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¿Quién fue este misterioso personaje llamado Enoc?

Enoc (a veces transcrito como Enoch o Henoc) es, en el libro del Génesis, del Antiguo Testamento, el nombre de varios personajes Bíblicos mencionados en dos genealogías, y posteriormente por muchos autores judíos, cristianos y musulmanes. El primero aparece como primogénito de Caín (quien construyó una ciudad a la que le puso el nombre de Henoc para celebrar su nacimiento). Henoc fue padre de Irad, éste de Mehujael, éste de Matusalén, éste de Lamec quien aparece como el primer polígamo, y éste de Jabal. El segundo Henoc aparece como hijo de Jared, descendiente de Set, hijo de Adán, padre de Matusalén, abuelo de Lamec y bisabuelo de Noé (Génesis 5). Este «Henoc anduvo con Elohim, y desapareció porque Elohim se lo llevó»; «Por la fe Enoc fue trasladado para no ver la muerte, y no fue hallado, porque lo trasladó Dios». Otro Henoc es hijo de Madián y nieto de Abraham, que habría vivido en el 1700 a. C. aproximadamente. Según el Libro de los Jubileos, texto apócrifo escrito en tono midrásico, probablemente en el siglo II a. C. por un judío fariseo (de la versión hebrea sólo se conservan los fragmentos encontrados entre los manuscritos del Mar Muerto; la versión mejor conservada es la etíope): “Durante trescientos años, Henoc aprendió todos los secretos (del Cielo y de la Tierra) de los bene Elohím (‘los hijos de los Dioses’)”. Etimológicamente midrásico proviene del verbo hebreo darâs, que significa buscar, investigar, estudiar. El nombre de dios El es el nombre de uno o varios dioses ugaríticos que fueron importados a Palestina e introducidos en los textos sagrados hebreos. Por ejemplo, en Génesis 1 se dice: «Entonces Elohím dijo (en plural): “Hagamos al hombre a nuestra imagen, a nuestra semejanza”» y en Génesis 3: «Miren, el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo lo bueno y lo malo». Durante la descripción de la Torre de Babel (Génesis 11), los Elohím dicen: «Ahora pues, descendamos y confundamos sus lenguas». Algunos historiadores bíblicos opinan que el judaísmo fue en un tiempo una religión politeísta, hasta que los sacerdotes del dios Yahvéh ganaron el suficiente poder político y religioso como para declarar un Dios único. Sin embargo, otros opinan que este término sería usado como un plural mayestático de un solo Dios. «Eran gigantes que habían bajado a la Tierra porque carecían de compañía femenina. Los dioses El les enviaron para enseñar a la humanidad la verdad y la justicia». En el Libro de Enoc los hijos de los Elohím son llamados «Vigilantes» y se les menciona como un grupo de ángeles.
Igualmente, según los midrashim de Yalqut Shimoni (la más importante de varias colecciones de midrashim, realizada en la primera mitad del siglo XIII por rabí Shimeon Hadarshan, de Fráncfort), y el Bereshit Rabbati (midrás sobre el Génesis, abreviado a partir de un midrás perdido, más extenso, recopilado por rabí Moshe Hadarshan durante la primera mitad del siglo XI en Narbona): “Shemhazai y Azael (originalmente Azazel, ‘le fortalece un El’), dos ángeles que gozaban de la confianza de los Elohím (‘Señores’), preguntaron: «Señores del Universo, ¿no les advertimos el día de la Creación que el hombre demostraría ser indigno de Vuestro mundo?». Los Elohím replicaron: «Pero si destruimos al hombre, ¿qué será de Nuestro mundo?». Los ángeles contestaron: «Nosotros lo habitaremos». Los Elohím preguntaron: «Pero si descendéis a la Tierra, ¿no pecaréis incluso más que el hombre?». Ellos suplicaron: «¡Déjennos vivir allí durante un tiempo y santificaremos Vuestro nombre!»Elohím le permitió descender, pero enseguida a los ángeles les venció la lujuria por las hijas de Adán y se corrompieron mediante el trato sexual. Henoc dejó constancia no sólo de las instrucciones que recibieron de Elohím, sino también de su posterior caída en desgracia: antes del fin disfrutaban indistintamente con vírgenes, matronas, hombres y bestias. Shemhazai engendró dos hijos monstruosos llamados Hiwa e Hiya, cada uno de los cuales comía diariamente mil camellos, mil caballos y mil bueyes. Y Azael inventó los adornos y cosméticos empleados por las mujeres para pervertir a los hombres. En consecuencia, los Elohím les advirtieron que liberarían las Aguas de Arriba y así destruirían a todos los hombres y todas las bestias. Shemhazai lloró amargamente, pues temía que sus hijos, aunque bastante altos para no ahogarse, murieran de hambre. En aquellos días sólo la virgen Ishtahar permaneció casta. Cuando Shemhazai le hizo proposiciones lascivas, ella se dirigió a los hijos de los Elohím: «¡Préstenme sus alas!». Ellos accedieron y ella voló hasta el Cielo, donde se acogió en el Trono de los Elohím, que la transformó en la constelación Virgo (o según otros, las Pléyades). Al perder sus alas, los ángeles caídos quedaron abandonados en la Tierra durante muchas generaciones hasta que ascendieron por la escalera de Jacob y así regresaron a su lugar de origenShemhazai se arrepintió y se situó en el firmamento meridional, entre el Cielo y la Tierra —cabeza abajo y con los pies hacia arriba—, donde permanece colgado hasta nuestros días, formando la constelación llamada Orión por los griegos”.
Pero antes de continuar con Enoc, vamos a ver algunos temas que tienen una relación bastante directa con los acontecimientos ligados a este enigmático personaje. Se cree que el escritor griego Arato (de comienzos del siglo III a. C.) también escribió sobre este relato, o su relato aunque diferente presenta una gran similitud con éste. Cuenta que la Justicia (siempre virgen, ya que no yacía con nadie), hija de la Aurora, gobernó con virtud la humanidad en la Edad de Oro, pero cuando llegaron las Edades de Plata y de Bronce acarreando codicia y masacre, ella exclamó: «¡Ay de esta raza perversa!» y ascendió al Cielo, donde se convirtió en la constelación Virgo. El resto de la narración está tomada del relato de Apolodoro sobre la persecución de las siete Pléyades vírgenes, hijas de Atlante y Pléyone, que lograron escapar de los abrazos del cazador Orión transformadas en estrellas. No obstante, la mayoría de los estudiosos creen que Ishtahar parece referir a la diosa babilónica Ishtar, identificada a veces con la constelación Virgo. La creencia popular egipcia identificaba a Orión, la constelación en la que se convirtió Shemhazai, con el alma de Osiris. La explicación de este mito de los gigantes «hijos de El», que ha constituido un obstáculo para los teólogos, puede estar en la llegada a Canaán de pastores hebreos, altos y bárbaros, aproximadamente en el 1900 a. C. y en su contacto, mediante el matrimonio, con la civilización asiática. En este sentido, los «hijos de El» se referiría a los propietarios de ganado que veneraban al dios-toro semita El; «hijas de Adán» querría decir ‘mujeres de la tierra’ (en hebreo adama), esto es, las agricultoras cananeas adoradoras de la Diosa, famosas por sus orgías y su prostitución premarital.
Si es así, este acontecimiento histórico se ha mezclado con el mito ugarítico, según el cual el dios El sedujo a dos mujeres mortales y engendró dos hijos divinos con ellas, a saber Shahar (‘Aurora’) y Shalem (‘Perfecto’). Shahar aparece como divinidad alada en el Salmo 139,9; y su hijo (según Isaías 14) era el ángel caído Helel. Las uniones entre dioses y mortales (que generalmente en la mitología provienen de las uniones de reyes o reinas con plebeyos), ocurren con frecuencia en los mitos del Mediterráneo y el Cercano Oriente. Como el judaísmo posterior rechazó todas las deidades menos su propio Dios trascendental, y como éste nunca se casó ni asoció con mujer alguna, Rabbí Shimon ben Yohai se sintió obligado a maldecir, en Génesis Rabba, a todos los que interpretaban «hijos de El» en el sentido ugarítico. De manera evidente, tal interpretación todavía era habitual en el siglo II, y sólo desapareció cuando los bene Elohímfueron interpretados como ‘hijos de los jueces’. Elohím podía significar ‘dioses’ pero también ‘jueces’. Se generó incluso la teoría de que cuando un magistrado debidamente designado juzgaba una causa, el espíritu de Él lo poseía: «Yo había dicho: ¡Ustedes son dioses, todos ustedes, hijos del Altísimo!».Según las Homilías clementinas (opúsculo cristiano de principios del siglo III, escrito probablemente en Siria): “Ciertos ángeles acusadores pidieron permiso al dios Yahvéh Elohím para reunir pruebas fidedignas de la iniquidad humana, perlas, tinte purpúreo, oro y otros tesoros, que fueron robados inmediatamente por los codiciosos hombres. Entonces los ángeles-joyas adoptaron forma humana con la esperanza de enseñar rectitud a la humanidad. Pero esa asunción de carne humana les hizo someterse a los apetitos humanos: seducidos por las hijas de los hombres, se encontraron encadenados a la Tierra y fueron incapaces de recuperar sus formas espirituales. Los Caídos tenían unos apetitos tan grandes que Yahvéh Elohím hizo llover sobre ellos maná de muchos sabores diferentes para que no sintieran la tentación de comer carne, alimento prohibido, y excusaran su flaqueza alegando escasez de cereal y hortalizas. No obstante, los Caídos rechazaron el maná de Yahvéh Elohím, mataron animales para comerlos y hasta probaron carne humana, contaminando así el aire con vapores nauseabundos. Con las mujeres y las bestias del campo y el agua, procrearon hijos monstruosos y titanes. Fue entonces cuando Yahvéh Elohím empezó a pergeñar la destrucción de Su mundo por medio del Diluvio”.
El es una palabra semítica del noroeste, que tradicionalmente se traduce como ‘dios’, refiriéndose a la máxima deidad. Algunas veces, dependiendo del contexto, permanece sin traducción (quedando simplemente Ël). Kāsu, Ks, Kōs en idioma acadio; monte Khas o Kjas; monte Kasios en idioma griego; monte Casius en latín, que a veces se identifica con el monte Saphon (Safón), Sapán o Sapan. Después de que su «hijo» Baal tomara el poder, este monte se identificaría con su monte. Así, algunos autores los ponen como dos montes separados; estos dos montes corresponderían con el monte Sinaí y el monte Sion. En la mitología cananea, Ël era la deidad principal y se lo llamaba «padre de todos los dioses» (en los hallazgos arqueológicos siempre es encontrado al frente de las demás deidades). En todo el Levante mediterráneo era denominado Ël o IL, siendo el dios supremo, padre de la raza humana y de todas las criaturas. Este dios todopoderoso sería igualmente el equivalente del concepto “dioses” (en hebreo Elohim) y sería el equivalente del dios sumerio Anu. En el uso semítico, Ël era el nombre especial o título de un dios particular que era distinguido de otros dioses como «el Dios», lo que en el sentido monoteísta sería Dios. La raíz il corresponde a apelativos semíticos muy conocidos, como la palabra original semita para ‘dios’ es decir, El. En ciertas regiones, el apelativo il [literalmente ‘dios’] era la referencia al dios sumerio Anu. Con el mismo apelativo il [literalmente ‘dios’] se lo designaba al dios de los cereales, Dagan. En ugarítico, Dagan sería Dgn (que probablemente se vocalizaba como Dagnu) y en acadio como Dagana. El culto a Dagan era propio de los amorreos del siglo XXII a. C. y luego de la conquista elamita sobre la tercera dinastía de Ur, se difundió entre asirios y babilonios. En Asiria llegó a estar en equivalencia con Anu.
En las tablas de Ugarit, ese dios primigenio figura también como el esposo de la diosa Asera, Ishtar entre los babilonios, originalmente llamada Athirat (o Afdirad), que en la Biblia recibe el nombre de Astoret. La forma griega es Astarté, la cual es la madre de todos los dioses, la esposa celestial, la reina del cielo. Representaciones del dios Ël se ha encontrado en las ruinas de la Biblioteca Real de la civilización Ebla —en el yacimiento arqueológico de Tell Mardikh (Siria), que data del 2300 a. C.—. En algún momento de la historia pudo haber sido un dios del desierto, pues un mito dice que tuvo dos esposas y que con ellas y sus hijos construyó un santuario en el desierto. Ël ha sido el padre de muchos dioses —setenta en total— los más importantes fueron Baal Raman (Hadad), He, Yam y Mot, los cuales tienen atributos similares a los dioses Zeus, Poseidón (o Ofión), Hades (o Tánatos) respectivamente. Los antiguos mitógrafos griegos identificaron a Ël con Crono, el rey de los titanes. Por lo general, Ël se representa como un toro, con o sin alas. También lo llamaban Eloáh, Eláh, que en árabe se convirtió en Allah. El dios Ël preside sobre el monte G’r kvsi, que a veces se traduce como Khurshan-Zur-Kas (Kjúrshan zur kas). Para los pueblos cananeos era la deidad principal, el rey, creador de todas las cosas, el juez que dictaba lo que debían hacer tanto los hombres como los dioses. Su esposa primaria fue Ashera o Asera, la madre de los dioses, representada en los santuarios cananitas con árboles ornamentados. Pero tuvo otra esposa: Anat hermana de Hadad (Baal Raman (el trueno, señor del trueno), llamada «la amante de los dioses» (ambas eran diosas de la fertilidad).
