Texto: Ana Nadal de Sanjuán
Entrevista realizada por Ana Nadal de Sanjuán, publicada en La Vanguardia el 19 de noviembre de 1958.
Salvador Dalí hizo de la excentricidad una herramienta de marketing, al punto que su curiosa personalidad terminó por competir con su formidable obra. Su estrafalaria personalidad no tardó en hacerlo entrar en colisión con el mundo, quizá por eso desfiló por escuelas de arte de Cataluña y Madrid, generando a su paso una colección de escándalos y expulsiones.
Dalí parecía quererlo todo, su ambición no tenía límites, por momentos era clásico pero también coqueteaba en los tempranos años 20 con las vanguardias. Finalmente, en uno de sus viajes a París conoció a Pablo Picasso, a quien admiraba profundamente, y a pintores como Joan Miró y René Magritte.
1929 es el año en el que Dalí inicia su periodo surrealista al tiempo que junto a un excompañero de Bellas Artes, Luis Buñuel, presenta una película llamada “Un perro andaluz”, una pieza perturbadora y absolutamente vanguardista que llamó la atención del mundo del arte a nivel internacional. El movimiento surrealista no tardó en abrirle los brazos.
Desde el principio se trató de una relación convulsa, en la que si bien existió afinidad estética, lo cierto es que el pintor catalán no era muy proclive a ceñirse a las directrices del movimiento y en especial de su fundador, André Breton. Por eso Dalí se mantuvo a prudencial distancia del socialismo –siempre se declaró apolítico– y en su lugar se obsesionó con la obra de Sigmund Freud, hasta el punto de que su método “paranoico-crítico” está profundamente influenciado por el psicoanálisis. No sería la única vez que el artista apelaría a ideas científicas: también buscaría inspiración en las matemáticas, la biología y hasta la genética.
Tras sus iracundas diferencias con Breton que lo convirtieron en reo en un curioso juicio que le iniciaron los surrealistas, Dalí fue expulsado del movimiento en 1939 y desde entonces se convirtió en santo patrono y científico loco de su propia escuela. Dalí se había convertido en el más daliniano de los dalinianos.
Entrevista
Han pasado dos años desde aquella tarde en que entrevistamos a Dalí en Port Lligat (1). Residíamos en el idílico hotel Comercio de Puerto de la Selva, cuya fachada se refleja en el contiguo mar, cuando enterado el dueño, don Salvador Bordas Costa, de que proyectábamos un reporte para La Vanguardia, gentilmente se brindó a conducirnos con su coche a Cadaqués.
Nos entusiasmó la idea de ir con el hotelero, quien por su cultura y haber sido alcalde de la marinera villa, goza de gran prestigio en el Ampurdán y del aprecio de muy destacadas personalidades españolas y extranjeras. Era reciente la visita del exrey de Italia al estudio daliniano, donde fue excéntrica pero espléndidamente obsequiado por el pintor y por Gala (2), actualmente su esposa. Llegó con un fastuoso coche a Port Lligat, punto mundialmente conocido a causa del personaje que nos ocupa.
No pasaremos adelante sin decir que esta entrevista quedó de lado por haber salido veladas las fotos que sacamos, en algunas de las cuales el famoso pintor accedió muy complacido a retratarse con nosotros. El afán de repetirlas motivó el retraso, pero es igual, Dalí siempre será el mismo y su casa no ha cambiado, por lo que sus manifestaciones siguen siendo de la misma actualidad. Tampoco ha cambiado la sombría cala donde siguen varados en la orilla algunos botes en espera de hacerse a la mar. Desde luego, Dalí es un formidable dibujante, lo ha dicho nada menos que el gran Clarà, y así se lo manifestamos a él, que lo agradeció, por venir el elogio del escultor que, dijo, más admira. Por una vez fue sincero, sin temor a traicionarse, decimos esto, porque en Dalí todo es pose, descartando lo temperamental.
Nosotros, después de haber hablado con él, creemos que es un sagaz psicólogo, que conociendo la opinión de una parte del mundo, la explota. De haber procedido como otros, sin duda no se habrían reconocido sus méritos artísticos sabe Dios hasta cuándo. En cambio, con su desconcertante originalidad, pudo abrirse paso con mayor rapidez y seguro rendimiento y esto, bajo ciertos prismas, es aparte del éxito lo más importante. Son muchos los que lamentan el que un artista ampurdanés de las infrecuentes dotes de Dalí, pase a la historia del arte con tan estrambótico concepto. Tal vez tengan razón, ya que sin duda podría enfocar de otro maravilloso modo su impresionante arte, del que nos mostró deliciosas contemplaciones. Nos hizo un amable recibimiento, enterado del modesto terceto que formábamos el señor Bordas Costa, mi hijo, médico, y esta humilde publicista.
Feelings, arte compartido entre Salvador Dalí y el pintor belga René Magritte, quien también era surrealista.
