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¿Somos avatares en un videojuego holográfico de los dioses?

En este artículo nos adentramos en los límites de la realidad, en que incorporamos temas metafísicos, filosóficos, esotéricos, científicos y propios de la ciencia-ficción. Como dijo en cierta ocasión sir William Osler, famoso físico y médico canadiense, y uno de los fundadores del Johns Hopkins Hospital: las filosofías de una época se han convertido en los absurdos de la siguiente, y las locuras de ayer se han convertido en la sabiduría del mañana“. Una pregunta que nos tendríamos que hacer es si los pensamientos son realmente elaborados en el cerebro o son solamente procesados por él. Tal vez sea el resultado de infinitas conexiones dentro de un super cerebro en el mundo astral, al que todos estaríamos conectados y cuya naturaleza sería energética. Si buscamos el significado de avatar, podemos encontrar esta descripción: “En Internet y otras tecnologías de comunicación modernas, se denomina avatar a una representación gráfica, generalmente humana, que se asocia a un usuario para su identificación. Los avatares pueden ser fotografías o dibujos artísticos, y algunas tecnologías permiten imagen-5el uso de representaciones tridimensionales“. Internet y el cine han popularizado el concepto de avatar. Pero, sin embargo, es un concepto que tiene un origen muy antiguo y que tiene un significado mucho más profundo. Aunque el uso original del término avatar es muy distinto, este término empezó a utilizarse en un sentido iconográfico por los diseñadores de varios juegos de rol, tales como Hábitat, en 1987, o Shadowrun, en 1989. Aunque no fue sino hasta 1992 cuando se empezó a popularizar realmente, gracias a Neal Stephenson, en su novela ciberpunk titulada Snow Crash, donde se empleaba este término para describir la simulación virtual de la forma humana en el Metaverso, una versión de Internet en el área de la realidad virtual. El término metaverso o meta-universo se usa frecuentemente para describir una visión de trabajo en espacios 3D. En definitiva, un metaverso es el mundo virtual ficticio descrito en la citada obra Snow Crash o un espacio virtual colectivo y compartido, con frecuencia creado por convergencia y compatibilización con un aspecto de la realidad externa. Los metaversos son entornos donde los humanos interactúan social y económicamente como iconos, a través de un soporte lógico en un ciberespacio, el que actúa como una metáfora del mundo real, pero sin las limitaciones allí impuestas. En palabras de Neal Stephenson, el metaverso es “mi idea cuando me encontré con que algunas palabras existentes tales como realidad virtual eran simplemente demasiado torpes para utilizarlas“. Snow Crash proporciona un caso único sobre el uso del metaverso, enseñando cómo podría ser puesto en práctica, cómo podría ser utilizado, cómo podría interconectarse con el mundo real y complementarlo.
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En la presentación de Snow Crash, el desarrollador de software Juanma Barranquero nos dice: “En 1984 vieron la luz dos novelas que iban a tener muy distinta resonancia. Una de ellas, Neuromante, del canadiense William Gibson, renovóla SF y prácticamente inventó una visión de la tecnología y su interacción con el ser humano que, plasmada más tarde en creaciones tanto literarias como cinematográficas e incluso musicales, se convertiría en uno de los memos contraculturales de más éxito de los ochenta: el ciberpunk. Aunque Neuromante no surgió de la nada (pensemos, por ejemplo, en el film Blade Runner, de 1982), el impacto que provocó su publicación la llevó a acaparar todos los premios imaginables y la convirtió en el libro de SF de referencia del último cuarto del siglo XX. Todavía se sigue reeditando. La otra novela pasó sin pena ni gloria. A juzgar por los datos disponibles, no era una obra de ciencia ficción sino más bien se trataba de una comedia juvenil. Su título era The Big U, y había sido escrita por un tal Neal Stephenson. Hoy en día los catálogos la listan como «agotada», y lleva varios años así.Entre la publicación de ambas novelas y la aparición de Snow Crash, la tercera novela de  Stephenson y la primera de este autor que se puede considerar un gran éxito, transcurrieron ocho años. En ese periodo, el ciberpunk, un movimiento renovador y con cierta tendencia al rompe y rasga y a quemar etapas, pasó como en fast-forward por todas las fases de cualquier corriente artística o literaria, hasta el punto de ser dada por muerta y a todos los efectos abandonada por casi todos aquellos que en su día abanderaron el Movimiento. Naturalmente, dejó a su paso algunos cadáveres hermosos (pensemos en la obra de Pat Cadigan, Bruce Sterling o Walter Jon Williams, por citar algunos ciberpunks notables) y una influencia duradera. Pero sobre todo generó una imparable marea de imitadores que inundaron las estanterías con aventuras más o menos clásicas a las que se había aplicado un barniz posmoderno y aderezado con términos como «red», «ciberespacio» o «IA»: nomenclatura informática y sueños digitales para disimular el agotamiento del impulso renovador, para tapar la absoluta carencia de ideas nuevas. Autoplagio. El fin de la revolución. Hasta Snow Crash, claro Stephenson es un provocador nato; lejos de él la idea de imitar o repetir los esquemas de otros autores, y en Snow Crash se encarga de demostrarlo a lo grande. Esta obra tiene la extraña habilidad de ser, simultáneamente, la más creíble y a la vez la más especulativa y fantasiosa de las novelas ciberpunk. En vez de los tecno-delirios acerca de implantes cerebrales e inteligencias artificiales ultrahumanas en los que el subgénero abunda, Stephenson diseña una extensión lógica y perfectamente plausible de las redes informáticas actuales: tanto, que en realidad es difícil explicar por qué no podría funcionar hoy en día. Y con la misma mirada racionalista extrapola otras tendencias, no ya tecnológicas sino sociales y culturales, de forma tan certera que, aunque nos parezcan exageradas o caricaturescas, no dejan de provocarnos un escalofrío. Sus personajes, lejos del tópico del héroe impasible y de recursos inagotables, piensan en sus madres, sienten miedo, meten la pata y en ocasiones querrían estar muy lejos de donde los ha llevado la acción. Son personas. Sí, claro, también son héroes (como Stephenson no deja de recordarnos de forma socarrona al llamar a uno de los principales personajes Hiro Protagonist, Héroe Protagonista). Pero, ¿cuándo fue la última vez que leíste una aventura en que el héroe no le quita el ojo de encima a su antagonista para poder huir aterrorizado si éste intenta acercarse? El mundo que nos pinta Stephenson es extraño, pero a la vez tan familiar que al leer llegamos a tener la sensación de que hemos encontrado accidentalmente el periódico de pasado mañana o del año que viene. Y las ideas con las que nos bombardea son tan sugerentes, están tan bien imbricadas, son tan…, rayos, tan originales que uno no puede sino cerrar a veces el libro por unos instantes y dejar vagar la mente por las infinitas posibilidades que nos regala generosamente Stephenson. Añádansele a la mezcla unas gotas de romance, no poca dosis de acción y grandes, inmensas cantidades de ironía aderezadas con cierta amarga reflexión, y tendremos una idea bastante aproximada de lo que nos depara Snow Crash“.

Snow Crash también tiene la importancia de la anticipación, ya que fue escrito antes de que se pudiera poner en práctica en el ciberespacio. Por ello, mucho de lo que Stephenson propone puede ser visto como una profunda descripción de los requisitos necesarios para concretar un metaverso. Y ello se está volviendo muy relevante, ya que las implementaciones modernas están empezando a afrontar los problemas que se describían en la novela. En la obra de Neal Stephenson, el Metaverso se presenta a sus usuarios como un entorno urbano, desarrollado en torno a una única carretera de 100 metros de ancho, denominada la Calle (Street), que recorre totalmente la circunferencia de 216 km. de una esfera perfecta de color negro, carente de detalle. El estado virtual pertenece a la “Global Multimedia Protocol Group“, que es la parte ficticia de la “Association for Computing Machinery“, y está disponible para ser comprado, para después allí construir edificios. Al ser una realidad virtual que no tiene porque obedecer a las leyes de la Física, el tamaño y la forma de los edificios está sujeto sólo a la voluntad de quienes lo levantan y al espacio que puedan comprar, pudiendo contratar arquitectos para que los diseñen, o diseñándolos ellos mismo si no disponen del dinero necesario o tienen el ánimo para hacerlo. Los usuarios del Metaverso acceden a él a través de terminales personales que proyectan una imagen de realidad virtual de gran calidad mediante unas gafas que utiliza el usuario, o a través de terminales públicas en cabinas, que ofrecen una imagen de baja calidad, en blanco y negro y granulada. Stephenson también describe una subcultura de gente que prefiere estar continuamente conectada a terminales portables, llevando gafas y otros equipamientos. Este tipo de personas son llamados “gárgolas”, debido a su apariencia grotesca. Los usuarios viven su experiencia en primera persona. Dentro del metaverso, los usuarios individuales aparecen como iconos, o avatares, de cualquier forma, con la única restricción de la altura, “para evitar, por ejemplo, que la gente tenga una altura de una milla“. El transporte en el metaverso está limitado a los existentes en la realidad, como a pie o en un vehículo, como el monorail, que recorre toda la Calle parando en 256 paradas (Express Ports), localizadas en intervalos de 256 km, o en paradas locales (Local Ports), situadas a un kilómetro una de otra.

Quienes tengan conocimientos de programación pueden crearse vehículos propios, como motocicletas, capaces de alcanzan velocidades enormes debido a que no están afectados por las leyes de la física o la termodinámica del mundo real. Pese a que habían aparecido conceptos similares bajo distintos nombres, especialmente en el género de ficción cyberpunk, como en la novela True Names, escrita en 1981, Stephenson escribió : “Las palabras ‘avatar’, en el sentido en que es usado en esta novela, así como ‘metaverso’, son invenciones propias que surgieron cuando ciertos términos existentes, como ‘realidad virtual’, eran demasiado imprecisos para ser usados“. Edward Castronova, profesor de Economía y Telecomunicaciones en la Universidad de Indiana, ha realizado estudios acerca de los Metaversos, en los cuales identifica tres características fundamentales de los mismos. Uno es la interactividad, en que el usuario es capaz de comunicarse con el resto de usuarios, así como de interactuar con el metaverso. Esto implica además, que sus comportamientos pueden ejercer influencia sobre objetos u otros usuarios. Otro es la corporeidad, en que el entorno al que se accede está sometido a ciertas leyes de la física y tiene recursos limitados. Además, dicho acceso se hace en primera persona. Por último tenemos la persistencia, en que aun que ningún usuario no esté conectado al Metaverso, el sistema sigue funcionando y no se para. Además, las posiciones en las que se encontraban los usuarios al cerrar sus sesiones serán guardadas, para volver a cargarlos en el mismo punto cuando vuelvan a conectarse. Si se analiza el concepto de metaverso desde un sentido más amplio que la definición de mundo virtual que le otorgó Stephenson en 1991, podemos distinguir los distintos mundos sintéticos, como pertenecientes a cuatro tipos distintos. Uno es el de los juegos y mundos virtuales, a cuyo tipo pertenecen los más similares al comentado en la novela Snow Crash. Se trata de entornos virtuales totalmente inmersivos, en los que el usuario se sumerge en una experiencia de contacto con otros usuarios y elementos dentro de un mundo virtual. Este contacto puede estar orientado a un juego, como World of Warcraft o Tibia, o más bien orientado al aspecto social del metaverso, como en Second Life. Otro tipo es el de los mundos espejo, que son representaciones virtuales detalladas de uno o varios aspectos del mundo real.
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El ejemplo más claro es el de Google Earth, que representa la geografía mundial mediante imágenes aéreas. Tenemos otro tipo que es la realidad aumentada, que consiste en la aplicación de la tecnología de mundos espejo para aplicaciones reales, que solucionan ciertas situaciones en nuestra vida cotidiana. Estas herramientas expanden el mundo físico perceptible por los usuarios, estableciendo una nueva dimensión de información útil. Por último tenemos es lifelogging, que engloba los sistemas que recogen datos sobre la vida cotidiana, con el fin de ser aplicados mediante estadísticas. A lo largo del tiempo ha habido varias implementaciones mediante software del concepto presentado de metaverso, con un mayor o menor grado de precisión. En 1995 se lanzó Active Worlds, que estaba completamente basado en Snow Crash, y que popularizó el proyecto de crear el metaverso, distribuyendo mundos de realidad virtual capaces de implementar al menos el concepto de metaverso. En 2003, Linden Lab crea un mundo virtual 3D, al que llama Second Life. El objetivo establecido para el proyecto es crear un mundo como el metaverso, pero diseñado por los usuarios, en el que los usuarios puedan interactuar, jugar, y hacer negocios. Se emplea una moneda virtual, Linden dollars, que no solo se podrá comprar, sino también vender a cambio de dinero real, como si de una divisa real se tratase. Se usa desde una perspectiva en tercera persona, aunque está disponible una vista en primera persona. Su actual tecnología no permite la percepción foto-realista descrita en la novela Snow Crash. En 2013, un profesor de física, Shawn Young, crea un juego de rol en línea, llamado Classcraft. Con este juego cambió la perspectiva de participación en el aula. Su intención era ayudar a sus alumnos a tener éxito en la escuela. Varios juegos online multi-jugador pueden ser considerados como metaversos, como, por ejemplo, World of Warcraft o Tibia, a pesar de que se centren en un juego más que en el aspecto social.

En el marco del hinduismo un avatar es la encarnación terrestre de un dios, en particular Vishnú. Los diez avatares de Vishnú son Matsia, Kurma, Varaja, Vamaná, Krisná, Kalki, Buda, Parasuram, Rama y Narasinja. Se dice por ejemplo que el dios Krisná es el octavo avatar del dios Vishnú. El término sánscrito avatāra significa ‘el que desciende’, y proviene deavatarati. La palabra también se utiliza para referirse a encarnaciones de Dios o a maestros muy influyentes de otras religiones, aparte del hinduismo, especialmente a los adherentes a tradiciones dhármicas cuando tratan de explicar a personajes como Cristo. De acuerdo con los textos hindúes Puranas, han descendido incontable número de avatares en nuestro universo. Dentro del vaisnavismo, los muchos avatares han sido categorizados en diferentes tipos de acuerdo con la personalidad y el rol específico descrito en las Escrituras. No todos son reconocidos como encarnaciones completas o directas de Vishnú.  Algunos avatares se cree que son almas bendecidas o apoderadas con ciertas virtudes de origen divino, aunque son almas individuales. Esto nos lleva a la opinión de que, tal vez, todos nosotros somos algún tipo de avatares de algún ser superior en un entorno tridimensional y sujetos a las limitaciones de tiempo y espacio. Tal vez cuando soñamos trascendemos de este mundo físico y vislumbramos algo de este mundo solo reservado a los “dioses” que nos “manejan”. Podemos imaginarnos la situación como la de un titiritero (“dioses”) que construye marionetas (los seres humanos)  y las maneja en sus particulares representaciones teatrales. A este respecto vale la pena hablar en relación a las diferencias que existen entre la mente consciente, la mente inconsciente y la mente subconsciente, cuyos conceptos muchas veces son confusos. La ciencia ha logrado grandes avances en conocer la manera cómo funciona el cerebro humano, llegando a conclusiones interesantes. Y la división de nuestra mente en tres partes parece ser la teoría más aceptada por estos días, por su aplicabilidad a la vida real. Parece que, como seres humanos, hemos evolucionado para adaptarnos a nuestro entorno, a las nuevas necesidades que nos surgen como especie y al desarrollo de nuestra inteligencia. Sin embargo, a diferencia de los animales, el desarrollo humano fue principalmente intelectual. Las partes en que se acostumbra a dividir nuestra mente son la consciente, la inconsciente y el subconsciente. Cada una de ellas tiene igual importancia en nuestro comportamiento y actitud.
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Pero el hecho de que se tome en consideración está subdivisión en tres partes explica los deseos y comportamientos humanos. La mente consciente es la más conocida de todas. Es en la que desarrollamos directamente la inteligencia y mediante la cual adquirimos los conocimientos. También podríamos denominar a la mente consciente como la mente lógica o racional. Es la que nos permite tomar decisiones acertadas, en determinados instantes, en base a las condiciones y el análisis que se pueda realizar sobre ellas. La mente consciente es la que usamos para saber cómo hacer lo que vamos a hacer. Es con la que le prestamos atención a los detalles y con la que llevamos a cabo nuestras acciones. Usamos nuestra mente consciente, por ejemplo, para decidir si cruzar o no la calle, en base al tráfico en determinado momento. La mente consciente muchas veces hace uso de los recuerdos y de las memorias almacenadas, por lo que tiende a desarrollar y mejorar sus habilidades con el tiempo. Pero lo más curioso es que mientras más se desarrolla una habilidad conscientemente, más se vuelve subconsciente y hasta inconsciente. Los enlaces neuronales que componen la mente consciente, por lo regular son robustos y vienen programados, no sólo desde nuestros antepasados, a través de la genética, sino también desde nuestra infancia, a través de nuestro aprendizaje. Podemos decir que quizás es la mente consciente la que percibimos como más activa en todo momento y con la que forjamos nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. La mente subconsciente, en cambio, es la mente emocional. Es aquella que se deja llevar por los gustos, los deseos y la emoción. Subconscientemente creamos fuertes enlaces neuronales hacia ciertos objetos, lugares, o personas. Por ejemplo, si intentamos cambiar el  lugar donde guardamos objetos que utilizamos a menudo, nos llevará unos cuantos días acostumbrarnos a su nueva ubicación. Ello es debido a que la conexión neuronal se había fortalecido y, de manera subconsciente, conocíamos su ubicación, por lo que no teníamos que pensar conscientemente en dónde buscar. Mientras más se realice una acción conscientemente, más subconsciente se vuelve, en ocasiones incluso hasta llegar a convertirse en inconsciente. Pero no sólo ocurre con las acciones del día a día. Ocurre también con nuestros sentimientos. Cuando nos habituamos a estar con alguna persona, a intercambiar emociones, nuestra mente subconsciente va fortaleciendo sus conexiones neuronales hacia esta otra persona y, posteriormente, puede llegar a surgir el amor.

