escritos relatan que la tierra entera fue zarandeada y que el norte se convirtió en el sur, lo que vuelve a llevarnos a algún tipo de cataclismo cósmico. También encontramos relatos que dibujaban un panorama apocalíptico en el que cielo y tierra chocaban o donde ésta se plegaba sobre ella misma. Asimismo, leemos otros escritos en que se dice que el cielo estallaba o la tierra se abría para engullir a toda la especie humana. También había diluvios de fuego o se explicaba que la temperatura aumentó tanto que los que se acercaban al agua para refrescarse morían hervidos. En el llamado Papiro Harris, encontrado en Egipto, podemos leer: “Fue un Cataclismo de fuego y agua. El sur se convirtió en el norte y la Tierra volcó“. Con el nombre de Harris hay varios papiros, todos ellos encontrados por Anthony Charles Harris y conservados en el Museo Británico. Platón, en su obra Timeo, dice: “La Tierra basculó adelante y atrás, a derecha e izquierda, moviéndose en todos sentidos“. Nos podemos preguntar qué puede haber tan poderoso que zarandease la Tierra con semejante violencia y asimismo nos podemos preguntar quién habría sobrevivido después de un cataclismo de tales proporciones para poder explicar lo sucedido. Tal vez un Diluvio Universal sea poco creíble, pero un tsunami ya es otra cosa y el efecto puede ser tanto o más devastador. En un relato de indios de América del Sur se dice: “Un gruñido quebrantó cielo y tierra, y los ríos se desbordaron a su paso por las ciudades. Un mes más tarde, resonó de nuevo, enorme esta vez, y la Tierra se quedó a oscuras bajo una lluvia incesante y espesa“. Los indios Choctaw, de América del Norte, también hablaban de una ola tan alta como una montaña: “La Tierra se quedó a oscuras, cuando una luz viva alumbró todo el norte. Pero era una ola, alta como una montaña, que avanzaba a toda velocidad“.
Un legendario poema lapón, en el norte de Finlandia, en Europa, también habla de un tsunami gigantesco: “Avanzaba la pared de agua, espumante, ensordecedora. Se elevó hasta el cielo, rompiéndolo todo. De un solo golpe, el suelo se levantó, se plegó, se dio la vuelta y cayó. La bella Tierra, el hogar de los hombres, se llenó del lamento de los moribundos“. Una tradición de indígenas del Brasil, explica que: “Los relámpagos rasgaban el cielo y el trueno producía tal estruendo que los hombres se quedaron petrificados. Entonces el cielo estalló. En su caída, los fragmentos lo aplastaron todo, matando a todo el mundo. Tierra y cielo volcaron. Nada vivo quedó sobre la Tierra“. «Entonces el cielo estalló» es una descripción adecuada para indicar que algo terrorífico se nos vino encima. En América del Norte, entre las tribus Tlingit, que se encuentran entre Canadá y Alaska, se cuenta un relato que dice: “La mayor parte de la humanidad pereció en un diluvio. Los supervivientes fueron entonces víctimas de una ola de calor a la que siguió un frío intenso y una helada“. En esta descripción aparece una novedad, ya que habla de un diluvio seguido de una ola de calor y luego un frío intenso y una helada. Es un descripción que podría coincidir con las épocas de los Dryas. Pensando en el Diluvio universal y en Noé u otros protagonistas en otras tradiciones, podemos preguntarnos si existía alguna relación entre ambos sucesos. El Diluvio Universal abría un gran interrogante: ¿de dónde salió tanta agua? y ¿a dónde fue a parar luego? Y el agua no aparece ni desaparece por arte de magia. Hay una hipótesis que trata de un cometa denominado Clovis, que tal vez fuese Venus. Esta hipótesis se refiere a una gran explosión en el aire o un impacto astronómico de un objeto u objetos del espacio exterior, o que dicho cometa pasase muy cerca de la Tierra, lo que dio comienzo al período frío denominado Dryas Reciente entre hace 12 900 años y 10 900 años. Este escenario supone que se produjo una explosión en el aire, un impacto en la Tierra, o una cercanía excesiva de un cometa o cuerpo celeste, en que un enjambre raro de condritas carbonáceas prendió fuego a vastas zonas de América del Norte, causando la extinción de la mayoría de los grandes animales en América del Norte y la desaparición de la cultura Clovis al final de la última glaciación. La cultura de Clovis, en el sur de Estados Unidos, fue considerada a mediados del siglo XX como la cultura indígena más antigua del continente americano. Su datación por radiocarbono calibrado indica un periodo entre el 10.600 y el 11.250 a. C. Esa época corresponde a los últimos años de la glaciación de Würm, la última era glacial. Estos cuerpos estelares habrían estallado principalmente sobre el enorme manto de hielo Laurentino, de unos 4 km. de espesor, provocando un gigantesco tsunami que se habría extendido por toda la Tierra.
Si se cree que el asteroide o cometa que exterminó a los dinosaurios pudo generar un enorme tsunami de varios kilómetros de altura. Y si tenemos en cuenta que algunos científicos creen que hace 1,5 millones de años se generó en el Pacífico una ola de 600 metros de altura a causa de la explosión de un volcán en la isla hawaiana de Molokai, podemos imaginarnos algo similar al final de la última glaciación. Tal vez esta hipótesis explique la razón por la que hubo este gran diluvio del que hablan todas las tradiciones y por la que entramos en el interglacial Holoceno actual. Asimismo ello explicaría que no tengamos registros históricos de las épocas anteriores al Holoceno, que existan restos de fósiles marinos en altas montañas y que la agricultura se iniciase en las zonas montañosas a inicios del Holoceno. Pero todas estas referencias, ¿se refieren a los finales de la última glaciación o a épocas aún más remotas, como parece sucede con la Antártida? Misterio por resolver. El físico y astrónomo alemán Harald Lesch dice que hubo en el pasado cambios radicales del clima en un espacio de tan solo quince o veinte años. Actualmente un cambio tan violento parece poco probable, pero hay que estar prevenidos. Uno de los más grandes misterios de nuestro planeta es la desaparición de los mamuts lanudos, en que millones de mamuts gigantes se congelaron repentinamente de un día para otro, especialmente en Siberia. Algunos de los mamuts congelados aún conservaban restos de plantas que estaban digiriendo cuando se produjo su congelación. Ello implicaría una glaciación súbita, que aún no consta haya sucedido en la historia terrestre. Pero tal vez el aspecto más sorprendente de este evento es que ocurrió hace apenas 13.000 años, entre los dos períodos de fuerte enfriamiento reciente, que fueron el Dryas Antiguo (hace unos 14.000 años) y el Dryas Reciente (aproximadamente entre el 12.900 y el 11.650), cuando la especie humana ya estaba ampliamente establecida sobre el planeta Tierra. Para establecer una comparación, las pinturas del paleolítico superior encontradas en el sur de Francia (Lascaux, Chauvet, Rouffignac,…) fueron hechas entre hace 17.000 y 13.000 años. Se ha especulado mucho sobre la vuelta al intenso frío invernal que afectó a Europa durante el Dryas Reciente y que tanto debió sorprender a nuestros ancestros paleolíticos europeos, recién acostumbrados a una época cálida. Quizás algunas zonas se salvaron mejor que otras de la renovada crudeza del clima. Es posible, por ejemplo, que entonces la región del suroeste europeo, básicamente Cantabria-País Vasco-Aquitania, en plena efervescencia de la cultura Magdaleniense, se convirtiese en una zona refugio de Europa, tanto para animales como para seres humanos, al verse favorecida por un clima más benigno motivado por una mayor frecuencia del viento sur y por el efecto del viento föhn invernal, que se produce en relieves montañosos cuando una masa de aire cálido y húmedo es forzada a ascender para salvar ese obstáculo.
Pero, ¿fue el único gran cataclismo hasta nuestros días?. Tal vez se produjeran rebotes de menor intensidad a partir del supuesto gran cataclismo de hace unos 13.000 años. Tenemos una teoría bastante fantástica, aunque está en consonancia con algunas evidencias, propuesta por Brian Desborough, investigador y científico, que ha estado involucrado en la investigación aeroespacial. Mientras Brian Desborough trabajaba en una gran corporación de Estados Unidos en la década de 1960, trabajó con otros científicos, llegando a conclusiones que sugerían que aproximadamente hacia el 4.800 a.C., un cuerpo inmenso, que ahora conocemos como Júpiter, se precipitó en nuestro sistema solar, aunque yo creo que, si esto se produjo, sería más bien hace unos 13.000 años, coincidiendo con el gran cataclismo del Diluvio Universal y el supuesto hundimiento de la Atlántida. También es posible, tal como dijo Zecharia Sitchin, que se hubiese tratado de un planeta llamado Nibiru, que supuestamente existiría en el sistema solar y del cual procederían los anunnaki, también llamados nefilim o gigantes, a los que se atribuye la creación de la cultura sumeria. Esta irrupción de un gran cuerpo externo causó que los planetas exteriores fueran puestos en desorden y Júpiter, u otro gran cuerpo celeste, finalmente chocase con un planeta que giraba entre los actuales Júpiter y Marte, causando que los restos de este planeta se convirtieran en el cinturón de asteroides y que una pequeña parte de Júpiter, o un cuerpo que se encontrase en la proximidad, se separase para convertirse en lo que ahora llamamos Venus, o bien que Venus simplemente fuese desplazado de su órbita. Cuando el futuro planeta Venus fue proyectado en el espacio, se supone que destruyó la atmósfera y la vida de Marte antes de que fuera atrapado por el campo gravitacional de la Tierra. Venus habría efectuado algunas órbitas alrededor de la Tierra antes de moverse a su posición actual en el sistema solar. Mientras estuvo orbitando la Tierra, dice Desborough, fue cuando se causó la devastación y un gigantesco maremoto, que produjo enormes tsunamis que llegaron a cubrir montañas. Brian Desborough y algunos científicos que colaboraron con él, opinan que, antes de este tiempo de cataclismos cósmicos, Marte giraba en una órbita alrededor del Sol donde está ahora la Tierra, mientras que la Tierra estaba en una órbita más cercana al Sol. La luz brillante de Venus cuando pasó cerca de la Tierra puede haber producido la leyenda de Lucifer, como el ángel “portador de la luz“. Es curioso que los registros mesopotámicos y centroamericanos más antiguos no incluyen a Venus entre sus recuentos planetarios, apareciendo posteriormente. Tal vez Venus fue un planeta habitable hasta no hace tanto tiempo, que cambió drásticamente debido a un cataclismo cósmico..
Desborough opina que cuando las fantásticas presiones vibracionales de Venus pasaron cerca de Marte y la Tierra, los arrojaron a órbitas diferentes. Venus habría sido un tipo de cometa cubierto de hielo, o bien un planeta errante con grandes masas de agua, que es lo que yo creo, ya que su tamaño y composición no cuadran con las características de un cometa. Según Desborough, Venus se habría empezado a desintegrar cuando se acercó a la Tierra y llegó a un punto conocido como el límite de Roche. Cuando dos cuerpos están en curso de colisión, el de menor masa empieza a desintegrarse en el límite de Roche. En este caso, el hielo de Venus habría sido proyectado hacia la Tierra. Cuando este hielo entró en contacto con el llamado cinturón de Van Allen, que absorbe gran parte de la radiación peligrosa del Sol, el hielo habría sido ionizado y, por lo tanto, atraído hacia los polos magnéticos de la Tierra. Miles de millones de toneladas de hielo, enfriado hasta -273 grados centígrados, se habrían posado en las regiones polares, congelándolo todo en un instante. Esto explicaría el misterio de los mamuts encontrados congelados con restos de comida en sus estómagos. El mamut no era un animal de regiones frías, sino que vivía en prados templados. De algún modo esas regiones templadas fueron congeladas instantáneamente. Si este hielo ionizado hubiese caído como lluvia procedente de Venus, la mayor acumulación habría estado cerca de los polos magnéticos debido a la más fuerte atracción. Vemos que la masa de hielo en las regiones polares es mayor en los polos que en la periferia y, sin embargo, hay menos nieve y lluvia en los polos para crear tal aglomeración. En el libro de Job, que se cree que es una obra mucho más antigua que el resto de la Biblia, podemos leer una extraña pregunta: “¿De dónde vino el hielo?” Tal vez los antiguos podían haber tenido mapas, como el de Piri Reis, de cómo lucían los polos norte y sur antes de que estuviesen cubiertos de hielo. Ello pondría en cuestión la versión oficial sobre la última glaciación. Pero todo indica que durante la última glaciación, no todas las áreas de la Tierra estaban bajo capas de hielo. Pero esto merecería otro artículo, Según esta teoría, antes de este gigantesco cataclismo, la Tierra habría tenido un ambiente tropical uniforme, al menos en algunas zonas, como puede observarse en plantas fosilizadas. Esto habría cambiado drásticamente no sólo por la llegada del hielo venusiano, sino también por la destrucción de una bóveda de vapor de agua alrededor de la Tierra, tal como se describe en el Génesis y otros textos antiguos. Esta bóveda de vapor habría asegurado un ambiente tropical uniforme. Pero el cambio drástico de la temperatura en los polos habría chocado con el aire tibio y causado vientos devastadores, exactamente como es descrito en el folclore chino. En efecto, la mitología china comparte con las tradiciones sumerias, griegas, mayas, judaicas y de otros orígenes el mito del Diluvio Universal o gran inundación. En este caso, Yu el Grande, con la ayuda de Nüwa, construyó los canales que consiguieron controlar la inundación y que permitieron a la gente cultivar sus cosechas. Las presiones creadas por las órbitas de Venus alrededor de la Tierra habrían producido un maremoto con olas de más de 3.000 metros en los océanos, lo cual concuerda con la idea del Diluvio Universal, con el hecho de que la agricultura se inició en zonas de alta montaña y con el hecho de que se encuentren líneas continuas de fósiles marinos en cadenas montañosas, como en los Andes.
Platón escribió, en su obra Leyes, que la agricultura comenzó en elevaciones altas después de que una inundación gigantesca cubrió todas las tierras bajas. Por otro lado, el botánico Nikolai Ivanovitch Vavilov estudió más de 50.000 plantas salvajes de todo el mundo y descubrió que se originaron en sólo ocho áreas diferentes, todas ellas terreno de alta montaña. El gigantesco maremoto habría provocado presiones sobre la superficie terrestre de hasta 310 kg/cm2, dando lugar a nuevas cordilleras y fosilizándolo todo en unas pocas horas. Se han encontrado árboles fosilizados intactos y eso no sería posible a menos que ocurriese instantáneamente, ya que el árbol se habría desintegrado antes de que pudiera fosilizarse durante un período de tiempo largo. Immanuel Velikovsky (1895 – 1979), médico, psicólogo e investigador independiente ruso, autor de Mundos en Colisión, causó indignación en el mundo científico cuando en la década de 1950 sugirió, al igual que Desborough, que la Tierra habría pasado por grandes cataclismos cuando Venus, que era entonces un cometa, se precipitó en esta parte del sistema solar antes de establecerse en su órbita actual. Cuando Venus fue fotografiado por la misión Mariner 10, muchas de las descripciones de Velikovsky demostraron ser correctas, incluyendo lo que parecían ser los remanentes de una cola de cometa. El Mariner 10 fue la última sonda espacial dentro del programa Mariner de la NASA. Fue lanzada el 3 de noviembre de 1973, dos años después de la Mariner 9. Su misión era probar un transmisor experimental en banda X, explorar la atmósfera, superficie y características físicas de Venus y Mercurio y validar la asistencia gravitatoria, usando en este caso a Venus para acelerarse en su trayecto final hacia Mercurio. En Venus fotografió la atmósfera de este planeta en el espectro ultravioleta, además de realizar otros estudios atmosféricos. Las imágenes de Mariner 9 de Marte también respaldaron algunas de las teorías de Velikovsky, que dijo que el supuesto cometa Venus había chocado con Marte, o se habría aproximado peligrosamente, cuando se precipitó a través del sistema solar. Según Velikovsky, estos eventos se produjeron alrededor del 1500 a.C., aunque yo creo que en esta fecha probablemente se produjeron solo rebotes del cataclismo principal de hace unos 13.000 años, cuando se produjeron los fenómenos Dryas y, probablemente, el famoso Diluvio Universal.
