La 57 edición de la Bienal de Venecia, uno de los acontecimientos más relevantes del mundo del arte cada año, nos ha vuelto a dejar una profunda sensación de que los artistas contemporáneos aportan siempre una mirada apasionada y que necesitamos su voz y su punto de vista, a veces desconcertante, impactante o, simplemente, novedoso para entender mejor el mundo que nos rodea.
Hacemos un recorrido por la muestra, por los 87 pabellones nacionales y por las obras de los artistas participantes que más nos han impactado.
La escultura monumental de unas manos gigantes que surgen de un canal y soportan la fachada de un edificio del artista italiano Lorenzo Quinn ha sido una de las máximas protagonistas de esta muestra. Support es el nombre de la obra y se trata de una metáfora visual para denunciar el calentamiento global y concienciar a los asistentes de que es necesario poner medidas antes de que sea demasiado tarde.
La impresionante torre de oro de 20 metros de altura erigida a lo largo de Gran Canal de Venecia y obra del artista James Lee Byars ha sido otra de las piezas artísticas que ha salido de los típicos pabellones para pasar a formar parte del decorado que es la ciudad de los canales. Un monumento en honor de la humanidad que se puede ver desde distintos puntos de vista de la ciudad y que ha cambiado la panorámica.
En el Pabellón de China, que se ha bautizado con el nombre de Continuum-Generation by Generation, se muestran las obras de Tang Nannan, Wu Jian’an, Yao Huifen y Wang Tianwen y entre las muestras nos hemos enamorado de esta pieza, pura poesía en movimiento.
No es raro encontrar en esta Bienal una extensa representación del trabajo manual y más artesanal, como el croché, que empiezan a ser consideradas a la altura de otras obras de arte gracias a artistas como K.Núñez, Issay Rodríguez, David Medalla o Sheila Hicks.
La obra El Problema del Caballo, de la artista Claudia Fontes, fue elegida para representar a Argentina y una de las obras artísticas que más imágenes ha protagonizado en Instagram de la muestra. Sin duda, se trata de una imagen sobrecogedora y la composición de esa mujer joven frente a la silueta de un impotente caballo nos ha cautivado.
Ademas de los diferentes pabellones nacionales se ha montado una exposición con una gran multitud de artistas de muy variadas procedencias y con el objetivo de tomarle el pulso a las nuevas tendencias en arte contemporáneo.
Bajo el lema Viva Arte Viva y bajo la batuta de Christine Macel, la comisaria del Centro Pompidou de París, este año han participado 120 artistas, la mayoría de los cuales se estrenan por primera vez en esta convocatoria.
Y como colofón final, el León de Oro al mejor artista de esta edición lo ha conseguido el alemán Franz Erhard Walther, un artista diferente que trabaja en un campo minimalista y conceptual, donde el público es necesario, parte indispensable para completar la obra con su presencia.
Sin duda, un año más la ciudad entera se ha volcado en su objetivo de homenajear al arte organizando un sinfín de actos paralelos, abriendo sus museos y sus palacetes para que una multitud de turistas aficionados a la belleza lo disfruten sin límites.
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