Nuestra mente subconsciente es la encargada de obligarnos a llevar a cabo acciones que en ocasiones consideramos irracionales. Es la encargada de nuestros sentimientos, pues es la mente que nunca olvida. A través de la mente subconsciente, se tiene acceso a todos los recuerdos que el cerebro ha almacenado. Si quisieras conscientemente recordar todo lo que has hecho en tu vida, lo más posible es que lo encontrases bastante difícil. Pero cosas que incluso creías que habías olvidado las puedes recordar si logras tener un acceso a esta mente subconsciente. Como, por ejemplo, cuando hablamos con un viejo amigo de experiencias pasadas. Estas conversaciones crean atajos a nuestros recuerdos almacenados en el cerebro, y los traen de vuelta mediante nuestra mente subconsciente. Es por esta mente subconsciente que podemos recordar cosas tan abstractas como sentimientos hacia un cierto lugar o con ciertas personas. No sólo las demás personas pueden comunicarse con nuestra mente subconsciente, sino que también nosotros mismos podemos hacerlo, aunque sea un proceso un poco complejo. Nuestra mente inconsciente es la más primitiva de todas. Es aquella que almacena todas las experiencias vividas por nuestra especie en sus millones de años de existencia. Es la encargada de gestionar cuestiones fisiológicas tales como la respiración. Fácilmente puedes controlar de manera consciente tu respiración y aumentar, disminuir o detener su ritmo en cualquier momento. Pero cuando no lo haces, y estás ocupado en otras cosas, tu mente inconsciente toma el control y te permite seguir viviendo. Cuando estás durmiendo, por ejemplo, no piensas en respirar, ya que tu mente consciente no está activa. Está viviendo un trance que las otras dos mentes imponen, con el objetivo de brindar descanso al cuerpo y, como recientemente se ha descubierto, consolidar la memoria a largo plazo, que parece es la verdadera función del dormir. La mente inconsciente es la que, por ejemplo, te hace cerrar los ojos cuando detecta algún peligro potencial acercándose a tu rostro. O la que mueve tus brazos para protegerte cuando alguien intenta golpearte. En definitiva, es una mente reactiva y cuyos patrones de acción están determinados por situaciones y vivencias milenarias. Inconscientemente realizamos todo tipo de cosas que incluso hoy en día podrían considerarse obsoletas, según el avance intelectual de nuestra especie. Es también la encargada de hacernos sentir placer y dolor. Es esta la mente encargada de centrarnos en nuestra zona de confort y de alejarnos de los aspectos negativos de la vida. A pesar de que también es posible comunicarse con esta mente inconsciente, y hasta cambiar su forma de dominar nuestras acciones, es la más compleja de todas. Debido a que sus funciones vienen determinadas por una genética muy potente de muchos años de aprendizaje y error.
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Supongo que la mayoría de los lectores alguna vez se han preguntado ¿para qué estamos en esta vida? La pregunta es relevante ya que nos podemos preguntar si la vida de la mayoría de la población tiene algún sentido transcendental. Y la respuesta, en la mayoría de los casos, es de un rotundo no. Adi Shankara (788-820), uno de los más importantes pensadores de la India, dijo: “Al igual que la apariencia de plata en la madreperla, el mundo parece real hasta que uno se da cuenta del Ser, la realidad subyacente“. Shánkara afirma que la única doctrina de los Upanishad es la de la unidad. Se conoce como Upaniṣad a cada uno de los más de 200 libros sagrados hinduistas escritos en idioma sánscrito entre el siglo VII a. C. Frente al politeísmo del Rig-veda, con dioses concretos como Indra, Varuna y Mitra, la doctrina upanishádica defiende la existencia de una divinidad, Brahman, única y absoluta, que a veces se identifica con el creador del universo, el dios Brahmá, a veces con su conservador, Visnú, y a veces con su destructor, Shivá. En el segundo libro de los Upanishads, la divinidad se describe así: “El Absoluto es como un terrón de sal que se disuelve en el agua y no hay manera de retenerlo en las manos; pero que si se extrae el agua, la sal queda ahí. Así es ese gran ser infinito, ilimitado“. En los Upanishads se dice que el hombre está conectado con la divinidad y puede llegar a identificarse con él «a través del hilo que une este mundo con el otro mundo y con todas las cosas». La salvación consiste en comprender que la realidad eterna es igual al atma, equivalente al alma de cada individuo. Para la nueva doctrina, todo lo que sucede está constantemente cambiando, siguiendo un ciclo que se repite. En ese ciclo, cada ser persigue realizar su dharma, aquello para lo que está hecho. El dharma del agua es fluir; el del fuego, quemar; el del pez es nadar; el del ave, volar. El dharma del ser humano consiste en alcanzar la salvación y unirse a la divinidad. Sin embargo, puesto que no puede haber unidad separada de la diversidad, Shánkara no denomina “monismo” a su doctrina, sino solamente no dualidad. Mohit Kumar Mishra nos dice: “Lo que Albert Einstein llamó ilusión óptica, los hindúes la denominaron Maya o Ilusión“. ¿Es posible que seamos unos meros actores en un videojuego de los “dioses” y estemos viviendo dentro de una sofisticada simulación por computadora? Matrix es una trilogía de películas de ciencia ficción escritas y dirigidas por los hermanos Wachowski, y que está compuesta de las películasThe Matrix (1999), The Matrix Reloaded (2003) y The Matrix Revolutions (2003).

Curiosamente, las dos últimas fueron rodadas a la vez, pero estrenadas con cierta diferencia, aprovechando el éxito de la primera. Adicionalmente, la serie de cortometrajesAnimatrix muestra material extra, sirviendo a la vez de enlace entre la primera y las otras dos películas, y sirve de trasfondo para la trilogía, explicando, por ejemplo, el origen y el desarrollo de la guerra entre la humanidad y sus creaciones. La saga se ha convertido en un referente en la ciencia ficción, y algunas de sus escenas de lucha y desafío de las leyes naturales han sido ampliamente emuladas y reflejadas, tanto en otras películas como en trabajos de aficionados. La película plantea que, en el futuro, casi todos los seres humanos han sido esclavizados, tras una dura guerra, por las máquinas y las inteligencias artificiales creadas. Éstas mantienen a los seres humanos en suspensión, y con sus mentes conectadas a una simulación social que representa el final del siglo XX, llamado Matrix. Los seres humanos son usados por las máquinas para obtener energía, y los pocos humanos descendientes de los que no cayeron en las redes de los robots o que han sido liberados de Matrix, viven en la ciudad de Zion. Desde allí, una pequeña flota de naves se mueve por el subsuelo, entrando de forma clandestina en Matrix y tratando de liberar cada vez a más personas conectadas, buscando a aquellos que intuyen que algo no es correcto en el ilusorio mundo en que viven. Algunos de los capitanes de estas naves, como Morfeo, creen que hay alguien en Matrix que es El Elegido, la persona que acabará con la guerra y con las máquinas, según una antigua profecía. Morfeo se fija en Neo, un pirata informático que vive atrapado en Matrix sin saberlo, creyendo que él puede ser el elegido. Neo es liberado gracias a la acción de Trinity, miembro de la tripulación de Morfeo, pero a la vez es perseguido por unos programas de Matrix, los agentes, liderados por Smith, que pretenden acceder a los ordenadores de Zion gracias a la traición de otro subordinado de Morfeo, Cypher. Los agentes consiguen capturar a Morfeo, y Neo es forzado a rescatarle arriesgando su vida. Al final de la primera película Neo se revela como El Elegido y acaba con Smith. En las siguientes entregas, la acción se divide entre la realidad, donde las máquinas deciden atacar directamente Zion, y el mundo virtual, donde Smith está infectando Matrix con un virus. Zero One es la ciudad en donde están las máquinas dotadas de inteligencia artificial. Fue fundada después del destierro del mundo humano. Está ubicada en Oriente Medio, la cuna de la civilización humana.

Zero One comenzó a prosperar rápidamente y su mercado crecía con sus productos de excelente calidad, dejando atrás a los productos manufacturados por los humanos. Esto produjo una gran recesión en la economía humana, hecho que provocó la envidia e indignación de los grandes líderes. Así fue como Zero One comenzó a ser acosada, recibiendo embargos y bloqueos, hasta que la situación se desbordó y se inició un continuo bombardeo nuclear sobre la ciudad. Animatrix menciona esto como el “Segundo Renacimiento“: ” Zero One fue sumida en el calor de mil soles […] Pero las máquinas, al contrario de sus creadores de piel delicada, no tenían que preocuparse por la radiación…“. Fue así como Zero One comenzó a expandirse y conquistar territorios humanos en gran parte del planeta, casi sin resistencia, desencadenando una cruenta guerra con el resto de la humanidad. Durante el corto “segundo renacimiento“, de Animatrix, se la muestra tal como fue en sus comienzos y durante la guerra. Después se la vuelve a mostrar en The Matrix Revolutions, cuando Neo y Trinity se dirigen hacia ella. Está defendida por una barrera prácticamente infranqueable de máquinas de combate gigantescas y centinelas apostados en tierra que se activaron cuando la Logos se acercaba. La película destaca por mostrar el concepto clásico de la filosofía sobre si el mundo que nos rodea es real o ficticio. En especial desde las ideas del mito de la caverna de Platón, una alegoría acerca de vivir creyendo que lo irreal y falso es la verdad. Además tiene una clara referencia a la filosofía cartesiana en cuanto a la imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia, siendo la mente, en tanto que consciencia del “yo“, lo único que permanece en ambos estados. The Matrix ilustra el problema mostrado por la ciencia ficción, principalmente en la obra Neuromancer, de William Gibson, con la que comparte muchas similitudes, y en literatura sobre robots, aunque las obras de Isaac Asimov se oponen a esta posibilidad. También tenemos películas como 2001, una odisea del espacioTerminator Yo, Robot, sobre la posibilidad de que las máquinas y la inteligencia artificial creadas por el hombre se rebelen contra él.
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El argumento de The Matrix es muy similar al descrito en las Memorias de Ijon Tichy, un personaje de ficción, el más carismático y famoso de los creados por el autor polaco de ciencia ficción Stanisław Lem. En el capítulo 1 se describe al profesor Corcorán, que había creado universos mecánicos con seres virtuales, pero con plena conciencia de su existencia. Al igual que en The Matrix, en estos universos mecánicos existían espíritus y adivinadores, y los deja-vu ocurrían por pequeñas anomalías, como el aire o una hormiga, en sus elementos mecánicos. Las diferentes interpretaciones de The Matrix proceden de las filosofías de Jean Baudrillard, filósofo, sociólogo y crítico de la cultura francesa, y George Berkeley, filósofo irlandés, incluyendo la conversación entre Smith y Cypher en la primera película de la trilogía. La idea de un mundo irreal al que se percibe como real es una alegoría acerca de la alienación denunciada por ciertos postulados filosóficos, donde la idea de la Matrix sirve como parábola para ilustrar el concepto de una falsa realidad opresiva y alienadora. Matrix es la película más filosófica que se haya hecho nunca. Cada paso de su vertiginoso argumento puede ser puesto en conexión con algún problema filosófico. Si el mundo que conocemos no es más que un sueño virtual nuestro, ¿convierte el sueño en realidad? Si tuviéramos la posibilidad de salir de ese mundo soñado para regresar a otro más real pero menos agradable, tomando la pastilla roja, ¿sería un fracaso moral no hacerlo? ¿Puede vivir la mente sin el cuerpo o el cuerpo sin la mente?  La vida diaria que percibimos con nuestros cinco sentidos, no sería realidad. La física cuántica ha mostrado que el espacio y tiempo son ilusiones de la percepción. Por lo tanto, nuestros cuerpos no pueden ser realidad si ocupan un espacio.  Ernest Rutherford, físico y químico neozelandés, realizó un experimento en Manchester, que le reveló la forma del interior del átomo. Los científicos se conmocionaron al descubrir que el átomo es en su mayoría espacio vacío. La pregunta entonces fue: ¿Es posible que este átomo vacío pueda formar el mundo sólido que nos rodea?  Nuestra verdadera conciencia no existiría en nuestros cerebros o en nuestros cuerpos. La disolución de nuestros cuerpos individuales, junto con la desinformación de nuestros verdaderos orígenes, ha manifestado la idea de que todos pensamos independientemente. Entonces parecería imposible explicar científicamente la telepatía, la clarividencia, los mediums espirituales, y otros fenómenos involucrados en la transferencia de información sin el uso de medios físicos de comunicación.