Y esta fecha del 1500 a.C. nos da pié para introducir un verdadero enigma. Arthur Posnansky, autor de Guía general ilustrada de Tiahuanaco, descubrió más inscripciones sobre las rocas de dos islas sagradas del lago Titicaca, y señaló que eran muy similares a las enigmáticas inscripciones descubiertas en la isla de Pascua, conclusión con la que, en la actualidad, suelen coincidir los expertos. Pero se sabe que la escritura de la isla de Pascua pertenece a la familia de las escrituras indoeuropeas del Valle del Indo y de los hititas. Un rasgo común a todas ellas, incluidas las inscripciones del Lago Titicaca, es su sistema «como de arado de buey», en que la escritura de la primera línea comienza por la izquierda y termina por la derecha, mientras que en la segunda línea es al revés, terminando por la izquierda; en la tercera es igual que en la primera, y así sucesivamente. Sin querer entrar ahora en la cuestión de cómo llegó al lago Titicaca una escritura que imita a la de los hititas, parece que queda confirmada la existencia de una o más formas de escritura en el antiguo Perú. Así pues, también a este respecto, la información proporcionada por el escritor, historiador y presbítero español del siglo XVII Fernando de Montesinos demuestra ser correcta. Los expertos han ignorado por completo como pista válida la reiterada afirmación de las leyendas andinas de que hubo una terrorífica oscuridad en tiempos remotos. Nadie se ha preguntado si no sería ésta la misma oscuridad, la no aparición del Sol en el momento en que debería de haberlo hecho, de la cual hablan las leyendas mexicanas en el relato de Teotihuacán y sus pirámides. Pues, si de verdad sucedió este fenómeno, que el Sol no salió y la noche se hizo interminable, debió de ser algo que se pudo observar en todo el continente americano. Los recuerdos colectivos mexicanos y los andinos parecen corroborarse entre sí en este punto, apoyando así la veracidad de ambos, como dos testigos ante un mismo acontecimiento.
Pero, por si esto no fuera lo suficientemente convincente, podemos recurrir a la Biblia en busca de evidencias, con Josué como testigo. Según Montesinos y otros cronistas, un acontecimiento de lo más inusual tuvo lugar durante el reinado de Titu Yupanqui Pachacuti II, decimoquinto monarca del Imperio Antiguo Inca. Fue en el tercer año de su reinado, en que «las buenas costumbres se olvidaron y la gente se entregó a todo tipo de vicios», cuando «no hubo amanecer durante veinte horas». Es decir, la noche no terminó cuando tendría que haberlo hecho, y la salida del Sol se retrasó durante veinte horas. Después de un gran lamento, de confesiones de los pecados, sacrificios y oraciones, el Sol apareció finalmente. Esto no pudo ser un eclipse, ya que no fue que el Sol se viera oscurecido por una sombra. Además, ningún eclipse dura tanto, y los peruanos eran conocedores de estos eventos periódicos. El relato no dice que el Sol desapareciera; dice que no salió -«no hubo amanecer»-durante veinte horas. Fue como si el Sol, dondequiera que estuviera escondido, se hubiera parado de pronto. Si los recuerdos andinos son ciertos, en algún otro lugar, en la otra parte del mundo, el día tuvo que ser igual de largo, y no debió terminar cuando debería de haber terminado, por ser un día veinte horas más largo. Increíblemente, este acontecimiento está registrado, y en ningún sitio mejor que en la misma Biblia. Fue cuando los israelitas, bajo el liderazgo de Josué, acababan de cruzar el río Jordán y de entrar en la Tierra Prometida, después de tomar las ciudades fortificadas de Jericó y Ay. Fue cuando todos los reyes amorreos formaron una alianza para crear una fuerza combinada contra los israelitas. Una gran batalla tuvo lugar en el valle de Ayyalón, cerca de la ciudad de Gabaón. Comenzó con un ataque nocturno de los israelitas, que puso a los cananeos en fuga. Al amanecer, cuando las fuerzas cananeas se reagruparon cerca de Bet Jorón, el Señor Dios «arrojó grandes piedras desde el cielo sobre ellos y murieron; hubo más de ellos que murieron por las piedras, que los que murieron por la espada de los israelitas».
El texto dice lo siguiente: “Entonces Josué le habló a Yahveh, el día en que Yahveh entregó a los amorreos a los Hijos de Israel, diciendo: «A la vista de los israelitas, que el Sol se detenga en Gabaón y la Luna en el valle de Ayyalón.». Y el Sol se detuvo, y la Luna se paró, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. Cierto es, pues todo esto está escrito en el Libro de Jashar: el Sol se detuvo en mitad de los cielos y no se apresuró en bajar en casi un día entero“. Los expertos han estado pugnando durante generaciones con este relato del capítulo 10 del Libro de Josué. Algunos lo han descartado como mera ficción; otros ven en él los ecos de un mito; y otros más intentan explicarlo en términos de un eclipse de Sol inusualmente prolongado. Pero no sólo es que estos eclipses de Sol son desconocidos, sino que, además, el relato no habla de la desaparición del Sol. Al contrario, relata un acontecimiento en el cual el Sol continuó viéndose, colgado en los cielos, durante «casi un día entero» ¿digamos veinte horas? El incidente, cuya singularidad se reconoce en la Biblia («no hubo un día como aquél, ni antes ni después»), al tener lugar en el lado opuesto de la Tierra con respecto a los Andes, describiría por tanto un fenómeno que sería el inverso al sucedido en América. En Canaán, el Sol no se puso durante unas veinte horas; en los Andes, el Sol no salió durante el mismo lapso de tiempo. ¿Acaso no describen los dos relatos el mismo acontecimiento y, por provenir desde dos lados diferentes de la Tierra, atestiguan su veracidad? Lo que pudo suceder todavía es un enigma. La única pista bíblica es la mención de las grandes piedras que cayeron del cielo. Dado que sabemos que lo que los relatos describen no es la detención del Sol (y la Luna), sino una alteración en la rotación de la Tierra sobre su eje, una explicación posible sería la de que un cometa, como tal vez Venus, hubiera pasado demasiado cerca de la Tierra. Y, dado que algunos cometas orbitan el Sol en dirección opuesta a las manecillas del reloj, que es la inversa a la dirección orbital de la Tierra y el resto de planetas, su fuerza cinética podría haber contrarrestado temporalmente la rotación de la Tierra, provocando una ralentización. Pero tendría que haber sido un cuerpo suficientemente grande, como podría ser Venus.
Sea cual sea la causa exacta del fenómeno, lo que nos interesa ahora es su ubicación temporal. Eminentes arqueólogos y expertos bíblicos llegaron a la conclusión de que el Éxodo tuvo lugar alrededor del 1500 a.C. Dado que los israelitas erraron por los desiertos del Sinaí durante cuarenta años, el acontecimiento observado por Josué tuvo que ocurrir poco después. La pregunta ahora es la siguiente: el fenómeno opuesto, la noche interminable, ¿ocurrió en los Andes al mismo tiempo? Desgraciadamente, la forma en que los escritos de Montesinos han llegado hasta los expertos actuales deja algunas lagunas en los datos relativos a la duración del reinado de cada monarca, y esto nos obligará a obtener la respuesta dando un rodeo. El acontecimiento, según nos informa Montesinos, tuvo lugar en el tercer año del reinado de Titu Yupanqui Pachacuti II. Las civilizaciones andinas fueron civilizaciones precolombinas que surgieron en la zona occidental de América del Sur. Las primeras sociedades complejas conocidas de esta parte del mundo fueron la Cultura Mayo-Chinchipe-Marañón y la civilización de Caral, surgidas ambas hacia el IV milenio a. C. en la selva alto andina del Sur de Ecuador y la ultima en la costa central del Perú; mientras que el último Estado indígena de la región, el Imperio incaico, concluyó su dominio tras la conquista española en el siglo XVI. Para determinar este momento, tendremos que calcular desde ambos extremos. Se nos dice que los primeros 1.000 años desde el inicio se cumplieron durante el reinado del cuarto monarca, es decir, en el 1900 a.C.; y que el trigésimo segundo rey reinó 2.070 años después del inicio, es decir, en el 830 a.C. ¿Cuándo reinó el decimoquinto monarca? Los datos de los que disponemos sugieren que los nueve reyes que separan al cuarto del decimoquinto monarca remaron un total de unos 500 años, colocando a Titu Yupanqui Pachacuti II en los alrededores del 1500 a.C. De ambos modos llegamos a una fecha para el acontecimiento andino que parece coincide con la fecha bíblica y la fecha del acontecimiento en Teotihuacán. La impactante conclusión es evidente: el día en que el Sol se detuvo en Canaán fue la noche sin amanecer en las Américas. El acontecimiento, así verificado, se levanta como una prueba irrefutable de la veracidad de los recuerdos andinos de un Imperio Antiguo que comenzó cuando los dioses concedieron a la humanidad la varita de oro en el lago Titicaca.
Sorprendentemente, el programa espacial de la NASA, en los Estados Unidos, comprobó la veracidad del hecho antes indicado de la Biblia, que hasta entonces se había considerado como un mito. Harold Hill, presidente de la compañía automotora Curtis de Baltimore, Maryland, y consejero del programa espacial, relata el siguiente suceso: “Una de las cosas más asombrosas que Dios ha hecho entre nosotros sucedió recientemente con nuestros astronautas y científicos espaciales en Green Belt, Maryland. Estaban verificando la posición del Sol, la Luna y los planetas para saber donde se encontrarían dentro de cien años y en los próximos mil años. Es indispensable saber esto para poder enviar satélites al espacio y evitar que choque con algo una vez que han entrado en órbita. Se debe proyectar la órbita en términos de la vida del satélite y saber la posición de los planetas para que no destruyan los satélites. Se hizo que la computadora corriera a través de los siglos y de repente se detuvo. La computadora empezó a dar una señal roja de alerta indicando que había algún error en la información con la que había sido alimentada o con los resultados al ser comparados con las normas establecidas. Decidieron entonces llamar a la oficina de mantenimiento para revisarla; los técnicos encontraron que la computadora estaba en perfectas condiciones. El director de operaciones de IBM pregunto cuál era el problema y para su sorpresa la respuesta fue: ‘Hemos encontrado que falta un día en el universo del tiempo transcurrido en la historia’. Empezaron a rascarse la cabeza… !No había respuesta! En el equipo había un cristiano que dijo, ‘Una vez escuche en un estudio bíblico en la iglesia que el sol se detuvo`. Ellos no le creyeron, pero como no tenían ninguna respuesta, le dijeron, ‘Muéstranos’. Él entonces tomo su Biblia y leyó en el libro de Josué, algo bastante ridículo para alguien con ‘sentido común’. En ese pasaje Dios decía a Josué: ‘No tengas miedo, porque los he entregado en tus manos y ninguno de ellos te podrá resistir’. Josué estaba preocupado porque el enemigo los había rodeado y si oscurecía, el enemigo podría derrotarlos. Entonces Josué pidió al Señor que detuviera al Sol. Y así sucedió. ‘El Sol se detuvo y la Luna se paro y no se apresuro a ponerse casi un día entero’. Los ingenieros del Programa Espacial dijeron: ‘!Ese es el día que falta!’. Rápidamente verificaron en la computadora, retrocediendo en el tiempo a la época descrita en la Biblia y descubrieron que se aproximaba, mas no era el lapso de tiempo exacto. El lapso que faltaba en la época de Josué era de 23 horas y 20 minutos, no era un día completo. Leyeron nuevamente en la Biblia y allí decía: ‘Casi un día entero’ (Josué 10:13). Estas ‘palabras’ en la Biblia son muy significativas. Parte del problema había sido solucionado. No obstante, faltaban 40 minutos para un día completo. Esto ocasionaba un grande problema. Si no aparecían esos 40 minutos, había grandes discrepancias en los cálculos espaciales debido a que los minutos se multiplican muchas veces en las órbitas. Este cristiano recordó que hay un lugar en la Biblia donde se menciona que el Sol retrocedió. Sus compañeros le dijeron que estaba loco. Sin embargo, permitieron que les mostrara en el segundo libro de Reyes, capitulo 20: 8-10, donde la Biblia narra que Ezequías, quien estaba a punto de morir, fue visitado por el profeta Isaías, el cual le dijo que no moriría. Ezequías no le creyó y le pidió por tanto una señal diciendo: ‘Avanzara la sombra diez grados o retrocederá diez grados’. Y Ezequías respondió: ‘Fácil cosa es que la sombra decline diez grados pero no que la sombra vuelva diez grados’. Diez grados son exactamente 40 minutos. 23 horas y 20 minutos en Josué, mas 40 minutos en el libro segundo de Reyes completan las 24 horas que los hombres del Programa Espacial tuvieron que añadir a la historia como el día que faltaba en el Universo”.
Distintos investigadores indican períodos muy diferentes para grandes cataclismos dentro de un abanico que va del 11.000 al 1.500 a.C. Desborough y los científicos que colaboraron con él señalan que Marte fue devastado por estos eventos en que estaba involucrado Venus. Creían que Marte fue lanzado fuera de su órbita y siguió temporalmente en una órbita elíptica muy inestable que lo llevó a cruzar cerca de la Tierra cada 56 años. La última de estas órbitas parece haberse producido aproximadamente sobre el 1.500 a.C., cuando un gran volcán estalló en la isla griega de Santorini y la civilización Minoica en Creta desapareció. En este mismo período, entre el 1.600 y el 1.500 a.C., los niveles de los océano disminuyeron en aproximadamente un 20% y se formaron lagos glaciales en California. Al final, Marte se estableció en su órbita actual, pero para aquel entonces la vida sobre su superficie ya habría sido arrasada. La misión Pathfinder a Marte descubrió que las rocas marcianas carecían de erosión suficiente para haber estado en la superficie por más de 10.000 años. Brian Desborough cree, al igual que sus colaboradores, que la Tierra estuvo una vez mucho más cercana del Sol de lo que está hoy y que Marte orbitaba más o menos donde la Tierra orbita actualmente. Si, como se alega, los profundos cañones en la superficie de Marte fueron causados por grandes flujos de agua, en Marte tiene que haber habido un ambiente mucho más cálido, ya que actualmente es tan frío que el agua se congelaría y la carencia de atmósfera provocaría que el agua se evaporase rápidamente. Desborough cree que la mayor proximidad de la Tierra al Sol en aquellos tiempos propició que los primeros seres humanos de la Tierra fueran de raza negra, con la pigmentación adecuada para poder hacer frente a los ardientes rayos del Sol. Esqueletos antiguos encontrados cerca de Stonehenge, en Inglaterra, y a lo largo de la costa del oeste de Francia, demuestran unas características africanas, como también pueden encontrarse en América, con las esculturas de la época olmeca que muestran cabezas gigantescas con rasgos negroides.