Ël es el padre de la «divina familia» y presidente de la asamblea de los dioses en el Monte de la Reunión. Es llamado «toro» por su fortaleza y potencia creativa, es el «Anciano de Días», la «Roca de las Edades», que está representado en una roca en Ras Shara. En los mitos es llamado Bny Bnwt, que significa ‘creador de todas las cosas creadas’, aunque algunos lo traducen como ‘dador de potencia’. En las dos inscripciones halladas en Ras Shamra, Ël es retratado como un dios frío y distante, «en el flujo de los [dos] ríos», posiblemente el Edén, de donde un río fluía para formar a los ríos Tigris, Éufrates, Guijón y Pisón. Aparte de ser llamado «el creador», también era llamado «el bondadoso», «el compasivo» (títulos que aparecen incluso en laBiblia). Sólo la adoración de esta deidad (o su nombre) nunca fue estigmatizada en la Biblia ni por los patriarcas. De hecho Abraham dio los diezmos a un sacerdote de «Ël, el Altísimo», llamado Melquisedec. En Canaán el rey era nombrado «siervo de Ël» (similar al nombre del rey israelita David «El siervo de Dios»). Esto describía el estatus de los reyes antiguos como ejecutores de la voluntad divina. Este título era visto como un privilegio y como una carga. En los tiempos de Palestina, «los hijos de Ël» significaba ‘los dueños de los ganados, adoradores del dios-toro Ël’, y «las hijas de Adán» significaría ‘las mujeres de Adama [la tierra, el suelo]’. Adama era una diosa de la agricultura y en la Biblia simboliza a la tierra de donde Adán fue tomado. Las hijas de Adama eran notorias por sus orgías (prostitución ritual). En aquellos tiempos era común que hubiesen sacerdotisas sexuales, que sirviesen en los templos. Es posible que de aquí venga la historia de Ël seduciendo a dos mujeres mortales, y éstas dándole hijos semidivinos, llamados Shalem (‘perfecto’), y Shahar (‘amanecer’), que posee alas (según el salmo 139:9). Y su hijo fue el ángel caído Helel (según Isaías 14).
Esa mitología cananea se introdujo en las creencias del pueblo de Israel. La Biblia muestra ese sincretismo en muchos pasajes. Por ejemplo, la concepción de Dios como presidente en la «corte de los dioses» o «la divina asamblea» (Beneel), también es para referirse a la divina familia de Ël. En el Deuteronomio empieza con Israel en sus lapsus de fe y termina con el aserto de la destrucción de sus enemigos. En el Deuteronomio también se representa la primera etapa de los israelitas, en su adaptación del concepto de Dios al mando de la «asamblea de dioses», tomado de la mitología cananea,  a la concepción de Dios como simplemente el principal entre todos los dioses. A lo largo de la historia de Israel, primero nombró a su dios Yahvé (o Jehová) como el «altísimo» entre la asamblea de «los hijos de Ël» (o «hijos de Israel» según la Septuaginta). Aunque se discute la fecha de este poema, más tarde (en el 900 a. C.) se hizo desparecer la corte completa de dioses y se condenó esa idea como apostasía. El dios Ël —de donde proviene la idea original del dios Yahvé— llegó a tener una descendencia de más de 70 deidades. La unión entre los dioses y las mortales se encuentra en casi todas las religiones del mundo, excepto en el islam, en el judaísmo y en el cristianismo. En el cristianismo, Jesucristo es el Hijo Eterno de Dios (anterior a la creación del mundo), que no es ni soltero ni casado. La Palabra Revelada de Dios y Su Espíritu son un Solo y Único Dios y Tres Personas Divinas. La concepción virginal de Jesús no debe entenderse como fruto de la unión de Dios con una mujer (la Virgen María), sino que la mujer fue un medio para la encarnación de Jesús, mediante la acción del Espíritu Santo. En el mundo antiguo se creía que los miembros de las clases dirigentes eran hijos de los dioses. Estas creencias se encuentran en el Mediterráneo y en todo el Oeste de Asia, sin contar las demás partes del mundo. En algún momento el judaísmo hizo a un lado a todas las deidades, y dejó solo a Yahvé, que como queda dicho no era ni soltero ni casado, pues, al igual que en el islam, no entra en esas categorizaciones humanas y, por lo tanto, nunca tuvo ningún hijo. Desde ese momento, llamarse «hijo de Dios» fue anatema. En el siglo II d. C., el rabino Shimon ben Yohai maldijo a todo aquel que —al leer la Torá (equivalente al Antiguo Testamento de los cristianos) o cualquier libro— entendiera el término bene elohim (‘los hijos de los dioses’) en el sentido ugarítico. Desde ese momento, Elohim no significó ‘dioses’ (en plural) sino ‘dios único’. ¿Y acaso —respondió Jesús— no está escrito en su ley: «Yo he dicho que ustedes son dioses»?
Ugarit (actual Ras Shamra) fue una antigua ciudad portuaria, situada en la costa mediterránea al norte de Siria a pocos kilómetros de la moderna ciudad de Latakia, en la región asiática conocida como Levante. Esta ciudad fue fundamental en la historia de las grandes civilizaciones del Cercano Oriente, especialmente durante el período de esplendor en el cual Egipto tuvo estados vasallos en el Levante, período que quedó registrado con precisión en la correspondencia de Tell el-Amarna entre funcionarios egipcios, ugaríticos, y de otras nacionalidades. El pueblo ugarítico, además, hizo importantes contribuciones a la escritura y a la religión, tanto semítica pagana como en las fases iniciales del judaísmo. Por estas contribuciones se puede identificar al pueblo que habitó Ugarit en su etapa histórica, que fue su período de esplendor y le dio su nombre, como un pueblo semita nororiental, emparentado lingüística y religiosamente con los cananeos ubicados más al sur. Las fuentes históricas destacaban que esta ciudad-estado, de alrededor de 2.000 Km² de superficie con sus áreas rurales, envió tributos al faraón de Egipto durante ciertos períodos, y que mantuvo importantes relaciones políticas y comerciales con el Reino de Alasiya —estado que posiblemente comprendía la isla de Chipre—. Su período de esplendor se extendió entre el 1450 a. C. y el 1180 a. C., aunque la ciudad surgió en el Neolítico, como todo asentamiento de importancia en el Levante por su temprano desarrollo. La correspondencia egipcia ya la menciona en su estadio histórico clásico de ciudad de Ugarit; y no solo un poblado neolítico— hacia el siglo XX a. C., fecha desde que se tiene conocimiento preciso de la ciudad. Hacia el siglo XIX a. C. el contacto comercial con la Ugarit histórica hacia el interior del Cercano Oriente ya estaba consolidado, tal como demuestran estelas que mencionan la ciudad en Ebla, otra ciudad-estado semita.
En 1928, Mahmoud Mella az-Zir, un campesino local alauíta, descubrió la entrada a la Necrópolis de Ugarit. Este fue el descubrimiento moderno de la ubicación exacta de las ruinas de la ciudad, de la cual sólo se tenían referencias históricas. Comparado el lugar descubierto en 1928 con grabados en vasijas cretenses que la indican en el mapa, conservados desde hacía generaciones, confirmaron la ubicación de la destacada ciudad perdida. Su descubrimiento arqueológico moderno permitió abrir un importante campo de exploración, la cual fue principalmente efectuada por el arqueólogo francés Claude F. A. Schaeffer. Buena parte de sus descubrimientos se encuentran en el museo Prehistórico y Galorromano de Estrasburgo, Francia. Las investigaciones más importantes las efectuó C. Schaffe en el edificio que pudo ser identificado como el Palacio Real durante buena parte del período de esplendor de la ciudad. Allí se hallaron 90 habitaciones y dos librerías privadas, con textos inscriptos en tablillas. Una de estas bibliotecas pudo identificarse como perteneciente a una persona llamada Rapanou, que posiblemente fue un diplomático dada la gran cantidad de manuscritos referentes a relaciones internacionales encontrados allí. Es una prolífica biblioteca, donde se encontraron textos no sólo diplomáticos, sino también religiosos, políticos —listas de Reyes Ugaríticos, costumbre registral que los diversos pueblos de la zona aplicaban desde tiempos sumerios—, comerciales, jurídicos —códigos legales, compraventa de tierras—, científicos, administrativos y literarios. Estos textos, escritos principalmente en alfabeto cuneiforme, fueron hallados no sólo en idioma local —el ugarítico era un pueblo semita—, sino también los grandes idiomas del Cercano Oriente de la época: acadio, sumerio, hurrita, chipriota, luvita y egipcio — estos dos últimos en escritura jeroglífica— lo cual demuestra la estratégica posición de la ciudad, tanto como nudo de comunicaciones terrestres entre Asia Menor y Mesopotamia, como puerta de entrada por vía portuaria de esta ruta comercial hacia otros pueblos del Cercano Oriente.
Este cruce de caminos se desarrolló desde el 6.000 a. C., en tiempos neolíticos, pero especialmente se destacó en el período más tardío e histórico de la ciudad, durante la Edad del Hierro, que hizo que por lo tanto ésta fuese su época más clásica y esplendorosa en población y desarrollo económico y cultural —como se ha indicado, hacia el Siglo XII a. C.—. Excavaciones posteriores, en 1958, 1973 —en la que se encontraron 120 tablillas— y 1994 —en la que se encontraron 300 tablillas— permitieron detectar respectivamente en cada una de ellas una nueva biblioteca, totalizando cinco las identificadas, con las dos previamente descubiertas del Palacio Real. La colección de tablillas correspondiente a la primera fue vendida en el mercado negro, rescatada casi en su totalidad por el Instituto de Antigüedad y Cristiandad de la Escuela de Teología de Claremont. Su traducción e interpretación científica fue publicada por Loren R. Fisher en 1971. Entre los textos religiosos que se descubrieron en el Palacio Real, se destaca el ciclo de Baal, principal documento religioso que instruye la práctica doctrinaria que debe aplicarse a este dios, fundamental en los principios religiosos de éste y otros pueblos semíticos vecinos del Levante; La Leyenda de KeretLa Muerte de Baal — describe los enfrentamientos entre Mot y Baal Hadad—; la Epopeya de Aqhat —o Leyenda de Dan-El—, y el Mito de Baal-Aliyan. Los principales dioses fueron: Asherah, el Ashartu mesopotámico; Yaw, dios del caos y las tempestades, posiblemente emparentado con el posterior Yahveh hebreo; Mot, dios de la muerte; Yam, dios del mar; Hadad, rey del cielo. Estos dioses eran los Elohimiticos, pues eran la corte del dios principal, El. Esta corte era conocida como ‘Ihm. Entre los palacios religiosos se destaca uno dedicado al ya citado dios Baal, y otro a Dagón, el espíritu del inframundo local principal.
Los textos religiosos permiten conocer las creencias típicas de los pueblos del Levante en tiempos cercanos a que esta región, y en especial las tierras vecinas más hacia al sur —Canaán, posterior Israel—, fuesen ocupadas por el pueblo hebreo. Al pasar a ser su territorio el conocimiento de estas creencias permite comprender la redacción de los hechos de los hebreos y sus costumbres más antiguas, expresadas en la Biblia, íntimamente relacionadas con las tradiciones previas de sumerios y pueblos semitas como éste, más avanzados que el hebreo en un principio, y emparentados lingüísticamente a su vez. Un alfabeto que reemplazó a la previamente indicada escritura cuneiforme de origen mesopotámico, emergió en torno al siglo XV a. C. Es motivo de disputa si éste fue el primer alfabeto de la historia, o el fenicio, procedente de una región vecina y vinculada con Ugarit al norte —Líbano—. Como sea, el ugarítico y el fenicio fueron etapas primigenias del alfabeto semita, que originó a los demás alfabetos del mundo y se consolidó posteriormente con su etapa aramea. El alfabeto ugarítico, de 30 caracteres, reflejaba mejor la oralidad del idioma ugarítico —y de cualquier otro— que los jeroglíficos egipcios o las cuñas mesopotámicas, permitiendo abrir el acceso al conocimiento, la literatura y el registro escrito de hechos y obligaciones a un número de población más extenso que el de los escribas, única clase escribiente en éste y otros estados de Oriente hasta ese momento. Esto explica su éxito, tanto local como internacional posteriormente. Fue toda una revolución, dispersa por el mundo luego por los fenicios primero, y en contacto con éstos, griegos —hacia Occidente— y arameos —hacia Oriente—, después.
Más tarde, el mito hebreo convierte a Henoc en el ángel ayudante y consejero de Jehová Elohím y también en patrono de todos los niños que estudian la Torá. Según el Sefer Hejalot (midrás sobre los secretos del Cielo, estrechamente relacionado con el Libro de Henoc): “El sabio y virtuoso Henoc ascendió al Cielo, donde se convirtió en el principal consejero de Yahvéh Elohím y desde entonces fue llamado Metatron. Yahvéh Elohím puso su propia corona sobre la cabeza de Henoc y le dio setenta y dos alas y numerosos ojos. La carne de Henoc se transformó en llama, los tendones en fuego, los huesos en ascuas, los ojos en antorchas, el cabello en rayos de luz, y lo envolvió la tormenta, el torbellino, el trueno y el rayo”. Metatrón sería una corrupción hebrea del griego meta-dromos, ‘el que persigue con venganza’, o de meta ton zronon, ‘cercano al trono’. Los setitas (descendientes de Set) hacían voto de celibato y llevaban vida de anacoretas, según el ejemplo de Henoc. Según el Génesis 5, Henoc era un hombre justo, «caminó con Yahvéh», vivió 365 años, y desapareció, porque Yahvéh se lo llevó sin que muriera. El escritor midrásico judío Bar-Hebraeus escribió: “Henoc fue el primero que inventó los libros y las diversas formas de escritura. Los antiguos griegos declaran que Henoc es equivalente a Hermes Trimegisto, y enseñó a los hijos de los hombres el arte de construir ciudades, y promulgó algunas leyes admirables […] Descubrió el conocimiento del zodiaco, y el curso de los planetas; y enseñó a los hijos de los hombres que debían adorar a los Elohim, que debían ayunar, que debían rezar, que debían dar limosnas, ofrendas votivas y diezmos. Reprobó los alimentos abominables y la ebriedad, e instituyó festivales para sacrificios al Sol, en cada uno de los signos zodiacales”.
