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jueves, 5 de marzo de 2015

Los grandes maestros y el ocaso del museo

La exposición estará abierta hasta el 15 de abril. Foto: Notimex
Los museos tal como los conocimos durante 200 años están en crisis, pero eso no es necesariamente malo.


LEONARDO, RAFAEL, CARAVAGGIO: UNA MUESTRA IMPOSIBLE

En el Centro Nacional de las Artes (Cenart) se presenta una exposición que presume de su imposibilidad desde el título. Rafael, Leonardo y Caravaggio: una muestra imposible es todo un éxito con el público. Casi 100,000 personas la han visto en las pocas semanas que lleva.

Se trata de 57 obras de los tres maestros del Renacimiento expuestas en varias galerías del Cenart. He aquí la vuelta de tuerca: no se trata de originales, sino de reproducciones digitales hechas a la mayor perfección que permite la tecnología.
La muestra es imposible porque junta bajo el mismo techo piezas que están en diferentes lugares y que no se pueden transportar, pues ningún director de museo aprobaría su préstamo.

Pero para la muestra imposible eso no importa. ¿Para qué ir a Florencia, o de Roma al Louvre persiguiendo a los maestros? Mejor hacer fila un rato para ver reproducciones que para el ojo común se ven exactamente como los originales.

El recorrido es lindo, tiene buena iluminación y las piezas son espectaculares. Pero es interesante. Lo que estamos alabando es el medio, la reproducción digital perfecta que puede exponerse bajo casi cualquier condición.

¿Qué nos dice esto ya no sobre el arte, sino sobre los museos?
El museo se desvanece

Dos elementos le vienen a la mente a esta reseñista, una pregunta y una escena. La pregunta: ¿cómo serán los museos del futuro? La escena: en la película Hijos del hombre, de Alfonso Cuarón, ante el fin del mundo un hombre rico ha acumulado todas las grandes obras de arte de la humanidad en su mansión, la única manera de preservar alguna belleza en la fealdad del Apocalipsis en progreso. Tener el arte como forma de poder.
¿Qué han sido los museos sino constructores de identidades nacionales y centros que educan en el arte de percibir lo que es bello, histórico e importante? El museo tal como lo conocemos nació en el siglo XIX, en la efervescencia del nacionalismo. Los países poderosos extendían sus manos por el globo y se hacían de piezas de valor histórico incalculable como botines imperiales.

En realidad, esa figura del museo como caja protectora del patrimonio imperial (y artístico) está siendo superada.
El museo se transforma: ya no es un lugar de poder vertical, sino un espacio más amable, menos impositivo. El arte y la historia como derecho de todos es la nueva insignia. Por eso las exposiciones en sitios abiertos, en espacios diferentes; por eso también la arquitectura de los museos construidos en el siglo XX y el XXI (por ejemplo el Centro Pompidou o nuestro MUAC) se abren hacia afuera: quiere decir que lo que está afuera es tan importante como lo que está adentro.

Lo que sigue es el museo en casa, y también lo que ocurre en el Cenart: reproducciones perfectas, verdaderas dobles de riesgo, del arte del mundo.

Esta “muestra imposible” es un fenómeno más interesante que una cotidiana (salva sea la palabra cuando se habla de obras de verdaderos monstruos sagrados) exposición. Es un vistazo al futuro. Y eso es fascinante.

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