Desborough afirma que en Marte, entonces con un ambiente muy parecido al nuestro actual, habitaba una raza blanca antes del cataclismo de Venus. Su investigación le ha convencido de que los marcianos blancos construyeron las pirámides de Marte y fueron a la guerra con una raza negra extraterrestre para conquistar la Tierra. Estas guerras, dice, son las famosas guerras de los “dioses” descritas en incontables textos antiguos, especialmente en los Vedas Hindúes y en las epopeyas de la India, Ramayana y Mahabharata. Desborough añade que después del cataclismo, los marcianos blancos que se habían establecido en la Tierra fueron abandonados aquí sin disponer de su tecnología y con su planeta de origen devastado. Según Desborough, estos marcianos blancos se habrían convertido en los pueblos blancos de la Tierra. El primer cataclismo, ocurrido supuestamente alrededor del 11.000 a.C., parece que terminó con la Edad de Oro y arrasó las avanzadas civilizaciones que habían existido hasta aquella época. El término Edad de Oro proviene de la mitología griega y fue recogido por primera vez por el poeta griego Hesíodo. Se refiere al mito respecto a una etapa inicial de las edades del hombre en la que este habría vivido en un estado ideal o utopía, cuando la humanidad se cree que era pura e inmortal. En las obras literarias, la Edad de Oro usualmente acaba con un acontecimiento devastador, que trae consigo la caída del hombre. Los supervivientes del cataclismo serían aquellos de origen principalmente extraterrestre, que conservaron sus conocimientos avanzados, así como unos cuantos seres humanos. Entre los de origen extraterrestre había aquellos que deseaban comunicar sus conocimientos a la humanidad y, por otro lado, aquellos que trataron de usar sus conocimientos para manipular y controlar la humanidad. La lucha entre estos dos grupos habría continuado hasta la actualidad. A medida que las sociedades se recuperaron de esos graves trastornos del 11.000 a.C., vinieron otros cataclismos de menor entidad que causaron más devastación durante los siguientes miles de años.
Como vemos, muy cerca de nosotros desde el punto de vista cosmológico, hay un planeta que, en muchos aspectos, es casi idéntico a la Tierra. Se trata de Venus, tal como hemos resaltado antes. Tiene aproximadamente su mismo tamaño que la Tierra y está formado, más o menos, por la misma materia. Además, parece que se ha formado alrededor de la misma estrella, el Sol. Para un astrónomo extraterrestre, mirando por un telescopio desde un observatorio situado a años luz de distancia del Sistema Solar, sería prácticamente imposible distinguir Venus de nuestro planeta. Sin embargo, cuando se conociesen las condiciones de la superficie de Venus, con altísimas temperatura, atmósfera saturada de dióxido de carbono y nubes de ácido sulfúrico, los astrónomos extraterrestres serían conscientes de que Venus actualmente no se parece en nada a la Tierra. Las razones por la que dos planetas tan similares y tan próximos en relación a su ubicación, formación y composición puedan ser tan diferentes provoca que haya diversas iniciativas dirigidas para explorar Venus que, en otro tiempo, posiblemente no fuera tan diferente de la Tierra. Una de las preguntas es si Venus fue un planeta azul en otro tiempo. La opinión de muchos científicos es que, en algún momento del pasado, Venus tenía mucha más agua de lo que su atmósfera sugiere actualmente, con la posible existencia de océanos, al igual que en Marte. Pero, por causas todavía desconocidas, en algún momento las temperaturas de la superficie de Venus se elevaron y supuestamente provocaron la evaporación de los océanos y los mares. Seguramente la creciente acumulación de vapor de agua en la atmósfera creó en el planeta unas condiciones de un descontrolado efecto invernadero, del que Venus no logró recuperarse. Aún no se sabe si alguna vez Venus tuvo una tectónica de placas similar a la terrestre. La tectónica de placas es una teoría que explica la forma en que está estructurada la litosfera, que es la porción externa más fría y rígida de la Tierra. La teoría da una explicación a las placas tectónicas que forman parte de la superficie de la Tierra y a los deslizamientos que se observan entre ellas en su movimiento sobre el manto terrestre fluido, sus direcciones e interacciones. También explica la formación de las cadenas montañosas u orogénesis. Así mismo, da una explicación satisfactoria al hecho de que los terremotos y los volcanes se concentran en regiones concretas del planeta, como el Cinturón de Fuego del Pacífico, o a la ubicación de las grandes fosas submarinas junto a islas y continentes y no en el centro del océano. Se sabe que el agua es fundamental para que la tectónica de placas funcione, y un efecto invernadero descontrolado, como parece sucedió en Venus, habría detenido en la práctica ese proceso, en el caso de que hubiese existido. Pero el fin de la tectónica de placas en Venus no habría significado el fin de la actividad geológica, ya que el considerable calor interno del planeta siguió produciendo magma, que se derramó en forma de grandes flujos de lava, reconfigurando la mayor parte de su superficie. De hecho, la edad media de la superficie de Venus es de unos 700 millones de años, que aunque parezcan mucho años, a nivel geológico la podemos considerar muy joven comparada con las superficies de Marte, Mercurio o la Luna, que tienen varios miles de millones de años de antigüedad.
Actualmente Venus es un mundo geológicamente activo, según un estudio de la Universidad de Maryland publicado en la revista Nature Geoscience. Los investigadores han identificado varias formaciones que indican que probablemente fueron creadas por el vulcanismo en el planeta hace muy poco tiempo, lo que podría suponer toda una revolución en nuestra comprensión de nuestro vecino, infernalmente caliente, y su evolución. «Esta es la primera vez que podemos señalar estructuras específicas y decir: ‘Mira, este no es un volcán antiguo, sino uno que está activo hoy en día; inactivo tal vez, pero no muerto’», afirma en un comunicado el coautor del estudio Laurent Montési, profesor de geología en la Universidad de Maryland. Bajo la espesa capa de nube de Venus se esconde un mundo cubierto de antiguas lenguas de lava y viejos volcanes, aunque algunos podrían estar todavía activos. Así lo sugieren las imágenes infrarrojas de la sonda Venus Express de la Agencia Espacial Europea, que han detectado como zonas de este planeta se calientan de repente y después se enfrían en cuestión de días. Se trata de la última evidencia de vulcanismo en este planeta ‘gemelo’ de la Tierra. Los datos de la sonda Venus Express, que concluyó sus ocho años de observaciones de Venus, acaban de facilitar la mejor evidencia hasta ahora de la presencia de volcanismo activo en este planeta vecino de la Tierra. Gracias al canal de infrarrojo cercano de la cámara VMC (Venus Monitoring Camera) se ha podido mapear la emisión térmica de regiones del suelo venusiano a través de una ventana que atraviesa la densa atmósfera del planeta. De esta forma un equipo internacional de científicos planetarios ha detectado cambios en el brillo de la superficie, en base a imágenes tomadas con apenas unos días de diferencia. “Parece que por fin podemos incluir a Venus en el selecto club de cuerpos del sistema solar con actividad volcánica”, dicen los científicos. “Hemos visto varios sucesos en que una región de la superficie de repente se vuelve más caliente y después se enfría de nuevo”, explica Eugene Shalygin, del Max Planck Institute for Solar System Research (MPS), en Alemania, autor principal del trabajo que se expone en la revista Geophysical Research Letters. Eugene Shalygin añade que: “Estos cuatro puntos calientes están en lo que se sabe, por las imágenes de radar, que son zonas de fallas tectónicas, pero es la primera vez que detectamos que están calientes y que cambian de temperatura cada día. Es la mejor evidencia hasta ahora de volcanismo activo”. Los puntos calientes están a lo largo de la zona de fallas Ganiki Chasma, próxima a los volcanes Ozza Mons y Maat Mons. Las zonas de fallas son el resultado de fracturas en la superficie, fenómeno que a menudo se asocia al movimiento del magma bajo la superficie. Este proceso puede hacer que el material caliente suba y salga a la superficie por las fracturas. “Estas observaciones están al límite de las capacidades de la nave, y fue muy difícil realizarlas a través de las gruesas nubes de la atmósfera venusiana”, dice el coautor Wojciech Markiewicz. “Pero la cámara VMC fue diseñada para ello y afortunadamente vemos estas regiones de temperatura cambiante, y que están más calientes que la media de la superficie”.
Se estima que la zona caliente llamada ‘Object A’ podría ocupar no más de 1 km2, con una temperatura de 830°C, muy superior a la media global (480°C). La zona Ganiki Chasma ya se consideraba una de las de más reciente actividad geológica, y según sugieren los nuevos análisis, sigue hoy activa. “Parece que por fin podemos incluir a Venus en el selecto club de cuerpos del sistema solar con actividad volcánica”, destaca Håkan Svedhem, jefe científico de Venus Express de la ESA. “Nuestro estudio muestra que Venus, nuestro vecino más próximo, es aún activo y cambiante a día de hoy. Es un paso muy importante en nuestro esfuerzo por entender las distintas historias evolutivas de la Tierra y Venus”, apunta. Venus es casi exactamente del tamaño de la Tierra y tiene una composición similar, así que se considera probable que tenga una fuente de calor interno, quizás debido a la radioactividad. Este calor tiene que escapar de alguna manera, y una posibilidad es que lo haga en forma de erupciones volcánicas. En Venus se pudo generar nueva superficie tras un cataclismo causado por lava volcánica hace 500 millones de años, según los modelos. Pero nunca se ha aclarado, y sigue siendo hoy una cuestión candente en ciencias planetarias, si Venus sigue hoy activo. La nave Venus Express llevó a cabo una serie de medidas en diferentes longitudes de onda para aclarar esta cuestión. En un trabajo publicado en 2010, los científicos comunicaron que la radiación infrarroja procedente de tres regiones volcánicas era distinta a la del terreno circundante. Los investigadores interpretaron este hecho como radiación procedente de lava relativamente fresca, aún no sometida a la erosión. También determinaron una edad de menos de 2,5 millones de años para estos flujos de lava, pero fue imposible aclarar si el volcanismo sigue activo en el planeta. En 2012 también se obtuvieron más datos, tales como un fuerte aumento del contenido en dióxido de azufre en las capas superiores de la atmósfera en 2006–2007, seguido de un descenso gradual en los cinco años siguientes. Aunque esta circunstancia podría haber sido causado por cambios en los vientos, otra posibilidad es que episodios de volcanismo activo estuvieran inyectando grandes cantidades de dióxido de azufre en las capas altas de la atmósfera. Los científicos continuarán analizando los datos de Venus Express para obtener más información.
Tal como ya hemos dicho, Venus tarda 243 días terrestres en completar un giro sobre su eje, pero su atmósfera va nada menos que 60 veces más rápida. Da una vuelta al planeta en solo 4 días, lo que se denomina superrotación, con vientos que a 65 kilómetros de altura alcanzan en el lado diurno los 360 kilómetros por hora. Actualmente un equipo internacional de astrónomos, en el que participan dos investigadores del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco, ha descubierto que esos vientos no se comportan igual de noche. El hallazgo, que se publica en la revista Nature Astronomy, ayudará a dar con una explicación a la superrotación de Venus, uno de los grandes enigmas del Sistema Solar. Los científicos intentan desde hace décadas desentrañar las causas de este fenómeno. «Saber de dónde saca la energía la atmósfera de Venus para la superrotación es un misterio», admite Javier Peralta, miembro de la misión espacial japonesa Akatsuki y autor principal de la investigación. «Hasta ahora, los modelos teóricos se hacían presuponiendo que los vientos eran iguales de día y de noche. Nosotros hemos descubierto que no es así», dice el astrofísico vasco Ricardo Hueso. Los investigadores de la Universidad del País Vasco han conseguido, gracias a datos de la Venus Express, ver por primera vez cómo se mueven las nubes de ácido sulfúrico en el lado nocturno de Venus. «La superrotación se mantiene de noche, pero es mucho menos uniforme: hay vientos que se frenan y estructuras en las nubes que no se mueven», explica Agustín Sánchez Lavega, director del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco y coautor del trabajo. «Esa variabilidad habrá que incorporarla a los modelos que intentan explicar la superrotación», apunta Hueso. Por su tamaño se considera a Venus un gemelo de la Tierra, aunque ya hemos visto que es un mundo infernal y hostil para la vida. La Venera-7 soviética fue el primer ingenio humano en aterrizar en Venus. El 20 de octubre de 1975, la Venera-9 soviética mandó la primera foto desde su superficie, donde sobrevivió solo 50 minutos.
Pero la visión de Venus con océanos y mares es solo una hipótesis, ya que la comunidad científica no sabe qué provocó que Venus sea tan diferente de la Tierra, ni tampoco si los dos planetas se generaron en las mismas condiciones iniciales. Es curiosos que sepamos menos sobre Venus que sobre otros planetas del sistema solar, sobre todo porque Venus plantea serias dificultades para su exploración. Es como si Venus quisiera esconder sus secretos. Por ejemplo, es necesario explorarlo mediante radar para traspasar las nubes opacas de ácido sulfúrico y, de esta manera, poder “ver” la superficie venusiana. La dificultad es mucho mayor que con las superficies de, por ejemplo, la Luna, Marte o Mercurio, que se pueden observar con más facilidad. Además, la alta temperatura de la superficie provoca que la electrónica convencional con que pueda ir equipada una nave y los consiguientes robots solo pueda soportar unas pocas horas. Una situación muy distinta a la de Marte, en donde los robots pueden operar durante más de diez años. Por todas estas razones, calor, acidez y opacidad de la superficie, Venus no ha podido ser visitada mediante un programa sostenido de exploración. La longitud de onda visible no es capaz de penetrar la gruesa capa de nubes que cubre Venus, por lo que se necesita el radar para “ver” la superficie desde el espacio exterior. No obstante, en el siglo XXI se han enviado dos misiones a Venus: la Venus Express, de la Agencia Espacial Europea, que operó entre 2006 y 2014, y la sonda Akatsuki, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, que actualmente está en órbita. Venus Express ha sido una de las misiones más exitosas de la Agencia Espacial Europea. Fue lanzada el 9 de noviembre de 2005 y empezó a mandar imágenes del planeta en abril del año siguiente. Equipada con una tecnología similar a la de la sonda Rosetta, su misión principal era realizar una cartografía completa de las temperaturas en la superficie del planeta, uno de los menos explorados debido a su turbulenta y ardiente atmósfera, en la que se superan los 400 grados y corren vientos de hasta 400 kilómetros por hora. En este sentido, Venus Express ha aportado una gran cantidad de imágenes y datos hasta ahora nunca conocidos sobre nuestro planeta vecino. Los primeros resultados fueron publicados en la revista Nature el 29 de noviembre de 2007. Se trata de datos sobre el pasado de la atmósfera de Venus, que revelaron que en otra época fue un planeta rico en agua, pero que probablemente hace 4.500 millones de años, aunque yo creo que fue en una época mucho más reciente, sufrió un efecto invernadero que lo convirtió en un horno infernal, un proceso “que se asemeja mucho al de la Tierra“, señaló Hakan Svedhem, miembro de la misión. Se confirmaron así teorías como la formulada por el astrónomo Carl Sagan, que advirtió en la década de 1980 que el planeta era “lejos de ser el paraíso imaginado por algunos, Venus se parece más al infierno” debido al efecto invernadero. Por otro lado, la sonda de la agencia espacial europea también descubrió un vórtice dipolar en la región polar sur, el avistamiento del volcán Apollinaris Patera y la confirmación de presencia de relámpagos eléctricos en las nubes de ácido sulfúrico del planeta. Otro gran logro fue el hallazgo, dado a conocer en mayo de 2008, de la presencia del grupo hidroxilo (OH) en la atmósfera. Ya en el ocaso de su misión, sobrevivió a una serie de ‘buceos atmosféricos’ aportando nueva información sobre el campo magnético, el viento solar y la composición de las nubes que recubren el planeta.