Una de las cualidades más sorprendentes de los sueños es su imaginería vívida y asombrosamente detallada, su mundo visual intrincado y revestido de ese aire de realidad que deja perplejos cuando se recuerdan al despertar. Yo tengo una experiencia personal al respecto. Se trata de un extraño sueño que tuve una noche del mes de agosto de este año, 2016. Pero lo extraño realmente no fue el sueño, sino los descubrimientos que hice al día siguiente de haber tenido dicho sueño. Curiosamente tuve este sueño una de las noches en que más horas seguidas estuve dormido sin despertarme (unas siete horas). Además el sueño fue de una gran nitidez, en cuanto a los paisajes y otros elementos que figuraban en el mismo. En el sueño me veía delante de un edificio parecido a un convento o algo similar, ya que tenía pequeñas ventanas alineadas en varios pisos. Era un edificio grande, de un color marrón, con tejados como los que se ven en zonas en que suele nevar . En el frontal del edificio figuraba la palabra “Residence“, residencia en francés. En el sueño miraba un mapa, parecido al que podemos ver con la visión desde satélite mediante Google Maps. En el mapa veía un edificio, que era la residencia antes indicada. Desde este edificio se veía un gran parque/jardín que ascendía por un tipo de colina y que finalizaba en una gran explanada, en que figuraba el texto “La Bastille“. A la izquierda de esta explanada se veía una señal de estación de tren o funicular. Luego en el sueño veía como entraba en la estación de un supuesto funicular. La siguiente imagen era como si estuviese en un teleférico que descendía y desde el que veía todo el paisaje alrededor. Se veía una ciudad con un río y rodeada de montañas. En este momento me desperté, pero el recuerdo del sueño se mantuvo con toda nitidez. Lo que me había parecido más sorprendente era la claridad del mapa que había visto durante el sueño, que me parecía como una especie de clave. Como en dicho mapa aparecía la palabra “La Bastille“, muy representativo de la Revolución Francesa y que figura en casi todas las ciudades francesas, supuse que la ciudad, en el caso que existiese en realidad, tenía que ser francesa. Pensé en que ciudad francesa podía estar rodeada de montañas y me planteé que probablemente Grenoble, situada en las estribaciones de los Alpes, podría ser candidata.

Fui a mi ordenador y abrí Google Maps. De todos modos en aquellos momentos no creía poder encontrar una equivalencia con el mapa que había visto en sueños, y menos en Grenoble, ciudad que no había visitado ni de la que nunca había consultado un mapa de la misma. Pero como me intrigaba el misterioso mapa del sueño, me puse a teclear en Google Maps “La Bastille, Grenoble“. En la pantalla aparecieron las ruinas de un fuerte, llamado Fort de la Bastille. Reduje la imagen para abarcar una zona mayor y, !oh sorpresa!, apareció ante mis ojos exactamente el mismo mapa que había visto en mis sueños. Pero la sorpresa no finalizó aquí. Como vi que el edificio “residence” en realidad era “Résidence du Rabot – Crous Grenoble Alpes“, que en realidad es una residencia universitaria, busqué imágenes de la misma y comprobé que coincidían con el edificio que había visto en mis sueños. Luego pude ver que el supuesto funicular que había visto en mis sueños realmente es un teleférico, que fue inaugurado en 1934, aunque posteriormente fue modernizado. También accedí a una visión virtual periférica desde el teleférico, y también coincidía con el paisaje que había visto en mi sueño. La verdad es que me quedé impactado. ¿Cómo podía ser que “viviese” en sueños una visita a unos lugares reales, en que nunca había estado? Un estudio neurofisiológico con personas dormidas ha revelado que la actividad cerebral durante el sueño REM, el sueño con sueños, es muy parecida a la de la vigilia, cuando estamos despiertos. Si las imágenes durante el sueño parecen reales es porque para el cerebro lo son. El resultado resta misterio al sueño, pero le añade lógica neuronal. La investigación de Yuval Nir, Itzhak Fried y sus colegas del Laboratorio de Ciencias Cognitivas de París, la Universidad de Wisconsin, en Madison, y la Universidad de Tel Aviv, se basa en un análisis extenso, durante la vigilia y el sueño, sobre la actividad eléctrica de un total de 2057 neuronas individuales y con unos electroencefalogramas particularmente precisos, en que los electrodos estaban situados dentro del cráneo. Han podido hacerlo porque los voluntarios eran pacientes epilépticos sometidos a cirugía intracraneal. Los resultados aparecen en la revista Nature Communications. El sueño sigue siendo tan misterioso hoy como en la antigüedad. Pero uno de los descubrimientos más importantes sobre esta materia ocurrió en la década de 1950. Se trata del sueño REM, la fase principal en la que ocurren los sueños. REM son las siglas de Rapid Eye Movements, o movimientos rápidos de los ojos. Pero, ¿son esos movimientos una señal de que el cerebro está emulando el procesamiento de las señales visuales típicas de la vigilia?
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El trabajo de Yuval Nir y sus colegas no llega a demostrarlo, pero sí que se convierte en la hipótesis más probable sobre el sueño REM. Los científicos muestran que las neuronas individuales se comportan de un modo muy similar, en todos sus detalles, a cuando están en vigilia. Esto es particularmente cierto en un área concreta del córtex cerebral, el lóbulo temporal medial, que, según se sabe por estudios anteriores, está directamente implicada en la formación de memorias visuales de alto nivel, Se trata del nivel en que, por ejemplo, los rasgos de una cara dejan de importar y la cara en su conjunto pasa a constituir un significado en sí misma: “Dado que la actividad del lóbulo temporal medial está íntimamente relacionada con la consciencia visual, nuestros resultados pueden implicar que los movimientos rápidos de los ojos durante el sueño REM reflejan un cambio de la imaginería visual en los sueños, pero se necesitan investigaciones adicionales para establecer esta posibilidad de forma inequívoca”. No solo las lecturas de las neuronas individuales revelan el gran parecido entre los sueños y la vigilia. También la detección por electroencefalograma (EEG) apunta en el mismo sentido. El EEG tiene el inconveniente de su escasa precisión cartográfica, pero la ventaja de que las grandes ondas y variaciones de potencial que detecta son fenómenos globales del córtex cerebral, que, en muchos casos, se asocian a procesos de alto nivel, como el procesamiento semántico del lenguaje. La interpretación de los sueños está todavía lejos de ser eficiente. Para descifrarlos, sin embargo, ayudará mucho saber lo mucho que se parecen a la vida misma. Considerados de modo superficial, los movimientos rápidos de los ojos durante el sueño REM pueden parecer muy distintos a los de cuando se está consciente y mirando algo. Cuando se lee, los ojos parecen moverse por las letras de manera continua y parsimoniosa. Pero, como demostró un oftalmólogo francés del siglo XIX, Émile Javal, por el sencillo procedimiento de adosar un pequeño espejo al margen del libro que estaba leyendo. Mientras él creía seguir la secuencia de letras con parsimonia, el espejo le decía la verdad. Sus ojos se movían con rapidez de manera discontinua, con unos tirones bruscos, como sacudidas (saccades). Los movimientos rápidos del ojo al mirar algo se siguen llamando saccades en la literatura científica.

Crecemos pensando y creyendo que el mundo y la realidad en la que existimos es algo tangible y físico. Sin embargo, las percepciones son entendidas tan subjetivamente que no reflejan una realidad objetiva, si tal realidad siquiera existe. El universo es como un espacio vacío, con fragmentos de materia esparcidos. Pero ahora empiezan a percibirse como una proyección holográfica derivada de una realidad primaria, que sería invisible a nuestros instrumentos biológicos y tecnológicos. La evidencia de una realidad holográfica no puede ser ignorada. Lo que le da mayor credibilidad son aquellos que han experimentado estados de conciencia más elevados a través de la meditación o la proyección astral. Como ejemplo tenemos la investigación realizada en 1982 en la Universidad de París, en que se descubrió que bajo ciertas circunstancias las partículas subatómicas, como los electrones, son capaces  de comunicarse instantáneamente entre sí, independientemente de la distancia que los separa.  De alguna manera cada partícula siempre parecía saber lo que hacía la otra. El gran físico norteamericano David Bohm creía que estos resultados implican que la realidad objetiva no existe. A pesar de su aparente solidez, el universo es en el fondo un gigantesco y espléndidamente detallado holograma. Dentro de un holograma, no importa cuántas veces se divida el conjunto, la parte siempre contendrá su totalidad. La deducción de los experimentos holográficos concluyen que la autonomía y la separación son una ilusión, o maya, y que todo es uno. La unidad es un concepto que encontramos en el sistema de creencias que se manifiesta en el ámbito de la conciencia humana. Si este es el caso, entonces el universo es en sí mismo una proyección, un holograma. Si la aparente separación de las partículas subatómicas es ilusoria, significa que en un nivel más profundo de la realidad, todas las cosas en el universo están interconectadas. Según esto, los electrones de un átomo de carbono en el cerebro humano están conectados a las partículas subatómicas que componen cada corazón que late y cada estrella que brilla en el cielo. La unidad prevalece. En un universo holográfico, incluso el tiempo y el espacio ya no pueden ser considerados como fundamentales. Debido a que conceptos tales como la ubicación se descomponen en un universo en el que nada es verdaderamente independiente de cualquier otra cosa, el tiempo y el espacio tridimensional, como las imágenes en los monitores de televisión, también tendrían que ser vistos como proyecciones de este orden más profundo. En su nivel más profundo, la realidad es una especie de super holograma en el que el pasado, el presente y el futuro existirían simultáneamente.
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El universo de tres dimensiones en que vivimos sería un holograma creado a partir de una realidad primaria que está fuera del espacio y el tiempo, por lo que es una copia de algo “real“, en que nuestro verdadero yo está en otra realidad. Nuestra conciencia sería nuestro yo real. La conciencia es todo y nada, ya que todo lo que es, en realidad es la conciencia.     Un universo holográfico explicaría casi todas las experiencias paranormales y místicas. Las Experiencias Cercanas a la Muerte podrían ser explicadas mediante un universo holográfico, en el que la muerte es un simple cambio en la conciencia de una persona, que pasaría de un nivel del holograma de la realidad a otro. Los actuales modelos neurofisiológicos del cerebro son insuficientes y sólo un modelo holográfico puede explicar cosas, tales como experiencias arquetípicas, encuentros con el inconsciente colectivo, y otros fenómenos inusuales experimentados durante los estados alterados de conciencia. Un modelo holográfico para el universo explicaría los sueños lúcidos, en los que esos sueños serían visitas a realidades paralelas, como tal vez sucedió con mi sueño, que antes relaté. Las sincronicidades podrían ser explicadas por el modelo holográfico. Nuestros procesos de pensamiento están mucho más íntimamente conectados con el mundo físico de lo que se pensaba anteriormente. Sincronicidad es el término elegido por Carl Gustav Jung para aludir a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal». Las sincronicidades tienden a alcanzar su punto máximo justo antes de una nueva comprensión o conocimiento. La telepatía, la precognición, los sentimientos místicos de unidad con el universo, e incluso la psicoquinesis, hipotética capacidad de la mente para influir en la materia y energía, pueden explicarse mediante el modelo holográfico. La holografía puede explicar la razón por la que nuestro cerebro puede almacenar tantos recuerdos en tan poco espacio. Se considera que nuestro cerebro puede almacenar 280 trillones de bits de información.  La holografía también puede explicar cómo somos capaces de recordar y olvidar, cómo somos capaces de tener memoria asociativa, como tenemos la capacidad de reconocer objetos familiares, como tenemos la capacidad para la transferencia de nuevas habilidades, como tenemos la capacidad de construir un mundo “más allá“, y cómo somos capaces de tener una memoria fotográfica. El cerebro, por lo tanto, sería una proyección holográfica creada a partir de una realidad primaria, fuera del espacio y del tiempo. Todas las realidades relativas son creadas por la conciencia que existe en relación a sí misma. No hay nada más. Ninguna de las cosas que percibimos como separadas tiene una existencia independiente, ya que todos son, en realidad, extensiones relacionales de la unidad subyacente de la conciencia. La realidad física sería un producto de la conciencia. Pero la conciencia no sería un producto de la realidad física.

Hace unos 2500 años, el Sutra de la Guirnalda o Sutra Avatamsaka, un voluminoso texto budista mahāyāna, que algunos consideran como la más sublime revelación de las enseñanzas de Buda, describió alegóricamente el cosmos a través de las imágenes de la red de Indra. En Cosmología Hindú, los encontramos en los Puranas, en sánscrito, escritos hace 3000 años, bajo el concepto de las Perlas de Indra. Es una red de cuerdas de seda que se expande al infinito en todas las direcciones y que contiene en cada intersección una perla de gran brillo que refleja sobre sí cada una de las perlas de la red, y así sucesivamente, como espejos hacia el infinito. Recientes investigaciones apuntan a que el Universo pudiera tener la forma de un toroide y ser como una sala de espejos en la que la luz viaja a través de un universo pequeño, creando una cadena de imágenes y reflejos aparentemente infinita. El concepto budista de la interpenetración sostiene que todos los fenómenos están íntimamente conectados; para la escuela Huayan, filosofía budista mahāyāna que surgió y tuvo auge en China durante la dinastía Tang, la red de Indra simboliza un universo donde todos los miembros del universo tienen relaciones mutuas repetidas infinitamente. Esta idea es comunicada con la imagen de interconexión del universo como es vista en la red del dios hinduista Indra. Esto esencialmente describe un universo holográfico que organiza sus fenómenos emergentes de una manera fractal. Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y deriva del latín fractus, que significa quebrado o fracturado. Muchas estructuras naturales son de tipo fractal. La propiedad matemática clave de un objeto genuinamente fractal es que su dimensión métrica fractal es un número no entero. Si bien el término “fractal” es reciente, los objetos hoy denominados fractales eran bien conocidos en matemáticas desde principios del siglo XX. Las maneras más comunes de determinar lo que hoy denominamos dimensión fractal fueron establecidas a principios del siglo XX en el seno de la teoría de la medida. Un fractal natural es un elemento de la naturaleza que puede ser descrito mediante la geometría fractal. Las nubes, las montañas, el sistema circulatorio, las líneas costeras o los copos de nieve son fractales naturales. Esta representación es aproximada, pues las propiedades atribuidas a los objetos fractales ideales, como el detalle infinito, tienen límites en el mundo natural.
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Para encontrar los primeros ejemplos de fractales debemos remontarnos a finales del siglo XIX. En 1872 apareció la función de Weierstrass, cuyo grafo hoy en día consideraríamos fractal, como ejemplo de función continua pero no diferenciable en ningún punto. Posteriormente aparecieron ejemplos con propiedades similares, pero con una definición más geométrica. Dichos ejemplos podían construirse partiendo de una figura inicial, a la que se aplicaban una serie de construcciones geométricas sencillas. La serie de figuras obtenidas se aproximaba a una figura límite que correspondía a lo que hoy llamamos conjunto fractal. Así, en 1904, Helge von Koch definió una curva con propiedades similares a la de Weierstrass: el copo de nieve de Koch. En 1915, Waclaw Sierpinski construyó su triángulo y, un año después, su conocida alfombra. En un magnífico libro, titulado El Tao de la Física, el físico austriaco Fritjof Capra explica la importancia de la red de Indra para la física de partículas, afirmando que: “las partículas están dinámicamente compuestas unas de otras en una forma auto-consistente, y en ese sentido se puede decir que se ‘contienen’ entre sí“. Este es un principio del holograma, en que cada parte contiene dentro de sí la información que codifica para la totalidad. En otras palabras, toda la información existe fundamentalmente de forma no local, infinitamente reflejada en todas las facetas de la existencia. En realidad un holograma es una imagen en 3D que uno puede observar desde diferentes ángulos, y que es producida cuando una sola luz láser es dividida en dos rayos separados. El primer haz rebota en el objeto a ser fotografiado. Entonces se permite que el segundo haz choque con la luz reflejada de la primera emulsión fotográfica, o película. Cuando esto sucede, estos haces crean un patrón de interferencia que se graba en la película. Es una imagen que no se parece en nada al objeto fotografiado, y algo parecido a los anillos concéntricos que se forman cuando lanzamos piedras en un estanque.

