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martes, 12 de mayo de 2015

Eliseu D´Angelo Visconti




Eliseu D´Angelo Visconti (Giffoni Valle PianaProvincia de SalernoItalia30 de julio de 1866 - Río de JaneiroBrasil15 de octubre de 1944) fue un pintor y diseñador brasileño.
Muy joven, llega al Brasil con su familia. Antes de dedicarse a la pintura deseó ser músico, estudiando teoría, solfeo y violín. En 1884, sin embargo, se matricula en el Liceo Imperial de Artes y Oficios. Más tarde viajará a París a perfeccionar sus estudios. En este lugar sentirá el influjo del impresionismo y el Art Nouveau. Se le reconoce, efectivamente, como el iniciador del impresionismo en la pintura brasileña.

A su retorno a Brasil, su estilo será desautorizado e incomprendido por el conservadurismo y el ambiente doméstico y mesurado imperantes, por entonces, en Río. No obstante esta reticencia primera, es notoria la influencia que ostenta tanto su obra como su incursión docente en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde instruye y determina la raíz pictórica de gran parte de las nuevas generaciones.
Su primera exposición individual la realiza en 1901. En tal oportunidad presenta 88 obras, 28 de las cuales son de arte decorativa: estudios de vitrales, estofos en seda, cerámica, diseños para capas de libros, esmalte, paños recortados, marquetería, papeles pintados, etcétera. Es comentado entre artículos de la época la poca recepción que tuvo dicha exposición, que, pese a ser una de las más significativas y completas que se han mostrado al público, contó, dada las características particulares del momento, con una profunda incomprensión.

En 1902 Visconti retorna a Paris, donde es invitado por Pereira Passos para pintar el cielo raso y el telón de boca del Teatro Municipal de Río de Janeiro, que entonces se construía. De esta manera comienza el pintor un trabajo que le demandará varios años. Una vez finalizada, en 1907, es exhibida en su taller para el entonces presidente Rodrigues Alves. En aquel momento la obra es ampliamente celebrada. Con un universo de más de doscientas representaciones, si bien es objeto de un entusiasmo inicial, una vez mostrada en Río de Janeiro la obra es material de fuertes críticas. Se impugnaba que el argumento temático correspondía a una designación, a un arbitrio que no consideró necesariamente la opinión del artista, y que éste, forzado a construir una trama nueva y original, se limitó a pintar extravagancias y asuntos en los que se sugieren, de modo artificial, ciertos tintes de su propia personalidad.


No obstante el tiempo que este trabajo demanda al artista, continúa, sin pausa, pintando cuadros de caballete. Así, en la Exposición Internacional de 1905, presenta dos retratos, uno de los cuales corresponde al de la escultora Nicolina de Assis, que constituye una de las obras capitales del género en el Brasil de comienzos del siglo XX. Por su parte, en 1906 expone en el Salón de Paris la obra Maternidad, que es considerada una de las piezas más finas y admirables del artista.
En el año 1913, fruto de sus méritos, recibe un nuevo encargo oficial, encomendándosele en esta oportunidad pintar el “foyer” del Teatro Municipal de Río. Tal misión le instala otra vez en Paris. Aquí da inicio a su trabajo en una gran factoría de la Rue Didot. Un bombardeo de la ciudad por los alemanes y la inesperada declaración de la Primera Guerra Mundial, sorprenden a Visconti, quien se ve forzado a mudarse dos veces de taller, transportándose sucesivamente a Saint-Hubert y Du Main. Esto, sin embargo, de ningún modo desalienta al pintor, quien concluye las decoraciones en pleno conflicto. Efectúa un cuarto viaje a Italia y regresa a su país en el auge de la campaña submarina de Guillermo II.


Los años que van desde 1913 a 1916, no son de exclusivo desarrollo de las pinturas del Municipal, pues aquí surgen también los paisajes impresionistas de Saint-Hubert, altamente valorados y considerados como uno de los puntos cardinales de la producción pictórica del autor en lo que se refiere al desarrollo que experimenta en este género. Ya desde 1918 el trabajo de Visconti varía constantemente entre la pintura decorativa y la de caballete, sin abandonar las labores que realiza en torno a las artes aplicadas.
En el primer periodo de 1930, debido a una reforma suscitada al interior del Teatro Municipal de Río, Visconti es solicitado, una vez más, para ejecutar trabajos en sus dependencias.
La labor creativa del pintor no se detendrá con el paso de los años. Entre 1934 y 1936 realiza la pintura de un friso sobre un proscenio. La última obra que expone durante su existencia será Tres Marías, exhibida en el Salón de 1944.


