BienAlSur, la primera Bienal Internacional de arte Contemporáneo de América del Sur, fue el evento cultural que arrasó con sus exposiciones, performances e intervenciones en cinco continentes durante 120 días y rankeó como un evento cultural sin precedentes, que sólo en la Argentina atrajo a un millón de personas. Desde su KM 0 ubicado en el ex Hotel de Inmigrantes hasta el último KM, el más lejano a Buenos Aires, ubicado en Japón, BienAlSur desplegó una cartografía que marcó un hito en la historia de las bienales. Esta edición, que finaliza el último día de este año, logró conectar de manera simultánea a 32 ciudades de 16 países y agrupó a más de 350 artistas y curadores.
Impulsada por Aníbal Jozami, director de la Bienal; Diana Wechsler, directora artístico-académica, y Marlise Ilhesca, la asesora general, construyeron -junto a un equipo de prestigiosos curadores- un nuevo concepto de sur. Un sur global e itinerante que organizó una megaeveto que se presentó como proceso y que apunta a su nueva edición conservando esta idea eje y redoblando la apuesta.
Anibal Jozami anticipó detalles de la segunda edición que se realizará con sede central en Buenos Aires entre junio y septiembre de 2019 y cuyo llamado a concurso para la presentación de proyectos de artistas de todo el mudo se hará a partir del 1° de marzo de 2018.
El lanzamiento oficial de la Bienal se hará entre marzo y abril del año próximo en el Polo Norte, ya que es el único lugar del mundo que tiene una única dirección a donde ir: el sur, explicó Jozami en referencia a la bienal, cuyo objetivo es posicionar al territorio sur como epicentro de la acción en el atlas del arte mundial y de subvertir los parámetros esgrimidos entre países centrales versus periféricos.
El lanzamiento oficial de la Bienal se hará entre marzo y abril del año próximo en el Polo Norte, ya que es el único lugar del mundo que tiene una única dirección a donde ir: el sur, explicó Jozami en referencia a la bienal, cuyo objetivo es posicionar al territorio sur como epicentro de la acción en el atlas del arte mundial y de subvertir los parámetros esgrimidos entre países centrales versus periféricos.
El proyecto, desarrollado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), consiguió una articulación novedosa al establecer un diálogo con otras universidades, museos e instituciones prestigiosas de numerosos países, así como un reparto diferente de saberes y competencias, a la vez que cuestionó las liturgias curatoriales e incitó a los artistas a producir obras en sitios que no son sus lugares de origen. Al situarse a distancia de los mandatos del mercado, permitió detectar a artistas emergentes.
“No queríamos una estructura rígida de bienal -dijo Wechsler-. Queremos que siga esta idea móvil”. Más del 95% de las obras que forman parte de la Bienal fueron seleccionadas tras un intenso proceso que incluyó dos convocatorias internacionales abiertas con temáticas libres. La idea de este llamado fue invitar a artistas y curadores a pensar proyectos específicos e inéditos y, así, se recibieron más de 2500 propuestas provenientes de 78 países. Durante esas convocatorias se observó la presencia recurrente de proyectos que dialogan fuertemente tanto dentro como fuera del mundo del arte.
Con foco en Buenos Aires, la bienal se abrió hacia el mundo al recorrer una cartografía de 18.370 kilómetros. En la capital argentina se inauguraron más de 20 sedes, a las que se suman más de 80 en otras ciudades del mundo. Se expusieron más de 100 muestras que
involucraron a más de 570 artistas y curadores.
involucraron a más de 570 artistas y curadores.
Desde Buenos Aires hasta Tokio de desplegó una ambiciosa cartografía que pasó por Rosario, Córdoba, Salta, San Juan, Tucumán,Montevideo, San Pablo, Lima, Asunción, Valparaíso, Bogotá, La Paz, Madrid, Paris, Benín, entre otras ciudades, pudieron verse obras de artistas como Christian Boltanski, Pedro Cabrita Reis, Marie Orensanz, Charly Nijensohn, Vik Muniz, Cildo Meireles, Arnaud Cohen, Reza, Regina Silveira, Alexander Apóstol, Eugenia Calvo, Eduardo Basualdo, Maxim Holland, Graciela Sacco, por mencionar solo algunos, además de piezas de colecciones de importantes museos como el Reina Sofía de España y el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Ginebra.
Para Ilhesca, “la fortaleza de la bienal es que le permite a cada lugar rescatar y resaltar su identidad sin que se lo impongan de afuera, en el marco de un proyecto global. El gran desafío es que la bienal no pierda su esencia: despertar el interés del gran público en el arte”.
Millones de personas disfrutaron y participaron de este hecho artístico en cada una de las sedes e instituciones, más la incidencia de las múltiples instalaciones y obras en el espacio público y el alcance en los 16 países intervinientes –Argentina, Australia, Japón, Benín, España, Brasil, Francia, Paraguay, Bolivia, Chile, Ecuador, Colombia, Guatemala, Perú, Uruguay y Venezuela–. Además, el sitio oficial de BienAlSur tuvo más de 500 mil visitas y en Facebook alcanzó los 346 mil seguidores de diversos sitios.
Argentina por primera vez fue anfitriona de una bienal de arte contemporáneo que ya impuso su sello: un sur expandido, descentralización de las sedes a lo largo de una cartografía ambiciosa, un modo de vivir el arte que abandona la contemplación para apelar a la participación de los espectadores-participantes y sobre todo, un evento que arranca desde que abre su convocatoria: los debates “preliminares” a la bienal en sí misma -por llamarla de alguna manera- son parte del evento y suman discusión, dudas, interrogantes sobre cómo crear en este siglo XXI convulsionado y ardiente, una bienal que en plena efervescencia del neoliberalismo abre un cauce necesario para pensar y representar el mundo, un mundo que necesita de nuevas redes de circulación del arte, espacios que la bienal fue conquistando palmo a palmo desde el primer día que lanzó su primera discusión hace ya dos años.
En definitiva, lo que parece proponer BienAlsur con su movimiento permanente es un sin fin de acciones que exceden las acciones puntuales que se van a presentar cada dos años, para convertirse en un movimiento perpetuo y sin descanso que organiza su previa y su post con la misma contundencia e interés que el mientras tanto de la bienal en sí.
Por eso más allá de que Buenos Aires tuvo este año muestras de lujo -desde Tomás Saraceno a Yves Klein, desde Diane Arbus a Ai WeiWei- @jaquealarte.com destaca BienAlSur por la originalidad de su organización y por esa necesaria circulación permanente para reflexionar sobre el arte y para vivirlo que propuso en esta primera edición y que parece que espera asegurarse en la edición 019.
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