Pero tan pronto como otro rayo láser, o una fuente de luz brillante, se hace brillar a través de la película, vuelve a aparecer una imagen tridimensional del objeto original. Es más, si la imagen está, por ejemplo, dividida en varios fragmentos, cada sección contendrá, no una sección particular del objeto, sino todo el objeto. La información es distribuida de forma no-local a través de toda la película holográfica. La capacidad del holograma para almacenar y procesar grandes cantidades de datos se debe esencialmente a las propiedades de la luz. En 1997, un joven físico teórico argentino, llamado Juan Martín Maldacena, utilizó la teoría M, que sugiere que la totalidad del mundo manifiesto podría ser un proyección holográfica de información incorporada en su límite. Las branas son entidades físicas conjeturadas por la teoría M y la cosmología de branas. En la teoría M, se postula la existencia de p-branas y d-branas, ambos nombres referidos a “membrana“. Las p-branas son objetos de dimensionalidad espacial p, como, por ejemplo, una cuerda es una 1-brana. En cosmología de branas, el término “brana” se utiliza para referirse a los objetos similares al universo cuadridimensional, que se mueven en un “bulk” (sustrato) de mayor dimensión. Las d-branas son una clase particular de p-branas. Según la teoría de cuerdas, las membranas existen en la undécima dimensión, siendo, en realidad, infinitas. Se dice que cada membrana corresponde a un universo. Por ejemplo, a nuestro universo le corresponde una membrana y las otras membranas serían universos paralelos. Según algunos físicos, el universo es una membrana esférica, en que los bordes de las membranas forman ondulaciones que están en constante movimiento. Se dice que estas membranas se mueven en “forma de olas” en esta undécima dimensión. Esta dimensión sería sumamente delgada e infinitamente larga. Se considera que la materia y la energía sólo pueden transmitirse a través de las cuatro primeras dimensiones, excepto la gravedad que puede difundirse en las once dimensiones. La materia de una dimensión puede alterar el espacio-tiempo de otra dimensión paralela. De hecho, fenómenos similares fueron los que indujeron esta teoría.
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Utilizando el contenido de información de sólo dos dimensiones en el espacio, podemos crear un holograma que represente las tres dimensiones. El número de píxeles que el holograma comprende es proporcional sólo al área de la región que es descrita, no el volumen, lo que sugiere que a pesar de los lejos que esté el supuesto límite de nuestro universo, no sería importante en la proyección de nuestra realidad. La afirmación de que el multiverso es creado por información holográfica organizada está cada vez más aceptada en todos los niveles conocidos de la existencia. Los últimos descubrimientos en todas las disciplinas científicas están revelando que el mundo físico está como formado por un campo holográfico, por lo que es de naturaleza interrelacionada, coherente y armónica en todas las escalas de la existencia. Unos científicos alemanes, utilizando equipos para detectar ondas gravitacionales, se encontraron con un ruido especial e inesperado, posiblemente el sonido de las microscópicas convulsiones cuánticas del espacio-tiempo, de acuerdo con las hipótesis de Craig Hogan, físico de Fermilab en Illinois. Hogan había predicho la existencia de este sonido y sospechaba que podía ser debido a que el universo es un “gigantesco holograma cósmico“. El físico norteamericano Raphael Bousso, especializado en la teoría de cuerdas, ha escrito: “El mundo no se nos presenta como un holograma, sino en términos de la información necesaria para describirlo. Lo sorprendente es que el principio holográfico funciona para todas las áreas y en todos los espacio-tiempo“. Además, demostrando que esto se aplica a todas las escalas, a nivel cuántico, investigadores de IBM crearon una proyección holográfica mediante un montaje de varias docenas de átomos de cobalto de 20 nanómetros de diámetro. Cuando insertaron un átomo de cobalto magnético y la bombardearon con electrones en un punto focal de la elipse, una imagen fantasmal del átomo, totalmente configurada, apareció en el otro foco de la elipse. El físico experto en teoría de cuerdas, Leonard Susskind, opina que: “Uno de los descubrimientos más extraños de la física moderna es que el mundo es una especie de imagen holográfica“. David Bohm y el psicólogo Karl Pribram descubrieron las propiedades holográficas de la naturaleza al mismo tiempo, trabajando en el dominio de la física y en el área del cerebro humano, respectivamente. Además de esto, el físico Ervin Laszlo y el cosmólogo Jude Currivan opinan que la información de un sistema es más fundamental que la energía a través de la cual ese sistema se manifiesta y se expresa. Las probabilidades describiendo un sistema nunca son al azar, sino que representan información, sin importar el campo de estudio, incluyendo la física cuántica. Todo es fundamentalmente información.

El físico austriaco Anton Zeilinger afirma en su libro Danza de los Fotones, que los conceptos de realidad e información no se pueden separar el uno del otro. Thomas Chalko, físico experto en holografía por laser y autor de La Libertad de Elección, en un artículo habla sobre la aparente aleatoriedad electromagnética cuando es emitida sobre las frecuencias de una red de telefonía móvil digital, sin saber que las frecuencias que estaban observando pertenecían a conversaciones reales “inteligentes” entre personas vivientes. Ello lo llevó a cabo con unos estudiantes. Estos estudiantes analizaron los datos utilizando un enfoque estadístico, que les permitió hacer realidad las predicciones de muchos eventos dentro de su banda de frecuencia. Habían llegado a convencerse de que su teoría en realidad “describía la realidad“, y estadísticamente hablando, era cierto hasta cierto punto. El universo funciona mediante información inteligente codificada, que es intrínsecamente significativa, y, por lo tanto, crea un cosmos significativo y ordenado. Pero hay muchas maneras de analizar y extraer información y significado de aquel sistema. La investigación de David Bohm sobre plasmas dedujo que los electrones en una configuración de plasma empezaron a actuar como si fueran parte de una más grande, todo interconectado. Tanto es así que tenía la impresión de que el conjunto de electrones tenía “inteligencia“. El físico rumano Mircea Sanduloviciu, experto en plasma, y sus colegas han creado incluso esferas de plasma que pueden crecer, replicarse y comunicarse, satisfaciendo la mayoría de los requisitos tradicionales para células biológicas. Un equipo de investigadores japoneses, en enero de 2008, reportó que los moldes de limo unicelulares demuestran la capacidad de memorizar y anticipar eventos repetidos. El estudio muestra claramente “una versión primitiva de la función cerebral” en un organismo sin cerebro. En el siglo XIX, Chromulina L. Cienkowsky observó las actividades de alimentación de la ameba Colpadella Pugnax y las encontró tan conmovedoramente indicativas de inteligencia, que  comentó: “¡Uno está casi inclinado a verlas como seres que actúan conscientemente!”. En un estudio de 1919, titulado Fenómenos Psíquicos Modernos, Hereward Carrington detalla experimentos rigurosos sobre un grupo de caballos, especialmente talentosos, que eran capaces de llevar a cabo complejos cálculos mentales, incluso más allá de las habilidades matemáticas de los hombres de ciencia que los examinaban. Su inteligencia y habilidades comunicativas con los humanos superaron cualquier cosa previamente esperada de la especie equina.

Probablemente el tiempo también es holográfico. La investigación psíquica y la parapsicología han demostrado que, sabiendo que tenemos un universo impregnado de inteligencia, el principio holográfico exige que estas diferentes expresiones de conciencia deben ser integradas y tejidas juntas en un tapiz psíquico unificado, interconectado de manera que no tenga restricciones de espacio-tiempo. Hay un efecto de observador en los sistemas vivos: “con el fin de observar cualquier cosa, uno tiene que ser consciente y por lo tanto inextricablemente vinculado con lo que está observando“, ya que todos estamos enredados en el nivel más fundamental de la realidad, que es un campo unificado de la conciencia. La investigación delProyecto de Conciencia Global (PCG) ha dado una prueba irrefutable de la relación entre los procesos cuánticos que ocurren dentro de la mente humana colectiva en la Tierra, y el vacío. El PCG se ha establecido con generadores de números aleatorios (GNA), cuya información es alimentada a través internet. El proyecto está vinculado a la Universidad de Princeton. El equipo investigador busca correlaciones en la información entre los generadores de números aleatorios. Por ejemplo, en los datos obtenidos cuatro horas antes de los ataques terroristas del 11 de septiembre en New York, encontraron un enorme nivel de coherencia entre los generadores de números aleatorios, lo que indica una “advertencia” hiper-dimensional de un inminente gran acontecimiento, en que el subconsciente colectivo se estaba centrando. El período que rodea el evento muestra un gran aumento en la coherencia a medida que la mente colectiva de la humanidad se centraba conscientemente en los eventos en la  medida en que se desarrollaban. Los mismos resultados se produjeron antes de que sucediera el tsunami asiático de 2004 y, sorprendentemente, durante el funeral de la princesa Diana de Inglaterra. Las desviaciones aleatorias del 11 de septiembre representaron las más grandes de tales desviaciones para todo el año 2001. El PCG ha demostrado que la conciencia es “hiper-dimensional“, en el sentido de que puede ser “vista” en un futuro próximo, así como en el presente. La conciencia colectiva centrada en armonía, o resonancia, puede afectar los eventos cuánticos. Ello sugiere que la conciencia es en sí misma más fundamental que cualquier otra forma de energía/materia en el espacio-tiempo.
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Toda precognición, como tal vez en mi sueño antes explicado, en que tal vez vi en un sueño lo que vería al día siguiente por internet, en una búsqueda basada en mi previo sueño, podría ser evidencia de la influencia funcionando hacia atrás. Todas las decisiones futuras siempre podrían influir el pasado a través del proceso temporal no local de “resonancia mórfica“. Ello revela que, puesto que el pasado, presente y futuro están anidados juntos en el ahora, realmente no puede haber ninguna causalidad lineal ordinaria. Usando el modelo de reciprocidad del ingeniero de sistemas Dewey Bernard Larson, podemos explicar con bastante eficacia este tipo de fenómenos. En las ciencias físicas, Larson desarrolló lo que él denomina el Sistema Recíproco de la Teoría, basado en dos postulados fundamentales sobre la naturaleza del espacio y el tiempo. Proclamaba que podemos deducir la existencia de la materia, la radiación, la electricidad, el magnetismo, la gravitación, etc. directamente desde el postulado de que el universo físico está compuesto en su totalidad por uno de los componentes, el movimiento, existente en tres dimensiones, en unidades discretas, y con dos aspectos recíprocos, el espacio y el tiempo. Otro postulado es que el universo físico se ajusta a las relaciones de las matemáticas ordinarias conmutativas, en que sus magnitudes primarias son absolutas y su geometría es euclidiana. También tenemos los experimentos del astrofísico ruso Nikolai Kozyrev para apoyarnos con esta idea, ya que él y otros fueron capaces de medir una fuerza, el flujo del tiempo/torsión, que emana de las futuras posiciones de las estrellas, significando que el “futuro” es realmente el presente aquí, con nosotros, en la realidad 3D, porque los campos de torsión “hiperdimensionales” son presente trans-temporal. Por lo tanto, el tiempo tendría tres dimensiones, o actuaría en tres dimensiones. En realidad no sería como un río unidimensional que fluye hacia un futuro imaginado. Basándonos en las ideas de Larson, podríamos especular que la investigación de la precognición quizás ha demostrado indirectamente que el aspecto astral de la psique está respondiendo a un estímulo que, al mismo tiempo, como un campo de torsión, ocupa el presente, pero que aún tiene que desarrollarse linealmente en nuestro “orden explicado” de experiencia de la realidad.

En agosto de 1958, funcionarios en la base de la Fuerza Aérea Eglin, en Florida, estaban llevando a cabo experimentos con una cámara infrarroja de alta sensibilidad, para ver si podían fotografiar eventos después de que hubieran ocurrido. La cámara de infrarrojos es sensible a las emisiones de calor, lo que le permite llevar la cuenta de las emisiones de los objetos. La cámara era tan refinada que podría detectar diferencias en milésimas de grado. Con ella se tomó una foto en el estacionamiento de la base, que estaba vacía en ese momento. Pero cuando se desarrolló la película, claramente mostraba los coches que habían estado estacionados en el aparcamiento varias horas antes, pero que no estaban allí cuando se tomó la foto. Pero la Fuerza Aérea se negó a decir cuán lejos hacia atrás en el tiempo fue capaz de ir la cámara. Es realmente sorprendente. Se diría el pasado aún existe en el presente en las frecuencias infrarrojas del espectro electromagnético. La física relativista dice que el pasado todavía existe en el espacio que ocupamos, mientras que los campos de torsión informativos pueden permanecer prácticamente de forma indefinida, acoplándose con energías electromagnéticas que luego dejan una marca detectable del pasado en el espacio. Ello estaría en línea con la idea de los Registros Akáshicos, que serían un tipo de memoria universal de la existencia, un espacio multidimensional dónde se archivan todas las experiencias del alma incluyendo todos los conocimientos y las experiencias de las vidas pasadas, la vida presente y las potencialidades futuras. El adjetivo akáshico es un neologismo acuñado por la teósofa británica Annie Bésant (1847 – 1933), que proviene de ākāśa, un término existente en el antiguo idioma sánscrito de la India, que significa ‘éter’, un fluido intangible, inmaterial y sutil, que los antiguos hinduistas suponían que penetraba todo el universo y sería el peculiar vehículo del sonido y la vida. La zona infrarroja sería de hecho una “ventana mágica“, a través de la que podemos ver los Registros Akáshicos. El inventor Inglés Harry Oldfield, trabajando en un cementerio con su sistema de interferencia de imágenes, que detecta la luz que interactúa con los campos de energía sutil, como las auras humanas, Oldfield capturó, no sólo presencias desencarnadas, sino también la presencia de un monumento mausoleo que pertenecía a la época de las guerras napoleónicas. De esta manera, el pasado estaría siempre presente como campos de torsión estáticos acoplados con la luz electromagnética detectable, justo fuera de nuestra gama de percepción normal. Esta investigación contempla la noción de tiempo como un flujo unidimensional lineal en el que cada momento presente se desvanece en el olvido, ya que se convierte en el pasado. Por ello ofrece un fuerte apoyo a la idea de que los Registros Akáshicos del pasado pueden ser percibidos conscientemente y “leídos” por personas sensitivas con las facultades necesarias. Esta investigación parece probar la teoría de Larson, de que el tiempo es tridimensional, con una dimensión de tiempo para cada una de espacio. Ello es compatible con el concepto de universo holográfico-fractal, ya que podemos ver ahora que el siempre presente “pasado” está siempre anidado dentro del ahora, significando que el tiempo es de hecho “holográfico“, con el todo en cada parte, y se desarrolla de una manera “fractal”  de auto-referencia.
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La conciencia, en el proceso consigo misma, se convierte en la conciencia de la experiencia y, por lo tanto, crea la realidad física. A través de la experiencia de la iluminación, hay realizaciones que justificarían un universo como una proyección holográfica. Una vez que la iluminación es experimentada, se puede entender exactamente cómo funciona el universo holográfico, que es muy real. Entonces llega una comprensión de que somos seres multidimensionales que existimos simultáneamente en muchos niveles de la realidad cuántica. Cuando pensamos que probablemente hay una unión espiritual entre todas las cosas en el universo, y que todos somos parte de una inteligencia divina, ningún fenómeno es inexplicable. Esta simple comprensión completa la explicación de las religiones actuales y explica la reencarnación, el deja vu, las predicciones del futuro, etc. La materia vacía es maleable y moldeada a través de la intención de la conciencia. Esto significa que la conciencia da forma a nuestra realidad. El hemisferio izquierdo del cerebro tiene que ver con la lógica, los detalles, los hechos, los patrones, el pragmatismo, la ciencia y las matemáticas, mientras que el derecho tiene que ver con los sentimientos, la intuición, los símbolos, las imágenes, la toma de riesgos, la filosofía y la religión. Mediante los programas educativos que se imparten habitualmente, enseñamos a la juventud a enfocarse únicamente en los hechos, figuras y números. Se utiliza la repetición para entrenar a los niños subconscientemente para que acepten lo que están aprendiendo. Sin embargo, los niños, que aceptan ciegamente la información como válida y la repiten mecánicamente, serán quienes tomaran las decisiones en el futuro, en el campo legal, de la medicina, de los negocios, etc…  Estar alejado del pensamiento holístico, en que se utilizaría el cerebro completo, produce un efecto negativo, al verse reducido a un estricto pensamiento del lado izquierdo del cerebro, que es lo que se conoce como la supresión de lo femenino. Todo género, masculino y femenino, tiene ambas cualidades y no tienen nada que ver con el hecho de ser hombre o mujer. Y esto es representado por el lado derecho e izquierdo del cerebro, el Yin-Yang taoísta, la luz-oscuridad y cualquiera otra dualidad. Ambos son vitales para nuestra salud física y espiritual.  Al suprimir lo femenino en la sociedad y forzar a la gente a pensar estrictamente con el lado izquierdo del cerebro, la habilidad natural del ser humano para sentirse terrenal, cósmico y con energía personal, se perdió. Las tradiciones de los chamanes, brujos, magos, psíquicos y videntes de todo tipo, fueron prohibidas y ridiculizadas.

