Juan José Ávila Aceves “Kraeppellin”, nació el 13 de febrero de 1948 en la ciudad de Guadalajara y murió un 13 de febrero, exactamente 61 años más tarde, dejando una cuantiosa producción a lo largo de más de 30 años de carrera.
Gracias a su trayectoria artística y excentricidad se dio a conocer ampliamente en Guadalajara con el pseudónimo de “Kraeppellin”, tomado del apellido de Emil Kraeppellin. Éste fue un psiquiatra alemán de mediados del siglo XIX y principios del XX, fundador de la psiquiatría científica moderna, la psicofarmacología y la genética psiquiátrica. También combinó este pseudónimo con otros nombres que marcaron etapas en su desarrollo artístico-intelectual: Juan Adrii “Kraeppellin”, “Kepillín”, “JF Kraeppellin”, y “Juan María Lang Kraeppellin”, entre otros. El último y más empleado fue el de Juan Kraeppellin.
Vivió en contacto con otros artistas, llegando a tener un sello distintivo en su obra, mismo que extendió a su entorno y a sus colegas a través de su persona, costumbres y atuendos, nombrándose a sí mismo como un creador “autodidacta”, “naïf” y evidenciando ser él mismo parte clave de su creación artística.
Hizo su debut artístico como escultor durante los setenta, trabajando principalmente el alabastro, aunque también realizó trabajos en cerámica, resinas, yeso e incluso plastilina, con temas figurativos. En esta etapa temprana de su trayectoria su trabajo tomó un sesgo convencional en cuanto a la técnica más no a la temática, con la cual rompería más adelante de manera provocadora y propositiva.
Este artista reflejó firmemente su pensamiento en su persona y su trabajo. Gracias a su propuesta irreverente y excéntrica, su obra manejó la figuración, la abstracción, así como temáticas en torno a la libertad de expresión, el sistema social, la libertad sexual y la espiritualidad a través de pasajes lúdicos, oníricos, fantásticos y eróticos, tanto en obras bidimensionales como escultóricas. También tuvo un amplio desenvolvimiento literario, completando su discurso plástico con títulos sumamente poéticos.
Fue un artista muy prolífico, llegando a tener producciones masivas y en serie. Se ha podido estimar el volumen total de su producción en alrededor de 2,500 piezas artísticas diseminadas en varias colecciones locales públicas y privadas.
Participó en numerosas exposiciones tanto colectivas como individuales, donde lo distinguía su carácter excéntrico y diversas actuaciones tipo performance. Fue un individuo que se diferenciaba en la calle y llegó a ser inconfundible en Guadalajara, no sólo dentro del medio artístico sino en lo cotidiano, pues se relacionaba con personas de todo tipo.
La última exposición que tuvo en vida fue un homenaje por sus 30 años de trayectoria, el 7 de septiembre de 2007 en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, donde se presentaron obras de varios coleccionistas, de las cuales al menos el 70% pertenecía a la Colección Aguilar Martínez Negrete (CAMN), actualmente integrada al acervo del CIAK.
Al final de su trayectoria se autodefinió como dadá, aunque también se le llegó a reconocer como surrealista, expresionista, sicodélico o simbólista. “Fue sorprendente cuando vimos que además de ser un personaje estrafalario, también era un artista, un renegado de la sociedad. Antes eran poetas malditos, él fue un pintor maldito”, expresó Francisco Barreda, promotor cultural tapatío.
Kraeppellin murió en el 2009 a causa del cáncer. A raíz de su fallecimiento se le realizaron varios homenajes y se publicaron en varios periódicos notas que daban cuenta de su paso por la escena plástica tapatía.
“La presencia del artista era inconfundible en la Ciudad, consideraron colegas y amigos. Cabello teñido de colores, uñas y labios pintados, y actitud rebelde, eran parte de su forma de ser lo que lo convirtió en un personaje singular, hecho que logró reflejarse en su obra plástica”.
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