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sábado, 9 de mayo de 2015

La batalla de los grandes museos

El público aguarda la entrada al Pompidou malagueño.
El público aguarda la entrada al Pompidou malagueño. JESÚS DOMÍNGUEZ
  • A nivel nacional y extranjero se ha puesto el foco sobre la ciudad de los museos




La importancia que en la última década recobró la cultura en la capital malagueña ha llegado en la presente legislatura a una cumbre difícil de superar. A unas cotas de protagonismo que trascendieron su propio ámbito y la situó en el epicentro de la agenda política, e incluso en una de las esperanzas a las que se encomendaron los anhelos de recuperación económica. Dicho de forma más directa, la apuesta del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, por los grandes museos lo ha acaparado casi todo.
Era una especie de juego a doble o nada -con casi todos los huevos de sus reclamos electorales colocados en la cesta del arte- del que, a priori, ha salido victorioso el regidor malagueño. Al menos, ha conseguido su objetivo de que antes de los comicios municipales, justo en el límite en el que estaban permitidas las últimas inauguraciones, abrieran sus puertas tanto la primera sede fuera de Francia del pujante Centro Pompidou parisino, situada en el Cubo del Puerto, como la única filial que tiene ahora en el extranjero el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, que desembarcó igualmente en marzo en el antiguo edificio de Tabacalera.
Más allá de que la rentabilidad electoral sea o no la esperada, De la Torre consiguió salvar el principal escollo al que se enfrentaban sus proyectos estrella:el escaso tiempo del que se disponía para ponerlos en pie. A diferencia de otras obras históricas -o ni siquiera obras-que llevan años paralizadas, avanzando con lentitud o sin ni siquiera empezar, tanto el Centro Pompidou como el Museo Ruso pasaron a ser una realidad en poco más de un año.
Tras los fiascos de la capital cultural europea o de Art Natura, o la indefinición respecto al uso cultural del Astoria y la no consecución de un CaixaForum, el alcalde siguió empeñado en añadir marcas artísticas de relumbrón a una oferta que, aparte de los dos espacios sobre Picasso y el Centro de Arte Contemporáneo, ya había sumado en vísperas de las elecciones anteriores la apertura del Museo Carmen Thyssen en calle Compañía.
El alcalde lo persiguió y -tras cantos de sirenas que llegaron a hablar de un Guggenheim, una subsede del Prado o un 'museo de museos' para distintos emplazamientos de la ciudad- una buena mañana de noviembre de 2013 anunció a bombo y platillo que el Pompidou se había fijado en Málaga para expandirse. O, viceversa, que Málaga había encontrado en el Pompidou el filón que llevaba años buscando para, tras las continuas negociaciones con Unicaja para un supuesto centro cultural, convertir el Cubo de la esquina de oro portuaria en una referencia. En un emblema que siempre ha tenido como espejo la transformación experimentada por Bilbao con el Guggenheim.
Y, unas semanas después de la repercusión obtenida con el 'fichaje' del Pompidou, una nueva noticia situaba a otra matriz museística europea en tierras malagueñas. Tras hablarse de otros proyectos no sólo culturales, en Tabacalera se proyectó una sede del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo que corrió mejor suerte y no se quedó en un anuncio que ni siquiera llegó a abrir sus puertas como los anteriores.
Cuando se anunció el Museo Ruso, se fijó el primer semestre de 2015, y posteriormente marzo, como la fecha, en la que, sorprendentemente, por mucho que pareciera que no daba tiempo, abrirían tanto esta pinacoteca del Este como el Pompidou.
Entonces, el concejal de Cultura seguía siendo Damián Caneda, y cuando éste abandonó la Casona del Parque, el reparto entre varios ediles de su macroárea situó a Gemma del Corral como la portadora de la cartera cultural. De esa joya de la corona que haría posible que fuera ella, y no Damián Caneda, que había atravesado casi toda la legislatura, quien saliera en las fotos de las ambiciosas inauguraciones museísticas.
Eso sí, como desde años antes con otros grandes proyectos, siempre fue un secreto a voces admitido por todos que las grandes empresas culturales no las gestionaba el concejal de turno -en el pasado Briones, luego Caneda y ahora Del Corral- sino directamente el alcalde, Francisco de la Torre. Y, en el panorama más reciente, emergió igualmente un nuevo punto de apoyo para el regidor dentro de su ambiciosa apuesta cultural. De repente, apareció José María Luna, a quien Caneda llegó a referirse quitándole importancia como un «frontispicio» que había puesto el Ayuntamiento para gestionar junto a más expertos lo de los museos, y el entonces 'casi' recién llegado gerente de la Casa Natal de Picasso empezó a ganar terreno hasta asumir un tridente museístico -la Fundación, el Ruso y el Pompidou- al que no se descarta añadir más puntas.
Y tal fue la dimensión que fue adquiriendo, aparentemente en la sombra, Luna, que las 'malas lenguas' lo llamaban en los mentideros culturales el 'verdadero' concejal de Cultura.
Tras las recientes aperturas de finales de marzo de ambas pinacotecas -algo empañadas por su coincidencia en fechas con el trágico accidente aéreo de Germanwings-, De la Torre sintió que había salido victorioso de su batalla de los grandes museos.
Al menos, de puertas hacia fuera, pues tanto a nivel nacional como en los contenidos de importantes medios de comunicación extranjeros se puso el foco sobre Málaga como uno de los nuevos centros europeos del arte. Es más, hace unos días, todos los integrantes de la lista del PP encabezada por Francisco de la Torre al Ayuntamiento de Málaga se dieron cita en El Cubo para hacerse una foto de familia que colocaba al Pompidou como claro fondo ante el que se iniciaba la inmediata carrera electoral.
Eso sí, esta ciudad de los museos ha ido cobrando forma entre pequeñas polémicas y las críticas de la oposición. Por ejemplo, el sobrecoste de las obras en el Cubo, la limitación a cinco años del Pompidou, los accidentes en Tabacalera o las condiciones laborales de los subcontratados en ambos espacios fueron algunas de las noticias negativas que acompañaron la gestación de sendos espacios.
Desde el PSOE aún insisten en que, aunque no están en contra de estos equipamientos culturales, no eran «ni tan urgentes, ni tan prioritarios». «De la Torre ha incumplido su propio programa electoral, en el que no figuraban ni el Ruso ni el Pompidou, y, en cambio, no tenemos nada de necesidades como la ampliación de la Casa Natal en el Astoria, la restauración de la Casa de Cánovas del Castillo, o lo prometido sobre el convento de San Andrés y la prisión provincial. No atiende a otras prioridades como la limpieza, ni a nuestros artistas emergentes o de generaciones como las del 50 y, sin embargo, se gasta todo esto en franquicias que sólo este año cuestan diez millones de euros», añade el edil Manuel Hurtado antes de lanzar otras dos preguntas al aire: «¿Cómo vamos a sostener la burbuja museística que ha seguido a la burbuja inmobiliaria? ¿Cómo vamos a pagar los 40 millones de euros que sólo en los próximos cinco años costarán el Pompidou y el Ruso?».
Fuente
http://www.elmundo.es

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