Todas las religiones dicen que somos hijos de Dios y que su esencia está dentro de nosotros. Si eliminamos la representación humanizada de Dios y se comprende que Dios no es más que un tipo de red espiritual que conecta todas las cosas, las escrituras religiosas comienzan a tener más sentido. Nuestros cuerpos son contenedores del espíritu, a fin de reunir experiencias para la mente divina. De esta manera, la evolución es posible. Lyall Watson (1939 – 2008), botánico, zoólogo, biólogo, antropólogo y etólogo surafricano, autor de muchos libros de Nueva Era (New Age), de los cuales uno de los más populares es el superventas Supernature, asegura que fue un científico japonés quien observo el efecto del centésimo mono en 1952. En esta observación descubrió que cuando cierto porcentaje de monos aprendieron o desarrollaron una nueva característica, el conocimiento se convirtió en una habilidad natural en toda esta especie. Esto da testimonio de la conciencia colectiva entre especies. Todo lo que existe tiene una vibración natural, desde los átomos hasta la inmensidad del universo. Así como hay puntos focales armónicos en una cuerda de guitarra, hay puntos en nuestros cuerpos donde culminan nuestras vibraciones. En las filosofías orientales, estos siete chakras son usados para traer salud y balance a los cuerpos físico y espiritual. Así que la existencia intangible de nuestra existencia, tal como las emociones, son parte de la verdadera realidad de conciencia más elevada. Si las emociones son parte de un mundo que no podemos experimentar con nuestros cinco sentidos, entonces ¿cómo es que estamos conscientes de nuestras emociones? Lo que la mayoría de la gente cree que son las emociones, no son sino la manifestación física de estas emociones. Se ha demostrado que las emociones tienen una frecuencia vibratoria. Pero en realidad solo existen dos emociones que los seres humanos pueden experimentar: Miedo y Amor. El resto de las emociones son derivadas directa o indirectamente de estas dos. El miedo tiene una larga y lenta frecuencia vibratoria, mientras que el amor tiene una rápida y alta frecuencia.

Para demostrar que la vibración es la base de toda existencia, El doctor Hans Jenny (1904 – 1972), médico y científico suizo, desarrolló lo que se conoce como “Cymatics” en 1940, para demostrar que cuando las vibraciones del sonido pasan a través de un medio, hay un patrón fijo que las acompaña. Cuando la frecuencia se incrementa, el medio se torna un patrón más complejo. Esto es precisamente lo que le está sucediendo al planeta Tierra y a la humanidad. El código genético es el conjunto de reglas que define traducir una secuencia de nucleótidos en el ARN a una secuencia de aminoácidos en una proteína, en todos los seres vivos, lo cual demuestra que ha tenido un origen único o universal, al menos en el contexto de nuestro planeta. El código define la relación entre secuencias de tres nucleótidos, llamadas codones, y los aminoácidos. De ese modo, cada codón se corresponde con un aminoácido específico. Por lógica, todos deberíamos tener los 64 códigos activados dentro de la estructura de nuestro ADN. Sin embargo, actualmente solo tenemos activos 20 códigos, por eso tenemos los 20 aminoácidos. Existe un interruptor que apaga y enciende dónde esos códigos se sitúan, y ese interruptor que los apaga y enciende es lo que llamamosemociones. El patrón de las emociones está vinculado física y directamente con el material genético humano. Nick Bostrom, filósofo de la Universidad de Oxford, es conocido por su trabajo sobre el principio antrópico. En cosmología el principio antrópico establece que cualquier teoría válida sobre el universo tiene que ser consistente con la existencia del ser humano. En otras palabras: «Si en el Universo se deben verificar ciertas condiciones para nuestra existencia, dichas condiciones se verifican, ya que nosotros existimos». Además de sus escritos para la prensa popular y académica, Bostrom frecuenta los medios de comunicación en los que habla sobre el tema del transhumanismo, que incluye la clonación, la inteligencia artificial, la transferencia mental  (mind uploading), la criónica, o la nanotecnología. En 1998, Bostrom cofundó, junto con David Pearce, la Asociación Transhumanista Mundial. En 2004 cofundó, con James Hughes, el Institute for Ethics and Emerging Technologies. En el año 2005 fue nominado para Director del recién creado Future of Humanity Institute de Oxford. Nick Bostrom sugiere que es muy probable que nosotros vivamos dentro de un superordenador. Pero toma esta hipótesis como tarea, argumentando en un nuevo documento que hay otros escenarios post-humanos que deben ser tenidos en cuenta.
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Transferencia mental es una expresión acuñada por la corriente filosófica transhumanista, y utilizada en el contexto de la ciencia ficción, para referirse al hipotético proceso de codificación de una mente real para su posterior transvase a un sustrato artificial. La tesis implícita en la transferencia mental es que, de hacerse efectiva, equivaldría a una particular especie de inmortalidad, en la medida en que el contenido total de una mente podría perpetuarse en sustratos físicos diferentes al del cerebro. Al margen de cuestiones relativas a su factibilidad, la posibilidad de la transferencia mental plantea cuestiones filosóficas, ya sean éticas u ontológicas. Estos problemas se ponen de manifiesto al considerar que la mente codificada pueda trasvasarse a más de un soporte físico-cerebral. En ese caso, al existir dos o más ejemplares con la misma mente, surge la pregunta acerca de cuál sería el destino del ego o del yo. En la medida en que, en rigor, todos serían una copia, subsiste la incertidumbre respecto del destino de la mente original. La pregunta sería entonces: ¿la mente original se habrá multiplicado, o resultaría más lógico suponer que ésta se ha perdido del mismo modo que un clon de un individuo ya muerto es simplemente distinto del fallecido y no una nueva encarnación del mismo? Estos problemas tienen ya larga historia. En 1775 Thomas Reid escribió: “Me alegraría saber […] si cuando mi cerebro haya perdido su estructura original, y cuando en unos cien años después su misma materia fuese trabajada detalladamente como para convertirse en un ser inteligente, si, diría que ese ser sería yo; o, si, dos o tres de tales seres se formaran con mi cerebro; si todos ellos serían yo, y en consecuencia, uno y el mismo ser inteligente“. En el año 2003, Nick Bostrom sugirió que podríamos estar viviendo en un tipo de super-ordenador. De acuerdo con el Simulation Argument de Bostrom, sólo una de las tres proposiciones que se citan puede ser cierta, dada la posibilidad de que una civilización tecnológicamente madura “post-humana” entre en posesión de un enorme poder de computación. Bostrom dice: “En los oscuros bosques de nuestra ignorancia actual, parece razonable repartir credibilidad de uno más o menos uniformemente entre estas tres proposiciones“. Una primera proposición es que la especie humana es muy probable que se extinga antes de llegar a una etapa post-humana; una segunda proposición es que cualquier civilización post-humana es extremadamente poco probable que ejecute un gran número de simulaciones de su historia evolutiva; una tercera proposición es que estamos casi seguro viviendo en una simulación por ordenador.

Si la primera proposición es verdadera, lo más probable es que vamos a extinguirnos antes de alcanzar la post-humanidad, en cuyo caso no habrá las llamadas “simulaciones de los ancestros“. Si la segunda proposición es cierta, entonces debe haber una fuerte convergencia entre las civilizaciones avanzadas, de modo que prácticamente ninguna contiene alguna de las personas con poder suficiente que deseen ejecutar simulaciones ancestrales. Esto parece poco probable. Pero si la tercera proposición es verdadera, entonces es casi seguro que nosotros vivimos en una simulación por ordenador. Una forma de verlo es a través de la lente de la probabilidad. Si hay un mundo “real“, y un millón de mundos simulados, lo más probable, en varios órdenes de magnitud, es que nosotros estamos en una simulación. Pero el filósofo Paul Franceschi, de la Universidad de Córcega, en Francia, está en desacuerdo con este argumento. Franceschi considera que existe una cierta ambigüedad en la mera noción de simulaciones y describe tres tipos de simulaciones: Una son las simulaciones con conciencia, que es un tipo de simulación que es, en todos los aspectos, idéntica a aquella descrita en el argumento original de Bostrom. Es decir, simulaciones que son casi indiscernibles de los humanos genuinos, con la única diferencia de que son conscientes de su propia naturaleza en la simulación. Otra son las simulaciones en bruto, que consiste en algunas simulaciones virtuales, con una calidad ligeramente inferior con respecto a las perfectas insinuadas en el argumento original. Otro caso serían las simulaciones de tipo cyborg, que son simulaciones indiscernibles de cyborgs humanos con, por ejemplo, implantes neurales, de manera similar a La Matrix. Pero posiblemente no es correcto que cada simulación post-humana no sea consciente de su verdadera naturaleza, o que no existan otros tipos de simulaciones. En su documento, Bostrom ofreció muy poco de ciencia para apoyar su hipótesis, aunque él hizo el cálculo de los requerimientos computacionales necesarios para lograr tal hazaña. Una afirmación filosófica es una cosa, pero demostrarlo realmente es otra muy distinta. Pero, actualmente, un equipo de físicos dicen que la prueba podría ser posible. De acuerdo con Silas Beane y su equipo de la Universidad de Bonn, en Alemania, una simulación del universo aún debería tener limitaciones, no importa cuán poderoso. Estas limitaciones, según ellos, serían observadas por las personas dentro de la simulación como una especie de restricción sobre los procesos físicos. Para identificar estas limitaciones sólo necesitamos construir nuestra propia simulación del universo y descubrir. Y, de hecho, esto es bastante cercano a lo que los físicos están realmente tratando de hacer.

Para ello han creado una versión ultra-pequeña del universo. Los físicos están simulando una fuerza crono-dinámica cuántica (CDQ), que es la fuerza fundamental en la naturaleza y que da lugar a la fuerte fuerza nuclear entre protones y neutrones, y sus interacciones. Sé que aquí estamos entrando en un terreno muy complejo. Por ello intentaré resumirlo de la mejor manera posible que se me ocurre. Para reemplazar el continuo espacio-tiempo, están computando diminutas “rejillas cristalinas” cúbicas, estrechamente espaciadas, que está proporcionando nuevos conocimientos sobre la naturaleza de la materia en sí. Curiosamente, los investigadores consideran que su simulación es un precursor para las versiones más potentes en las que las moléculas, las células, e incluso los propios humanos podrían algún día ser generados. Pero por ahora, están interesados en la creación de modelos precisos de los procesos cosmológicos, y averiguar cuáles podrían representar límites estrictos para las simulaciones. Para ello, han investigado el límite Greisen-Zatsepin-Kuzmin (o GZK) como candidato, que representa una línea de corte en el espectro de partículas de alta energía. Este corte se produce cuando las partículas de alta energía interactúan con el fondo de microondas cósmicas, perdiendo así energía a medida que viajan a largas distancias: “los rayos cósmicos viajarían preferentemente a lo largo de los ejes de la red, por lo que no los veríamos igual en todas las direcciones“. Y este sería el tipo de revelación que los físicos están buscando. Se trata de una indicación de que, en efecto, hay un ser escondido detrás de la cortina. Y lo que es importante es que ahora podemos hacerlo con nuestro nivel actual de tecnología. Como señalan los investigadores, la búsqueda de este efecto sería lo mismo que “ver” la orientación de la red en la que se simula nuestro propio universo. Los investigadores advierten que los futuros modelos de computadora podrán utilizar paradigmas completamente diferentes, fuera de nuestra actual comprensión. Por otra parte, esto sólo funcionará si la el corte de la rejilla sigue siendo coherente con lo que vemos en la naturaleza. En cualquier caso, podría servir como un precursor importante para futuras investigaciones y conocimientos sobre esta fascinante posibilidad.
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¿Qué es lo que podemos considerar como real? Si estamos hablando de lo que podemos sentir, lo que podemos oler, lo que podemos saborear y lo que podemos ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por nuestro cerebro. En la película Star Trek, la primera orden que el capitán Kirk da a la tripulación es la de elevar los campos de fuerza para proteger del fuego enemigo a la nave espacial Enterprise. Tan vitales son los campos de fuerza en Star Trek que la marcha de la batalla puede medirse por cómo está resistiendo el campo de fuerza. Pero ¿qué es un campo de fuerza? así arranca el primer capítulo del libro del investigador Michio Kaku. Bajo el título Física de lo imposible, el libro propone un viaje fascinante a las fronteras de la ciencia que desvela la realidad científica que ocultan muchos relatos de la Ciencia Ficción. En una obra provocadora, Kaku explica, por ejemplo, cómo la ciencia óptica y el electromagnetismo permitirán algún día que la luz rodee un objeto, haciéndolo invisible, así como nuevos cohetes, velas de láser, motores de antimateria y nano-cohetes que pueden acercarnos a las estrellas más cercanas. También la telepatía y la telequinesia, antes despreciadas como pseudo-ciencia, pueden lograrse gracias a resonancias magnéticas, ordenadores, superconductores y nanotecnología. En un artículo, titulado ¿Qué es la Realidad?, publicado en la revista Scientific American en agosto de 2013, el filósofo Meinard Kuhlmann, de la Universidad de Bielefeld, en Alemania, cuestionó la visión que de la realidad ofrece el modelo estándar de la física de partículas. El modelo estándar nos dice que un grupo de partículas elementales conforman la materia y que hay campos de energía que rigen el comportamiento de las mismas, campos que, a su vez, están formados por partículas. Los bosones son partículas sin masa, o masa ínfima, portadoras de las fuerzas electromagnética, nuclear fuerte, nuclear débil y, presuntamente, de la fuerza de gravedad. Además de los bosones, están los fermiones, que son las partículas que forman la materia másica, y que se dividen a su vez en quarks, cuyas combinaciones generan protones y neutrones, así como leptones, que son el electrón y sus dos versiones pesadas muón y tau, así como los diferentes neutrinos. La teoría cuántica de campos es la teoría que más éxitos ha cosechado en la historia de la ciencia. Se usa para sacar conclusiones de los datos obtenidos en los aceleradores de partículas, para entender los primeros sucesos ocurridos tras el Big Bang, o para averiguar qué ocurre en el interior de los núcleos atómicos. Y, sin embargo, dice Kuhlmann, la teoría cuántica de campos, el marco de referencia sobre el que se construye dicho modelo estándar, podrá describir con todo el éxito que se quiera las partículas y sus interacciones en campos de fuerza, pero que, en realidad, nadie sabe de qué está hablando.