Los geólogos planetarios tienen buenas razones para pensar que, en sus comienzos, la Tierra y Venus arrancaron con condiciones generales bastante parecidas. Y eso incluye a sus masas de agua líquida. Es evidente que con temperaturas de casi 500°C, el agua no puede mantenerse actualmente en la superficie venusina. Pero tal como revelaron distintos estudios realizados con telescopios terrestres, con naves espaciales, y más recientemente con la sonda europea Venus Express, es muy poco el vapor de agua que flota en la atmósfera de nuestro vecino planetario. De hecho, un estudio publicado en la revista Sky & Telescope revela que si todo el vapor de agua de Venus lloviera sobre la superficie, formaría una capa líquida de apenas 2 o 3 centímetros de profundidad. lo que no es nada si lo comparamos con si toda el agua líquida de los océanos, mares, ríos y lagos terrestres se desparramara globalmente, en cuyo caso formaría una capa de unos 3 kilómetros de profundidad. Entonces: ¿a dónde fue a parar el agua que se supone tenía Venus? Una posible explicación está en su lentísima rotación, ya que el planeta da una vuelta sobre sí mismo cada 243 días de los nuestros. Y además, gira en sentido contrario a la Tierra y los demás planetas. Lo insólito, también, es que, tal como ya hemos dicho, tarda menos tiempo (224 días terrestres) en dar una vuelta al Sol. Un día dura más que un año, lo que es una de las máximas curiosidades venusinas. Pero esa lenta rotación habría tenido consecuencias más profundas, ya que ese giro tan lento impediría que su núcleo externo de hierro líquido generase un efecto dinamo, capaz de crear corrientes eléctricas y un campo magnético en torno del planeta, a diferencia de lo que sí ocurre en la Tierra. Tal como confirmaron la Venus Express y sus antecesoras, Venus prácticamente carece de un campo magnético global. Y por lo tanto, su atmósfera está muy expuesta a la dañina acción del viento solar, una corriente de partículas cargadas que el Sol emite continuamente. Muchos científicos creen que, a lo largo del tiempo, el agua de Venus, en forma de vapor atmosférico, se habría ido perdiendo hacia el espacio. La luz ultravioleta del Sol desarmaría las moléculas de agua en la atmósfera superior, dejando átomos sueltos de oxígeno e hidrógeno. Luego, por su natural liviandad y por la acción erosiva del viento solar, el hidrógeno se habría ido fugando hacia el espacio. En menor medida, algo similar ocurriría con el oxígeno, aunque este elemento también puede haberse integrado a los materiales de la corteza, o estar presente en las propias moléculas de CO2 de la atmósfera. Un lento pero devastador mecanismo de fuga del agua, que parece confirmarse por recientes observaciones de Venus Express, ya que los precisos instrumentos de la nave europea siguen detectando un continuo flujo de escape de hidrógeno proveniente de la atmósfera del planeta.
Es muy difícil saber si en el pasado la Tierra y Venus tuvieron masas semejantes de agua líquida, y si coincidieron en el tiempo. Probablemente las cosas no eran tan distintas en ambos mundos. Lo que pocos científicos dudan es de que nuestro vecino tuvo agua, y que la perdió. Los modelos actuales indican que sus mares se fueron evaporando lentamente. Todo ese vapor de agua agravó la situación, dado que se trata de un gas de efecto invernadero aún más eficiente que el dióxido de carbono. Por lo tanto, más calor, más evaporación, y así sucesivamente. Con el tiempo probablemente esta situación se vio reforzado con furiosos volcanes lanzando gases hacia la atmósfera, como el propio CO2. Muchos expertos creen que, hace unos 4000 millones de años, cuando hasta el propio Sol era un tanto menos caliente y luminoso que ahora, el paisaje venusino, probablemente más templado, con grandes masas de agua líquida y abundante materia orgánica, en parte aportados por el impacto de cometas, pudo haber sido un escenario pasablemente apto para la aparición de la vida. Pero esto es una pura especulación como otras teorías que hemos relatado. Por ahora, es imposible saberlo. Sea como fuere, el supuesto “paraíso venusino” se fue transformando en el infierno actual. La vida, si la hubo, pudo haber sido un episodio concluso en la trágica historia de Venus. Algunos científicos piensan que, aún hoy, Venus tendría ciertas posibilidades biológicas, aunque mínimas. No en la superficie actual, por descontado, pero sí en su atmósfera superior. Recientes estudios realizados por Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad del Estado de Washington, y Louis Irvin, de la Universidad de Texas, sugieren que las altas nubes venusinas, donde las condiciones de presión y temperatura son más benignas, y en donde hasta hay vapor de agua, podrían albergar vida microbiana, del mismo modo que ocurre en la Tierra. Pero la figura de Galileo Galilei vuelve a asomar, una vez más, con toda su fuerza, porque hace cuatro siglos apuntó un rudimentario telescopio hacia Venus. Y a lo largo del tiempo de observación descubrió sus fases cambiantes. El planeta apenas se veía como una pequeña y borrosa silueta que crecía y se afinaba. Y luego, se achicaba y rellenaba. Descubrir el ciclo de fases de Venus fue mucho más importante de lo que podía parecer, ya que ese fenómeno sólo podía explicarse si el Sol, y no la Tierra, ocupaba el centro del Sistema Solar. Galileo despejó las pesadas brumas que no nos dejaban ver el orden del universo, como las que envuelven al planeta Venus.
Se ha acusado a la NASA de ocultar datos sobre la existencia de otras formas de vida en el espacio. Según aseguran algunos aficionados a la ufología, una civilización extraterrestre ubicada en Venus fue captada por la sonda Magallanes, lanzada por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) en 1989. La sonda, cuyo objetivo era estudiar su superficie y obtener información pormenorizada, arribó al planeta en agosto de 1990. No obstante, la agencia espacial estadounidense perdió contacto con la Magallanes en octubre de 1994, según medios rusos. Se afirma que varias imágenes muestran estructuras geométricas imposibles de formarse de manera natural. Aseguran que dichas estructuras semejan edificios artificiales creados por una civilización inteligente y muy avanzada. Un equipo de investigadores ha simulado cuatro escenarios del planeta hace millones de años, cuando las condiciones eran muy similares a las de nuestro globo. La explicación es que Venus podría ser habitada por extraterrestres capaces de sobrevivir en un ambiente bastante inhóspito. No es la primera vez que se acusa a la NASA de ocultar datos sobre la vida extraterrestre. En el pasado, se dijo que habían cortado de manera abrupta varias transmisiones poco después de la aparición de objetos voladores no identificados. Los ufólogos están convencidos de que estos objetos extraños son naves de civilizaciones alienígenas mucho más avanzadas que la nuestra. Además, arguyen que la NASA no quiere que nadie se entere de la existencia de vida inteligente en otros planetas. Tenemos el curioso caso de George Adamski (1891 –1965), que fue un ciudadano estadounidense de origen polaco, ampliamente conocido en círculos ufológicos después de afirmar haber fotografiado platillos volantes de otros planetas, así como de haber contactado con sus ocupantes describiéndolos como alienígenas de tipo nórdico. El 9 de octubre de 1946, durante una lluvia de meteoritos, Adamski y algunos amigos reclamaron que mientras la observaban con su telescopio en el camping de Palomar Gardens, avistaron una enorme “nave nodriza” en forma de cigarro puro. A principios de 1947, Adamski tomó una fotografía de lo que afirmó era el mismo navío en forma de cigarro puro que había visto en 1946 sobre Palomar Gardens.
En el verano de 1947, después de los primeros avistamientos ovni ampliamente publicitados en Estados Unidos, como fueron los casos de Kenneth Arnold y Roswell, Adamski reclamó haber visto nada menos que 184 ovnis sobre Palomar Gardens. El 20 de noviembre de 1952, Adamski y varios amigos se encontraban en el desierto Colorado, cerca de la ciudad de Desert Center, California, cuando supuestamente vieron un gran objeto con forma de submarino flotando en el cielo. Creyendo que el navío le buscaba, se dice que Adamski dejó a sus amigos y partió andando solo por la carretera principal. Poco después, según Adamski, una nave exploradora más pequeña, hecha de un tipo de metal traslúcido, aterrizó cerca de él, y su piloto, un venusiano llamado Orthon, desembarcó y le fue a buscar. Adamski afirmó que las otras personas que estaban con él también vieron la nave venusiana, y casi todos ellos declararon más tarde haber podido ver a Adamski reuniéndose con alguien en el desierto, aunque a una distancia considerable. Adamski describió a Orthon como un humanoide de estatura media con cabello rubio largo y la piel bronceada, que llevaba zapatos marrón rojizos. Adamski añadió que, “sus pantalones no eran como los míos.” Adamski dijo que Orthon se comunicó con él por vía telepática y mediante señales. Durante la conversación, Orthon le advirtió de los peligros de la guerra nuclear, y Adamski más tarde escribió que “la presencia de este habitante de Venus era como un abrazo tibio de gran amor y comprensiva cordura“. En el libro Flying Saucers Have Landed Adamsky proclamaba que alienígenas nórdicos procedentes de Venus y otros planetas del sistema solar visitaban rutinariamente la Tierra. Según el libro, Orthon y otros alienígenas estaban preocupados de que las pruebas nucleares en la atmósfera terrestre pudiesen extinguir toda la vida terrestre, propagarían la radiación por el espacio, contaminando a otros planetas. Pero las afirmaciones de Adamski sobre las condiciones de la superficie y la habitabilidad actual de Venus, Marte, y los otros planetas del sistema solar chocaban con la evidencia científica comprobada. Aunque sí que pudo haber vida en un pasado, cuya cronología sigue siendo una incógnita. Hay que recordar que Venus es mucho más caliente que la Tierra. La sonda Magallanes determinó que un 85 % de la superficie venusiana está cubierta de volcanes, con una temperatura de 864 grados. La conclusión a la que llegaron los científicos es que ninguna forma de vida existente en nuestro planeta podría adaptarse a semejantes condiciones.
Los seres humanos han mostrado interés por Venus desde la antigüedad. Cuando observamos el cielo al alba o al ocaso, podremos ver un cuerpo estelar que destaca por su brillo. Se trata del planeta Venus, que durante sus apariciones matutinas o vespertinas puede ser el más brillante después de la Luna y el Sol. Además, por la forma en que se mueve puede aparecer cerca de la Luna y de otros cuerpos estelares formando diversas conjunciones planetarias y estelares. Todo ello provocó que fuera venerado por distintas culturas. No en vano Venus es un planeta que se encuentra entre la Tierra y el Sol, lo que permite que desde la Tierra podamos observarlo a cierta distancia del Sol durante varias horas antes del amanecer, o bien durante varias horas luego del atardecer. Pero, sin embargo, Venus nunca es visible desde la Tierra alrededor de la medianoche. Visto desde la Tierra, un ciclo completo del movimiento de Venus dura aproximadamente 584 días, ciclo que fue identificado por los mayas, que dividieron el ciclo en cuatro partes: 236 días de visibilidad en el Este, visible al amanecer, 90 días de paso detrás del Sol, en los que no es visible debido al brillo del Sol, 250 días de aparición en el Oeste, visible al atardecer, y 8 días para el paso no visible entre la Tierra y el Sol, en cuyo momento se pueden producir, de vez en cuando, tránsitos de Venus, que implica que el planeta cruza la superficie del Sol siendo visible desde la Tierra. El ciclo de 584 días antes indicado comenzaba en el momento en que Venus volvía a ser visible al amanecer y para los mayas era una parte crítica del ciclo en relación a sus repercusiones negativas, que eran representadas por cinco divinidades guerreras. El tzolkin, o cuenta de los días, es el nombre dado a la versión maya del ciclo sagrado de 260 días, constituido por trece veintenas, que era utilizado en la Mesoamérica precolombina. El tzolkin aún se utiliza en las comunidades indígenas del altiplano guatemalteco para augurar los acontecimientos terrenales basándose en las fechas del ciclo sagrado. Los mayas encontraron que 146 tzolkines equivalían a 65 períodos de Venus, o 104 haab’s, lo que les llevó al principio a predecir la posición del planeta Venus con un error de 5 días. Para compensar este error, los mayas determinaron un ciclo mayor de tiempo equivalente a 301 revoluciones de Venus, lo que les llevó a calcular su posición con un error de 2 horas en 481 años, que es una precisión que no superó ninguna otra civilización antigua.
Pero, ¿qué nos cuentan la leyendas de los toltecas y los mayas sobre Quetzalcoatl? Se dice que vino de un desconocido país del sol naciente, con un traje blanco, y que tenía barba. Enseño a la gente todas las ciencias, artes y costumbres y dejó leyes muy sabias. Se decía que bajo sus directivas el maíz creció alto como un hombre y el algodón crecía ya coloreado. Cuando Quetzalcoatl completó su misión, volvió al mar, predicando y enseñando en su camino, y abordó un barco de fuego que lo llevó a la estrella de la mañana, Venus. Para los mayas y antes los toltecas, Venus era el objeto astronómico de mayor interés. Quizá lo conocían mejor que cualquier otra civilización que no perteneciera a Mesoamérica. Pensaron que era más importante que el Sol. Lo observaron cuidadosamente mientras se movía a través de sus estaciones y se dieron cuenta que tardaba 584 días en coincidir la Tierra y Venus en la misma posición con respecto al Sol. Además, se fijaron que transcurrían cerca de 2922 días para que la Tierra, Venus, el Sol y determinadas estrellas se alinearan. Por otra parte, la vida social de los Toltecas aparece totalmente centrada alrededor del prestigioso héroe cultural Quetzalcóatl, cuya naturaleza es realmente ambigua. Era un rey de una rectitud sobrehumana hasta el día en que, impulsado por malos consejeros, se embriagó y cometió el pecado de dormir con la bella Xochipétatl. Inconsolable, se castigará abandonando su bien amado reino de Tula y encendiendo la hoguera de la cual su corazón, liberado por las llamas, se elevará al cielo transformado nada menos que en el planeta Venus. Los Vedas dijeron que la estrella Venus se ve como fuego con humo, al igual que un cometa. El cometa tenía una cola, oscura durante el día y luminosa en la noche. Esta cola luminosa, que Venus tenía en los siglos anteriores, es mencionada en el Talmud como colgando del planeta Venus. Descrito por los caldeos, se decía que el planeta Venus tenía una barba. Curiosamente “barba” se utiliza en la astronomía moderna para la descripción de los cometas. Los indígenas mexicanos llamaban al cometa “una estrella que humeaba“. ¿Cuál fue la descripción de los antiguos toltecas y de los mayas? Algo lo suficientemente grande como para ser visible desde la Tierra y dando la impresión de humo y fuego, colgando del planeta Venus. Venus, con su brillante cortejo, era un cuerpo muy brillante. Un texto astronómico chino se refiere al pasado, cuando Venus era visible en pleno día. Decía que mientras se movía por el cielo, Venus rivalizaba en brillo con el sol. Por lo tanto no es extraño que los caldeos lo describieran como una “antorcha brillante del cielo y comparado con la luz del sol naciente“. Estos testimonios estarían alineados con las teorías de Desborough y Velikovsky.
