Calidoscopios de psicodélicos diseños rompen la monotonía en las polvorientas carreteras paquistaníes: son barrocos camiones adornados con chillones colores, pavos reales y retratos de políticos o militares que se han convertido en arte rodante.
Rawalpindi (Pakistán), 24 jul (EFE).- Calidoscopios de psicodélicos diseños rompen la monotonía en las polvorientas carreteras paquistaníes: son barrocos camiones adornados con chillones colores, pavos reales y retratos de políticos o militares que se han convertido en arte rodante.
Influenciados por las antiguas cortes reales y los templos sufíes, los elaborados adornos buscan la belleza, pero también suponen una práctica espiritual y supersticiosa con la que los camioneros honran los vehículos que les dan de comer.
"Pinto tigres, ojos de mujeres, pavos reales, paisajes, poesía. Lo que el cliente quiera", dice a Efe Farid Ahmed, que a sus 53 años lleva 28 adornando camiones y otros vehículos.
En su taller al aire libre, enfangado por las lluvias del monzón, un fuerte olor a pintura y el ruido de martillos golpeando metal, Ahmed se define como un "artista de camiones", un género que ha traspasado su origen y ahora se aplica a casas, tazas o teléfonos móviles.
"Los ojos de mujeres son especialmente populares. Son un símbolo de belleza y los conductores consideran que así hacen más bellos a sus camiones", explica el veterano pintor en la ciudad de Rawalpindi, continua a la capital, Islamabad.
Otros camioneros solicitan tristes poemas si han sufrido un desengaño amoroso, o eligen versos que hablan de largos viajes lejos de casa, en un reflejo de su vida.
Más allá de coloridos animales o poemas, los mensajes políticos han comenzado a colarse en los últimos años en los psicodélicos vehículos.
"Larga vida al islam" o "Saludo al Ejército" son algunas de las frases que adornan algunos camiones, en ocasiones acompañadas de retratos.
"Antes hacíamos muchos retratos de Ayub Khan (el primer dictador militar del país en los años 60), pero ahora es más popular el actual jefe del Ejército, el general Raheel Sharif", indica Ahmed.
Sharif es extremadamente popular tras lanzar en 2014 una operación militar contra los talibanes en las zonas tribales de Pakistán, que continúa en la actualidad, y que ha reducido significativamente el número de atentados en un país asediado por el extremismo islámico.
El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, es también popular entre los camioneros, al igual que Benazir Bhutto, exmandataria asesinada en 2007, según Ahmed.
La transformación de un camión en una obra de arte rodante es un laborioso proceso que requiere el trabajo de diferentes artistas.
Primero, los pintores tiñen el vehículo de color rosa o amarillo o verde; orfebres colocan elaborados adornos metálicos; después llegan los creadores de pegatinas con variados dibujos y finamente artistas como Ahmed añaden los paisajes, retratos o poesía.
Un proceso que cuesta entre el equivalente a 1.000 y 3.000 dólares, una fortuna en Pakistán, dependiendo de la dificultad en la elaboración y el número de adornos.
"Pedí al dueño del camión que lo pintase. No podría conducirlo sin los adornos. Es una pasión de los camioneros. Todos piensan que el suyo es el más hermoso", declara a Efe Gulzar, un conductor de 42 años que recorre el país transportando trigo y cemento.
El origen de esta práctica se remonta a la llegada de los primeros camiones Bedfords al subcontinente indio en los años 30 y despegó en los 60 con el crecimiento de la economía paquistaní y una creciente industria del transporte, indica a Efe la profesora de Estudios Visuales de la Universidad de Karachi Durriya Kazi.
Para esta autora de un estudio académico sobre este arte, la práctica procede de la costumbre de decorar animales de transporte como camellos o los carros de las antiguas caravanas, y de ahí saltó a los camiones.
Los artistas originales de vehículos eran pintores y orfebres de las cortes reales anteriores a la descolonización británica en 1947, que además se inspiraron en las decoraciones de los templos sufíes, una rama espiritual del islam.
"En parte es una práctica espiritual, una superstición. Con la decoración honran los vehículos con los que se ganan el pan y en los que pasan gran parte de su vida", explica Kazi.
"Se basa en la idea de que cuando das, recibes. Esperan que honrando al vehículo, este les traiga prosperidad", sentencia la profesora de arte. EFE
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