Según Meinard Kuhlmann, los físicos suelen describir el mundo en términos de partículas que interaccionan unas con otras mediante campos de fuerza. Su disciplina recibe el nombre de “física de partículas“, y sus instrumentos son los aceleradores de partículas. Según esta imagen, el universo se asemejaría a una construcción lego. Pero semejante visión esconde algunos hechos poco conocidos. En física cuántica, las interpretaciones de partícula y campo difieren hasta tal punto de los conceptos tradicionales que, cada vez más, los expertos se plantean la posibilidad de que el mundo se componga de algo completamente distinto. Según Meinard Kuhlmann, pocos se atreven a enfrentarse a la teoría de campos con la suficiente profundidad para aportar algo más que un simple conocimiento utilitario, una actitud que frena los avances hacia el descubrimiento de cualquiera que sea la física que subyace al modelo estándar, más allá del cual todo se considera profanación de la razón: “es peligroso formular una nueva teoría cuando no comprendemos la que ahora tenemos“. Porque, con todo, el modelo estándar es incompleto y exige una física más amplia que lo integre. No explica cuestiones tan fundamentales como la fuerza de la gravedad, la materia y las energía oscuras, las cuales supuestamente son el ingrediente de los que está hecho el 96% del Universo. Tampoco puede dar cuenta de algo esencial para entender el universo: ¿por qué hay materia? Según el modelo estándar, materia y antimateria se produjeron a partes iguales. De haberse conservado la simetría, en este universo sólo habría fotones, que es lo que queda cuando una partícula de materia se encuentra con otra de antimateria y, debido a tal encuentro, se aniquilan la una a la otra. La supersimetría predice la existencia de partículas asociadas a cada una de las partículas oficialmente existentes, pero mucho más pesadas que sus compañeras conocidas. Estas partículas podrían explicar asuntos no resueltos como la materia oscura y, además, incluye escenarios que hacen posible la asimetría entre materia y antimateria. El problema es que aún no se ha detectado una sola de estas partículas supersimétricas. Las esperanzas están puestas en que el acelerador de partículas del CERN alcance su máximo rendimiento. Como explican los físicos Joseph Lykken y María Spiropulu en un artículo al respecto aparecido en la revista Investigación y Ciencia, el futuro de la Física depende de lo que ocurra entonces. Pero, si no aparece nada nuevo, la física fundamental se hallará en una encrucijada. Ante la falta de indicios que muestren que la naturaleza actúa según nuestras reglas, o bien habrá que abandonar el trabajo, o bien esperar que otro acelerador de partículas más potente demuestre que siempre habíamos tenido razón.
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Pero, mientras tanto, nuestros físicos siguen con la distinción entre campo y partícula, que se antoja artificial cuando se constata lo poco puede decirnos de las cosas últimas de la existencia. Así pareció entenderlo Albert Einstein cuando  sugirió, en The Evolution of Physics (1938), que la diferencia entre campo de energía y materia es ficticia. Esto significa que ni materia ni campo son el constituyente último de la realidad, pues ambas son manifestaciones de un mismo fenómeno, que se nos aparece bajo dos formas diferentes pero que no puede ser ninguna de ellas, y cuya unidad trasciende la supuesta dualidad masa-energía. Los campos de energía están cuantizados, que es lo que permite hablar de fotones y demás bosones, que llevan la fuerza de un lugar a otro. Y, según convenga, unas veces el campo prevalece frente a la partícula y otras la partícula determina el campo. Todo lo cual parece dejar claro que las entidades básicas de la realidad no son ni una cosa ni la otra. A pesar de la fe en la partícula, las unidades elementales de la materia no se comportan como minúsculas bolas de billar, por mucho que tal sea la noción que aún se tiene o, por lo menos, con la que se vive en la rutina del día a día. El concepto clásico de partícula implica algo que existe en una lugar concreto. Pero las localizaciones concretas no existen en el mundo cuántico, que es precisamente el reino donde habitan las “partículas“. Y si la concreción es una cuestión relativa, el vacío también. En física cuántica, el vacío se entiende como la interacción de partículas y antipartículas, que da como resultado fluctuaciones de medida nula. Se anulan unas a otras. Es decir, el vacío no está vacío y por ello es posible que de él derive la energía y la materia. Así lo explica el físico Leonard Susskind en su libro El paisaje cósmico: “En el uso corriente la palabra vacío significa espacio vacío, espacio del que se ha extraído todo el aire, vapor de agua u otro material“. Esto es también lo que significa para un físico experimental que trabaja con tubos de vacío y bombas de vacío. Pero, para un físico teórico, el término vacío tiene muchas más connotaciones. Significa una especie de fondo en el que tiene lugar el resto de la física. El vacío representa un potencial para todas las cosas que pueden suceder en ese fondo. Significa una lista de todas las partículas elementales, así como de las constantes de la Naturaleza, que se pondrían de manifiesto mediante experimentos en dicho vacío.

Un vacío diferente significaría leyes de la física diferentes. Cada punto en el paisaje representa un conjunto de leyes que son, con toda probabilidad, muy diferentes de las nuestras, pero que son, en cualquier caso, posibilidades consistentes. En resumen, las partículas no pueden estar donde se supone que están y, en idéntica contradicción, pueden estar donde se supone que no están. Así que, si no hay partículas, ¿qué es lo que detectan los aceleradores de partículas? La respuesta es que toda partícula detectada es una inferencia. El detector registra excitaciones en un sensor y tales excitaciones son agrupadas en trayectorias, y asociadas bajo el concepto de partícula. Es decir, la partícula vendría a ser algo así como una agrupación de cualidades independientes. Tampoco queda claro qué es un campo desde una perspectiva cuántica. En física clásica, se trata de una región sometida a una “influencia invisible“, como dice Susskind. El modelo estándar asocia tal influencia “invisible” a la acción de partículas portadoras llamadas bosones, incluyendo fotones para la fuerza electromagnética, gluones para la fuerza nuclear fuerte, y bosones W y Z para la interacción nuclear débil, faltando encontrar la partícula portadora de la gravedad, de la cual no se tiene noticia alguna. Y estos bosones van de unos fermiones a otros, que es como se conoce a las partículas de materia como los quarks y los electrones, estableciendo sus relaciones de atracción o repulsión. Podemos resumir que un campo de fuerza es la manifestación de partículas que interactúan. Pero si las partículas no existen, al menos lo que damos por hecho que son, ¿qué es un campo de fuerza? En el mundo clásico, el campo aporta magnitudes concretas a un punto del espacio-tiempo y permite visualizar, por ejemplo, una trayectoria en que se propaga una onda. En el mundo cuántico, sin embargo, según Kuhlmann, el campo proporciona datos referidos a cualidades abstractas que también se expresan en fórmulas matemáticas, pero que no pueden relacionarse con algo físico. Desde la perspectiva ontológica, dice Kuhlmann, no puede ser satisfactorio que nos conformemos con la explicación del mundo a partir de una fase de la realidad, donde ya existen las partículas y los campos, que dista mucho de aproximarse siquiera a los fundamentos a que ha llegado la ciencia misma en la descripción de esa realidad. Kuhlmann se refiere al “realismo estructural“, según el cual no podemos conocer la naturaleza real de las cosas, sino cómo se relacionan unas entidades con otras. La estructura del mundo, sus relaciones, es, al fin y al cabo, lo que permanece tras el desgaste de las teorías que se suceden unas a otras, intentando explicar qué es la realidad.
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Por ejemplo, tomemos las teorías surgidas en torno al concepto de gravedad, tal y como la explica la divulgadora científica Amanda Gefter en su libro Trespassing Einstein’s Lawn: “aunque la teoría de Newton parece incompatible con la de Einstein, la primera no es sino la aplicación de una misma estructura matemática a los estados más bajos de energía descritos por la teoría de Einstein, es decir, la de Newton describe el límite inferior de la Teoría General de la Relatividad“. La de Einstein incluye la de Newton, que, a su vez, se incluirá en una teoría más amplia. Pero, ¿cuál es la razón por la que sólo es posible conocer la estructura del mundo y no el mundo en sí mismo? La respuesta más directa es que las relaciones son lo único que existe. Por consiguiente, la mente humana construye las historias en torno a estas relaciones. John Worrall, padre del realismo estructural, piensa que si existen relaciones, existen elementos que relacionar. Pero hay otra vertiente más radical, el realismo estructural óntico, que considera que las relaciones son una cuestión puramente matemática, ya que no hay objetos. Los defensores de tal idea consideran que es posible construir una teoría válida proponiendo la existencia de relaciones específicas sin que sea necesario asumir la existencia de objetos concretos. Y que, de hecho, prescindir de las entidades evita la distracción que contamina el estudio de la realidad. Cualquier ejemplo basado en redes sirve para pensar en estos filósofos como viajeros de metro a quienes no interesa conocer la localización física de las estaciones, la cercanía, pues no se trata de cuál está más cerca, sino de cómo están conectadas unas con otras. Todo lo demás es secundario. Según esta teoría, la estructura es la base de la realidad, anterior al objeto en sí. Aunque resulta extraño pensar que puedan existir relaciones sin cosas que relacionar. Sin embargo, si observamos la historia de la filosofía, veremos que esta idea de que la información prevalece a lo informado no es una novedad de nuestros tiempos. Son tiempos en los que cabe destacar el trabajo de Vlatko Vedral, profesor de teoría de la información cuántica en la Universidad de Oxford, Reino Unido, para determinar, en el ámbito de la física, cómo la información se puede considerar el principio de todo.

En su libro Decodificando la realidad, Vedral considera que antes de que el universo se materialice debe existir, en un estado ontológico, una realidad metafísica con la información para generar la realidad física. Esta información incluye la creación de seres conscientes capaces de interpretarla, en un proceso retroactivo. El profesor Vedral fue entrevistado por Eduard Punset en el programa de RTVE Redes. Según explicó: “La escala más pequeña del universo –la que se rige por las leyes de la física cuántica– parece un desafío al sentido común. Los objetos subatómicos pueden estar en más de un sitio a la vez, dos partículas en extremos opuestos de una galaxia pueden compartir información instantáneamente, y el mero hecho de observar un fenómeno cuántico puede modificarlo radicalmente. Pero lo más extraño de todo es que el universo mismo no estaría compuesto de materia ni de energía sino de información”. Más adelante, Vedral comienza a explicar que la información es más importante que la materia o la energía, hasta el punto de que el verdadero componente radical del universo sería la información. Para Vedral esto quiere decir que antes de que existiera materia o energía, existía ya información: “Sí. Es una idea muy extraña que está surgiendo en mi campo de investigación. Cuando analizamos las unidades fundamentales de la realidad, las que lo componen todo a nuestro alrededor, creo que ya no debemos pensar en estas unidades como fragmentos de energía o materia, sino que deberíamos pensar en ellas como unidades de información. Me parece que la mecánica cuántica, nuevamente, supone la clave para entender este fenómeno, porque la mecánica cuántica tiene otra propiedad (que supongo que a personas como Einstein no les gustaba) que es la siguiente: en la mecánica cuántica no se puede decir que algo exista o no, a no ser que se haya realizado una medición, así que es impreciso decir: «tenemos un átomo situado aquí», a no ser que hayamos interactuado con ese átomo y recibido información que corrobore su existencia ahí. Por ende, es incorrecto lógica y físicamente, o mejor dicho experimentalmente, hablar de fragmentos de energía o materia que existan con independencia de nuestra capacidad de confirmarlo experimentalmente. De algún modo, nuestra interacción con el mundo es fundamental para que surja el propio mundo, y no se puede hablar de él independientemente de eso. Por esta razón, mi hipótesis es que, en realidad, las unidades de información son lo que crea la realidad, no las unidades de materia ni energía. Ya no debemos pensar en las unidades más elementales de la realidad como fragmentos de energía o materia, sino que deberíamos pensar en ellas como unidades de información”.

La conciencia humana evoluciona con el universo. Pero el universo también evoluciona cuando la conciencia descubre más cosas sobre sí misma. La realidad es, desde esta perspectiva, la información que tenemos para comprender el universo y que determina lo que es posible y lo que no. Y dicha realidad cambia en función de la información disponible. La información es, en términos de Vedral, el conjunto de enlaces entre las partes de un sistema para crear una complejidad coherente. Aquello que impide describir un sistema como la suma de sus partes, pues cada una de estas partes, tomadas por sí solas, no explican la totalidad. Las teorías actuales acerca de la información mantienen que ésta es el único concepto que se puede explicar como creador de sí mismo, como el principio último que busca la física, el origen de todo, incluyendo el origen, el principio fundamental, pues si no se incluyera a sí mismo habría que buscar más allá y dejaría de ser origen.  Si tratáramos de describir la Teoría del Universo Fractal Holográfico (UFH) de Nassim Haramein, físico teórico autodidacta, deberíamos comenzar con la ley de escala de la materia organizada. Esta ley de escala es controlada por datos, y confirma la tesis de Nassim de un universo fractal y holográfico, como resultado de la estructura y la dinámica fundamental del vacío, en realidad el espacio-tiempo. Esto se debe a que los datos en sí demuestran claramente la relación entre todos los objetos observables en todas las resoluciones escalares del universo. Este conocimiento nos ayuda a entender nuestra relación con todas las escalas del universo. Además, muestra claramente cómo somos expresiones fractales y holográficas del conjunto, e incluso puede proporcionar información sobre el origen de la conciencia en el universo. Este conocimiento es esencial porque describe, en términos científicos, como estamos conectados con todo lo demás en el universo, y la forma en que somos realmente inseparables desde el campo de todas las posibilidades, que son infinitas y energéticas. Nassim Haramein ha elaborado una de las teorías más increíbles de la física de unificación que existen hoy en día. Las teorías de unificación son las teorías de la física que intentan unificar las explicaciones de lo pequeño, a nivel atómico, y de lo grande, a nivel cosmológico. Pero la teoría de Nassim Haramein ha conseguido explicar mucho más. Su teoría describe la estructura y las dinámicas de lo que constituye el 99,999% de lo que vemos ahí fuera, tales como el espacio y el vacío. Según la ciencia, el vacío no está realmente vacío, sino que está infinitamente lleno de energía. Y debido a esta concepto de infinito los científicos decidieron normalizarla, por lo que decidieron dar un valor finito a la infinitud. Para ello, Nassim ha reelaborado toda una teoría que completa las ecuaciones de campo de Einstein, variando las nociones de lo que comprendíamos como realidad.
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Un aspecto importante de la realidad es la naturaleza de las dimensiones. Ello no sólo es importante para comprender el modelo del Universo Fractal Holográfico, sino que también es un paso esencial en la comprensión de los fundamentos de la creación. Estaba claro para Haramein que el paradigma de las dimensiones en la geometría era defectuoso. La dimensión 0 es un punto en el espacio-tiempo sin volumen que, por lo tanto, no existe. La dimensión 1 es una línea con una longitud, pero sin anchura, que no existe. La dimensión 2 es un plano con longitud y anchura, pero que no existe realmente. La dimensión 3 tiene longitud, anchura y altura, y puede encerrar espacio, por lo que sí existe. La cuarta dimensión sería el tiempo, pero a medida que exploramos en el campo unificado y la ilusión del tiempo, es probable que el tiempo no exista en absoluto. Pero Nassim Haramein tuvo problemas con esta percepción de las dimensiones, debido a que la idea de concebir la hipotética existencia de tres dimensiones que no existen y que han nunca han sido observadas en la realidad, desafía todo razonamiento lógico. No obstante, ello es en lo que se basa la física y nuestra comprensión del universo. Lo que Haramein propone en el Universo Fractal Holográfico (UFH) es un cambio de perspectiva en nuestra creencia de que la creación está basada en cosas que no existen, al considerar que la realidad está basada en la geometría que vemos en todo el universo, como la esfera, el punto original llamado dimensión 0. En lugar de una serie de dimensiones que no existen, el modelo del Universo Fractal Holográficopropone que el universo está compuesto de dimensiones escalares de la esfera en todos los tamaños y en todas las escalas del universo, de infinitamente grande a infinitamente pequeño, y que están incrustados uno dentro del otro. Esto es algo que podemos observar claramente en todas las escalas, desde longitudes de Planck, a los átomos, a las células, a las estrellas y los planetas. Para los seres humanos es difícil manejarse con las distancias y las comparaciones de tamaños. Todo lo que tiene que ver con perspectiva nos suele engañar muy fácilmente. El Universo contiene objetos de una cantidad tal de tamaños diferentes que vamos desde los 10 elevado a -35 metros, que es lo que mide la longitud de Planck, una distancia por debajo de la cual no podemos usar los métodos de física normales para medir, ya que la gravedad cuántica afectaría dichas mediciones, hasta los 10 elevado a 27 metros, que es lo que se estima que mide el Universo. Entre esas longitudes está todo lo que conocemos, desde una célula hasta el Sol, pasando por un avión o un tren.