En la actualidad la luz de Venus es menos de una millonésima parte de la luz del Sol. Los caldeos la llamaban “un estupendo prodigio en el cielo”. Los hebreos describen al planeta como “la luz brillante de Venus brilla de un extremo del cosmos hasta el otro extremo“. Los egipcios describen a Venus (Sekhmet) como “una estrella circulante que esparce su fama en el fuego, una llama de fuego en su tempestad“. Los árabes llamaron a Ishtar (Venus) con el nombre de Zebbaj o “una con pelo“, al igual que los babilonios. Plinio escribió sobre Venus que “a veces hay pelos adjuntados a los planetas“. Pelo o cola es una característica de los cometas, y, de hecho, “cometa” se deriva de la palabra griega para ‘pelo‘. El nombre peruano ‘chaska’ (pelo ondulado) sigue siendo el nombre de Venus, aunque en la actualidad la Estrella de la Mañana es definitivamente un planeta y ya no tiene una cola. La cola de Venus cambió su forma con la posición del planeta. Cuando el planeta Venus se acerca actualmente a la Tierra, es sólo iluminado parcialmente, estando una parte del planeta en la sombra. Asimismo, tiene fases como la Luna. Cuando está más cerca de la Tierra, es más brillante. Cuando Venus tenía una cola, los cuernos de su media luna deben haberse extendido en las partes iluminadas de la cola. Tenía dos largos apéndices y parecía una cabeza de toro. Las autoridades rabínicas dicen que “la devoción de Israel a este culto del toro se explica en parte por la circunstancia de que, a su paso por el Mar Rojo, vieron el trono celestial, y más claramente los cuatro seres sobre el Trono, vieron al buey“. Si tomamos por referencia las tradiciones, Dios, Adán, los ángeles, los arcángeles y Lucifer habitaban juntos en el cielo y en el mismo lugar. Ahora bien, se dice que Lucifer, expulsado de la morada de Dios, procedía de Venus. De ello debe deducirse que Dios y los arcángeles no habitaban en un cielo simbólico, sino en un planeta concreto. Pero no nos referimos al planeta Venus actual, que tiene temperaturas de casi 500º C y que está situado entre Mercurio y la Tierra, sino que nos referimos al Venus cometa o planeta errante, que antes de convertirse en un nuevo planeta en el sistema solar, erraba envuelto en llamas por el espacio próximo, formando algo parecido a cuernos de toro, con una larga cola incandescente que incendiaba las selvas tropicales y generaba terribles maremotos. El científico español Beltrán García tradujo unos documentos secretos de Garcilaso de la Vega, historiador de la conquista española y descendiente de una princesa inca. En estos documentos se relata que los escritos pictográficos del frontis de la Puerta del Sol, en Tiahuanaco, cuentan que, hace mucho tiempo, cuando todavía no existía ningún ser humano en nuestro planeta, una aeronave dorada, procedente de otro planeta y pilotada por unos seres de sangre azul, aterrizó en la Isla del Sol, en medio del lago Titicaca. De esta aeronave descendió una mujer semejante a las actuales, pero con la cabeza en forma de cono, grandes orejas y manos palmeadas de cuatro dedos. Su nombre era Orejona y procedía del planeta Venus, donde la atmósfera era similar a la de la Tierra. Como deseaba crear una humanidad terrestre, tuvo relaciones con uno de los animales de la zona, engendrando muchos hijos. Estos descendientes, aunque dotados de poca inteligencia, sirvieron para que se formase la raza humana en la Tierra. Cierto día, una vez cumplida su misión, Orejona emprendió el regreso a Venus. Sin embargo, sus hijos procrearon y siguieron su propio destino. En la región del Titicaca una tribu permaneció fiel a la memoria de Orejona, desarrolló su inteligencia, conservó sus ritos y fue el punto de partida de las civilizaciones preincaicas.
La gente de la lejana Samoa, las tribus primitivas que dependen de la tradición oral, ya que no tienen el arte de la escritura, repiten hasta hoy que “el planeta Venus se hizo salvaje y le crecieron cuernos en la cabeza”. Los egipcios representaban al planeta y lo adoraban en la efigie de un toro. El culto a un toro surgió también en la Grecia micénica. Una cabeza de vaca de oro, con una estrella en su frente, fue encontrada en Micenas, en el continente griego. Se dice que los largos cuernos de Venus podrían haber sido vistos sin la ayuda de un lente telescópico. Estos cuernos eran porciones iluminadas de la cola de Venus, que se extendían hacia la Tierra. Estos cuernos también podrían haberse extendido al acercarse Venus a la órbita solar, ya que la cola de los cometas están regularmente dirigidas en dirección contraria al Sol. Cuando Venus se acercaba lo suficientemente a uno de los planetas, sus cuernos se hacían más largos. Este es el fenómeno observado y descrito por los astrólogos de Babilonia cuando Venus se acercó a Marte. A lo largo de la historia, el planeta Venus ha ocupado un lugar destacado en relación a los dioses. Ahí tenemos los grabados de Venus en los antiguos sellos sumerios, así como el inquietante final de la historia de Quetzalcóatl. La leyenda de Orejona indicaría que, en aquella remota época, en Venus habría una atmósfera análoga a la de la Tierra. Pero actualmente se considera altamente improbable, especialmente a partir de la información suministrada por las naves soviéticas de la serie Venera, y confirmada en misiones posteriores. Estas informaciones describen a Venus como un verdadero infierno, con una atmósfera compuesta en un 96% de dióxido de carbono, con nubes formadas en su mayor parte por una solución concentrada de ácido sulfúrico, una temperatura de unos 480 grados centígrados y vientos de unos 360 kilómetros por hora. En resumen, un lugar que dista mucho de ser un confortable hogar para los dioses.
En particular la civilización maya, seguramente como herencia de la civilización tolteca, elaboró un calendario religioso basado en los ciclos astronómicos, incluyendo los ciclos de Venus. El símbolo del planeta Venus es una representación estilizada del espejo de la diosa Venus. Se trata de un círculo con una pequeña cruz debajo, utilizado también hoy para denotar el sexo femenino. Los adjetivos venusiano/a y venusino/a son usados para denotar las características habitualmente atribuidas a Venus-Afrodita. Es junto a la Tierra, la diosa Gea de la antigüedad, el único planeta del Sistema Solar con nombre femenino, aparte de dos de los planetas enanos, Ceres, entre las órbitas de Marte y Júpiter, y Eris, en el disco disperso del Cinturón de Kuiper. Aunque todas las órbitas planetarias son elípticas, la órbita de Venus es la más parecida a una circunferencia, con una excentricidad inferior a un 1 %. El ciclo entre dos elongaciones máximas, período orbital sinódico, dura 584 días. Después de esos 584 días Venus aparece en una posición a 72° de la elongación anterior. Dado que hay 5 períodos de 72° en una circunferencia, Venus regresa al mismo punto del cielo cada 8 años, menos dos días correspondientes a los años bisiestos. Este periodo se conocía como el ciclo Sothis en el Antiguo Egipto. En la conjunción inferior, Venus puede aproximarse a la Tierra más que ningún otro planeta. El 16 de diciembre de 1850 alcanzó la distancia más cercana a la Tierra desde el año 1800 de 39.514.827 kilómetros. Desde entonces nunca ha habido una aproximación tan cercana. Una aproximación casi tan cercana ocurrirá en el año 2101, cuando Venus alcanzará una distancia de 39.541.578 kilómetros. Venus gira sobre sí mismo muy lentamente, en un movimiento retrógrado y en el mismo sentido de las manecillas del reloj si se toma como referencia el polo norte, de Este a Oeste en lugar de Oeste a Este, como el resto de los planetas, excepto Urano, que está muy inclinado, tardando en hacer un giro completo sobre sí mismo 243,0187 días terrestres. No se sabe la razón de la peculiar rotación de Venus. Si el Sol pudiese verse desde la superficie de Venus aparecería subiendo desde el Oeste y posándose por el Este, con un ciclo día-noche de 116,75 días terrestres y un año venusiano de menos de dos días (1,92 días venusianos). Además de la rotación retrógrada, los periodos orbital y de rotación de Venus están sincronizados de manera que siempre presenta la misma cara al planeta Tierra, al igual que la Luna, cuando ambos cuerpos están a la menor distancia. Esto podría ser una simple coincidencia, pero existen especulaciones sobre un posible origen de esta sincronización como resultado de efectos de marea afectando a la rotación de Venus cuando ambos cuerpos están lo suficientemente cerca.
Venus tiene una densa atmósfera, compuesta en su mayor parte por dióxido de carbono y una pequeña cantidad de nitrógeno. La presión al nivel de la superficie es 90 veces superior a la presión atmosférica en la superficie terrestre. Es una presión equivalente en la Tierra a la presión que hay sumergido en el agua a una profundidad de más de un kilómetro. La enorme cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera provoca un fuerte efecto invernadero que eleva la temperatura de la superficie del planeta hasta cerca de 464 °C en las regiones menos elevadas, cerca del ecuador. Esto hace que Venus sea más caliente que Mercurio, a pesar de hallarse a más del doble de la distancia del Sol que éste y de recibir sólo el 25 % de su radiación solar. Debido a la inercia térmica de su masiva atmósfera y al transporte de calor por los fuertes vientos de su atmósfera, la temperatura no varía de forma significativa entre el día y la noche. A pesar de la lenta rotación de Venus, los vientos de la atmósfera superior circunvalan el planeta en un intervalo de sólo 4 días, distribuyendo eficazmente el calor. Además del movimiento zonal de la atmósfera de Oeste a Este, hay un movimiento vertical que transporta el calor del Ecuador hasta las zonas polares e incluso a latitudes medias del lado no iluminado del planeta. La radiación solar casi no alcanza la superficie del planeta. La densa capa de nubes refleja al espacio la mayoría de la luz del Sol y la mayor parte de la luz que atraviesa las nubes es absorbida por la atmósfera. Esto impide a la mayor parte de la luz del Sol que caliente la superficie. El albedo de Venus es de aproximadamente el 60 %, y su albedo visual es aún mayor, lo cual concluye que, a pesar de encontrarse más cercano al Sol que la Tierra, la superficie de Venus no se calienta ni se ilumina como era de esperar por la radiación solar que recibe. En ausencia del efecto invernadero, la temperatura en la superficie de Venus podría ser similar a la de la Tierra. El enorme efecto invernadero asociado a la inmensa cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera atrapa el calor, provocando las elevadas temperaturas de este planeta. Los fuertes vientos en la parte superior de las nubes pueden alcanzar los 350 km/h, aunque a nivel del suelo los vientos son mucho más lentos. A pesar de ello, y debido a la altísima densidad de la atmósfera en la superficie de Venus, incluso estos flojos vientos ejercen una fuerza considerable contra los obstáculos. Las nubes están compuestas principalmente por gotas de dióxido de azufre y ácido sulfúrico, y cubren el planeta por completo, ocultando la mayor parte de los detalles de la superficie a la observación externa. La temperatura en la parte superior de las nubes, a 70 km sobre la superficie, es de -45 °C. La medida promedio de temperatura en la superficie de Venus es de 464 °C. La temperatura de la superficie nunca baja de los 400 °C, lo que lo hace el planeta más caliente del sistema solar.
Tal como hemos dicho, Venus tiene una lenta rotación retrógrada, en lugar de hacerlo como lo hacen la mayoría de los demás planetas mayores. Se desconoce por qué Venus es diferente en este aspecto, aunque podría ser el resultado de una colisión con un asteroide u otro cuerpo celeste en algún momento del pasado remoto. Buscando exoplanetas en el espacio, se ha comprobado que un gigante gaseoso, como Júpiter, podría ir perdiendo energía poco a poco a causa de la fricción al moverse a través del polvo cósmico de un determinado sistema estelar, hasta entrar en una espiral de muerte hacia la estrella madre. Esta explicación introdujo la idea de los planetas errantes, que no se había considerado antes. En efecto, al acercarse cada vez más a sus soles, los gigantes gaseosos pueden cruzarse en el camino de un planeta más pequeño, como la Tierra, y lanzarlo de un empujón al espacio exterior. El pequeño planeta rocoso se convierte en un planeta errante, que vaga solo por el espacio, sin orbitar alrededor de cualquier estrella. Esto podría haber sido, tal vez, el caso de Venus. Además de esta inusual rotación retrógrada, el período de rotación de Venus y su órbita están casi sincronizados, de manera que siempre presenta la misma cara a la Tierra cuando los dos planetas se encuentran en su máxima aproximación. Esto podría ser el resultado de las fuerzas de marea que afectan a la rotación de Venus cada vez que los planetas se encuentran lo suficientemente cercanos, aunque no se conoce con claridad el mecanismo. Venus tiene dos mesetas principales a modo de continentes, elevándose sobre una vasta llanura. La meseta Norte se llama Ishtar Terra y contiene la mayor montaña de Venus, aproximadamente dos kilómetros más alta que el Monte Everest, llamada Montes Maxwell en honor de James Clerk Maxwell. Ishtar Terra tiene el tamaño aproximado de Australia. En el hemisferio Sur se encuentra Aphrodite Terra, mayor que la anterior y con un tamaño equivalente al de Sudamérica. Entre estas mesetas existen algunas depresiones del terreno, que incluyen Atalanta Planitia, Guinevere Planitia y Lavinia Planitia. Con la única excepción del Monte Maxwell, todas las características distinguibles del terreno adoptan nombres de mujeres mitológicas. La densa atmósfera de Venus provoca que los meteoritos se desintegren bruscamente en su descenso a la superficie, aunque los más grandes pueden llegar a la superficie, originando un cráter si tienen suficiente energía cinética. A causa de esto, no pueden formarse cráteres de impacto más pequeños de 3,2 kilómetros de diámetro. Aproximadamente el 90 % de la superficie de Venus parece consistir en un basalto recientemente solidificado, con muy pocos cráteres de meteoritos. Las formaciones más antiguas presentes en Venus no parecen tener más de 800 millones de años, siendo la mayor parte del suelo considerablemente más joven, de no más de algunos cientos de millones de años en su mayor parte, lo cual sugiere que Venus sufrió un cataclismo que afectó a su superficie no hace mucho tiempo en el pasado geológico. El interior de Venus es probablemente similar al de la Tierra. Tiene un núcleo de hierro de unos 3000 km de radio, con un manto rocoso que forma la mayor parte del planeta. Según datos de los medidores gravitatorios de la sonda Magallanes, la corteza de Venus podría ser más dura y gruesa de lo que se había pensado. Se piensa que Venus no tiene placas tectónicas móviles como la Tierra, pero en su lugar se producen masivas erupciones volcánicas que inundan su superficie con lava «fresca». Otros descubrimientos recientes sugieren que Venus todavía está volcánicamente activo.
El campo magnético de Venus es muy débil comparado con el de otros planetas del Sistema Solar. Esto se puede deber a su lenta rotación, insuficiente para formar el sistema de «dinamo interno» del hierro líquido. Como resultado de esto, el viento solar golpea la atmósfera de Venus sin ser filtrado. Se supone que Venus tuvo originalmente tanta agua como la Tierra pero que, al estar sometida a la acción del Sol sin ningún filtro protector, el vapor de agua en la alta atmósfera se disocia en hidrógeno y oxígeno, escapando el hidrógeno al espacio por su baja masa molecular, que es lo que pudo dar pié a los aparentes cuernos que se observó en el pasado que salían del planeta Venus. El porcentaje de deuterio, un isótopo pesado del hidrógeno que no escapa tan fácilmente, en la atmósfera de Venus parece apoyar esta teoría. Se supone que el oxígeno molecular se combinó con los átomos de la corteza, aunque grandes cantidades de oxígeno permanecen en la atmósfera en forma de dióxido de carbono. A causa de esta sequedad, las rocas de Venus son mucho más pesadas que las de la Tierra, lo cual favorece la formación de montañas mayores, profundos acantilados y otras formaciones. Durante algún tiempo se creyó que Venus poseía un satélite natural llamado Neith, llamado así en honor a la diosa Sais del Antiguo Egipto, cuyo velo ningún mortal podía levantar. Fue aparentemente observado por primera vez por Giovanni Cassini en 1672. Otras observaciones esporádicas continuaron hasta 1892, pero estos avistamientos fueron desacreditados y hoy se sabe que Venus no tiene ningún satélite, si bien el asteroide 2002 VE68 casi lo es. Sin información sísmica o de momento de inercia, existen pocos datos directos sobre la geoquímica y la estructura interna de Venus. Sin embargo, la similitud en tamaño y densidad entre Venus y la Tierra sugiere que ambos comparten una estructura interna afín. Seguramente tiene un núcleo, un manto, y una corteza planetaria. Al igual que la Tierra, se especula que el núcleo de Venus es parcialmente líquido. La diferencia principal entre los dos planetas es la aparente carencia de placas tectónicas en Venus, probablemente debido a la sequedad del manto y la superficie. Como consecuencia, la pérdida de calor en el planeta es escasa, evitando su enfriamiento y proporcionando una explicación viable sobre la carencia de un campo magnético interno.
