Páginas

Translate


Powered By Blogger

visitas contador

jueves, 12 de marzo de 2015

Así pasó el grafiti del muro al lienzo a través de la historia

El paso de la pared al lienzo fue impulsado por la relevancia artística de Basquiat y Haring.
Foto: Archivo particular
El paso de la pared al lienzo fue impulsado por la relevancia artística de Basquiat y Haring.

Esta disciplina artística ya se abre paso en museos como el Centro Pompidou y centros culturales.


 Los muros siempre han hablado. Desde las pinturas rupestres de Altamira, pasando por las inscripciones del imperio romano o los carteles publicitarios, el espacio público se ha revelado a lo largo de la historia como un soporte artístico y propagandístico de excepción, hasta llegar al olimpo de los museos.
Aunque es difícil determinar el momento exacto del nacimiento del grafiti, sí existe consenso sobre la importancia que representaron para esa disciplina artística los escritores de Nueva York, ciudad en la que a finales de los años 1960 y principios de los 1970 se popularizaban firmas como las de Julio 204 o Taki 183.
En paralelo, el grafiti comenzó a esparcirse por Francia durante el Mayo del 68, cuando las calles de París amanecían pintadas con eslóganes como "Sé realista, pide lo imposible" o "Prohibido prohibir". Y al calor de la revuelta estudiantil, por el resto de países europeos.
Flirteando entre la protesta social, el arte y el vandalismo, en los años ochenta aterrizaron en la capital francesa artistas llegados de Estados Unidos, como JonOne y Bando, o nacidos en Francia, como Blek le Rat y Jérôme Mesnager, firmas que nutren la muestra de la Pinacoteca.
En el paso de la pared al lienzo, impulsado por la relevancia artística de Basquiat y Haring y por el interés del polifacético Andy Warhol, se abrió también la paleta de técnicas.
El espray, estandarte de la pintura urbana, fue mezclándose con otros métodos más convencionales como el acrílico, el óleo o la brocha al tiempo que se desarrollaban formas más eficaces para colorear el espacio público, como el ‘stencil’ o las pegatinas.
Con la entrada del nuevo milenio, mientras el arte urbano se globalizaba con artistas como el británico Bansky o el italiano Blu, las calles de Francia fueron testigo del ascenso de Space Invader, cuyos mosaicos se inspiran en el célebre juego de marcianitos de los años ochenta.
Son años en los que ganan relevancia artistas como Zuman Kojito o C2015, que siguen pintando en la calle mientras exploran la vertiente comercial de un arte efímero llamado a perdurar.
En paralelo, florecen galerías y casas de subastas especializadas donde se venden obras a celebridades como los actores Brad Pitt y Jude Law o el multimillonario artista Damien Hirst.
El grafiti se abre paso en museos como el Centro Pompidou y espacios culturales como la Fundación Cartier o el Grand Palais, de forma que esa disciplina anónima y furtiva, sancionada en Francia con multas de hasta 30.000 euros (32.321 dólares), se instala en el "establishment" de la cultura.
Aunque en contadas ocasiones se tolera y se promueve, la alcaldía de París borra cada año 200.000 metros cuadrados de grafitis de sus calles, mientras proliferan mapas que ubican algunos de los trabajos más interesantes.
Y también hay quienes se los encargan a 100 artistas y los exhiben durante 30 días en un edificio de 4.500 metros cuadrados antes de destruirlos, como la curiosa iniciativa del galerista Mehdi Ben Cheikh, que en 2013 tatuó con arte fugaz una torre a punto de desaparecer en el proyecto ‘La Tour Paris 13’.
El documental ‘Style Wars’, de 1983, muestra los primeros pasos de los grafiteros en el universo comercial del arte, saltando directamente de las cocheras de los metros a las galerías.
"No empecé a pintar para ir a París o para hacer lienzos. Estoy aquí para pintar, para destrozar las líneas de metro", declaraba uno de aquellos adolescentes en la cinta de culto de Henry Chalfant y Tony Silver.
EFE
Fuente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te puede interesar;

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...