Deberíamos cambiar nuestra perspectiva y observar la realidad como un montón de ámbitos, algunos de los cuales son conglomerados para formar otros objetos, desde las células hasta las estrellas. Este cambio fue en realidad la visión fundacional que llevó a Haramein al desarrollo del modelo del Universo Fractal Holográfico. Pero, si el universo se expresa en las divisiones escalares de la esfera, entonces, ¿cuál es la relación entre las esferas? Tal vez ello podría proporcionarnos una idea de la estructura fundamental del universo, así como del principio fundamental de la división, lo que implicaría la creación. Lo que Nassim Haramein y la física y parapsicóloga norteamericana Elizabeth A. Rauscher hicieron, con el fin de verificar científicamente esta conclusión sobre la naturaleza de la realidad, era reunir datos conocidos sobre objetos de todos los tamaños en el universo, y representarlos gráficamente por su frecuencia y su radio. El objetivo era ver si había alguna relación entre los objetos en todas las escalas en el universo, y los resultados fueron sorprendentes: todos los objetos del universo se alinean casi a la perfección. Esto es sorprendente, especialmente considerando las escalas, que fueron incluidas, desde la oscilación energética más pequeña del universo, ligada a la longitud de Planck, hasta nuestro Sol. Se trataba de todo el camino hasta el objeto más grande conocido en el universo, el universo mismo. Es interesante observar que en el universo, la diferencia de escala entre la oscilación más pequeña de energía del universo, la longitud de Planck, y el átomo, es mayor que la diferencia entre un átomo y el Sol. Obviamente, desde nuestra perspectiva el Sol es enorme, y el átomo es invisible y pequeño. Pero es difícil de imaginar que algo tan pequeño como el átomo pueda parecer más grande que el Sol. Otro punto de interés es que la relación entre las diferencias de escala indican que, en algunos casos, el universo está utilizando el número áureo o phi (φ = 1.618). El número áureo es un número irracional, representado por la letra griega φ (phi), en honor al escultor griego Fidias. Algunos autores sugieren que el número áureo se encuentra como proporción en varias estelas de Babilonia y Asiria de alrededor de 2000 a. C.

De todo ello podemos deducir que hay un orden subyacente en el universo. Si el universo fuera aleatorio y caótico, como se suponía que era, entonces estos objetos macro-cósmicos y micro cósmicos deberían dispersarse aleatoriamente. Pero debido a que hay una relación directa obvia, debemos tener en cuenta la conclusión de Haramein. Por otro lado puede deducirse que hay un principio fundamental de la división.  Además de haber orden en el universo, debería existir un principio de división que el universo utilizaría para crear en todas las escalas, que definiría no sólo la relación de los objetos a esa escala, sino también su relación con los objetos de todas escalas. Esto se derivaría de la naturaleza fractal del universo, porque si no hay orden en el universo, como lo confirma la evidencia de manera concluyente, y si existe una relación entre los objetos en todas las escalas, esto también indica un patrón fractal y una posible relación holográfica entre escalas. Pero aceptemos que la evidencia sugiere que el universo parece dividirse en un patrón similar, y crea con una estructura patrón en todas las escalas. De lo contrario no habría ninguna relación entre todas las escalas. Asimismo, podemos deducir que todos los objetos de todas las escalas del universo son agujeros negros.  Aunque esta conclusión pueda parecer increíble, el mismo universo lo está sugiriendo a través de la ley de escala de la materia organizada. En este caso, todas las esferas en todas las escalas en el universo, serían en realidad agujeros negros. Pero en este caso deberíamos suponer que todo lo existente en el universo se derrumbaría sobre sí mismo y succionaría toda la materia, hasta que el universo mismo implosione. Pero para responder a esta incógnita tenemos que plantearnos qué es exactamente un agujero negro.  Antes de que Einstein revolucionara la física, nuestro mundo era descrito por la mecánica newtoniana, que básicamente observaba el universo como una gran máquina donde los objetos ejercen fuerzas uno sobre el otro desde grandes distancias. En las ideas del universo de Newton teníamos el concepto del espacio y tiempo absolutos, significando que serían lo mismo en la Tierra que en cualquier parte del universo. Sin embargo, todo esto empezó a cambiar durante el siglo XIX, a partir de la nueva teoría del electromagnetismo planteada por el científico escocés James Clerk Maxwell. En su trabajo sobre el electromagnetismo postuló y proporcionó pruebas de que el universo era descrito por los campos de la energía producidos por el magnetismo y la electricidad.
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Esto produjo un cambio fundamental en la concepción newtoniana del mundo, porque las fuerzas electromagnéticas no se propagaban instantáneamente a través del espacio como las fuerzas de Newton, sino que viajaban a una velocidad específica. Esto marcó un cambio importante de la visión mecanicista del universo, que pasó a una visión un poco menos material, donde los campos energéticos comienzan a describir objetos, en lugar de simplemente fuerzas actuando sobre ellos. En palabras de Einstein: “No son las cargas ni las partículas, sino el campo en el espacio entre las cargas y las partículas, que es esencial para la descripción de los fenómenos físicos“. Esta fue una nueva idea de campos que, sin duda, influyeron en Einstein, llevándole al descubrimiento de que el tiempo y el espacio se unifican en un continuo conocido como el continuo espacio-tiempo, que impregna todo el espacio en el universo. El continuo espacio-tiempo de Einstein derribó las ideas de espacio y tiempo absolutos de Newton. En esta comprensión del continuo espacio-tiempo, las fuerzas que se propagan a sí mismas instantáneamente a través del espacio no actúan sobre la materia, sino que está influenciado por un campo fundamental, el espacio-tiempo, cuya topología muestra, en las ecuaciones de campo de Einstein, que se deforma en presencia de la materia. Es esta comprensión de la realidad por parte de Einstein en la que se basa el modelo de Universo Fractal Holográfico de Haramein. En muchos aspectos, la obra de Haramein es la extensión de la de Einstein, en que  se centra específicamente en la topología del espacio-tiempo y también en las dinámicas que intervienen en la curvatura del espacio-tiempo.  Según el modelo de Einstein ésta era la fuente de gravedad en el universo. Sería como un pozo de gravedad que atrae a otros objetos y que  se debe a la curvatura de la tela del espacio-tiempo. Así que ya no se creía que las fuerzas actuaban en los objetos desde la distancia, sino más bien el campo local determina las fuerzas que actúan en la materia, y, a su vez, se pensaba que la materia determinaba la curvatura del espacio-tiempo. Einstein escribió algunas ecuaciones describiendo este campo y llegaron a ser conocidas como ecuaciones de campo de Einstein.

Estas son algunas de las más complejas ecuaciones matemáticas hasta la fecha, publicadas por Einstein con la esperanza de que alguien pudiera encontrar algún día una solución. El físico y astrónomo alemán Karl Schwarzschild fue el encargado de resolverlas. Cuando Karl Schwarzschild resolvió las ecuaciones de campo del espacio-tiempo de Einstein, la solución predijo un punto dentro del continuo espacio-tiempo que se derrumba hacia la densidad infinita. Esto llegó a ser conocido como una singularidad.  La singularidad es descrita por una curvatura extrema hacia este punto de densidad infinita, y la presencia de masa infinita dentro de la estructura del espacio-tiempo, que produce esta curvatura extrema, implica que todos los demás objetos son atraídos hacia ella debido a su extrema gravedad. Por lo tanto, la singularidad es más conocida por otro nombre, el de agujero negro. Parte de la solución a las ecuaciones de campo que Einstein que describen la naturaleza fundamental de la realidad, es un agujero negro. En una singularidad las leyes conocidas de la física se rompen, ya que las reglas normales de nuestro espacio tridimensional ya no se sostienen. Aquí las matemáticas utilizadas para medir la gravedad son tan complejas que hacen difícil una formulación en términos de la física. Se entiende que explicar la física en estas condiciones requiere un entendimiento en el que todas las fuerzas, como las de gravedad, electromagnética, fuerza fuerte y débil, están unificadas. Cuando se resolvieron las ecuaciones de campo de Einstein no explicaron del giro o rotación. Vivimos en un universo en el que todo da vueltas. Los planetas, estrellas, galaxias, racimos de galaxias, todo está girando. Pero cuando Karl Schwarzschild resolvió las ecuaciones de campo de Einstein no tuvo en cuenta el giro. Luego, cuando la solución de Schwarzschild fue revisada por Ezra Newman y Roy Kerr en 1965, dieron cuenta del giro, pero sólo parcialmente. Al respecto, Nassim Haramein explica: “Las actuales ecuaciones de campo de Einstein actual no tienen en cuenta la torsión. Lo que hicieron es que eliminaron la torsión adjuntando el observador al objeto [de campo] en rotación, por lo que no iban a tener que lidiar con el efecto de Coriolis y de torsión. Bueno, si usted hace eso va a terminar con el 98% de la masa del universo faltando, que es exactamente lo que ocurre en la cosmología actual. Pero en lugar de revisar su enfoque de energía y esfuerzo de torsión y así sucesivamente, inventaron una nueva forma de materia, lo llaman materia oscura, y que acaban de enchufarla en la ecuación para que funcione. Algún tipo de materia oscura que no irradia lo que nadie puede detectar. Es conveniente. En sus ecuaciones hace falta el 98% de la masa por ahí y en lugar de revisar sus ecuaciones usted sólo tiene que enchufarse en alguna materia oscura. Esto es lo que yo llamo física a medida que se avanza“.

Así que, para solucionar este problema y obtener una expresión más precisa del universo a través de las ecuaciones de campo de Einstein, Haramein, junto con Elizabeth Rauscher incorporó en su solución las fuerzas de torsión y de Coriolis del espacio-tiempo, y como resultado nació una nueva topología de conjunto del espacio-tiempo. Y casualmente, surgió todo un nuevo entendimiento de los agujeros negros, ya que la dinámica del espacio-tiempo es la dinámica de un agujero negro. Como las ecuaciones de campo de Einstein predijeron, la dinámica fundamental del campo es un colapso hacia la singularidad, y por lo tanto debe equiparar al universo mismo, y por lo tanto la dinámica del continuo espacio-tiempo, debe equipararse con el agujero negro. Al estar el espacio-tiempo colapsando hacia la singularidad, el espacio-tiempo no solo se está curvando hacia una densidad y masa infinita, sino que también se está doblando, ondeando, lo que es “comparable a la tensión superficial del agua que corre por el desagüe“, según el Universo Fractal Holográfico. Todo en el universo está girando. Y añadiendo la torsión del espacio-tiempo y las fuerzas de Coriolis a las ecuaciones de campo de Einstein, Haramein explica la fuente del giro en el universo por primera vez en la física. Las teorías actuales sobre el origen del giro en el universo dicen, en esencia, que todo comenzó a girar durante el Big Bang, y que todo está todavía girando actualmente. Haramein utiliza la demostración de girar un huevo duro en comparación con girar un huevo crudo para explicar este fenómeno. Al girar un huevo duro, debido a que el contenido interno del huevo se ha solidificado, el huevo gira por mucho más tiempo que un huevo crudo. Y en un entorno sin fricciones, ese huevo giraría perpetuamente hasta que otra fuerza actúe sobre él. Pero resulta que no todos los objetos en el espacio tienen un núcleo sólido. Muchos, como nuestra Tierra, tienen núcleos fundidos, o de plasma, y tienen diferentes períodos de rotación entre la superficie y el núcleo, como sucede con nuestro Sol.

El huevo crudo tiene una resistencia interna causada por la viscosidad de la clara de huevo y yema de huevo en el interior. Al girar un huevo crudo, sólo gira un par de veces hasta que la resistencia de la clara y la yema del huevo, que no giran a la misma velocidad que la cáscara dura, causan que se detenga. Lógicamente, nuestra Tierra debería haber hecho lo mismo y dejado de girar miles de millones de años atrás, a menos que dicho giro se base en la dinámica en colapso de la estructura del espacio-tiempo, que no sólo se curva a la singularidad, sino que también ondea, lo cual es el origen del giro en el universo, según el modelo de Haramein. El hecho de que, probablemente, todas las esferas en el universo giran perpetuamente a una velocidad más o menos constante, indicaría que el giro está relacionado con la estructura del espacio-tiempo y, por lo tanto, también proporciona alguna evidencia para validar la afirmación de Haramein de que todas las esferas del universo tienen una singularidad en su centro, y que giran porque todas se basan en la dinámica de curvas y ondas dentro de la estructura del espacio-tiempo. En el modelo del Universo Fractal Holográfico, todas las esferas dentro del universo son dimensiones escalares de algún agujero negro, lo que significa que todas las esferas en el universo son singularidades en su propia escala. Y debido a que el espacio-tiempo se está curvando hacia la singularidad, todas las cosas, desde los átomos hasta las galaxias, tienen atracción gravitatoria proporcional a la masa y radio de su singularidad. Ello, de acuerdo con el modelo de Universo Fractal Holográfico, es no sólo el origen de la gravedad y giro dentro del universo, sino también es un primer paso para entender la naturaleza de la masa, que en los actuales modelos de la física sigue siendo un área de incertidumbre, y un fenómeno que no se entiende completamente. En el modelo del Universo Fractal Holográfico, el agujero negro es la dinámica fundamental del espacio-tiempo que genera toda la creación. En todas las galaxias que hemos observado, se ha descubierto que existe un agujero negro en su centro. Y las fuerzas que se generan por el colapso del espacio-tiempo hacia la singularidad deben ser enormes para mantener miles de millones de estrellas en órbita. Por lo tanto, la fuerza centrífuga creada por la torsión del espacio-tiempo, que es lo suficientemente grande como para hacer girar a miles de millones de estrellas, debe ser igualmente enorme. Puesto que el espacio-tiempo se curva y se enriza hacia la singularidad, eventualmente va a estar girando a una velocidad tan enorme que las fuerzas centrífugas resultantes finalmente vencerían la atracción gravitatoria de la singularidad. Cuanto más nos acercamos a la singularidad, mayor es la magnitud del esfuerzo de torsión del espacio-tiempo, que es la que produce la fuerza centrífuga que daría lugar a una expansión del espacio-tiempo.
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Si estuviésemos en el exterior de un conjunto negro, veríamos un objeto brillante que brilla como una estrella. Pero si estuviésemos en el interior sólo veríamos oscuridad, como cuando observamos el cielo nocturno, ya que vivimos dentro de un conjunto negro universal y galáctico. La naturaleza fractal del universo se expresa en el hecho de que el universo crea esferas, que son conjuntos negros, en todas las escalas. Y la naturaleza holográfica del universo está implícita en la singularidad, y por el hecho de que todas las esferas están colapsando con singularidad en su centro, dentro de la estructura del vacío. Cuando nos acercamos hacia la singularidad, el espacio-tiempo se derrumba lo largo de una curvatura infinita hacia un punto de densidad infinita pero volumen cero, en que todas las cosas son Una. Todos los conjuntos negros colapsan hacia la singularidad, y como Andreas Bjerve, autor de Consciousness and The Brain in a Fractal-Holographic Universe, describe: “La presencia de incluso una singularidad con curvatura infinita implica automáticamente que todos los demás puntos del continuum pertenecen a esa curva extrema, por lo tanto, la raíz etimológica de la palabra, ‘ singular’, es decir, sólo hay una“. El universo sería un conjunto negro, y debido a esto, todos seríamos uno. En esta comprensión de la dinámica de conjuntos negros, o la dinámica del continuo espacio-tiempo, se demuestra claramente que tanto la gravedad como el electromagnetismo son dos fuerzas opuestas y, sin embargo, complementarias, resultantes de la curvatura del espacio-tiempo y la torsión. El electromagnetismo representa la expansión infinita de la realidad, y la gravedad la contracción infinita. Y juntos crean un circuito de retroalimentación de creación infinita en todas las escalas. De esta manera se inicia la unificación de la física. En nuestro universo todo es energía. Y aparentemente no hay división en esa energía, que está disponible en todos los puntos del universo y en cantidades ilimitadas. Entonces nos tendríamos que preguntar ¿qué es la conciencia y cuál es su origen? Si todo es energía, entonces no hay nada “material” en ningún lugar. Pero es desde este campo infinito de energía que surge toda la creación. En la dinámica de los conjuntos negros, esta energía, en forma de vacío o espacio-tiempo, muestra una dinámica de doble toroide en que el universo se repite en un patrón fractal, conectando todas las cosas. Sin embargo, hay un principio importante. Se trata del hecho de que somos conscientes.