Venus es el astro más característico en los cielos de la mañana y de la tarde de la Tierra, después del Sol y la Luna, y es conocido por el hombre desde la antigüedad. Uno de los documentos más antiguos que sobreviven de la biblioteca babilónica de Ashurbanipal, datado sobre el 1600 a. C., es un registro de 21 años del aspecto de Venus, que los primeros babilonios llamaron Nindaranna. Los antiguos sumerios y babilonios llamaron a Venus «Dil-bat» o «Dil-i-pat». En la ciudad mesopotámica de Akkad era la estrella de la madre-diosa Ishtar, y en chino su nombre es «Jīn-xīng», el planeta del elemento metal. Venus se consideró como el más importante de los cuerpos celestes observados por los mayas, que lo llamaron «Chak ek» (la gran estrella). Los antiguos griegos pensaban que las apariciones matutinas y vespertinas de Venus eran de dos cuerpos diferentes, y les llamaron Hesperus cuando aparecía en el cielo del Oeste al atardecer y Phosphorus cuando aparecía en el cielo del Este al amanecer. Al encontrarse la órbita de Venus entre la Tierra y el Sol, desde la Tierra se pueden distinguir sus diferentes fases de una forma parecida a las de la Luna. Galileo Galilei fue la primera persona en la época moderna en observar las fases de Venus. Ello se produjo en diciembre de 1610, una observación que sostenía la entonces discutida teoría heliocéntrica de Copérnico. También anotó los cambios en el tamaño del diámetro visible de Venus en sus diferentes fases, sugiriendo que éste se encontraba más lejos de la Tierra cuando estaba lleno y más cercano cuando se encontraba en fase creciente. Estas observaciones proporcionaron una sólida base al modelo heliocéntrico. Venus es más brillante cuando aproximadamente el 25 % de su disco se encuentra iluminado, lo que ocurre 37 días antes de la conjunción inferior, en el cielo vespertino, y 37 días después de dicha conjunción, en el cielo matutino. Su mayor elongación y altura sobre el horizonte se produce aproximadamente 70 días antes y después de la conjunción inferior, momento en el que muestra justo media fase. Entre estos intervalos, Venus es visible durante las primeras o últimas horas del día si el observador sabe dónde buscarlo. El período de movimiento retrógrado es de veinte días en cada lado de la conjunción inferior. En raras ocasiones Venus puede verse en el cielo de la mañana y de la tarde el mismo día. Esto sucede cuando se encuentra en su máxima separación respecto a la eclíptica y al mismo tiempo se encuentra en la conjunción inferior. Entonces, desde uno de los hemisferios terrestres se puede ver en los dos momentos. Esta oportunidad se repite cada ocho años conforme al ciclo sinódico del planeta.
En el siglo XIX, muchos observadores atribuyeron a Venus un período de rotación aproximado de 24 horas. El astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli fue el primero en predecir un período de rotación significativamente menor, proponiendo que la rotación de Venus estaba bloqueada por el Sol, que fue lo mismo que propuso para Mercurio. Aunque realmente no es verdad para ninguno de los dos planetas, era una estimación bastante aproximada. El período de rotación de Venus fue observado por primera vez durante la conjunción de 1961 con radar desde una antena de 26 metros en Goldstone, California, desde el observatorio de radioastronomía Jodrell Bank en el Reino Unido y en las instalaciones de espacio profundo de la Unión Soviética de Yevpatoria. La precisión fue refinada en las siguientes conjunciones, principalmente desde Goldstone y Yevpatoria. Pero el hecho de que la rotación fuese retrógrada no fue confirmado sino hasta 1964. Antes de las observaciones de radio durante la década de 1960 muchos creían que Venus tenía un entorno similar al de la Tierra. Esto era debido al tamaño del planeta y su radio orbital, que sugerían claramente una situación parecida a la de la Tierra, así como por la gruesa capa de nubes que impedían ver la superficie. Entre las especulaciones sobre Venus estaban las de que éste tenía un entorno selvático o que poseía océanos de petróleo o de agua carbonatada. Sin embargo, las observaciones mediante microondas efectuadas en 1956 indicaban una alta temperatura de la superficie, equivalente a 600º Kelvin (unos 327º C). Extrañamente, las observaciones hechas por A.D. Kuzmin, en su libro The Atmosphere of The Planet Venus, en la banda milimétrica indicaban temperaturas mucho más bajas. Dos teorías distintas trataban de explicar el inusual espectro de radio. Una de ellas sugería que las altas temperaturas se originaban en la ionosfera, mientras que la otra sugería una superficie caliente. Uno de los fenómenos de la atmósfera de Venus observado por astrónomos desde la Tierra y aún no explicado es el de las llamadas luces Ashen. El fenómeno de las luces Ashen, que significa «luz pálida o cenicienta», es un ligero brillo amarillento observado ocasionalmente en el lado nocturno de Venus por astrónomos desde la Tierra. Fue observado por primera vez por el astrónomo italiano Giovanni Riccioli el 9 de enero de 1643. Muchos astrónomos han dudado de su existencia, considerándolas una ilusión óptica, mientras otros las han tenido por evidencias de tormentas eléctricas en la atmósfera de Venus, en consonancia con los datos obtenidos durante la década de 1970 por las sondas soviéticas y estadounidenses, las cuales detectaron emisiones de radio de baja frecuencia que sugerían que en la densa atmósfera de Venus se producían fenómenos eléctricos.
El equipo ruso que a partir de 1971 se dedicó al análisis de los datos enviados por la sonda Venera 7 y siguientes, compuesto entre otros por Vladimir Perminov y Leonid Ksanfomality, creyeron detectar una actividad eléctrica extrema en las capas bajas de la atmósfera de Venus, caracterizada por una frecuencia, intensidad y violencia no comparable a ningún fenómeno existente en la atmósfera terrestre, bautizando al fenómeno como “Dragón Eléctrico de Venus“. Sería descrito como tormentas de rayos con gran aparato eléctrico por debajo del nivel de las capas de nubes. Datos semejantes pero menos concluyentes fueron indicados por la sonda Galileo a su paso por el planeta en febrero de 1990. Por su parte, los primeros resultados científicos de la sonda Venus Express, publicados en la revista Nature el 29 de noviembre de 2007 incluían la presencia de relámpagos eléctricos en las nubes de ácido sulfúrico del planeta. En la actualidad, no obstante, se duda bastante de la relación efectiva entre el fenómeno de la actividad eléctrica atmosférica venusiana y las observaciones realizadas con telescopios desde la Tierra, por lo que las llamadas “luces Ashen” permanecen como un posible efecto óptico. Los tránsitos de Venus acontecen cuando el planeta cruza directamente entre la Tierra y el Sol, que son eventos astronómicos relativamente raros. La primera vez que se observó este tránsito astronómico fue en 1639 por Jeremiah Horrocks y William Crabtree. El tránsito de 1761, observado por Mijaíl Lomonosov, proporcionó la primera evidencia de que Venus tenía una atmósfera, y las observaciones de paralaje del siglo XIX durante sus tránsitos permitieron obtener por primera vez un cálculo preciso de la distancia entre la Tierra y el Sol. Los tránsitos sólo pueden ocurrir en junio o diciembre, siendo éstos los momentos en los que Venus cruza la eclíptica, o el plano en el que la Tierra órbita alrededor del Sol, y suceden en pares a intervalos de ocho años, separados dichos pares de tránsitos por más de un siglo. El anterior par de tránsitos sucedió en 1874 y 1882, y el presente par de tránsitos fueronlos de 2004 y 2012. El tránsito de Venus ocurre porque la órbita de Venus está inclinada 3.5 grados respecto a la de la Tierra, de modo que el plano de la órbita de Venus se interseca con el de la Tierra en dos puntos que son opuestos, a modo de los puntos equinocciales de la órbita de la Tierra en relación con su propio plano ecuatorial. Venus pasa con frecuencia regular cada 584 días entre la Tierra y el Sol, pero el tránsito ocurre cuando Venus y la Tierra coinciden en alinearse en esos dos puntos de intersección y pueden hacerlo dos veces seguidas en 8 años, como el caso de los tránsitos de 2004 y 2012. Dado que los encuentros de Venus y Tierra al mismo lado del Sol acusan una precesión de unos 2 días cada 8 años, la coincidencia de ambos en el punto de intersección ocurre cada centenar de años, aproximadamente.
La órbita de Venus es un 28 % más cercana al Sol que la de la Tierra. Por este motivo, las naves que viajan hacia Venus deben recorrer más de 41 millones de kilómetros adentrándose en el pozo gravitatorio del Sol, perdiendo en el proceso parte de su energía potencial. La energía potencial se transforma entonces en energía cinética, lo que se traduce en un aumento de la velocidad de la nave. Por otro lado, la atmósfera de Venus no invita a las maniobras de frenado atmosférico del mismo tipo que otras naves han efectuado sobre Marte, ya que para ello es necesario contar con una información extremadamente precisa de la densidad atmosférica en las capas superiores. Y siendo Venus un planeta de atmósfera masiva, sus capas exteriores son mucho más variables y complicadas que en el caso de Marte. La primera sonda en visitar Venus fue la sonda espacial soviética Venera-1 el 12 de febrero de 1961, siendo la primera sonda lanzada a otro planeta. La nave resultó averiada en su trayecto y la primera sonda exitosa en llegar a Venus fue la americana Mariner-2, en 1962. El 1 de marzo de 1966, la sonda soviética Venera 3 se estrelló en Venus, convirtiéndose en la primera nave espacial en alcanzar la superficie del planeta. A continuación diferentes sondas soviéticas fueron acercándose cada vez más, con el objetivo de posarse sobre la superficie venusiana. La Venera 4 entró en la atmósfera de Venus el 18 de octubre de 1967 y fue la primera sonda en transmitir datos medidos directamente en otro planeta. La cápsula midió temperaturas, presiones y densidades, y realizó once experimentos químicos para analizar la atmósfera. Sus datos mostraban un 95 % de dióxido de carbono y, en combinación con los datos de la sonda Mariner-5, mostró que la presión en la superficie era mucho mayor de lo previsto (entre 75 y 100 atmósferas). El primer aterrizaje con éxito en Venus lo realizó la sonda rusa Venera-7 el 15 de diciembre de 1970. Esta sonda reveló unas temperaturas en la superficie de entre 457 y 474 grados Centígrados. La Venera-8 aterrizó el 22 de julio de 1972. Además de dar datos sobre presión y temperaturas, su fotómetro mostró que las nubes de Venus formaban una capa compacta que terminaba a 35 kilómetros sobre la superficie. La sonda soviética Venera-9 entró en la órbita de Venus el 22 de octubre de 1975, convirtiéndose en el primer satélite artificial de Venus. Una batería de cámaras y espectrómetros devolvieron información sobre la capa de nubes, la ionosfera y la magnetosfera, así como mediciones de la superficie realizadas por radar. El vehículo de descenso de 660 kilogramos de la Venera-9 se separó de la nave principal y aterrizó, obteniendo las primeras imágenes de la superficie y analizando la corteza con un espectrómetro de rayos gamma y un densímetro. Durante el descenso realizó mediciones de presión, temperatura y fotométricas, así como de la densidad de las nubes. Se descubrió que las nubes de Venus formaban tres capas distintas. El 25 de octubre, la Venera-10 realizó una serie similar de experimentos.
En 1978 la NASA envió la sonda espacial Pioneer Venus, que consistía en dos componentes lanzados por separado, un orbitador y una multisonda, que consistía en una sonda atmosférica mayor y otras tres más pequeñas. La sonda mayor fue desplegada el 16 de noviembre de 1978, y las tres pequeñas lo fueron el 20 de noviembre. Las cuatro sondas entraron en la atmósfera de Venus el 9 de diciembre, seguidas por el vehículo que las portaba. Aunque no se esperaba que ninguna sobreviviera al descenso, una de las sondas continuó operando hasta 45 minutos después de alcanzar la superficie. El vehículo orbitador de la Pioneer Venus fue insertado en una órbita elíptica alrededor de Venus el 4 de diciembre de 1978. Transportaba 17 experimentos y funcionó hasta agotar su combustible de maniobra, momento en el que perdió su orientación. En agosto de 1992 entró en la atmósfera de Venus y fue destruida. Los estudios que se llevaron a cabo con el Pioneer Venus fueron principalmente sobre la Interacción de la Ionosfera de Venus con el Viento Solar. La exploración espacial de Venus permaneció muy activa durante finales de la década de 1970 y los primeros años de la década de 1980. Se comenzó a conocer en detalle la geología de la superficie de Venus, y se descubrieron volcanes ocultos, inusualmente masivos, denominados como «Coronae» y «Arachnoids». Venus no presenta evidencias de placas tectónicas, a menos que todo el tercio norte del planeta forme parte de una sola placa. Las dos capas superiores de nubes resultaron estar compuestas de gotas de ácido sulfúrico, aunque la capa inferior está compuesta probablemente por una solución de ácido fosfórico. Las misiones Vega desplegaron globos aerostáticos que flotaron a unos 53 kilómetros de altitud durante 46 y 60 horas respectivamente, viajando alrededor de un tercio del perímetro del planeta. Estos globos midieron velocidades del viento, temperaturas, presiones y densidad de las nubes. Se descubrió un mayor nivel de turbulencias y convección que lo esperado, incluyendo ocasionales baches con caídas de uno a tres kilómetros de las sondas. El 10 de agosto de 1990, la sonda estadounidense Magallanes llegó a Venus, realizando medidas por radar de la superficie del planeta y obteniendo mapas de una resolución de 100 metros en el 98 % del planeta. Después de una misión de cuatro años, la sonda Magallanes, tal como estaba planeado, se sumergió en la atmósfera de Venus el 11 de octubre de 1994 y se vaporizó en parte, aunque se supone que algunas partes de la misma alcanzaron la superficie del planeta. Desde entonces, varias sondas espaciales en ruta hacia otros destinos han usado el método de sobrevuelo de Venus para incrementar su velocidad mediante el impulso gravitacional. Esto incluye a las misiones Galileo a Júpiter, la Cassini-Huygens a Saturno y la Messenger a Mercurio.
La Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó una misión llamada Venus Express, que estudió la atmósfera y las características de la superficie desde la órbita. La Venus Express fue lanzada desde el Cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) el 9 de noviembre de 2005, y pese a que se esperaba que permaneciera operativa hasta diciembre de 2009, la ESA decidió prolongar oficialmente la misión hasta 2015. La Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA) lanzó la misión Planet-C el 20 de mayo de 2010, pero debido a que la sonda no desaceleró lo suficiente para entrar en la órbita del planeta Venus, paso de largo y entró en órbita solar. Sabemos que el planeta Venus ha inspirado numerosas referencias religiosas y astrológicas en las civilizaciones antiguas. La inspiración mitológica de Venus se extiende también a obras de ficción como El Silmarillion, de J. R. R. Tolkien, base mitológica de El Señor de los Anillos, Eärendil porta en su frente uno de los tres Silmarils, y viaja con su barca por el cielo por mandato de Manwë, a fin de ser la luz de la esperanza para los hombres, dando de este modo una explicación mitológica a Venus. En tiempos más modernos la ausencia de detalles observables en su superficie era interpretadas desde finales del siglo XIX como evidencia de grandes nubes que ocultaban un mundo rico en agua en el que se especulaba la presencia de vida extraterrestre, los seres venusianos, siendo un mundo utilizado frecuentemente en las historias de ciencia ficción entre los años 1920 y 1950, como por ejemplo en la obra de Olaf Stapledon de 1930 titulada First and Last Men, en donde se proporciona un ejemplo ficticio en el cual Venus es modificado tras una larga y destructiva guerra con sus habitantes nativos. También varios relatos cortos de Ray Bradbury, como The Long Rain (“La larga lluvia“, 1950), relato en el que se basará parcialmente la película The Illustrated Man (“El hombre ilustrado“, 1969) de Jack Smight, y All Summer in a Day (1959), describen a Venus como un planeta húmedo y potencialmente habitable. Una de las últimas muestras de esta narrativa. representando ese Venus pantanoso, fue la novela de Isaac Asimov Los océanos de Venus, protagonizada por Lucky Starr, en 1954. Puede que Venus haya experimentado en el pasado remoto un cambio radical de su atmósfera. El pueblo maya y sus antecesores, los toltecas, han sido valiosos testigos, utilizando el cálculo y registro astronómicos. Sin embargo, habrían incurrido inexplicablemente en un notable error, registrado en los códices de Dresde y Borgia, sobre el período de invisibilidad de Venus al pasar por detrás del Sol en la llamada conjunción superior. Cuando varios planetas se encuentran aparentemente en el mismo azimut, se dicen que están en conjunción. Si está implicado el Sol se llama conjunción solar. Para los planetas interiores, que son los que están dentro de la órbita de la Tierra, es decir Mercurio y Venus, existen dos conjunciones: la superior y la inferior. En la superior el planeta está detrás del Sol, visto desde la Tierra; en la inferior el planeta está delante del Sol. Como ejemplo, la conjunción solar superior de Mercurio significa que la Tierra, el Sol y Mercurio están alineados, pero Mercurio está detrás del Sol.
