Jean Claude Gandur (Grasse, Francia, 1949) es uno de los coleccionistas más importantes del mundo y acaba de ceder en depósito al Museo Reina Sofía 15 importantes obras de su Fondation Gandur pour l'Art durante dos años prorrogables. Todas ellas pertenecen a la vanguardia europea y cuestionan los principios estéticos de la cultura occidental en respuesta a la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.
Entre estas obras está Sarah (1943), de Jean Fautrier, que por primera vez se expone en el mismo lugar que el Guernica de Picasso y que el propio Gandur considera “su Gioconda fea”, capaz de representar la desgracia que puede caer sobre la humanidad. Para él, Sarah reúne la historia de Europa, y el cuadro de Picasso, la de España. Ahora, los visitantes del Reina Sofía podrán disfrutar del análisis y la comparación entre ambas.
Gandur, uno de los hombres más ricos del mundo, creció entre Egipto y Suiza y ha construido su colección a partir de un fondo familiar. Su pasión por el arte surgió a los nueve años, cuando su abuela le regaló una pequeña lámpara de aceite paleocristiana. Desde entonces ha mostrado una capacidad asombrosa para reconocer obras de arte excepcionales. En 2010 creó la Fondation Gandur pour l’Art con el objetivo de conservar y enriquecer la colección además de acercarla al público. Con él hablamos de coleccionismo, de sensibilidad y de su Fundación.
¿Cuándo empezó a coleccionar arte?
Con 20 años. Entonces me centré en la arqueología. Me interesaba especialmente la cuenca del Mediterráneo: Egipto, Grecia, Roma, los Íberos, los Fenicios, etc. Solamente a partir de los 30 o 35 años, con la madurez, es cuando empiezo a coleccionar pintura. La razón por la que me centré en la arqueología fue porque mi familia se tuvo que ir de Egipto cuando yo tenía sólo 12 años y lo perdí todo, por eso, para mí coleccionar fue una forma de recuperar el lugar donde había crecido y donde había pasado mi infancia.
Sus intereses han evolucionado desde entonces…
Me sigue interesando la arquelogía y la escultura, pero he añadido a mis intereses el arte europeo desde la Edad Media hasta el siglo XVII: mobiliario, arte religioso, arte profano, también objetos como muebles o jarrones chinos. Es difícil de explicar porque tengo desde un relieve de Luis XIV hasta diferentes piezas del siglo XVIII, como pequeños retablos españoles o vírgenes. Básicamente me interesa todo lo que es bello.
¿Coleccionar arte crea sensibilidad?
Por supuesto. Cuando coleccionas arte tu entorno cambia totalmente. El arte es algo tranquilizador, produce armonía, y poder compartirlo es algo sumamente gratificante.
¿Hay que tener una visión especial para coleccionar?
No, creo que no. Creo que es algo muy individual y hay muchas razones para coleccionar. Por ejemplo, hay muchos coleccionistas de arte contemporáneo que coleccionan un poco por exhibicionismo, para que suban los precios, para mostrar su colección, pero luego están también los que yo llamo “secretos”, que simplemente coleccionan para ellos mismos, para disfrutar de lo que les gusta.
¿Es importante para usted mostrar su colección?
Es esencial. La noción de colección solamente tiene sentido si se comparte con los demás, si otros pueden admirar lo que has conseguido. De alguna manera coleccionar es escribir algún fragmento de la historia del arte. Se trata de reunir objetos y piezas que no estaban destinadas a convivir y que se reúnen por el deseo, por la visión o por el gusto de una persona, el coleccionista. Cuando un conservador de un museo entiende tu colección, de alguna manera está entendiendo también tu visión. Además, si un conservador coloca tu colección como ejemplo de una época te da un inmenso placer porque sabes que un numeroso público va a venir a contemplar lo que has conseguido reunir.
¿Debe el coleccionista tener cierto compromiso con las instituciones públicas y ayudarlas cediéndoles sus obras?
Sí, por supuesto. Es un deber. Hoy el arte se han vuelto tan caro que los estados no pueden comprarlo. Por eso, la gente que tiene la capacidad, el poder adquisitivo para comprar obras de arte, tiene la obligación de mostrar, reseñar y prestar las obras. No entiendo el arte egoísta. Para mí la mayor satistación sería venir aquí en vaqueros un domingo y escuchar qué dice la gente sobre los cuadros que he prestado: si les gustan, si no les gustan, si les parecen interesantes, bonitos, feos… Lo que sea. Ver sus reacciones. Alguna vez he pensado que me gustaría ser una mosca volando por las salas para poder escuchar lo que dice la gente.
¿Cuáles son los objetivos de su Fundación?
El primero sería compartir, y el segundo reunir obras creadas por artistas del continente europeo. Creo que ahora mismo la inmigración es un fenómeno muy importante, pero que a la vez produce una gran incomprensión entre los pueblos y pienso firmemente que el arte es la forma en que las distintas identidades y los distintos pueblos pueden llegar a una comprensión mutua. Quiero pensar que va a haber una menor tensión y una mayor armonía.
En esta línea estamos trabajando, al intentar que vaya gente al museo que normalmente no lo hace. Para ello, la Fundación dona al museo de Ginebra una cifra de dinero al año y así niños de barrios desfavorecidos de Ginebra, a los que por diferentes circustancias sus padres no les llevan al Museo, pueden visitarlo.
Fuentehttp://www.hoyesarte.com/
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