Aquel mismo año, Visconti, que para entonces ya cuenta con 77 años de edad, sufre un accidente en su taller de la avenida Mem de Sá, en Río. Los sucesos de tal episodio aún son oscuros. Federico Barata, quien ha estudiado la obra del artista, ha llegado a especular respecto de dichos acontecimientos, argumentando que se trataría de un "accidente o un crimen de que fue víctima en su taller". Al cabo de dos meses de lastimosa agonía, el pintor se reanima por unas pocas semanas, momento que aprovecha para retomar de alguna forma su labor pictórica. Este furor inicial, sin embargo, pronto se verá menguado. Fallece el día 15 de octubre de 1944.
                  


La pintura de Visconti se sitúa en una fase evolutiva que va del academicismo a las experimentaciones modernas en el intenso escenario de las artes plásticas de Brasil. No pocos le atribuyen la calidad de fundador del arte moderno en dicho país. Visconti recibe, sin embargo, una formación clásica, pero su vuelo creativo toma aspectos de diversas tendencias plásticas descubiertas en su viaje de estudio por Europa. En tal sentido, es un internacionalista.



Es fácil atestiguar, dadas las características que ostenta su obra, que Visconti es un artista capaz de trabajar todos los géneros. Es pues, un pintor de figuras, decorador, paisajista, autor de escenas de género y precursor, en Brasil, de las artes industriales. Prevalece en él, sin embargo, la constante tendencia a pintar figuras, retratos, desnudos, alegorías y grupos. Las notables influencias que recibe del simbolismo, el impresionismo y el art nouveau, tienen en su paleta características propias, un tratamiento que, a través de la mezcla constante de tendencias, originan un estilo que resulta a menudo difícil determinar. Bien se le tacha como un ecléctico, siempre condescendiente para con las nuevas expresiones del arte moderno.

         
Eliseo Visconti es reconocido como el introductor del impresionismo en el Brasil. Es relevante también la incursión de este artista en el art noveau, o la vinculación que sostiene con el simbolismo. Sus obras Oréades, Gioventu, Sueño Místico, Muerte de Cleópatra y San Sebastián, son, de acuerdo a su nivel experimental y la opinión general de la crítica, de clara tendencia simbolista.
Sus logros han sido vastamente divulgados y es reconocible su importancia en el contexto plástico del Brasil. Sus méritos son variados. Una de sus ocupaciones principales y donde deja una marcada impronta, es en el ejercicio de la docencia. En 1907 es nombrado profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes, ocupación que realizaría hasta 1914. Si bien no formó muchos alumnos, algunos de ellos llegaron a ser destacadas figuras, como Marques Júnior, Henrique Cavalleiro y Manuel Santiago, este último formado por Visconti en su taller particular, de 1920 a 1923, y no en la Escuela.

Fueron reconocidos también sus cursos de arte decorativa dependientes de la Escuela Politécnica de Río de Janeiro en 1934, pero por sobre todo se le recuerda por los diversos comicios que el gobierno le encarga luego de reconocérsele la calidad que imprime en la decoración creada para el interior del Teatro Municipal de Río de Janeiro. El trabajo que realiza en el “foyer” del Teatro Municipal es considerada por todos como una obra maestra. Esta, creada bajo el notable influjo de la técnica puntillista, de considerable ligereza y suave tonalidad, ha sido ampliamente celebrada por Federico Barata, biógrafo del artista: “Verdadera música de coros, de tonos harmoniosos, impecable diseño y agradable y elegante línea de composición, revela tal seguridad y maestría en la factura, sin una excitación, con una sensibilidad tan inspirada y comunicativa, que puede, sin exagerar, ser comparada a lo que mejor del genero ha sido producido en el mundo contemporáneo.”

Anexo:Pintores de Brasil 

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