Salió presto sin darnos tiempo para contemplar el raro mueblaje del recibidor, donde habría resultado un problema sentarnos. Las sillitas, propias para distintas edades de bebés, estaban ocupadas por gorritos de mimbre, de los que antaño se usaban para proteger la cabecita de los rorros en sus primeros pasos. Por paragüero, un oso disecado. En una repisa otras rarezas que no detallamos, porque ya nos estaba estrechando la mano pasándonos a la inmediata sala desde cuya ventana se ofrece el encantador pero desolado panorama marítimo de que tanto se ha hablado.
Como es sabido, la residencia del internacional pintor está junto al mar, en una playa de encogedor y abrupto paisaje, donde la naturaleza atormentada es digno marco para la obra pictórica daliniana. El estudio del artista está en la otra parte de la casa, enclavada en lo más bello de la cala que ha logrado hacer famosa. Por ello y por mejorarla se formó un patronato compuesto por notables personalidades, además del proyecto de monumento nacional.
El 24 de julio de 1982, el Rey Juan Carlos I de España le otorgó a Salvador el título Marqués de Dalí de Púbol por sus notables dotes artísticas y grandes aportes a la cultura de su país.
Port Lligat, que tiene su historia de piratas, es como un lago casi cerrado por promontorios áridos y rocosos, con angosta salida al Mare Nostrum. Todo tiene allí una sobrecogedora y desértica melancolía y una rara paz, precioso don para la gran capacidad de trabajo del célebre artista que nos invitó a descansar mientras nos mostraba fotos de sus obras.
Lucía una exótica chaqueta profusamente ornamentada y sus característicos bigotes, que dice son antena de su inspiración, para mantener la guía de los cuales usa goma de dátiles. Acto seguido nos dijo que para terminar una copia de una figura de escuela holandesa que nos mostró, hubo de inspirarse delante de una col por la estructura geométrica de dicho vegetal.
"Sólo hay dos cosas malas que pueden pasarte en la vida, ser Pablo Picasso o no ser Salvador Dalí", Dalí.
No parecía fácil visitar su estudio, en el que estaba trabajando cuando llegamos. Daba casi sus últimas pinceladas a una de sus más famosas obras y había prometido al que se la adquirió que nadie la contemplaría antes que él.
Ana Nadal de Sanjuán - Esto no es ningún obstáculo. Como no la tiene usted terminada, no faltará a su palabra.
Salvador Dalí (S.D.) - Tiene razón.
The Face of War, una de las obras que Dalí creó durante su corta estadía en California, Estados Unidos. La pintó en alusión al final de la Guerra Civil española e inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Y nos hizo pasar lamentando que por el tamaño y peso del cuadro y por no tener entonces quien le ayudara, no podría colocarlo de forma que le diera adecuada luz. No fue menester, lo pudimos contemplar a placer, mientras nos enteraba de interesantes pormenores. Vivía el tema.
De pronto, nos fijamos en una cesta repleta de corruscos de pan. Le pregunté qué significaban tantos extremos de barras de pan y nos dio su explicación, terminando por manifestar que además los crostones son figura del cuerno de rinoceronte. Acto seguido nos habló de la estructura del girasol:
Originalmente titulada: Mysterious Mouth Appearing in the Back of My Nurse. Las ilusiones ópticas de Dalí son simplemente magníficas.
S.D. - El botón floral del cual está formado por puntos dispuestos en círculos que se desplazan radialmente, dibujando entre ellos sucesivas líneas en figura de cuernos de rinoceronte.
La cabeza nos daba vueltas escuchando el tema de los cuernos, en que el pintor, en complicado cóctel, mezclaba la botánica con la geometría y con lo más sagrado, pero no tardamos en reír a carcajada limpia, al decirnos:
S.D. - He resuelto comprar una casa con un gran almacén para llenarla toda de crostones de pan.
No sabemos si adquirió la casa, pero sí que proyecta trasladar un rinoceronte blanco de la India para que figure en su playa de Port Lligat, en cuyo salobre elemento ya muestran su esbeltez unos aclimatados cisnes.
Por si había pensado tomarnos el pelo, le dije:
Nadal - Usted se burla pero... ¿no se reirán también de usted?
S.D. - No me importa. Lo único que me interesa es que se hable de mí. Tengo agentes en diversos puntos de España y del extranjero que recogen cuanto me atañe. Me lo mandan y en cuanto recibo los sobres, deduzco de ellos si la cosa va bien o mal. Cuanto más pesan y abultan, más propaganda. Digo esto porque, sin abrirlos, los echo al fuego.
Nadal -Bueno, pero por lo menos diga: ¿cómo se considera a sí mismo?
S.D. - Tal como soy. Como el más grande genio de este siglo.
Nadal - ¿Se siente por tal?
S.D. - Desde luego y no hay otro. Y para que vea que lo digo convencido, vengan y verán que así lo estoy escribiendo.
En efecto, encima de una mesa cobijada en un amplio rincón de un pasillo, figuraba un colosal libro manuscrito. No tuvimos tiempo para leerlo, pero sí para darnos cuenta de que el libro, pieza única, le ganaría otro gran revuelo. El título con mayúsculas a grandes rasgos pregonaba lo que había dicho. No lo tenía muy adelantado, pero dejó entrever que sacaría por él un capital.