Tal como ya hemos dicho, el total del Período Sinódico de Venus es de 584 días y es igual a la resultante de la suma del período de 263 días en el que aparece antes de la salida del Sol, como “estrella matutina” más el intervalo de invisibilidad en la conjunción superior, que dura 50 días, más el período en el que nuevamente aparece, durante 263 días, como “estrella del atardecer”, más el intervalo de invisibilidad de 8 días en la conjunción inferior. Período Sinódico es el tiempo que tarda el objeto en volver a aparecer en el mismo punto del cielo respecto al Sol, cuando se observa desde la Tierra. Ahora bien, dichos cálculos corresponden enteramente a las últimas observaciones registradas por nuestros modernos astrónomos y si bien no podemos hablar de una total coincidencia con los documentos mayas, las diferencias no son significativas. En cambio, al tratar específicamente del periodo de invisibilidad de Venus en la conjunción superior la diferencia es más significativa. En efecto, mientras que actualmente dicho periodo se estima en 50 días, en los códices de Dresde y Borgia se estima en 90 días y 77 días, respectivamente. Cabe decir que los planetas cercanos, como Venus, son visibles a simple vista desde la Tierra debido a que la luz solar se refleja en su superficie. El fuerte brillo de Venus, asimismo, es causado más que por su cercanía, por estar enteramente cubierto por una densa atmósfera, que es altamente reflexiva. Este valor para la reflexión de la luz solar es de 1,82 veces el que tiene la Tierra. Es decir, que Venus actualmente refleja la luz solar con casi el doble de intensidad que la Tierra. El científico inglés David Greenwood dice lo siguiente: “Si Venus tenía una atmósfera parecida a la de la Tierra en épocas tempranas, debe haber reflejado menos luz que hoy día y, en consecuencia, los períodos de invisibilidad en contra del fulgor del Sol deben haber sido más largos de lo que son hoy. Nosotros aquí sugerimos que los códices mayas preservaron en sus registros los períodos de invisibilidad de un Venus que alguna vez poseía una atmósfera parecida a la de la Tierra y que desde entonces se fue deteriorando hasta su estado actual”. Sin duda, esta hipótesis merece una seria consideración. Para ello debemos tener en cuenta estas palabras de Henry David Thoreau: “El hombre con una idea nueva es un chiflado, hasta que la idea tiene éxito”.
Se dice que el planeta Venus nació en la primera mitad del segundo milenio antes de Cristo. En el tercer milenio antes de Cristo sólo cuatro planetas podrían haberse visto, y en los mapas astronómicos de esta época el planeta Venus no se encuentra. Se trata de una antigua tabla hindú de los planetas, atribuida al año 3102 a.C., curiosamente muy próximo al 3114 a.C., fecha del inicio de la cuenta larga maya. Esta fecha de la cuenta larga, ¿tendría algo que ver con la aparición de Venus? Parece ser que Venus era el único ausente entre los planetas visibles. Los Brahmanes de la primera época hindú no conocían el sistema de los cinco planetas, y sólo en un período posterior los brahmanes hablan de cinco planetas. La astronomía babilónica también tenía un sistema de cuatro planetas. En antiguas oraciones, los planetas Saturno, Júpiter, Marte y Mercurio eran invocados. Pero falta el planeta Venus, y se habla de «el sistema de cuatro planeta de los antiguos astrónomos de Babilonia“. Estos cuatro sistemas planetarios y la incapacidad de los antiguos hindúes y babilonios para ver a Venus en el cielo, aunque es más visible que los otros planetas, es enigmática, a menos que Venus no estuviera físicamente entre los planetas visibles. “La gran estrella que se une a las grandes estrellas“, en que las grandes estrellas son, por supuesto, los cuatro planetas Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno, y Venus se une a ellos como el quinto planeta. Se han encontrado en las cavernas del Bohistán, al pie del Himalaya, inscripciones acompañadas de mapas astronómicos que representan las estrellas en la posición que ocupaban hace tres mil años. Y curiosamente se ven unas líneas que unen a Venus con la Tierra, como si se quisiera reflejar una comunicación entre ambos planetas. El interés de los mayas en la astronomía no es motivación suficiente para una hipótesis de relación con seres inteligentes de otros planetas. La abundancia de preguntas sin respuesta es asombrosa. ¿Cómo sabían los mayas de la existencia de Urano y Neptuno? ¿Por qué los puestos de observación de Chichen Itza no están dirigidos a las estrellas más luminosas? ¿Qué significa el relieve en piedra de un supuesto dios manejando un cohete en Palenque? ¿Por qué el calendario maya tiene cálculos para 400 millones de años? ¿Cómo calcularon los años solares y venusinos con cuatro decimales? ¿Quién les transmitió su gran conocimiento astronómico?
Nuestro conocimiento de los planetas del sistema solar todavía es poco detallado; Marte es el único planeta en el que la “vida“, según nuestros parámetros, puede o pudo existir, aunque probablemente de manera limitada. En nuestro sistema solar, sólo Venus, la Tierra y Marte están dentro de los límites en que es posible la vida como la conocemos. Sin embargo, debemos recordar que ello está basado en nuestra concepción de la vida y que otro tipo de vida desconocida no estaría ligada necesariamente a nuestras premisas de vida. Hasta 1962 Venus era considerada como un posible hogar para la vida. El Mariner-2 llegó hasta cerca de 21.000 millas de Venus. Y, de acuerdo con la información que transmitió, Venus debe ser descartado como posible hogar para la vida. De los informes del Mariner-2 se sabe que la temperatura promedio de la superficie es de entre 457 y 474 grados Celsius. Semejante temperatura implica que no puede haber agua, sino sólo lagos de metales fundidos en la superficie. La idea popular de Venus como la hermana gemela de la tierra había terminado, aun cuando el hidrógeno carburado presente podría ser un medio de cultivo para todo tipo de bacterias. Los mayas eran inteligentes y tenían una cultura muy desarrollada. Dejaron no solamente un calendario fabuloso sino también cálculos increíbles. Conocían el calendario venusino de 584 días y estimaron la duración del año terrestre en 365,2420 días (El cálculo exacto de hoy es de 365,2422). Los mayas dejaron cálculos para periodos de 64 millones de años. Las últimas inscripciones probablemente se acerquen a 400 millones de años. La famosa fórmula venusina pudo muy bien ser calculada por un cerebro electrónico. De todos modos, es difícil creer que se originó en un pueblo de la jungla. La fórmula venusina de los mayas es como sigue: El tzolkin tiene 260 días, el año terrestre 365 días y el venusino 584 días. Estas cifras esconden la posibilidad de una sorpresiva división y suma. 365 es divisible entre 73 cinco veces, y 584, 8 veces. Así que la fórmula increíble queda de esta forma: Luna: 20 x 13 = 260 x 2 x 73 = 37.960; Sol: 8 x 13 = 104 x 5 x 73 = 37.960; Venus: 5 x 13 = 65 x 8 x 73 = 37.960. En otras palabras, todos los ciclos coinciden después de 37.960 años. La mitología maya dice que los “dioses” vendrían al gran lugar de descanso. En su libro Mundos en colisión, antes mencionado, publicado en 1950 y aún muy discutido en círculos científicos, Immanuel Velikovsky declaró que un cometa gigante había chocado con Marte, y que Venus se había formado como resultado de esa colisión. Su teoría podía ser probada si Venus tuviese una temperatura de superficie muy alta, nubes con hidrógeno carburado, y una rotación anómala. La evaluación de los datos del Mariner-2 confirmó esta teoría: Venus es el único planeta que rota “hacia atrás“, o sea, es el único planeta que no sigue las reglas de nuestro sistema solar como lo hacen Mercurio, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Como curiosidad, podemos indicar que en las montañas de la región asiática de Kohistan, un dibujo de una caverna reproduce la exacta posición de las estrellas como estaban hace 10.000 años. Venus y la Tierra están unidas por líneas. Entonces, ¿por qué no figura Venus en registros supuestamente posteriores?
Según Velikovsky, la antigua civilización de Egipto fue casi destruida por una catástrofe cósmica que puso en peligro al planeta entero. Es conocido que las antiguas civilizaciones en Asia, América, Europa y el Medio Oriente eran muy avanzadas en astronomía. Velikovsky dice que la Tierra y Marte estuvieron involucrados repetidas veces en colisiones con un gigantesco cometa desde que comenzó nuestra historia registrada. Los eventos descritos en el Éxodo y en los papiros egipcios describen una época con plagas, agitaciones y oscuridad, y el escape de los hebreos de Egipto tras una “columna de fuego” en el Sinaí. Según Velikovsky, la Tierra sufrió un frenazo en su rotación y su eje fue levemente alterado al pasar cerca un cometa. Una serie de fuerzas electroestáticas causaron descargas que formaron arcos entre la Tierra y el comenta, por lo que se veían los cielos llenos de fuego, lo que provocaba que los bosques sufrieran incendios. La corteza de la Tierra fue rasgada y los volcanes entraron en erupción, los terremotos sacudían la tierra y la oscuridad envolvió al planeta. Era en el tiempo del Éxodo. Setecientos años más tarde, Isaías, Joel y Amos describieron otra serie de eventos, incluyendo que el Sol parecía haberse detenido en el cielo. Estos fueron, de hecho, los últimos actos de un drama cósmico. El evento más temprano del cual tenemos registros es el llamado Diluvio Universal. Todas las teorías cosmológicas asumen que los planetas han evolucionado durante billones de años. Pero, según Velikovsky, Venus fue anteriormente un cometa y se unió a la familia de los planetas. La órbita de la Tierra cambió más de una vez y, con ella, la duración del año. La posición del eje terrestre y su dirección astronómica cambió repetidamente. En fechas relativamente recientes, la estrella polar estaba en la constelación de la Osa Mayor. Velikovsky creía que el origen del cometa que fue responsable para los cambios en la órbita de la Tierra, estaba en el planeta que conocemos como Júpiter. Esta idea escandalizó a la comunidad científica. Pero sus teorías acerca de la naturaleza de Júpiter y Venus todavía no ha sido probadas ser erróneas. Velikovsky afirmó que dado que Venus era más joven que los otros planetas, la temperatura de su superficie sería mucho más caliente y su atmósfera más densa de lo que los astrónomos creían. Estas predicciones probaron ser correctas.
Velikovsky también predijo que se encontraría que Venus tenía anomalías orbitales en relación a los otros planetas. Posteriormente fue descubierto que Venus rota en su eje en dirección contraria a los otros planetas, y que su día es más largo que su año. Nosotros sabemos ahora que partes de la atmósfera de Venus rotan en 4 días, con vientos hasta de 400 Km./h, mientras el planeta mismo hace su rotación en 243 días. Ambas rotaciones son retrógradas. Una de las hipótesis de Velikovsky para el posible parón en la rotación de la Tierra, que hizo que el Sol pareciera haberse detenido, fue que nuestro planeta entró en la extendida atmósfera del cometa Venus. Algo de la rotación diurna de la Tierra fue afectada por esta nube de polvo, según Velikovsky, lo cual encaja con las excéntricas características de la atmósfera venusina. El cometa pasó en espiral por la Tierra en un camino siempre decreciente alrededor del Sol antes de adoptar su órbita actual como planeta Venus. Además Velikovsky cita evidencias para mostrar que la Tierra interactuó con Marte en varias ocasiones, después de que Venus arrojó a Marte fuera de su órbita. Los disturbios causados por los pasajes de Marte consistieron en terremotos y descargas eléctricas. La mayor parte de los “acontecimientos de Marte” tuvieron lugar dentro de un período de noventa años. Esto puede sonar exagerado, pero la evidencia de Velikovsky y las predicciones que hizo se han mantenido después de cuatro décadas de investigación. Para apoyar su interpretación de las historias hebreas y egipcias, Velikovsky buscó registros en las civilizaciones de los siglos VIII a XV antes de Jesucristo. Las similitudes de las leyendas del pasado en los cinco continentes e islas del Océano Pacífico son contundentes, ya que son mitos cósmicos universales registrando las formas características de los cometas. Velikovski rastrea los mitos del Sol a través de los cuentos de los polinesios, hawaianos e Indios norteamericanos. Como las civilizaciones del Medio Oriente, ellos tienen la historia del Sol siendo atrapado y liberado por un ratón. En la versión hawaiana, Maui cazó y venció al Sol, el cual pidió misericordia y prometió ir más lentamente. Al mismo tiempo aparecieron nuevas islas. Los indios Ute hablan de un pedazo de Sol incendiando al mundo, el cual fue resquebrajado por un conejo después de que se levantó el Sol, se puso y se levantó de nuevo. La leyenda de la batalla cósmica de los dioses planetarios es familiar a todos nosotros. En las épicas homéricas, los griegos escogen a Atenas/Venus como su protector, mientras que los troyanos escogieron a Ares/Marte.
Una tradición similar existió en el antiguo México. Los Toltecas adoraban a Quetzlcoatl/Venus, pero los aztecas más tarde reverenciaban a Huitzilopachtil/Marte. La identidad, conflicto y características de los dioses planetarios son consistentes a través del antiguo mundo. Las crónicas chinas registran a dos soles batallando en el cielo, y el disturbio que causó en los otros planetas. Marte fue perseguido por Venus, la Tierra se sacudió, y montañas que brillaban intensamente colapsaron. Un viejo libro de texto hindú de astronomía tiene un capítulo sobre conjunciones planetarias. Un planeta podría ser derribado o vencido completamente, y el vencedor en este encuentro es usualmente el planeta Venus. Una colisión de los planetas es llamada yuga en la astronomía hindú, mientras que las edades del mundo son también llamadas yugas. La asociación del planeta Marte con el lobo es también común. En Babilonia, uno de los siete nombres para Marte era lobo. Un dios egipcio con la cabeza de un lobo rondó la tierra. Los romanos usaron al lobo como el símbolo animal para Marte. La mitología eslava tiene un dios en la forma de un lobo, Vukadlak, quien devoró al Sol y a la Luna, En la épica Islandesa, la Edda, el dios que oscurece el Sol es el lobo Fenris, quien batalló con la serpiente Midgard arriba en los cielos. Un mapa astronómico chino cita antiguas fuentes diciendo “una vez Venus corrió hacia la Estrella-Lobo”. Por toda la costa de Alaska hay grandes montones de huesos rotos de animales extintos mezclados con árboles desraizados y la ocasional punta de lanza de silex. Cuatro capas de ceniza volcánica pueden ser encontradas en estos remanentes de árboles astillados y cuerpos desmembrados. En las regiones polares de Siberia y en las islas árticas hay montañas de madera rota y apilada, de cientos de metros de altura. Y, más allá, colinas de huesos de mamut cementados por arena congelada. En una isla, los huesos de estos animales fueron encontrados junto con árboles fosilizados y hojas, también fosilizados. Cuando el mamut vivía en Siberia había allí abundante vegetación. Spitsbergen está casi a 79 grados norte. Sin embargo, han sido encontradas allí flores fósiles, corales y capas de carbón de treinta pies de ancho. La Antártica es conocida por tener yacimientos de carbón a una latitud de 85 grados. Para que este carbón se haya formado, las regiones polares deben de haber tenido grandes bosques en el pasado. ¿Cómo pueden ser explicadas estos cambios súbitos en el clima de la Tierra y una extendida destrucción de especies de plantas y animales? La violencia de esta destrucción puede ser vista a través de Europa occidental, donde cada grieta importante de roca está llena con los huesos de animales, astillados y fragmentados. Una colina de 427 metros, en Francia, tiene los restos de mamuts, renos, caballos y otros animales.