En el Corán, el profeta Henoc es conocido como Idris, y se le describe como sigue: “¡Verdaderamente! Es un hombre de verdad y un profeta. Le elevamos a un alto puesto”. Según el 2 Henoc, texto apócrifo y pseudoepigráfico, el dios Yahvé se llevó a Henoc y le transformó en el ángel Metatrón. Se dice que el rey Salomón adquirió gran parte de su sabiduría en el Libro de Raziel, colección de secretos astrológicos tallados en zafiro, que guardaba el ángel Raziel. En el capítulo 23 del 2 Henoc, el Henoc eslavo dice que el dios El dictó a Henoc su conocimiento cósmico, después designó a los ángeles Samuil y Raguil o Semil y Rasuil para que acompañaran a Henoc en su regreso a la Tierra y ordenó a éste que legara esos libros a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Tal sería el origen del Libro de Raziel, que fue entregado, según la tradición judía, por el ángel Raziel a Adán, del cual pasó a Noé, Abraham, Jacob, Leví, Moisés y Josué antes de llegar al rey Salomón. Según el Tárgum sobre el Eclesiastés: “Cada día el ángel Raziel, erguido sobre el monte Horeb, proclama los secretos de los hombres a toda la humanidad y su voz resuena alrededor del mundo”. Un denominado Libro de Raziel, que data aproximadamente del siglo XII, fue escrito con toda probabilidad por el cabalista Eleazar ben Judah, de Worms, pero contiene creencias místicas mucho más antiguas. Para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (conocidos popularmente como “mormones“), Enoc fundó la ciudad justa de Sion en un mundo pecaminoso. Él y los habitantes de toda la ciudad fueron «trasladados» por Jehová y se esfumaron de la superficie de la Tierra antes del Gran Diluvio. Dejaron a Matusalén y su familia (incluido Noé) para que gente justa siguiera poblando la Tierra.
Se dice que el patriarca Enoch escribió 366 libros de sabiduría. De Enoch  se dice en las Escrituras:   «anduvo toda su vida en los caminos de Dios y no conoció la muerte sino que fue asumido». Enoch fue el primer sabio de nuestra Era Adámica, o sea de nuestra actual civilización, tan adelantado que su sabiduría se regó por todos los países entonces conocidos y cada país trató de apropiárselo bautizándolo  cada uno con el nombre apropiado al lenguaje del lugar.  En Egipto fue conocido como Toth, escriba de los dioses, nombre que significa “dos  veces grande”.  En Grecia lo conocieron como Hermes Trimegisto, o sea, “tres veces grande”.  En fenicia los llamaron  Cadmus, o sea “cinco veces grande”. A través de los tiempos extraviáronse los 366 libros de  Enoch. Andando los siglos aparecieron dos ejemplares de esos libros; uno en Abisinia (Etiopía) y el otro fue a dar a Rusia.  La copia etíope pasó a Jerusalén. Se presume que la Reina de Saba lo llevó como obsequio a salomón, y luego, por medio de las Cruzadas, fue a parar a Inglaterra donde fue archivada en la Abadía de Westminster, donde desapareció de la circulación, reapareciendo cuando un obispo encontró y leyó uno de los libros, precisamente el que trata de la Ley de Mentalismo, la cual le pareció interesante y la exhumó poniéndola en circulación, siendo hoy esta Ley la base de las Enseñanzas Metafísicas.  El libro traducido, que no sabemos cómo reapareció, es aquel en que se narra cómo  Enoch fue llevado a la presencia de Dios antes de dejar definitivamente la Tierra, y las estupendas revelaciones que le fueron dadas para transmitirlas a sus hijos y a las sucesivas generaciones.  Este nuevo fragmento de la primitiva literatura vio la luz por medio de ciertos manuscritos que fueron encontrados en Rusia y Servia, y lo que hasta ahora se conoce se ha conservado en lengua eslava.  Poco se sabe acerca de su origen, excepto que en la presente forma fue escrito en alguna parte, más o menos al comienzo de la Era Cristiana.  Su último editor fue un griego y el lugar de su composición fue Egipto.  Y ahora empezamos con el enigmático Libro de Enoch, que más bien parece relatar los encuentros de Enoch con extraños y poderosos seres extraterrestres, que lo hubiesen abducido, y sus gigantescas naves espaciales, con varios niveles.  También, en el lenguaje, podemos ver la manera en que una persona sin vocabulario ni conocimientos tecnológicos explicaría una situación en un entorno de tecnología avanzada.
Hubo una vez un hombre sabio, un gran artífice; y Dios concibió Amor por él.  Así resolvió mostrarle las Supremas Moradas para que fuera un testigo ocular de Su Sabiduría, de la profundidad inconcebible e inmutable del reino de Dios Todopoderoso, y del muy maravilloso, gloriosos y brillante lugar donde se observa la presencia de los diversos ojos de los servidores del Señor, y del Inaccesible Trono del Altísimo, y de los grados y manifestaciones de las  inmateriales Huestes, y del inefable ministerio de la multitud de elementos y de las varias apariciones inenarrables del canto del Anfitrión Querubín, y de la ilimitada Luz. En aquel tiempo, él dijo:  Cuando cumplí mis 165 años, engendré a mi hijo Matusalém.  También, después de esto, viví 200 años más, completando así todos los años de mi vida, en total 365.  En el primer día del primes mes, estaba en mi casa solo y descansando en mi diván.  Dormía.  Y cuando estaba dormido, una gran congoja llegó a mi corazón y estaba llorando en el sueño con los ojos cerrados y no podía comprender cuál era la causa de esta aflicción o de lo que me pasaría. He ahí que se me aparecieron dos hombres tremendamente altos, tanto así que no había visto nada semejante en la tierra, sus caras eran relucientes como el Sol, sus ojos eran también como una llameante luz y de sus labios salía fuego hacia delante; con ropas y mantos de varias clases; de apariencia violeta; sus alas eran más relucientes que el oro y sus manos blancas como la nieve. Estaban de pie a la cabecera de mi diván y empezaron a llamarme por mi nombre.  Y me levanté de mi sueño y vi claramente a aquellos dos hombres de pie frente a mí.  Y yo los saludé, y se posesionó de mí tal miedo, que la apariencia de mi rostro se cambió en terror [extraña y detallada descripción de los seres que lo visitaron]y aquellos hombres me dijeron:  <<Ten valor Enoch, no temas; el Dios Eterno nos envía a ti, y he aquí que tus ascenderás hoy al cielo con nosotros.  Ve y diles a tus hijos y a toda tu familia todo lo que harán sin ti en la tierra y en tu hogar, y no dejes que nadie intente buscarte que el Señor te devuelva a los tuyos>>.  Y yo me apresuré a obedecerlos y salí fuera de mi casa hacia las puertas, como me fue ordenado y convoqué a mis hijos Matusalem y Regim y Gaidad y les hice saber todas  las maravillas que aquellos hombres me habían contado”.
Y Enoch empezó a instruir a sus hijos:  “Escuchen, hijos míos:  No sé dónde iré ni qué me acontecerá, por lo tanto, hijos míos, ahora les diré que no se olviden de Dios a la faz de lo vano  e inútil, los que no hicieron el cielo ni la tierra, porque éstos perecerán, como también aquellos que los glorifiquen, y permita el Señor asegurar vuestros corazones en su temor.  Y ahora hijos míos, no dejen que nadie siquiera piense en buscarme, hasta que el Señor me devuelva a vosotros.   Y aconteció, luego que Enoch habló a sus hijos, que los ángeles lo tomaron entre sus alas y lo llevaron hacia el primer Cielo y lo instalaron en las nubes:  “Y desde allí miré, y volví a mirar más arriba, y ellos me dejaron en el Primer Cielo y me mostraron un muy grande mar, mucho mayor que el mar terreno [tal vez la vista de un océano terrestre desde las alturas].    Ellos trajeron frente a mí a los ancianos y gobernantes de las órdenes estelares, y me mostraron doscientos Ángeles, que gobiernan las estrellas y hacen el servicio de los cielos y que vuelan con sus alas y alrededor de cada astro que va asomando.  Desde aquí miré hacia abajo y vi las casas -tesoro de la nieve, y de los Ángeles que guardan esas inmensas casas -almacén y las nubes de donde ellos vienen y a donde tornan.  Ellos  me enseñaron las casas -tesoro del rocío así como del aceite de oliva y sus aspectos, como también de todas las flores de la tierra.  Más allá, muchos Ángeles custodian las casas -tesoro de estas cosas, y cómo están construidas para abrirlas y cerrarlas. Y aquellos hombres me llevaron y me condujeron al Segundo cielo y me mostraron una obscuridad, más impenetrable que ninguna obscuridad terrena, y ahí vi prisioneros colgados, mirando, esperando el gran juicio  sin límite, y estos Ángeles eran de apariencia negra, más negra de nada terrenal, e incesantemente lloraban a través de todas las horas [tal vez un tipo de cárcel, en donde se aplicaban verdaderamente torturas, cuya explicación no requiere de conocimientos tecnológicos].  Y yo les dije a los hombres que estaban conmigo:  “¿Cuál es el motivo por el cual estos son incesantemente torturados?”.  Ellos me contestaron:  “Esos son los apostatas de Dios, que no observaron los mandatos de Dios, que sólo tomaron consejo de su libre albedrío, y se separaron con su príncipe, que también él está atado al Quinto Cielo””.
Y yo sentí una gran piedad por ellos, y ellos me saludaron y me dijeron:  “Hombre de Dios ora por nosotros al Señor”.  Y yo les contesté:  “¿Quién soy yo, hombre mortal, que pueda orar por Ángeles.  ¿Qué sé yo dónde iré, qué me acontecerá, o quien orará por mí?”.   Y aquellos hombres me tomaron y me llevaron desde ahí y me condujeron hacia arriba, al Tercer Cielo`[¿el tercer piso de la gran nave?].  Y allí me dejaron.  Y yo miré hacia abajo, y vi el aprovisionamiento de estos lugares, como nunca cosa semejante se había conocido para bien supremo.  Y yo vi toda la dulzura de los árboles en flor y contemplé sus frutos, y deliciosos aromas, y todos los manjares que se preparan con burbujeante y fragante exhalación.   Y en el centro de todos los árboles, aquél: el de la Vida, en aquel sitio, sobre el cual el Señor descansa cuando Él va y entra en el Paraíso; y este árbol es de inefable virtud y fragancia  y luce engalanado mucho más que ninguna cosa existente; y desde todos los lados se ve de color dorado y bermellón y como fuego y cubre todo y ha engendrado toda clase de frutos [parece algún tipo de invernadero con algún sistema de calefacción].   Su raíz está en el jardín al fin de la tierra.  El Paraíso es entre corruptible e incorruptible.   Y dos fuentes brotaban enviando miel y leche, y otras dos fuentes manaban aceite y vino, y ellas se dividían en cuatro partes y corrían alrededor, en tranquilo curso, y bajaban dentro del Paraíso del Edén, entre corruptibilidad o incorruptibilidad.  Y desde allí seguían su curso por la tierra, y tuvieron retorno en su círculo, igual que otros elementos [suena a algún tipo de máquina proveedora de alimentos y a alguna cinta transportadora] .   Y aquí no existe árbol y todo sitio es bendecido.  Y aquí hay trescientos Ángeles muy resplandecientes que guardan el jardín y con un incesante y dulce cantar y nunca voces silentes, sirven al Señor a través de todos los días y las horas [tal vez algún tipo de hilo musical].  Y yo dije:  “Qué melodios os es este lugar y cuán grato y dulce” y aquellos hombres me dijeron:  Este lugar, ¡oh Enoch!, este lugar está preparado para los justos, que soportan toda clase de ofensas de aquellos que  exasperan sus almas, para aquellos que exasperan sus almas, para aquellos que apartan sus ojos del inicuo, y juzgan justicieramente, y dan pan al hambriento, y cubren al desnudo de ropas, y levantan al caído, y ayudan el huérfano herido y que caminan impecables delante del rostro del Señor, y sirven a Él.  Para ellos es preparado este lugar como su eterna herencia
Y aquellos dos hombres me fueron guiando a la parte Norte, y me mostraron ahí un terrible lugar, y había allí toda clase de torturas, cruel obscuridad y una iniluminada lobreguez.  No hay luz ahí, sino un sombrío fuego constantemente flameando hacia  lo alto; y un ardoroso río, a la vista, y todo aquel lugar por dondequiera  es fuego
, y dondequiera es escarcha y hielo
, sed y escalofrío, mientras las ataduras son muy crueles y los Ángeles portan irritadas armas e imponen inhumanas torturas [otra vez un lugar donde se aplicaban torturas, que no requiere de conocimientos tecnológicos para poderlo explicar].  Y yo dije:  “¡Dolor! ¡dolor! ¡qué terrible es este lugar!”.  Y aquellos hombres me dijeron:  “Este lugar ¡oh Enoch!, está preparado para aquellos que deshonran a Dios, y que en la tierra practican el pecado contra natura, que es la corrupción de los niños en la forma sodomita: hacen magia, encantamientos y satánicas brujerías; y quienes se jactan de sus actos impíos, robando, mintiendo, calumniando, envidiando, ejerciendo rencor, fornicación, asesinato; y quienes perversos roban las almas de los hombres, quienes viendo al pobre le quitan sus bienes y siendo ricos los atropellan por las mercancías de otros hombres; quienes teniendo medios para satisfacerles la necesidad hacen que el hambriento muera; y teniendo medios para vestirlo, desnudan al pobre; y aquellos que des conociendo a su Creador se inclinan ante desalmados, rindiendo culto a dioses, vanos dioses, fabricados por ellos mismos, talladas imágenes que no pueden ni oír; aquellos que practican obras impuras.  Para todos estos está preparado este lugar, como herencia eterna [probablemente de esta visión de Enoch viene la idea del infierno. De todos modos no corresponde a la idea de un dios caritativo y misericordioso].  Aquellos hombres me llevaron y me dejaron en el Cuarto Cielo, y me mostraron todos los sucesivos viajes y todos los rayos de la Luz del Sol y de la Luna [tal vez algún tipo de pantalla de televisión o equivalente].  Y yo medí sus viajes y comparé su luz y vi que la luz del Sol es más fuerte que la de la Luna.  Sus círculos y los discos, que siempre están marchando como un viento que pasa con una muy maravillosa velocidad, y no tiene reposo ni en el día ni en la noche [tal vez se refieren a múltiples naves]”.