Sin comentarios nos despedimos, acompañándonos él cortésmente hasta su pequeño jardín, donde amablemente posó con nosotros. Atardecía y, por lo mismo, las fotos se malograron, tomando los rocosos contornos de Port Lligat sombríos tintes que la transparente agua salada reflejaba con impresionante intensidad.
En In Voluptas Mors de nuevo el fotógrado estadounidense Philippe Halsman captura las locas pero geniales ideas de Salvador Dalí.
Epílogo
El evento más revulsivo en la vida de Salvador Dalí tuvo nombre de mujer: Gala. Fue su musa, su mánager y el ser más querido y admirado por Dalí. La amaba más que a sí mismo.
La influencia que esta mujer de fuerte carácter tuvo sobre su vida fue decisiva. Dalí la conoció en 1929, cuando Gala estaba casada con el poeta surrealista Paul Éluard, a quien no dudó en arrebatársela. Desde entonces estuvieron siempre juntos, hasta la muerte.
La cronista menciona que Dalí se ha casado con Gala, lo cual es cierto en el sentido católico del término ya que se habían casado por lo civil en 1934. Pero fue en 1958 cuando contrajeron nupcias en una ceremonia religiosa —poco antes de la entrevista— y ello requirió de la intervención papal ya que Gala había estado casada previamente.
Una de sus obras más célebres, pintada al óleo y completamente surrealista. Seguramente ya la conocías, pero por tratarse de Dalí no podía quedarse por fuera de esta selección.
Pese a que André Breton lo expulsó formalmente del movimiento surrealista en 1939, Dalí llegó a afirmar: “El surrealismo soy yo”, y de algún modo era correcto ya que el pintor de los bigotes tiesos era la imagen “for export” del movimiento. Sin embargo, no se sintió aferrado al surrealismo, ni estética, ni emocionalmente. Cuando estalló la guerra en Europa, el artista y Gala huyeron a Estados Unidos. Allí el pintor ingresó en uno de los periodos más frenéticos de actividad porque no sólo promovió con maestría su obra, sino que también escribió, diseñó joyas, puso en escena obras teatrales, colaboró con reconocidos cineastas como Alfred Hitchcock y Walt Disney y hasta diseñó escaparates de tiendas, con escándalos incluidos.
Es cierto que Dalí se había convertido en una máquina de “marketing”, sin embargo, su arte aún era de valor. En 1939, en el momento de mayor encono, Breton llamó a Dalí de forma despectiva Avida Dollars, un anagrama con el que denunciaba la sed de dinero que el ampurdanés padecía. El pintor transformó lo que era un insulto en un eslogan de su campaña de autopromoción porque como llegó a afirmar: “Amar al dinero como yo lo hago, no es nada más que misticismo. El dinero es una gloria”.
Cumplidos ocho años de su aventura americana, el artista toma una decisión que, junto con su acercamiento a la religión católica, resucitará las críticas de sus viejos camaradas: decidió volver a vivir a España, país que por entonces estaba regido por la dictadura de Francisco Franco. Eso le valió el apodo de traidor pero, como era de esperar, no le importó, incluso algunos piensan que hasta se trató de un efecto buscado.
¿Cómo conociste a Salvador Dalí?
Tuvimos diez años de fuerte amistad. Había diseñado una casa para nuestra familia en Cadaqués, donde Dalí pasaba los veranos, y lo conocí en una fiesta. En este punto yo era bastante anti-Dalí, pensé que era un fascista. Él me dijo: "Estoy muy interesado en tu trabajo" y me sentí halagado; casi no había hecho nada en ese momento. Me invitó a su casa y después de dos horas había cambiado de opinión. Era tan brillante, tan inteligente, tan divertido. Adoraba la arquitectura y le encantaba pasar horas discutiéndola.
Oscar Tusquets Blanca, arquitecto y amigo de Dalí, recordó también en el periódico La Vanguardia una reflexión que le hizo el artista: “¿Sabes la diferencia entre un esnob y un dandi? El esnob es el que se muere porque le inviten a una fiesta y el dandi el que, una vez invitado, hace lo imposible porque le echen”.
Dalí fue el rey de los dandis. En sus tres últimas décadas de vida continuó abofeteando al mundo, a veces con su arte —el párkinson lo fue arrinconando en sus últimos años— y en otras con su capacidad de autopromoción —llegó a hacer spots publicitarios—. Sin embargo, su obra nunca fue descartable y la prueba está en que su inigualable supermercado de arte sigue abierto y conquistando nuevos clientes satisfechos.
TIP
En la década de los 20, Dalí estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se hizo amigo de Luis Buñuel y el escritor Federico García Lorca.
La Fundación Gala-Salvador Dalí ha publicado de forma gratuita el mayor inventario de obras del surrealista, con piezas que datan de 1910 a 1983, en la web en diciembre de 2017.
La Academia de San Fernando lo suspendió luego de una protesta estudiantil en contra de uno de los profesores. Más tarde fue expulsado por decir que ninguno de los profesores era lo suficientemente capaz de analizar y entender su trabajo.
BIGOTE
El bigote que caracterizó a Salvador Dalí fue una muestra de la admiración de éste hacia el pintor andaluz Diego Velázquez.
Fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario