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domingo, 20 de abril de 2014

María Blanchard: Desdicha y genialidad.

Impartiendo clase.
María Gutiérrez Blanchard, pintora cubista española, (Santander 6 de Marzo de 1881-París, 5 de Abril de 1932). De familia francesa por parte de madre, nació con una tremenda deformidad física (joroba y enanismo) que la acompaño de por vida costándole en más de una ocasión tremendos dolores junto a la burla y escarnio por su aspecto desgarbado (Incluso renunció a su plaza en La escuela de Arte de Salamanca ante el desprecio mostrado por los alumnos). Iniciada su formación artística en la Cantabria natal desde 1902, posteriormente su traslado a la capital madrileña y continuación de los estudios académicos le proporcionan los conocimientos necesarios para desarrollar al completo sus portentosas virtudes. De esta manera, con tan sólo 27 años obtiene el tercer premio de la prestigiosa Exposición Nacional de Bellas Artes. Visitante asidua del ambiente parisino del que nutre a su creatividad, es a partir de 1910 cuando se instala definitivamente (a no ser por esporádicas y circunstanciales vueltas a España o viajes a Londres) en la ciudad del amor y entra en contacto con las vanguardias imperantes en Francia. Entabla amistad, trabaja y se ve influida por el maestro Van Dongen, el expresionista Diego Rivera o el cubismo del español Juan Grisdel cual es amiga íntima, entre otros. Su vida plagada de altibajos económicos, problemas de salud y demás afrentas hacia su físico (ella misma afirmó: que cambiaría toda su obra por un poco de belleza), bien podría haber sido el tema de algún "cuadro de tristeza". Con un reconocimiento relativamente satisfactorio hacia su valía profesional, no obtuvo el éxito comercial merecido y necesario para abandonar la situación de penuria económica, arrastrada hasta pocos años antes a su fallecimiento. No por falta de interés del público, sino debido a la pérdida (muerte) de marchantes y galeristas que impulsaban magistralmente su carrera en los circuitos europeos. Tan sólo en la última etapa de su vida gracias al apoyo del marchante Max Berger, consigue temporalmente la garantía económica negada años atrás. Aunque su débil estado de salud (agravado desde finales de los veinte por una tuberculosis), cargas familiares, enorme depresión sufrida por la muerte de Juan Gris y vuelta a la inestabilidad comercial, poco le permitieron disfrutar de un status profesional adquirido y valorado por la intelectualidad de la época (los poetas Paul Claudel o Federico García Lorca, le dedicaron obras a su genialidad), ya que en 1932 moría con serios trastornos psicológicos en su estudio de la calle Boulard en París.

No incluida en ninguna escuela cubista determinada, sus obras se acercan a un realismo figurativo matizado con la vertiente sintética y linealidad propias del cubismo. Alternándose en su producción de los primeros años con cuadros de carácter y estética costumbrista. La temática de sus cuadros gira en torno a la figura humana, especialmente niños y la simbología desprendida por la maternidad, junto a algunos bodegones. Con un estilo peculiar donde tal y como reflejaba el escritor español Fernando Chueca Goitia: “María debe al cubismo su manera de organizar los planos y los ritmos de forma que acentúen el contorno de las formas", dándole un toque sensacional y único.


El borracho (1920).


Niño con pasteles (1921).


Niña con brazalete (1922).


Madre e hijo (1922).


Maternidad (1925).


El niño y la bola (1925).


El niño con helado (1925).


La echadora de cartas (1926).


La toilette (1927).


Dolor de muelas (1928).


Mujer tumbada (1928).


El convaleciente (1930).
Fuente


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