Su tránsito y regreso están acompañados por cuatro grandes estrellas, y cada estrella tiene debajo de ella mil estrellas, a la derecha del disco del Sol, y por cuatro a la izquierda, cada una debajo de ellas contiene mil estrellas, que hacen un total de ocho mil, surgiendo continuamente en el Sol.  Y en el día, quince miríadas de Ángeles la atienden, y por la noche, un millar[probablemente se refiera a naves más pequeñas].  Y  seis aliados  de ellos, salen con los Ángeles antes de que el disco del Sol entre en las finas llamas, y cien Ángeles encienden el Sol y lo ponen a alumbrar.  Y yo miré y vi otros elementos. De este modo el Sol rota y va, y se levanta bajo el cielo, y en su curso sigue alumbrando a la tierra con la Luz incesante de sus rayos y cuyos nombres son: Phoenixes y Chalkydri  [Seguramente se refiere a una o dos grandes naves]maravillosos y estupendos con pies y colas en la forma de un león, y una cabeza de cocodrilo.  La apariencia de ello es de color empurpurada, como el arco iris; y su tamaño es de novecientas mensuras; sus alas son como las de los Ángeles.  Cada uno tiene doce, y ellos atienden y acompañan al Sol, gestando calor y rocío, como les ha sido ordenado por Dios. Aquellos hombres lleváronme lejos hacia el Este y me dejaron a las puertas del Sol, donde el Sol sigue hacia delante de acuerdo con la regulación de las estaciones y el circuito de los meses de todo el año, y el número de las horas del día y de la noche.  Y yo vi seis puertas y cada puerta tenía sesenta y una estadía y la cuarta parte de un  stadium y los medí exactamente y comprendí que su medida era ese tanto a través de la cual el Sol seguía su paso, marchando hacia el oeste [parece bastante claro que se refiere a una gran nave resplandeciente y que le están mostrando el zodiaco], y se hace igual y se levanta a través de todos los meses, y se devuelve de nuevo de las seis puertas de acuerdo con el curso de las estaciones; de este modo el cielo de todo el año se ha terminado después del retorno  de las cuatro estaciones.  Y otra vez aquellos hombres me condujeron hacia los sitios del oeste, y me mostraron seis grandes puertas abiertas, correspondiendo con las puertas del Este [6 puertas del Este y 6 del Oeste parecería mostrar las 12 posiciones del zodiaco] .  En sentido opuesto, al lugar donde sale, el Sol se pone, de acuerdo con el número de los días trescientos sesenta y cinco y un cuarto [sorprendentemente indica  la duración precisa de 1 año. Un año o año sideral equivale a 12 meses en orbitar una vuelta alrededor del Sol. Duración: 365,256 363 004 días siderales, o 365,242 190 402 días solares medios]”.
Y así otra vez él baja a las puertas del oeste, extrayendo sus luces, la grandiosidad de su brillar, bajo la tierra, ya que la luminosidad de su corona permanece en el cielo con el Señor, custodiada por cuatrocientos Ángeles, mientras el Sol va rotando en círculo bajo la tierra, y permanece siete largas horas en la noche; y allí queda la mitad de su curso bajo la tierra, y cuando él vuelve aproximándose al Este en la octava hora de la noche, él trae sus luces, y su corona de resplandores y las llamas del Sol flamean más que el fuego [parece que se refiere a 2 naves, una que se mantiene en órbita y otra que desciende hacia la Tierra].  Entonces Los elementos del Sol, llamados Phoenixes y Chalkydri rompen a cantar [seguramente el sonido que emitían las naves]; por consiguiente, cada ave vibrando con sus alas, regocijan al dador de la luz, y ellos entonan su canto al mandato del Señor.  El dador de la luz viene para dar luminosidad al mundo entero, y el guardián de la mañana toma forma, esto viene a ser: los rayos del Sol, y el Sol de la tierra se manifiesta y recibe en fulgurante luz para encender toda la faz de la tierra; y ellos entonces me mostraron estos cálculos de los viajes al Sol.    Y las puertas por donde él entra, éstas son las grandes puertas de la computación de las horas del año; es ésta la razón por la cual el Sol es una gran creación, cuyo ciclo dura veinte y ocho años, y comienza de nuevo desde el principio.  Aquellos hombres me mostraron la otra ruta, la de la Luna, doce grandes puertas coronaban de Oeste a Este por donde la Luna va y vuelve al tiempo acostumbrado.   Y va  hacia adentro por la primera puerta, por los lados del Oeste del Sol:  Por las primeras puertas, con treinta y un día exactos.  Por las segundas puertas, con treinta y un día exactos.  Por la tercera puerta, con treinta días exactos.  Por la cuarta puerta, con treinta días exactos. Por la quinta puerta, con treinta y un día exactos. Por la sexta puerta, con treinta y un días exactos.  Por la séptima puerta, con treinta días exactos.  Por la Octava puerta, con treinta y un días exactos.  Por la Novena Puerta, con treinta y un días exactos. Por la Décima puerta, con treinta días exactos. Por la Undécima puerta, con treinta y un días exactos. Por la Duodécima puerta, con veinte y ocho días exactos [tal vez un centro de observación con doce pantallas].
Y así van a través de las puertas del oeste en el mismo orden y número que siguen las puertas del Este, y de esta forma cumple con los trescientos sesenta y cinco y un cuarto de días del año solar, mientras el año lunar tiene trescientos cincuenta y cuatro y quedan faltándole doce días del cielo solar, que son los aspectos de la luna de todo el año.  De este modo, también el gran cielo contiene quinientos treinta y dos años.  El cuarto año de un día se omite por tres años y el cuarto año lo completa exactamente [¿se refiere a años bisiestos?].   Por lo tanto ellos son sacados fuera del cielo por tres años y no son agregados al número de días, porque ellos cambian el compás de los años a dos nuevos meses más hacia el final de dos meses más hacia la merma.  Y cuando las puertas del oeste se cierran, él regresa y va al Este a las luces, y de este modo él continúa día y noche en rededor de los círculos del cielo, que están más bajos que los demás círculos, y corre más veloz que los vientos del cielo, y más aún que los espíritus, elementos y ángeles volando; cada ángel tiene seis alas. Ella tiene un curso séptuple  en diez y nueve años.  En el centro del cielo yo vi soldados armados, sirviendo al Señor, con tímpanos y órganos, con voces incesantes, con dulce voz, con un continuo, suave y amoroso y variado cantar, imposible de describir y que enajena cada mente, tan mágico y maravilloso era el canto de aquellos ángeles y yo me deleitaba escuchándolo.  Los hombres me llevaron hacia el quinto cielo y me dejaron allí, y allí vi muchos e incontables soldados, llamados Grigori, de humana apariencia, y su talla era mayor que aquella de los grandes gigantes y sus caras marchitas, y sus bocas de perpetuo silencio, y no había servicio en el quinto cielo, y yo les dije a los hombres que estaban conmigo:  ¿Cuál es el motivo que estos seres estén tan macilentos, y sus caras melancólicas y sus bocas silenciosas y cuál el motivo de que no exista servidumbre en este cielo?.   Y ellos me dijeron:  Estos son los Grigori, que  en unión con su príncipe Satanás, rechazaron el Señor de la Luz, y después de ellos siguen aquellos que están sumergidos en gran obscuridad en el segundo cielo, y tres de ellos bajaron a la Tierra desde el trono del Señor, el lugar llamado Ermon, y rompieron por completo sus votos en el hombro del Monte Ermon.  Vieron a las hijas de los hombres y lo buenas que eran, y las tomaron por esposas, pervirtiendo la tierra con sus hechos, que en todo tiempo de sus años vivieron fuera de toda ley, cometiendo vilezas , promiscuando.  Así nacieron gigantes maravillosos, grandes hombres y hubo gran hostilidad entre ellos.
Los Grigori (del griego egrḗgoroi, que significa Observadores o Vigilantes), también conocidos como hijos de Elohim; son un grupo de ángeles caídos de la mitología judeocristiana mencionados en algunos textos apócrifos Bíblicos y en el Libro del Génesis. En estos textos se menciona que los Grigori fueron seres que se aparearon con las “hijas del hombre” (en hebreo banot ha’adam); naciendo de esta unión una raza de gigantes conocida como los Nephilim. Según el Libro de Enoc, los Grigori suman un número de 200 pero sólo sus líderes son mencionados: “Estos son los nombres de sus jefes: Samyaza, que era su líder, Urakabarameel, Akibeel, Tamiel, Ramuel, Dan’el, Azkeel, Saraknyal, Asael, Armers, Batraal, Anane, Zavebe, Samsaveel, Ertael, Turel, Yomyael y Azazyel (también conocido como Azazel). Estos eran los prefectos de los doscientos ángeles, y el resto eran todo con ellos”. Algunos grupos de teólogos postulan que todos estos textos se refieren en general a estos seres como un grupo de ángeles castigados por Yahweh (ángeles caídos) por haberse enamorado y copulado con las mujeres de la tierra, y por haber enseñado a los hombres la creación de armas y el arte de la guerra principalmente, entre otros conocimientos, trayendo un desequilibrio entre los hombres. Cabe destacar que en la religión católica desde la interpretación de san Agustín de Hipona se dejó de lado esta antigua definición como ángeles, indicándose desde entonces que la expresión hijos de Dios se refiere a los descendientes de Set; y serían llamados así por su amor de Dios. En la Biblia: en el libro de Génesis, se conserva parte de este relato, en el que se habla de estos ángeles refiriéndose a ellos como hijos de Elohimque tomaron para sí mujeres, y engendraron gigantes (llamados nephilim). El motivo según la Biblia por el cual Elohim no aceptó estos hechos estaría indicado en la siguiente frase: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; pero vivirá ciento veinte años” (Génesis 6). Siendo la interpretación de esta frase según los eruditos, de que Elohim no deseó que permaneciera para siempre su espíritu (esencia de vida) en el hombre; ya que con ello el hombre viviría mucho más de lo que desea, o viviría para siempre.
En el Libro de Enoc, además de nombrar al número y los nombres de los principales Grigori, igualmente mencionaría este relato más detalladamente; contando además el tipo de castigo que sufrieron estos seres y sus hijos. Al unir la historia de ambos textos se da a entender que el castigo de estos ángeles se habría realizado después de la creación del hombre, a diferencia de otros mitos que relacionan estos hechos con Lucifer; el cual se indica en estas creencias y leyendas que habría sido castigado antes de la creación bíblica del mundo. Sin embargo hay que tener en consideración que igualmente en el libro de Enoc se cuenta que ya antes de estos sucesos, existían castigadas siete estrellas parecidas a grandes montañas. Ellas arderían, en la prisión de las estrellas y de los poderes del cielo por haber transgredido el mandamiento de Yahweh, desde el comienzo de su ascenso, por no haber llegado a su debido tiempo; por lo cual Elohim se irritó contra ellas y las encadeno hasta el tiempo de la consumación de su culpa para siempre, en el año del misterio. En el Libro de los Jubileos (texto apócrifo escrito en tono midrásico probablemente en el siglo II o III a.C), se menciona que estos ángeles son hijos de los Elohim (‘señores‘), un antiguo plural mayestático del Dios hebreo, o el posible indicio de un origen politeísta del judaísmo. En este libro se habla que estos seres eran gigantes que habían bajado a la Tierra porque carecían de compañía femenina. Los Elohím les habían enviado a la tierra para enseñar a la humanidad la verdad y la justicia, pero estos decidieron pactar y desobedecer su misión y las reglas. Este texto ofrece una versión diferente del propósito por el cual los Vigilantes bajaron inicialmente a la Tierra, y complementa la descripción de éstos seres.
Y por esto Dios los juzgó con gran discernimiento, y ellos lloraron por sus hermanos y ellos también serán castigados en el gran día del Señor. Y yo  les dije a los Grigori: “Yo vi a sus hermanos y sus trabajos, y sus grandes tormentos, y oré por ellos, pero las leyes de Dios los han condenado  a estar bajo tierra hasta que el cielo y la tierra tengan su fin”.   Y yo dije:  “¿Por qué motivo esperáis, hermanos, y no servís ante la faz del Señor?.  Y no han puesto sus servicios delante del Señor, a fin de no violar totalmente a las leyes del Señor”.    Y ellos oyeron mi advertencia, y hablaron con las cuatro categorías del cielo, y de ahí mientras yo permanecía con esos dos hombres, cuatro trompetas pregonaron juntas a grandes voces y los Grigori rompieron a cantar a una voz, y sus voces lastimeras subieron hasta el Señor conmovedoras.  Y desde allí me tomaron y me dejaron más arriba, en el sexto cielo, y vi ahí siete congregaciones de ángeles, muy brillantes y muy gloriosos y sus caras fulgurantes más que el brillo del Sol, relumbrando, sin diferencia alguna en sus caras, o comportamiento, ni en su modo de vestir; y estos ángeles crean las órdenes, y aprenden la salida de las estrellas y la alteración de la Luna y el buen gobernar del mundo [probablemente se refiera a seres con trajes espaciales].   Y cuando ellos ven malignidad, ellos crean mandamientos e instrucción, y dulces y altos cantares, y toda clase de cantos de alabanzas.  Estos son los arcángeles que están en más alto lugar que los ángeles, miden toda vida en el cielo y sobre la tierra, y a los ángeles que están a cargo de las estaciones y años, a los ángeles que están sobre los ríos y el mar, y que están sobre los  frutos de la tierra, y los ángeles que están sobre la grama, alimentando a todo, a cada cosa viviente, y los ángeles que inscriben a todas las almas de los hombres, y todos  sus hechos, y sus vidas frente a la faz del Señor; en el centro de ellos están seis Fénix y seis Querubines y Ángeles de seis alas, y cantan continuamente a una sola voz y no es posible describir su cantar, y ellos se regocijan delante del Señor al pie de su escabel.
