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viernes, 15 de julio de 2016

"Sorolla es mucho más que las playas"


Dos niños contemplan uno de los cuadros de la exposición. SANDRA JABALERAEFE

El Museo de los Impresionismos de Giverny, en Normandía, acoge la exposición 'Sorolla, un pintor español en París'
"Ten en cuenta que no te van a perdonar ser español y triunfar de esa manera", le decían sus amigos al pintor Joaquín Sorolla cuando decidió presentar sus obras en el Salon de la Societé des Artistes français en París a finales del siglo XIX. Se equivocaron. Sorolla fue uno de esos pocos artistas que disfrutó del éxito en vida. Y, a día de hoy, el público sigue reclamándole, como demuestra la exposiciónSorolla, un pintor español en París, que desde hoy acoge el Museo de los Impresionismos de Giverny, en Normandía.
La muestra presenta en torno a un centenar de obras -pinturas pero también algunos bocetos- de la etapa inicial de Sorolla, desde el comienzo del artista hasta que alcanzó el éxito en Estados Unidos.
París fue un punto de referencia para el artista valenciano en su aspiración por convertirse en un pintor internacionalmente reconocido, pues sabía que, como capital del arte moderno, era un punto de reunión imprescindible.
"La exposición nace pensando en investigar a fondo su etapa en París, el gran triunfo que tuvo y cómo le hizo crecer cómo pintor desde la primera medalla que ganó con el cuadro La vuelta de la pesca (1894), que el Estado francés compraríapara el Museo de Luxemburgo, pasando por su Gran Premio en la Exposición Universal de 1900, hasta que la galería de Georges Petit (marchante de Monet y Rodin) le dedica una exposición en 1906", explica la bisnieta del artista, Blanca Pons-Sorolla, comisaria de la exposición y responsable del catálogo razonado de la obra del pintor. París le premió con todos sus mayores reconocimientos, incluyendo el nombramiento como miembro de la Academia de Bellas Artes e incluso al ser premiado con la Legión de Honor. "No se quedó anclado en sus raíces, quería ser un artista internacional".
Como recuerda María Fernández, historiadora del arte y también comisaria de la exposición, los cuadros que hoy llegan a Giverny, pueblo famoso por acoger la casa y los jardines de Claude Monet que atraen cada año a más de 600.000 visitantes,fueron ya preseleccionados por el propio Sorolla. Tras terminar sus estudios en Roma, el pintor se preocupó por participar en todas las grandes manifestaciones internacionales, incluyendo Berlín, Múnich, Viena o Venecia, además de París, escogiendo cada cuadro con un selectivo ojo crítico según el prisma del país que le recibiera. Su exquisita selección sigue siendo tan adecuada como entonces pues la muestra, recientemente presentada en Múnich, dobló las expectativas de la organización al recibir a más de 175.000 personas y vender más de 100.000 catálogos.
El propio Museo Sorolla de Madrid ha podido ya en estos pocos meses notar las consecuencias de los nuevos viajes de la obra del artista, que han supuesto un aumento del público alemán. "Los compañeros de Múnich bromeaban con abrir una agencia de viajes. El público alemán no conocía a Sorolla y ahora todos quieren visitar su museo en Madrid. Nos dicen que se van a forrar", comenta Fernández el día antes de la inauguración.
El propio director del museo, Frédéric Frank, intenta demostrar la altura del personaje que su centro acoge hasta el próximo 6 de noviembre cuando pasará a Madrid, explicando al público francés que Sorolla es, junto a Goya, Velázquez y Picasso, uno de los artistas más célebres de España. Ahora, parece necesario recordar que ya en 1904, el Metropolitan de Nueva York o el Museo de Filadelfia se peleaban por sus cuadros. "La historiografía artística es muy caprichosa y tras la muerte de Sorolla no se destacó el enorme éxito que tuvo en vida", explica Fernández. "Poco a poco, gracias al trabajo de Blanca, del Museo Sorolla y a estas exposiciones se está poniendo al valenciano en el lugar que le corresponde,demostrando que es mucho más que el pintor de las playas del Mediterráneo".
En París, el joven artista descubrió la fotografía y las impresiones japonesas que le inspirarían nuevas perspectivas; le fascinó la apreciación de la luz en los impresionistas y la pintura al aire libre que cultivaría también en los años siguientes . "A menudo se ha dicho que era un pintor vacío de contenido pero creo que esta exposición cuenta cómo su pintura era mucho más complicada. Es verdad que da una imagen de felicidad que gustaba a todos", opina Fernández. "Un crítico francés decía que Sorolla es el pintor de la vitalidad, pues nada puede gustar más en una civilización que ha degenerado".
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