Un muro negro, de cerca de cincuenta metros de largo, estaba preparado desde primera hora de la mañana. Era el lienzo en blanco de 18 grafiteros, participantes en la I Grafiti Jam organizada por el Ayuntamiento de Murcia a través de la Oficina del Grafiti. El organismo municipal lleva seis meses de andadura y esta ha sido una de las iniciativas englobadas en la campaña '12 meses, 12 muros'. El enorme muro negro, de la parte exterior de las antiguas cocheras de Latbus, en el barrio de San Pío X, amaneció ya con el primer grafiti. Era el logotipo de la Oficina, encargado de presidir el proceso creativo. A partir de ahí, y desde las 11 de la mañana, 18 grafiteros de Murcia y otras ciudades comenzaron a crear.
En la calle Morera el sol lucía con fuerza. Cerca de 38 grados soportaron los asistentes a la convivencia en las horas centrales del día. Refrescos, mucha agua y la llegada 'in extremis' de un camión con bidones de agua destinados a dar duchas refrescantes a los presentes eran las herramientas disponibles para paliar las altas temperaturas. Eso y la importancia de saber que se estaba poniendo en valor el arte urbano y que los grafiteros en Murcia son reconocidos y apoyados.
Una veintena de grafiteros decoran las antiguas cocheras de Latbus
Se trata de saber dónde. No tanto por los artistas que ayer se dieron cita en la convivencia, que lo tienen claro, sino por los chavales que se inician en este mundo pero se equivocan de lugar. «A los grafiteros nos gusta que se queden las paredes bonitas y que se elimine el tema de las firmas, que las hacen críos que no tienen ni idea y que están de paso en esto». Borja Ballesta empezó a pintar en 1992. Durante unos años cambió los grafitis por la música y por la enfermedad de su padre volvió a las paredes para tratar de «no pensar en lo malo». Ayer en su parte del muro puso su nombre, algo que le llevó cerca de siete horas. «Aquí en España estamos siendo pioneros con las actividades relacionadas con el tema del grafiti», reconocía al ser preguntado por su visión de las actividades organizadas por la Oficina.
Coincidían ayer los grafiteros en la importancia de todas estas actividades pues no solo les da respeto artístico, sino que además les reconoce su arte y les permite hacerlo sin prisa, sin miedo y sin tener la sensación de que tienen que salir corriendo. «Es importante que inviertan dinero en el arte urbano y que no se nos considere personas delictivas. Si queremos una ciudad libre de marraneo necesitamos espacios para expresarnos libremente».
Aisha tiene 23 años y lleva diez en el mundo del grafiti. Empezó porque su madre le compró un espray a ella y a su hermano y ahora es una artista reconocida entre sus compañeros. «Dejé las muñecas para ponerme a pintar. Me he criado entre tíos y ellos son como mi familia. Eso es lo más importante, que los artistas urbanos somos todos una familia», recalcó.
Aunque la canícula les puso las cosas complicadas, los participantes valoraron gratamente la idea de pasar un día de convivencia juntos. Muchos destacaban que no podía ser en otro sitio que frente a la Colonia de San Esteban. «Aquí nació el grafiti en Murcia. Es un orgullo para ellos pintar en estas paredes porque la Colonia tiene la connotación sentimental de que aquí empezó todo y que de aquí han salido muchos», aseguraba Clemente García, responsable de la Oficina del Grafiti.
Durante todo el día los grafiteros estuvieron creando mientras pasaban un día de convivencia. Además, los murcianos pudieron compartir muro con Tom Rock, un conocido artista alicantino, referente en este mundo. Pintó la cara del rapero Pícolo y reconoció el gran nivel de los grafiteros murcianos. Tanto él como el resto de participantes recibió una caja con un lote de seis esprais. Con ellos pudieron, entre todos, crear un muro donde no solo hay arte. Ante todo hay reivindicación, respeto y reconocimiento. Los grafiteros ya tienen un hueco entre los artistas murcianos y, aunque la fecha puede que no fuera la más adecuada por el intenso calor, quedó claro que la jornada era necesaria.
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