Y aquellos dos hombres me levantaron desde aquí y me condujeron al Séptimo Cielo, y allí vi una muy grande luz, y encendidos ejércitos de grandes arcángeles, fuerzas corpóreas, y señoríos, órdenes y potestades, querubines y serafines y seres de muchos ojos, nueve regimientos, la estación de luz Joanti, y me entró miedo y comencé a temblar con gran terror [parece claro que vio a seres o robots con vestimentas muy extrañas para una persona sin conocimientos tecnológicos], y aquellos hombres tomaron de mí y me condujeron detrás de ellos y me dijeron:   “Ten valor, Enoch, no temas”, y me mostraron al Señor a lo lejos, sentado en un muy alto trono [una imagen muy física de un dios].  Porque ¿qué puede haber en el décimo cielo, si el Señor habitaba aquí?.  El décimo cielo es Dios; en la lengua hebrea el dios Él es llamado Aravath.  Y todos los ejércitos del cielo bajaron y colocándose en el décimo escalón de acuerdo con su rango, se  inclinaron ante el Señor, y de nuevo marcharon a sus sitios en alegría y felicidad, cantando sus cantares en la infinita luz con suaves y tiernas voces, sirviéndole gloriosamente.   Y los querubines y serafines de pie por doquiera del trono, los de seis alas y los de muchos ojos estuvieron de pie delante de la faz del Señor cumpliendo Su mandato, y cubrieron todo su trono, cantando con suave voz delante de la faz del Señor:  “Gloria, Gloria, Gloria, Señor Regidor de los Ejércitos, los Cielos y la tierra están llenos de tu Gracia”.   Cuando yo vi todas estas cosas, aquellos hombres me dijeron: “Enoch, de este modo, hasta aquí nos ha sido encomendado viajar a tu lado (contigo)” y aquellos hombres se marcharon de mi lado, y desde entonces no les vi.  Y permanecí solo al final del séptimo cielo y tuve miedo y caí de frente y me dije:  “Triste de mí, ¡qué me ha sucedido!”.   Y el Señor envió uno de sus gloriosos elegidos, el Arcángel Gabriel, y él me dijo:  “Ten valor, Enoch, no temas, levántate delante de la faz del Señor dentro de la eternidad, levántate, ven conmigo”.    Y yo le contesté y me dije a mí: “Mi Señor, mi alma se ha fugado de mi ser, de terror estremecida”, y reclamo a los hombres que me trajeron y que me condujeron a este lugar, en ellos yo confío, y es con ellos que me presentaré ante la faz del Señor”.
Y Gabriel me levantó como una hoja llevada por el viento, y me dejó delante de la faz del Señor.  Y yo vi el Octavo Cielo, que es llamado en lengua hebrea  Muzaloth donde hacen el cambio las estaciones, de sequía, de humedad, y también de los doce signos del Zodíaco, el cual está más alto que el séptimo cielo.   Y yo vi el Noveno Cielo, que es llamado en hebreo  Cuchavim , donde están las moradas celestiales de los doce signos del Zodíaco.  En el Décimo Cielo, “Aravoth”, yo vi la imagen del Señor como hierro candente, hecho para brillar en fuego, emitiendo chispas, y ellas quemaban [parece más la imagen de alguna máquina que de un ser].   De este modo yo vi la faz del Señor, pero la faz del Señor es inefable, maravillosa, y muy impresionante y muy, muy majestuosa.   ¿Y quién soy yo para hablar de la inexplicable entidad del Señor y de su muy prodigiosa faz?.  Yo no puedo describir la cantidad de sus múltiples instrucciones, ni la variedad de sus voces, ni el trono del Señor, el cual es tan imponderable y no hecho por manos en su hechura; ni la cantidad de aquellos que hay a su alrededor, ejércitos de Querubines y serafines, ni de su incesante cantar, ni de su inmutable belleza ¿quién puede referir la inefable grandeza de su gloria?.  Y yo fui postrado y reverencié al Señor, y el Señor me habló por sus labios:   “Ten valor, Enoch, no temas, levántate y de pie frente a mí entra en la eternidad”.   Y elArcángel Miguel me levantó y me llevó frente a la incomparable presencia del Señor.   Y el Señor dijo a sus servidores, poniéndolos a prueba:  “dejen a Enoch frente a mi Presencia dentro de la Eternidad”, y los gloriosos reverenciaron al Señor, y dijeron:  “Dejemos ir a Enoch de acuerdo con Tu palabra”.  Y el Señor dijo a Miguel:  “Ve y lleva a Enoch y despójale de sus terrenas vestiduras, y úngelo con mi dulce y fragante ungüento y ponle las vestiduras de Mi Gloria”.   Y Miguel ejecutó de ese modo, como lo ordenó el Señor.  Él me ungió y me vistió, y la apariencia de aquel ungüento en mí era más hermosa que la brillante luz, y su ungüento es como cristalino rocío y su olor indefinible y leve, y yo me miré y me vi como uno de sus Gloriosos [probablemente lo lavaron, desinfectaron y le pusieron algún tipo de tarje espacial, como el de los otros seres]”.
“Y el Señor llamó uno de sus Arcángeles de nombre Pravuil, cuya sabiduría era más rápida en entendimiento que la de los otros Arcángeles, y fue él quien escribió todos los hechos del Señor; y el Señor le dijo a Pravuil:   “Saca los libros de mis archivos y una caña rápida de escribir y entrégala a Enoch, facilítale los selectos y alentadores libros que han sido escritos por tu mano [posiblemente Pravuilera algún tipo de bibliotecario tecnológicamente avanzado]”.  Y él me estuvo contando todas las obras del cielo, tierra y mar y de todos los elementos, sus idas y venidas, y el tronar de los truenos, el Sol y la Luna, la idas y cambios de las estrellas, de las estaciones, años, días y horas, el correr del viento, el número de Ángeles, y cómo se inspiraban sus cantares, de todas las cosas humanas, de cada canción humana y su vida, los mandamientos, instrucciones, y de las dulces voces en sus cantares y de todas las cosas que son convenientes de aprender.   Y Prauvil me contó:  “Todas las cosas de las que te he hablado las hemos escrito.  Siéntate y escribe sobre todas las almas existentes de la humanidad, así, muchos de ellos han nacido ya; y sus sitios están preparados para ellos por toda la eternidad; porque todas las almas han sido preparadas para la eternidad, desde antes de la formación del mundo”.  Y todo es doble, treinta días y treinta noches, y yo escribí todo  exacto como me fue dictado, y escribí un total de trescientos sesenta y seis libros.  Y el Señor me citó y me dijo:  “Enoch, siéntate a mi lado izquierdo, con Gabriel”.    Y yo me incliné delante del Señor, y el Señor me habló:  “Enoch, amado, todo lo que tú ves, todas las cosas que permanecen de pie, terminadas ya te las digo aún antes de su principio, todo lo que he creado de lo que no existe, y de cosas visibles e invisibles”.   “Oye Enoch y toma en este dicho mis palabras, porque ni aún a mis ángeles he contado mi secreto, y yo tampoco les he dicho de su ascensión, ni de mi infinito dominio como tampoco ellos han entendido mi acción creativa que hoy te la digo a ti”.   “Porque desde antes  de que todas las cosas fueran visibles, sólo yo acostumbraba adentrarme en las cosas invisibles; como el Sol se mete de Este a Oeste, y de Oeste a Este”.      “Pero hasta el Sol consigue paz en sí, mientras yo no encontraba paz en mí, porque yo estaba creando todas las cosas, y yo concebí la idea de asentar fundamentos y de crear visibles creaciones”.
Yo ordené que de los sitios muy bajos, que las cosas visibles bajen de lo invisible, y Adoil bajó muy majestuoso, y yo le observé, y ¡he ahí! Que traías un vientre lleno de gran luz”.   Y yo le dije:  “Ábrete, Adoil, y deja que lo visible salga fuera de ti”.    “Y él se abrió y una gran luz salió fuera [¿quién o qué es este misterioso personaje?}.  Y yo estaba en el medio de la gran luz, y así fue cómo nació la luz de la luz, de ahí surgió entonces un gran período, y mostró lo que es creación, la cual enseñé yo a crear”.  “Y yo vi lo que lo que había creado era bueno”.   “Y yo instalé un trono  para mí, y tomé asiento en él, y le dije a la luz:  “Ve tú allá arriba y te fijas por ti misma en la altura sobre el trono del Señor, y sé el fundamento de los grandes eventos”.   “Y sobre la luz, allá, no existe nada más, y entonces me incliné y miré arriba desde mi trono.   Y yo ordené de los sitios muy bajos por segunda vez, y dije:  “Deja que Archas se proyecte con fuerza”.   Y de lo invisible, Archas se proyectó con fuerza, pesado, muy rojo.    Y yo dije:  “Ábrete Archas, y deja que de ahí, nazca de ti”, y él se abrió, una Era surgió adelante, muy poderosa y muy obscura, gestando la creación de todas las cosas bajas.  Y yo vi que esta obra era buena y le dije a él: .   “Ve tú más abajo, y hazte firme, y sé un pedestal para las cosas bajas”, y así fue, y él se fue abajo y él mismo se fijó, y fue el principio para las cosas comunes, y más bajo que la obscuridad no hay nada más.  Y yo ordené que se tomara de la luz y de la obscuridad, y yo dije:  “hazte sólido, y así se hizo, y yo la esparcí con la luz, y se hizo el agua y la esparcí sobre la obscuridad debajo de la luz , y entonces hice firme el agua, es decir el sin-fondo, y yo hice fundamento de luz alrededor del agua y creé siete círculos de su adentro, e imagina tú el agua como cristal húmedo y seco, es como decir de vidrio, y la circuncisión de las aguas y los otros  elementos, y yo di a cada uno de ellos su camino, y a las siete estrellas cada una de ellas su cielo, y que ellas fueran de este modo, y yo vi que lo así creado, era bueno.   Y yo separé entre la luz y entre la obscuridad, es decir, en todo el centro del agua, acá y allá, y yo le dije a la luz, que ella debía ser el día, y a la obscuridad, que ella sería la noche, y ahí también hubo tarde y también amanecer el primer día”.
Aquí podemos hacer referencia a “El libro de los Espiritus” de Allan Kardek, (1804 – 1869),  seudónimo del pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, que es conocido como el sistematizador del espiritismo: “Dios creó el universo que comprende todos los seres animados e inanimados, materiales e inmateriales.-Los seres materiales constituyen el mundo visible o corporal y los inmateriales el invisible o espiritista, es decir, el de los espíritus.-El mundo espiritista es el normal, primitivo, eterno, preexistente y sobreviviente a todo. El mundo corporal no pasa de ser secundario; podría dejar de existir, o no haber existido nunca, sin que se alterase la esencia del mundo espiritista. Los espíritus revisten temporalmente una envoltura material perecedera, cuya destrucción, a consecuencia de la muerte, los constituye nuevamente en estado de libertad. -Entre las diferentes especies de seres corporales, Dios ha escogido la especie humana para la encarnación de los espíritus que han llegado a cierto nivel de desarrollo, lo cual les da la superioridad moral e intelectual sobre todos los otros.-El alma es un espíritu encarnado, cuyo cuerpo no es más que la envoltura.-Tres cosas existen en el hombre: El cuerpo o ser material análogo a los animales, y animado por el mismo principio vital;- el alma o ser inmaterial, espíritu encarnado en el cuerpo;  y el lazo que une al alma y al cuerpo, principio intermedio entre la materia y el espíritu. Así pues, el hombre tiene dos naturalezas: por el cuerpo, participa de la naturaleza de los animales, cuyos instintos tiene, y por el alma, participa en la naturaleza de los espíritus.-El lazo que une el cuerpo y el espíritu es una especie de envoltura semimaterial. La muerte es la destrucción de la envoltura más grosera; pero el espíritu conserva la segunda, que constituye un cuerpo etéreo, invisible para nosotros en estado normal y que puede hacer visible accidentalmente, y hasta tangible, como sucede en el fenómeno de las apariciones. -Así pues, el espíritu no es un ser abstracto e indefinido que solo puede concebir el pensamiento, sino un ser real y circunscrito que es apreciable en ciertos casos por los sentidos de la vista, del oído y del tacto”.
Y Allan Kardek continúa: “Los espíritus pertenecen a diferentes clases y no son iguales en poder, inteligencia, ciencia y moralidad. Los del primer orden son los espíritus superiores, que se distinguen de los demás por su perfección, conocimientos, proximidad a Dios, pureza de sentimientos y amor al bien. Son los ángeles o espíritus puros. Las otras clases se alejan mas y mas de semejante perfección, estando los de los grados inferiores inclinados a la mayor parte de nuestras pasiones, al odio, la envidia, los celos, el orgullo, etc, y se complacen en el mal. Entre ellos, los hay que no son ni muy buenos, ni muy malos. Mas embrollones y chismosos que malvados, parece ser patrimonio suyo la malicia y la inconsecuencia. Estos tales con los duendes o espíritus ligeros. Los espíritus no pertenecen perpetuamente al mismo orden, sino que todos se perfeccionan pasando por los diferentes grados de la jerarquía espiritista. Este perfeccionamiento se realiza por medio de la encarnación, impuesta como expiación a unos, y como misión a otros. La vida material es una prueba que deben sufrir repetidas veces, hasta que alcanzan la perfección absoluta; una especie de tamiz o depuratorio del que salen más o menos purificados. Al abandonar el cuerpo, el alma vuelve al mundo de los espíritus, de donde había salido, para tomar una nueva existencia material, después de un espacio de tiempo más o menos prolongado, durante el cual se encuentra en estado de espíritu errante. Debiendo pasar el espíritu por varias encarnaciones, resulta que todos nosotros hemos tenido diversas existencias y que tendremos otras, perfeccionadas más o menos, ora en la tierra, ora en otros mundos. Los espíritus se encarnan siempre en la especie humana, y sería erróneo creer que el alma o espíritu pueda encarnarse en el cuerpo de un animal. Las diferentes existencias corporales del espíritu siempre son progresivas, nunca retrogradas; pero la rapidez del progreso depende de los esfuerzos que hagamos para llegar a la perfección. -Las cualidades del alma son las mismas que las del espíritu encarnado en nosotros, de modo que el hombre de bien es encarnación de un espíritu bueno y el hombre perverso lo es de un espíritu impuro”.