En América podemos encontrar capas de huesos fósiles conteniendo hasta 100 huesos por pie cuadrado, depositados en la arena (1 pie cuadrado = 0,092 m2) . Algunas de estas capas tienen más de 61 metros de altura. Las colinas de los Himalayas y Burma contienen similares capas de huesos. En China, entre estos huesos fracturados, fueron encontrados los esqueletos de siete humanos, en que tipos europeos, melanesios y esquimales yacían juntos. Especies extintas y existentes de animales han sido encontrados mezcladas en depósitos ingleses. La teoría convencional de procesos geológicos lentos y uniformes no puede explicar estos depósitos, sino todo lo contrario. Serían evidencias de importantes catástrofes que han golpeado nuestro planeta. Immanuel Velikovsky, en su libro Mundos en colisión, nos habla de guerras en la esfera celeste que tuvo lugar en tiempos históricos. En estas guerras también participó el planeta Tierra. El relato histórico-cosmológico de este libro se basa en la evidencia de textos históricos de muchas personas en todo el mundo, en la literatura clásica, en las epopeyas de las razas del norte, en los libros sagrados de los pueblos de Oriente y Occidente, sobre tradiciones y folclore de pueblos primitivos, sobre antiguas inscripciones y cartas astronómicas, sobre hallazgos arqueológicos, y también sobre material geológico y paleontológico. El libro propuso que alrededor del siglo XV a. C., Venus fue expulsado de Júpiter como un cometa o un objeto parecido a un cometa, que pasó cerca de la Tierra, aunque no se menciona una colisión real. El objeto cambió la órbita de la Tierra y la inclinación axial, provocando innumerables catástrofes que se mencionaron en las primeras mitologías y religiones de todo el mundo. Cincuenta y dos años después, pasó cerca de nuevo, deteniendo la rotación de la Tierra por un tiempo y provocando más catástrofes. Luego, en los siglos VIII y VII a. C., Marte, que también había sido desplazado por Venus, se acercó asimismo mucho a la Tierra, provocando una nueva ronda de disturbios y desastres. Después de eso, se estableció el actual “orden celestial“. Los cursos de los planetas se estabilizaron a lo largo de los siglos y Venus se convirtió gradualmente en un planeta “normal“.
Velikovsky sugiere un gigantesco tsunami de más de 3 km. de altura que arrasó la Tierra y arrastró plantas y animales a grandes distancias, depositándolas entremezcladas. Esto y la transformación del clima de la Tierra son explicados como consecuencias del rápido cambio del eje terrestre provocado por una colisión con otro planeta o entre dos cuerpos celestes próximos a la Tierra. El registro geológico cuenta una historia similar a la que los paleontólogos han desenterrado. A 400 metros de altura en los Andes hay marcas continuas de sedimentos marinos, incluyendo conchas marinas. Hay muchas ruinas rodeadas por terrazas para el cultivo en el lado Oeste de los Andes, que no se corresponde con zonas situadas a más de 4000 metros sobre el nivel del mar. En el lado Este, las terrazas continúan más allá de la línea permanente de nieve. Antes de que la última capa de lava se extendiera sobre Colombia, donde había asentamientos humanos cuyos restos han sido encontrados. Una conclusión a la que se ha llegado es que las montañas de los Andes se elevaron en tiempos relativamente recientes por fuerzas enormes. El suelo marino alrededor del globo también atestigua flujos de lava y ceniza volcánica que cubrieron un suelo marino cambiado violentamente, mientras que enormes olas marítimas arrasaban los continentes. Alguna vez hubo tierra seca y playas en muchos lugares donde ahora está el Océano Atlántico, como atestiguan las tradiciones sobre la Atlántida. El fondo de los mares muestra que en el pasado la Tierra ha sido golpeada por muchos meteoritos, dejando depósitos de arcilla ricos en níquel, radio y hierro. Cuando cambió el eje de la Tierra, se formaron remolinos de corrientes magnéticas en la atmósfera. Estos generaron gran calor y derritieron las rocas en la superficie. Al enfriarse esta roca, se reformó con una polaridad magnética diferente a la de los estratos circundantes.
Por todo el mundo son encontradas formaciones similares de rocas con su polarización magnética invertida. Para que esto sucediese, el campo magnético de la Tierra debe de haberse invertido cuando se formaron estas rocas. También las rocas con esta polaridad invertida son mucho más fuertemente magnetizadas de lo que considerando solamente el campo magnético de la Tierra se podría explicar. ¿Por qué la actividad volcánica era tan común en el pasado? ¿Cómo se elevó y hundió el suelo marino en todo el mundo? En tiempos remotos, cuando el eje terrestre cambió, la inercia del aire y del agua causaron huracanes y maremotos. El estrés sufrido por el planeta causó volcanismo y un flujo de magma, lanzando nubes de ceniza volcánica que provocaron la oscuridad en el mundo. El calor generado por estas fuerzas evaporó los mares. En algunos lugares, torrenciales aguaceros formaron grandes corrientes, corriendo a través de las fisuras abiertas en la costra terrestre, que repentinamente erosionaron el paisaje. En otras partes cayó nieve y se cubrió la tierra con capas de hielo. En los polos, un hielo permanente creció al enfriarse la Tierra. Los cambios climáticos, las capas de hielo, la formación de montañas y la inversión magnética de las rocas, serían explicadas por la teoría de de la catástrofe cósmica de Velikovsky. Sin embargo, el punto de vista aceptado de la historia geológica de la Tierra explica que la acción gradual de las fuerzas de la naturaleza han conformado el mundo que conocemos. No es necesario decir que Velikovsky despertó una gran controversia en geología, como lo había hecho previamente en arqueología y astronomía. La arqueología confirma que la imagen de Quetzalcóatl no aparece jamás fuera del contexto de la religión náhuatl. Paralelamente al mito de la Estrella de la Mañana, la creación del Sol marca los principios mismos de la era náhuatl. Y este Sol anuncia una nueva edad. El pasado náhuatl fue juzgado por los aztecas más en concordancia con la figura del fundador de la religión que con cualquier jefe político. Esto lleva a creer en la supremacía del pensamiento religioso en el curso de los siglos anteriores al año 1000, y en la indispensable necesidad de profundizar este pensamiento para comprender un periodo irreducible a las listas de gobernantes y batallas.
La coincidencia entre los jeroglíficos y los textos resulta perfecto porque la Serpiente Emplumada, traducción literal de quetzal (pájaro) y cóatl (serpiente), es el emblema de las antiguas culturas mesoamericanas. Con excepción de raras obras que, como la de Sahagún, fueron efectuadas con la ayuda de informantes indígenas, todos los escritos del siglo XVI constituyen traducciones de libros jeroglíficos que formaban las bibliotecas de los palacios. Únicamente algunos ejemplares de esos preciosos documentos escaparon a los autos de fe organizados por los monjes. Sustraídos por manos piadosas y mantenidos en secreto, con peligro de represalias, son hoy día para los americanistas de un valor comparable a la famosa piedra de Rosetta de los egiptólogos. En efecto, dada la desaparición de los que sirvieron de fuente a los anales, habría resultado imposible penetrar el sentido de una escritura tan hermética, sin la precaución, tomada después de la Conquista, de hacer cubrir con notas explicativas ciertos manuscritos. Es entonces, gracias a esas leyendas redactadas al margen de los jeroglíficos, de las divinidades o de las escenas rituales que los componen, bien sea en náhuatl, bien en español, como los viejos sabios mexicanos transmitieron la clave del lenguaje perdido. De unos cuarenta códices existentes, sólo una decena son históricos; los demás se refieren a la vida religiosa. La lectura de los códices históricos la debemos en gran parte al erudito mexicano Alfonso Caso. Al cabo de años de investigación de los textos y el material arqueológico, de estudios comparativos, de numerosas clasificaciones y de desciframientos parciales cada vez más amplios y precisos, Alfonso Caso proporcionó a los estudiosos la traducción de lo que estima “el más importante repertorio genealógico que se ha conservado“. Se trata del libro dibujado llamado Bodley, que relata la historia de la región mixteca desde el siglo VII hasta la Conquista. La circunstancia de que se consignen acontecimientos ocurridos ya en presencia de los europeos permitió establecer la sincronización de las fechas indígenas con el calendario europeo.
Los análisis geológicos indican que el planeta Venus pudo tener océanos, una atmósfera más liviana y fría, y quizá hasta pudo albergar vida. Es curioso que esto también se diga de Marte. La primera teoría que se manejó fue que hace varios millones de años Venus había sido golpeado por un objeto masivo que frenó su rotación hasta el punto de invertirla. Sin embargo, una nueva teoría dice que no fue así. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Bangor, en el Reino Unido, la Universidad de Washington y la NASA tienen una nueva explicación, publicada en The Astrophysical Journal Letters: “el culpable del descenso de Venus a los infiernos no fue otro que su propio océano”. Los astrónomos descubrieron que las mareas oceánicas en Venus disminuyeron su rotación en 72 días terrestres cada millón de años. En 1967 el famoso astrónomo y divulgador científico estadounidense Carl Sagan publicó en la revista Nature un trabajo titulado: “¿Vida en las nubes de Venus?“, también firmado por el biofísico molecular Harold Morowitz. Venus, visible como un punto “delante” del Sol, es el planeta más cercano a la Tierra y, sin embargo, poco explorado como posible reducto de vida extraterrestre. Recientemente un grupo de astrónomos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), liderado por Jane S. Graves, han observado indicios de vida en Venus, el planeta más cercano a la Tierra. La hipótesis surge al haberse encontrado fosfina en las nubes de Venus, lo que sería una señal de, al menos, vida microbiana en Venus, ya que la fosfina es una molécula que producen algunos microbios en la Tierra. De todos modos, ello no sería una prueba de que en Venus fuese posible la vida humana. La fosfina, según indican estos investigadores en un artículo de la revista Nature, tal vez se trate de un indicador de actividad biológica, aunque falta efectuar más comprobaciones. Además, se requieren más condiciones de habitabilidad, pues la presión atmosférica actual en Venus no es soportable para seres humanos o equivalentes, ya que representa, aproximadamente, la presión que hay a 1.600 metros bajo los mares de la Tierra. Además, su temperatura media de unos 462º C no permitirían la vida de seres equivalentes a los terrestres. Con el objetivo de demostrar que estos organismos podrían existir rigiéndose por las leyes bioquímicas de la Tierra, los investigadores imaginaron un ser venusino hipotético similar a una bola, que estaría flotando a la altura de las nubes. “En la Tierra sabemos que la vida puede prosperar en condiciones muy ácidas, puede alimentarse de dióxido de carbono y producir ácido sulfúrico“, dice Rakesh Mogul, profesor de bioquímica en la Universidad Politécnica del Estado de California, en Estados Unidos, y coautor del estudio de Astrobiology. Los microbios encontrados en el desierto de Atacama, en Chile, pueden ser un indicio de que hay vida en Marte. Por eso la atmósfera ácida de Venus, compuesta principalmente de dióxido de carbono y gotas de agua que contienen ácido sulfúrico, podría no ser un problema para la proliferación de vida. Los investigadores sugieren tomar muestras de las nubes de Venus utilizando las aeronaves VAMP, desarrolladas por las compañías privadas Northrop Grumman y LGarde.
Otro de los investigadores, David J. Smith, del Centro de Investigación Ames de la NASA, explica también en el citado comunicado que los microorganismos terrestres, principalmente las bacterias, han demostrado poder vivir en la atmósfera de la Tierra a altitudes de hasta 41 kilómetros. A pesar de todo ello, “en la búsqueda de vida extraterrestre, las atmósferas planetarias que no son la de la Tierra permanecen en gran parte inexploradas. Para saber necesitamos ir hasta ahí y tomar muestras de las nubes“, dice Rakesh Mogul. Y agrega: “Venus puede ser un nuevo capítulo emocionante en la exploración astrobiológica“. En 1967, el astrónomo estadounidense Carl Sagan expuso una teoría sobre posible vida en las nubes de Venus. Los científicos también han explorado los satélites Titán y Encélado, de Saturno, y los satélites Europa, Ganímedes y Calisto, de Júpiter, entre otros cuerpos celestes, con la esperanza de encontrar vida en ellos. Un estudio publicado en la revista Astrobiology sugiere que el mejor lugar para buscar vida extraterrestre sería en el planeta más cercano a la Tierra: Venus. Según Sanjay Limaye de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos: “La capa más baja de nubes de Venus (situada entre 47,5 y 50,5 kilómetros) es un objetivo excepcional para la exploración debido a las condiciones favorables para la vida microbiana“,. “2.000 millones de años es mucho más tiempo que el que se cree tuvo Marte como planeta habitable“, afirma Limaye en un comunicado de la Universidad de Wisconsin-Madison, añadiendo: “Venus ha tenido tiempo de sobra para permitir la evolución de vida“. De hecho, la teoría de la habitabilidad de Venus no es nueva. En el estudio, el equipo de Limaye reconoce que la teoría sobre la presencia de vida microbiológica en Venus “ha estado sujeta a discusión durante varias décadas y, sin embargo, se ha convertido en objetivo de la investigación astrobiológica“. Y tenemos que tener en cuenta que el primero en sugerir esta posibilidad fue el mismísimo Carl Sagan en 1967. Si bien este planeta es hoy en día el más caliente del Sistema Solar, algunos estudios sugieren que durante unos 2.000 millones de años tuvo un clima habitable, con agua líquida en su superficie. Las corrientes oceánicas actúan como un freno a la rotación de los planetas que tienen océanos líquidos. Esto se debe a la fricción de las corrientes sobre el lecho de roca en el que se asientan. En la Tierra, por ejemplo, los océanos frenan la rotación de nuestro planeta a un ritmo de 20 segundos cada millón de años. En Venus, el freno oceánico fue mucho más lento. Los expertos consideran que el efecto del Sol sobre el planeta girando tan lento evaporó los océanos y desencadenó un efecto invernadero abrumador que convirtió el planeta en el lugar inhóspito que es hoy. De momento, la hipótesis servirá para estudiar otros exoplanetas que muestran características muy similares a Venus.
Fuentes:
- Laurette Sejourne – El Universo De Quetzalcoatl
- Ivan Sprajc – La Estrella de Quetzalcoatl – El Planeta Venus en Mesoamérica
- Immanuel Velikovski – Mundos en Colisión
- Carl Sagan – The Planet Venus
- Goettel, K. A.; Shields, J. A. & Decker, D. A. – La Densidad limita la composición de Venus
- Andrea Wulf – En busca de Venus
- René Guénon – Atlántida e Hiperbórea
- Charles Berlitz – El misterio de la Atlántida
- Erich von Daniken – Carrozas de los dioses
- http://www.antiguosastronautas.com/ – ¿Fue Venus un planeta habitable?
- Cattermole, Peter & Moore, Patrick – Atlas of Venus
- Brian Desborough – They Cast No Shadows: A Collection of Essays on the Illuminati, Revisionist History, and Suppressed Technologies
- Brian Desborough – Blueprint for a Better World
- Hunten, D. – Venus
- Barsukov, V. – Venus Geology, Geochemistry, and Geophysics
- Fimmel, R. – Pioneer Venus. NASA
- Burgess, E. – Venus, An Errant Twin
- Cattermole, P. – Venus, The Geological Story
- Marov & Grinspoon – The Planet Venus
- Grinspoon, D. – Venus Revealed – A New Look Below the Clouds of our Mysterious Twin Planet
- Roth, L. y Wall S. – The Face of Venus – The Magellan Radar Mapping Mission. NASA
- Arnett, Bill – Venus The Nine Planets, A Multimedia Tour of the Solar System
- European Space Agency – Venus Express
- Mitchell, Don P. – The Soviet Exploration of Venus
- Grayzeck, Ed – Venus Fact Sheet. NASA
- Fuente
- https://oldcivilizations.wordpress.com
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