Recreación de la escultura habitable en el lugar donde se ubicará, en Hondura de Huebra / WORD
Proyecto del artista Domingo Sánchez Blanco en el que participan una veintena de empresas ligadas al desarrollo sostenible
M. JESÚS GUTIÉRREZ / WORD
‘En tierra de nadie se escucha los retoños de la estética In Fine’ es el título del experimento de una escultura habitable que el artista Domingo Sánchez Blanco está llevando a cabo en Hondura de Huebra, perteneciente al pueblo de Barbalos, con el apoyo y colaboración de una veintena de empresas y con repercusión nacional e internacional porque en este proyecto no sólo están implicadas personas de diferentes provincias españolas sino también un doctor de Dublín.
Este experimento, como cuenta el propio artista, es un proceso «largo, arduo y heroico», puesto en marcha en una zona despoblada de la provincia salmantina como es este pueblo que se encuentra en la dehesa charra; en el que se llevará a cabo una «labor larga, contínua y de humanidad» que tendrá un «coste cero», ya que cuenta con la implicación de gente que quiere crear un proyecto desde el arte contemporáneo, que supone -principalmente- «un intercambio de conocimientos en el que el arte es el elemento aglutinador y cada empresa aporta lo que le corresponde dentro de su ámbito», manifiesta Sánchez Blanco, de ahí que en este proyecto haya desde empresas constructoras, que elaborarán el hormigonado, hasta arquitectos, cerrajeros o carpintería de recuperación de maderas, pasando por neumáticos, aislantes y otro tipo de empresas que aunque puedan parecer antagónicas todas tienen un hueco en este proyecto, en el que el desarrollo sostenible es esencial.
El porqué de una escultura habitable, es fácil entender si se conoce al artista Domingo Sánchez para quien «el arte hay que caminarlo, recorrerlo y sentirlo». «Una persona también forma parte del arte, si no lo vives y no te lo crees, no tiene ningún sentido», asegura Sánchez Blanco, quien considera que las piezas deben tener un fin y el de ésta es poder vivir dentro de ello o ser una base de operaciones para múltiples actividades.
En este sentido, Sánchez Blanco recalca que «el arte no sólo es para decorar. Debemos tomar realidad y responsabilidad en este momento y cerrar filas para que el arte sea motor de riqueza».
Con este experimento, en el que no hay dinero público, se trata también de regenerar riqueza con la basura, de recuperar materiales como la madera encontrada en escombreras y basureros para reutilizarla y revestir el interior de la escultura, al ser un elemento cálido que absorbe el ruido, las humedades y «es un térmico maravilloso», apostilla Sánchez.
Escarabajo
Con todas estas premisas, los implicados en este proyecto quieren tener su escultura habitable para principios de verano; una escultura que tiene forma de escarabajo porque, como explica el artista, «el escarabajo es un totem de la dehesa, donde se encuentra Hondura; es un insecto que es como una tanqueta, que vuela, tiene un gran cuerno que le asemeja a un toro, y una gran fortaleza, además del hueso por fuera. Lo tiene todo». Es un insecto que fascina a Domingo Sánchez por ser también «identificable con la aerodinámica y un concepto que se puede repetir».
El proyecto, que dio sus primeros pasos hace unos cinco meses, pronto será una realidad y un primer paso de algo más amplio y global que tendrá una gran repercusión, ya que está abierto a múltiples utilidades dentro de numerosos campos más allá del arte.
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