Y Allan Kardek sigue diciendo: “El alma era individual antes de la encarnación, y continua siéndolo después de separarse del cuerpo.-A su vuelta al mundo de los espíritus, el alma encuentra en él a todos los que conoció en la tierra y todas sus existencias anteriores se presentan a su memoria con el recuerdo de todo el bien y de todo el mal que ha hecho. El espíritu encarnado esta bajo la influencia de la materia tridimensional, y el hombre que vence semejante influencia por medio de la elevación y purificación de su alma se aproxima a los espíritus buenos a los cuales se unirá algún día. El que se deja dominar por las malas pasiones, y cifra toda su ventura en la satisfacción de los apetitos groseros, se aproxima a los espíritus impuros, dando el predominio a la naturaleza animal. Los espíritus encarnados pueblan los diferentes globos del universo. Los espíritus no encarnados o errantes no ocupan una región determinada o circunscrita, sino que están en todas partes, en el espacio y a nuestro lado, viéndonos y codeándose incesantemente con nosotros. Forman una población invisible que se agita a nuestro alrededor. Los espíritus ejercen en el mundo moral y hasta en el físico una acción incesante; obran sobre la materia y el pensamiento, y constituyen uno de los poderes de la naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos inexplicados o mal explicados hasta ahora, y que solo en el espiritismo encuentran solución racional. Las relaciones de los espíritus con los hombres son constantes. Los espíritus buenos nos excitan al bien, nos fortalecen en las pruebas de la vida y nos ayudan a sobrellevarlas con valor y resignación. Los espíritus malos nos excitan al mal, y les es placentero vernos sucumbir y equipararnos a ellos Las comunicaciones de los espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles. Tienen lugar las comunicaciones ocultas por medio de la buena o mala influencia que ejercen en nosotros sin que lo sepamos. Las comunicaciones ostensibles se verifican por medio de la escritura, de la palabra o de otras manifestaciones materiales, y la mayor parte de las veces por mediación de los mediums que sirven de instrumento a los espíritus. Los espíritus se manifiestan espontáneamente o cuando se les evoca. Puede evocárseles a todos, lo mismo a los que animaron a los hombres oscuros, que a los de los más ilustres personajes, cualquiera que sea la época en la que hayan vivido: así a los de nuestros parientes y amigos, como a los de nuestro enemigos, y obtener en comunicaciones verbales o escritas, consejos y reseñas de su situación de ultratumba, de sus pensamientos respecto a nosotros, como también aquellas revelaciones que les es licito hacernos”.
Y volviendo al libro de Enoch:“Entonces yo afirmé el círculo celestial, e hice que las aguas que están abajo del cielo que se unieran entre sí, en un solo es pacio profundo, y que el caos se volviera seco, y así se hizo.  De entre las olas yo creé grande y dura roca, y de la roca amontoné la parte seca, y a la parte seca la llamé tierra, y el centro de la tierra lo llamé abismo, esto quiere decir sin-fondo, y recogí en un mismo sitio y lo até todo con un yugo.  Y yo le dije al mar:  “Observa, yo te doy límite eterno, y tú no quebrantarás desatándolo de las partes tus componentes”.   Siendo así, yo hice rápido el firmamento.  Este día  llamé :  El Primero Creado.  Y por entre todo el celestial ejército yo imaginaba la imagen y esencia del fuego, y mi ojo miró a la muy dura, firme, roca,  y del fulgor de mi ojo recibió su natural prodigio, que son ambos fuego y agua en fuego, y ninguno de los dos puede desplazar al otro, por consiguiente, el rayo es más brillante que el Sol, más suave que el agua y más firme que la dura roca.  Y de la roca  corté del todo un gran fuego, y del fuego yo creé las órdenes de las incorpóreas diez huestes de ángeles, y sus armas son ardientes y sus vestiduras una llama encendida y yo ordené que cada uno de ellos de pie debía permanecer en su orden.  Aquí Satanás con sus ángeles fue arrojado de las alturas .   Y fue uno entre las órdenes de los ángeles que habiéndose apartado con la orden que estaba bajo su mando concibió una idea imposible:  Colocar su trono más alto que las nubes sobre la tierra, de modo que pudiera  convertirse en igual rango a mi poder  [posiblemente querían tener naves y armas tan poderosas como las de los demás].  Y yo le arrojé de la altura con sus ángeles y él estuvo volando continuamente en el aire, sobre el abismo.   En el tercer día le ordené a la tierra que hiciera crecer grandes y fructíferos árboles y colinas y semillas para sembrar, y planté el Paraíso, y yo lo cerqué e instalé ángeles como guardianes armados, flameantes y de esta forma yo creé renovación.  Entonces llegó la noche y volvió el amanecer del cuarto día. En el cuarto día yo ordené que debía haber grandes luces en los círculos celestiales.   Y en el primero y más alto de los círculos yo coloqué las estrellas, Kruno, y en el segundo Aphrodit, en el tercero Aris, en el quinto Zeus, en sexto Ermis, en el séptimo menor, la Luna y la adorné con las estrellas más pequeñas.   Y en el más bajo coloqué el Sol para la iluminación del día y la Lunas y las estrellas para la iluminación de la noche”.
El Sol, el cual debía ir de acuerdo con cada animal [signos del Zodíaco] en este caso son doce y yo asigné el curso de los meses y sus nombres y vidas, sus notoriedades, y sus horas marcadas y en la forma que deben sucederse unas a otras.  Entonces llegó la mañana y asomó la mañana del quinto día. En el quinto día yo ordené al mar, que debía traer peces, y emplumadas aves de muchas variedades, y toda clase de animales que se arrastran sobre la tierra y los que van sobre la tierra en cuatro patas, y los que se elevan en el aire, macho y hembra, y cada alma que respira el espíritu de vida.   Y volvió la noche y regresó la mañana, el día sexto.  En el día sexto (viernes)  yo ordené a mi sabiduría crear al hombre de siete consistencias: una, su carne de la tierra; dos, su sangre del rocío;  tres, sus ojos de la luz del Sol; cuatro, sus huesos, de la piedra; cinco, su inteligencia de la celeridad de los ángeles y de las nubes; seis, sus venas y su cabello de la grama de la tierra; séptimo, su alma, de mi aliento y del viento [energía].   Y yo le concedí  siete naturalezas; a la carne, el oído, a los ojos para ver, el alma, el olfato, a las venas, el tacto, a la sangre para el gusto, a los huesos para la fortaleza y a la inteligencia rapidez, disfrute.  Y concebí un sutil dicho para decir; yo creé al hombre de lo invisible y de la visible natura, de ambos surge su  muerte y vida e imagen , él sabe del idioma como cosa creada; pequeño en la grandeza y de nuevo grande en la pequeñez.  Y yo lo coloqué sobre la tierra, como un segundo ángel, honorable, grande y gloriosos, y yo le nombré como regidor para gobernar la tierra y que tuviera mi sabiduría, y no hubo nadie (sobre la tierra) mayor que él de todas mis existentes creaturas.  Y yo le asigné un nombre de las cuatro componentes partes, del este, del oeste, del  sur, del norte y decreté para él cuatro estrellas, especiales, y yo llamé su nombre, Adam y le mostré los dos caminos, el de la Luz y el de la Obscuridad.  Y yo le dije:   Esto es bueno, aquello es malo, de manera que yo probara si realmente él tenía amor por mí, u odio, y poner en claro quién era el que me amaba de su raza”.
Porque yo había visto su naturaleza, pero él no había visto aún la suya, de este modo, como no podía ver a través de sí mismo, yo supe que él pecaría de mal en peor.  Entonces me dije:   “Después de pecar ¿qué le queda sino la muerte?”  Y yo le puse a dormir y él se quedó dormido.  Y yo tomé una costilla de él, y le creé una esposa, de manera que la muerte le llegara por su propia esposa.  Y yo tomé su última palabra y la llamé, madre, que quiere decir Eva.   Adán hacía su vida en la tierra, y yo creé al Este un jardín del Edén, de forma que él debía observar el testamento y guardar el mandato.   Yo hice que los cielos se abrieran para él, de manera que él pudiera ver los ángeles cantando el himno de Victoria, y la luz ensombrecida.   Y él estaba continuamente en el paraíso, y el demonio comprendió que yo deseaba crear otro mundo, porque Adán era el señor en la tierra, para mandarla y controlarla.   El diablo es el espíritu maligno de los bajos lugares, como ángel fugitivo de la luz él creó a Sotona de los cielos de la forma y modo que su nombre fue Satanás, así él fue diferente de los demás ángeles, pero su natural no cambió su inteligencia más allá de su comprensión de lo correcto y de las cosas pecaminosas.  Y él entendió la condena y el pecado que él había cometido anteriormente, por consiguiente, concibió una idea en contra de Adam, en tal forma que él entró al Paraíso y sedujo a Eva, pero no tocó a Adán.   Así yo maldije la ignorancia; pero lo que yo previamente bendije, aquello, yo no lo maldigo.  Por tanto yo no maldigo al hombre, ni  la tierra, ni las otras creaturas, pero del hombre sí su maligno fruto y sus obras. Y yo le dije: :  “Tierra Eres, y a la tierra de donde te tomé, tú debes volver; no te arruinaré pero te envío de nuevo al sitio de donde te saqué”.   Entonces yo de nuevo puedo sacarte en mi segunda venida.  Y yo bendigo todas mis creaturas visibles e invisibles.  Y Adán estuvo horas y media en el paraíso.   Y yo bendije el sétimo día, que es el Sábado, en que Él descansó de todas sus obras”.
Y yo decreté el día octavo, que el octavo día sería el primero creado después de mi obra, y que aquellos primeros siete días rotarían en la forma de los siete mil años, y que al comienzo de los ocho mil llegará también el tiempo que no cuente más, sin años, ni meses, ni semanas, ni días, ni horas.  Y ahora, Enoch, todo lo que te he contado, todo lo que has comprendido, todo lo que has visto de las cosas celestiales, todo lo que has visto en la tierra y todo lo que he escrito en estos libros por mi gran sabiduría, todas estas cosas las imaginé y las creé desde la más alta creación hasta la más baja y hasta el fin, y no existe consejero y heredero de mis creaciones. “Yo Soy mi propio Eterno, no creado por manos y sin cambio ni reemplazo”.  Mi mente es mi consejero, mi sabiduría y mi palabra son hechos, y mis ojos observan todas las cosas, como están ellas colocadas aquí y tiemblan con pavura.   Si yo apartare de mi cara las cosas, todas ellas serían destruidas.   Y administra mi mente, Enoch, y conoce al que te está hablando a ti, y toma tú los libros que tú mismo has escrito.   Y yo te doy a Samuel y Raguil que te subirán con los libros, y baja a la tierra y dile a tus hijos todo lo que te he contado, y todo lo que has visto desde el más bajo cielo hasta mi trono, con todos sus ejércitos.   Porque yo creé todas las fuerzas y no hay ninguna que se me resista y que no esté a mi mandar.  Porque todas están sujetas a mi régimen y trabajan para mi solo mandar.    Entrégales los libros de la  escritura a mano, e ellos, los leerán y me conocerán como el creador de todas las cosas, y comprenderán cómo es que no hay otro Dios sino “yo”.   Y deja que ellos distribuyan los libros de tu escritura  a mano, hijos a hijos, generación a generación, nación a nación.  Y yo a ti, Enoch, mi intercesor, el Archiestratega Miguel para las escrituras de sus padres Adam, Seth, Enos, Cainan, Mahaleleel y Jared tu padre.   Ellos han rechazado mis mandamientos y mi ley, han cultivado y recogido semillas indignas sin temer a Dios, y no me han amado, porque han comenzado a inclinarse ante dioses vanos, y han negado Mi Unidad, y han anegado la tierra de  falsedades, ofensas abominables, libertinajes, se han juntado uno con otro, y practicado toda clase de sucios excesos que da disgusto relatar.     Y en consecuencia de este proceder, yo enviaré un diluvio sobre la tierra, y yo destruiré todos los hombres, y toda la tierra junta se hundirá en una gran obscuridad.