Tenemos conciencia y nosotros, con toda probabilidad, somos conciencia, ya que nada real es físico. Por lo tanto, si todo es energía indivisible, conectada en el nivel más fundamental de la creación, entonces no hay separación entre nosotros y todo lo demás en el universo. Como somos uno con la energía infinita del campo unificado, el hecho de que seamos conciencia debe significar que somos un reflejo de dónde venimos, lo que significaría que el universo mismo también debe ser consciente. Max Planck, después de muchos años de estudio profundo de la física, y en su discurso al recibir el Premio Nobel de Física, observó: “Como un hombre que ha dedicado toda su vida a la ciencia más lúcida, al estudio de la materia, puedo decirles esto, del resultado de mi investigación acerca de los átomos: no hay materia como tal. Toda materia se origina y existe sólo en virtud de una fuerza que trae la partícula de un átomo a la vibración y sostiene este mismo sistema solar de  átomos junto. Debemos observar detrás de esta fuerza la existencia de una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia“. Como hemos visto, la estructura y la dinámica de la realidad parecen repetirse en un patrón fractal en todas las escalas del universo, resultando en dimensiones escalares del infinito. Y si estas dinámicas son todo lo que el universo hace, a diversas escalas, y si son de hecho la dinámica del universo, si el universo es consciente, entonces debemos concluir que esta dinámica de conjuntos negros es el origen de la conciencia, o la dinámica de la conciencia. Como se ha observado en la naturaleza de la mente y en nuestro cerebro holográfico, es evidente que la conciencia es independiente del cerebro. Una prueba sencilla es el hecho de que un pequeño porcentaje de la población, alrededor del 1%, es consciente durante la anestesia profunda. Hay incluso quienes pueden recordar las conversaciones llevadas a cabo por los médicos, mientras estaban en cirugía. Esto sería imposible si la conciencia, y por lo tanto la mente, como una función de la conciencia, tuviese su origen en el cerebro. Ello es debido a que, bajo anestesia profunda, prácticamente todas las funciones superiores del cerebro se apagan, lo que hace difíciles y prácticamente imposibles tareas complejas, tal como recordar una conversación.

Es posible que el origen de la conciencia sea un bucle de retroalimentación permanente entre la expansión y la contracción infinita en el universo. También que la dinámica de doble toroide es, de alguna manera, la dinámica de la conciencia. Si esto es cierto, entonces lo único que realmente existe es la conciencia. Y en todas las escalas del universo esta dinámica del doble toroide del conjunto negro crea reiteraciones fractales de la conciencia universal, que son expresiones holográficas de la totalidad. Si todo es energía, y si esta energía del vacío tiene una dinámica específica y una estructura específica, entonces, lógicamente, la conciencia también debería surgir como una función de las dinámicas energéticas de la creación. Porque, como hemos visto, todo es energía, y la conciencia no surge en el cerebro. Por lo tanto, nuestra conciencia debe ser de alguna manera inherente a la dinámica del campo. Por lo tanto, de acuerdo con el modelo Universo Fractal Holográfico, el origen de la conciencia y esta dinámica del doble toroide están inextricablemente ligados. O bien la conciencia produce esta dinámica, o estas dinámicas de doble toroide son el origen de la conciencia, o, tal vez, esta dinámica de doble toroide es la dinámica de la conciencia. Luego, el origen de su conciencia es un conjunto negro. Nosotros somos una expresión fractal del universo, ya que somos conciencia. Y si el modelo de Nassim Haramein del Universo Fractal Holográfico es correcto, entonces todos y cada uno de nosotros somos conjuntos negros. Este sería el origen de nuestra conciencia y, por tanto, seríamos expresiones holográficas del universo. A través de cada uno de nosotros tenemos disponible toda la información y la energía del universo. En nuestro centro somos singularidad y, por lo tanto, somos uno con todo lo demás en el universo.

Cuando miramos a través de un microscopio vemos esferas, en forma de átomos, electrones, protones, quarks, células, etc.. Y cuando miramos el firmamento por la noche a través de un telescopio, también vemos esferas. Sin embargo, desde nuestra escala de observación somos testigos del magnífico despliegue de la creación, donde la vitalidad de la vida y la creatividad del universo se expresan con mayor claridad. Nosotros somos el horizonte de sucesos del universo, y en nuestro centro tenemos una singularidad que nos conecta con el resto del universo. Y eso es lo que sostiene el modelo del Universo Fractal Holográfico. Nos dice que la dinámica y el origen de la conciencia en los seres humanos es la dinámica del doble toroide del conjunto negro ocurriendo en nuestro ámbito local, como consecuencia de la singularidad de nuestro centro. Muchas tradiciones antiguas reiteran que “el universo está dentro de ti“. Por otra parte, afirman que cuando miramos dentro de nosotros mismos, como a través de la meditación, descubrimos el universo dentro de nosotros, y descubrimos que estamos conectados con todas las cosas. A medida que dirigimos nuestra atención hacia el interior a través de la meditación, colapsamos hacia la singularidad. Y curiosamente, a través de la meditación constante se puede sentir este colapso de forma natural. Cuando dirigimos nuestra atención hacia el interior a través de la meditación, obtenemos quietud, paz interior, plenitud energética y conexión con todas las cosas. Estos son algunos de los beneficios que se ha dicho que produce la meditación desde hace miles de años. Curiosamente, esas son también algunas de las cualidades de la singularidad: la quietud, el silencio, la densidad energética, el infinito y la unidad. Si esto es cierto, entonces no sólo es todo en el universo el que tiene estas dinámicas conscientes en su propia escala, sino que el propio universo no sólo es consciente, sino que es conciencia. En una reseña del libro Cerebro y Universo – dos cosmologías, del físico y poeta David Jou, catedrático de Física en la Universidad Autónoma de Barcelona, leemos: “Una característica importante de la obra de Jou es centrar la mirada en la información tratando de obviar el mero estudio físico de la materia“. David Jou ha hablado más detalladamente de la materia en otro de sus libros, La sinfonía de la materia. “De hecho, nos dice Jou, podríamos pensar incluso en un universo sin materia, pues bastaría suponer que, en su inicio, materia y antimateria fueron igualmente abundantes, de modo que se aniquilaron por completo en los primeros instantes y quedó sólo luz“.
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Éste sería un universo matemáticamente perfecto, sin la intrigante ruptura de simetría entre materia y antimateria. En tal universo podría haber información llevada por los fotones. “Con esa simplificación – nos dice David Jou – no hemos pretendido prescindir del cuerpo ni del planeta, sino subrayar más acusadamente cómo el concepto de información tiende puentes entre la desmesura espacial del cosmos y la espesura especulativa del cerebro“. Desde esa perspectiva, la información representa una idea en cierto sentido más profunda que la de la materia, porque en último término podemos reducirlo todo a información sin tener que recurrir a la intrigante dicotomía de materia y la antimateria. Y tanto el cerebro como el universo procesan la información. Este universo constituido sólo por información tendría su propio programa, su memoria y, tal vez, conciencia. A veces, es posible para la mente humana crear una imagen figurada a partir de la información aprendida. En otras ocasiones, en cambio, los datos se quedan en un nivel más abstracto o no pueden ser descodificados. Un paralelismo lo encontramos en matemáticas, es la diferencia entre álgebra y geometría. El álgebra se refiere a la misma realidad que la geometría, pero cambia la forma de representar dicha realidad. En cambio, en la geometría se visualizan los cuerpos, mientras que en el álgebra esos mismos objetos están representados por abstracciones llamadas funciones, y unas reglas por las que las funciones se relacionan unas con otras. La geometría está limitada por nuestra capacidad para visualizar la realidad. Así, hay un momento en que el álgebra es capaz de ir más allá que la geometría conocida, de manera que tenemos la función algebraica pero no somos capaces de representar la forma espacial y geométrica a que se refiere. Cuando accedemos al mundo cuántico, topamos con un álgebra no conmutativa, en que se describen espacios diferentes que ya no caben en un eje de coordenadas al uso, sino que entran a formar parte de una función de onda descrita por operadores en lugar de coordenadas.

Es evidente que hay un espacio, o “no-espacio“, ajeno al que conocemos. Quienes pretendan comprender tales regiones de la realidad solo pueden confiar en la intuición escondida tras el álgebra abstracta, de donde nunca saldrán certezas, sino solo probabilidades. David Jou se pregunta: “¿Hubo un momento en el que surgió la primera información no mecánica?“. Y el propio Jou contesta: “No sabemos la respuesta, pero podemos pensar algunas analogías interesantes. Cuando el universo tenía tres minutos, consistía en una mezcla homogénea de hidrógeno, helio y radiación. La temperatura ya había descendido por debajo de la posibilidad de nuevas fusiones nucleares. Por lo tanto, a primera vista, el universo parecía destinado a seguirse expandiendo y enfriando sin ninguna novedad ulterior en su contenido material. Sin embargo, al formarse las estrellas, aparecieron en ellas regiones de altas temperaturas que actuaron como hornos nucleares donde se produjo nueva materia, los átomos pesados. Lo que parecía enfrentado a un límite insuperable se abrió a muchas más posibilidades, entre las cuales la vida, el cerebro, la mente. Se produjo la aparición del cerebro y la aparición de información no homogénea. La información, inicialmente, también es homogénea: signos sin relación con un significado ni un sentido. La aparición del cerebro humano puede ser comparada a la de las estrellas: la aparición de un centro muy activo, en que se forman componentes nuevos que no estaban antes en el universo. Todo proceso cósmico se reduce a un intercambio binario entre partículas: sí o no. 1 o 0“. Según Edward Fredkin, científico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (M.I.T.) y experto en física digital, en su obra Finite Nature, si se consigue profundizar en este proceso, acabaremos descubriendo que el universo sigue una única ley, y ésta ley, en términos de computación, sería “si x, entonces y“. Esta es la rutina por la que el lenguaje informático manipula los bits contenidos en un transistor para controlar las diferentes salidas lógicas. La rutina “si x, entonces y” es el principio de información considerada “mecánica” a que se refiere David Jou, que ha surgido de relaciones y, por tanto, posteriores a cualquier origen. Si traspasamos la lógica mecánica del transistor, el universo adquiere una textura resumida en los postulados de la física cuántica. En ella, las cosas se superponen. El principio de superposición nos dice que, antes de ser energía o materia, la realidad es una onda de probabilidad que contiene todos los valores posibles. Es decir, que todo es información en estado latente. Sólo cuando se producen interacciones dicha información se manifiesta como energía y materia.

Y mientras haya superposición no hay relaciones, pues no hay nada con qué relacionarse en ese “Todo” donde la información aún no ha sido manifestada en forma de paquetes de energía o partículas. Si vamos al fondo del asunto, las leyes de la física y cualquier fórmula matemática se reducen a algo tan simple como incomprensible: 0=0. Aquí comienza todo. Según la teoría de conjuntos, todas las estructuras matemáticas surgen de esta idea denominada conjunto vacío, 0. Se puede definir 1 como el conjunto que contiene al conjunto vacío, 2 como el conjunto que contiene los conjuntos 0 y 1, 3 como el conjunto que contiene los conjuntos 0, 1 y 2, etc. Pero pensemos en el conjunto vacío no como contenido sino como continente. Se trataría del vacío o la Nada que se divide en sí misma y en la cual se desarrolla Todo. Serían divisiones que comienzan nuevas relaciones y estas relaciones se estructuran en un proceso de vuelta a algún tipo de unidad perdida, que coincide con las ideas de los místicos. Esta es una idea que se esconde bajo diferentes formas en las diversas filosofías que se han atrevido a abordar el tema de la Nada, además del Infinito, en relación al origen y destino del universo en general y del ser humano en particular. Y sorprendentemente ahora se asoma en los paradigmas científicos del hombre moderno. Pero parece que aún es pronto para cruzar el umbral. Una y otra vez vemos que el estudio de lo imposible ha abierto perspectivas completamente nuevas y ha ampliado las fronteras de la física y la química, obligando a los científicos a redefinir lo que entendían por imposible. Tal como hemos dicho al inicio del artículo, sir William Osler, famoso físico y médico canadiense, y uno de los fundadores del Johns Hopkins Hospital, dijo lo siguientelas filosofías de una época se han convertido en los absurdos de la siguiente, y las locuras de ayer se han convertido en la sabiduría del mañana“.

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  • Amanda Gefter –Trespassing Einstein’s Lawn:
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  • David Icke – Children of The Matrix
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  • David Icke – El Gran Secreto
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  • R.O. Becker – Fuerzas electromagnéticas y procesos de vida
  • R.O. Becker – El efecto de los campos magnéticos en el sistema nervioso central
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  • Nassim Haramein – Teoría del Universo Fractal Holográfico
  • Andreas Bjerve – El Universo Fractal-Holográfico
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  • Edward Fredkin – Finite Nature
  • George Knapp – US Explores Teleportation
  • John Kettler – The Biology of Transcendence
  • Colm Kelleher – Retrotransposons as Engines of Human Bodily Transformation
  • Dan Huff – Quantum Consciousness? Welcome to the Mind-Boggling World of Mind-Brain
  • Will Hart – The Genesis Race: Our Extraterrestrial DNA and the True Origins of the Species
  • Sandie Gustus – Out-of-Body Experience: A Powerful Tool for Self-Research
  • Terence E. Fretheim – Genesis: An Introduction, Commentary and Reflection
  • Libro de Enoch
  • Andrew Collins – From the Ashes of Angels: The Forbidden Legacy of a Fallen Race
  • Richard Boylan – Star Seed Characteristics
  • Susan Blackmore – Consciousness: An Introduction
  • Dilly Barlow – Parallel Universes
  • Joseph Chilton Pearce – La Grieta en El Huevo Cósmico
  • Hermanos Wachowski – The Matrix Revolutions
  • Hermanos Wachowski – The Matrix Reloaded
  • Hermanos Wachowski – The Matrix
  • Cameron Day – Diles a los Señores del Karma que eres Soberano
  • Cameron Day – ¿Por qué ya no soy un Trabajador de la Luz?
  • René Guénon – El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos
  • Platón – La República
  • Susan Ferguson – El Retorno de Inanna
  • Susan Ferguson – La colonia Tierra y el Rig Veda
  • Fritjof Capra – El Tao de la Física
  • David Bohm – La Totalidad y el Orden Implicado
  • David Bohm – Sobre la Creatividad
  • David Bohm – Sobre El Diálogo
  • David Bohm – Ciencia, Orden y Creatividad
  • Fuente
  • https://oldcivilizations.wordpress.com

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