Y consideró Dios que de la semilla de ellos debía levantarse otra generación, mucho después, pero de ellos, muchos serían iniciados. Aquel que levante esa generación, tiene el deber de revelarle los libros escritos por tu mano, como también el de tus padres, es a ellos a quienes  él debe señalar la custodia del mundo, y los hombres fieles y obreros de mi verdad y mi gozo, para que no desconozcan mi nombre.  Y ellos entregarán este saber a otra generación y aquellos otros habiendo leído sean glorificados para siempre, más que el primero.   Ahora, Enoch, te daré el término de treinta días para que los pases en tu casa y le cuentes a tus hijos y toda la familia lo que todos deben de oír con gran atención acerca de mi presencia, lo que es dicho a ellos por tu boca, que ellos deben leer y comprender, la razón del por qué no existe otro Dios sino “yo”.   Que ellos  deben siempre guardar mis leyes, y comenzar a leer y tomar mis leyes, y comenzar a leer y tomar dentro de sí los libros escritos de tu mano.  Y después de treinta días yo enviaré mi ángel por ti, y él te tomará de la tierra y de tus hijos y te traerá a mí.   Y aquí ordenó Dios A uno de sus más antiguos ángeles, retador y temible, y le puso a mi lado, su apariencia era, blanco como la nieve, y sus manos como hielo, tenía el aspecto de un gran escarchado; y él congeló mi cara, porque yo no podía soportar la grandeza del fuego encendida del Señor, así como no es posible soportar una estufa ardiendo, ni el fuego del Sol, ni la helada del aire [aquí también parece referirse a algún tipo de traje espacial, con algún tipo vidrio protector].   Y el Señor me dijo:  “Enoch, si tu rostro no hubiera sido congelado de este modo, ningún hombre sería capaz de mirarte a la cara”.   Y el Señor les dijo a aquellos primeros hombres que me llevaron arriba:  “Dejad que Enoch baje  con vosotros a la tierra y aguardará hasta el día determinado”.   Y por la noche ellos me dejaron sobre mi cama.   Y Matusalem esperando mi regreso, hacía guardia día y noche en mi lecho.  Se llenó de temor cuando oyó mi llegada, y  yo le dije:  “Deja que toda mi familia venga unida, de manera que les pueda contar todo”.
Oh, hijos, míos, oigan la advertencia de su padre, tanto más cuanto está acordado por  el mandato del Señor.     Yo fui dejado venir a ustedes y les anuncio, no de mis labios, pero sí de los labios del Señor, todo lo que es y fue y todo lo que es ahora y todo lo será hasta el día del juicio.    Porque el Señor me dejó venir a ustedes desde luego  ustedes oyen las palabras de mis labios, de un hombre hecho poderoso para ustedes, porque yo soy un privilegiado, un ungido que ha visto la faz del Señor, como hierro a centellear con el fuego que envía fuertes chispazos quemantes.   Ustedes ven la prudencia en mis ojos, son los ojos de un hombre con designio y significado para ustedes porque yo he visto los ojos del Señor brillando como rayos de Sol y llenando los ojos del hombre de un temor luminoso de fuegos.  Miren ahora, hijos míos la mano derecha del hombre que los ayuda; pues yo he visto la mano derecha del Señor llenando el cielo a medida que ël me ayudaba.  Ustedes están viendo el compás de mi forma de trabajo como si fuera la de ustedes, pero yo he visto el ilimitado y perfecto compás del Señor, que no tiene fin.   Ustedes oyen las palabras como salen de mis labios, como yo oigo la voz del Señor, igual que un gran trueno incesante entre tumultos de nubes.   Y ahora, hijos míos, escuchen las pláticas de su padre en la tierra, lo temeroso y terrible que  es venir frente al gobernante de la tierra, ¡cuánto más temible es presentarse cara a cara delante del Todopoderoso, dominador del Cielo, controlador de la rapidez y la muerte y de los ejércitos celestiales!.  ¿Quién podría soportar ese dolor sin fin?.    Y ahora, hijos míos, yo sé todas las cosas porque éstas vienen de labios del Señor, y éstas mis ojos vieron, desde el principio al fin.   Yo sé todas las cosas, y he escrito todas ellas en libros, sus ciclos y su fin, y sus plenitudes, y de todos los ejércitos y sus marchas.  Yo he medido y dibujado las estrellas, la gran e incontable multitud de ellas.   ¿Qué hombre ha visto sus revoluciones, y sus entradas?.   Porque ni siquiera los ángeles saben el número de ellas, mientras yo he escrito todos sus nombres
Y yo medí el Sol, su circunferencia y sus rayos, conté las horas, yo escribí de todas las cosas que hay en la tierra, yo he escrito sobre las cosas que son nutritivas en la tierra, de todas las semillas que se plantan y las que no, y de las que la tierra produce y de todas las plantas y de cada hierba y de cada flor, y su dulce perfume, y sus nombres, sus composiciones, y de sus alas, y como ellas gestan lluvia y gotas de lluvia.   Y yo investigué todas las cosas, y escribí del camino del trueno y del relámpago, y me mostraron las llaves y sus guardianes, sus ascensiones, la forma de viajar; se dejan ir con suavidad de medida por una cadena, y así sostenida por una fuerte cadena y violencia Él lanza hacia abajo las furiosas nubes y destruye todas las cosas en la tierra.   Yo escribí sobre las casas -tesoro de la nieve, y de las casas de almacenajes del frío y de los aires escarchados [¿cámaras refrigeradoras?] y observé el que cuida de las llaves de las estaciones, el que llena las nubes con ellas y no deja exhaustas las casas -tesoro.   Y yo escribí sobre los lugares de reposo de los vientos y observé y vi cómo sus cuida-llaves sostenían pesos -escalas y medidas; primero lo ponían en un peso-escala, después en el otro los pesos los dejaban salir de acuerdo con la medida, astutamente sobre toda la tierra a fin de que por fuerte respiración ellos ponen a oscilar la tierra.  Y yo medí toda la tierra, sus montañas, sus colinas, sus campos, árboles, piedras, ríos; todas las cosas existentes yo las escribí, lo alto de la tierra hasta el séptimo cielo y hacia abajo hasta el muy bajo infierno, y el sitio del juicio, y el muy enorme y lloroso sitio de purificación.   Y yo vi los antepasados de todo tiempo con Adam Y Eva; y suspiré y rompí en llanto y me dije de la ruina de su deshonor:  “Pena se hace en mí por mi flaqueza y por aquella de mis antepasados y pensé dentro de mi corazón y dije:   “Bendito es el hombre que no ha nacido, o que ha nacido y no ha pecado de la luz del Señor, que no venga a este lugar, ni traiga el yugo de este lugar”.
Y yo vi los guarda-llaves  y guardas del sitio de pena y llantos de pie, como grandes serpientes, y sus caras como lámparas extinguidas y sus ojos de fuego, sus dientes afilados [esta imagen se parece a las que figuran en algunas esculturas mayas], y yo vi todas las obras del Señor todas justas y correctas, mientras que las obras del hombre son unas  buenas y otras malas, y en sus obras se sabe de aquellas que mienten vilmente.  Yo, hijos míos, medí y escribí toda obra y toda medida como también todo juicio correcto.   Así como un año es más esclarecido que el siguiente, así también es un hombre más esclarecido que otro, algunos por sus grandes posesiones, otros por la sabiduría en su corazón, aquellos por su particular intelecto, otros por su astucia, otro por el silencio de su boca, otro además, por su purificación, otro por su fuerza, otro por su gentileza, uno por su juventud, otro por su agudo ingenio, otro por la belleza de su cuerpo, y otros por su sensibilidad; dejemos que sea oído en todo lugar, pero en verdad sea dicho, no existe nada mejor que aquel que respeta, ama y glorifica  al Señor, él será glorificado en el tiempo a venir.  El Señor habiendo creado al hombre a imagen de su propia faz, lo hizo también pequeño y grande en espíritu, cuerpo, mente y obras.   Cualquiera que ultraje la faz del Todopoderoso y desprecie la imagen del Señor, y aquel que descargue su ira sobre cualquier hombre, Dios le apartará temporalmente y en su gran misericordia le mostrará el camino que por sí mismo tendrá que encontrar, y aquél que en reproche escupa a la cara del hombre, a su hora encontrará la verdad, y en el día del juicio se le mostrará el camino de la justicia.   Bendito es el hombre que no dirige su corazón con malicia en contra de ningún hombre, y atiende al herido, levanta al caído y hace caridad al necesitado, porque en el día del gran juicio cada peso, cada medida y cada añadidura será como en el mercado; como si dijéramos, ellos son pesados en balanzas y puestos de pie en el mercado, y cada uno sabrá su propia medida, y de acuerdo con su medida tendrá su recompensa justa”.
Sólo puros y contritos corazones cualquiera que se apresure a hacer ofrendas delante de la faz del Señor, por su parte el Señor hará más rápida esa ofrenda dándole su ayuda.   Pero quien quiera acelerar la luz de su lámpara delante de la faz del Señor y no lo hace con verdadero juicio y entendimiento, el Señor no aumentará su tesoro en el reino de la Altura.   Cuando al Señor se le ofrece pan o cirios, o carneros o cualquier otro sacrificio, entonces esto significa, nada; porque Dios lo que pide son corazones puros, y con sólo esto Él prueba el corazón del hombre.  Escucha, pueblo mío,  y toma dentro de ti estas palabras de mis labios.  Si alguno trae regalos a un gobernante terreno, y tiene pensamientos desleales en su corazón, y el mandatario sabiéndolo ¿no se disgusta y no regresa esos regalos y no lo entrega a juicio?.  O si un hombre aparenta ser bueno para otro, con falsedad de su lengua, trayendo engaño en su corazón, ¿no entendería la traición de su corazón y el mismo no será condenado, cuando su falsedad estaba a la vista de todos?.   Y cuando el Señor envíe su gran luz, entonces  ahí habrá juicio para el justo y para el injusto, y allá ni uno escapará de ser visto.    Y ahora mis hijos, asienten su pensamiento en sus corazones, marquen bien las palabras de su padre, pues todas llegan a ustedes de los labios del Señor.  Tomen estos escritos de la escritura a mano y léanlos.  Porque los libros son muchos, y en ellos ustedes aprenderán de todas las obras del Señor, todo lo que ha sido desde el principio de la creación y lo que será hasta el fin del tiempo.   Y si ustedes observan mis escrituras, ustedes no pecarán en contra del Señor; porque no hay otro excepto el Señor ni en el cielo, ni en la tierra, ni en los sitios más abajo, ni siquiera en el principio UNO.   El Señor ha puesto el principio en lo desconocido, y ha esparcido cielos visibles e invisibles.  Él asentó la tierra sobre las aguas y creó incontables creaturas y quien ha calculado el agua y el principio de lo soluble o el polvo de la tierra, o la arena del mar, o las gotas de la lluvia, o el rocío de la mañana, o la respiración del viento.  Quien ha llenado la tierra y el mar y el indisoluble invierno”.
Él contó las estrellas del fuego y decoró el cielo y lo puso en el centro.  De la travesía del Sol a través de los siete círculos, que son el convenio de ciento ochenta y dos tronos, que él hace en un día corto, y de nuevo otros ciento ochenta y dos, que él baja en un día largo, y él tiene dos tronos para acá, sobre los tronos de los meses, desde el día diez y siete del mes Tsivan él va hacia abajo al mes Thevan, desde el diez y siete de Thevan él sube.  Así de este modo él va cerca de la tierra, entonces se regocija  y hace sus frutos y cuando é se retira, la tierra se entristece y árboles y frutos no tienen florescencia.   Todo esto Él midió, con buena medida de horas y en su gran sabiduría él fijó una medida de todo lo visible y lo invisible.   De lo invisible él hizo  todas las cosas visibles, siendo él mismo invisible.   Así tal hago saber a ustedes, hijos míos, distribuyan los libros a sus hijos y dentro de toda generación y entre las naciones que tendrán el sentido del amor a Dios, dejen que ellos los reciban y puede  suceder que ellos lleguen a amarlos más que cualquier dulce manjar terreno, y los lean y se los expliquen entre ellos.  Y aquellos que no comprendan al Señor, que no aman a Dios, que no aceptan, que rechazan que no reciben estos libros, un gran juicio los espera.   Bendito es el hombre que llevará sus yugos y los arrastrará consigo, porque él será liberado en el día del gran juicio.  Yo juro a ustedes hijos míos; yo juro no por ningún juramento, ni por el Cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra creatura que Dios ha creado, yo juro.  El Señor dijo:  “No hay juramento en mí, ni injusticia, sólo verdad”.   Si no hay verdad en el hombre, dejen a ellos jurar por las palabras “Sí, sí, sí, o también no, no”.   Y yo juro a ustedes, sí, sí, que no ha habido hombre alguno en el vientre de su madre, que ya de anterior no tenga preparado para cada uno de ellos un puesto para el reposo de su alma, y una medida fija cuanto le está determinado y un hombre para que sea probado en este mundo. Sí, hijos, no os engañéis, porque ha sido previamente preparado un sitio para cada alma de hombre.
Yo he escrito cada obra del hombre y ningún nacido sobre la tierra puede permanecer oculto, ni sus obras permanecer calladas.  Yo veo todas las cosas.  Y por lo tanto, ahora, mis hijos, en paciencia y humildad pasen el número de sus días, para que puedan heredar vida infinita.  Tolera por la causa del Señor cada herida, cada agravio, cada palabra maligna, cada agresión.   Si mal pago te acontece no lo devuelvas ni a vecino ni a enemigo porque el Señor se encargará de devolverlo por ti, y será  La Ley en el día del gran juicio, porque aquí, no habrá venganza entre los hombres.  Cualquiera de ustedes que gaste su oro y su plata en bien de sus hermanos, recibirá amplio tesoro en el mundo venidero.   No injuriéis a viudas ni a huérfanos, ni a extranjeros a fin de que las airadas Leyes de Dios no caigan sobre vosotros. Tiendan sus manos al pobre de acuerdo con sus fuerzas.  No escondan su dinero en la tierra.    Ayuda al hombre fiel en su aflicción; y la aflicción no te hallará en el momento de  tu necesidad.  Y cada aflictivo y cruel yugo que caiga sobre ti, llévalo por la causa del Señor, entonces encontrarás tu recompensa en el día del juicio.  Es bueno ir mañana, medio día, tarde y noche a la morada del Señor para gloria de su Creador.  Porque cada cosa que alienta lo glorifica y toda creatura visible e invisible, en esta forma le devuelve alabanza.  Bendito Es el hombre que abre sus labios en honor  del Dios del Sabaoth y enaltece al Señor en su corazón.  Execrable todo hombre que abre sus labios para traer ultraje y calumnia a su vecino, porque él atrae sobre sí el desprecio de Dios. Bendito es aquél que abre sus labios bendiciendo a Dios. Blasfemo es aquél que delante del Señor, todos los días de su vida, abre sus labios para maldecir y abusar.  Bendito aquél que bendice todas las obras del Señor.  Blasfemo es el que trae la creación de Dios a menosprecio.  Bendito es el que mira hacia abajo y levanta a los caídos. Blasfemo  es el que mira y está ansioso por la destrucción de lo que no es suyo.   Bendito es aquél que guarda los principios de sus padres y los afirma desde el comienzo.  Blasfemo es aquél que pervierte los mandatos de sus antepasados.  Bendito es aquél que implanta paz y amor.
Blasfemo es que desasosiega a aquellos que aman a sus vecinos.  Bendito es el que habla con lengua y corazón humilde.  Blasfemo es el que habla de paz con su lengua, mientras que en su corazón no hay paz, sino una espada.  Porque todas estas  cosas  serán puestas desnudas en el platillo de la balanza y en los libros, en el día del gran juicio.  Y ahora, mis hijos, no digan:  “Nuestro padre está de pie delante del Dios, y está orando por nuestras culpas” porque allí no hay ayudante para ningún hombre culpable.  Vena ustedes ahora, cómo yo he escrito todas las obras de cada hombre, antes de su creación, todo aquellos que ha sido hecho por todo hombre en todo su tiempo, y ninguno puede decir o relatar mi manuscrito, porque el Señor ve todos los pensamientos del hombre, como son ellos en las casas -tesoro del corazón.    Y ahora, mis hijos, graben bien todas las palabras de su padre, que yo les digo.  Ustedes, al menos, no se lamentarán diciendo:  “¿por qué nuestro padre no nos dijo?”.  En aquél tiempo, no comprendieron que debían entregar estos libros que yo les he dado a ustedes.  Ellos son para una herencia de vuestra paz, así yo les digo:   Pásenlos a todos aquellos que los deseen e instrúyanlos, de modo que ellos también puedan  leer las muy grandes y maravillosas obras del Señor.  Hijos míos, observen, el día  de mi plazo y el tiempo llegó.   Los ángeles que irán conmigo están de pie frente a mí, y me urgen a partir, esperando están de pie para cumplir con todo lo que fue encargado a ellosPorque mañana yo subiré al cielo, a la más alta Jerusalem, a mi eterna herencia.  Por lo tanto les ruego hagan delante de la faz del Señor todas las grandes complacencias”.
Matusalem habiendo contestado a su padre Enoch, dijo:  “¿Qué puede hacer agradable a tus ojos, padre, que yo pueda llevar a cabo delante de ti, que tú puedas bendecir nuestros hogares, y a tus hijos, y que tu pueblo se haga glorioso a través de ti, y que tú puedas partir así, como Dios ordenó?”.  Enoch contesta a su hijo Matusalem y dice:  “Oye, hijo, desde el momento en que el Señor me hizo ungir con el ungüento de su gloria, no he tenido alimento en mí, y mi alma no recuerda de terrenales disfrutes, ni yo deseo nada terreno”.  Hijo mío Matusaem, convoca a todos tus hermanos y toda tu familia y a los mayores del pueblo de modo que pueda hablarles y partir, como está planeado para mi.  Y Matusalem se apresuró y convocó a sus hermanos, Regim, Reman, Uchan, Chermion, Gaidad y todos los mayores del pueblo delante de su padre Enoch; y él los bendijo y les habló así:  Óiganme, hijos míos en este día de hoy. En aquellos días cuando el Señor bajó a la tierra por la causa de Adam, y visitó todas sus creaturas, creadas por Él mismo, después de esto Él creó a Adam y el Señor llamó a todos los animales de la tierra, todos los reptiles, todas las aves que poblaban el aire, y los trajo a todos ellos delante de la faz de nuestro padre Adam. Y Adam le dio nombre a todo ser viviente en la tierra.   Y el Señor le asignó gobernar todo, y que todas las cosas estuvieran sujetas a sus manos, y los hizo mudos y los hizo tardos de modo que pudieran ser gobernados por el hombre, y estuvieran en obediencia y consentimiento a él.   Y así también el Señor creó a todo hombre sobre todas sus posesiones.  El Señor no juzgará ni una sola alma de bestia por motivo del hombre, pero adjudicó las almas de los hombres a sus bestias en este mundo; porque el hombre tiene un sitio especial”.
Y como cada alma de hombre es acorde al número, similarmente las bestias no perecen, ni ninguna alma de bestia que el Señor creó, esto será hasta el gran juicio, y ellos acusarán al hombre, si él los maltrata.  Quien quiera manchar el alma de las bestias mancha su propia alma.    No obstante el hombre trae animales limpios para hacer sacrificios por sus pecados, de manera que puedan curar su alma.  Y si ellos traen para sacrificios animales limpios y aves, que el hombre ha sanado, él sana su alma.  Todo esto es dado a ustedes para alimento, atado por las cuatro patas, es decir, para hacer buena la cura, él sana su alma. Pero quien quiera mate animal sin herida, mata su propia alma y mancha su propia alma.   Y el que haga a cualquier animal cualquier herida en cualquier parte, en secreto, esto es una práctica malsana y él mancha su propia alma.  Aquel que trabaja la muerte del alma de un hombre, mata su propia alma, y mata su propio cuerpo, y no hay ningún remedio para él  por siempre.  Aquel que pone a un hombre en algún enredo, deberí a meterse él mismo en él, y no hay cura para él por siempre.  Quien embarca a un hombre en cualquier asunto, su justo castigo no sería menguado en el día de la gran justicia,  por siempre.  Aquel que malamente trabaja o habla en perjuicio de un alma, no se  hará justicia a sí mismo,  para siempre.  Y ahora, hijos míos, aparten sus corazones de toda injusticia que el Señor rechaza.   De la misma forma que el hombre pide algo para su propia alma a Dios, así deja que Él lo haga para toda alma viviente, porque yo sé todas las cosas, como en la gran hora que ha de venir hay muchas mansiones preparadas para los hombres, buena para buenos, mala para malos, y muchas sin número.   Benditos aquellos que entráis en las buenas cosas, porque en las malas no hay paz ni regreso de ellas.  Oigan, hijos míos, pequeño y grande, niño y adulto, cuando el hombre pone un buen deseo en su corazón, trayendo regalos de sus obras ante el Señor, y sus manos no hacen obra buena, entonces el Señor da la espalda a la ofrenda de esas manos; así el hombre no podrá encontrar ya el buen trabajo de sus manos”.
Y si sus manos lo hacen y su corazón murmura y su corazón no  para de murmurar incesantemente, entonces él, no alcanza ninguna ventaja.  Así las manos y el corazón deben ir de acuerdo en hacer el bien.  Bendito  sea le hombre que con su paciencia trae sus ofrendas con fe delante del Señor porque así él encuentra perdón para sus errores.   Pero si él se retracta de sus palabras antes del tiempo, no hay arrepentimiento para él; y si el tiempo pasa y él no se ret racta de aquello que es prometido, no habrá arrepentimiento después dela muerte.    Porque toda obra que haga el hombre antes del tiempo, es engaño ante los hombres y culpa ante Dios. Cuando el hombre viste al desnudo y da de comer al hambriento, él encuentra recompensa de Dios.  Pero si su corazón murmura, él comete doble perjuicio; ruina para sí y de aquello que él da; y para él no habrá búsqueda de recompensa a cuenta de esto.  Y si su corazón está lleno de su alimento y su propia carne trajeada con sus ropas, él comete ultraje, y perderá toda su resistencia de pobreza, y no conseguirá recompensa de sus buenas obras.  Todo hombre orgullosos y  magnilocuente es ingrato al Señor, y todo falso discurso, un traje de engaño; él será cortado de la hoja de la espada de la muerte; echado al fuego, y consumido para siempre”.  Cuando Enoch hubo hablado estas palabras a sus hijos, toda la gente lejos y cerca oyeron cómo el Señor estaba llamando a Enoch.  Ellos tomaron consejo entre ellos:  “Vayamos y besemos a Enoch” y dos mil hombres vinieron unidos al sitio Achuzan donde Enoch y sus hijos se encontraban.  Y las personas mayores de su pueblo, la asamblea completa, vinieron y reverenciaron y comenzaron a besar a Enoch y le dijeron:  Nuestro padre Enoch, se tú bendito del Señor el eterno gobernante y ahora bendice a tus hijos, y a toda la gente, para que seamos glorificados hoy delante de ti.   Porque tú serás glorificado delante de la faz del Señor, por siempre, en vista que el Señor te escogió a ti, antes que a cualquier otro hombre en la tierra, y te designó  escriba de toda su creación, visible e invisible, y como redentor de las culpas del hombre y como ayuda de tu gran familia.  Y Enoch respondió a toda su gente diciendo:  “oigan hijos míos, antes de que todas  las creaturas creadas, el Señor creó todas las cosas visibles e invisibles. Y a medida que el tiempo fue e iba pasando, comprendió que después de todo aquello él creó al hombre a la imagen de su propia forma, y le puso ojos para ver, oídos para oír, y corazón para reflexionar e intelecto con qué deliberar.  Y el Señor vio todas las obras del hombre y creó todas sus creaturas y dividió el tiempo, del tiempo él fijó los años, de los años él ordenó los meses, y de los meses él asignó los días y de los días él ordenó siete”.
Y en aquellos él ordenó las horas, las midió con exactitud, de modo que el hombre pudiera reflexionar en el tiempo y contar los años, meses, horas, sus alteraciones, principio y fin, y también para que pudiera contar su propia vida, de su principio hasta su muerte, y reflexionar en su culpa y escribiera su obra buena y mala; porque ninguna obra está oculta a los ojos de Dios, de modo que cada hombre pueda saber sus obras y nunca quebrantar sus mandamientos y guardar mis escrituras de generac ión en generación.  Cuando toda creación visible e invisible, como Dios la creó,, tenga su fin, entonces cada hombre se presentará al gran tribunal y para entonces el tiempo habrá perecido y los años, y desde ese instante en adelante no habrá ni meses, ni días, ni horas, ellas se unirán entre sí y ya no contarán más.   Ahí, comenzará una bella armonía, y todos los íntegros que hayan escapado del gran juicio del Señor serán recogidos en la gran armonía, y vivirán eternamente y entonces también no habrá entre  ellos ni trabajo, ni enfermedad, ni humillación, ni ansiedad, ni necesidad, ni violencia, ni día, ni obscuridad, pero sí una gran luz. Y ellos tendrán una grande e indescriptible muralla y un paraíso luminoso e incorruptible, porque todo lo corruptible, todas las cosas corruptibles pasarían para siempre, y todo será vida eterna.  Y ahora, mis hijos, conserven sus almas fuera de toda injusticia, esa que al Señor le desagrada. Caminen frente a la faz del Señor, respetuosos y trémulos y sirvan sólo a él. Reverencien al Dios verdadero, no a ídolos necios, respeta la imagen de Dios y trae sólo tus ofrendas delante del Señor.  Dios repudia la injusticia.  Porque el Señor ve todas las cosas; cuando Él recibe los pensamientos en su corazón, entonces él dirige los intelectos y cada pensamiento está siempre delante del Señor, que hizo firme la tierra y puso a todas las creaturas en ella”.
Si miras la cielo, el Señor está allí; y si tomas conciencia de la profundidad del océano y de todo lo que está bajo la tierra,  el Señor está allí. Porque el Señor creó todas las cosas.  No reverencies las cosas hechas por el hombre, dejando por ello al Señor de toda la creación, porque ninguna obra puede permanecer escondida frente a la faz del Señor.   Caminen, hijos míos, en mansedumbre, en honestidad, en fe, en verdad, en seguridad sobre promesas, en enfermedad, en abuso, en heridas, en tentación, en desnudez, en privación, amándose los unos a los otros, de modo que ustedes se conviertan en herederos del tiempo sin fin.  Benditos sean los justos que escapan del gran juicio, porque ellos brillarán mucho más que el séptuple sol, porque en este mundo la séptima parte de toma del todo, luz, obscuridad, alimento, regocijo, tristeza, paraíso, tortura, fuego, helada y otras cosas; Él puso todo por escrito, de modo que pudieran ustedes leer y comprender.  Cuando Enoch hubo hablado a su gente, el Señor envió obscuridad a la tierra y allí fue obscuridad y cubrió todos aquellos hombres que estaban de pie con Enoch, y ellos tomaron a Enoch y lo subieron al más alto cielo, donde mora el Señor; y él lo recibió y le colocó delante de Sí, y la obscuridad de desvaneció de la tierra y de nuevo la luz brilló.  Y la gente vio, mas no pudo comprender de qué forma se habían llevado a Enoch, y glorificaron a Dios, y encontraron un registro en donde estaba trazado “el Dios invisible”; y así, regresaron todos a sus casas.  Él fue llevado al cielo en el primer día del mes Tesivan y permaneció en el cielo sesenta días.   Él escribió todos los signos de toda creación, que el Señor creó, y escribió trescientos sesenta y seis libros, y se los entregó a sus hijos y permaneció en la tierra treinta días, y de nuevo fue llevado al cielo en el sexto día del mes Tesiva, en el mismo día y hora en que nació.  Como la naturaleza de cada hombre en esta vida es obscura, de este modo son también sus conceptos, nacimiento y partida de este mundo. (o vida).  A la hora que fue concebido, e esa misma hora él murió.  Matusalem y sus hermanos, todos hijos de Enoch, se apresuraron y erigieron un altar en el sitio llamado Achuzan [Jerusalen], de donde Enoch fue llevado a la altura celeste. Y ellos tomaron bueyes sacrificables y convocaron a todo el pueblo y ofrecieron el sacrificio  delante de la faz del Señor. Toda la gente, los ancianos del  pueblo y toda la asamblea vinieron a la fiesta y trajeron regalos a los hijos de Enoch.  E hicieron una gran fiesta, regocijándose con gran alegría por tres días, alabando al Señor que les había enviado esta señal a través de Enoch, quien encontró el favor de Él,  que debe pasar a sus hijos de generación en generación, de edad en edad”.
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